Declaración de la Dirección Nacional y el Comando Central del
Ejército de Liberación Nacional ELN: Por La Paz, La Resistencia Continúa
“Si durante estos más de 60 años
de lucha guerrillera la oligarquía no ha cedido parte de sus privilegios al
pueblo, mucho menos lo hará después que la guerrilla se desarme”
Escrito
por la Dirección Nacional y el Comando Central del ELN
En Portal Alba –public. 10/8/16
El gobierno de Juan
Manuel Santos llega a la mitad de su segundo mandato y los resultados son
desastrosos. La locomotora minero-energética que debía jalonar la economía, se
descarriló por la baja de los precios y la caída de las exportaciones de
materias primas. Mientras el sector financiero reporta jugosas ganancias, se
mantiene el estrangulamiento de la industria y la agricultura. El peso se
devalúa, la inflación se dispara, aumenta la deuda externa y la balanza
comercial es deficitaria. Ante el profundo hueco fiscal, es inminente otra
reforma tributaria contra la clase media y los sectores populares.
El desempleo, la
carestía, la miseria, arrasan con los pobres y la hambruna mata sin clemencia la
infancia, principalmente de las comunidades afrodescendientes e indígenas. Ante
esta caótica situación, diversos sectores sociales no tienen más alternativa
que movilizarse para reclamar los derechos básicos que el Estado debe
garantizar, siendo brutalmente reprimidos por la fuerza pública, amparados en
las últimas leyes antisociales que han venido imponiendo las bancadas
parlamentarias santistas y uribistas. Además, aumentan las amenazas y los
asesinatos del paramilitarismo contra las organizaciones y los dirigentes que
se atreven a disentir de las políticas estatales.
Un logro importante
de la gestión de Santos, se dio el 23 de junio de 2016, con el acuerdo sobre
Cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y Dejación de Armas de
las FARC.
Para favorecer el
proceso de paz, mantenemos respeto por la mesa de La Habana. Siempre confiamos
que cualquier diferencia el país la podría conocer en el curso de nuestro
proceso que está abierto a la participación de la sociedad. Pero ante el
congelamiento impuesto por el gobierno a la mesa con el Ejército de Liberación
Nacional, y ante próxima la firma de un acuerdo definitivo de dejación de armas
de las FARC, nos vemos en la obligación de expresar que no compartimos la
esencia de estos acuerdos.
Se evidencia que el
objetivo principal de la comandancia de FARC es convertirse en una organización
legal, aceptando unos acuerdos que exculpan al Estado de su responsabilidad en
el desarrollo de la guerra sucia y el Terrorismo de Estado, a la vez que
deforman los fundamentos esenciales del Derecho a la Rebelión. Así, el gobierno
niega la naturaleza política del alzamiento armado y mantiene intacto el
régimen oprobioso de violencia, exclusión, desigualdad, injusticia y
depredación.
Compartimos las
inquietudes de diversos sectores de la sociedad, del movimiento social y
político, frente a varias de las temáticas acordadas, ya que no interpretan sus
expectativas, como la limitada participación de la sociedad; la negociación de
asuntos sociales sin tener en cuenta a los sectores afectados; la justicia
transicional que evita el enjuiciamiento al Estado por su culpabilidad en el
genocidio; y la poca incidencia de lo acordado para modificar la realidad del
país.
El Estado
colombiano, el Presidente y las Fuerzas Armadas han expresado con claridad que
“la paz es la victoria”, y que a ella se llegó como resultado de la aplicación
de la fuerza militar. Para ellos la paz no es una convicción política, sino
sólo un cálculo económico, pues les resulta más barato llevar la insurgencia a
la legalidad sin comprometerse con las transformaciones que la sociedad
necesita y evitar la prolongación de una lucha de resistencia que los viene
desgastando y no podrán controlar.
El ELN ha reiterado
que la paz sólo será posible si se dan transformaciones estructurales de la
sociedad y del Estado donde el pueblo sea el protagonista de las nuevas
construcciones que permitan la justicia social, la equidad, la dignidad y la
soberanía. Mientras esta nueva Colombia no esté garantizada y se mantenga un
régimen oligárquico basado en la violencia, sigue siendo un imperativo político
mantenernos como rebeldes alzados en armas para acompañar todas las luchas de
resistencia social.
Si durante estos
más de 60 años de lucha guerrillera la oligarquía no ha cedido parte de sus
privilegios al pueblo, mucho menos lo hará después que la guerrilla se desarme.
Por el contrario, se envalentonará con mayor represión contra los reclamos
sociales y será más grande la entrega de la patria a los intereses
imperialistas. Las clases que manejan el poder sólo entienden que la paz es el
desarme de las guerrillas para maximizar sus ganancias.
La oligarquía
colombiana no quiere la paz porque no permite cambiar su estructura de
dominación. Esto quedó demostrado en las negociaciones con las FARC al colocar
las “líneas rojas” de no tocar su modelo de explotación económica, de exclusión
política o de barbarie militar. La poca voluntad de paz del gobierno también se
muestra al mantener congeladas las negociaciones con el ELN.
Desde agosto de
2012, con el acompañamiento de la comunidad internacional, adelantamos
reuniones formales con el gobierno de Santos en pos del objetivo de lograr una
paz que interprete el sentir de los colombianos. Múltiples incumplimientos,
exigencias unilaterales e intentos de manipulación tuvimos que afrontar, pero
logramos firmar el 30 de marzo del presente año, el acuerdo de Agenda para
desarrollar la fase pública de las conversaciones, en un proceso abierto a la
participación de la sociedad.
Pasados 4 meses,
las conversaciones están congeladas por decisión unilateral del gobierno, quien
pretende imponer condiciones por fuera de la formalidad de la mesa, haciendo
exigencias que jamás fueron acordadas, aunque son asuntos que están
contemplados para ser discutidos. Al parecer el gobierno le tiene miedo a la
participación de la sociedad.
La fase pública de
conversaciones con el ELN implica darle la palabra a todos los colombianos y
colombianas, a los sectores organizados, pero también a la pobrería, a quienes secularmente
han estado excluidos, silenciados e invisibilizados.
Debe abrirse un
nuevo momento de participación democrática, donde la sociedad no puede seguir
siendo una “invitada de piedra”, sino que debe ganar el protagonismo para
diseñar los cambios. Las propuestas que produzca este proceso participativo de
la sociedad no puede quedarse en simples recomendaciones o insumos, sino que
por el contrario deben ser propuestas a instrumentalizar para poder hacerlas
realidad.
La paz no es el
desarme de la guerrilla, sino una construcción multicolor donde la
participación popular cobra vida y se concreta en las transformaciones de la
nueva nación. Si la sociedad plantea la democratización del poder, es la
oligarquía la que debe definir si permite los cambios o continúa manteniendo la
guerra y haciendo política mediante la violencia.
En la actualidad,
lo que está en el orden del día no es un Plebiscito para desarmar a una
organización guerrillera, sino la necesidad de construir una paz verdadera,
pues de poco servirán unos acuerdos parciales si continúa el conflicto social y
armado.
El ELN convoca a
todos los sectores populares y clases medias de la ciudad y del campo; a los
industriales, agricultores y comerciantes atropellados por la competencia
desleal de las empresas transnacionales; a los movimientos y partidos políticos
de izquierda, democráticos y de centro que buscan alternativas al régimen; a
las mujeres, LGTBI y demás sectores generistas que no sólo buscan la igualdad
ante la ley, sino la equidad frente a la vida; a los estudiantes y la juventud
que piden ser los arquitectos del futuro; a todos los patriotas que quieren una
república soberana; a todas y todos, les ofrecemos esta fase pública como un
gran Diálogo Nacional, para que construyamos la Nueva Colombia en paz.
El ELN sigue
manteniendo en alto la bandera de la paz siempre junto al pueblo, en sus luchas
de resistencia frente a la oligarquía y el imperialismo.
La rebelión a la
que hemos acudido como legítimo derecho del pueblo ante un régimen ilegítimo es
la renuncia a obedecer a los poderosos para colocarnos del lado de los humildes
y desposeídos. Pero esta lucha de resistencia no es sólo militar, sino que abarca
todas las dimensiones de los sueños y las aspiraciones de las mayorías, donde
quienes perseveran siempre logran la victoria.
¡COLOMBIA PARA LOS TRABAJADORES!
¡NI UN PASO ATRÁS, LIBERACIÓN O MUERTE!
Fuente: Resumen
Latinoamericano
Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Agosto 10 de 2016
No hay comentarios :
Publicar un comentario