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domingo, 23 de agosto de 2015

SISTEMA CAPITALISTA MUNDIAL: LA GRAN DESACELERACIÓN DE LA PRODUCTIVIDAD


Interesante trabajo del economista Michael Roberts, donde podemos constatar que existe un fenómeno mundial de ralentización de uno de los componentes del aumento del PIB: el crecimiento de la productividad, lo que viene a desmentir que esto último sea una situación interna ocasionada por las pálidas reformas de la Nueva Mayoría, como lo aseguran quienes se oponen a cualquier cambio en la actual injusta distribución del ingreso

Traducción de “The Great Productivity Slowdown”

Por Michael Roberts, en The Next Recession
Publicado Agosto 8 de 2015

La productividad del trabajo es un componente importante de la tasa de crecimiento del PIB real. Lo que le ocurra a la productividad (producción por trabajador o producción por trabajador y hora) es importante para las economías capitalistas maduras porque el crecimiento real del PIB puede considerarse a partir de dos componentes: el crecimiento de la productividad y crecimiento del empleo. El primero muestra el cambio en la creación de nuevo valor por trabajador empleado y el segundo muestra el número de nuevos trabajadores empleados.

En las economías maduras, el crecimiento del empleo se ha desacelerado durante décadas. Así que es necesario un crecimiento más rápido de la productividad para compensarlo. En términos marxistas, ello significa que la desaceleración del crecimiento en valor absoluto (y plusvalía) debe ser reemplazada por un crecimiento más rápido en nuevo valor relativo[1] (o plusvalía). Ver mi post en Sin Permiso.

En el primer trimestre de 2015, la productividad en Estados Unidos cayó a una tasa anual de 3,1%. En todo 2014, la productividad trepó un modesto 0,7%, incluso menos que el aumento de la productividad del 0,9% en 2013. De 1995 a 2000, la productividad de EE.UU. creció a tasas anuales promedio de 2.8%, lo que refleja, en parte, el impulso que dio a la economía el boom del internet. Pero, desde el año 2000, la productividad se ha desacelerado a tasas anuales del 2.1%.

La ralentización de la productividad está siendo replicada en todas las principales economías. El Conference Board de EE.UU., que sigue muy de cerca el crecimiento de la productividad, encontró que el crecimiento de la productividad laboral global, medida como la variación media de la producción (PIB) por persona empleada, se mantuvo estancado en el 2,1% en 2014, y no dio señas de recuperarse hasta su promedio anterior a la crisis del 2,6% (1999-2006).

El Conference Board estima que la falta de mejoramiento en el incremento global de la productividad en 2014 se debe a varios factores, entre ellos un dramático debilitamiento del aumento de la productividad en los EE.UU. y Japón, una desaceleración de la productividad a largo plazo en China, un colapso casi total de la productividad en América Latina, y un debilitamiento sustancial en Rusia.

La productividad del trabajo en las economías capitalistas maduras creció sólo un 0,6% en 2014, ligeramente por debajo de 2013, que fue del 0,8%. El crecimiento de la productividad en los EE.UU. se redujo del 1,2% en 2013 hasta el 0,7% citado anteriormente en 2014, mientras que la de Japón cayó desde un ya débil 1% a un crecimiento negativo del -0,6%. La zona euro registró un pequeño aumento de la productividad: de 0,2% en 2013 a 0,3% en 2014.

Para 2015, se prevé un debilitamiento mayor de la productividad, hasta el 2%, continuando una tendencia a la baja a largo plazo que comenzó alrededor de 2005. A pesar de una pequeña mejora en el crecimiento de la productividad en las economías maduras (hasta el 0,8% en 2015 desde el 0,6% en 2014), se espera que las economías emergentes y en desarrollo sufran una desaceleración bastante grande del crecimiento de su productividad, del 3,4% en 2014 al 2,9% en 2015. La disminución es principalmente un reflejo de la continua caída en el crecimiento y la productividad en China, pero también incluye la tasa de crecimiento negativo de la productividad brasileña y rusa.

En los EE.UU., el ECRI, un organismo de investigación económica, argumenta que: "Con el crecimiento de la productividad y el aumento de la fuerza laboral potencial promediando ambos un 0,5% anual, la tendencia del crecimiento real del PIB está convergiendo en un 1% anual."

El ECRI prosigue: "Las recuperaciones se han ido debilitando debido a la disminución del crecimiento de la producción por hora (es decir, de la productividad), en el crecimiento de las horas trabajadas, o ambos. Tomados en conjunto, suman el crecimiento del PIB real. Es sólo simples matemáticas... Así que, a menos que haya una buena razón para creer que el crecimiento de la productividad revivirá, el crecimiento tendencial del PIB podría muy posiblemente estancarse más o menos en un 1% en los próximos años. Si es así, la desaceleración del crecimiento podría empujar muy fácilmente el crecimiento por debajo de cero, dejando muy poco margen de error. ¿Está preparada la Fed?"

Lo que las cifras de crecimiento de la productividad muestran es que la capacidad del capitalismo (o al menos de las economías capitalistas avanzadas) para generar mayor productividad está menguando. Por lo que los capitalistas han exprimido la proporción de valor nuevo que va a los trabajadores y ha elevado para compensar la parte correspondiente a los beneficios. Pero por encima de todo, han hecho recortes en la tasa de acumulación de capital en la "economía real", tratando cada vez más de obtener beneficios extra en la especulación financiera e inmobiliaria. Basta mirar el crecimiento en el stock de capital acumulado en las economías capitalistas avanzadas. Esto es una medida del nivel de la inversión productiva; está a punto de paralizarse.



Veamos el Reino Unido. La producción económica real británica es sólo un 3% mayor que a comienzos de 2008. Sin embargo, el constituyente trabajo (horas trabajadas ajustadas por la formación y la experiencia) ha aumentado un 11% y el valor real del stock de capital neto del Reino Unido ha crecido sólo un 6%. Así que la productividad subyacente ha caído en los últimos siete años.

Un reciente análisis del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR), sugiere que la caída de la productividad del Reino Unido puede deberse a la debilidad generalizada de la TFP (productividad total de los factores) en las empresas. Y la causa parece ser que las empresas británicas prefieren emplear mano de obra barata y temporal, en lugar de invertir en formación para aumentar la capacitación de los trabajadores y utilizar nuevas tecnologías. Esto nos remonta al argumento del 'lavado de coches a mano', es decir una situación en que la mano de obra es tan barata que las empresas no tienen que invertir en equipos. En vez de esto, las empresas nuevas y las existentes sólo buscan formas de sacar provecho de la oferta de mano de obra barata existente.


De hecho, un reciente informe del FMI concluye que el mercado laboral ‘desregulado’ (contratos a tiempo parcial, contratos de cero horas, empleo temporal de fácil contratación y despido, etc.), introducido como parte de las políticas transnacional-financieras en las últimas décadas, puede que haya aumentado los beneficios, pero no ha hecho nada para mejorar la productividad e incluso podría haberla empeorado.

Un importante debate se está realizando al interior de la Reserva Federal de EE.UU., respeto de las razones de esta ralentización. John Fernald, economista del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, ha argumentado que el fenómeno se inició antes de la crisis financiera y está relacionada con el fin del impulso proporcionado por la tecnología de la información de los años 1990. David Wilcox, director de investigación y estadísticas de la Junta de la Reserva Federal, argumentó con sus colegas, en un documento de 2013, que la ralentización estaba asociada con la recesión de 2007-2009 y con una caída en la creación de nuevas empresas y en la inversión para el mejoramiento de la productividad de las empresas.

El argumento de Wilcox es el más esperanzador. Si la ralentización de la productividad está asociada con la recesión, entonces, probablemente sus efectos desaparecerán con el tiempo y el crecimiento puede volver a una senda más rápida sin causar inflación. El de Fernald, es perturbador. Si la productividad se encontraba ya en una tendencia descendente antes de la crisis, entonces los estadounidenses pueden estar enredados en una economía propensa a una serie de decepciones en el futuro previsible.

Ahora bien, ello ha sido refutado por algunos economistas más clásicos, por cuanto el aumento de la productividad no estaría siendo estimado adecuadamente. El crecimiento de la inversión de capital no está disminuyendo de verdad en las principales economías. Gran parte de la desaceleración visible sólo refleja unos precios relativos más bajos de los bienes de inversión en comparación con los bienes y servicios de consumo.

En los EE.UU., en las últimas dos décadas, los precios de los equipos han aumentado mucho menos que el deflactor del PIB. Cuando se corrige este efecto de los precios, la caída de la inversión no inmobiliaria y del PIB de los Estados Unidos es mucho menos pronunciada. El fenómeno es aún más notable en la inversión en tecnología de la información (TI). Si los precios hubiesen aumentado al mismo ritmo que los precios en general, la inversión en TI sería ahora casi un 1,2% del PIB superior a la registrada, situando inversión total en los Estados Unidos cerca del 20% del PIB, niveles que se alcanzaron en la década de 1990.


El debate prosigue; sólo tienes que mirar alrededor para ver que los avances tecnológicos están haciendo la vida más fácil y más rápida; y dentro de las empresas, están tomando lugar aceleradamente las tecnologías innovadoras que mejoran la productividad. La era de la inteligencia artificial se acerca rápidamente. Y es precisamente éste tipo de inversión barata y que requiere de un bajo umbral la que proporciona una mayor productividad.

Durante los últimos 20 años, la inversión de capital ha estado orientada cada vez más a la alta tecnología, I + D y equipos que ahorren costes y en menor medida en "estructuras", es decir, inversiones a largo plazo en plantas y oficinas. En 1995, la I + D represento el 23% de la inversión empresarial en los Estados Unidos y en estructuras fue el 21%. Ahora la proporción en I + D es del 31% y la de las inversiones en estructuras no se ha modificado.

A la economía neoclásica le gusta utilizar una medición de la productividad llamada productividad total de factores (TFP). Supuestamente mide la productividad lograda gracias a las innovaciones. En realidad, es sólo un efecto residual de la brecha entre el crecimiento del PIB real y la productividad de la mano de obra y los insumos de "capital". Así que es una formula bastante falsa. Pero el argumento es el siguiente: puede que el gasto de capital (inversión) puede haber estado creciendo más lentamente, pero 'la productividad del capital’ ha crecido debido a ese componente enigmático, la productividad total de los factores, ha crecido, aunque los datos sobre el crecimiento de la inversión muestran una ralentización.

El problema con este argumento es que los datos sobre la TFP no muestran ningún tipo de recuperación como sería lógico esperar de la nueva gran revolución tecnológica en marcha. Los últimos datos del Conference Board exponen que la tasa de crecimiento de la TFP mundial sigue rondando el cero por tercer año consecutivo, en comparación con una tasa promedio de más del 1% desde 1999 hasta 2006 y 0,5% de 2007 a 2012. De hecho, las economías más maduras muestran un crecimiento cercano a cero o incluso negativo de la TFP. En China, el crecimiento de la TFP ha resultado negativo y en la India está justo por encima de cero, mientras que en Brasil y en México el crecimiento de la TFP sigue siendo negativo.

Por lo tanto, es más probable que el crecimiento de la productividad se haya ralentizado de verdad, debido a que el impacto de las innovaciones aún no es suficiente para compensar la incapacidad de los capitalistas en la mayoría de las economías de intensificar la inversión. De hecho, no es la tecnología de Internet y de las TIC por sí mismas las que aumentan la productividad y el crecimiento económico. El Premio Nobel de Economía Robert Solow ya señaló, en una frase famosa en 1987, seis años después del comienzo de la introducción masiva de los ordenadores personales en la economía, que la informática no hizo aumentar el crecimiento de la productividad de los Estados Unidos: "La era de las computadoras está en todo el mundo, menos en las estadísticas de productividad".

Esto no ha cambiado. En 1980, un año antes de la introducción de la computadora personal moderna, el crecimiento anual de la TFP de los Estados Unidos fue del 1,2% (promedio de 5 años). En 2014, la TFP allí todavía era de sólo el 1,2%. Por lo tanto, 34 años de avances tecnológicos revolucionarios en Internet y las TIC no han dado lugar a ningún aumento de la productividad en los Estados Unidos. Los datos muestran claramente que, por tanto, el avance tecnológico en el sector de Internet y de las TIC, por sí solos, no producen aumentos de la productividad.


Hubo una fase durante los 34 años de la revolución del internet y las TIC cuando la eficiencia económica aumentó drásticamente en los Estados Unidos. En el período previo a 2003, el crecimiento anual de la productividad alcanzó su nivel más alto en medio siglo: 3,6%. Esto se explica por un enorme aumento en la inversión fija centrada en las TIC. la inversión en Estados Unidos aumentó de 19,8% del PIB en 1991 al 23,1% del PIB en 2000, se redujo ligeramente después del colapso de la burbuja "punto com" y llegó al 22,9% en 2005. La mayor parte de esta inversión fue en las TIC. Después de esto, la inversión estadounidense cayó, lo que provocó una fuerte desaceleración de la productividad.

La forma en que la productividad laboral de Estados Unidos siguió este aumento en la inversión de capital se desprende del cuadro. La correlación entre el crecimiento de la inversión y el aumento de la productividad laboral tres años más tarde fue de 0,86, y después de cuatro años 0.89: extraordinariamente altos. Cuando cayó la inversión de capital, fue seguida por una disminución de la productividad del trabajo, mostrando claramente que no fueron ideas o la tecnología por si mismas las que habían causado el aumento de la productividad.

En otras palabras, el crecimiento de la productividad sigue dependiendo de que la inversión de capital sea suficientemente grande. Y eso depende de la rentabilidad de la inversión. Como he argumentado hasta la saciedad en mis notas: aún hay una relativa baja rentabilidad y un resaca de deuda, de la deuda corporativa en particular, no sólo en las principales economías, sino también en las economías capitalistas emergentes (ver 1 y 2).

Bajo el capitalismo, hasta que la rentabilidad no se restablezca suficientemente y la deuda se vea reducida (y ambas van de la mano), los beneficios de la productividad de las nuevas "tecnologías de punta" (como se las llama en jerga) –de robots, inteligencia artificial, impresión 3D de "masas de datos", etc.- no aportarán a una reactivación sostenida del crecimiento de la productividad y, por lo tanto, del PIB real.

Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession

Equipo Internacional –CAD CHILE
Agosto 23 de 2015




[1] A la inversa de lo que ocurre en las formaciones económico-sociales de la periferia del sistema capitalista mundial –nota del CAD

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