LA LÓGICA DEL CAMPO DE
CONCENTRACIÓN
Traducción Xavier Caño (Attacmadrid.org), 14/07/2015
He leído últimamente
una serie de nuevas investigaciones sobre el holocausto y los campos de
concentración, entre las que destaca el gran libro de Nikolaus Wachsmann KL, y
me he percatado de que, como la mayoría de la gente, era víctima del error de
creer que esos campos eran un lugar de exterminio. No lo eran, sino
organizaciones industriales gestionadas con criterios económicos peculiares,
pero muy racionales para obtener los máximos beneficios.
En
realidad, todo el sistema de dominación nazi estaba pensado según esos principios.
La ocupación de territorios del Este, en Polonia y Rusia, se organizó para
lograr la máxima producción de alimentos que proveerían a los ejércitos
alemanes. Del mismo modo, los más de siete millones de prisioneros y
trabajadores forzados extranjeros que había en el Reich estaban dedicados a
producir. Cuando los polacos que trabajaban en los campos alemanes regresaron a
su país, al fin de la guerra, no quedaba nadie para cultivar la tierra, de modo
que los aliados se vieron forzados también a hacer trabajar a los prisioneros
de guerra para paliar el hambre.
Todo,
hasta la propia aniquilación de los judíos, se pensó con criterios de
rentabilidad. El protocolo de la conferencia de Wannsee de 20 de enero de 1942,
que planeaba la eliminación final de los judíos de Europa, preveía que once
millones de judíos fueran evacuados hacia un destino indefinido, en Rusia o más
allá. Conducidos en grandes columnas, separados por sexos, se les haría
construir carreteras. “No hay duda -añadía el protocolo- que se perderá una
gran proporción de ellos a consecuencia de la selección natural. Los que queden
necesitarán un tratamiento adecuado, porque sin duda representan la parte más
resistente y se podrían transformar en el germen de una resurrección judía
(pruebas de ello hay en la historia)”.
Pero
la mejor muestra de racionalidad económica la tenemos en los grandes campos de
concentración, donde, según cálculos de Wachsmann, murieron 1.700.000 personas
(menos de la tercera parte de los seis millones de víctimas del holocausto).
El
secreto de su rentabilidad era utilizar hasta el agotamiento unos trabajadores
que costaban muy poco de mantener y que eran exterminados cuando dejaban de ser
útiles, como lo eran también la mayor parte de los hijos de las trabajadoras en
las guarderías de las fábricas. Eliminar los costes improductivos garantizaba
una alta competitividad.
Auschwitz-Birkenau
fue el ejemplo más representativo del holocausto industrial. Constaba de tres
unidades: Auschwitz I era un centro de producción industrial con talleres de
las SS e industrias de armamento. Pero también era un centro de experimentos
médicos, donde profesores universitarios practicaban la vivisección. Auschwitz
II Birkenau era el gran campo de exterminio y Auschwitz III Monowitz, proporcionaba
trabajo a la gran fábrica de caucho sintético de las IG Farben. Había además un
sistema de una cincuentena de campos auxiliares extendidos por Silesia, con
granjas, minas de carbón, canteras, piscifactorías… La vida activa de los
trabajadores-esclavos de este sistema industrial era corta, pues acababa cuando
ya no rendían adecuadamente y eran enviados a Birkenau para ser liquidados. De
los 1.700.000 muertos del conjunto del sistema de campos de concentración,
Auschwitz en aportó 1.100.000.
Quizás
alguien extrañe que haga estas consideraciones en un espacio destinado a
reflexionar sobre cuestiones del mundo en que vivimos. Pero estas lecturas me
han hecho pensar en las semejanzas que hay entre la lógica de los campos de
concentración y las políticas de austeridad que se nos imponen. Los fundamentos
son los mismos: minimizar los costes del trabajo y eliminar el derroche de
recursos que significa mantener a quienes no están en condiciones de producir.
La reducción de costes salariales se ha conseguido con una medida genial, la
“flexibilización del empleo”, que al dejar los trabajadores indefensos ante el
paro, ahorra a los empresarios las molestias que antes causaban las disputas
por el salario justo (¿qué sentido tiene hablar de “salario mínimo” cuando hay
contratos de 0 horas?).
Eliminar
a los que ya no son productivos se realiza discretamente con la rebaja de las
pensiones. Es un procedimiento más lento, que seguramente será más eficaz en el
futuro (con el copago de los medicamentos, por ejemplo), pero mucho más limpio
que quemar en un horno. Para acabar de parecerse al modelo original,
comprobamos que a los acreedores alemanes actuales no carecen, respecto a los
europeos del sur, de la misma convicción de superioridad racial que hacía decir
a Goebbels que los polacos “son más bien animales que humanos”.
Me
preocupa lo que pasa en el campo de concentración en que se ha convertido
Grecia, porque teniendo en cuenta la situación de nuestro país, donde el
volumen de deuda pública está en torno al 99% del PIB (300.000 millones más de
deuda que cuando Rajoy llegó al poder), lo que puede suceder si suben los bajos
tipos de interés actuales, que permiten atenderlos sin demasiados problemas,
sería sencillamente un desastre.
Quizás
es por eso que, en la misma semana, el FMI y el señor Luis de Linde, gobernador
del Banco de España, nos han dado la misma clase de consejos. Donde el FMI
pedía reducir salarios (con despido más barato aún) y limitar nuestros costes
de mantenimiento (subiendo el IVA y reduciendo la aportación del estado en
educación y sanidad), el señor Luis de Linde, lleno de entusiasmo, ha ido aún
más allá, pide una nueva reforma laboral (¿qué más derechos pueden quitar aún a
los trabajadores?) y avisa de que no nos hagamos ilusiones de mantenernos con las
pensiones cuando seamos viejos.
No
es todavía exactamente cómo el campo de concentración, pero a medida que
aprenden se perece cada vez más.
DOMINACION DE TIEMPO COMPLETO
07/08/2015
En
todo tiempo ha sido importante conocer los modos en que dominan las clases
dominantes. Buena parte del pensamiento anti-sistémico, en sus más diversas vertientes,
ha estado dedicado a la comprensión de esos modos, en particular en los
periodos de cambio y viraje, cuando los de arriba crean nuevas formas de
opresión, en ocasiones brutales, las más de las veces sutiles e invisibles.
El
historiador catalán Josep Fontana publicó semanas atrás un removedor artículo
titulado "La lógica del campo de concentración" (artículo anterior -nota
del CAD), en el que afirma que Grecia se ha convertido en un campo de
concentración donde los trabajadores no tienen derechos y además tendrán
pensiones miserables, que es el modo de "eliminar a los que ya no son
productivos".
Fontana
es uno de los más respetados historiadores vivos, de vasta producción y sólida
formación marxista. No es una persona que acostumbre agitar sin fundamento. En
su breve artículo (que merece la mayor difusión) y con base en los más
recientes trabajos sobre los campos, sostiene que no eran –solamente– lugares
de exterminio, sino "organizaciones industriales gestionadas con criterios
económicos peculiares, pero muy racionales, para obtener los máximos
beneficios".
Dice
que hasta la propia aniquilación de los judíos fue pensada con criterios de
rentabilidad, forzados los prisioneros a trabajar hasta el agotamiento y la
muerte en la construcción de carreteras, minas de carbón, granjas y hasta en la
fábrica de caucho sintético de IG Farben.
Para
Fontana, es importante "pensar en las semejanzas que hay entre la lógica
de los campos de concentración y las políticas de austeridad que nos
imponen", ya que los fundamentos son los mismos: reducir al mínimo los
costes del trabajo y eliminar a quienes no producen. Suena muy fuerte, pero es
una invitación a reflexionar sobre el mundo en que vivimos, algo que nos
resulta urgente en América Latina.
Giorgio
Agamben, en Homo sacer (Pre-Textos, 1998), advierte: "El campo de
concentración y no la ciudad es hoy el paradigma político de Occidente"
(p. 230). Dice más: "Desde los campos de concentración no hay retorno
posible a la política clásica" (p. 238). Llega a esa conclusión a través
del concepto de "nuda vida", vida desnuda, desprovista de derechos
reales, carne sin más, "indistinción entre derecho y hecho, norma y vida
biológica".
Nos
dice Agamben que hoy la dominación consiste en que nuestras vidas han sido
despojadas de toda cualidad humana, como si los seres humanos hubiéramos sido
reducidos a vegetales o carne animal.
No
se trata de pensar el campo de concentración como espacio cercado de alambradas
y torres de vigilancia, sino como mecanismo más sutil (a veces), que reduce
nuestras vidas a un mero ir y venir desde el trabajo (casi esclavo) al consumo
(ambos en espacios hipervigilados con cámaras). Vida biológica, donde a los
sujetos les han quitado la menor posibilidad de regular sus tiempos de trabajo
y de reproducción. Heteronomía en estado puro, como ya sucede en la maquila,
pero en realidad en todos los espacios y tiempos de la vida cotidiana.
Dominación de tiempo completo. Por eso Agamben señala que la vida desnuda,
nacida en los grandes estados totalitarios del siglo XX, es hoy la vida
"normal".
Llegados
a este punto, debemos preguntarnos: ¿cómo se hace política en estas
condiciones? ¿Cómo se trabaja para la emancipación? La respuesta más acertada
es que no sabemos, que tenemos que aprender, reflexionar, probar. Desconfiar de
quien tiene ya la respuesta preparada.
La
pregunta decisiva: ¿qué izquierda, qué tipo de movimientos, para una realidad
de dominación y control de este tipo?
La
experiencia reciente de Grecia puede ser un buen comienzo. Decir que Tsipras es
un "traidor" es el peor camino, porque sugiere que todo consiste en
poner a otro en su lugar para resolver el dilema. Cuando el problema es,
precisamente, que cualquiera que ocupe ese lugar no puede hacer otra cosa. En
términos del campo, el que ocupa esos cargos no puede sino hacer el papel de
guardián. O lo aniquilan.
A
partir de estas consideraciones, para quienes seguimos empeñados en la
resistencia y la emancipación parece necesario reflexionar en dos direcciones.
La
primera es poder discernir sobre las distintas modalidades que va asumiendo el
paradigma del campo de concentración en nuestras sociedades, cómo se
manifiesta, cuáles son las alambradas inmateriales que nos cercan, quiénes son
los guardianes, dónde están los barracones, y así hasta tener un panorama
claro.
Es
tarea central, que nos permitirá situarnos dónde estamos, observar qué
características tiene la dominación, pero también cuáles son sus puntos
débiles. En principio, y salvo demostración contraria, las instituciones
estatales deben ser consideradas parte del "dispositivo campo".
La
segunda es comenzar a construir un tipo de organización para operar dentro del
campo, con la perspectiva de escapar y, en algún momento, destruirlo. Hasta
ahora la mayor parte de las organizaciones, partidos de izquierda y movimientos
populares han actuado más como guardianes que como organizadores de fugas, aun
no siendo conscientes de ello.
Serán
necesarias organizaciones capaces de construir espacios seguros "fuera del
control de los poderosos" (James Scott), donde sea posible organizar fugas
y otras acciones. Ya no estamos en la era fabril (disciplina en espacios
cerrados), cuando la opresión se concentraba en el taller, donde burlaban el
control de los capataces. Lo mismo vale para las mujeres, que siempre crearon
espacios de libertad en la opresión. “La biopolítica –escribe Agamben– hace
vano cualquier intento de fundar las libertades políticas en los derechos del
ciudadano” (p. 231).
Para
recorrer este camino no hay manuales. La experiencia histórica, la de los
esclavos y los indios, puede servirnos de inspiración. La comunidad y el
quilombo parecen referencias ineludibles. Lo demás deberá ser improvisado.
Salvo la ética y el deseo de libertad.
Equipo Internacional –CAD CHILE
Agosto 9 de 2015
Es interesante la referencia sobre los campos de concentracion. debo recoser que nunca en mis trabajos lo expuse de esa manera, por el simple hecho de no manejar esos argumentos. Conocerlo aunque sea parcialmente a significado una posivilidad mas para seguir profundizando los analisis del devenir del capital mundializado. Si alguien pudiera enviarme los textos completos, se los agradeseria.
ResponderEliminarCompañero:
ResponderEliminarUn listado de sus obras la puedes encontrar acá: http://www.todostuslibros.com/autor/josep-fontana
Y sobre uno muy interesante, presentado acá en Vlpo., le puedes echar una mirada aquí:
http://www.uv.cl/pdn/?id=6740