LUCIANO:
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
El siguiente es el texto del discurso pronunciado por
Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, en los funerales de Luciano Cruz[1],
el pasado 16 de agosto (de 1971)*:
COMPAÑEROS obreros,
compañeros campesinos, compañeros pobladores, compañeros estudiantes venidos de
todo el país y que hoy nos escuchan, compañeros del Frente de Trabajadores
Revolucionarios, compañeros del Movimiento Campesino Revolucionario, compañeros
de la Jefatura Nacional de Pobladores Revolucionarios, compañeros del Frente de
Estudiantes Revolucionarios y del Movimiento Universitario de Izquierda,
compañeros militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, compañeros:
A
nombre del Comité Central y del Secretariado Nacional del MIR, hemos venido
aquí a despedir los restos de Luciano Cruz o “Juan Carlos” como le llamábamos.
Los
revolucionarios siempre han estado pre-parados para enfrentar la muerte, para entregar
su vida por los objetivos que los guían. Luciano no sólo era un revolucionario,
sino que estaba preparado para morir mejor que muchos de nosotros. Arriesgó su
vida en innumerables ocasiones, siempre estuvo decidido a entregar la vida por
la causa de los trabajadores y el socialismo. Lo más dramático es que no fue
así su muerte.
Una
organización revolucionaria tiene muchos y buenos cuadros; el MIR también los
tiene. Pero Luciano era nuestro líder de masas, era nuestra mejor expresión
popular, el pueblo lo quería, lo seguía y lo respetaba”. El pueblo debe conocer
su corta historia, que es la historia de un militante de la revolución.
Como
estudiante secundario ya era el líder de éstos en la ciudad de Concepción. En
1961, ya a los 17 años, combatía en las calles contra la represión
alessandrista. En 1963, como estudiante de los primeros años de Medicina, se
marginó de las Juventudes Comunistas e ingresó a la izquierda revolucionaria.
En 1964, con muchos de nosotros, era miembro de la Vanguardia Revolucionaria
Marxista y en 1965, fundamos entre unos pocos el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria. En 1967, era miembro de nuestro Comité Central y del Secretariado
Nacional, como lo fue hasta el momento de su muerte.
Muchos
de nosotros juntos con Luciano fuimos conociendo la vida y la política revolucionaria
en la década del 60, al calor del impacto de la primera revolución socialista
de América, de las luchas de los pueblos de América latina contra la
explotación del imperialismo y de las burguesías criollas, de las luchas de los
trabajadores del campo y la ciudad en Chile.
Durante los gobiernos reaccionarios
de Alessandri y Freí, fuimos formándonos, luchando y creando organización.
Innumerables veces combatimos en las calles la represión policial, impulsamos
huelgas estudiantiles, marchas callejeras, apoyamos las movilizaciones de
obreros, campesinos y pobladores, impulsamos y ayudamos en tomas de fundos y de
fábricas. En todo ello, era siempre Luciano quien estaba en la primera línea y
quien le imprimía el sello de su calidad innata de conductor de masas.
Eran
los años en que los gobiernos de Alessandri y Frei reprimían las movilizaciones
de los trabajadores. Luciano era ya el líder indiscutido de los estudiantes de Concepción.
En 1967 fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes de Concepción. Como
tal y como miembro del Comité Regional de Concepción y del Comité Central del
MIR, fue un inagotable agitador, propagandista y organizador entre los mineros
del carbón, los obreros textiles, los pobladores y estudiantes de Concepción, los
campesinos de Ñuble y Temuco, etc.
En
1969, el gobierno democratacristiano de Frei, ante el enorme ascenso del movimiento
de masas, y en curso su escalada represiva sobre los trabajadores, también
descargó la represión policial sobre nuestra organización. Entonces comenzó la
vida en la clandestinidad para la Dirección Nacional del MIR y para Luciano.
Durante casi dos años fue perseguido por todo el país, buscado por todos los
órganos policiales, imaginado en todo Chile. Al mismo tiempo, en nuevas condiciones
continuó su trabajo político, orgánico y conspirativo, siempre en relación con
obreros, campesinos, pobladores y estudiantes.
Fue
la etapa de las acciones armadas de nuestra organización; en casi todas ellas
arriesgó su vida Luciano; asaltamos innumerables bancos en aquel tiempo,
expropiamos el dinero de quienes lo habían robado a los trabajadores para
ponerlo al servicio de la defensa de los intereses de los obreros y campesinos;
allí siempre estaba Luciano, disfrazado de bombero, de capitán de Ejército, de
cargador de la Vega o de lo que fuera; decenas de veces arriesgó su vida.
Dormía en los lugares más insospechados, en campamentos de los sin casa, en
casas de intelectuales de izquierda, en iglesias y en cuarteles del Ejército,
mientras era buscado en todo el país. A nada le temía, nada le detenía, si de
luchar por los intereses de los trabajadores se trataba.
En
diciembre de 1969, el reaccionario general Roberto Viaux Marambio intentó dar
un Golpe de Estado. Mientras los gobernantes de entonces temblaban impotentes y
otros sectores de la izquierda se limitaban a declamar, Luciano Cruz,
perseguido por toda la policía, en todo Chile, disfrazado de periodista
italiano ingresó al Hospital Militar, vigilado entonces y engañando así al
militar gol- pista, le hizo una entrevista de tres horas, a través de la cual
pudimos conocer sus verdaderas intenciones. Más aun, él se encargó de un
trabajo de captación en el Ejército, fundamentalmente oficiales jóvenes y suboficiales,
que junto con toda una preparación política y orgánica, contribuyó en gran medida
a desbaratar el intento golpista de Viaux de entonces.
Así
llegamos al 4 de septiembre. La izquierda en brazos de un enorme ascenso de las
movilizaciones de masas conquistó el Gobierno. Las clases dominantes se
arrojaron al camino de la sedición, nadando en decenas de atentados y
conspiraciones de derecha; se comenzó a preparar el intento de Golpe de Estado
de octubre del año pasado. Luciano, entonces encargado de los aparatos de
seguridad e información del MIR, fue quien dirigió los trabajos de infiltración
y chequeo que ayudaron a desbaratar el Golpe de Estado del 22 de octubre de
1970, que partía con el secuestro del General Schneider. Así fue como pudimos
denunciar públicamente, 24 horas antes, el cuadrillazo reaccionario que se avecinaba.
“Juan Carlos’’, desde la clandestinidad y sin recursos, pudo más que todos los servicios
de seguridad del Gobierno, el que estaba comprometido. En Chile, hay gobierno
de la Unidad Popular gracias a las fuerzas y decisión de los trabajadores; pero
lo hay también, en gran medida, gracias a que se aplastó un complot
conspirativo por nuestros compañeros dirigidos por Luciano.
Durante
los últimos meses siguió trabajando en esta misma tarea a la vez que en relación
con los trabajadores. Estuvo con los pobladores y obreros de Santiago, con los mineros
de Lota y Coronel, con los obreros textiles de Tomé, con los pobladores de
Talcahuano, con los pobladores y los obreros de Valparaíso, con los obreros
madereros de Valdivia, con los campesinos de Cautín, con los estudiantes de
Santiago. Miles de trabajadores y estudiantes conocieron la política
revolucionaria por la vibrante palabra de Luciano.
Así
fue, brevemente expuesta, la vida de “Juan Carlos”. Desde hace por lo menos
diez años, toda su vida y actividad diaria no tuvo otro sentido que la lucha
revolucionaria. Luciano Cruz, a los 27 años, al morir, no tenía nada de su
propiedad, salvo sus ideas, su valor, su nobleza y su inmensa decisión de
seguir adelante.
Las
expondremos aquí también.
Su
pensamiento era también el nuestro: conquistar el poder para los trabajadores a
partir del ascenso de la izquierda al Gobierno y a través de la movilización de
masas. Combatir implacablemente a los dueños del cobre, de las grandes fábricas
y los fundos. Hacer del cobre, de la tierra y de las fábricas, propiedad de todo
el pueblo. Explicarle al pueblo que las clases dominantes hoy se oponen al
avance de los trabajadores y se preparan para mañana provocar un enfrentamiento.
Aumentar las fuerzas del pueblo a través de la movilización combativa de los
trabajadores por sus reivindicaciones y derechos, contra sus patrones y a
través de toda forma de lucha que permita mejor combatir al enemigo de clases,
incluidas las tomas de fundos y de grandes fábricas. Todo esto como única forma
de elevar la conciencia y el nivel de organización de los trabajadores, para
así ganar fuerza y golpear al enemigo y avanzar hacia la conquista del poder.
La última tarea que “Juan Carlos” había asumido era la de estrechar los lazos
entre los soldados y el pueblo, incorporar al pueblo uniformado a la rica vida
política nacional, que abre nuevos horizontes para los uniformados y los
civiles. No alcanzó a cumplirla a plenitud.
Ante
un proceso político que todos vemos hoy es difícil, lento y contradictorio, se trataba
para él como se trata para nosotros de empujar adelante, de hacer avanzar con
más fuerza que nunca a los trabajadores, rompiendo todas las trabas que
impidieran su avance, modificándolas o destruyéndolas, según la fuerza, no
importando si ésta se llama Parlamento, legalidad de patrones, Contraloría o
justicia de clase. No detenerse era el objetivo. Este era su pensamiento, sus
ideas y su diario accionar.
No
tenía más enemigos que los enemigos del pueblo, éstos eran los imperialistas,
los dueños de fundos, los dueños de las grandes fábricas, los partidos
políticos que defienden los intereses de los que gozan del poder y la riqueza,
el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Nacional. Su vida entera estaba entregada
a combatirlos en todos los planos y en todas las formas. No vivía sino para defender
los intereses de los obreros, los campesinos, los pobladores, los estudiantes y
los soldados.
Ante
su muerte, los trabajadores, los revolucionarios, sus compañeros, sus amigos y
los que éramos sus hermanos de lucha, hemos sido duramente golpeados. El dolor
ante la muerte de un revolucionario y compañero es de los sentimientos más
grandes y más dolorosos que pueda sufrir el hombre. Ese dolor han tenido que
soportar los compañeros del PC en la muerte del compañero Astudillo. Los acompañamos
en su pesar.
A
nadie sorprende que sus únicos enemigos, los enemigos del pueblo, intriguen
acerca de su muerte. A nadie sorprende que plumarios a sueldo de la riqueza,
como lo hace hoy el diario “La Tribuna” del Partido Nacional, lo injurien y lo escupan.
Es el odio de los que explotaron y masacraron al pueblo por décadas sentían por
Luciano y que a él lo enorgullecía. Así mueren los revolucionarios, escupidos
por los dueños del poder y la riqueza y acompañados del dolor de los trabajadores.
La
izquierda en general se ha sentido toda conmovida. Innumerables declaraciones
de organizaciones obreras, campesinas, de pobladores y de estudiantes han
manifestado su pesar. El compañero Allende fue también a despedir a Luciano,
así lo hizo también la Comisión Política del Partido Socialista, parlamentarios
y miembros de las Juventudes de esa colectividad; dirigentes medios, provinciales
y militantes socialistas nos han visitado; el Movimiento de Acción Popular
Unitaria, nos ha enviado también su condolencia, asimismo como la Izquierda
Cristiana, la J.R.R., el P.S.P., y el Movimiento Revolucionario “Manuel
Rodríguez”.
Sólo
una colectividad de la izquierda se manchó con un hecho. Dada su gravedad, no
podemos menos que informar a todo el pueblo.
Es
enormemente doloroso que una colectividad de la izquierda, enceguecida por el sectarismo,
tantas veces combatido por Luciano, también hoy, muerto nuestro compañero, no
haya sido capaz de superarlo.
Muerto
Luciano, la Dirección Nacional del MIR se propuso solicitar a la Central Única
de Trabajadores que los restos de nuestro compañero fueran velados en el local
de la CUT Provincial. Entendíamos y entendemos que el mejor lugar donde podían
estar velados los restos de nuestro compañero, era la casa de los trabajadores
por los que Luciano había entregado toda su vida. Solicitamos al compañero
Allende que intercediera para ayudarnos a este objetivo; así lo hizo, conversamos
también con el Secretario General de la CUT, compañero socialista Hernán del Canto,
quien manifestó su acuerdo.
No
reaccionaron de la misma forma los compañeros comunistas. Después de tramitarnos
por 24 horas, miembros de la Comisión Política del Partido Comunista nos
hicieron saber que ellos consideraban que Luciano era todo un líder estudiantil
y que por “razones políticas” la presencia de los restos de Luciano Cruz en el
local de la Central Única de Trabajadores comprometía a la CUT, dada la
política y las actitudes del MIR, y nos ofrecieron otros locales sindicales de
menor significación.
Finalmente,
el compañero Luis Figueroa, Presidente Nacional de la CUT y diputado comunista,
después de tramitarnos por horas y en conocimiento que el cadáver de Luciano
esperaba desde hacía ya cinco horas en una camioneta, nos comunicó a las 10 de
la noche de ayer que el Consejo Nacional de la CUT era contrario a prestarnos
el local de la CUT Provincial. Hoy el diario “El Siglo” del Partido Comunista,
afirma que: “El MIR violó el local de la CUT Provincial”.
No
fue así, compañeros. Es que no sólo hay dirigentes sectarios en la izquierda en
Chile. Dirigentes sindicales socialistas de la CUT Provincial nos abrieron el
local en la noche de ayer, asumiendo ellos con sus nombres y sus cargos la
responsabilidad. Habríamos de saber también, después, por dos compañeros
socialistas, miembros del Consejo Nacional de la Central Única de Trabajadores,
que el compañero Luis Figueroa no habría reunido dicho organismo. El
personalmente se había asignado la representación de los centenares de miles de
trabajadores chilenos para negarnos el local de la CUT para velar a nuestro
compañero muerto.
Estamos
seguros que los militantes del Partido Comunista comparten con nosotros el criterio
de que la unidad de toda la izquierda para hacer avanzar este difícil proceso y
para enfrentar el enemigo fundamental es decisiva. Sabemos que nos acompañan en
el dolor ante la muerte de un revolucionario y estamos ciertos que no piensan
como se expresaron ayer algunos de sus dirigentes.
Estamos
seguros también que los trabaja dores de todo Chile sienten pesar por la muerte
de Luciano, que lo ven como su líder y que entienden que la casa de los
trabajadores era el lugar donde debían velarse los restos de Luciano.
Nos
vemos obligados a tener que hablar hoy de incidentes tan lamentables, en tan
tristes horas como éstas, porque creemos que nosotros, que toda la izquierda y
que todos los trabajadores, deben luchar y aplastar las manifestaciones
sectarias de algunos de sus dirigentes si realmente estamos luchando por el
socialismo, por un gobierno de trabajadores y por una nueva sociedad.
Es
decisión nuestra que a partir de este incidente no se levante una campaña
anticomunista. Hemos evitado siempre entregar banderas al enemigo; así lo
hicimos cuando murió nuestro compañero Amoldo Ríos. El sectarismo es una
deformación que se ha dado en otros procesos revolucionarios y se ha manifestado
a veces en Chile, y que como de-formación en las organizaciones de la izquierda
debe ser combatida y - aplastada, como única forma de poder golpear unidos y
con más fuerza a nuestros enemigos de clase. Pensamos, como siempre sostuvo
Luciano, que la tarea es unir a la izquierda, para hacer avanzar el proceso y
así ir superando errores, pero lo entendemos sólo si se hace frente al pueblo.
La
muerte de Luciano Cruz es un duro golpe para nosotros. Los trabajadores han perdido
un líder, los revolucionarios han perdido un compañero y nosotros un militante,
amigo y hermano de lucha.
Su
vida fue ejemplo para nosotros y lo será para generaciones venideras. Luciano será
ejemplo para miles de jóvenes del pueblo que no quieren vivir de rodillas en la
miseria.
Su
muerte habrá de ser un impulso para la lucha que se avecina.
Juramos
frente a nuestro compañero de lucha combatir implacablemente a los enemigos del
pueblo, luchar por conquistar el poder para los trabajadores, por instaurar un
gobierno revolucionario de obreros y campesinos y por construir el socialismo
en Chile”.
LUCIANO:
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
*Publicado
como suplemento de la edición N° 138 de la revista Punto Final, martes 31 de
agosto de 1971; pp. 12-15
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MILES DE
TRABAJADORES LEVANTARON LAS BANDERAS DE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA*
Miles de obreros,
campesinos, pobladores y estudiantes portando las banderas rojo y negro del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), del Frente de Trabajadores
Revolucionarios (FTR), del Movimiento Campesino Revolucionario (MCR), de la
Jefatura de Pobladores Revolucionarios (JPR), y de los estudiantes agrupados en
los FER-MUI, recorrieron las calles de Santiago acompañando los restos de
Luciano Cruz. Los gritos ¡Luciano: hasta la victoria siempre!, ¡Luciano,
Guevara, el pueblo se prepara!, hicieron de estos funerales un combativo
homenaje al dirigente revolucionario muerto y una firme manifestación de las
masas de su decisión de seguir por el camino de la lucha socialista a la cual
Luciano Cruz entregó su vida.
LUCIANO, UN
DIRIGENTE DE LOS TRABAJADORES
Al
morir nuestro dirigente, la Dirección Nacional del MIR solicitó a la CUT el
local provincial de esta organización para velar los restos de Luciano Cruz. Es
conocido por todo el país que el presidente, Luis Figueroa, y otros dirigentes
comunistas de la CUT, se negaron en una actitud sectaria a que en dicho local
los trabajadores rindieran su homenaje al dirigente revolucionario muerto.
Diferentes
razones dieron los dirigentes comunistas para justificar su actitud sectaria.
Desde el diario “El Siglo” que informó que el MIR “violó” el local de la CUT
Provincial, hasta una supuesta reunión del Consejo de la CUT en que se habría
decidido no facilitar el local; ha quedado demostrado por las propias
declaraciones de los dirigentes socialistas de la CUT (el consentimiento del
Secretario General de la CUT, Hernán del Canto, a que se facilitara el local;
la declaración del Consejero de la CUT, regidor Tomás Inostroza; la visita a la
CUT de Hernán del Canto y Fidelma Allende y otros dirigentes de este organismo
de los trabajadores) que fueron estos dirigentes socialistas quienes, comprendiendo
que el lugar digno para velar los restos del dirigente revolucionario Luciano
Cruz era la CUT, entregaron el local. Adujo también el Partido Comunista, como
razón, que los dirigentes del MIR no habían hecho presentes sus condolencias al
Partido Comunista ante la desaparición de Oscar Astudillo: es verdad que la
repentina muerte de Luciano Cruz no permitió a los dirigentes del MIR estar
presentes en los funerales del dirigente comunista, pero el Secretarlo General
del MIR, a nombre de la Comisión Política y del Comité Central de nuestra organización,
hizo público saludo al dirigente Oscar Astudillo, militante comunista que
dedicó toda una vida a la causa de los obreros.
Estas
y otras razones como que el Partido Comunista no empleó para tales efectos un
local de la CUT, que no se quería vincular a la CUT con determinadas tendencias
políticas, etc., dieron los dirigentes comunistas de la CUT para justificar su
injustificable acto. Pero detrás de todas estas explicaciones hay una sola
razón valedera: el Partido Comunista quería limitar la imagen de Luciano Cruz a
la de un dirigente estudiantil, no quería reconocer que este dirigente de la
izquierda revolucionaria era un gran dirigente de toda la clase trabajadora,
querido y seguido por obreros, campesinos y pobladores. Y este intento de
minimizar el gran significado que tuvo para nuestro pueblo Luciano Cruz, fue
echado por tierra por los propios trabajadores, por los miles de trabajadores
que fueron al local de la CUT a rendirle su homenaje proletario y que lo acompañaron
hasta el Cementerio General. Fue echado por tierra por la presencia del
Presidente Allende, de todos los movimientos y partidos de la izquierda.
LAS MASAS ESTAN CON
LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
Fuentes
policiales calcularon en más de 30 mil las personas que desfilaron acompañando
a Luciano y otras 20 mil que se situaron en las veredas a esperar el paso del
cortejo. Eran cuadras y cuadras de obreros, de campesinos, de pobladores, y de
estudiantes, que marchaban enarbolando las banderas rojo y negro de la
izquierda revolucionaria, que marcaban el paso con combativos gritos y
consignas.
Los
funerales de Luciano Cruz destruyeron definitivamente el mito levantado por la burguesía
temerosa, y muchas veces respaldado por sectores de la izquierda tradicional,
de que la izquierda revolucionaria es una fuerza desligada de las masas
trabajadoras. Los funerales de Luciano Cruz muestran, por el contrario, que
vastos sectores de obreros, campesinos y pobladores, los más pobres y más
marginados de estos sectores, se identifican con la acción y las banderas de
lucha de la izquierda revolucionaria, del MIR.
Actitudes
como las que han tenido algunos dirigentes comunistas de la CUT, son producto
de la resistencia de sectores de la izquierda tradicional a reconocer que la izquierda
revolucionaria constituye una realidad objetiva que agrupa una tendencia revolucionaria
de miles de trabajadores organizados a través de todo Chile. Esta negativa a
reconocer la realidad y los actos a que esta ceguera lleva, ha obligado al MIR
a informar al pueblo sobre tales hechos que en definitiva sólo sirven para
debilitar la unidad de la izquierda y de las clases trabajadoras frente al
enemigo común. El MIR y los sectores trabajadores que agrupa la izquierda
revolucionaria son enemigos de enfrentamientos internos que perjudican a la izquierda
en su conjunto, pero también son enemigos de actitudes de sectarismo que sólo
son útiles para echar más agua al molino de la reacción.
LAS MASAS TOMAN LAS
BANDERAS DE LUCHA DEL MIR
Los
miles de trabajadores que acompañaron a Luciano, convirtieron estos funerales
en una combativa movilización contra la burguesía, reafirmaron la decisión de
lucha que caracterizó la vida del dirigente revolucionario. Esos campesinos,
obreros, pobladores y estudiantes, que hacían retumbar el centro de Santiago
con sus gritos de lucha y levantaban las banderas rojo y negro, estaban levantando
las banderas de lucha del MIR. Los campesinos que vinieron del sur y de los alrededores
de la capital a acompañar a Luciano, vinieron a reafirmar con su presencia la
decisión del MCR de luchar por la aceleración de la Reforma Agraria, de seguir movilizándose
por la conquista de más fundos, de combatir el burocratismo y transformar los
Consejos Comunales en órganos de participación y poder campesinos, de tomar los
latifundios que boicoteaban la producción, de enfrentar los grupos sediciosos
de empresarios agrícolas. Los obreros del FTR que marcharon en el funeral
estaban marchando por la conquista de más fábricas para el pueblo, por el
control obrero de las industrias, por la defensa de las fábricas en manos de
los trabajadores contra los intentos reaccionarios de la Contraloría de
favorecer a los empresarios. Los pobladores de la JPR, que estaban en esa
marcha, están por la movilización contra el boicot de la Cámara Chilena de la
Construcción a los planes de vivienda, por la expropiación de las grandes
empresas constructoras, por la creación de brigadas de trabajadores de la
construcción y comités de vigilancia de la construcción. Todos esos trabajadores
están por el no pago de indemnización en la nacionalización del cobre, están
por la movilización contra el Congreso reaccionario, están por el
enfrentamiento decidido a los medios de comunicación controlados por la
burguesía, están por la lucha abierta contra la sedición PDC-PN, y por la preparación
para el enfrentamiento en todos los campos. Todos esos trabajadores están por
la destrucción del Estado capitalista actual y la conquista del poder
socialista por obreros y campesinos.
Manuel Ibarra Rojas
*Publicado
como suplemento de la edición N° 138 de la revista Punto Final, martes 31 de
agosto de 1971; pp. 9-11
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MIGUEL
ENRÍQUEZ:
"A CONQUISTAR EL PODER REVOLUCIONARIO DE OBREROS Y
CAMPESINOS"
Discurso en
homenaje a Moisés Huentelaf (1° de noviembre de 1971) ‡
Compañeros
campesinos de Cautín y de todo Chile.
Compañeros del
Movimiento Campesino Revolucionario y del Frente de Trabajadores
Revolucionarios.
Compañeros
militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
Compañeros:
A
nombre de la Dirección Nacional del MIR hemos venido a rendir un homenaje a
Moisés Huentelaf; campesino, mapuche, revolucionario y militante de nuestro
movimiento, asesinado por los momios latifundistas el viernes 22 de octubre en
el fundo Chesque.
La
forma en que encontró la muerte Moisés Huentelaf resume gran parte de lo
contradictorio y confuso del período porque atraviesa nuestro país.
Como
ocurre a lo largo de todo el campo chileno, campesinos pobres, sin tierra, se
organizan para conquistar ellos mismos lo que la ley les niega: la tierra.
Explotados por décadas, marginados de los beneficios de la sociedad,
desarmados, unidos sólo por su miseria y decisión, se tomaron un fundo donde no
se explotaba la tierra.
Los
dueños del fundo, enriquecidos a costa de la explotación de los campesinos,
gozando de la riqueza y el privilegio, que no trabajaron la tierra para crear
el hambre en Chile; impunemente, bien armados y organizados, atacaron,
dispararon, hirieron y asesinaron campesinos; así se defiende el derecho de
algunos a la riqueza y un destino de miseria para otros.
Los
campesinos fueron desalojados, Moisés Huentelaf fue asesinado, otros campesinos
fueron heridos.
Es
un episodio de la lucha entre los dueños del poder y la riqueza por un lado y
los trabajadores por el otro, en la forma que adopta hoy en Chile.
Pero
eso no fue todo. Tres carabineros ayudaron a los terratenientes a desalojar a
los campesinos, el Gobernador de Loncoche fue llamado tres veces para que
interviniera, pero se abstuvo, no acudió y dejó que los terratenientes acribillaran
por tres horas a los campesinos. Y no terminó allí el incidente.
Esa
noche, cuando un campesino fue asesinado por los terratenientes, el juicio que
comenzó fue el juicio a los campesinos: fueron cazados en los caminos y en sus
chozas; decenas de ellos fueron detenidos, al menos uno de ellos fue torturado,
fueron allanadas las casas campesinas a la búsqueda de las armas que no mataron
a nadie, fueron golpeadas sus mujeres y sus niños.
Un
campesino ha sido asesinado por los terratenientes: la prensa reaccionaria
informa al país que son guerrilleros, que los campesinos desatan un clima de
terror en los campos, que están armados.
Un
campesino ha sido asesinado por los terratenientes, y el Ministro del Interior,
horas después, aprovecha de condenar las tomas de fundos por los campesinos.
Las concesiones del
Gobierno
La
muerte de Moisés Huentelaf, su asesinato en el fundo Chesque, nos ofrecen una
síntesis de lo que ocurre hoy en Chile más clara que cientos de tratados de
teoría política. Los trabajadores hoy en Chile combaten por sus intereses, las
clases dominantes defienden a sangre y fuego su poder y riqueza, las
instituciones del aparato del Estado capitalista, la ley y la justicia juegan
su papel histórico, defienden los intereses de los patrones contra los
trabajadores; y el gobierno de la Unidad Popular, elegido por los campesinos y
los trabajadores de todo el país, permite que los sectores más conciliadores
hagan concesiones a los patrones.
Así
perdió la vida Moisés Huentelaf, campesino, mapuche y revolucionado. A los 24
años de edad, después de tres años de militancia en el MIR, deja una compañera
y dos hijos. Tenía tierra, la había conquistado poco tiempo antes, pero había
dedicado su vida a luchar por conquistar la tierra para todos los trabajadores
y a combatir a los terratenientes.
Moisés
Huentelaf, héroe de la lucha de los campesinos, une su nombre al de los
asesinados en la Coruña, San Gregorio, Ranquil y Lonquimay, El Salvador y
Puerto Montt.
Así
mueren hoy en Chile los campesinos. Las circunstancias de su muerte resumen lo
confuso y contradictorio del período por que atravesamos.
El
mejor homenaje que podemos rendirle, es a partir de su muerte explicar a los
campesinos y al pueblo qué ocurre hoy en Chile, en qué consiste este proceso
lleno de avances y retrocesos.
Lo
haremos no erigiéndonos en jueces, no como observadores ajenos al proceso, sino
como partes de él, comprometidos como estamos en su resultado y destino.
Lo
haremos de la única forma que es posible, frente al pueblo, frente a los únicos
jueces, los obreros y los campesinos. Lo haremos sin esconder nada, mostrando
la política reaccionaria de las clases dominantes, saludando los avances que el
gobierno y los trabajadores han alcanzado, pero también criticando los errores,
las debilidades y las concesiones de este gobierno. Entendemos que sólo así se
fortalece el avance de los trabajadores y la izquierda.
Nosotros no
confundimos al enemigo
Demasiado
cerca está la experiencia boliviana, es muy alto el costo de los errores y no
es tan débil la izquierda y el movimiento de masas como para que no resista la
crítica revolucionaria y desde allí se fortalezca. Nosotros no confundimos a
nuestros enemigos, que no los confundan quienes no gustan del debate ideológico
en el seno del pueblo.
Desde
que este período se inició, dijimos que el ascenso de la Unidad Popular al
gobierno era un hecho positivo, pues incorporaba a grandes sectores de masa a
la lucha por el socialismo, porque abría grandes posibilidades de organización
y movilización de los trabajadores y porque cristalizaba el alineamiento de dos
grandes campos: el de los dueños del cobre, de las fábricas y los fundos por un
lado; y por el otro el de los trabajadores.
Dijimos
entonces, como muchos, que grandes dificultades aparecían en el camino y que
grandes debilidades afectaban el avance de los trabajadores; entre los
fundamentales: el poder económico, político y militar de las clases dominantes,
el imperio de la ley construida por los patrones, la supervivencia de un Parlamento
reaccionario y de una justicia de clases.
Planteamos
desde un principio que sólo podían avanzar los trabajadores y el gobierno a
través del uso de las dos grandes palancas que le entregarían fuerza: la unidad
de todo el pueblo y de la izquierda y la movilización de las masas a partir de
sus reivindicaciones, contra sus patrones, para desde allí acumular la fuerza
suficiente para conquistar el poder.
Eso
pensábamos desde el comienzo, y hoy después de un año de gobierno de la Unidad
Popular seguimos pensando básicamente lo mismo.
¿Pero qué ha
ocurrido en los hechos en el último año?
Por
un lado el gobierno de la Unidad Popular ha nacionalizado el cobre, ha
estatizado la casi totalidad de la banca, ha tomado bajo su control algunas
industrias, ha expropiado cerca de un tercio del total de fundos que tienen
sobre 80 hectáreas de riego básico, ha redistribuido el ingreso nacional a
favor de las capas más pobres de la población, ha iniciado una disminución
significativa de la cesantía. Eso es lo positivo, es lo que los trabajadores
del campo y la ciudad apoyan.
Al
mismo tiempo, a estas medidas se oponen los norteamericanos cuando agreden en
declaraciones a Chile, cuando le cortan toda ayuda crediticia y cuando amenazan
a Chile con sanciones. Frente a estas medidas del gobierno los terratenientes
sabotean la producción agropecuaria, buscando crear desabastecimiento; los
industriales no aumentan en forma suficiente la producción, la Cámara Chilena
de la Construcción sabotea los planes habitacionales; el Partido Demócrata
Cristiano y el Partido Nacional atacan y conspiran contra el gobierno, se arman
y conspiran contra el pueblo.
Todo
lo anterior constituye la forma que adopta la lucha de los explotadores por
defender su poder y riqueza en contra del avance de los trabajadores, y el
pueblo así lo entiende.
La represión contra
trabajadores
Pero
no todo es tan claro para los trabajadores, hay hechos y medidas del gobierno
que los confunden, que los desconciertan, que no entienden, que nadie les
explica y que sólo unos pocos intentan justificar.
En
los campos de Chile se ordena a carabineros que desaloje y reprima a campesinos
que luchan por la tierra. En Santiago se apalea a los estudiantes cuando
protestan contra las agresiones del gobierno norteamericano, Se reprime a los
pobladores del Campamento Nueva Habana cuando protestan contra el sabotaje de
la Cámara Chilena de la Construcción y el trámite burocrático de la
Contraloría.
En
Concepción, por orden del Intendente se desalojó policialmente un hogar de
estudiantes y se impulsó la represión a estudiantes y pobladores en las calles.
En Arica se reprimió a estudiantes que protestaban por la visita a nuestro país
de la marina norteamericana, masacradora de campesinos en Vietnam. En Loncoche,
el Gobernador permitió que un grupo armado de terratenientes acribillara más de
tres horas a los campesinos.
Estas
medidas y actitudes son las que el pueblo no comprende y rechaza. Estas
contradicciones del período son las que queremos hoy explicar a los
trabajadores de todo Chile y sólo podremos hacerlo si tomamos el proceso desde
su comienzo.
La
lucha centenaria y la fuerza de los trabajadores llevaron a la Unidad Popular
al gobierno. Los trabajadores depositaron allí su confianza y se dejaron
conducir.
El
gobierno comenzó tomando algunas medidas económicas que abrieron un camino en
el terreno de la gran minería del cobre, de la banca y de la industria. En este
terreno queda, como es evidente, un largo y el más difícil trecho por recorrer:
erradicar las inversiones norteamericanas en la industria, redistribuir
efectivamente el crédito, incorporar a la propiedad de todo el pueblo la
totalidad de la gran industria, etc.
Las contradicciones
del período
No
fue tan clara la política agraria del gobierno y fueron de más graves
consecuencias las medidas adoptadas, dada la mayor intensidad de las luchas
campesinas. Desde el comienzo, el gobierno aceptó la Ley de Reforma Agraria
democratacristiana y no presentó otro proyecto de ley. Al limitar también el
camino de las intervenciones, el gobierno sólo pudo proponerse la expropiación
de los predios que tenían más de 80 hectáreas de riego básico, existiendo gran
propiedad agraria también en predios de menor cabida. Por este camino el
gobierno se vio obligado a conceder la reserva a los terratenientes, a tener
que indemnizarlos cuando los expropiaba y a todo un procedimiento tecnocrático
y burocrático de acceso a la tierra por los campesinos. La situación se hizo
más grave aún al limitar el gobierno las expropiaciones en 1971 a 1.300 predios
del total de 3.800 que tenían sobre 80 hectáreas de riego básico.
Esto
llevó al gobierno a graves contradicciones con el movimiento campesino, y
obligó a éste a buscar por todos los medios, a pesar de la política del
gobierno, formas para poder seguir avanzando. Así se desarrolló la movilización
campesina primero en el sur de Chile y después en el centro del país. El
gobierno intentó resolver esta contradicción ideológica y políticamente las
formas que adoptaba el avance de los trabajadores en el campo y después cayó en
las incursiones represivas a las movilizaciones campesinas, las que hoy son
cada vez más frecuentes.
Los
terratenientes a su vez, algunos expropiados y otros amenazados, pero la
mayoría impunes, pudieron sabotear la producción agropecuaria a su gusto,
desmantelar los fundos, etc., y así lograron crear desabastecimiento en algunos
rubros.
El gobierno no
movilizó a las masas
El
resultado de una política débil en el sector agrario y el hecho de que el
gobierno no haya asumido el liderazgo del movimiento campesino en ascenso,
obligó al movimiento campesino, al serle negados los instrumentos legales por
medio de los cuales encauzar su lucha, a acudir a formas ilegales de
movilización, entre las que están las tomas de fondos, que hemos encabezado. El
MIR no inventó la lucha de clases en el campo, sólo hemos organizado y liderado
las únicas formas posibles de movilización campesina dadas las condiciones
impuestas por la política agraria del gobierno.
Pero,
salvo en el sector agrario, no es en el terreno de las medidas económicas donde
está el origen fundamental de las contradicciones que el período nos ofrece.
La
Unidad Popular, al mismo tiempo que tomaba medidas económicas que abrían un
camino a este terreno, no incorporó las masas al proceso en forma adecuada ni
en grado suficiente. Más aun, a veces tomó medidas abiertamente contrarias al
sentir de los trabajadores, como la reincorporación de los saboteadores de
Sumar expulsados por los trabajadores o como la destitución del jefe zonal de
CORA de Linares, Gabriel Coll, medida que fue resistida por los campesinos y
toda la izquierda de Linares.
Tampoco
movilizó a los trabajadores detrás de sus reivindicaciones y contra sus
patrones. Al contrario, primero no los movilizó y luego llegó a llevar a cabo
incursiones represivas sobre algunas movilizaciones de los trabajadores. Si
bien es cierto que desarrolló algunas formas de movilización e incorporación de
las masas, o éstas fueron limitadas o fueron por objetivos alejados de sus
intereses concretos o fueron también distantes de su nivel de conciencia.
Al
proceder de esta forma el gobierno y la Unidad Popular no ganaron la fuerza de
masas que le debieron entregar algunas de las medidas económicas tomadas. Así
el gobierno no tuvo la fuerza suficiente para golpear, transformar o reemplazar
las instituciones que todos antes reconocíamos como contrarias al avance del
proceso: la Ley de los patrones, el Parlamento con mayoría democratacristiana y
nacional, y la justicia de clases.
Si
no se tuvo la fuerza para golpear estas instituciones, hubo entonces que
someterse muchas veces a sus imposiciones. Así, la mayoría parlamentaria
democratacristiana y nacional, al modificar el proyecto de nacionalización del
cobre, obliga a Chile a pagar la deuda de las compañías norteamericanas que
asciende alrededor de 700 millones de dólares; así el imperio de la justicia de
clases dejó libres e impunes a la mayor parte de los asesinos de Schneider a la
vez que encarcela estudiantes y campesinos cuando éstos luchan por sus
intereses. La legalidad, la ley de los patrones, es el peor enemigo del avance
de los trabajadores y muchas veces el proceso ha sido frenado por ella: es la
legalidad de los patrones como la Ley de Reforma Agraria democratacristiana, la
que impide que los campesinos conquisten la tierra; es la legalidad de los
patrones a través de la Contraloría la que frena y dificulta el rápido aumento
de la propiedad de todo el pueblo en la industria; es la legalidad de los
patrones la que por favorecer a los empresarios de la Cámara Chilena de la
Construcción dificulta el acceso del pueblo a la vivienda; es, finalmente, la
legalidad de los patrones la que agrede al movimiento estudiantil hoy en la
Universidad de Chile.
Así
el gobierno de la Unidad Popular si bien hirió intereses de la clase dominante,
si bien comenzó a tomar medidas positivas en el terreno económico en general y
mucho más limitadamente en el sector agrario, al no incorporar las masas al
proceso y al no golpear el aparato del Estado y sus instituciones, no ganó
fuerza y se hizo cada vez más débil. Ahora bien, son precisamente estas dos
medidas: la incorporación de las masas al proceso y los golpes al aparato del
Estado las que definen un proceso como revolucionario y lo hacen irreversible
si se llevan a cabo.
Pero
no por ser menos fuerte el gobierno disminuyó la agresividad de las clases
dominantes, las que directamente heridas o viendo amenazados sus intereses, con
más fuerza aún acataron al gobierno y los trabajadores. En esa circunstancia se
abrió el camino a las concesiones del gobierno frente a las presiones de los
dueños del poder y la riqueza.
Las actitudes
positivas
Pero
al mismo tiempo se dan en el gobierno y en la Unidad Popular sectores y
actitudes que abren un camino que permita hacer avanzar a los trabajadores.
Resultado de ello son las medidas económicas que antes hemos considerado
positivas, las actitudes recientes del no pago de indemnización por la
nacionalización del cobre, impulsado fundamentalmente por los compañeros
socialistas. También es positiva la presentación del decreto de insistencia por
el gobierno en lo que se refiere a la requisición de las empresas textiles.
Tratamiento adecuado también es el dado por el gobierno a los terratenientes en
el acto inaugural de la FISA. Los trabajadores apoyan y refuerzan estos
sectores y estas actitudes del gobierno.
Pero
no sólo existen sectores y actitudes del gobierno que empujan por el avance de
los trabajadores sino que también, y esto es lo fundamental, los trabajadores
mismos, si bien no han sido movilizados masivamente por el gobierno, están en
todo el país, en los campos y en las ciudades, luchando con más fuerza que
nunca por sus intereses, contra sus patrones.
Nunca
ha sido mayor la movilización campesina en Chile, la lucha por la tierra se ha
extendido como mancha por los campos del sur y del centro del país; campesinos
mapuches, pequeños propietarios sin tierra, obreros agrícolas y cesantes
agrarios se organizan, movilizan y enfrentan a los terratenientes luchando por
conquistar la tierra.
En
las ciudades los obreros de la pequeña, la mediana y la gran industria, los
cesantes, los pobladores y los estudiantes luchan también por sus intereses y
reivindicaciones y por el avance de los trabajadores.
Las
concesiones le pavimentan el camino a la sedición, Compañeros:
Esto
es lo que ha venido ocurriendo en Chile. Chile está hoy dividido en dos grandes
bandos: de un lado están los trabajadores, del otro los patrones.
Diariamente,
en cada fundo, en cada fábrica, en los campos y las ciudades de Chile se está
dando un combate entre los patrones y los trabajadores, una lucha implacable
entre los explotados y los explotadores.
Los
patrones, los dueños de los fundos y las fábricas, los mismos que hace un año
temblaban ante el avance de los trabajadores, los mismos que ayer sabían que el
pueblo reconquistaría lo que es suyo, hoy comienzan a levantar cabeza. Retoman
la iniciativa y abren una contraofensiva reaccionaria en todos los niveles: se
pasean armados por los campos de Chile, desalojan y asesinan campesinos,
insultan por sus diarios, conspiran descaradamente. Atrincherados en el
Parlamento, escondidos detrás de las banderas de la ley y el orden golpean a
los trabajadores, avanzan y logran retomar algunas posiciones. Incluso llegan a
confundir a sectores del pueblo.
Desde
estas posiciones las clases poseedoras luchan por crear un desgaste político
del gobierno entre las masas. Esto se ve favorecido cuando descubren que con su
griterío legalista y con sus montajes publicitarios obtienen concesiones de los
sectores más vacilantes del gobierno, tratando así de crear graves
contradicciones entre el gobierno y el movimiento de masas para quebrar la base
de apoyo social del gobierno, dividir a las masas y desde allí volver a
intentar el derrocamiento del gobierno y la represión al movimiento de masas.
De
esta forma los que hacen concesiones creyendo que así pueden tranquilizar a los
sectores más estridentes de la clase dominantes, no hacen otra cosa que
favorecer los juegos tácticos de la sedición.
Al
mismo tiempo los trabajadores del campo y la ciudad combaten diariamente por
sus intereses y contra los patrones. Nunca ha sido mayor la movilización
campesina, obrera y pobladora. A lo largo de todo el país los campesinos le
arrebatan la tierra a los terratenientes, los obreros luchan en sus fábricas,
los pobladores combaten a la Cámara Chilena de la Construcción y los legalismos
y burocratismos que dificultan su avance. Pero si los patrones se logran unir y
pasan a la contraofensiva, no siempre los trabajadores muestran el mismo grado
de decisión y unidad. las contradicciones del período, las concesiones de
otros, las agresiones de los patrones, por momento les desconciertan.
La
fuerza y decisión de los trabajadores llevó a la Unidad Popular al Gobierno, lo
impuso superando las maniobras reaccionarias, lo defendió e impidió reiterados
intentos sediciosos contra el gobierno, e incluso moderó y subordinó sus luchas
si así se lo pidieron.
Los trabajadores
definen un camino propio
El
pueblo entregó toda su confianza a la Unidad Popular y se dejó conducir por
ella; entendía que al conquistar el gobierno estaba ganando un instrumento que
le ayudaría en la lucha por sus intereses y en contra de sus enemigos. A pesar
de las medidas positivas de este gobierno, de los avances que la Unidad Popular
ha hecho, las debilidades, las concesiones y las tentaciones de algunos de sus
sectores de convertirse en árbitros de la lucha de clases no les dejan a los
trabajadores otro camino que recobrar una cuota de la confianza entregada, y
apoyando las medidas positivas de este gobierno, combatiendo sus concesiones,
pasar los trabajadores a definir un camino propio.
Los
trabajadores comienzan a retomar la iniciativa, inician una ofensiva en todos
los planos, dejan de esperar que otros les resuelvan sus problemas, y,
dirigiéndose ellos mismos, luchan directamente por sus intereses usando todas
las formas de lucha.
En
el combate de los trabajadores, en la fuerza de sus movilizaciones, se
desarrolla una potencia incontenible que nada ni nadie podrá detener, que es la
única garantía de un camino revolucionario y socialista.
Esta
es la tarea fundamental del período. Es deber de toda la izquierda y del
gobierno favorecer y empujar estas movilizaciones. Esta es la única forma de
derrotar a las clases dominantes, de resolver los problemas de los
trabajadores, de hacer avanzar a los obreros y campesinos, de resolver las contradicciones
del período, de combatir las tendencias vacilantes en el gobierno y de afirmar
los sectores más radicalizados. Es la mejor forma de defender la estabilidad
del gobierno. Es a través de estas movilizaciones que los trabajadores ganan
conciencia y organización, las que se traducen posteriormente en fuerza.
Nosotros,
los militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, a través del
Movimiento Campesino Revolucionario, del Frente de Trabajadores
Revolucionarios, de las organizaciones revolucionarias de los pobladores y del
Frente de Estudiantes Revolucionarios, empujaremos estas formas de movilización
de las masas y buscaremos asumir su liderazgo.
Llevando
a cabo esta tarea los trabajadores obtendrán la fuerza necesaria, la conciencia
y organización suficientes para pasar a tareas que vayan definiendo el problema
del poder.
Unir
a todos los sectores del pueblo en el combate contra el enemigo común de todos
los sectores de trabajadores: la legalidad de los patrones.
¡A disolver el
Parlamento!
Obreros,
campesinos, pobladores y estudiantes entienden, y cada vez más irán
comprendiendo, que lo que frena su avance en todos los terrenos es la legalidad
construida por los patrones. Primera tarea será disolución del Parlamento.
Terminar con la mayoría democratacristiana y nacional que desde allí dispara
contra los trabajadores.
Su
reemplazo por una Asamblea del Pueblo en la que estén representados los
obreros, los campesinos, los pobladores, los estudiantes y los soldados.
Creación
de formas de poder local de los trabajadores en el campo y en la ciudad, a
través de las cuales vayan asumiendo tareas que sienten las bases de un poder
revolucionario y popular. Será tarea de los campesinos impulsar estas tareas a
nivel de los Consejos Comunales Campesinos.
Sólo
de esta forma se irán ganando la fuerza suficiente, para enfrentar la gran
tarea del período: la conquista del poder por los trabajadores.
Unidad de la
izquierda
Para
empujar estas movilizaciones, para combatir la legalidad de los patrones, es
imprescindible la unidad de todos los sectores del pueblo. Y ella exige la
unidad de las fuerzas más importantes de la izquierda.
La
única alternativa hoy en Chile es socialismo o fascismo. Estamos todos
comprometidos con el resultado de este proceso. No es posible que se pierdan
Federaciones estudiantiles en Santiago, en Temuco y en Ñuble exclusivamente por
el sectarismo de algunas fuerzas de la Unidad Popular que han impedido la
unidad de la izquierda, entregando así victorias a la Democracia Cristiana.
El
Movimiento de Izquierda Revolucionaria sostiene que a pesar que no concordamos
con cada paso de la Unidad Popular, que a pesar de que tengamos diferencias con
aspectos de su política, ello no significa que tengamos que ir a una ruptura
definitiva con la Unidad Popular.
¿Cómo
no quisieran las clases dominantes que el pueblo se dividiera definitivamente?
¿Cómo no quisieran "El Mercurio", "La Prensa", "La
Tribuna", que la izquierda comenzara una lucha fratricida? ¿Cómo no
quisieran los reaccionarios que entre la izquierda revolucionaria y el gobierno
se abriera un nivel de enfrentamiento que en su desarrollo llevara
inexorablemente al hundimiento del proceso?
El
Movimiento de Izquierda Revolucionaria busca la unidad de todo el pueblo y de
toda la izquierda para enfrentar en definitiva a las clases dominantes
nacionales y extranjeras.
¡A expropiar sin
indemnización toda la inversión norteamericana en Chile!
¡A conquistar todas
las grandes fábricas para el pueblo!
¡Por el control
obrero de la producción en la pequeña y mediana industria!
¡A expropiar todas
las grandes empresas de la construcción!
¡A construir la
Empresa Nacional de la Construcción!
¡Por la
estatización y democratización de la enseñanza en Chile!
¡Derecho a voto y a
ser elegidos, los suboficiales y soldados y clases!
¡A expropiar toda
la gran propiedad agraria sin indemnización, sin reserva a través de los
Consejos Comunales Campesinos!
¡A conquistar el
poder para los trabajadores, a instaurar un gobierno revolucionario de obreros
y campesinos!
‡ Publicado como suplemento de la edición N° 143 de la revista Punto
Final, martes 9 de noviembre de 1971; pp. 1-8.
______________________
COMITÉ DE INICIATIVA 50 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL MIR
[1] Luciano
falleció el 14 de agosto de 1971, asfixiado a causa de un accidental escape de
gas en su departamento del centro de Santiago –nota del Comité de Iniciativa 50
años de la Fundación del MIR
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