“Colegio de Profesores y su cambio de directiva: El costo de bailar tango”
En Colegio de Profesores Independencia –public. 29/11/16
El aplastante
triunfo de la disidencia, hoy legítimamente elevada a directriz oficial del
gremio, no es el resultado de ningún caudillismo, sino la consolidación del
sentir generalizado de los profesionales de la educación, que buscan
reinstalarse como fuerza fundamental, articuladora de las bases culturales del
re-direccionamiento social, a fin de frenar el avance desbocado de la sociedad
chilena hacia la frustración, la violencia, la corrupción, el desencanto, la
segregación, la híper-concentración de la riqueza y la infelicidad que nos
devasta
Ante
los resultados de las elecciones del Colegio de Profesores, resulta relevante
comprender que la nueva Dirección Nacional del Colegio de Profesores constituye
la expresión de lo más grueso del amplio movimiento articulado del
gremio.
El
aplastante triunfo de la disidencia, hoy legítimamente elevada a directriz
oficial del gremio, no es el resultado de ningún caudillismo, sino la
consolidación del sentir generalizado de los profesionales de la educación,
que buscan reinstalarse como fuerza fundamental, articuladora de las bases
culturales del re-direccionamiento social, a fin de frenar el avance desbocado
de la sociedad chilena hacia la frustración, la violencia, la corrupción, el
desencanto de la patria, la segregación, la híper-concentración de la riqueza y
la infelicidad que nos devasta.
Este
resultado constituye una poderosa señal de que ante las prácticas
antidemocráticas y obstinadas, que pretenden falsear la realidad e
instrumentalizar las organizaciones gremiales y sociales para estrategias no
deseadas, la sociedad en su conjunto, comienza progresivamente a definir un
nuevo camino de consenso de base; enciende una luz de alerta para las
direcciones políticas de las tradiciones orgánicas partidarias; su iluminación
endosa toda la responsabilidad histórica de no leer adecuadamente las
condiciones objetivas, en función de facilitar el curso adecuado de la
subjetividad de las fuerzas de cambio. En otras palabras, apunta con el dedo de
la evidencia histórica, las graves responsabilidades en la profundización del
quiebre de la continuidad orgánica necesaria, entre las articulaciones
partidarias y su razón de ser, que no puede ser otra que la representación del
sustrato social necesario y estratégico.
Estos
novedosos pero no sorpresivos ni sorprendentes resultados electorales, se
agregan a otras conquistas de las fuerzas renovadoras de la acción política y
social de la realidad nacional, que se debaten entre la acción y la abstención,
en un momento en que resulta necesario y urgente sacudirse de esquematismos,
sectarismos, prejuicios y desplazamiento histórico de conceptos rígidos y
pobres de la dinámica de la historia.
Se
abre un nuevo escenario y un nuevo desafío para los docentes de nuestro país:
instalar al gremio y a sus nuevos dirigentes en la misión de dar los pasos
necesarios para reinstalar la debida posición del magisterio en la construcción
histórica y demanda – principalmente – zafarse de las deformaciones y
manipulaciones corruptas, que amenaza los esfuerzos democratizadores, que
suelen caer en la trampa segregacionista, en la funcionalidad a prejuicios
políticos sesgados y ajenos a la esencia liberadora de la pedagogía.
A
los docentes, nos queda poder sumarnos a la acción unificadora de la
reconstrucción de una mirada humanista, necesaria de la función pedagógica,
identificando y suprimiendo las desviaciones instrumentalizadoras hacia la
porfiada construcción de una realidad social patológica: el triunfo de la gran
mayoría docente que busca la recuperación de su función constructiva histórica,
viene a recomponer la base de acción para sanar la sistemática destrucción de
su fuerza esencial, iniciada conjuntamente con la instalación de los cimientos
de un modelo que ha conducido a condiciones extremas de disociación de los
elementos identitarios, propios de una comunidad nacional, fundada en el
respeto, el reconocimiento, la solidaridad, la legitimidad de la sana
diversidad, contribuyente y engrandecedora de la esencialidad de un pueblo
unificado.
A
los nuevos dirigentes les queda demostrar, con una lección histórica, que
no serán más de lo mismo.
Y
a todos nos corresponde derrotar la soberbia y poner por delante la autocrítica
suficiente y la inteligencia constructiva en torno a los intereses mayores,
tanto del gremio, como de la sociedad. En este sentido, no es un buen camino
partir de una lectura parcial y emocionalmente afectada como la de afirmar que
la derrota de Gajardo –en palabras de él mismo- está marcada por el afán de
alejar al PC de la Nueva Mayoría para “reducirlo al mundo social”. Esto marca
la esencia del imaginario y de la estrategia de conducción que le llevó a la
derrota. Lo que sí podría interpretarse es que el mundo social quiere al PC
sumado a la vereda de las demandas sociales y no a la administración de la
minucia en el marco de una alianza que le aísla gravemente de su única fuente
de sustento histórico: los trabajadores y el campo popular, de los cuales, sin
duda, los educadores somos parte.
En
estas jornadas electorales no se ha derrotado a ningún enemigo. Es
simplemente una instancia de superación de un camino que no supo interpretar
adecuadamente el sentir de sus bases y no supo conducir con certeza táctica y
estratégica a un gremio que tiene en sus manos una fuerza fundamental, capaz de
facilitar la dirección correcta de la historia.
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