Esta semana se supo que la deuda contraída por los
Hospitales de Chile alcanzó una histórica cifra. De ello se extrae que los
recursos invertidos por los gobiernos de la Nueva Mayoría y la derecha han sido
pobrísimos. Peor aún, gran parte del aporte estatal va a parar al sector
privado, quien se beneficia con la compra y externalización de servicios
A nada menos que $ 200 mil millones llega la
deuda de los Hospitales públicos del país[1]. Dicho
monto ya era indeseablemente alto en marzo del año pasado, cuando asume el
gobierno Bachelet y la Nueva Mayoría (NM), empinándose entonces a $ 92 mil
millones. De lo anterior, podemos constatar que en todo lo que va del segundo gobierno
de Bachelet dichos compromisos por pagar se han elevado en un ¡117,4%!, y nada menos que un 29% tan sólo en estos últimos 4 meses, ya
que en abril pasado el débito sanitario alcanzaba los $ 155 mil millones[2].
La
información entregada por el Ministerio de Salud (MINSAL) a la subcomisión
mixta de presupuesto de la cueva de corruptos del congreso, supera ampliamente
los casi $ 66 mil millones adeudados a comienzos de 2014. Sin embargo, durante
los últimos cinco años, el problema se acrecienta año tras año.
Las
razones de este desangramiento de los establecimientos públicos de salud son
múltiples, la mayoría de ellos derivados de la contrarreforma sanitaria de
tiempos de Lagos, cuando se determinó que los Hospitales debían autofinanciarse
(¡!)[3]. Las principales:
los bajísimos aportes basales desde el nivel central; los desvalorizados
aportes otorgados por el MINSAL y FONASA respecto de las prestaciones otorgadas
por dichos centros; el creciente proceso de compra o arriendo en el mundo
privado de las mismas; la históricamente pésima gestión por parte de las
autoridades del MINSAL en estos 25 años de falsa democracia, con un cometido
centrado en la mantención y reproducción de las políticas de mercado aplicadas
al ámbito sanitario (la salud como una mercancía).
Las
pruebas de la desgraciada administración de las autoridades del sector podemos constatarlas
en: el inacabado programa de creación de 20 recintos hospitalarios, los que Bachelet
se desgañita por asegurar que estarán listos al final de su mandato, aunque seguramente
sin una adecuada implementación (como ha sido el caso del Hospital de Puerto
Montt); los problemas de gestión a la cabeza del MINSAL y en la Subsecretaría
de Redes Asistenciales; el nulo rol fiscalizador de la autoridad sanitaria
sobre las platas traspasadas desde el sector público al privado, ello a lo
largo de toda la larga red de salud; unas larguísimas listas de espera en
variadas especialidades[4]; un grave
y prolongado déficit de camas UTI, UCI y de ambulancias;
El
conjunto de estos factores, ayudan a explicar una parte de la deuda
hospitalaria, la práctica. La otra, la político-ideológica, deriva de la estrategia
de los gobiernos mantenedores y reproductores del sistema de dominación legado
por la dictadura, donde se conceptualiza a la salud como una mercancía transable
en el mercado, que puede ser subsidiada, en cuya prestación se complementan lo
público y lo privado (con un beneficio fácil para éste último y sus
representantes), manejado por un conjunto de seguros o prestadores (privados o
públicos), en lo que viene a ser la aplicación de la mentirosa ley de la oferta
y la demanda capitalista a lo que debiera ser considerado un derecho y un bien
inalienable.
Este
modelo mantenedor del injusto e inequitativo sistema de salud pública instaurado
bajo la dictadura cívico-militar, ha permitido que el aporte estatal a la salud
pública de los chilenos apenas se haya elevado en los últimos 40 años (luego
del 3% del PIB en el último año de la UP, pasó al 0,6% en 1989, y al 1,4% en ésta
década)[5],
haciendo que en la actualidad el financiamiento total en salud apenas
corresponda en un 20% al Estado y que el resto dependa de FONASA (financiada en
su cuasi totalidad con las platas de los mismos usuarios del sistema) y las
Isapres (que cada vez obliga más a sus miembros a sacar plata de sus bolsillos);
las autoridades persisten en pagar de forma subvalorada las prestaciones
otorgadas por los establecimientos, pero no tienen problemas en obligar a estos
últimos, a los que escatiman recursos para que tengan más camas, para que paguen
5 veces más por camas compradas al sector privado, etc.
También
forman parte de las políticas de mantención del modelito monopólico-financiero en
salud las concesiones de los hospitales. Así, no es novedoso, pero si
preocupante, que las autoridades del MINSAL estén advirtiendo que sigue en pie
la concesión[6]
a privados de la ampliación del emblemático Hospital El Salvador, lo que ha
contado con el activo y categórico rechazo[7] por
parte de la comunidad del establecimiento.
Son
los antecedentes expuestos y no las excusas centradas en la sola gestión de los
recursos y de tipo monetarista, expresadas por Bachelet y su corte, los que
producen la imposibilidad inclusive de avanzar en el recortado programa comprometido
por el gobierno de la NM. La verdad es que, palabras más o menos, Bachelet se
comprometió en medidas que radican en mejoras mínimas en infraestructura y aumento
de especialistas, pero no en la modificación de las políticas públicas de
financiamiento a fin de superar de verdad el déficit presupuestario de los hospitales.
¡Qué decir de cambiar la visión capitalista monopolista-financiera respecto de
la Salud!, de eso no quieren ni murmurar algo.
Ya
lo dijo la médico Izkia Siches[8], presidenta
del regional Santiago de la orden, quien explicó que si bien esto de la deuda y
la inversión hospitalaria son problemas estructurales que se arrastran desde la
dictadura, cuando se “desmanteló” el sistema público, los sucesivos gobiernos
de la Concertación y la Nueva Mayoría no han adoptado las medidas tendientes a
solucionar los problemas que presenta la salud estatal en Chile: “Lo más relevante
quizás es que un gobierno como este que se dice progresista, no toma medidas
para disminuir la compra de servicios externos y la transferencia de recursos”.
Pero,
para que relajemos el nervio y habida cuenta que Bachelet ha sido pintada como una
Mami para Chile, quizás nos dedique esa canción de los Ángeles
Negros que tanto le gusta, titulada “No sufras más”.
¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!
Colectivo Acción Directa – CHILE
Agosto 15 de 2015
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