“Fidel: Muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”
Esta
máxima del héroe cubano José Martí, nos permite adentrarnos en el análisis de
la noticia dada a conocer urbi et orbe: En la noche del viernes 25 de
noviembre, a las 22:48 horas de Cuba, el dirigente político y líder de la
revolución cubana, Fidel Alejandro Castro Ruz murió en la Habana, capital de
Cuba, a los 90 años de edad
Por Pablo Jofré Leal
En HispanTV
–public. 27/11/16
Fidel Castro, hijo
del inmigrante español Ángel Castro – gallego de la localidad de Láncara
en la provincia de Lugo, reclutado por el ejército español para la guerra
contra los mambises- avecindado en Cuba a fines del siglo XIX. Su madre,
Lina Ruz, cubana residente en Pinar del Río pero también de origen peninsular –
de las islas Canarias - ambos de humilde extracción, que a punto de trabajo
lograron un posición económica sólida. De esa relación nace, en la localidad
oriental de la isla: Birán, un 13 de agosto del año 1926, el hombre que
cambiaría el rostro de su país, Latinoamérica y que se constituirá en una de
las figuras históricas más grandes del Siglo XX. Educado en el estricto
marco académico y disciplinario de colegios religiosos, tendrían especial
influjo en él la formación jesuita recibida en el Colegio Dolores de Santiago
de Cuba y posteriormente en el Colegio Belén de La Habana.
Un Hombre Multifacético
Un
Fidel curioso, deportista – basquetbolista, beisbolista que refrendaría a
través de un apoyo sostenido de su gobierno al deporte cubano convirtiéndolo
en el referente latinoamericano en materia de deportes olímpicos, una potencia
global que elevó muy en alto el nombre de Cuba en el concierto internacional–
Unido a ese hábito por el deporte, encontramos un hombre ávido de estudiar,
leer y formarse. Un joven, que al ingresar a la Universidad de La Habana vería
explosionar su interés por las causas sociales, acrecentadas al convertirse en
dirigente de la combativa Federación de Estudiantes Universitarios – FEU –
donde llegó a ocupar cargos dirigenciales, a la par de examinar en forma libre
las tres carreras que matriculó: Derecho, Derecho Diplomático y Ciencias
Sociales.
Su
vocación internacionalista se hizo patente, cuando el año 1947, con apenas 21
años de edad participó activamente en los intentos de derrocar al Dictador
Dominicano Rafael Trujillo, incluso formando parte del desembarco por Cayo
Confites, que al ser interceptado por las fuerzas del dictador acabó en su
disolución y el escape de Fidel a nado, aprovechando su condición física privilegiada.
El año 1948, Fidel Castro, como delegado de la FEU asistió a Colombia a la IX
Conferencia Interamericana – que creará la actual organización de Estados
Americanos OEA – en el marco de revueltas sociales que acabarían con la muerte
del candidato a Presidente Jorge Eliecer Gaitán, durante la rebelión conocida
como el Bogotazo.
De
vuelta en Cuba, la constatación que sólo la lucha activa y resuelta de la
sociedad cubana podría derrotar a la dictadura del sargento devenido golpista
Fulgencio Batista – herramienta del gobierno estadounidense en la isla – Fidel
Castro Ruz, junto a un grupo de 160 revolucionarios concreta lo que se denomina
en la historia como El Asalto al Cuartel Moncada, llevado a cabo un 26 de Julio
del año 1953. Operación que terminó con la detención, tortura y muerte de
gran parte de los combatientes en actos que merecieron la repulsa de la
sociedad cubana, logrando que no se ejecutara extrajudicialmente a Fidel y
terminara en prisión junto a algunos de sus compañeros.
Juzgado
por el poder judicial de la Dictadura de Batista, Fidel realizará su propia
defensa legal, en un alegato final conocido como “La Historia Me Absolverá"” donde deja al desnudo las
contradicciones del régimen y las desigualdades que explican y atienden la
necesidad de alzarse contra la tiranía. Un discurso donde esboza los
principales problemas de Cuba en ese momento y la necesidad de resolverlos: El
problema de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, el
problema de la educación y el de la salud. Un manifiesto que mostró la visión
estratégica de un dirigente como poco en ese momento, no sólo en Cuba sino que
en Latinoamérica. “En cuanto a mí, señaló Fidel en su alocución, sé que la
cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de
ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano
miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa,
La historia me absolverá”.
Condenado
a 15 años de prisión, Fidel es liberado luego de 22 meses preso en la Isla
de Pinos – actual Isla de la Juventud - tras una amnistía establecida en mayo
del año 1955. Convertido en figura pública política cubana, se traslada a
México donde comienza a preparar con un grupo de compatriotas, donde se une el
guerrillero argentino Ernesto Guevara de la Serna – CHE – el desembarco de un
núcleo combatiente que propiciara el derrocamiento de la dictadura de Batista.
Así, tras un año de preparación, 82 combatientes, a bordo del yate Granma
zarpan del puerto mexicano de Tuxpan un 25 de noviembre del año 1956, recalando
en las cercanías de la Playa de las Coloradas en el Municipio de Niquero en
la actual Provincia de Granma una semana después.
Ese
desembarco, con problemas que generó la pérdida de armas y combatientes los
obliga a reagruparse y marchar hacia la Sierra Maestra, marcando así el inicio
de la lucha guerrillera del Movimiento 26 de Julio. Fuerza rebelde, encabezada
por Fidel Castro Ruz, que triunfará en la Guerra de liberación sostenida contra
la dictadura de Fulgencio Batista. Durante 3 años el Ejército Rebelde, inferior
en número y armamento combatió contra un ejército apoyado por los Estados
Unidos – conformado por 70 mil hombres - y que terminará con el triunfo de las
Fuerzas Guerrilleras el 1 de enero del año 1959 – marcada por la huida del
dictador Batista - Terminada la lucha guerrillera se da comienzo a una
revolución que cambiaría la cara, no sólo de Cuba como “Territorio Libre de
América” sino que del conjunto de Latinoamérica y ejemplo a seguir a seguir por
los Movimientos de Liberación en África, Asia y las organizaciones políticas,
que encontraron en la revolución cubana el faro y guía que necesitaban como
referencia.
Cuba No Ha Dejado Nunca de
Combatir
Con
el triunfo de las fuerzas del Movimiento 26 de Julio, la Cuba revolucionaria,
con Fidel a la cabeza comenzaría a enfrentar una guerra más costosa y que aún
hoy 57 años después se extiende con su carga de desastrosos efectos. Una guerra
bárbara de agresiones, de intentos de magnicidio, de bloqueo y embargos. Del
financiamiento de campañas de invasión, de cercar a Cuba en todos los ámbitos
internacionales, sean estos políticos, económicos o diplomáticos. Una agresión
que no disminuyó ni tan siquiera cuando el campo socialista se derrumbó a fines
de la década de los ochenta del Siglo XX. Y quienes creían que muerto el ámbito
de apoyo de esta Revolución implicaría su derrumbe tuvieron que reconocer que
la dignidad tiene un precio mayor que aquel que marca el neoliberalismo y asi
Cuba, cual ave fénix renace de las necesidades de un socialismo que no dio el
ancho pues, a diferencia de Cuba, no estaba inserto en el ADN de la sociedad.
La
revolución cubana, encabezada férreamente por Fidel bajo el período conocido
como Guerra Fría, estuvo en la alianza con la ex Unión Soviética con hitos
históricos como la Crisis de Octubre el año 1962, el apoyo a los movimientos de
Liberación Nacional y Guerras de independencia en Argelia, Angola, Mozambique,
Nicaragua entre otros. Esa política activa de internacionalismo propugnada por
Fidel Castro determinó una política estadounidense destinada, permanentemente a
tratar de desestabilizar y tratar de derrocar al gobierno revolucionario y en
especial asesinar a Fidel, quien sufrió un total de 638 intentos de magnicidio en las formas más diversas.
Destaco
que la agresión, durante el gobierno bajo la administración del demócrata y
católico John F. Kennedy, fue el sumun de la criminalidad: Operaciones de
sabotaje político, económico, intento de asesinato de Fidel y otros líderes
cubanos, quema de cosechas, introducción de enfermedades de contagio, apoyo a
invasiones y contrarrevolucionarios, sin contar la intensificación del bloqueo
total. JFK, el político con visión de futuro, el prohombre de la democracia y
la lucha por la libertad de los pueblos, según sus defensores y admiradores, ha
sido el primer responsable de esta verdadera empresa multinacional de atentados
y asesinatos políticos.
La
Cuba de Fidel, a pesar de los intentos de destruirla y en ello hacer
desaparecer a su máximo líder, será recordada como el ejemplo de un país
pequeño capaz de ayudar a la consolidación de la independencia múltiples
países: la lucha de Angola por consolidar su independencia de Portugal y el
enfrentamiento contra las fuerzas apoyadas por Sudáfrica y el Zaire del
dictador Mobutu Sese Zeko con deseos de apoderarse del enclave de Cabinda y su
riqueza petrolífera. Un combate sostenido contra las fuerzas terroristas
apoyadas por la Sudáfrica del Apartheid como fue la UNITA del mercenario Jonas
Savimbi, que en esa lucha conseguiría, no sólo consolidar el proceso
angolano, sino también lograr la independencia de Namibia y generar las
condiciones que permitieron el derrumbe del sistema del apartheid.
Logro
que el propio Nelson Mandela reconocería en su discurso de toma de posesión
como el Primer presidente negro de la Sudáfrica sin apartheid. Apoyo que tuvo
su expresión de gesta militar en la mítica batalla de Cuito Cuanavale en
territorio angolano, que logró derrotar a las fuerzas sudafricanas y
hacerlas retroceder hasta su propio territorio, atravesando Namibia en persecución
de las derrotadas fuerzas blancas de Pretoria, para así obligarlas, no
sólo a no volver a agredir directamente a Angola, sino que propiciar la
Independencia de Namibia y apuntalar el definitivo derrumbe del totalitario y
racista régimen de Apartheid.
Escrito
en piedra, en una pared de 697 metros, en la Colina del Parque de la Libertad
en Pretoria, a parecen, a la par del nombre de 95 mil combatientes sudafricanos
muertos en diversos conflictos, están los de 2.107 cubanos que murieron
defendiendo la causa del internacionalismo. Los medios internacionales, como la BBC de Inglaterra, daban cuenta de este hecho, en la primera visita que realizó a Cuba en julio del
año 1991, apenas un año y medio después de salir de la cárcel en Robben Island
donde permaneció cerca de tres décadas. Sostuvo Mandela, respecto a Cuito
Cuanavale “Aquella impresionante derrota del ejército racista le dio a
Angola la posibilidad de disfrutar de la paz y consolidar su soberanía. Le dio
al pueblo de Namibia su independencia, desmoralizó al régimen racista blanco de
Pretoria e inspiró la lucha contra el apartheid dentro de Sudáfrica (…). Sin la
derrota en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones nunca hubieran sido
legalizadas" sostuvo Mandela ante una multitud el 26 de julio de 1991
en Matanzas, Cuba.
Con
la caída de los socialismos reales el análisis fino indicaba que la revolución
cubana se vendría abajo, una vez destruido el marco político y económico que
sustentaba en forma mayoritaria un gobierno que en un 90% comerciaba con el
mundo socialista. Sin duda fue un golpe durísimo por al mismo tiempo demostró
que Estados Unidos ya no necesitaba la excusa del enfrentamiento este-oeste
para seguir desestabilizando a Cuba. No sirve de justificación para estas
acciones, ni siquiera el argumento de los Realistas Políticos, o de los
pragmáticos, e incluso de los que avalan las teorías geoestratégicas, el hecho
que Cuba haya sido aliada de la Unión Soviética, por tanto, parte
integrante de uno de los bloques ideológicos en la llamada Guerra Fría, pues
¿Cómo se seguía justificando la continuación de la agresión contra Cuba, cuando
no quedaba nada de aquel mundo bipolar? ¿Cómo se entiende, el endurecimiento
constante del bloqueo contra un país soberano, sin existir ninguna resolución
de las Naciones Unidas que avalara tal acción?
Cuba
ha estado, desde el momento del triunfo mismo de su revolución a resistir, a un
costo altísimo para la población pero con la dignidad intacta. Oponer
resistencia contra cualquiera de las diez administraciones estadounidenses que
han pasado por la Casa Blanca mientras la revolución seguía intacta. Desde John
F. Kennedy a Barack Hussein Obama, Cuba ha resistido, con un Fidel Castro
claro, estratega, visionario y sobre todo un estadista como ningún otro en
Latinoamérica, a la par de los grandes nombres del Siglo XX. Así les duela a
sus críticos que a la hora de su muerte celebraban en las calles de Miami – la
ciudad contrarrevolucionaria por excelencia – la muerte de quien consideraban
su enemigo eterno. Con Trump lo más probable es que la campaña de desestabilización
y bloqueo continúe, postergando los esfuerzos de normalización iniciados
por Obama y Raúl Castro.
El
mandatario electo estadounidense señaló, ante la muerte de Fidel que “El
mundo ha despedido a un brutal dictador, que oprimió a su propio pueblo durante
casi seis décadas. Haré todo lo que pueda, para ayudar a aumentar la libertad y
la prosperidad del pueblo cubano tras la muerte de Fidel Castro” afirmó el
magnate planteando la interrogante respecto a ¿cómo logrará sus deseos? ¿Con
más atentados, más desestabilización, más bloqueos, más embargo? No se esperaba
nada distinto de un multimillonario que prometió a la derecha hispana radicada
en Florida hacer todo lo posible por seguir desestabilizando a Cuba y a
Venezuela. Es parte del pago a contrarrevolucionarios crónicos.
Para
otros, en cambio, la muerte de Fidel es una pérdida sensible así consignado por
el jefe del gobierno iraní Hasan Rohani quien afirmó que “En
una época en la que todos los pueblos oprimidos del mundo padecen la violación
de los más evidentes y básicos principios humanos, como puedan ser la paz, la
justicia y la libertad, afortunadamente existen hombres libertadores y
combatientes que luchan hasta su último aliento para mantener izada en el
espíritu y la corazón de la gente la bandera de la libertad y la justicia”. El
Papa Francisco, por su parte, que visitó Cuba en septiembre del 2015 y se
entrevistó con Fidel señaló frente a la muerte del nonagenario dirigente “lamento
la mala noticia de la muerte del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro.
Expreso mis sentimientos de pesar a vuestra excelencia - Raúl Castro Ruz,
el presidente cubano y hermano de Fidel - y a los demás familiares del difunto
dignatario, así como al gobierno y al pueblo de esa amada nación. Al mismo
tiempo, ofrezco plegarias al señor por su descanso”.
La
muerte física de un líder, que marcó a fuego la política mundial en general y
la Latinoamericana en particular es sólo un detalle, un evento propio de la
vida y el paso natural de la vida y la muerte. Y digo que es un detalle, pues
para comprenderlo en toda su magnitud hay que recurrir al Héroe Cubano, a José
Martí, admirado y alentado en sus estudio por Fidel y la Revolución en el
sentido que “La Muerte No es Verdad Cuando se ha Cumplido Bien la Obra de la
Vida” y en ese plano la obra de Fidel sobrepasa barreras físicas, geográficas,
idiomáticas situándose como un figura histórica innnegable. Hoy, más que nunca
a la par de las figuras imborrables de la Revolución Cubana como Ernesto Che
Guevara, Camilo Cienfuegos, Celia Sánchez Manduley y los millones de
internacionalistas militares, educadores, médicos, obreros, ingenieros,
enfermeras, alfabetizadores, que elevaron el nombre de Cuba hasta los más alto
se eleva el nombre de Fidel Castro Ruz que entra en la categoría de los
imprescindibles.
Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Noviembre 28 de 2016
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