43191D

lunes, 10 de agosto de 2015

50 AÑOS DE LA FUNDACION DEL MIR: EL TRIUNFO DEL GOBIERNO POPULAR


EL MIR A LOS OBREROS, CAMPESINOS, POBLADORES, ESTUDIANTES Y SOLDADOS


DECLARACIÓN PÚBLICA, SEPTIEMBRE 1970*

I. Las agresiones de la derecha

1. El ascenso de las movilizaciones de masas en los últimos años y la división temporal de la unidad política de las clases dominantes permitió que se produjera lo que nosotros creíamos muy difícil: la izquierda obtuvo la mayoría electoral.

2. La derecha y el imperialismo, derrotados en el campo electoral no se conforman. Por defender su riqueza y privilegios intentan arrebatar el triunfo a la izquierda tratando de crear el caos económico y financiero, aumentando la cesantía, robando votos en los colegios escrutadores planeando elegir a la segunda mayoría en el Congreso e incluso preparando atentados personales contra el candidato triunfante. Por defender sus cochinos intereses no dudarán en empujar a los sectores reaccionarios de las FFAA a dar un golpe militar o a empujar una intervención extranjera.

II. La Democracia Cristiana

Los derrotados quieren administrar el triunfo.

1. Los demócrata cristianos, asesinos de El Salvador y Puerto Montt, torturadores de revolucionarios, los que vendieron el cobre chileno a los norteamericanos, después de ser derrotados en las urnas pretenden con descaro aparecer de portaestandarte de la defensa de la “democracia” y buscan castrar el gobierno y el programa de la UP, negociando sus votos en el Parlamento.

2. Más allá de las declaraciones, la UP está enfrentada a dos alternativas: puede asumir el gobierno sin contratiempos gracias a una conciliación con la DC o, como estamos seguros que sus sectores revolucionarios empujarán, pueden no conciliar, mantener su programa, no aliarse con la DC enfrentar la ofensiva reaccionaria y así asegurar el camino revolucionario y socialista del gobierno.

III. Significado del triunfo electoral de la izquierda

1. Sostenemos que la mayoría electoral de la UP significa un inmenso avance en la conciencia política de los trabajadores, que con certeza favorecerá el desarrollo de un camino revolucionario en Chile.

2. Sostenemos también que esta mayoría electoral ha formalizado un impasse entre los trabajadores, por un lado, y los patrones de fundos y fábricas por el otro. Esto sólo será resuelto por un enfrentamiento entre los pobres del campo y la ciudad con los dueños del poder y la riqueza. Este enfrentamiento hoy está postergado, pero tarde o temprano tendrá que darse y seguramente será violento. Los hoy poderosos no cederán sus riquezas y privilegios gratuitamente.

La estrategia de la lucha armada, hoy más que nunca, está plenamente vigente.

3. Que la UP asuma el gobierno no significa que inmediatamente se produzca la conquista del poder por los trabajadores o el socialismo en Chile. Se ha obtenido una mayoría electoral de izquierda, que expresa la aspiración de las mayorías de ser gobierno. Se lucha para que la izquierda sea gobierno, o sea que los cargos públicos de Presidente, Ministros, etc., sean ocupados por la izquierda, pero hasta aquí desde el aparato represor del Estado capitalista hasta la explotación y la miseria en los campos y ciudades de Chile, permanecen intactos. La meta es la conquista del poder por los trabajadores, la que sólo existe cuando las empresas extranjeras y los bancos son de todo el pueblo en los hechos, cuando las fábricas, las minas y los fundos son en realidad de los obreros y campesinos.

IV. La posición del MIR

1. El MIR no llama a engaño a nadie ni se sube a carro electoral victorioso alguno. En mayo de este año nos propusimos públicamente no llamar a la abstención, no desarrollar actividades electorales propiamente tales y no dedicarnos a la búsqueda de votos por los clásicos métodos de la izquierda; así lo hicimos. Como lo afirmáramos entonces, desarrollamos una intensa actividad política en los sectores más empobrecidos del movimiento de masas y pusimos nuestro esfuerzo en empujar las movilizaciones de los trabajadores por sus reivindicaciones por métodos revolucionarios. En la medida de nuestras fuerzas lo hicimos en las luchas obreras de Helvetia, el caucho, Polycron, Sigdo Kopers, muebles Roma, entre los campesinos de Melipilla y Colchagua, entre los mapuches de Cautín, entre los obreros del carbón, los textiles de Tomé, entre los pobladores en las tomas de Santiago, Concepción, Coronel, Chillán y Los Ángeles, y entre los estudiantes secundarios y universitarios a lo largo de todo el país. Como lo dijimos en mayo y en agosto, desarrollamos nuestros nacientes aparatos armados y los pusimos al servicio de una eventual defensa de un triunfo electoral de la izquierda. Así fue durante 1970, así fue el 4 de septiembre y así es actualmente.

2. Sostenemos que la mayoría electoral de la izquierda o un gobierno de la UP son un excelente punto de partida para la lucha directa por la conquista del poder por los trabajadores, que incorporando nuevos contingentes de masas y bajo nuevas formas de lucha, con seguridad terminará en un enfrentamiento entre los explotadores nacionales y extranjeros por un lado y los trabajadores por el otro.

3. Desde ya fijamos nuestra posición frente a un gobierno de la UP si este asume sin mediar alianzas con la DC y sin conciliar el programa. Si bien el Programa de la UP no es idéntico al nuestro se propone golpear núcleos vitales del sistema capitalista, como son las empresas extranjeras, la industria monopólica, el capital financiero y el latifundio. Más, aunque en la UP existen partidos que representan distintos intereses, es un hecho que predominan las fuerzas de la Izquierda.

Creemos que la ofensiva reaccionaria, que el posible cerco imperialista, y las fuerzas dinámicas que se liberarán a nivel de masas, empujarán a una mayor radicalización de un gobierno UP.

Consecuentemente el MIR se propone apoyar esas medidas, empujar la realización de ese programa, buscar su radicalización en los frentes de masa, y hoy, como tarea fundamental y urgente, colocar sus esfuerzos en la defensa del triunfo electoral, frente a las maquinaciones de la derecha y del imperialismo.

V. Proponemos un quehacer

1. La tarea fundamental de este momento es detener a los monopolios y defender el triunfo electoral; frente a las maquinaciones de la derecha preparar a las masas política, orgánica y militarmente para el enfrentamiento que seguramente vendrá antes o después del 4 de noviembre. Debe desplazarse el centro de decisiones desde los pasillos del Congreso y la Moneda a los sindicatos obreros y campesinos, a los centros estudiantiles y los comités de pobladores, única garantía de la defensa del triunfo y la realización posterior del programa.

2. Es necesario comprometer a las masas en la defensa del triunfo, proclamando inmediatamente medidas populares como salario vital mínimo de un millón de pesos, asignación familiar única igual a la más alta, congelación de precios del primero de enero en adelante, etc.

Debe empujarse las luchas reivindicativas en todos los frentes, debe movilizarse a las masas, fundamentalmente a partir de sus organizaciones sindicales, y deben organizarse comité por frente para la defensa del triunfo, como forma de afirmarse en las capas más pobres de la sociedad.

3. Debe entregarse una estrategia general a las masas para la defensa del triunfo. Así, ante un desconocimiento declarado y represivo, los obreros deben ocupar sus fábricas, los campesinos sus fundos, los pobladores a hacer barricadas en las calles.

¡A DEFENDER EL TRIUNFO!
¡A RECHAZAR LA ALIANZA CON LA DEMOCRACIA CRISTIANA!
¡A LUCHAR POR LA CONQUISTA DEL PODER POR LOS TRABAJADORES!


MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA, MIR
Septiembre de 1970

*Transcrito de la revista Referencias 2/71, Universidad de La Habana, 1971; pp. 245-248
_____________________________


EL MIR Y EL RESULTADO ELECTORAL

En Punto Final, Nº115, 13 de octubre de 1970

La mayoría electoral obtenida por la izquierda ha hecho surgir una serie de preguntas concretas en el seno de la izquierda revolucionaria. Algunas de ellas son: ¿cuál es el significado del triunfo electoral de la UP? ¿Ha fracasado la estrategia de la lucha armada en Chile? ¿Debe abandonarse la actual organización de tipo político-militar? ¿El triunfo electoral es patrimonio exclusivo de la UP y en él la izquierda revolucionaria nada tiene que hacer?

Al parecer es difícil opinar hoy día en la izquierda. Si no se coincide absolutamente con lo que algunas fuerzas del Comando Nacional de la UP sostienen, se corre el riesgo que de inmediato éste, el bloque político más poderoso del país, se sienta en la obligación de aclarar lo que a su entender no es evidente aún: que nuestra pequeña organización no es su "tutor", ni le "administra".

Nada deseamos menos que obstaculizar la posibilidad de que la UP asuma el gobierno. Pero, a la vez, nos parece legítimo y necesario expresar nuestro pensamiento. Creemos útil abrir la discusión en un terreno elevado y fraternal, en el seno de la izquierda, discusión que sólo prepotencias y agresiones verbales de parte de otros podrán entregar, contra nuestra voluntad, municiones al enemigo.

Para ahorrar tiempo a la UP y preocupaciones excesivas a la derecha y a la DC, desde ya dejamos establecido que lo que afirmamos no representa el pensamiento de toda la UP, que nos dirigimos al pueblo, y que no somos "administradores" ni "tutores" de toda la izquierda.

I. El imperialismo y las burguesías de América Latina

Sin pretender profundizar nos interesa responder a una de las interrogantes que se plantean en la izquierda: ¿Es posible que hoy pueda darse una alianza entre sectores importantes de la burguesía nacional con la izquierda para desarrollar una política antiimperialista?

La clase dominante en América Latina está constituida por un complejo social y político que abarca las clases dominantes norteamericanas y a nuestras burguesías nativas, ligados estrechamente sus intereses económicos, militares y políticos. Existen contradicciones menores entre el imperialismo y las burguesías nacionales alrededor de la lucha por coger una mayor cuota de lo producido a través de la explotación de América Latina. Pero siempre por encima de esas contradicciones prevalece el interés común en mantener el sistema de explotación y dominio sobre el que sustentan su poder y riqueza. Crecen las contradicciones entre la burguesía y el imperialismo toda vez que la cuota del botín de la explotación disminuye significativamente para uno de ellos; y cuando las masas en repliegue o estancadas en sus movilizaciones, no amenazan la supervivencia del sistema.

La burguesía latinoamericana se ha planteado en los últimos años disputarle al imperialismo una mayor cuota de participación en el excedente económico que cada país produce, lo que ha llevado a la denominada "ola de nacionalismo" en América Latina. Se ha desarrollado en los distintos países, de acuerdo al estado en que se encuentre el movimiento de masas, y en la medida también del interés norteamericano en desviar sus inversiones de los sectores fundamentales extractivos hacia otros como la industria manufacturera. Expresiones de este proceso son los acuerdos de CECLA, el proceso peruano, al menos en sus orígenes, la pantomima de Bolivia, etc.

Los militares peruanos, por ejemplo, asumieron el gobierno, no en brazos de un ascenso de las movilizaciones de masas de este país, sino a partir de acuerdos de pasillos, permaneciendo las masas, al menos en los inicios, como espectadores. En el Perú las masas no vivían un ascenso de sus movilizaciones; ello permitió a sectores de la burguesía hacer emerger contradicciones entre sus intereses y los norteamericanos, como también contradicciones entre distintas fracciones de la propia burguesía. (Sólo nos referimos a los orígenes y no a las posibilidades que puedan darse en el seno mismo del proceso peruano y entre las tendencias en desarrollo). Esta misma forma de análisis, en sentido inverso, permite explicar por qué no se aprecian intentos "nacionalistas" en Brasil, Uruguay o Argentina, y en alguna medida explica el aborto de la pantomima nacionalista boliviana.

En Chile hace por lo menos tres años que las movilizaciones de masas vienen en aumento y la mayoría electoral de Allende se dio justamente sobre la base de las mayores aspiraciones de los trabajadores. El triunfo electoral es para las masas un paso adelante en la defensa de sus intereses, y para ello miran los intereses de las clases dominantes, nacionales y extranjeras, que así, objetivamente, están amenazados. Por encima de los juegos tácticos de la representación política de la burguesía chilena, ésta buscará estrechar sus lazos con el imperialismo y hacer un frente común a las masas en ascenso que están detrás de la UP. No puede esperarse que sectores importantes de la burguesía puedan aliarse con la UP para desarrollar una política antiimperialista.

II. El imperialismo y los gobiernos reformistas en América Latina

Desde la Segunda Guerra Mundial la situación internacional ha estado definida en lo fundamental por la revolución colonial en ascenso y por la lucha del imperialismo en contra de ella. La política norteamericana frente a los gobiernos reformistas de izquierda, en especial, ha tenido por línea fundamental su declarada oposición a ellos. Si se toma como indicador la guerra en el sudeste asiático, la agresividad del imperialismo en el mundo ha ido en franco aumento. En América Latina, pasando por encima de su formulación de la Alianza para el Progreso, desde 1965 el imperialismo, a través de su intervención en Santo Domingo, volvió a plantear la política del "garrote" frente a gobiernos incluso de tipo pequeño burgués "democrático".

A pesar de ello el imperialismo se ha visto obligado, a veces, a aceptar gobiernos reformistas, donde a corto plazo no ha podido intervenir, por estar "amarrado" en enfrentamientos de mayor envergadura, como en el caso de México durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, que nacionalizó el petróleo. También han logrado mayor duración gobiernos populares como el de Sukarno en Indonesia y el Nkrumah en Ghana. Distinto ha sido el caso cuando gobiernos de este corte se han dado en su traspatio colonial y han encontrado al imperialismo con las manos libres para intervenir. Intervino descaradamente en Guatemala en 1954, y lo hizo también para derrocar el gobierno reformista burgués de Goulart en Brasil, diez años después.

Actualmente, la agresividad del imperialismo a plano mundial se expresa en la extensión de la guerra en el sudeste asiático a Camboya y Laos, y en la agudización de la guerra en el Medio Oriente. En ambos frentes, a pesar de estar el imperialismo participando activamente, no se ha "atado de manos". En el sudeste asiático la extensión de la guerra se hace a base de la "vietnamización", que consiste en reemplazar a los soldados norteamericanos por tropas nativas a su servicio, y en el Medio Oriente sus intereses están representados por el ejército israelí. En América Latina, actualmente el imperialismo también evidencia, de acuerdo con las burguesías nativas, un endurecimiento de su política, como lo demuestran las situaciones de Brasil, Argentina, Uruguay, Guatemala, Bolivia, etc.

A pesar de que los Estados Unidos se ven obligados a veces a permitir distensiones locales y temporales en provincias de su imperio, no parece ser ésta, hoy en Chile, la variante más probable, por lo menos a largo plazo. Ello no descarta que a poco o mediano plazo pueda darse una tolerancia temporal para un gobierno reformista de izquierda en Chile; es un hecho que desde el 4 de septiembre no se ha evidenciado una descarada intención de intervenir abiertamente y no puede descartarse que los conflictos del sudeste asiático y del Medio Oriente, que los problemas de "prestigio" del "decano" del "mundo libre", y que el movimiento interno contra la guerra del Vietnam, limiten a Estados Unidos en su accionar político por un corto periodo.

Cuestión distinta es confundir estas limitaciones coyunturales de la agresividad imperialista, con una tolerancia estratégica del imperialismo con el reformismo de izquierda en América Latina y negar lo que es una evidencia histórica: o se entregan seguridades al capital norteamericano de por lo menos poder desplazar sus inversiones de un sector de la economía a otro, o los intereses norteamericanos son amenazados y a corto o mediano plazo desarrollará una política de intervención. Esto no exige la intervención directa, puede adoptar la forma de una agresión argentina o la de una activación de un enfrentamiento entre las clases dominantes y los trabajadores en Chile. (Son sugestivas las declaraciones de la SIP, el editorial del "New York Times" apoyando un golpe militar en Chile, etc.).

III. Las causas del triunfo electoral de la UP

Hemos dicho que el ascenso de las movilizaciones de Masas permitió lo que creíamos muy difícil: la mayoría electoral de la UP. Con ello queremos expresar que el aumento de las movilizaciones sociales en los últimos tres años llevó a un proceso de agudización de la lucha de clases en Chile. Este fenómeno empujó al quiebre político de las clases dominantes que enfrentaron divididas en dos candidaturas (Tomic y Alessandri) las elecciones presidenciales. Sólo ello permite explicar que a pesar de que en 1964 la izquierda obtuvo aproximadamente el 38% de la votación, en 1970 haya triunfado con sólo obtener más o menos el 36%. Esto también evidencia que los aportes electorales por el PR, API y PSD no pueden haber sido fundamentales.

La división en dos candidaturas, no sólo correspondió a un error de cálculo de las clases dominantes sino que, ante el ascenso de las movilizaciones de masas, el crecimiento de la izquierda y el inicio de las acciones de la izquierda revolucionaria en Chile (y las de otros países como Brasil, Argentina, Uruguay y Bolivia), las clases medias se atemorizaron; y si bien en los inicios y hasta el final un sector de ellas buscó protección bajo el alero de los caudillos de la derecha, después un grueso sector de ella, antes que votar por un gobierno de derecha tradicional, que con certeza abriría el camino al desarrollo de una izquierda revolucionaria, prefirió votar por el demagógico populismo tomicista que ofrecía posibilidades de "paz y orden". Ello permitió la significativa votación de Tomic que terminó favoreciendo a la UP frente al alessandrismo.

La agudización de la lucha de clases del último periodo también provocó fisuras en las Fuerzas Armadas y relativa pérdida de su tradicional monolitismo, lo que impidió a las clases dominantes utilizarlas para asegurarse el poder antes o inmediatamente después de las elecciones.

La mayoría electoral de la UP es expresión también de la madurez que las masas alcanzaron en sus movilizaciones del último período. Hoy grandes contingentes de masas aspiran al socialismo como sistema y su madurez les permitió resistir la enajenación de la propaganda capitalista, ejercida masivamente durante la campaña. No puede tampoco dejar de apreciarse que en la votación tomicista también hubo sectores de trabajadores que votaron por los aspectos populistas del programa de esa candidatura, lo que permitió a la UP contar desde el 4 de septiembre con un apoyo de sectores de las bases tomicistas.

IV. El significado histórico del triunfo electoral de la UP

La mayoría electoral de la izquierda, por encima de las posibles orientaciones que tome su conducción política y más allá de si el enfrentamiento se posterga, abre para los trabajadores un nuevo período histórico. Se han incorporado grandes y nuevos sectores del pueblo a la lucha por el socialismo, y el triunfo electoral a nivel de la conciencia de las masas entregó a éstas la sensación de victoria y de "derecho a gobernar", comprometidas detrás de un programa, lo que implica un proceso irreversible en las futuras formas de expresión de su aspiración a constituirse en poder. (Si antes sólo una minoría aspiraba al socialismo y grandes sectores del pueblo podían ser engañados por la vieja propaganda alessandrista o freísta, ello ya no es así).

En la medida en que estamos ciertos que las clases dominantes no cederán gratuitamente sus privilegios, el triunfo electoral ha asegurado legitimidad y carácter masivo al enfrentamiento de clases que será previo a la conquista del poder por los trabajadores.

Sostenemos que el triunfo electoral de la izquierda constituye un inmenso avance en la lucha del pueblo por conquistar el poder y objetivamente favorece el desarrollo de un camino revolucionario en Chile, y por tanto favorece también a la izquierda revolucionaria.

V. El alcance del triunfo electoral de la UP

Al obtener una mayoría electoral, la UP ha formalizado un impasse entre las clases dominantes y los trabajadores, estableciéndose el derecho teórico de la izquierda a asumir el gobierno. Esta mayoría electoral de la izquierda ha llevado a un alineamiento de las fuerzas que, por un lado, ha formalizado la aspiración de los trabajadores de ser gobierno, y por el otro la decisión de las clases dominantes de defender sus intereses. Ambos, en realidad, se preparan para un enfrentamiento que tarde o temprano resolverá en definitiva la impasse.

La UP se esfuerza por ser gobierno a partir de la mayoría electoral obtenida. De acuerdo a las circunstancias que hoy prevalecen en Chile, ser gobierno de izquierda constituirá el hecho de ocupar los cargos públicos de Presidente, Ministros, etc., por miembros de la UP. Mientras el aparato del Estado, sus estructuras burocráticas y militares, permanezcan intactas, no podrá pasar de allí; seguirá siendo un instrumento de dominación y seguirá cumpliendo su rol de clase. Como dijera Lenin, quienes realmente gobiernan son la inmensa capa de funcionarios medios, tecnócratas, burócratas y militares de los ministerios, subsecretarías y corporaciones, etc., a los que sólo una revolución puede desplazar.

Que desde un "gobierno de izquierda" se pueda pasar a fases más avanzadas en el camino de la construcción del socialismo, depende de si se destruye o no el aparato del estado capitalista, de la participación efectiva que las masas tengan en el proceso, de la composición revolucionaria de las fuerzas políticas que conducen el proceso y de las medidas que se adopten en el terreno de la lucha contra el imperialismo y frente al capital financiero, industrial y agrario. Todo lo anterior si bien
asegura la orientación revolucionaria del proceso, envuelve con certeza un enfrentamiento armado entre las clases dominantes y los trabajadores.

La meta, entonces, es la conquista del poder por los trabajadores, lo que exige la destrucción del Estado como instrumento de dominio de la burguesía, y poner todo el aparato estatal al servicio de los intereses de los trabajadores. Se busca el ejercicio efectivo del poder por los trabajadores mismos, sustentado sobre la base de la posesión de las armas por el pueblo, y por formas de poder local. Todo ello con el fin de que el capital extranjero sea nacionalizado, y para que los bancos, fundos y fábricas sean de todo el pueblo.

VI. Las posibilidades del programa de la UP

Se trata de establecer si es absorbible pasivamente por el sistema capitalista el programa de la UP. Lo haremos a partir de su formulación oficial y de las precisiones verbales hechas por Salvador Allende. Al estudiar las posibilidades del programa de la UP, no deben observarse sólo las posibilidades de funcionamiento en abstracto del modelo económico teórico que formula el programa de la UP. (Ha sido llevado a la práctica en situaciones históricas concretas, como durante la NEP en la URSS, o en China Popular en la década del 50). Tampoco debe suponerse que los problemas para su realización surgirán sólo de la envergadura del capital afectado por las posibles medidas, sino también de las consecuencias políticas que implican tales o cuales medidas (derecho de propiedad, posible ejemplo al resto de América Latina, etc.).

Nuestras tesis programáticas parten de la necesidad de la destrucción del Estado capitalista y levantamos un programa antiimperialista y anticapitalista en lo fundamental. Si bien también buscamos proteger en una primera etapa al pequeño propietario agrícola, al pequeño comerciante y al pequeño industrial, no creemos que existan sectores de la burguesía industrial o agraria con los que sea posible aliarse y menos aún protegerlos. Tampoco escondemos concesiones a estos sectores detrás de una "burguesía media", como otros confusamente intentan hacer. Para nosotros, las clases dominantes envuelven a las norteamericanas y a la burguesa industrial, financiera y agraria en su conjunto. No reconocemos la existencia de "buenos" o "malos" empresarios industriales o agrarios. No se trata para nosotros de sólo aumentarla esfera estatal de la economía, permitiendo que sectores de la gran industria y del gran agro capitalista se sigan desarrollando. No reconocemos tampoco la existencia de un feudalismo agrario con el que combatir, etc. En síntesis, levantamos un programa antiimperialista y anti-capitalista, socialista en sus líneas fundamentales y no un programa
puramente antiimperialista, anti-monopólico, antifeudal y democrático, como lo hacen algunas de las fuerzas de la UP.

Afirmamos que las medidas que el programa de la UP se propone no son absorbibles pasivamente por el sistema capitalista en Chile. En el terreno agrario creemos que es posible que sectores de la burguesía industrial coincidan en empujar medidas que impulsen una mayor industrialización de la producción agropecuaria, que por eso permita disminuir el costo de los salarios industriales, y que por otro lado eleve el nivel de vida de la población campesina y así la incorpore al mercado de la producción industrial, hoy estancada por falta de mercado interno. Pero no podrá permitir la expropiación de la mayor parte de las empresas agrícolas, ya que los empresarios agrícolas son en gran parte los mismos, o pertenecientes a las mismas familias, de los empresarios industriales y los propietarios de los bancos.

La UP se propone nacionalizar el cobre. A raíz de las necesidades de consumo de cobre en el mundo y del alto precio alcanzado por el metal en el mercado mundial, fueron abiertas enormes fuentes de producción de cobre en el resto del mundo; esto sumado a que se asegura a largo plazo la sustitución del cobre por otros metales y la tendencia del capital norteamericano en América Latina a desplazarse desde los sectores de inversión tradicional (en Chile fundamentalmente extractivos) hacia el área industrial manufacturera, financiera y comercial, hace que la importancia relativa de las inversiones norteamericanas en la gran minería del cobre chileno disminuya. A la vez no les interesa a los inversionistas norteamericanos perder las ganancias que a corto plazo les está rindiendo el cobre en la medida que el precio de metal siga en los altos niveles en que ha estado recientemente. Así se les asegura una "buena" indemnización, un plazo "prudente" y sí se les abren las posibilidades de desplazar sus inversiones hacia otras áreas de la economía, como la industria manufacturera, no puede descartarse la posibilidad de que los inversionistas norteamericanos, y por tanto el Departamento de Estado, permitan este específico tipo de "nacionalización". (Estas fueron las razones que explican la complaciente aceptación que le dieron a la "nacionalización pactada" del gobierno de Frei).

Es distinto el caso de la llamada industria monopólica, que la UP se propone nacionalizar. En este sector de la economía están los intereses fundamentales del sector más dinámico y más importante de la burguesía chilena. Más aún, es hacia este sector donde se está desplazando la inversión norteamericana y, de acuerdo a las tendencias observadas en Chile y en el resto de América Latina, es en este rubro de la economía desde donde la burguesía pretende continuar su desarrollo, asociada con capitales norteamericanos y orientada hacia la búsqueda de mercados externos a través de la formación de "mercados comunes" latinoamericanos o regionales. La aceptación de la nacionalización de este sector de la economía en forma pasiva, por parte de las clases dominantes nacionales y extranjeras, cualquiera que sea la forma o el monto de la indemnización, parece más difícil, pues cuestiona las bases económicas del capitalismo y del sistema de dominación imperialista.

Los bancos en Chile son propiedad también de los sectores más importantes de la burguesía y de imperialismo; constituyen el grado más alto en su desarrollo, la distribución del crédito a su amaño es función económica que no cederán fácilmente y las ganancias que obtienen por la administración del crédito son de gran envergadura. Si bien puede convenirle a pequeños comerciantes, agricultores e industriales que el Estado administre racionalmente el crédito, la nacionalización de la banca implica herir poderosos intereses y no creemos que sea fácil realizarla con la aceptación pasiva de quienes estarían viendo cuestionadas las bases de sustentación de su poder y riqueza.

Por todo lo anterior creemos que como está formulado el programa de la UP, golpea algunos núcleos vitales del capitalismo como las empresas extranjeras, el capital financiero, el sector monopólico de la gran industria y el latifundio. Creemos también que si este programa es llevado a cabo, provocará una contraofensiva imperialista y burguesa que, sumada a las energías y aspiraciones que se librarán a nivel de masas, obligará a una rápida radicalización de proceso. Por ello, si bien el programa de la UP no es idéntico al nuestro, empujaremos y apoyaremos la realización de esas medidas.

Evidentemente, el curso que los acontecimientos tomarán en relación con la aplicación de estas medidas, dependerá fundamentalmente de la forma que éstas adopten en los distintos rubros (expropiación, simple intervención, asociación estatal, control indirecto, etc.), de la extensión de las medidas (qué porcentaje de los bancos abarque, cuánto de la gran minería, qué se entienda por latifundio, qué se entienda por "monopolio industrial", etc., del plazo y de la secuencia en que estas medidas se lleven a cabo, de la forma de pago que se realice (en qué plazo, en dinero, convertible en dinero si es invertido en la industria, forma de avalúo, etc.), y a través de qué método se llevan a cabo (reforma constitucional, proyecto de ley, decreto del Ejecutivo, etc.).

Todo esto no ha sido aclarado aún y al parecer es motivo de discusión entre las fuerzas que componen la UP y sus técnicos. Creemos que las anteriores cuestiones se resolverán más o menos radicalmente, según sea la fuerza política, social y militar con que se cuente al momento de asumir el gobierno y después.

VII. ¿Está cuestionada en lo fundamental la estrategia de la lucha armada?

Siempre hemos afirmado que la conquista del poder por los trabajadores sólo será posible mediante la lucha armada. Sabemos que es necesario herir poderosos intereses que en cada país están protegidos por el aparato del Estado capitalista; y que las clases dominantes, como lo enseña la experiencia histórica, no vacilarán en ejercer la violencia en defensa de su poder y riqueza. Nunca hemos descartado la posibilidad que algún país vaya al socialismo como "fruta madura" cuando el sistema capitalista mundial se encuentre agónico y el socialismo predomine en todo el planeta. No es esa la situación actual.

Más aún, hemos sostenido que la lucha armada adoptará la forma de una guerra revolucionaria prolongada e irregular; y que no podrá tomar la forma de una insurrección popular que en pocas horas entregue el poder en forma definitiva a los trabajadores, pues a pesar de los retrocesos sufridos por el imperialismo en la guerra del Vietnam y de los avances de la Revolución Colonial en todo el mundo, el imperialismo es aun inmensamente poderoso en lo inmediato, como lo son también las clases dominantes nativas en la América Latina. Sólo una forma de guerra irregular, que en su desarrollo político y militar vaya debilitando a las clases dominantes y fortaleciendo a los revolucionarios, puede ser exitosa en Chile.

Nada de lo fundamental de estas condiciones ha variado por el triunfo electoral de la UP: el enfrentamiento sólo ha sido postergado, y cuando se lleve a cabo, será más legítimo y tomará un carácter masivo, lo que hace hoy más vigente que nunca la estrategia de la lucha armada. A su vez mientras la correlación mundial de fuerzas no varíe fundamentalmente, la lucha definitiva por el poder habrá de tomar un carácter irregular y prolongado.

Evidentemente lo anterior no invalida el hecho que el triunfo electoral de la UP asegura desde ya modificaciones en la forma de inicio que adopte la lucha por el poder en Chile que pueda ir desde un levantamiento popular, una guerra civil, a una guerra revolucionaria que desde el inicio cuente con enorme apoyo popular. Esto es fundamental y nos lleva a necesarias adecuaciones en las formas tácticas de lucha. La acción directa (ejemplo caso "Helvetia"), la movilización de masas por métodos revolucionarios (por ejemplo, 26 de enero) y la lucha callejera no perderán vigencia mientras impere el sistema capitalista, mientras exista explotación y miseria en los campos y ciudades de Chile y mientras se desarrollen movilizaciones anti-patronales entre los trabajadores.

Es evidente que se harán necesarias adecuaciones de acuerdo al momento político que atraviesa el país, en cuanto a oportunidad, contenido, forma y envergadura de estas formas de lucha. Todas las tareas en este plano actualmente deben orientarse a la defensa del triunfo electoral de la izquierda y a la lucha contra las organizaciones de ultraderecha. Después, en los frentes de masas, la tarea será impulsar la realización del programa.

VIII. ¿Fue errada en lo fundamental nuestra política electoral?

En mayo de este año sostuvimos que el aumento de las movilizaciones sociales constituía el hecho político más relevante del período, que las elecciones se insertarían en el marco definido por esas situaciones sociales, que sólo serían una forma parcial y formal de expresión del proceso fundamental en el plano institucional, que nosotros no realizaríamos actividad electoral propiamente tal, sino que pondríamos nuestros esfuerzos en empujar las movilizaciones de masas por métodos revolucionarios y en desarrollar acciones directas ligadas a estas movilizaciones; así lo hicimos.

Desarrollamos esta política al repartir dinero expropiado en la Población 26 de Enero, en las acciones directas de "Helvetia" y "el Caucho", en las movilizaciones de Sigdo-Kopers, Muebles Roma, Carbón y Textiles de Tomé, entre los pobladores en siete tomas de terrenos en Santiago, en las tomas de Concepción, Tomé, Coronel, Chillán y Los Ángeles, en las movilizaciones campesinas de Chillán y Colchagua, en las corridas de cerco entre los mapuches de Cautín, entre los estudiantes secundarios y universitarios a lo largo del país. Esta política permitió un enorme desarrollo orgánico, el aumento de nuestra capacidad operativa y una influencia de masas significativa, cooperando también a la unidad política y combativa de los trabajadores.

En mayo también establecimos en general las diferencias que teníamos con el programa de la UP y nuestra crítica a ese frente político por su carácter puramente electoral y por estar allí fuerzas políticas que a nuestro juicio en gran medida representaban intereses de la burguesía.

A pesar de no desarrollar actividad electoral y no tener confianza en ese camino para la conquista efectiva del poder por los trabajadores, en los hechos reconocimos que Allende representaba a los trabajadores en el terreno electoral y que Alessandri y Tomic tenían la representación electoral de las clases dominantes y declaramos nuestro rechazo categórico a las candidaturas de Alessandri y Tomic; por ello no llamamos a la abstención a las masas y pusimos de palabra y de hecho nuestros nacientes aparatos armados al servicio de la lucha por la defensa de un eventual triunfo de izquierda y contra las conspiraciones de derecha, antes y después de la campaña. Seguimos creyendo que fue una política justa.

En mayo de este año, sin descartar la posibilidad de un triunfo electoral de la izquierda, creíamos éste enormemente difícil, pues suponíamos que las clases dominantes se verían obligadas a retirar a uno de sus candidatos. En agosto de este año planteamos públicamente la mayor posibilidad de una victoria allendista en un manifiesto. Por todo esto creemos que en lo fundamental nuestra política frente a las elecciones presidenciales fue correcta y que nuestras previsiones frente al resultado electoral fueron bastante aproximadas a lo que ocurrió, dado el estrecho margen de votos.

La mala apreciación consistió en que sobrevaloramos la fortaleza político-táctica con que la derecha enfrentaría un triunfo electoral de la izquierda y subvaloramos la capacidad de maniobra táctica de la UP en caso de triunfar. Ello hizo que desarrolláramos nuestras actividades sobre la base de, o una derrota electoral de la UP, o de un triunfo electoral de la UP seguido a muy breve plazo por un enfrentamiento de clases, y no previmos en profundidad la posibilidad de que la UP pudiera asumir el gobierno. Esto, que fue insuficiente como previsión, permitió al mismo tiempo desarrollar orgánica y políticamente las tareas de la defensa de un triunfo electoral, cuestión que ha estado planteada hasta aquí como necesidad en el primer plano de la situación nacional, y que seguirá planteada por todo un período.

IX. Las limitaciones de un posible gobierno UP

La Unidad Popular si asume el gobierno, lo hará a través de la vía legal, lo que la obliga a ser gobierno con el aparato del Estado capitalista intacto. Esto la haría, al menos, iniciar su gobierno sin modificar sustancialmente a las Fuerzas Armadas, lo que asegurará el riesgo permanente de un golpe militar reaccionario. Si asume, lo hará sumergido entre los funcionarios altos y medios del régimen anterior y bajo la antigua estructura, lo que con seguridad le hará difícil el ejercicio del gobierno. Más aún, asumirá bajo el sistema legal e institucional vigente, lo que ahogará sus planes en una maraña de legalismos, trámites constitucionales, proyectos de ley sometidos a indicaciones parlamentarias, etc.

Las posibilidades de la UP de modificar sustancialmente este marco legal limitante (por medio de modificaciones de la Constitución, de plebiscito, de disolución del Parlamento, etc.), son difíciles y están también inmersas en las mismas limitaciones institucionales. Más aún, como veremos más adelante, conscientes de esto es que son justamente estos aspectos limitantes, que definen las condiciones de "poder", los que la Democracia Cristiana se ha decidido a asegurar en las negociaciones con la UP.

La UP al mismo tiempo obtuvo su mayoría electoral del aumento de las movilizaciones de las masas detrás de sus intereses. Fue en la mayor envergadura, madurez y combatividad de las aspiraciones del pueblo, donde Allende encontró la mayoría que le dio la victoria.

Por lo tanto, por encima de las limitaciones anteriores, pasada ya la euforia del triunfo, y habiendo asumido el gobierno, la UP tendrá que satisfacer los anhelos de las masas en lo concreto y a corto plazo. Más aún, en un plano más concreto tendrá también que hacerse cargo de una difícil situación económica en la que el endeudamiento externo asciende a más de 2.000 millones de dólares, que en su mayor parte corresponden a instituciones crediticias norteamericanas, las que difícilmente le ofrecerán las facilidades que le ofrecieron a Frei en 1964. Tendrá que hacerse cargo del país con una baja tasa de crecimiento económico, con una producción agropecuaria e industrial disminuida, con una inflación que con seguridad este año sobrepasará el 40% y con un apreciable aumento de la desocupación. Con esa situación económica no será fácil resolver los problemas de los trabajadores, no existiendo fuentes de capital de rápido acceso (las nacionalizaciones lo son sólo limitadamente, salvo que sean masivas y sin grandes indemnizaciones) y con las clases dominantes buscando sabotear la producción industrial y agropecuaria.

X. La situación política inmediatamente posterior a las elecciones

La victoria electoral de la izquierda llevó a las clases dominantes al desconcierto y las obligó a replegarse políticamente cuando los líderes que habían levantado se desprestigiaron, el clima político predominante fue el del "fairplay" y la única bandera posible de levantar para oponerse al triunfo electoral de la izquierda se redujo a tener que sostener descaradamente el derecho de la minoría a defender sus privilegios, lo que no pudo hacer. La Democracia Cristiana, cazada en la propia trampa del estridente populismo tomicista, se vio imposibilitada de poder apoyar descaradamente a "los momios" que tanto había atacado durante la campaña, y sectores de base tomicistas, que habían sido atraídos por la propaganda populista, entregaron de inmediato su apoyo a la UP.

Las Fuerzas Armadas, tradicional reserva de fuerza utilizada por las clases dominantes como última carta a jugar cuando sus intereses están amenazados, esta vez no estuvieron en condiciones de poder operar con facilidad. El "Tacnazo" cuestionó los mandos, rompió parte de la disciplina militar y en alguna medida politizó a la baja oficialidad, sub-oficialidad y tropa, las que no estuvieron dispuestas a obedecer ciegamente órdenes que las llevaran a irrumpir en el terreno de las decisiones políticas, sin antes someter aquellas decisiones a su propio juicio. Sin clima político, sin banderas, por lo menos en apariencia legítima, fue y será difícil arrastrar a los militares a un golpe de Estado.

La composición de la UP es causa de fortaleza y de debilidad. De debilidad en la medida en que tiene en su seno partidos que representan diferentes intereses de clase, ya que su base social de apoyo es heterogénea. De fortaleza en la medida en que las fuerzas políticas predominantes son de partidos de izquierda (PS y PC), en que su base social predominante es de obreros, campesinos, pobladores, y que en su seno existen también sectores revolucionarios. Hacia adelante habrá que esperar que los sectores revolucionarios y de izquierda predominen en las decisiones sobre los reformistas.

La UP, por las características del proceso que le ofrece el camino al gobierno, basa su fuerza en la legitimidad del peso "de la tradición democrática de Chile", en el clima político de "fairplay", en la debilidad táctica de la derecha, en el movimiento de masas organizado y en las escasas movilizaciones de masas que hasta aquí ha impulsado. No tiene de su parte fuerza militar de ningún tipo de peso significativo. Esto hace que la UP, del punto de vista de la fuerza necesaria para imponer su derecho a gobernar, bajo las condiciones que considera necesarias, sean en lo esencial débil (distinto fue en el caso de la Revolución Cubana, por ejemplo, que tenía el ejército rebelde y a las masas firmemente detrás de ella, y diferentes es el caso del gobierno peruano, que contó con el ejército de su parte).

XI. Fortaleza y estrategia de las clases dominantes

Debe establecerse claramente la enorme diferencia que existe entre un repliegue político momentáneo de las clases dominantes, de una derrota estratégica de éstas, que está muy lejos de haberse producido.

Está intacto el Aparato del Estado, su Aparato militar y su cuerpo burocrático; están intactos todavía sus poderosos intereses económicos; la superestructura legal y jurídica del sistema no sólo está vigente sino que también está siendo aceptada por la UP; el imperialismo no está atado de manos y permanece fuerte y poderoso a la expectativa. No se dan por vencidos, y sus distintos sectores ensayan distintas estrategias que les permitan a corto y mediano plazo mantener su poder y riqueza.

Aún les quedan cartas legales que jugar: siguen buscando cambiar el resultado en los colegios escrutadores y no abandonan la esperanza de impedir la elección de Allende en el Congreso Pleno. Puede presumirse que por este camino fracasarán, pero es un instrumento de presión útil para quienes negocian sus votos con la UP. La DC busca aceptar que Allende asuma, pero "amarrado" y condicionado; exige la mantención de las actuales Fuerzas Armadas, que no se les conceda derecho a voto, que se asegure el cauce legalista de los planes de la UP y que vigilen el cumplimiento de estos acuerdos las mismas Fuerzas Armadas; sabe que con ello ahoga un gobierno UP en una maraña de legalismos, lo mantiene amenazado con un golpe militar reaccionario y le impide resolver los problemas fundamentales de país y el pueblo. Al mismo tiempo se realizan atentados, se construyen nuevos movimientos políticos de derecha y se levantan nuevos liderazgos que a largo plazo buscan ser la base de apoyo de un golpe militar, a mediano plazo encabezan políticamente las maniobras de sabotaje económico y a corto plazo sirven objetivamente como elemento de presión en las exigencias de la DC a la UP (Patria y Libertad). El Departamento de Estado norteamericano manifiesta cautelosamente su opinión en distintas formas: primero fue la SIP la que alertó al mundo sobre "el peligro del comunismo, después el "New York Times" pidió golpe militar, etc.; pero al mismo tiempo los norteamericanos afirman el principio de la no intervención en Chile a través de varios de sus periódicos y personeros.

Al parecer la estrategia predominante de la burguesía y el imperialismo consiste en permitir que Allende asuma, tratar de darle sólo unos meses de gobierno, "amarrarlo" en la maraña de legalismo vigente, vigilar el cumplimiento de esos "amarres" por las Fuerzas Armadas y así tener a la UP bajo la amenaza permanente de un golpe militar reaccionario, buscando así impedirle llevar a cabo sus planes fundamentales y resolver los problemas de las aspiraciones de las masas. Desencadenar al mismo tiempo la baja en la producción industrial, negarle la renegociación de la deuda externa, disminuir la siembra en los campos y de esta manera aumentar la inflación y la cesantía: se intenta desprestigiar así un gobierno UP y entonces, en base a los grupos de derecha creados en el intertanto, arrastrar a las Fuerzas Armadas a "salvar la Patria", e impedir "el desorden y el caos"; sólo entonces derribar a Allende, en circunstancias políticas más favorables para ella. Esta estrategia tiene la ventaja que le entrega tiempo a las clases dominantes para reagrupar sus fuerzas, alcanza a crear un clima propicio, y sobre todo, les permite intentar el desprestigio histórico de la salida política de "la izquierda" y el socialismo en Chile y en América Latina, por un período significativo. Creemos que este es el peligro fundamental en este momento, que debe alertarse a toda la izquierda y debe empujarse toda medida, hecho o política que contribuya a impedir el éxito de esta oscura estrategia.

XII. La situación actual y las perspectivas

La composición política heterogénea de la UP y la ausencia de fuerza militar de su lado, le imprime debilidad y hace muy difícil el camino de la UP al gobierno, y es por eso que las clases dominantes, a través de la DC, presionan en este momento político. Más aún, el hecho de que las masas anhelantes y susceptibles de movilizarse el 4 de septiembre se hayan convertido en telespectadores y radioescuchas de la situación política, el haber legitimado la UP el derecho de la DC a exigir garantías y haberlo aplaudido como un hecho histórico en su prensa, dio enorme fuerza a las exigencias democratacristianas. Esta se ganó la representación de las clases dominantes, y pasó a contar para sus presiones con la fortaleza económica, militar y política del imperialismo y la burguesía. Eso permitió que se fortalecieran en su seno las tendencias más reaccionarias, que en la última Junta presionaran por votar por Alessandri y obtener así una segunda vuelta electoral, por una abstención agresiva, por la exigencia de ministerios, hasta exigir la aceptación de todas las garantías antes planteadas a la UP, las que ésta había rechazado. Ello obligó a la UP a aceptar la constitución de una comisión conjunta y a dar seguridades de aceptar las exigencias del Consejo del PDC, quedando planteada la amenaza de no apoyar a Allende en el Parlamento y de buscar el acuerdo con otras fuerzas (alessandristas), si las gestiones fracasaban.

En definitiva, la actitud que se adopte no depende de las intenciones, sino de si se cuenta o no con la fuerza necesaria para imponer las propias condiciones. En realidad el impasse de las clases provocado por el resultado electoral se está resolviendo en una medición de las fuerzas de ambos bandos. No pretendemos erigirnos en jueces de nada, ni administrar a nadie; creemos que de lo que ocurra también participamos de una cuota de responsabilidad; sabemos también que se considera "poco táctico" y "oportuno" atacar a la DC, pero no podemos dejar de decir que nos parece un descaro y cinismo el del PDC al exigir "garantías democráticas" a la UP. ¿Cómo pueden exigir garantías Pérez Zujovic y Carmona, responsables del asesinato de pobladores y mineros en Puerto Montt y en El Salvador? ¿Cómo pueden atreverse a pedir garantías para la autonomía de las universidades los mismos que las han allanado y vejado? ¿Qué descaro es ése de pedir garantías para los partidos políticos los que ilegalizaron organizaciones de izquierda, y torturaron y encarcelaron revolucionarios? ¿A quién quieren engañar los DC cuando piden garantías para las Fuerzas Armadas después de sabotear el mejoramiento de la previsión del personal en retiro?

Mientras se legitima el derecho de la DC a exigir garantías, mientras todo se haga depender del juego interno del PDC, mientras no se informe y movilice real y efectivamente al pueblo en todo el país a través de concentraciones y movilizaciones en contra de las agresiones del imperialismo y los momios, y lanzando reivindicaciones populares, etc., será difícil resistir presiones DC y momias. Mientras no se desarrolle en los hechos una política que tenga como primer objetivo ganar fuerza, las intenciones de la UP, que nadie pone en duda para ceder lo menos posible, la tarea será difícil. Objetivamente no pueden dejar de valorarse las actitudes del Presidente Electo de categórica reafirmación pública del programa a la prensa y en concentraciones, ni algunos de sus combativos llamados a la movilización por la defensa del Triunfo. Más aún, los sectores revolucionarios que hay en el seno de la UP y las organizaciones de izquierda revolucionaria no pueden asumir el papel de observadores y críticos pasivos del proceso; su papel es emplearse en la movilización de trabajadores y estudiante y probablemente la escasa movilización de las últimas semanas no sólo es de responsabilidad de la UP.

La composición de la UP, su debilidad relativa y la debilidad de los sectores revolucionarios, imponen al proceso dos posibles salidas: o la aceptación de las presiones democratacristianas y momias y el "amarre" del futuro gobierno; o la movilización efectiva de masas y desde allí la exigencia del derecho a gobernar, imponiendo sus condiciones, pasando o no por un enfrentamiento de clases. La Junta DC y la aceptación de la UP de constituir la Comisión exigida, permite presumir que Allende asumirá sin enfrentamiento previo. A pesar de ello, no puede descartarse que circunstancias difíciles de prever provoquen un enfrentamiento previo (atentado a Allende, secuencia de atentados de ultraderecha, situación internacional, etc.). Más aún con la UP ya en el gobierno, incluso ya "amarrada", no puede descartarse que medidas políticas o económicas, que en sí mismas no constituyan medidas radicales, puedan provocar una contraofensiva reaccionaria e imperialista, que sumada a las energías que se liberen a nivel de masas lleven al gobierno de la UP a apoyarse en el movimiento obrero y campesino, y desde allí se radicalice el proceso y se precipite un enfrentamiento históricamente significativo.

XIII. Nuestra política

Para nosotros, los trabajadores ya conquistaron el derecho a hacer propiedad de todo el pueblo, las empresas extranjeras, los bancos, fábricas y fundos; el pueblo ya eligió Presidente a Salvador Allende, y esto no es negociable a costo alguno. La tarea fundamental del momento es defender el triunfo electoral de las maniobras de la burguesía y el imperialismo, empujar las movilizaciones de masas a partir de sus frentes por estos objetivos y formular una política hacia la sub-oficialidad y tropa. Señalaremos los peligros que acechan al pueblo en el camino de la conquista del poder por los trabajadores a partir de una mayoría electoral, buscando prepararlo para el enfrentamiento que este camino necesariamente implica. Combatiremos las maniobras de los momios, denunciaremos las oscuras intenciones de la DC y su negro pasado, apoyaremos a los sectores revolucionarios de la UP, e intentaremos desplazar el centro de decisiones de La Moneda y los pasillos del Congreso a los frentes de masas movilizados.

Posteriormente empujaremos la realización del programa, afirmando su desarrollo en las capas más pobres de la sociedad como forma de asegurar el curso revolucionario y socialista del proceso. Desde ya abriremos discusiones en los frentes de masas acerca de sus reivindicaciones, para que el proceso sea impulsado también desde la base.

Actualmente muchas cuestiones fundamentales son aún interrogantes. Habremos de observar objetivamente el proceso, con el socialismo como única meta, entendiendo que nuestras posibilidades de apoyo u oposición a lo que la UP realice, no significarán desviaciones oportunistas nuestras, en la medida que tenemos claros nuestros objetivos y nuestro camino. Por incorporarnos al proceso que la UP conduce, corremos el riesgo de ayudar a sepultar en el desprestigio el camino del socialismo en Chile y en América Latina, si sus vacilaciones priman sobre sus avances y el proceso se frena. No obstante una oposición "purista" y ciega puede aislarnos de un proceso que, pasando por un enfrentamiento de clases históricamente significativo, pueda ser el inicio del camino al socialismo. En lo inmediato, pues, empujaremos desde ya aquellos aspectos que coincidan con nuestra política.

Mantendremos nuestra estructura político-militar mientras impere el sistema capitalista en Chile y mientras el poder no haya sido efectivamente conquistado por los trabajadores, la defensa de cuyos intereses seguirá siendo nuestra única causa de existencia.

Secretariado Nacional
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Octubre de 1970

________________________

COMITÉ DE INICIATIVA 50 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL MIR

No hay comentarios :

Publicar un comentario