43191D

sábado, 26 de noviembre de 2016

EL EJEMPLO Y EL LEGADO DE HUMANIDAD DEL COMPAÑERO FIDEL CASTRO


“Decir Fidel es decir Cuba, decir hermano, decir el mundo”
–Iraida Martínez, una cubana

Y se nos ha ido Fidel Castro, el gran revolucionario cubano, de América Latina y de todos los pueblos oprimidos del mundo.

El compañero Fidel nació el 13 de agosto de 1926, en Birán (oriente de Cuba). Sus padres fueron el hacendado español Ángel Castro Argiz y Lina Ruz González. Estudió Derecho en la Universidad de La Habana, donde inició sus actividades políticas signadas por el deseo de construir una sociedad mejor para su pueblo. En 1950 se graduó y en 1952 fue candidato a diputado, pero el Golpe de Estado del dictador Fulgencio Batista anuló las elecciones.

El 26 de julio de 1953, lideró el ataque al cuartel Moncada. Fracasó y estuvo preso casi dos años, siendo el alegato de su autodefensa una obra maestra de humanidad: “La Historia me Absolverá”. En mayo de 1955 fue amnistiado y se refugió en México. En diciembre de 1956, desembarcó en Cuba con un pequeño grupo de revolucionari@s (entre ellos, su hermano Raúl y el argentino Ernesto Che Guevara) e inició una lucha guerrillera y popular que consiguió derrocar al odiado régimen de Batista el 1 de enero de 1959.

Desde entonces, Fidel Castro asumió diversos cargos, como Primer Ministro (1959-1976) y Presidente del Consejo de Estado y de Ministros (1976-2008). En mayo de 1959, inicio una Reforma Agraria que confiscó las grandes haciendas y distribuyó las tierras a los campesinos. A mediados de 1960, nacionalizó empresas estadounidenses. Esto provocó la ira de Estados Unidos y que éste rompiese –unilateralmente- sus relaciones con Cuba, imponiendo de paso un despiadado bloqueo económico, el que aún persiste. 

Por convencimiento y acicateado por las penurias económicas, Fidel decidió estrechar vínculos con el Bloque Socialista vigente por entonces, el cual lideraba la extinta Unión Soviética, lo que vino a enconar mucho más el odio de EE.UU., quien se solaza auspiciando ataques armados y atentados contra la revolución cubana. El más grave fue la Invasión de Bahía de Cochinos (15/4/1961). En octubre de 1962, se produjo la “Crisis de los Misiles” que terminó cuando EE.UU. prometió dejar de atacar a Cuba, pero los intentos de acabar con Fidel y la revolución continuaron. En los años siguientes, los logros sociales, educativos y deportivos de Cuba hicieron que el proceso socialista encabezado por el líder revolucionario se ganase la admiración de muchos. No obstante, esto también atizó el odio parido de los yanquis contra la revolución, lo que acarreó nada menos que 640 atentados fallidos contra Fidel llevados a cabo por la CIA. 

Su avanzada edad y problemas de salud lo obligaron a renunciar el 19 de febrero de 2008. Lo reemplazó su hermano Raúl. Desde entonces y hasta poco antes de su deceso, ocurrido a tres meses de cumplir las nueve décadas de vida, se dedicó a escribir artículos bajo el título "Reflexiones del compañero Fidel", desde la perspectiva de un soldado de las ideas; a conceder entrevistas y a cultivar una franca amistad con numerosas personalidades de todo el mundo.

Su Temprana Comprensión de los Problemas de Cuba

En “La Historia me Absolverá”, Fidel señala los males de la Cuba de entonces, resumidos en seis problemas fundamentales: la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y el problema de la salud. Como podemos ver, son trabas aún presentes en la mayor parte de las formaciones de nuestra América.

Entre las cuestiones principales, destacaba: El 85% de los pequeños agricultores cubanos pagaba renta y sufría la amenaza perenne del desalojo cuando más de la mitad de las mejores tierras estaban en poder de compañías extranjeras y una gran proporción de la población era analfabeta; 400.000 familias del campo y la ciudad vivían hacinadas y casi dos millones y medio de la población urbana pagaba altos alquileres por las casas que ocupaban; el 90% de los niños del campo eran devorados por los parásitos; la existencia de más de un millón de desempleados.

La respuesta frente a tanta injusticia: la lucha de todo el pueblo cubano mediante una estrategia que combinaba todas las formas de lucha y conducida por una vanguardia política nacida al calor de los combates por la liberación nacional y social.


Los actos de Fidel fueron, en su mayor parte, estrategias, movimientos, grandes esfuerzos intelectuales para que las crueles lecciones de la historia no se repitieran en suelo cubano y afectaran a la gente a quienes ofrendó su entrega eterna. Siempre supo que sin amor por su pueblo, orgullo, identidad y dignidad, el juego de vivir estaba entregado al arbitrio de otros.


Fidel y la Roma Imperial de Nuestros Días

Cuando los que nos amargan la vida son representantes de un sistema imperial, tienden a suprimir, ningunear, sojuzgar, escarnecer. Fidel estudió bien todos los imperios antiguos, como igualmente hizo con el norteamericano desde su surgimiento, llegando a comprender a cabalidad el peligro para la humanidad toda representada por la Roma imperial de nuestros días, los Estados Unidos de Norteamérica.

Debido a los afanes demostrados en sus primeros siglos de existencia, la proximidad territorial de esa potencia y la suerte de puente que significaría la Isla para las apetencias de Washington -además de la dolorosa incidencia estadounidense en Cuba durante el período de la falsa república-, Fidel tempranamente fue consciente de que los cubanos y los pueblos oprimidos debían ser antimperialistas en primerísimo lugar, so pena de suprimirse en la desoladísima condición de monigotes habitantes de una suerte de “protectorado”. El imperialismo, aliado a las burguesías internas, impone a nuestros pueblos la lucha armada como forma de liberarse del yugo opresor. Así, los pueblos de América Latina, Asia, África y Oceanía tienen sólo dos alternativas: o doblegarse o luchar.

Fidel, junto a otros magníficos pensadores latinoamericanos, sembró en la región esa necesaria premisa de supervivencia sobre la base de la independencia, la que cuando es olvidada u obviada tan sólo un momento por los pueblos, conduce a involuciones históricas como las que podemos constatar hoy en gran parte de la periferia capitalista (y qué decir de Chile).

El Ejemplo de Fidel

Fidel, a la luz de Varela, Maceo, Martí y Rubén, contribuyó a educar y hacer pensar a su pueblo. A la ignorante masa social, germinada en las condiciones de pobreza y dictaduras instauradas por sus elites aliadas al imperio, les enseñó la importancia crucial de la cultura, las instó a leer, mandó un ejército de jóvenes maestros a alfabetizarlas, las exhortó a cultivarse espiritualmente.

Su Revolución del Moncada, el Granma, la Sierra Maestra, Enero del ´59 y hasta la actualidad, pudo entregarle la confianza en sí mismo, la autoestima y el placer de reconocerse en independencia a un pueblo sumido en la indefensión moral, postrado y uncido, imbuido en la mentira. Aquellos son aportes invaluables que toda Cuba le debe, así como a aquellos valientes que lo respaldaron en la larga lucha por la liberación social y nacional.


Fidel no dejó un minuto de su vida de pensar en cómo ayudar a su pueblo, hecho esencial que tampoco podremos olvidar jamás.

Los noventa años que cumplió el pasado 13 de agosto no lo hallaron conforme; jamás lo estaba por naturaleza, aunque debía estarlo con creces por cuánto representó su huella en el destino de Cuba, de América Latina, del Mundo. La historia universal tiene en él, en su patria, capítulos ineludibles.

El gran poeta argentino Juan Gelman dijo que Fidel es un país. Sí, y también un universo, un cosmos, una galaxia inextricable, el concepto de hacer bien para llegar a lo eterno, un viajero del tiempo con la capacidad de post-ver, como hubiera dicho con su verbo único alguien quien tanto lo admiraba como Raúl Roa.

Pero, además, padre preocupado por el camino de sus hijos, en toda circunstancia; una persona entregada irrenunciablemente a los suyos; alguien quien siempre puso su pecho a las balas por proteger a su tropa.

Un ejemplo viviente, eterno, de humanidad, ética, laboriosidad, solidaridad, valentía y amor a la Patria.

Los cubanos nos dicen hoy: “La pérdida es irreparable para nuestro pueblo. Se va el líder, el padre, el hermano, el amigo de todos los cubanos, a quienes nos enseñó a amar y defender la Patria, por arriba de todo. Fue carta náutica, bitácora, capitán en la travesía de nuestro país hacia el Socialismo. Los cubanos, dolidos en lo más hondo de nuestro pecho, lo echaremos en falta cada día, pero su ejemplo imperecedero nos alentará a continuar el camino,  acumulando victorias, defendiéndonos del enemigo y buscando un mejor mañana para nuestro pueblo y el mundo”.

“La juventud cubana, por la cual tanto hizo, pierde a su Comandante en el plano físico, pero lo ganará minuto a minuto preservando su legado inmenso en todos los órdenes: ético, moral, patriótico. Observar su actitud será un espejo ante el cual mirarnos para ser mejores y más comprometidos. Fidel es y será clarinada, guía, sentimiento de fe en la victoria. Combatió contra todo lo malo de este mundo, incluido el racismo. Por eso se respeta tanto, por eso se le ama de esa manera y tiene tanta importancia proseguir su obra dentro de las nuevas generaciones”.

El Legado de Fidel

Fidel sorprendió a sus contemporáneos al saberse la gran transformación que había experimentado la sociedad cubana mediante la Educación, donde como líder político había puesto su mayor empeño. Eso tardó en conocerse en el mundo y luego que sus poderosos enemigos buscaran afanosamente en minimizarlo.

Los cubanos, hay que remarcarlo, han vivido sus vidas enfrascados en el estudio y sentando las bases del futuro, gracias a la Revolución.

Lo cierto es que lograr un pueblo culto y capacitado, que es el que tiene las mayores posibilidades de éxito, fue el que se forjó con la Revolución liderada por Fidel.

La UNICEF, agencia del Sistema de la Organización de las Naciones Unidas, dice que “las cifras cuentan historias sobre las circunstancias en que las niñas y niños nacen, son atendidos, crecen, aprenden, trabajan y se relacionan con los demás”.

La Revolución de Fidel tiene cubierto ese expediente: En Cuba, si no hay suficiente comida, los infantes comen primero. En Salud, la niñez cubana registra una tasa muy baja de mortalidad, y se desenvuelve en un ambiente con unos de los índices de violencia más reducidos del mundo.

Gobierno y sociedad, se afanan en que la niñez reciba lo mejor: aquello que prioriza sus derechos humanos.

Lo más fundamental de los pueblos: la Educación, tan costosa en estos días que vivimos en cualquier parte del mundo, es un expediente ya cubierto por la Revolución Cubana. “La educación cubana es un ejemplo para el mundo”, declaró la UNESCO, país que -afirmó- “tiene un Índice de Desarrollo de la Educación para Todos muy elevado, incluso si se compara con los países desarrollados”.

Esto ha venido a probar fehacientemente que a los revolucionarios cubanos el pueblo sí les ha importado. Cualquier otra cosa que se diga es mera verborrea y falsedad.

Hace 63 años, en octubre de 1953, Fidel les enrostró a sus acusadores: "Condenadme, no importa, ¡La historia me absolverá!". Y la Historia lo absolvió y lo recordará como a un revolucionario y un gran humanista.


Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Noviembre 26 de 2016

No hay comentarios :

Publicar un comentario