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sábado, 22 de agosto de 2015

50 AÑOS DE LA FUNDACION DEL MIR: LA PERDIDA DE LUCIANO Y EL CRIMEN DE MOISES HUENTELAF


LUCIANO: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

El siguiente es el texto del discurso pronunciado por Miguel Enríquez, Se­cretario General del MIR, en los funerales de Luciano Cruz[1], el pasado 16 de agosto (de 1971)*:

COMPAÑEROS obreros, compañeros campesinos, compañeros pobladores, compañeros estudiantes venidos de todo el país y que hoy nos escuchan, compañeros del Frente de Trabajadores Revolucionarios, compañeros del Movimiento Campesino Revolucionario, compañeros de la Jefatura Nacional de Pobladores Revolucionarios, compañeros del Frente de Estudiantes Revolucionarios y del Movimiento Universitario de Izquierda, compañeros militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, compañeros:

A nombre del Comité Central y del Secretariado Nacional del MIR, hemos venido aquí a despedir los restos de Luciano Cruz o “Juan Carlos” como le llamábamos.

Los revolucionarios siempre han estado pre-parados para enfrentar la muerte, para entregar su vida por los objetivos que los guían. Luciano no sólo era un revolucionario, sino que estaba preparado para morir mejor que muchos de nosotros. Arriesgó su vida en innumerables ocasiones, siempre estuvo decidido a entregar la vida por la causa de los trabajadores y el socialismo. Lo más dramático es que no fue así su muerte.

Una organización revolucionaria tiene muchos y buenos cuadros; el MIR también los tiene. Pero Luciano era nuestro líder de masas, era nuestra mejor expresión popular, el pueblo lo quería, lo seguía y lo respetaba”. El pueblo debe conocer su corta historia, que es la historia de un militante de la revolución.
 
Como estudiante secundario ya era el líder de éstos en la ciudad de Concepción. En 1961, ya a los 17 años, combatía en las calles contra la represión alessandrista. En 1963, como estudiante de los primeros años de Medicina, se marginó de las Juventudes Comunistas e ingresó a la izquierda revolucionaria. En 1964, con muchos de nosotros, era miembro de la Vanguardia Revolucionaria Marxista y en 1965, fundamos entre unos pocos el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. En 1967, era miembro de nuestro Comité Central y del Secretariado Nacional, como lo fue hasta el momento de su muerte.

Muchos de nosotros juntos con Luciano fuimos conociendo la vida y la política revolucionaria en la década del 60, al calor del impacto de la primera revolución socialista de América, de las luchas de los pueblos de América latina contra la explotación del imperialismo y de las burguesías criollas, de las luchas de los trabajadores del campo y la ciudad en Chile. 


Durante los gobiernos reaccionarios de Alessandri y Freí, fuimos formándonos, luchando y creando organización. Innumerables veces combatimos en las calles la represión policial, impulsamos huelgas estudiantiles, marchas callejeras, apoyamos las movilizaciones de obreros, campesinos y pobladores, impulsamos y ayudamos en tomas de fundos y de fábricas. En todo ello, era siempre Luciano quien estaba en la primera línea y quien le imprimía el sello de su calidad innata de conductor de masas.

Eran los años en que los gobiernos de Alessandri y Frei reprimían las movilizaciones de los trabajadores. Luciano era ya el líder indiscutido de los estudiantes de Concepción. En 1967 fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes de Concepción. Como tal y como miembro del Comité Regional de Concepción y del Comité Central del MIR, fue un inagotable agitador, propagandista y organizador entre los mineros del carbón, los obreros textiles, los pobladores y estudiantes de Concepción, los campesinos de Ñuble y Temuco, etc.

En 1969, el gobierno democratacristiano de Frei, ante el enorme ascenso del movimiento de masas, y en curso su escalada represiva sobre los trabajadores, también descargó la represión policial sobre nuestra organización. Entonces comenzó la vida en la clandestinidad para la Dirección Nacional del MIR y para Luciano. Durante casi dos años fue perseguido por todo el país, buscado por todos los órganos policiales, imaginado en todo Chile. Al mismo tiempo, en nuevas condiciones continuó su trabajo político, orgánico y conspirativo, siempre en relación con obreros, campesinos, pobladores y estudiantes.

Fue la etapa de las acciones armadas de nuestra organización; en casi todas ellas arriesgó su vida Luciano; asaltamos innumerables bancos en aquel tiempo, expropiamos el dinero de quienes lo habían robado a los trabajadores para ponerlo al servicio de la defensa de los intereses de los obreros y campesinos; allí siempre estaba Luciano, disfrazado de bombero, de capitán de Ejército, de cargador de la Vega o de lo que fuera; decenas de veces arriesgó su vida. Dormía en los lugares más insospechados, en campamentos de los sin casa, en casas de intelectuales de izquierda, en iglesias y en cuarteles del Ejército, mientras era buscado en todo el país. A nada le temía, nada le detenía, si de luchar por los intereses de los trabajadores se trataba.

En diciembre de 1969, el reaccionario general Roberto Viaux Marambio intentó dar un Golpe de Estado. Mientras los gobernantes de entonces temblaban impotentes y otros sectores de la izquierda se limitaban a declamar, Luciano Cruz, perseguido por toda la policía, en todo Chile, disfrazado de periodista italiano ingresó al Hospital Militar, vigilado entonces y engañando así al militar gol- pista, le hizo una entrevista de tres horas, a través de la cual pudimos conocer sus verdaderas intenciones. Más aun, él se encargó de un trabajo de captación en el Ejército, fundamentalmente oficiales jóvenes y suboficiales, que junto con toda una preparación política y orgánica, contribuyó en gran medida a desbaratar el intento golpista de Viaux de entonces.

Así llegamos al 4 de septiembre. La izquierda en brazos de un enorme ascenso de las movilizaciones de masas conquistó el Gobierno. Las clases dominantes se arrojaron al camino de la sedición, nadando en decenas de atentados y conspiraciones de derecha; se comenzó a preparar el intento de Golpe de Estado de octubre del año pasado. Luciano, entonces encargado de los aparatos de seguridad e información del MIR, fue quien dirigió los trabajos de infiltración y chequeo que ayudaron a desbaratar el Golpe de Estado del 22 de octubre de 1970, que partía con el secuestro del General Schneider. Así fue como pudimos denunciar públicamente, 24 horas antes, el cuadrillazo reaccionario que se avecinaba. “Juan Carlos’’, desde la clandestinidad y sin recursos, pudo más que todos los servicios de seguridad del Gobierno, el que estaba comprometido. En Chile, hay gobierno de la Unidad Popular gracias a las fuerzas y decisión de los trabajadores; pero lo hay también, en gran medida, gracias a que se aplastó un complot conspirativo por nuestros compañeros dirigidos por Luciano.

Durante los últimos meses siguió trabajando en esta misma tarea a la vez que en relación con los trabajadores. Estuvo con los pobladores y obreros de Santiago, con los mineros de Lota y Coronel, con los obreros textiles de Tomé, con los pobladores de Talcahuano, con los pobladores y los obreros de Valparaíso, con los obreros madereros de Valdivia, con los campesinos de Cautín, con los estudiantes de Santiago. Miles de trabajadores y estudiantes conocieron la política revolucionaria por la vibrante palabra de Luciano.

Así fue, brevemente expuesta, la vida de “Juan Carlos”. Desde hace por lo menos diez años, toda su vida y actividad diaria no tuvo otro sentido que la lucha revolucionaria. Luciano Cruz, a los 27 años, al morir, no tenía nada de su propiedad, salvo sus ideas, su valor, su nobleza y su inmensa decisión de seguir adelante.

Estamos despidiendo a un revolucionario y en él sus ideas eran lo fundamental.

Las expondremos aquí también.

Su pensamiento era también el nuestro: conquistar el poder para los trabajadores a partir del ascenso de la izquierda al Gobierno y a través de la movilización de masas. Combatir implacablemente a los dueños del cobre, de las grandes fábricas y los fundos. Hacer del cobre, de la tierra y de las fábricas, propiedad de todo el pueblo. Explicarle al pueblo que las clases dominantes hoy se oponen al avance de los trabajadores y se preparan para mañana provocar un enfrentamiento. Aumentar las fuerzas del pueblo a través de la movilización combativa de los trabajadores por sus reivindicaciones y derechos, contra sus patrones y a través de toda forma de lucha que permita mejor combatir al enemigo de clases, incluidas las tomas de fundos y de grandes fábricas. Todo esto como única forma de elevar la conciencia y el nivel de organización de los trabajadores, para así ganar fuerza y golpear al enemigo y avanzar hacia la conquista del poder. La última tarea que “Juan Carlos” había asumido era la de estrechar los lazos entre los soldados y el pueblo, incorporar al pueblo uniformado a la rica vida política nacional, que abre nuevos horizontes para los uniformados y los civiles. No alcanzó a cumplirla a plenitud.

Ante un proceso político que todos vemos hoy es difícil, lento y contradictorio, se trataba para él como se trata para nosotros de empujar adelante, de hacer avanzar con más fuerza que nunca a los trabajadores, rompiendo todas las trabas que impidieran su avance, modificándolas o destruyéndolas, según la fuerza, no importando si ésta se llama Parlamento, legalidad de patrones, Contraloría o justicia de clase. No detenerse era el objetivo. Este era su pensamiento, sus ideas y su diario accionar.

No tenía más enemigos que los enemigos del pueblo, éstos eran los imperialistas, los dueños de fundos, los dueños de las grandes fábricas, los partidos políticos que defienden los intereses de los que gozan del poder y la riqueza, el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Nacional. Su vida entera estaba entregada a combatirlos en todos los planos y en todas las formas. No vivía sino para defender los intereses de los obreros, los campesinos, los pobladores, los estudiantes y los soldados.

Ante su muerte, los trabajadores, los revolucionarios, sus compañeros, sus amigos y los que éramos sus hermanos de lucha, hemos sido duramente golpeados. El dolor ante la muerte de un revolucionario y compañero es de los sentimientos más grandes y más dolorosos que pueda sufrir el hombre. Ese dolor han tenido que soportar los compañeros del PC en la muerte del compañero Astudillo. Los acompañamos en su pesar.

A nadie sorprende que sus únicos enemigos, los enemigos del pueblo, intriguen acerca de su muerte. A nadie sorprende que plumarios a sueldo de la riqueza, como lo hace hoy el diario “La Tribuna” del Partido Nacional, lo injurien y lo escupan. Es el odio de los que explotaron y masacraron al pueblo por décadas sentían por Luciano y que a él lo enorgullecía. Así mueren los revolucionarios, escupidos por los dueños del poder y la riqueza y acompañados del dolor de los trabajadores.

La izquierda en general se ha sentido toda conmovida. Innumerables declaraciones de organizaciones obreras, campesinas, de pobladores y de estudiantes han manifestado su pesar. El compañero Allende fue también a despedir a Luciano, así lo hizo también la Comisión Política del Partido Socialista, parlamentarios y miembros de las Juventudes de esa colectividad; dirigentes medios, provinciales y militantes socialistas nos han visitado; el Movimiento de Acción Popular Unitaria, nos ha enviado también su condolencia, asimismo como la Izquierda Cristiana, la J.R.R., el P.S.P., y el Movimiento Revolucionario “Manuel Rodríguez”.

Sólo una colectividad de la izquierda se manchó con un hecho. Dada su gravedad, no podemos menos que informar a todo el pueblo.

Es enormemente doloroso que una colectividad de la izquierda, enceguecida por el sectarismo, tantas veces combatido por Luciano, también hoy, muerto nuestro compañero, no haya sido capaz de superarlo.

Muerto Luciano, la Dirección Nacional del MIR se propuso solicitar a la Central Única de Trabajadores que los restos de nuestro compañero fueran velados en el local de la CUT Provincial. Entendíamos y entendemos que el mejor lugar donde podían estar velados los restos de nuestro compañero, era la casa de los trabajadores por los que Luciano había entregado toda su vida. Solicitamos al compañero Allende que intercediera para ayudarnos a este objetivo; así lo hizo, conversamos también con el Secretario General de la CUT, compañero socialista Hernán del Canto, quien manifestó su acuerdo.

No reaccionaron de la misma forma los compañeros comunistas. Después de tramitarnos por 24 horas, miembros de la Comisión Política del Partido Comunista nos hicieron saber que ellos consideraban que Luciano era todo un líder estudiantil y que por “razones políticas” la presencia de los restos de Luciano Cruz en el local de la Central Única de Trabajadores comprometía a la CUT, dada la política y las actitudes del MIR, y nos ofrecieron otros locales sindicales de menor significación.

Finalmente, el compañero Luis Figueroa, Presidente Nacional de la CUT y diputado comunista, después de tramitarnos por horas y en conocimiento que el cadáver de Luciano esperaba desde hacía ya cinco horas en una camioneta, nos comunicó a las 10 de la noche de ayer que el Consejo Nacional de la CUT era contrario a prestarnos el local de la CUT Provincial. Hoy el diario “El Siglo” del Partido Comunista, afirma que: “El MIR violó el local de la CUT Provincial”.

No fue así, compañeros. Es que no sólo hay dirigentes sectarios en la izquierda en Chile. Dirigentes sindicales socialistas de la CUT Provincial nos abrieron el local en la noche de ayer, asumiendo ellos con sus nombres y sus cargos la responsabilidad. Habríamos de saber también, después, por dos compañeros socialistas, miembros del Consejo Nacional de la Central Única de Trabajadores, que el compañero Luis Figueroa no habría reunido dicho organismo. El personalmente se había asignado la representación de los centenares de miles de trabajadores chilenos para negarnos el local de la CUT para velar a nuestro compañero muerto.

Estamos seguros que los militantes del Partido Comunista comparten con nosotros el criterio de que la unidad de toda la izquierda para hacer avanzar este difícil proceso y para enfrentar el enemigo fundamental es decisiva. Sabemos que nos acompañan en el dolor ante la muerte de un revolucionario y estamos ciertos que no piensan como se expresaron ayer algunos de sus dirigentes.

Estamos seguros también que los trabaja dores de todo Chile sienten pesar por la muerte de Luciano, que lo ven como su líder y que entienden que la casa de los trabajadores era el lugar donde debían velarse los restos de Luciano.

Nos vemos obligados a tener que hablar hoy de incidentes tan lamentables, en tan tristes horas como éstas, porque creemos que nosotros, que toda la izquierda y que todos los trabajadores, deben luchar y aplastar las manifestaciones sectarias de algunos de sus dirigentes si realmente estamos luchando por el socialismo, por un gobierno de trabajadores y por una nueva sociedad.

Es decisión nuestra que a partir de este incidente no se levante una campaña anticomunista. Hemos evitado siempre entregar banderas al enemigo; así lo hicimos cuando murió nuestro compañero Amoldo Ríos. El sectarismo es una deformación que se ha dado en otros procesos revolucionarios y se ha manifestado a veces en Chile, y que como de-formación en las organizaciones de la izquierda debe ser combatida y - aplastada, como única forma de poder golpear unidos y con más fuerza a nuestros enemigos de clase. Pensamos, como siempre sostuvo Luciano, que la tarea es unir a la izquierda, para hacer avanzar el proceso y así ir superando errores, pero lo entendemos sólo si se hace frente al pueblo.

La muerte de Luciano Cruz es un duro golpe para nosotros. Los trabajadores han perdido un líder, los revolucionarios han perdido un compañero y nosotros un militante, amigo y hermano de lucha.

Su vida fue ejemplo para nosotros y lo será para generaciones venideras. Luciano será ejemplo para miles de jóvenes del pueblo que no quieren vivir de rodillas en la miseria.

Su muerte habrá de ser un impulso para la lucha que se avecina.

Juramos frente a nuestro compañero de lucha combatir implacablemente a los enemigos del pueblo, luchar por conquistar el poder para los trabajadores, por instaurar un gobierno revolucionario de obreros y campesinos y por construir el socialismo en Chile”.

LUCIANO: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

*Publicado como suplemento de la edición N° 138 de la revista Punto Final, martes 31 de agosto de 1971; pp. 12-15
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MILES DE TRABAJADORES LEVANTARON LAS BANDERAS DE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA*

Miles de obreros, campesinos, pobladores y estudiantes portando las banderas rojo y negro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), del Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR), del Movimiento Campesino Revolucionario (MCR), de la Jefatura de Pobladores Revolucionarios (JPR), y de los estudiantes agrupados en los FER-MUI, recorrieron las calles de Santiago acompañando los restos de Luciano Cruz. Los gritos ¡Luciano: hasta la victoria siempre!, ¡Luciano, Guevara, el pueblo se prepara!, hicieron de estos funerales un combativo homenaje al dirigente revolucionario muerto y una firme manifestación de las masas de su decisión de seguir por el camino de la lucha socialista a la cual Luciano Cruz entregó su vida.

LUCIANO, UN DIRIGENTE DE LOS TRABAJADORES

Al morir nuestro dirigente, la Dirección Nacional del MIR solicitó a la CUT el local provincial de esta organización para velar los restos de Luciano Cruz. Es conocido por todo el país que el presidente, Luis Figueroa, y otros dirigentes comunistas de la CUT, se negaron en una actitud sectaria a que en dicho local los trabajadores rindieran su homenaje al dirigente revolucionario muerto.

Diferentes razones dieron los dirigentes comunistas para justificar su actitud sectaria. Desde el diario “El Siglo” que informó que el MIR “violó” el local de la CUT Provincial, hasta una supuesta reunión del Consejo de la CUT en que se habría decidido no facilitar el local; ha quedado demostrado por las propias declaraciones de los dirigentes socialistas de la CUT (el consentimiento del Secretario General de la CUT, Hernán del Canto, a que se facilitara el local; la declaración del Consejero de la CUT, regidor Tomás Inostroza; la visita a la CUT de Hernán del Canto y Fidelma Allende y otros dirigentes de este organismo de los trabajadores) que fueron estos dirigentes socialistas quienes, comprendiendo que el lugar digno para velar los restos del dirigente revolucionario Luciano Cruz era la CUT, entregaron el local. Adujo también el Partido Comunista, como razón, que los dirigentes del MIR no habían hecho presentes sus condolencias al Partido Comunista ante la desaparición de Oscar Astudillo: es verdad que la repentina muerte de Luciano Cruz no permitió a los dirigentes del MIR estar presentes en los funerales del dirigente comunista, pero el Secretarlo General del MIR, a nombre de la Comisión Política y del Comité Central de nuestra organización, hizo público saludo al dirigente Oscar Astudillo, militante comunista que dedicó toda una vida a la causa de los obreros.

Estas y otras razones como que el Partido Comunista no empleó para tales efectos un local de la CUT, que no se quería vincular a la CUT con determinadas tendencias políticas, etc., dieron los dirigentes comunistas de la CUT para justificar su injustificable acto. Pero detrás de todas estas explicaciones hay una sola razón valedera: el Partido Comunista quería limitar la imagen de Luciano Cruz a la de un dirigente estudiantil, no quería reconocer que este dirigente de la izquierda revolucionaria era un gran dirigente de toda la clase trabajadora, querido y seguido por obreros, campesinos y pobladores. Y este intento de minimizar el gran significado que tuvo para nuestro pueblo Luciano Cruz, fue echado por tierra por los propios trabajadores, por los miles de trabajadores que fueron al local de la CUT a rendirle su homenaje proletario y que lo acompañaron hasta el Cementerio General. Fue echado por tierra por la presencia del Presidente Allende, de todos los movimientos y partidos de la izquierda.

LAS MASAS ESTAN CON LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA

Fuentes policiales calcularon en más de 30 mil las personas que desfilaron acompañando a Luciano y otras 20 mil que se situaron en las veredas a esperar el paso del cortejo. Eran cuadras y cuadras de obreros, de campesinos, de pobladores, y de estudiantes, que marchaban enarbolando las banderas rojo y negro de la izquierda revolucionaria, que marcaban el paso con combativos gritos y consignas.

Los funerales de Luciano Cruz destruyeron definitivamente el mito levantado por la burguesía temerosa, y muchas veces respaldado por sectores de la izquierda tradicional, de que la izquierda revolucionaria es una fuerza desligada de las masas trabajadoras. Los funerales de Luciano Cruz muestran, por el contrario, que vastos sectores de obreros, campesinos y pobladores, los más pobres y más marginados de estos sectores, se identifican con la acción y las banderas de lucha de la izquierda revolucionaria, del MIR.

Actitudes como las que han tenido algunos dirigentes comunistas de la CUT, son producto de la resistencia de sectores de la izquierda tradicional a reconocer que la izquierda revolucionaria constituye una realidad objetiva que agrupa una tendencia revolucionaria de miles de trabajadores organizados a través de todo Chile. Esta negativa a reconocer la realidad y los actos a que esta ceguera lleva, ha obligado al MIR a informar al pueblo sobre tales hechos que en definitiva sólo sirven para debilitar la unidad de la izquierda y de las clases trabajadoras frente al enemigo común. El MIR y los sectores trabajadores que agrupa la izquierda revolucionaria son enemigos de enfrentamientos internos que perjudican a la izquierda en su conjunto, pero también son enemigos de actitudes de sectarismo que sólo son útiles para echar más agua al molino de la reacción.

LAS MASAS TOMAN LAS BANDERAS DE LUCHA DEL MIR

Los miles de trabajadores que acompañaron a Luciano, convirtieron estos funerales en una combativa movilización contra la burguesía, reafirmaron la decisión de lucha que caracterizó la vida del dirigente revolucionario. Esos campesinos, obreros, pobladores y estudiantes, que hacían retumbar el centro de Santiago con sus gritos de lucha y levantaban las banderas rojo y negro, estaban levantando las banderas de lucha del MIR. Los campesinos que vinieron del sur y de los alrededores de la capital a acompañar a Luciano, vinieron a reafirmar con su presencia la decisión del MCR de luchar por la aceleración de la Reforma Agraria, de seguir movilizándose por la conquista de más fundos, de combatir el burocratismo y transformar los Consejos Comunales en órganos de participación y poder campesinos, de tomar los latifundios que boicoteaban la producción, de enfrentar los grupos sediciosos de empresarios agrícolas. Los obreros del FTR que marcharon en el funeral estaban marchando por la conquista de más fábricas para el pueblo, por el control obrero de las industrias, por la defensa de las fábricas en manos de los trabajadores contra los intentos reaccionarios de la Contraloría de favorecer a los empresarios. Los pobladores de la JPR, que estaban en esa marcha, están por la movilización contra el boicot de la Cámara Chilena de la Construcción a los planes de vivienda, por la expropiación de las grandes empresas constructoras, por la creación de brigadas de trabajadores de la construcción y comités de vigilancia de la construcción. Todos esos trabajadores están por el no pago de indemnización en la nacionalización del cobre, están por la movilización contra el Congreso reaccionario, están por el enfrentamiento decidido a los medios de comunicación controlados por la burguesía, están por la lucha abierta contra la sedición PDC-PN, y por la preparación para el enfrentamiento en todos los campos. Todos esos trabajadores están por la destrucción del Estado capitalista actual y la conquista del poder socialista por obreros y campesinos.

Manuel Ibarra Rojas

*Publicado como suplemento de la edición N° 138 de la revista Punto Final, martes 31 de agosto de 1971; pp. 9-11
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MIGUEL ENRÍQUEZ: 
"A CONQUISTAR EL PODER REVOLUCIONARIO DE OBREROS Y CAMPESINOS"


Discurso en homenaje a Moisés Huentelaf (1° de noviembre de 1971) ‡

Compañeros campesinos de Cautín y de todo Chile.

Compañeros del Movimiento Campesino Revolucionario y del Frente de Trabajadores Revolucionarios.

Compañeros militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

Compañeros:

A nombre de la Dirección Nacional del MIR hemos venido a rendir un homenaje a Moisés Huentelaf; campesino, mapuche, revolucionario y militante de nuestro movimiento, asesinado por los momios latifundistas el viernes 22 de octubre en el fundo Chesque.

La forma en que encontró la muerte Moisés Huentelaf resume gran parte de lo contradictorio y confuso del período porque atraviesa nuestro país.

Como ocurre a lo largo de todo el campo chileno, campesinos pobres, sin tierra, se organizan para conquistar ellos mismos lo que la ley les niega: la tierra. Explotados por décadas, marginados de los beneficios de la sociedad, desarmados, unidos sólo por su miseria y decisión, se tomaron un fundo donde no se explotaba la tierra.

Los dueños del fundo, enriquecidos a costa de la explotación de los campesinos, gozando de la riqueza y el privilegio, que no trabajaron la tierra para crear el hambre en Chile; impunemente, bien armados y organizados, atacaron, dispararon, hirieron y asesinaron campesinos; así se defiende el derecho de algunos a la riqueza y un destino de miseria para otros.

Los campesinos fueron desalojados, Moisés Huentelaf fue asesinado, otros campesinos fueron heridos.

Es un episodio de la lucha entre los dueños del poder y la riqueza por un lado y los trabajadores por el otro, en la forma que adopta hoy en Chile.
Pero eso no fue todo. Tres carabineros ayudaron a los terratenientes a desalojar a los campesinos, el Gobernador de Loncoche fue llamado tres veces para que interviniera, pero se abstuvo, no acudió y dejó que los terratenientes acribillaran por tres horas a los campesinos. Y no terminó allí el incidente.

Esa noche, cuando un campesino fue asesinado por los terratenientes, el juicio que comenzó fue el juicio a los campesinos: fueron cazados en los caminos y en sus chozas; decenas de ellos fueron detenidos, al menos uno de ellos fue torturado, fueron allanadas las casas campesinas a la búsqueda de las armas que no mataron a nadie, fueron golpeadas sus mujeres y sus niños.

Un campesino ha sido asesinado por los terratenientes: la prensa reaccionaria informa al país que son guerrilleros, que los campesinos desatan un clima de terror en los campos, que están armados.

Un campesino ha sido asesinado por los terratenientes, y el Ministro del Interior, horas después, aprovecha de condenar las tomas de fundos por los campesinos.

Las concesiones del Gobierno

La muerte de Moisés Huentelaf, su asesinato en el fundo Chesque, nos ofrecen una síntesis de lo que ocurre hoy en Chile más clara que cientos de tratados de teoría política. Los trabajadores hoy en Chile combaten por sus intereses, las clases dominantes defienden a sangre y fuego su poder y riqueza, las instituciones del aparato del Estado capitalista, la ley y la justicia juegan su papel histórico, defienden los intereses de los patrones contra los trabajadores; y el gobierno de la Unidad Popular, elegido por los campesinos y los trabajadores de todo el país, permite que los sectores más conciliadores hagan concesiones a los patrones.

Así perdió la vida Moisés Huentelaf, campesino, mapuche y revolucionado. A los 24 años de edad, después de tres años de militancia en el MIR, deja una compañera y dos hijos. Tenía tierra, la había conquistado poco tiempo antes, pero había dedicado su vida a luchar por conquistar la tierra para todos los trabajadores y a combatir a los terratenientes.

Moisés Huentelaf, héroe de la lucha de los campesinos, une su nombre al de los asesinados en la Coruña, San Gregorio, Ranquil y Lonquimay, El Salvador y Puerto Montt.

Así mueren hoy en Chile los campesinos. Las circunstancias de su muerte resumen lo confuso y contradictorio del período por que atravesamos.

El mejor homenaje que podemos rendirle, es a partir de su muerte explicar a los campesinos y al pueblo qué ocurre hoy en Chile, en qué consiste este proceso lleno de avances y retrocesos.

Lo haremos no erigiéndonos en jueces, no como observadores ajenos al proceso, sino como partes de él, comprometidos como estamos en su resultado y destino.

Lo haremos de la única forma que es posible, frente al pueblo, frente a los únicos jueces, los obreros y los campesinos. Lo haremos sin esconder nada, mostrando la política reaccionaria de las clases dominantes, saludando los avances que el gobierno y los trabajadores han alcanzado, pero también criticando los errores, las debilidades y las concesiones de este gobierno. Entendemos que sólo así se fortalece el avance de los trabajadores y la izquierda.

Nosotros no confundimos al enemigo

Demasiado cerca está la experiencia boliviana, es muy alto el costo de los errores y no es tan débil la izquierda y el movimiento de masas como para que no resista la crítica revolucionaria y desde allí se fortalezca. Nosotros no confundimos a nuestros enemigos, que no los confundan quienes no gustan del debate ideológico en el seno del pueblo.

Desde que este período se inició, dijimos que el ascenso de la Unidad Popular al gobierno era un hecho positivo, pues incorporaba a grandes sectores de masa a la lucha por el socialismo, porque abría grandes posibilidades de organización y movilización de los trabajadores y porque cristalizaba el alineamiento de dos grandes campos: el de los dueños del cobre, de las fábricas y los fundos por un lado; y por el otro el de los trabajadores.

Dijimos entonces, como muchos, que grandes dificultades aparecían en el camino y que grandes debilidades afectaban el avance de los trabajadores; entre los fundamentales: el poder económico, político y militar de las clases dominantes, el imperio de la ley construida por los patrones, la supervivencia de un Parlamento reaccionario y de una justicia de clases.

Planteamos desde un principio que sólo podían avanzar los trabajadores y el gobierno a través del uso de las dos grandes palancas que le entregarían fuerza: la unidad de todo el pueblo y de la izquierda y la movilización de las masas a partir de sus reivindicaciones, contra sus patrones, para desde allí acumular la fuerza suficiente para conquistar el poder.

Eso pensábamos desde el comienzo, y hoy después de un año de gobierno de la Unidad Popular seguimos pensando básicamente lo mismo.

¿Pero qué ha ocurrido en los hechos en el último año?

Por un lado el gobierno de la Unidad Popular ha nacionalizado el cobre, ha estatizado la casi totalidad de la banca, ha tomado bajo su control algunas industrias, ha expropiado cerca de un tercio del total de fundos que tienen sobre 80 hectáreas de riego básico, ha redistribuido el ingreso nacional a favor de las capas más pobres de la población, ha iniciado una disminución significativa de la cesantía. Eso es lo positivo, es lo que los trabajadores del campo y la ciudad apoyan.

Al mismo tiempo, a estas medidas se oponen los norteamericanos cuando agreden en declaraciones a Chile, cuando le cortan toda ayuda crediticia y cuando amenazan a Chile con sanciones. Frente a estas medidas del gobierno los terratenientes sabotean la producción agropecuaria, buscando crear desabastecimiento; los industriales no aumentan en forma suficiente la producción, la Cámara Chilena de la Construcción sabotea los planes habitacionales; el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Nacional atacan y conspiran contra el gobierno, se arman y conspiran contra el pueblo.

Todo lo anterior constituye la forma que adopta la lucha de los explotadores por defender su poder y riqueza en contra del avance de los trabajadores, y el pueblo así lo entiende.

La represión contra trabajadores

Pero no todo es tan claro para los trabajadores, hay hechos y medidas del gobierno que los confunden, que los desconciertan, que no entienden, que nadie les explica y que sólo unos pocos intentan justificar.

En los campos de Chile se ordena a carabineros que desaloje y reprima a campesinos que luchan por la tierra. En Santiago se apalea a los estudiantes cuando protestan contra las agresiones del gobierno norteamericano, Se reprime a los pobladores del Campamento Nueva Habana cuando protestan contra el sabotaje de la Cámara Chilena de la Construcción y el trámite burocrático de la Contraloría.

En Concepción, por orden del Intendente se desalojó policialmente un hogar de estudiantes y se impulsó la represión a estudiantes y pobladores en las calles. En Arica se reprimió a estudiantes que protestaban por la visita a nuestro país de la marina norteamericana, masacradora de campesinos en Vietnam. En Loncoche, el Gobernador permitió que un grupo armado de terratenientes acribillara más de tres horas a los campesinos.

Estas medidas y actitudes son las que el pueblo no comprende y rechaza. Estas contradicciones del período son las que queremos hoy explicar a los trabajadores de todo Chile y sólo podremos hacerlo si tomamos el proceso desde su comienzo.

La lucha centenaria y la fuerza de los trabajadores llevaron a la Unidad Popular al gobierno. Los trabajadores depositaron allí su confianza y se dejaron conducir.

El gobierno comenzó tomando algunas medidas económicas que abrieron un camino en el terreno de la gran minería del cobre, de la banca y de la industria. En este terreno queda, como es evidente, un largo y el más difícil trecho por recorrer: erradicar las inversiones norteamericanas en la industria, redistribuir efectivamente el crédito, incorporar a la propiedad de todo el pueblo la totalidad de la gran industria, etc.

Las contradicciones del período

No fue tan clara la política agraria del gobierno y fueron de más graves consecuencias las medidas adoptadas, dada la mayor intensidad de las luchas campesinas. Desde el comienzo, el gobierno aceptó la Ley de Reforma Agraria democratacristiana y no presentó otro proyecto de ley. Al limitar también el camino de las intervenciones, el gobierno sólo pudo proponerse la expropiación de los predios que tenían más de 80 hectáreas de riego básico, existiendo gran propiedad agraria también en predios de menor cabida. Por este camino el gobierno se vio obligado a conceder la reserva a los terratenientes, a tener que indemnizarlos cuando los expropiaba y a todo un procedimiento tecnocrático y burocrático de acceso a la tierra por los campesinos. La situación se hizo más grave aún al limitar el gobierno las expropiaciones en 1971 a 1.300 predios del total de 3.800 que tenían sobre 80 hectáreas de riego básico.

Esto llevó al gobierno a graves contradicciones con el movimiento campesino, y obligó a éste a buscar por todos los medios, a pesar de la política del gobierno, formas para poder seguir avanzando. Así se desarrolló la movilización campesina primero en el sur de Chile y después en el centro del país. El gobierno intentó resolver esta contradicción ideológica y políticamente las formas que adoptaba el avance de los trabajadores en el campo y después cayó en las incursiones represivas a las movilizaciones campesinas, las que hoy son cada vez más frecuentes.

Los terratenientes a su vez, algunos expropiados y otros amenazados, pero la mayoría impunes, pudieron sabotear la producción agropecuaria a su gusto, desmantelar los fundos, etc., y así lograron crear desabastecimiento en algunos rubros.

El gobierno no movilizó a las masas

El resultado de una política débil en el sector agrario y el hecho de que el gobierno no haya asumido el liderazgo del movimiento campesino en ascenso, obligó al movimiento campesino, al serle negados los instrumentos legales por medio de los cuales encauzar su lucha, a acudir a formas ilegales de movilización, entre las que están las tomas de fondos, que hemos encabezado. El MIR no inventó la lucha de clases en el campo, sólo hemos organizado y liderado las únicas formas posibles de movilización campesina dadas las condiciones impuestas por la política agraria del gobierno.

Pero, salvo en el sector agrario, no es en el terreno de las medidas económicas donde está el origen fundamental de las contradicciones que el período nos ofrece.

La Unidad Popular, al mismo tiempo que tomaba medidas económicas que abrían un camino a este terreno, no incorporó las masas al proceso en forma adecuada ni en grado suficiente. Más aun, a veces tomó medidas abiertamente contrarias al sentir de los trabajadores, como la reincorporación de los saboteadores de Sumar expulsados por los trabajadores o como la destitución del jefe zonal de CORA de Linares, Gabriel Coll, medida que fue resistida por los campesinos y toda la izquierda de Linares.

Tampoco movilizó a los trabajadores detrás de sus reivindicaciones y contra sus patrones. Al contrario, primero no los movilizó y luego llegó a llevar a cabo incursiones represivas sobre algunas movilizaciones de los trabajadores. Si bien es cierto que desarrolló algunas formas de movilización e incorporación de las masas, o éstas fueron limitadas o fueron por objetivos alejados de sus intereses concretos o fueron también distantes de su nivel de conciencia.

Al proceder de esta forma el gobierno y la Unidad Popular no ganaron la fuerza de masas que le debieron entregar algunas de las medidas económicas tomadas. Así el gobierno no tuvo la fuerza suficiente para golpear, transformar o reemplazar las instituciones que todos antes reconocíamos como contrarias al avance del proceso: la Ley de los patrones, el Parlamento con mayoría democratacristiana y nacional, y la justicia de clases.

Si no se tuvo la fuerza para golpear estas instituciones, hubo entonces que someterse muchas veces a sus imposiciones. Así, la mayoría parlamentaria democratacristiana y nacional, al modificar el proyecto de nacionalización del cobre, obliga a Chile a pagar la deuda de las compañías norteamericanas que asciende alrededor de 700 millones de dólares; así el imperio de la justicia de clases dejó libres e impunes a la mayor parte de los asesinos de Schneider a la vez que encarcela estudiantes y campesinos cuando éstos luchan por sus intereses. La legalidad, la ley de los patrones, es el peor enemigo del avance de los trabajadores y muchas veces el proceso ha sido frenado por ella: es la legalidad de los patrones como la Ley de Reforma Agraria democratacristiana, la que impide que los campesinos conquisten la tierra; es la legalidad de los patrones a través de la Contraloría la que frena y dificulta el rápido aumento de la propiedad de todo el pueblo en la industria; es la legalidad de los patrones la que por favorecer a los empresarios de la Cámara Chilena de la Construcción dificulta el acceso del pueblo a la vivienda; es, finalmente, la legalidad de los patrones la que agrede al movimiento estudiantil hoy en la Universidad de Chile.

Así el gobierno de la Unidad Popular si bien hirió intereses de la clase dominante, si bien comenzó a tomar medidas positivas en el terreno económico en general y mucho más limitadamente en el sector agrario, al no incorporar las masas al proceso y al no golpear el aparato del Estado y sus instituciones, no ganó fuerza y se hizo cada vez más débil. Ahora bien, son precisamente estas dos medidas: la incorporación de las masas al proceso y los golpes al aparato del Estado las que definen un proceso como revolucionario y lo hacen irreversible si se llevan a cabo.

Pero no por ser menos fuerte el gobierno disminuyó la agresividad de las clases dominantes, las que directamente heridas o viendo amenazados sus intereses, con más fuerza aún acataron al gobierno y los trabajadores. En esa circunstancia se abrió el camino a las concesiones del gobierno frente a las presiones de los dueños del poder y la riqueza.

Las actitudes positivas

Pero al mismo tiempo se dan en el gobierno y en la Unidad Popular sectores y actitudes que abren un camino que permita hacer avanzar a los trabajadores. Resultado de ello son las medidas económicas que antes hemos considerado positivas, las actitudes recientes del no pago de indemnización por la nacionalización del cobre, impulsado fundamentalmente por los compañeros socialistas. También es positiva la presentación del decreto de insistencia por el gobierno en lo que se refiere a la requisición de las empresas textiles. Tratamiento adecuado también es el dado por el gobierno a los terratenientes en el acto inaugural de la FISA. Los trabajadores apoyan y refuerzan estos sectores y estas actitudes del gobierno.

Pero no sólo existen sectores y actitudes del gobierno que empujan por el avance de los trabajadores sino que también, y esto es lo fundamental, los trabajadores mismos, si bien no han sido movilizados masivamente por el gobierno, están en todo el país, en los campos y en las ciudades, luchando con más fuerza que nunca por sus intereses, contra sus patrones.

Nunca ha sido mayor la movilización campesina en Chile, la lucha por la tierra se ha extendido como mancha por los campos del sur y del centro del país; campesinos mapuches, pequeños propietarios sin tierra, obreros agrícolas y cesantes agrarios se organizan, movilizan y enfrentan a los terratenientes luchando por conquistar la tierra.

En las ciudades los obreros de la pequeña, la mediana y la gran industria, los cesantes, los pobladores y los estudiantes luchan también por sus intereses y reivindicaciones y por el avance de los trabajadores.

Las concesiones le pavimentan el camino a la sedición, Compañeros:

Esto es lo que ha venido ocurriendo en Chile. Chile está hoy dividido en dos grandes bandos: de un lado están los trabajadores, del otro los patrones.

Diariamente, en cada fundo, en cada fábrica, en los campos y las ciudades de Chile se está dando un combate entre los patrones y los trabajadores, una lucha implacable entre los explotados y los explotadores.

Los patrones, los dueños de los fundos y las fábricas, los mismos que hace un año temblaban ante el avance de los trabajadores, los mismos que ayer sabían que el pueblo reconquistaría lo que es suyo, hoy comienzan a levantar cabeza. Retoman la iniciativa y abren una contraofensiva reaccionaria en todos los niveles: se pasean armados por los campos de Chile, desalojan y asesinan campesinos, insultan por sus diarios, conspiran descaradamente. Atrincherados en el Parlamento, escondidos detrás de las banderas de la ley y el orden golpean a los trabajadores, avanzan y logran retomar algunas posiciones. Incluso llegan a confundir a sectores del pueblo.

Desde estas posiciones las clases poseedoras luchan por crear un desgaste político del gobierno entre las masas. Esto se ve favorecido cuando descubren que con su griterío legalista y con sus montajes publicitarios obtienen concesiones de los sectores más vacilantes del gobierno, tratando así de crear graves contradicciones entre el gobierno y el movimiento de masas para quebrar la base de apoyo social del gobierno, dividir a las masas y desde allí volver a intentar el derrocamiento del gobierno y la represión al movimiento de masas.

De esta forma los que hacen concesiones creyendo que así pueden tranquilizar a los sectores más estridentes de la clase dominantes, no hacen otra cosa que favorecer los juegos tácticos de la sedición.

Al mismo tiempo los trabajadores del campo y la ciudad combaten diariamente por sus intereses y contra los patrones. Nunca ha sido mayor la movilización campesina, obrera y pobladora. A lo largo de todo el país los campesinos le arrebatan la tierra a los terratenientes, los obreros luchan en sus fábricas, los pobladores combaten a la Cámara Chilena de la Construcción y los legalismos y burocratismos que dificultan su avance. Pero si los patrones se logran unir y pasan a la contraofensiva, no siempre los trabajadores muestran el mismo grado de decisión y unidad. las contradicciones del período, las concesiones de otros, las agresiones de los patrones, por momento les desconciertan.

La fuerza y decisión de los trabajadores llevó a la Unidad Popular al Gobierno, lo impuso superando las maniobras reaccionarias, lo defendió e impidió reiterados intentos sediciosos contra el gobierno, e incluso moderó y subordinó sus luchas si así se lo pidieron.

Los trabajadores definen un camino propio

El pueblo entregó toda su confianza a la Unidad Popular y se dejó conducir por ella; entendía que al conquistar el gobierno estaba ganando un instrumento que le ayudaría en la lucha por sus intereses y en contra de sus enemigos. A pesar de las medidas positivas de este gobierno, de los avances que la Unidad Popular ha hecho, las debilidades, las concesiones y las tentaciones de algunos de sus sectores de convertirse en árbitros de la lucha de clases no les dejan a los trabajadores otro camino que recobrar una cuota de la confianza entregada, y apoyando las medidas positivas de este gobierno, combatiendo sus concesiones, pasar los trabajadores a definir un camino propio.

Los trabajadores comienzan a retomar la iniciativa, inician una ofensiva en todos los planos, dejan de esperar que otros les resuelvan sus problemas, y, dirigiéndose ellos mismos, luchan directamente por sus intereses usando todas las formas de lucha.

En el combate de los trabajadores, en la fuerza de sus movilizaciones, se desarrolla una potencia incontenible que nada ni nadie podrá detener, que es la única garantía de un camino revolucionario y socialista.

Esta es la tarea fundamental del período. Es deber de toda la izquierda y del gobierno favorecer y empujar estas movilizaciones. Esta es la única forma de derrotar a las clases dominantes, de resolver los problemas de los trabajadores, de hacer avanzar a los obreros y campesinos, de resolver las contradicciones del período, de combatir las tendencias vacilantes en el gobierno y de afirmar los sectores más radicalizados. Es la mejor forma de defender la estabilidad del gobierno. Es a través de estas movilizaciones que los trabajadores ganan conciencia y organización, las que se traducen posteriormente en fuerza.

Nosotros, los militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, a través del Movimiento Campesino Revolucionario, del Frente de Trabajadores Revolucionarios, de las organizaciones revolucionarias de los pobladores y del Frente de Estudiantes Revolucionarios, empujaremos estas formas de movilización de las masas y buscaremos asumir su liderazgo.

Llevando a cabo esta tarea los trabajadores obtendrán la fuerza necesaria, la conciencia y organización suficientes para pasar a tareas que vayan definiendo el problema del poder.

Unir a todos los sectores del pueblo en el combate contra el enemigo común de todos los sectores de trabajadores: la legalidad de los patrones.

¡A disolver el Parlamento!

Obreros, campesinos, pobladores y estudiantes entienden, y cada vez más irán comprendiendo, que lo que frena su avance en todos los terrenos es la legalidad construida por los patrones. Primera tarea será disolución del Parlamento. Terminar con la mayoría democratacristiana y nacional que desde allí dispara contra los trabajadores.

Su reemplazo por una Asamblea del Pueblo en la que estén representados los obreros, los campesinos, los pobladores, los estudiantes y los soldados.

Creación de formas de poder local de los trabajadores en el campo y en la ciudad, a través de las cuales vayan asumiendo tareas que sienten las bases de un poder revolucionario y popular. Será tarea de los campesinos impulsar estas tareas a nivel de los Consejos Comunales Campesinos.

Sólo de esta forma se irán ganando la fuerza suficiente, para enfrentar la gran tarea del período: la conquista del poder por los trabajadores.

Unidad de la izquierda

Para empujar estas movilizaciones, para combatir la legalidad de los patrones, es imprescindible la unidad de todos los sectores del pueblo. Y ella exige la unidad de las fuerzas más importantes de la izquierda.

La única alternativa hoy en Chile es socialismo o fascismo. Estamos todos comprometidos con el resultado de este proceso. No es posible que se pierdan Federaciones estudiantiles en Santiago, en Temuco y en Ñuble exclusivamente por el sectarismo de algunas fuerzas de la Unidad Popular que han impedido la unidad de la izquierda, entregando así victorias a la Democracia Cristiana.

El Movimiento de Izquierda Revolucionaria sostiene que a pesar que no concordamos con cada paso de la Unidad Popular, que a pesar de que tengamos diferencias con aspectos de su política, ello no significa que tengamos que ir a una ruptura definitiva con la Unidad Popular.

¿Cómo no quisieran las clases dominantes que el pueblo se dividiera definitivamente? ¿Cómo no quisieran "El Mercurio", "La Prensa", "La Tribuna", que la izquierda comenzara una lucha fratricida? ¿Cómo no quisieran los reaccionarios que entre la izquierda revolucionaria y el gobierno se abriera un nivel de enfrentamiento que en su desarrollo llevara inexorablemente al hundimiento del proceso?

El Movimiento de Izquierda Revolucionaria busca la unidad de todo el pueblo y de toda la izquierda para enfrentar en definitiva a las clases dominantes nacionales y extranjeras.

¡A expropiar sin indemnización toda la inversión norteamericana en Chile!

¡A conquistar todas las grandes fábricas para el pueblo!

¡Por el control obrero de la producción en la pequeña y mediana industria!

¡A expropiar todas las grandes empresas de la construcción!

¡A construir la Empresa Nacional de la Construcción!

¡Por la estatización y democratización de la enseñanza en Chile!

¡Derecho a voto y a ser elegidos, los suboficiales y soldados y clases!

¡A expropiar toda la gran propiedad agraria sin indemnización, sin reserva a través de los Consejos Comunales Campesinos!

¡A conquistar el poder para los trabajadores, a instaurar un gobierno revolucionario de obreros y campesinos!


‡ Publicado como suplemento de la edición N° 143 de la revista Punto Final, martes 9 de noviembre de 1971; pp. 1-8.
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COMITÉ DE INICIATIVA 50 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL MIR



[1] Luciano falleció el 14 de agosto de 1971, asfixiado a causa de un accidental escape de gas en su departamento del centro de Santiago –nota del Comité de Iniciativa 50 años de la Fundación del MIR

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