“Las Brigadas Internacionales en la
historia y en el recuerdo”
Formaban
parte de una “cofradía sin fronteras”, partícipes en una sola lucha en donde lo
importante era ganar batallas en cualquier parte del mundo
Por Francisco Erice
En Bandera Roja –public. 30/10/16
Hace
ahora 80 años. En el Madrid brumoso y frío de noviembre de 1936, extenuado por
un asedio que se cerraba como una tenaza y en cierto modo abandonado por un
gobierno que se retiraba a Valencia creyendo inminente la caída de la capital,
entraban en combate los primeros brigadistas internacionales. Más allá de su
importancia militar, lo cierto es que su llegada –en palabras de José Sandoval-
caldeó la atmósfera de la ciudad, acerando el temple de sus combatientes.
Arturo Barea (La forja de un rebelde), que llegaría a quejarse de que las loas
excesivas a los brigadistas internacionales oscurecían el heroísmo abnegado de
los madrileños, reconocía también que su irrupción constituyó una ayuda
impagable. Por su parte Neruda glosó, en hermosos versos, en el Madrid otoñal
de “sangre rota” por las calles, el desfile de los brigadistas, “silenciosos y
firmes como campanas antes del alba”, viniendo “de vuestras patrias perdidas,
de vuestros sueños llenos de dulzura quemada y de fusiles”.
Madrid fue, pues, su bautismo de fuego, tal
como se recoge en el himno de las Brigadas (“país lejano nos ha visto
nacer…nuestra patria está hoy ante Madrid”). Pero su paso por los campos de
España está también vinculado a otros nombres sonoros y épicos de la
resistencia: Jarama, Guadalajara, Belchite…
Por ellos transitaron y bajo su
tierra se quedaron para siempre muchos de aquellos más de 35.000 voluntarios de
53 nacionalidades, encuadrados en batallones y brigadas que evocaban
referencias de la tradición revolucionaria y nacional de cada país. Eran
mayoritariamente obreros, pero había asimismo intelectuales, estudiantes,
sindicalistas…; comunistas en su mayoría, aunque también antifascistas de
diferentes signos y vínculos partidarios e ideológicos (socialistas,
anarquistas, demócratas en general).
La historia de las Brigadas Internacionales
se ubica en un punto crucial del antifascismo, fenómeno central en la tradición
democrática y revolucionaria del siglo XX. Se ha escrito bastante sobre su
papel militar (siempre relativo, aunque no desdeñable en episodios concretos) o
las implicaciones políticas de su presencia; sobre su estancia, no exenta de
conflictos, en el cuartel general de Albacete. Pero su papel fundamental, lo
que imprime en la historia su huella indeleble, es haber sido, por derecho
propio, emblema y representación máxima de la solidaridad internacionalista con
la República acosada. No en vano Miguel Hernández evocaba a aquellos hombres
“que tienen un alma sin fronteras” y Alberti glosaba, de forma parecida, a la
“sangre que canta sin fronteras” de gentes venidas de diversos países, “con las
mismas raíces que tiene un mismo sueño”. Años más tarde, Luis Cernuda inspiró
en un ex brigadista norteamericano su emotivo poema “Recuérdalo tú y recuérdalo
a otros”, canto a la solidaridad como compromiso ético y a la memoria como
recurso necesario.
También Pasionaria elogió el ejemplo moral
de estos “soldados del más alto ideal de redención humana” y “cruzados de la
libertad”. Y lo hizo en la despedida multitudinaria de los últimos brigadistas
desfilando por Barcelona ante más de 300.000 personas, el 28 de octubre de
1938. Por entonces, como Dolores proclamaba con particular fuerza emotiva, los
brigadistas empezaban a formar parte no sólo de la historia, sino también de la
leyenda.
Para la mayoría, la retirada no supuso sino
cambio de escenarios en su lucha por la misma causa que los había traído a
nuestro país. Algunos cayeron en la vorágine de las purgas estalinistas, cuando
haber estado en España se convirtió en motivo de desconfianza e insospechado
agravante. Uno de ellos, Arthur London, escribió la que es tal vez la mejor
crónica y homenaje de las Brigadas: el libro Se levantaron antes del alba.
Pasó el tiempo y, tal como auguraba
Pasionaria, los brigadistas supervivientes –algunos de ellos- volvieron cuando
el olivo de la paz ya había florecido, pero no –lamentablemente- “entrelazado
con los laureles de la victoria de la República”. Fue en 1996, recibiendo
homenajes diversos, aunque –en un comprensible acto de coherencia- ni los
dirigentes de la derecha conservadora ni el Rey consideraron oportuno sumarse a
estos actos. Se les otorgó entonces un derecho a la nacionalidad española en
condiciones cicateras, que la popularmente denominada Ley de Memoria Histórica
de diciembre de 2007 amplió más generosamente. Era un reconocimiento tardío,
pero no por ello menos necesario.
Los brigadistas eran revolucionarios de un
tiempo irrepetible. Como aquel personaje de La conservación de la primavera de
Alejo Carpentier, formaban parte de una “cofradía sin fronteras”, partícipes en
una sola lucha en donde lo importante era ganar batallas en cualquier parte del
mundo. Aprendieron, como los demás antifascistas de aquella coyuntura crucial,
que la democracia era un valor irrenunciable que sólo el pueblo defendía en los
momentos supremos, a diferencia –como decía Pasionaria- de “los que interpretan
los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales”. Y creían en
un internacionalismo no incompatible con las patrias, entendiendo, como
Machado, que “no es patria el suelo que se pisa sino el suelo que se labra”.
Por todo ello, lo que fueron y lo que
significaron, ocupan un puesto irreemplazable en nuestra memoria democrática.
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“Detenidos en Turquía 2
internacionalistas checos por haber luchado en las YPG”
En Kaos en la Red –public. 18/11/16
Turquía ha detenido a dos ciudadanos checos bajo sospecha
de luchar por las Unidades de Protección de Popular (YPG, Yekineyên
Parastina Gel). Las fuerzas de seguridad turcas detuvieron a Miroslav
Farkas y Marketa Vselichova, en la sureña provincia de Sirnak, que limita con
Siria e Irak, dijo el diario pro-gobierno Sabah.
Según la fuente turca, ambos adoptaron los nombres Serxwebun Botan y Zelane Botan para luchar con las YPG y también imprimió las páginas de identidad de sus pasaportes checos. Los dos fueron detenidos mientras intentaban cruzar de nuevo a Turquía y ahora han sido recluidos bajo custodia, según el informe. Sabah dijo que los dos checos habían sido entrenados por las fuerzas especiales alemanas y la legión extranjera francesa.
Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Noviembre 19 de 2016
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