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sábado, 15 de agosto de 2015

DEUDA HOSPITALARIA ES LO QUE LA FALSA DEMOCRACIA LE DEBE A LA SALUD DE LOS CHILENOS

Esta semana se supo que la deuda contraída por los Hospitales de Chile alcanzó una histórica cifra. De ello se extrae que los recursos invertidos por los gobiernos de la Nueva Mayoría y la derecha han sido pobrísimos. Peor aún, gran parte del aporte estatal va a parar al sector privado, quien se beneficia con la compra y externalización de servicios

A nada menos que $ 200 mil millones llega la deuda de los Hospitales públicos del país[1]. Dicho monto ya era indeseablemente alto en marzo del año pasado, cuando asume el gobierno Bachelet y la Nueva Mayoría (NM), empinándose entonces a $ 92 mil millones. De lo anterior, podemos constatar que en todo lo que va del segundo gobierno de Bachelet dichos compromisos por pagar se han elevado en un ¡117,4%!, y nada menos que un 29% tan sólo en estos últimos 4 meses, ya que en abril pasado el débito sanitario alcanzaba los $ 155 mil millones[2].

La información entregada por el Ministerio de Salud (MINSAL) a la subcomisión mixta de presupuesto de la cueva de corruptos del congreso, supera ampliamente los casi $ 66 mil millones adeudados a comienzos de 2014. Sin embargo, durante los últimos cinco años, el problema se acrecienta año tras año.

Las razones de este desangramiento de los establecimientos públicos de salud son múltiples, la mayoría de ellos derivados de la contrarreforma sanitaria de tiempos de Lagos, cuando se determinó que los Hospitales debían autofinanciarse (¡!)[3]. Las principales: los bajísimos aportes basales desde el nivel central; los desvalorizados aportes otorgados por el MINSAL y FONASA respecto de las prestaciones otorgadas por dichos centros; el creciente proceso de compra o arriendo en el mundo privado de las mismas; la históricamente pésima gestión por parte de las autoridades del MINSAL en estos 25 años de falsa democracia, con un cometido centrado en la mantención y reproducción de las políticas de mercado aplicadas al ámbito sanitario (la salud como una mercancía).

Las pruebas de la desgraciada administración de las autoridades del sector podemos constatarlas en: el inacabado programa de creación de 20 recintos hospitalarios, los que Bachelet se desgañita por asegurar que estarán listos al final de su mandato, aunque seguramente sin una adecuada implementación (como ha sido el caso del Hospital de Puerto Montt); los problemas de gestión a la cabeza del MINSAL y en la Subsecretaría de Redes Asistenciales; el nulo rol fiscalizador de la autoridad sanitaria sobre las platas traspasadas desde el sector público al privado, ello a lo largo de toda la larga red de salud; unas larguísimas listas de espera en variadas especialidades[4]; un grave y prolongado déficit de camas UTI, UCI y de ambulancias;

El conjunto de estos factores, ayudan a explicar una parte de la deuda hospitalaria, la práctica. La otra, la político-ideológica, deriva de la estrategia de los gobiernos mantenedores y reproductores del sistema de dominación legado por la dictadura, donde se conceptualiza a la salud como una mercancía transable en el mercado, que puede ser subsidiada, en cuya prestación se complementan lo público y lo privado (con un beneficio fácil para éste último y sus representantes), manejado por un conjunto de seguros o prestadores (privados o públicos), en lo que viene a ser la aplicación de la mentirosa ley de la oferta y la demanda capitalista a lo que debiera ser considerado un derecho y un bien inalienable.

Este modelo mantenedor del injusto e inequitativo sistema de salud pública instaurado bajo la dictadura cívico-militar, ha permitido que el aporte estatal a la salud pública de los chilenos apenas se haya elevado en los últimos 40 años (luego del 3% del PIB en el último año de la UP, pasó al 0,6% en 1989, y al 1,4% en ésta década)[5], haciendo que en la actualidad el financiamiento total en salud apenas corresponda en un 20% al Estado y que el resto dependa de FONASA (financiada en su cuasi totalidad con las platas de los mismos usuarios del sistema) y las Isapres (que cada vez obliga más a sus miembros a sacar plata de sus bolsillos); las autoridades persisten en pagar de forma subvalorada las prestaciones otorgadas por los establecimientos, pero no tienen problemas en obligar a estos últimos, a los que escatiman recursos para que tengan más camas, para que paguen 5 veces más por camas compradas al sector privado, etc.

También forman parte de las políticas de mantención del modelito monopólico-financiero en salud las concesiones de los hospitales. Así, no es novedoso, pero si preocupante, que las autoridades del MINSAL estén advirtiendo que sigue en pie la concesión[6] a privados de la ampliación del emblemático Hospital El Salvador, lo que ha contado con el activo y categórico rechazo[7] por parte de la comunidad del establecimiento.

Son los antecedentes expuestos y no las excusas centradas en la sola gestión de los recursos y de tipo monetarista, expresadas por Bachelet y su corte, los que producen la imposibilidad inclusive de avanzar en el recortado programa comprometido por el gobierno de la NM. La verdad es que, palabras más o menos, Bachelet se comprometió en medidas que radican en mejoras mínimas en infraestructura y aumento de especialistas, pero no en la modificación de las políticas públicas de financiamiento a fin de superar de verdad el déficit presupuestario de los hospitales. ¡Qué decir de cambiar la visión capitalista monopolista-financiera respecto de la Salud!, de eso no quieren ni murmurar algo.

Ya lo dijo la médico Izkia Siches[8], presidenta del regional Santiago de la orden, quien explicó que si bien esto de la deuda y la inversión hospitalaria son problemas estructurales que se arrastran desde la dictadura, cuando se “desmanteló” el sistema público, los sucesivos gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría no han adoptado las medidas tendientes a solucionar los problemas que presenta la salud estatal en Chile: “Lo más relevante quizás es que un gobierno como este que se dice progresista, no toma medidas para disminuir la compra de servicios externos y la transferencia de recursos”.

Pero, para que relajemos el nervio y habida cuenta que Bachelet ha sido pintada como una Mami para Chile, quizás nos dedique esa canción de los Ángeles Negros que tanto le gusta, titulada “No sufras más”.

¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!

Colectivo Acción Directa – CHILE
Agosto 15 de 2015

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