“Por qué el miedo de los empresarios y
autoridades a la negociación colectiva por rama”
Los
países más igualitarios del mundo, con mejor distribución de ingresos, tienen
esquemas donde está presente la negociación colectiva por rama (en 14 de los 15
países con menor desigualdad de ingresos de la OCDE existe negociación por
rama). En Israel, en Canadá, en Estados Unidos y en Alemania, existen estudios
que sí demuestran una relación causa-efecto entre desindicalización y mayor
desigualdad
En El
Mostrador
Julio
27, 2015
En estos momentos y
hasta el 5 de agosto, la Comisión de Trabajo del Senado se encuentra analizando
el proyecto de Reforma Laboral, al que eufemísticamente se le ha llamado
"Proyecto que moderniza las relaciones laborales".
La
gran transformación de dichas reglas del juego devino hace ya 36 años, en 1979,
cuando se impone el llamado Plan Laboral. Ideológicamente hablando, la ley
laboral tuvo una marca de nacimiento: impedir que la negociación colectiva
fuera un instrumento para distribuir ingresos. Su mentor, el ministro del
Trabajo de la época, José Piñera (el mismo que creó las AFP), lo reconoció con
esa sinceridad que aún le caracteriza. Para dar cuerpo a este sello de
nacimiento se procedió a descentralizar al máximo los procesos de
negociación entre empleadores y sindicatos y encerrarlos solo en el ámbito de
las empresas. Para Piñera, eso era funcional al libre mercado. Desde entonces,
la negociación colectiva por rama desaparece (aun cuando, en los últimos años,
algunos sectores precarizados y estratégicos del país, han logrado imponerla
por la vía de los hechos, con auténtica legitimidad).
Pasó
el tiempo, y diferentes Gobiernos no tuvieron voluntad política de revertir la
imposición acaecida sobre los trabajadores del país en el año 1979. Hoy, ya en
2015, con el proyecto que prometía "terminar con el legado del Plan
Laboral", este pilar que es la marca de nacimiento de las leyes contemporáneas
del trabajo en Chile, sigue firme y no está contemplada su eliminación.
Pero
¿es tan terrible la negociación colectiva por rama de actividad económica para
la marcha de la economía? Veamos qué nos dicen los datos duros.
El
miedo de los empresarios y de las autoridades no es la productividad, no es el
empleo y no son las Pymes. El verdadero temor es abrir la compuerta –cerrada ya
por 36 años– a una desestabilización de las bases de la acumulación de los
grandes grupos empresariales y caminar hacia una mejor distribución de ingresos
en el punto exacto donde se genera la riqueza: en el espacio de la producción.
Pero el temor no es solo económico. El miedo también es político: devolver la
negociación colectiva a los trabajadores de Chile podría contribuir a politizar
la Sociedad en un vector rupturista, a generar una identidad de transformación
con disposición a enfrentar el orden establecido.
Primero, de los 16 países
con mayor productividad laboral de la OCDE al 2014, en 15 de ellos está
presente la negociación colectiva por rama de actividad económica y esta
coexiste con otros niveles, tales como la negociación nacional y la negociación
por empresa.
Adicionalmente,
de los 7 países más productivos de la OCDE, en 6 de ellos predomina la
negociación colectiva por rama de actividad económica. En otras palabras, en 6
de los 7 países más productivos de la OCDE –y posiblemente del mundo– la
negociación colectiva ramal es la forma más importante que existe a la hora de
fijar condiciones comunes de trabajo.
Estos
16 países – los con mayor productividad laboral OCDE– presentan una
evolución de la productividad laboral en el sentido ascendente. Existe
evidencia de a lo menos 45 años donde coexisten sistemas de negociación
colectiva por rama de actividad económica con incrementos relevantes en
productividad laboral. Si bien una simple correlación de dos variables no
significa necesariamente relaciones causa-efecto (cuestión que en todo caso sí
podría ser y requiere demostrarse), la evidencia inicial que arrojan las bases de
datos de la OCDE sugieren que no existe incompatibilidad entre la
presencia de sistemas centralizados de negociación colectiva (rama de actividad
económica incluida) y elevados niveles de productividad laboral.
Segundo, un examen sobre
los 13 países OCDE con tasas de ocupación laboral sobre 70% (las más altas del
mundo), indica que en 10 de ellos existe Negociación Colectiva por rama de
actividad económica. Al igual que en el caso de la productividad, es
interesante constatar que un elevado nivel de empleabilidad no
es incompatible con un sistema de negociación colectiva ramal.
Tercero,
la
desigualdad. Los países más igualitarios del mundo, con mejor distribución de
ingresos, tienen esquemas donde está presente la negociación colectiva por rama
(en 14 de los 15 países con menor desigualdad de ingresos de la OCDE existe
negociación por rama). En Israel, en Canadá, en Estados Unidos y en Alemania,
existen estudios que sí demuestran una relación causa-efecto entre desindicalización
y mayor desigualdad. Los países con mayor actividad sindical y mayor cobertura
de negociación colectiva son los que tienen menor desigualdad en sus ingresos.
En esta línea, la negociación colectiva por rama de actividad no es neutra: a
diferencia de la negociación colectiva exclusivamente de nivel de empresa,
aumenta la probabilidad de lograr un elevado porcentaje de trabajadores
cubiertos por contratos colectivos.
Cuarto,
las
Pymes. La negociación colectiva por rama de actividad (junto a otros sistemas
coexistiendo) se hace cargo de las diferentes capacidades productivas de la
geografía empresarial de un país. A este respecto, no cabe la teoría del
gorro de talla única (one size fit all) y es errado sostener que la
negociación por rama es imponer exactamente las mismas condiciones a una
empresa pequeña de bajo margen versus otra de anchas espaldas financieras como,
por ejemplo, Falabella (que durante los 12 meses del año 2014 obtuvo una
ganancia por sobre 1 millón de millones de pesos). Sostener eso es más bien un
acto de desinformación pura. Las negociaciones colectivas ramales, operan en
todo el mundo sin necesidad de sustituir la negociación por empresa y el
principio básico es establecer los pisos mínimos consistentes con las
realidades de cada sector y desde ahí comenzar a elevar los estándares con
nuevas negociaciones cuando las empresas son de talla mayor. Así, por ejemplo,
el tradicional mecanismo de la negociación por cascada, permitirá negociar
sueldos a nivel nacional, luego sectorial, luego por empresa.
El
miedo de los empresarios y de las autoridades no es la productividad, no es el
empleo y no son las Pymes. El verdadero temor es abrir la compuerta –cerrada ya
por 36 años– a una desestabilización de las bases de la acumulación de los
grandes grupos empresariales y caminar hacia una mejor distribución de ingresos
en el punto exacto donde se genera la riqueza: en el espacio de la producción.
Pero el temor no es solo económico. El miedo también es político: devolver la
negociación colectiva a los trabajadores de Chile podría contribuir a politizar
la Sociedad en un vector rupturista, a generar una identidad de transformación
con disposición a enfrentar el orden establecido, al Gobierno de turno y al
Estado, a las empresas que hoy acumulan ingentes sumas de dinero a costa del
bajo valor del trabajo; significa horadar los mecanismos de control y
dominación de una clase empresarial dominante hacia el grueso de los
trabajadores.
Por
lo tanto, y parafraseando a Piñera (José), la negociación colectiva, para
autoridades y empresarios, debe continuar enclaustrada en la empresa, pues ahí
seguirá siendo inocua en el combate contra la desigualdad – aunque públicamente
se diga otra cosa–.
No hay comentarios :
Publicar un comentario