En la Nueva Mayoría (NM) están felices. Este
miércoles 19, lograron avanzar un poco más en la imposición de su reformita
laboral al ser aprobado en el senado[1],
en general, el poco prometedor proyecto, superando con ello su segundo trámite
legislativo[2].
Por cierto y a pesar de ciertos matices, los representantes de la coalición de gobierno
votaron en bloque por el proyecto “modernizador de las relaciones laborales”.
En tanto, la derecha, siempre tan preocupada por evitar cualquier molestia para
el empresariado, aunque fuese la equívoca propuesta de marras, votó en contra
de la misma.
Gobierno
y oposición, grupo mantenedor del sistema de dominación y la derecha política,
NM y Alianza, todos se obstinan tanto en sacar adelante la susodicha reforma
laboral como en hacerla más retardataria, pero ninguno tiene en consideración la
real opinión y las necesidades del conjunto de los trabajadores chilenos.
Claro, nos pueden decir que muy variados fueron los dirigentes sindicales
invitados a las comisiones pre-legislativas del caso, pero tal participación se
limitó al pataleo y fue más bien un saludo a la bandera, pues nada de lo de
fondo fue modificado en el proyecto que ya presenta una avanzada discusión.
Como
muestra de que los explotados pesan menos que un paquete de cabritas, ya en
junio, cuando se aceptó la cosa en la cámara de diputados, quedó sin ser
aprobado el artículo relativo a la determinación de las empresas en que sus
trabajadores no podrían ejercer el derecho a huelga, sólo porque no hubo quórum
al respecto; lo que es lo mismo que decir que los corruptos congresales no se
quisieron comprometer con uno de los nudos del enredoso proyecto reformista.
Sobre el particular, es bastante amplia la definición de las empresas en que la
huelga sería imposible: por razones económicas, de servicio público e incluso, en
un hecho que nos recuerda que desde el 11 de septiembre de 1973 vivimos en una democracia
de mentiras, por motivos de ‘seguridad nacional’.
Ya se sabía que
la NM aprobaría el asunto, pues hace rato[3]
que afilaban los cuchillos a fin de darle el bajo a su reformita en la cámara
alta. Claro que tuvieron sus matices. Pero, los más osados, siempre tienen como
tope no romper el actual desequilibrado sistema de relaciones sociales.
Durante el inicio
de la discusión, la ministra del trabajo, la DC Ximena Rincón, sostuvo que la “reforma laboral
permite superar la desigualdad y fortalecer el crecimiento económico”, aportando
que al empresariado le conviene contar con un sindicalismo moderno, lo que ella
y la NM entienden como uno muy limitado, despolitizado y carente de objetivos
transformadores de su propia realidad.
El presidente de
la UDI, el senador Hernán Larraín, el mismo que jura[4]
de guata que los delincuentes de Penta Lavín y ‘choclo’ Délano “son personas
íntegras”, había anunciado que la derecha votaría en contra del proyecto si el ejecutivo
no modificaba estructuralmente su propuesta laboral. Esto implicaba,
flexibilizarlo hasta que quedase más patronal de lo que es la actualidad,
admitiendo a todo evento los reemplazos en una huelga, debilitamiento de la
negociación colectiva, profundizar los “pactos de adaptabilidad”, etc.
¿Por qué no a la
Reforma Laboral del Gobierno?
A
cada momento crece más la oposición de diversos sectores de los trabajadores a ésta
reforma laboral de la NM, lo que no implica que no aspiren a lograr que sea modificada
la ley laboral actual (más bien patronal y de tiempos de la dictadura
cívico-militar). Los dirigentes más conscientes del movimiento sindical saben
que el proyecto del gobierno es en algunos sentidos insuficiente y, en otros,
aún peor que lo que contempla el actual Código del Trabajo. Esos sectores,
plantean que debe haber una nueva conceptualización de lo que es una unidad
productiva (empresa), se debe restablecer el derecho a huelga a todo evento, se
debe incluir la negociación por rama productiva, entre otras materias.
La
férrea oposición al proyecto se ha fortalecido tras extensos análisis de las organizaciones
sindicales[5], donde
se ha evidenciado que el proyecto claramente busca criminalizar prácticas que
hoy en día han establecido, de hecho, los trabajadores de ciertos sectores
económicos fundamentales para el sistema: portuarios, forestales,
subcontratistas del cobre, etc., debido a la escasez de derechos sindicales contenidos
en el código laboral[6] creado bajo
dictadura.
Por
ejemplo, al identificarse en el articulado la paralización de los trabajadores como
un derecho de los ‘sindicatos formales’ a la ‘huelga pacífica’, se atenta
indirectamente contra los sindicatos de hecho y con acciones directas tales como
cierres y protestas en la entrada de los recintos de trabajo. A ello se suma el
concepto de servicios mínimos, que para los trabajadores significa un
debilitamiento de los procesos de huelga y la legalización de los rompehuelgas,
aunque sean internos. Hasta ahora, el proyecto dice sobre tales ‘servicios
mínimos’, que “deberán estar definidos antes del inicio de la negociación
colectiva, dispuestos para garantizar las actividades que son fundamentales
para cubrir las necesidades básicas de la población o para evitar un daño
irreparable a la infraestructura o sostenimiento de la empresa”, frente a lo cual
los trabajadores de los sectores más de avanzada, como los mencionados antes, han
respondido con una contundente negativa.
Lo de Fondo
El
modelo chileno de relaciones colectivas de trabajo es consecuente con la
ideología y la práctica del capital monopólico-financiero, hoy hegemónico, y
ello no debe ser omitido en cualquier análisis que se haga de la actual
legislación laboral, así como de sus intentos de modificación[7]. Tampoco
hay que soslayar que la legislación que la sustenta se moldeó sin mayor debate
de ideas y no sólo porque se diseñara entre cuatro paredes durante la dictadura
cívico-militar, sino porque basta leer las actas pertinentes de la Junta
Militar, para advertir que su artífice, el entonces Ministro del Trabajo José
Piñera, no tuvo ningún contradictor serio que pusiera en riesgo su modelo, con
lo cual pudo esculpir como quiso los pilares del mismo. La idea sobre la que
descansa el modelo es que las relaciones colectivas de trabajo no pueden
constituirse en un obstáculo al libre mercado y a las ganancias del
empresariado, y que las normas legales que las regulan deben constituirse en
garantes de esa idea, cuestión que, desde su origen se ha satisfecho a lo menos
por medio de las siguientes ideas bases:
–
La focalización de las relaciones colectivas de trabajo al nivel de la empresa
o unidades más pequeñas o de diversa razón social; – La facilitación de una
pluralidad sindical que, al nivel de la empresa, significa la creación
indiscriminada de sindicatos inocuos;
–
La prohibición de cualquier negociación de materias que puedan limitar el poder
directivo del empleador. – El establecimiento de una negociación colectiva
hiperreglamentada, que haga imposible una negociación efectiva entre partes con
equilibrio de poderes;
–
La anulación de la huelga como factor de equilibrio de fuerzas en la
negociación.
En
suma, el modelo en cuestión, marcado a fuego hace 36 años con el nombre de Plan
Laboral[8],
descansa en el poder incontrarrestable del empleador frente al trabajador
organizado sindicalmente. Se erige, para utilizar expresiones del actual gobierno
de la NM, en un modelo con una cancha dispareja. Desde 1990, ninguna reforma
legal ha logrado alterar ni mínimamente los ejes antes descritos. Como se sabe,
nunca se logró aprobar una ley que estableciera bases para negociación supra
empresa (como la negociación por rama de actividad económica) y ni siquiera se
logró avanzar en la negociación pluriempresa (aquella en que negocian dos o más
empresas conjuntamente).
¿Y Qué Pasa con el
Conjunto de los Trabajadores Frente a la Reforma Laboral de la NM?
Aparte
de ciertas movilizaciones y declaraciones públicas, centradas en los sectores
de explotados dependientes de las empresas forestales, contratistas de Codelco,
algunas del retail y sobre todo de los portuarios, lamentablemente no podemos
decir que los trabajadores de Chile den muestras de alarma frente a la problemática
implícita en la propuesta del gobierno que hoy se discute en las alturas del
poder.
Puede
ser que haya mucha confusión al respecto, pues el gobierno y su agencia
sindical que es la CUT le han dado un tiente progresista a la mentada reformita.
Sin ir más lejos, aparte de lo excelente que la encuentra la ministra Rincón, cuyas
palabras anotáramos más arriba, la presidente de la multigremial Bárbara
Figueroa, consultada respecto de si el proyecto del gobierno (‘su’ gobierno)
cumple con las expectativas de la CUT, aseveró[9] que: “Sí, las cumple respecto a los ejes
fundamentales. Acá lo histórico y el valor fundamental de este proyecto de ley
es que, por primera vez después de 35 años, comenzamos a desmantelar los
pilares del plan laboral de José Piñera, y eso es algo que, evidentemente, le
va a cambiar el rostro a nuestro país.” Pobre Clotario Blest; se debe estar
revolcando en su tumba ante tanto colaboracionismo y rendición de las banderas
clásicas del sindicalismo chileno.
También
la derecha contribuye a ahondar la confusión de los explotados respecto del torpe
proyecto que quiere imponer la NM, cuando apela, en general, a que ella
contiene más defectos que virtudes. Pero, si ello fuese poco, también recurre a
la política del terror y afirma que, de ser aprobado, crecerán el desempleo y
la zozobra económica
Además,
subsiste en vastos sectores de la clase trabajadora el temor a movilizarse y
organizarse para fines políticos, derivado ello de los 17 años de cruenta represión
por parte de la dictadura militar y de los posteriores 25 años en que hemos
vivido el cuento de la eterna transición
a la democracia, donde no se puede exigir derechos más allá de ciertos límites,
pues los milicos pueden volver.
Es
en la base, en las direcciones de los sindicatos y federaciones más jugados por
la verdadera causa de los explotados, que se debe dar una intensa discusión y difundir
mucha información respecto del peligroso proyecto reformista del gobierno,
aclarando que con ello se va a afectar a sindicalizados y no sindicalizados,
que se debilitará aún más la ya de por si frágil capacidad de exigir los
trabajadores sus derechos y que se verá coartada la huelga como una herramienta
efectiva de negociación frente a sus patrones. Recordar también que si bien no
están incluidos los funcionarios públicos en el asunto, ello implica que
tampoco se dará viabilidad a la posibilidad que puedan negociar colectivamente.
A pesar de ello, los trabajadores públicos cuentan con estos derechos de facto,
los que podrán verse amenazados con el renovado modelito de relaciones
laborales
Digamos,
finalmente, que este proyecto se elaboró sin consultar la opinión de los
trabajadores, salvo a un pequeño grupo de dirigentes simpatizantes del
gobierno, dejando a las bases de lado. Además, responde claramente a los
intereses del empresariado, prueba de esto son las diversas reuniones y el
acuerdo de hecho que ha establecido el gobierno con diferentes grupos
económicos, con la CPC y la SOFOFA.
¡RETIRO DE LA REFORMA LABORAL PATRONAL DEL
GOBIERNO Y ELABORACION DE UN PLAN CON LOS TRABAJADORES!
¡A LUCHAR POR NUESTROS DERECHOS Y NUESTRA DIGNIDAD!
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!
Equipo Sindical CAD –Chile
Agosto 23 de 2015
[2]
El primero fue su aceptación por parte de la cámara, el pasado 17 de junio.
Ver: http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/trabajo/proyectos/camara-de-diputados-aprobo-en-general-la-reforma-laboral/2015-06-17/213002.html
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