EL MIR A
LOS OBREROS, CAMPESINOS, POBLADORES, ESTUDIANTES Y SOLDADOS
DECLARACIÓN
PÚBLICA, SEPTIEMBRE 1970*
I. Las
agresiones de la derecha
1.
El ascenso de las movilizaciones de masas en los últimos años y la división
temporal de la unidad política de las clases dominantes permitió que se
produjera lo que nosotros creíamos muy difícil: la izquierda obtuvo la mayoría
electoral.
2.
La derecha y el imperialismo, derrotados en el campo electoral no se conforman.
Por defender su riqueza y privilegios intentan arrebatar el triunfo a la
izquierda tratando de crear el caos económico y financiero, aumentando la
cesantía, robando votos en los colegios escrutadores planeando elegir a la
segunda mayoría en el Congreso e incluso preparando atentados personales contra
el candidato triunfante. Por defender sus cochinos intereses no dudarán en
empujar a los sectores reaccionarios de las FFAA a dar un golpe militar o a
empujar una intervención extranjera.
II. La
Democracia Cristiana
Los
derrotados quieren administrar el triunfo.
1.
Los demócrata cristianos, asesinos de El Salvador y Puerto Montt, torturadores
de revolucionarios, los que vendieron el cobre chileno a los norteamericanos,
después de ser derrotados en las urnas pretenden con descaro aparecer de
portaestandarte de la defensa de la “democracia” y buscan castrar el gobierno y
el programa de la UP, negociando sus votos en el Parlamento.
2.
Más allá de las declaraciones, la UP está enfrentada a dos alternativas: puede
asumir el gobierno sin contratiempos gracias a una conciliación con la DC o,
como estamos seguros que sus sectores revolucionarios empujarán, pueden no
conciliar, mantener su programa, no aliarse con la DC enfrentar la ofensiva
reaccionaria y así asegurar el camino revolucionario y socialista del gobierno.
III.
Significado del triunfo electoral de la izquierda
1.
Sostenemos que la mayoría electoral de la UP significa un inmenso avance en la
conciencia política de los trabajadores, que con certeza favorecerá el
desarrollo de un camino revolucionario en Chile.
2.
Sostenemos también que esta mayoría electoral ha formalizado un impasse entre
los trabajadores, por un lado, y los patrones de fundos y fábricas por el otro.
Esto sólo será resuelto por un enfrentamiento entre los pobres del campo y la
ciudad con los dueños del poder y la riqueza. Este enfrentamiento hoy está
postergado, pero tarde o temprano tendrá que darse y seguramente será violento.
Los hoy poderosos no cederán sus riquezas y privilegios gratuitamente.
La
estrategia de la lucha armada, hoy más que nunca, está plenamente vigente.
3.
Que la UP asuma el gobierno no significa que inmediatamente se produzca la
conquista del poder por los trabajadores o el socialismo en Chile. Se ha
obtenido una mayoría electoral de izquierda, que expresa la aspiración de las
mayorías de ser gobierno. Se lucha para que la izquierda sea gobierno, o sea
que los cargos públicos de Presidente, Ministros, etc., sean ocupados por la
izquierda, pero hasta aquí desde el aparato represor del Estado capitalista
hasta la explotación y la miseria en los campos y ciudades de Chile, permanecen
intactos. La meta es la conquista del poder por los trabajadores, la que sólo
existe cuando las empresas extranjeras y los bancos son de todo el pueblo en
los hechos, cuando las fábricas, las minas y los fundos son en realidad de los
obreros y campesinos.
IV. La
posición del MIR
1.
El MIR no llama a engaño a nadie ni se sube a carro electoral victorioso
alguno. En mayo de este año nos propusimos públicamente no llamar a la
abstención, no desarrollar actividades electorales propiamente tales y no
dedicarnos a la búsqueda de votos por los clásicos métodos de la izquierda; así
lo hicimos. Como lo afirmáramos entonces, desarrollamos una intensa actividad
política en los sectores más empobrecidos del movimiento de masas y pusimos
nuestro esfuerzo en empujar las movilizaciones de los trabajadores por sus
reivindicaciones por métodos revolucionarios. En la medida de nuestras fuerzas
lo hicimos en las luchas obreras de Helvetia, el caucho, Polycron, Sigdo
Kopers, muebles Roma, entre los campesinos de Melipilla y Colchagua, entre los
mapuches de Cautín, entre los obreros del carbón, los textiles de Tomé, entre
los pobladores en las tomas de Santiago, Concepción, Coronel, Chillán y Los Ángeles,
y entre los estudiantes secundarios y universitarios a lo largo de todo el
país. Como lo dijimos en mayo y en agosto, desarrollamos nuestros nacientes
aparatos armados y los pusimos al servicio de una eventual defensa de un
triunfo electoral de la izquierda. Así fue durante 1970, así fue el 4 de
septiembre y así es actualmente.
2.
Sostenemos que la mayoría electoral de la izquierda o un gobierno de la UP son
un excelente punto de partida para la lucha directa por la conquista del poder
por los trabajadores, que incorporando nuevos contingentes de masas y bajo
nuevas formas de lucha, con seguridad terminará en un enfrentamiento entre los
explotadores nacionales y extranjeros por un lado y los trabajadores por el
otro.
3.
Desde ya fijamos nuestra posición frente a un gobierno de la UP si este asume
sin mediar alianzas con la DC y sin conciliar el programa. Si bien el Programa
de la UP no es idéntico al nuestro se propone golpear núcleos vitales del
sistema capitalista, como son las empresas extranjeras, la industria
monopólica, el capital financiero y el latifundio. Más, aunque en la UP existen
partidos que representan distintos intereses, es un hecho que predominan las
fuerzas de la Izquierda.
Creemos
que la ofensiva reaccionaria, que el posible cerco imperialista, y las fuerzas
dinámicas que se liberarán a nivel de masas, empujarán a una mayor radicalización
de un gobierno UP.
Consecuentemente
el MIR se propone apoyar esas medidas, empujar la realización de ese programa,
buscar su radicalización en los frentes de masa, y hoy, como tarea fundamental
y urgente, colocar sus esfuerzos en la defensa del triunfo electoral, frente a
las maquinaciones de la derecha y del imperialismo.
V.
Proponemos un quehacer
1.
La tarea fundamental de este momento es detener a los monopolios y defender el
triunfo electoral; frente a las maquinaciones de la derecha preparar a las
masas política, orgánica y militarmente para el enfrentamiento que seguramente
vendrá antes o después del 4 de noviembre. Debe desplazarse el centro de
decisiones desde los pasillos del Congreso y la Moneda a los sindicatos obreros
y campesinos, a los centros estudiantiles y los comités de pobladores, única
garantía de la defensa del triunfo y la realización posterior del programa.
2.
Es necesario comprometer a las masas en la defensa del triunfo, proclamando
inmediatamente medidas populares como salario vital mínimo de un millón de
pesos, asignación familiar única igual a la más alta, congelación de precios
del primero de enero en adelante, etc.
Debe
empujarse las luchas reivindicativas en todos los frentes, debe movilizarse a
las masas, fundamentalmente a partir de sus organizaciones sindicales, y deben
organizarse comité por frente para la defensa del triunfo, como forma de
afirmarse en las capas más pobres de la sociedad.
3.
Debe entregarse una estrategia general a las masas para la defensa del triunfo.
Así, ante un desconocimiento declarado y represivo, los obreros deben ocupar
sus fábricas, los campesinos sus fundos, los pobladores a hacer barricadas en
las calles.
¡A DEFENDER EL TRIUNFO!
¡A RECHAZAR LA ALIANZA CON LA DEMOCRACIA CRISTIANA!
¡A LUCHAR POR LA CONQUISTA DEL PODER POR LOS
TRABAJADORES!
MOVIMIENTO
DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA, MIR
Septiembre de 1970
*Transcrito de la revista Referencias 2/71, Universidad de La Habana, 1971; pp.
245-248
_____________________________
EL MIR Y
EL RESULTADO ELECTORAL
En Punto Final, Nº115,
13 de octubre de 1970
La
mayoría electoral obtenida por la izquierda ha hecho surgir una serie de
preguntas concretas en el seno de la izquierda revolucionaria. Algunas de ellas
son: ¿cuál es el significado del triunfo electoral de la UP? ¿Ha fracasado la
estrategia de la lucha armada en Chile? ¿Debe abandonarse la actual organización
de tipo político-militar? ¿El triunfo electoral es patrimonio exclusivo de la
UP y en él la izquierda revolucionaria nada tiene que hacer?
Al
parecer es difícil opinar hoy día en la izquierda. Si no se coincide
absolutamente con lo que algunas fuerzas del Comando Nacional de la UP
sostienen, se corre el riesgo que de inmediato éste, el bloque político más
poderoso del país, se sienta en la obligación de aclarar lo que a su entender
no es evidente aún: que nuestra pequeña organización no es su
"tutor", ni le "administra".
Nada
deseamos menos que obstaculizar la posibilidad de que la UP asuma el gobierno.
Pero, a la vez, nos parece legítimo y necesario expresar nuestro pensamiento.
Creemos útil abrir la discusión en un terreno elevado y fraternal, en el seno
de la izquierda, discusión que sólo prepotencias y agresiones verbales de parte
de otros podrán entregar, contra nuestra voluntad, municiones al enemigo.
Para
ahorrar tiempo a la UP y preocupaciones excesivas a la derecha y a la DC, desde
ya dejamos establecido que lo que afirmamos no representa el pensamiento de
toda la UP, que nos dirigimos al pueblo, y que no somos
"administradores" ni "tutores" de toda la izquierda.
I. El
imperialismo y las burguesías de América Latina
Sin
pretender profundizar nos interesa responder a una de las interrogantes que se
plantean en la izquierda: ¿Es posible que hoy pueda darse una alianza entre
sectores importantes de la burguesía nacional con la izquierda para desarrollar
una política antiimperialista?
La
clase dominante en América Latina está constituida por un complejo social y
político que abarca las clases dominantes norteamericanas y a nuestras
burguesías nativas, ligados estrechamente sus intereses económicos, militares y
políticos. Existen contradicciones menores entre el imperialismo y las
burguesías nacionales alrededor de la lucha por coger una mayor cuota de lo
producido a través de la explotación de América Latina. Pero siempre por encima
de esas contradicciones prevalece el interés común en mantener el sistema de
explotación y dominio sobre el que sustentan su poder y riqueza. Crecen las
contradicciones entre la burguesía y el imperialismo toda vez que la cuota del botín
de la explotación disminuye significativamente para uno de ellos; y cuando las
masas en repliegue o estancadas en sus movilizaciones, no amenazan la
supervivencia del sistema.
La
burguesía latinoamericana se ha planteado en los últimos años disputarle al
imperialismo una mayor cuota de participación en el excedente económico que
cada país produce, lo que ha llevado a la denominada "ola de
nacionalismo" en América Latina. Se ha desarrollado en los distintos
países, de acuerdo al estado en que se encuentre el movimiento de masas, y en
la medida también del interés norteamericano en desviar sus inversiones de los
sectores fundamentales extractivos hacia otros como la industria manufacturera.
Expresiones de este proceso son los acuerdos de CECLA, el proceso peruano, al
menos en sus orígenes, la pantomima de Bolivia, etc.
Los
militares peruanos, por ejemplo, asumieron el gobierno, no en brazos de un
ascenso de las movilizaciones de masas de este país, sino a partir de acuerdos
de pasillos, permaneciendo las masas, al menos en los inicios, como
espectadores. En el Perú las masas no vivían un ascenso de sus movilizaciones;
ello permitió a sectores de la burguesía hacer emerger contradicciones entre
sus intereses y los norteamericanos, como también contradicciones entre
distintas fracciones de la propia burguesía. (Sólo nos referimos a los orígenes
y no a las posibilidades que puedan darse en el seno mismo del proceso peruano
y entre las tendencias en desarrollo). Esta misma forma de análisis, en sentido
inverso, permite explicar por qué no se aprecian intentos
"nacionalistas" en Brasil, Uruguay o Argentina, y en alguna medida
explica el aborto de la pantomima nacionalista boliviana.
En
Chile hace por lo menos tres años que las movilizaciones de masas vienen en
aumento y la mayoría electoral de Allende se dio justamente sobre la base de
las mayores aspiraciones de los trabajadores. El triunfo electoral es para las
masas un paso adelante en la defensa de sus intereses, y para ello miran los
intereses de las clases dominantes, nacionales y extranjeras, que así, objetivamente,
están amenazados. Por encima de los juegos tácticos de la representación
política de la burguesía chilena, ésta buscará estrechar sus lazos con el
imperialismo y hacer un frente común a las masas en ascenso que están detrás de
la UP. No puede esperarse que sectores importantes de la burguesía puedan
aliarse con la UP para desarrollar una política antiimperialista.
II. El
imperialismo y los gobiernos reformistas en América Latina
Desde
la Segunda Guerra Mundial la situación internacional ha estado definida en lo
fundamental por la revolución colonial en ascenso y por la lucha del
imperialismo en contra de ella. La política norteamericana frente a los
gobiernos reformistas de izquierda, en especial, ha tenido por línea fundamental
su declarada oposición a ellos. Si se toma como indicador la guerra en el
sudeste asiático, la agresividad del imperialismo en el mundo ha ido en franco
aumento. En América Latina, pasando por encima de su formulación de la Alianza
para el Progreso, desde 1965 el imperialismo, a través de su intervención en
Santo Domingo, volvió a plantear la política del "garrote" frente a gobiernos
incluso de tipo pequeño burgués "democrático".
A
pesar de ello el imperialismo se ha visto obligado, a veces, a aceptar
gobiernos reformistas, donde a corto plazo no ha podido intervenir, por estar
"amarrado" en enfrentamientos de mayor envergadura, como en el caso
de México durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, que nacionalizó el petróleo.
También han logrado mayor duración gobiernos populares como el de Sukarno en Indonesia
y el Nkrumah en Ghana. Distinto ha sido el caso cuando gobiernos de este corte
se han dado en su traspatio colonial y han encontrado al imperialismo con las
manos libres para intervenir. Intervino descaradamente en Guatemala en 1954, y
lo hizo también para derrocar el gobierno reformista burgués de Goulart en
Brasil, diez años después.
Actualmente,
la agresividad del imperialismo a plano mundial se expresa en la extensión de
la guerra en el sudeste asiático a Camboya y Laos, y en la agudización de la
guerra en el Medio Oriente. En ambos frentes, a pesar de estar el imperialismo
participando activamente, no se ha "atado de manos". En el sudeste
asiático la extensión de la guerra se hace a base de la
"vietnamización", que consiste en reemplazar a los soldados
norteamericanos por tropas nativas a su servicio, y en el Medio Oriente sus
intereses están representados por el ejército israelí. En América Latina,
actualmente el imperialismo también evidencia, de acuerdo con las burguesías
nativas, un endurecimiento de su política, como lo demuestran las situaciones
de Brasil, Argentina, Uruguay, Guatemala, Bolivia, etc.
A
pesar de que los Estados Unidos se ven obligados a veces a permitir
distensiones locales y temporales en provincias de su imperio, no parece ser
ésta, hoy en Chile, la variante más probable, por lo menos a largo plazo. Ello
no descarta que a poco o mediano plazo pueda darse una tolerancia temporal para
un gobierno reformista de izquierda en Chile; es un hecho que desde el 4 de septiembre
no se ha evidenciado una descarada intención de intervenir abiertamente y no
puede descartarse que los conflictos del sudeste asiático y del Medio Oriente,
que los problemas de "prestigio" del "decano" del
"mundo libre", y que el movimiento interno contra la guerra del Vietnam,
limiten a Estados Unidos en su accionar político por un corto periodo.
Cuestión
distinta es confundir estas limitaciones coyunturales de la agresividad
imperialista, con una tolerancia estratégica del imperialismo con el reformismo
de izquierda en América Latina y negar lo que es una evidencia histórica: o se
entregan seguridades al capital norteamericano de por lo menos poder desplazar
sus inversiones de un sector de la economía a otro, o los intereses
norteamericanos son amenazados y a corto o mediano plazo desarrollará una
política de intervención. Esto no exige la intervención directa, puede adoptar
la forma de una agresión argentina o la de una activación de un enfrentamiento
entre las clases dominantes y los trabajadores en Chile. (Son sugestivas las declaraciones
de la SIP, el editorial del "New York Times" apoyando un golpe
militar en Chile, etc.).
III. Las
causas del triunfo electoral de la UP
Hemos
dicho que el ascenso de las movilizaciones de Masas permitió lo que creíamos
muy difícil: la mayoría electoral de la UP. Con ello queremos expresar que el
aumento de las movilizaciones sociales en los últimos tres años llevó a un
proceso de agudización de la lucha de clases en Chile. Este fenómeno empujó al
quiebre político de las clases dominantes que enfrentaron divididas en dos candidaturas
(Tomic y Alessandri) las elecciones presidenciales. Sólo ello permite explicar
que a pesar de que en 1964 la izquierda obtuvo aproximadamente el 38% de la
votación, en 1970 haya triunfado con sólo obtener más o menos el 36%. Esto
también evidencia que los aportes electorales por el PR, API y PSD no pueden
haber sido fundamentales.
La
división en dos candidaturas, no sólo correspondió a un error de cálculo de las
clases dominantes sino que, ante el ascenso de las movilizaciones de masas, el
crecimiento de la izquierda y el inicio de las acciones de la izquierda
revolucionaria en Chile (y las de otros países como Brasil, Argentina, Uruguay
y Bolivia), las clases medias se atemorizaron; y si bien en los inicios y hasta
el final un sector de ellas buscó protección bajo el alero de los caudillos de
la derecha, después un grueso sector de ella, antes que votar por un gobierno
de derecha tradicional, que con certeza abriría el camino al desarrollo de una
izquierda revolucionaria, prefirió votar por el demagógico populismo tomicista
que ofrecía posibilidades de "paz y orden". Ello permitió la
significativa votación de Tomic que terminó favoreciendo a la UP frente al
alessandrismo.
La
agudización de la lucha de clases del último periodo también provocó fisuras en
las Fuerzas Armadas y relativa pérdida de su tradicional monolitismo, lo que
impidió a las clases dominantes utilizarlas para asegurarse el poder antes o
inmediatamente después de las elecciones.
La
mayoría electoral de la UP es expresión también de la madurez que las masas
alcanzaron en sus movilizaciones del último período. Hoy grandes contingentes
de masas aspiran al socialismo como sistema y su madurez les permitió resistir
la enajenación de la propaganda capitalista, ejercida masivamente durante la
campaña. No puede tampoco dejar de apreciarse que en la votación tomicista
también hubo sectores de trabajadores que votaron por los aspectos populistas
del programa de esa candidatura, lo que permitió a la UP contar desde el 4 de
septiembre con un apoyo de sectores de las bases tomicistas.
IV. El
significado histórico del triunfo electoral de la UP
La
mayoría electoral de la izquierda, por encima de las posibles orientaciones que
tome su conducción política y más allá de si el enfrentamiento se posterga,
abre para los trabajadores un nuevo período histórico. Se han incorporado
grandes y nuevos sectores del pueblo a la lucha por el socialismo, y el triunfo
electoral a nivel de la conciencia de las masas entregó a éstas la sensación de
victoria y de "derecho a gobernar", comprometidas detrás de un
programa, lo que implica un proceso irreversible en las futuras formas de
expresión de su aspiración a constituirse en poder. (Si antes sólo una minoría
aspiraba al socialismo y grandes sectores del pueblo podían ser engañados por
la vieja propaganda alessandrista o freísta, ello ya no es así).
En
la medida en que estamos ciertos que las clases dominantes no cederán
gratuitamente sus privilegios, el triunfo electoral ha asegurado legitimidad y
carácter masivo al enfrentamiento de clases que será previo a la conquista del
poder por los trabajadores.
Sostenemos
que el triunfo electoral de la izquierda constituye un inmenso avance en la
lucha del pueblo por conquistar el poder y objetivamente favorece el desarrollo
de un camino revolucionario en Chile, y por tanto favorece también a la izquierda
revolucionaria.
V. El
alcance del triunfo electoral de la UP
Al
obtener una mayoría electoral, la UP ha formalizado un impasse entre las clases
dominantes y los trabajadores, estableciéndose el derecho teórico de la
izquierda a asumir el gobierno. Esta mayoría electoral de la izquierda ha
llevado a un alineamiento de las fuerzas que, por un lado, ha formalizado la
aspiración de los trabajadores de ser gobierno, y por el otro la decisión de
las clases dominantes de defender sus intereses. Ambos, en realidad, se
preparan para un enfrentamiento que tarde o temprano resolverá en definitiva la
impasse.
La
UP se esfuerza por ser gobierno a partir de la mayoría electoral obtenida. De
acuerdo a las circunstancias que hoy prevalecen en Chile, ser gobierno de
izquierda constituirá el hecho de ocupar los cargos públicos de Presidente,
Ministros, etc., por miembros de la UP. Mientras el aparato del Estado, sus
estructuras burocráticas y militares, permanezcan intactas, no podrá pasar de
allí; seguirá siendo un instrumento de dominación y seguirá cumpliendo su rol
de clase. Como dijera Lenin, quienes realmente gobiernan son la inmensa capa de
funcionarios medios, tecnócratas, burócratas y militares de los ministerios,
subsecretarías y corporaciones, etc., a los que sólo una revolución puede desplazar.
Que
desde un "gobierno de izquierda" se pueda pasar a fases más avanzadas
en el camino de la construcción del socialismo, depende de si se destruye o no
el aparato del estado capitalista, de la participación efectiva que las masas
tengan en el proceso, de la composición revolucionaria de las fuerzas políticas
que conducen el proceso y de las medidas que se adopten en el terreno de la
lucha contra el imperialismo y frente al capital financiero, industrial y
agrario. Todo lo anterior si bien
asegura
la orientación revolucionaria del proceso, envuelve con certeza un
enfrentamiento armado entre las clases dominantes y los trabajadores.
La
meta, entonces, es la conquista del poder por los trabajadores, lo que exige la
destrucción del Estado como instrumento de dominio de la burguesía, y poner
todo el aparato estatal al servicio de los intereses de los trabajadores. Se
busca el ejercicio efectivo del poder por los trabajadores mismos, sustentado
sobre la base de la posesión de las armas por el pueblo, y por formas de poder local.
Todo ello con el fin de que el capital extranjero sea nacionalizado, y para que
los bancos, fundos y fábricas sean de todo el pueblo.
VI. Las
posibilidades del programa de la UP
Se
trata de establecer si es absorbible pasivamente por el sistema capitalista el
programa de la UP. Lo haremos a partir de su formulación oficial y de las
precisiones verbales hechas por Salvador Allende. Al estudiar las posibilidades
del programa de la UP, no deben observarse sólo las posibilidades de funcionamiento
en abstracto del modelo económico teórico que formula el programa de la UP. (Ha
sido llevado a la práctica en situaciones históricas concretas, como durante la
NEP en la URSS, o en China Popular en la década del 50). Tampoco debe suponerse
que los problemas para su realización surgirán sólo de la envergadura del
capital afectado por las posibles medidas, sino también de las consecuencias
políticas que implican tales o cuales medidas (derecho de propiedad, posible
ejemplo al resto de América Latina, etc.).
Nuestras
tesis programáticas parten de la necesidad de la destrucción del Estado
capitalista y levantamos un programa antiimperialista y anticapitalista en lo
fundamental. Si bien también buscamos proteger en una primera etapa al pequeño
propietario agrícola, al pequeño comerciante y al pequeño industrial, no
creemos que existan sectores de la burguesía industrial o agraria con los que
sea posible aliarse y menos aún protegerlos. Tampoco escondemos concesiones a
estos sectores detrás de una "burguesía media", como otros
confusamente intentan hacer. Para nosotros, las clases dominantes envuelven a
las norteamericanas y a la burguesa industrial, financiera y agraria en su conjunto.
No reconocemos la existencia de "buenos" o "malos"
empresarios industriales o agrarios. No se trata para nosotros de sólo
aumentarla esfera estatal de la economía, permitiendo que sectores de la gran
industria y del gran agro capitalista se sigan desarrollando. No reconocemos tampoco
la existencia de un feudalismo agrario con el que combatir, etc. En síntesis,
levantamos un programa antiimperialista y anti-capitalista, socialista en sus
líneas fundamentales y no un programa
puramente
antiimperialista, anti-monopólico, antifeudal y democrático, como lo hacen
algunas de las fuerzas de la UP.
Afirmamos
que las medidas que el programa de la UP se propone no son absorbibles
pasivamente por el sistema capitalista en Chile. En el terreno agrario creemos
que es posible que sectores de la burguesía industrial coincidan en empujar
medidas que impulsen una mayor industrialización de la producción agropecuaria,
que por eso permita disminuir el costo de los salarios industriales, y que por
otro lado eleve el nivel de vida de la población campesina y así la incorpore
al mercado de la producción industrial, hoy estancada por falta de mercado
interno. Pero no podrá permitir la expropiación de la mayor parte de las
empresas agrícolas, ya que los empresarios agrícolas son en gran parte los
mismos, o pertenecientes a las mismas familias, de los empresarios industriales
y los propietarios de los bancos.
La
UP se propone nacionalizar el cobre. A raíz de las necesidades de consumo de
cobre en el mundo y del alto precio alcanzado por el metal en el mercado
mundial, fueron abiertas enormes fuentes de producción de cobre en el resto del
mundo; esto sumado a que se asegura a largo plazo la sustitución del cobre por
otros metales y la tendencia del capital norteamericano en América Latina a desplazarse
desde los sectores de inversión tradicional (en Chile fundamentalmente
extractivos) hacia el área industrial manufacturera, financiera y comercial,
hace que la importancia relativa de las inversiones norteamericanas en la gran
minería del cobre chileno disminuya. A la vez no les interesa a los
inversionistas norteamericanos perder las ganancias que a corto plazo les está
rindiendo el cobre en la medida que el precio de metal siga en los altos
niveles en que ha estado recientemente. Así se les asegura una
"buena" indemnización, un plazo "prudente" y sí se les
abren las posibilidades de desplazar sus inversiones hacia otras áreas de la
economía, como la industria manufacturera, no puede descartarse la posibilidad
de que los inversionistas norteamericanos, y por tanto el Departamento de
Estado, permitan este específico tipo de "nacionalización". (Estas
fueron las razones que explican la complaciente aceptación que le dieron a la
"nacionalización pactada" del gobierno de Frei).
Es
distinto el caso de la llamada industria monopólica, que la UP se propone
nacionalizar. En este sector de la economía están los intereses fundamentales
del sector más dinámico y más importante de la burguesía chilena. Más aún, es
hacia este sector donde se está desplazando la inversión norteamericana y, de
acuerdo a las tendencias observadas en Chile y en el resto de América Latina, es
en este rubro de la economía desde donde la burguesía pretende continuar su
desarrollo, asociada con capitales norteamericanos y orientada hacia la
búsqueda de mercados externos a través de la formación de "mercados
comunes" latinoamericanos o regionales. La aceptación de la nacionalización
de este sector de la economía en forma pasiva, por parte de las clases
dominantes nacionales y extranjeras, cualquiera que sea la forma o el monto de
la indemnización, parece más difícil, pues cuestiona las bases económicas del
capitalismo y del sistema de dominación imperialista.
Los
bancos en Chile son propiedad también de los sectores más importantes de la
burguesía y de imperialismo; constituyen el grado más alto en su desarrollo, la
distribución del crédito a su amaño es función económica que no cederán
fácilmente y las ganancias que obtienen por la administración del crédito son
de gran envergadura. Si bien puede convenirle a pequeños comerciantes,
agricultores e industriales que el Estado administre racionalmente el crédito,
la nacionalización de la banca implica herir poderosos intereses y no creemos
que sea fácil realizarla con la aceptación pasiva de quienes estarían viendo
cuestionadas las bases de sustentación de su poder y riqueza.
Por
todo lo anterior creemos que como está formulado el programa de la UP, golpea
algunos núcleos vitales del capitalismo como las empresas extranjeras, el
capital financiero, el sector monopólico de la gran industria y el latifundio.
Creemos también que si este programa es llevado a cabo, provocará una
contraofensiva imperialista y burguesa que, sumada a las energías y
aspiraciones que se librarán a nivel de masas, obligará a una rápida
radicalización de proceso. Por ello, si bien el programa de la UP no es
idéntico al nuestro, empujaremos y apoyaremos la realización de esas medidas.
Evidentemente,
el curso que los acontecimientos tomarán en relación con la aplicación de estas
medidas, dependerá fundamentalmente de la forma que éstas adopten en los
distintos rubros (expropiación, simple intervención, asociación estatal,
control indirecto, etc.), de la extensión de las medidas (qué porcentaje de los
bancos abarque, cuánto de la gran minería, qué se entienda por latifundio, qué
se entienda por "monopolio industrial", etc., del plazo y de la
secuencia en que estas medidas se lleven a cabo, de la forma de pago que se
realice (en qué plazo, en dinero, convertible en dinero si es invertido en la
industria, forma de avalúo, etc.), y a través de qué método se llevan a cabo
(reforma constitucional, proyecto de ley, decreto del Ejecutivo, etc.).
Todo
esto no ha sido aclarado aún y al parecer es motivo de discusión entre las
fuerzas que componen la UP y sus técnicos. Creemos que las anteriores
cuestiones se resolverán más o menos radicalmente, según sea la fuerza
política, social y militar con que se cuente al momento de asumir el gobierno y
después.
VII.
¿Está cuestionada en lo fundamental la estrategia de la lucha armada?
Siempre
hemos afirmado que la conquista del poder por los trabajadores sólo será
posible mediante la lucha armada. Sabemos que es necesario herir poderosos
intereses que en cada país están protegidos por el aparato del Estado
capitalista; y que las clases dominantes, como lo enseña la experiencia
histórica, no vacilarán en ejercer la violencia en defensa de su poder y
riqueza. Nunca hemos descartado la posibilidad que algún país vaya al
socialismo como "fruta madura" cuando el sistema capitalista mundial
se encuentre agónico y el socialismo predomine en todo el planeta. No es esa la
situación actual.
Más
aún, hemos sostenido que la lucha armada adoptará la forma de una guerra
revolucionaria prolongada e irregular; y que no podrá tomar la forma de una
insurrección popular que en pocas horas entregue el poder en forma definitiva a
los trabajadores, pues a pesar de los retrocesos sufridos por el imperialismo
en la guerra del Vietnam y de los avances de la Revolución Colonial en todo el
mundo, el imperialismo es aun inmensamente poderoso en lo inmediato, como lo
son también las clases dominantes nativas en la América Latina. Sólo una forma
de guerra irregular, que en su desarrollo político y militar vaya debilitando a
las clases dominantes y fortaleciendo a los revolucionarios, puede ser exitosa
en Chile.
Nada
de lo fundamental de estas condiciones ha variado por el triunfo electoral de
la UP: el enfrentamiento sólo ha sido postergado, y cuando se lleve a cabo,
será más legítimo y tomará un carácter masivo, lo que hace hoy más vigente que
nunca la estrategia de la lucha armada. A su vez mientras la correlación
mundial de fuerzas no varíe fundamentalmente, la lucha definitiva por el poder
habrá de tomar un carácter irregular y prolongado.
Evidentemente
lo anterior no invalida el hecho que el triunfo electoral de la UP asegura
desde ya modificaciones en la forma de inicio que adopte la lucha por el poder
en Chile que pueda ir desde un levantamiento popular, una guerra civil, a una
guerra revolucionaria que desde el inicio cuente con enorme apoyo popular. Esto
es fundamental y nos lleva a necesarias adecuaciones en las formas tácticas de
lucha. La acción directa (ejemplo caso "Helvetia"), la movilización
de masas por métodos revolucionarios (por ejemplo, 26 de enero) y la lucha
callejera no perderán vigencia mientras impere el sistema capitalista, mientras
exista explotación y miseria en los campos y ciudades de Chile y mientras se
desarrollen movilizaciones anti-patronales entre los trabajadores.
Es
evidente que se harán necesarias adecuaciones de acuerdo al momento político
que atraviesa el país, en cuanto a oportunidad, contenido, forma y envergadura
de estas formas de lucha. Todas las tareas en este plano actualmente deben
orientarse a la defensa del triunfo electoral de la izquierda y a la lucha
contra las organizaciones de ultraderecha. Después, en los frentes de masas, la
tarea será impulsar la realización del programa.
VIII.
¿Fue errada en lo fundamental nuestra política electoral?
En
mayo de este año sostuvimos que el aumento de las movilizaciones sociales
constituía el hecho político más relevante del período, que las elecciones se
insertarían en el marco definido por esas situaciones sociales, que sólo serían
una forma parcial y formal de expresión del proceso fundamental en el plano
institucional, que nosotros no realizaríamos actividad electoral propiamente tal,
sino que pondríamos nuestros esfuerzos en empujar las movilizaciones de masas
por métodos revolucionarios y en desarrollar acciones directas ligadas a estas
movilizaciones; así lo hicimos.
Desarrollamos
esta política al repartir dinero expropiado en la Población 26 de Enero, en las
acciones directas de "Helvetia" y "el Caucho", en las
movilizaciones de Sigdo-Kopers, Muebles Roma, Carbón y Textiles de Tomé, entre
los pobladores en siete tomas de terrenos en Santiago, en las tomas de Concepción,
Tomé, Coronel, Chillán y Los Ángeles, en las movilizaciones campesinas de
Chillán y Colchagua, en las corridas de cerco entre los mapuches de Cautín,
entre los estudiantes secundarios y universitarios a lo largo del país. Esta
política permitió un enorme desarrollo orgánico, el aumento de nuestra
capacidad operativa y una influencia de masas significativa, cooperando también
a la unidad política y combativa de los trabajadores.
En
mayo también establecimos en general las diferencias que teníamos con el
programa de la UP y nuestra crítica a ese frente político por su carácter
puramente electoral y por estar allí fuerzas políticas que a nuestro juicio en
gran medida representaban intereses de la burguesía.
A
pesar de no desarrollar actividad electoral y no tener confianza en ese camino
para la conquista efectiva del poder por los trabajadores, en los hechos
reconocimos que Allende representaba a los trabajadores en el terreno electoral
y que Alessandri y Tomic tenían la representación electoral de las clases
dominantes y declaramos nuestro rechazo categórico a las candidaturas de
Alessandri y Tomic; por ello no llamamos a la abstención a las masas y pusimos
de palabra y de hecho nuestros nacientes aparatos armados al servicio de la
lucha por la defensa de un eventual triunfo de izquierda y contra las
conspiraciones de derecha, antes y después de la campaña. Seguimos creyendo que
fue una política justa.
En
mayo de este año, sin descartar la posibilidad de un triunfo electoral de la
izquierda, creíamos éste enormemente difícil, pues suponíamos que las clases
dominantes se verían obligadas a retirar a uno de sus candidatos. En agosto de
este año planteamos públicamente la mayor posibilidad de una victoria
allendista en un manifiesto. Por todo esto creemos que en lo fundamental
nuestra política frente a las elecciones presidenciales fue correcta y que
nuestras previsiones frente al resultado electoral fueron bastante aproximadas
a lo que ocurrió, dado el estrecho margen de votos.
La
mala apreciación consistió en que sobrevaloramos la fortaleza político-táctica
con que la derecha enfrentaría un triunfo electoral de la izquierda y
subvaloramos la capacidad de maniobra táctica de la UP en caso de triunfar.
Ello hizo que desarrolláramos nuestras actividades sobre la base de, o una derrota
electoral de la UP, o de un triunfo electoral de la UP seguido a muy breve
plazo por un enfrentamiento de clases, y no previmos en profundidad la
posibilidad de que la UP pudiera asumir el gobierno. Esto, que fue insuficiente
como previsión, permitió al mismo tiempo desarrollar orgánica y políticamente
las tareas de la defensa de un triunfo electoral, cuestión que ha estado planteada
hasta aquí como necesidad en el primer plano de la situación nacional, y que
seguirá planteada por todo un período.
IX. Las
limitaciones de un posible gobierno UP
La
Unidad Popular si asume el gobierno, lo hará a través de la vía legal, lo que
la obliga a ser gobierno con el aparato del Estado capitalista intacto. Esto la
haría, al menos, iniciar su gobierno sin modificar sustancialmente a las
Fuerzas Armadas, lo que asegurará el riesgo permanente de un golpe militar reaccionario.
Si asume, lo hará sumergido entre los funcionarios altos y medios del régimen
anterior y bajo la antigua estructura, lo que con seguridad le hará difícil el
ejercicio del gobierno. Más aún, asumirá bajo el sistema legal e institucional
vigente, lo que ahogará sus planes en una maraña de legalismos, trámites
constitucionales, proyectos de ley sometidos a indicaciones parlamentarias,
etc.
Las
posibilidades de la UP de modificar sustancialmente este marco legal limitante
(por medio de modificaciones de la Constitución, de plebiscito, de disolución
del Parlamento, etc.), son difíciles y están también inmersas en las mismas
limitaciones institucionales. Más aún, como veremos más adelante, conscientes
de esto es que son justamente estos aspectos limitantes, que definen las condiciones
de "poder", los que la Democracia Cristiana se ha decidido a asegurar
en las negociaciones con la UP.
La
UP al mismo tiempo obtuvo su mayoría electoral del aumento de las
movilizaciones de las masas detrás de sus intereses. Fue en la mayor envergadura,
madurez y combatividad de las aspiraciones del pueblo, donde Allende encontró
la mayoría que le dio la victoria.
Por
lo tanto, por encima de las limitaciones anteriores, pasada ya la euforia del
triunfo, y habiendo asumido el gobierno, la UP tendrá que satisfacer los
anhelos de las masas en lo concreto y a corto plazo. Más aún, en un plano más
concreto tendrá también que hacerse cargo de una difícil situación económica en
la que el endeudamiento externo asciende a más de 2.000 millones de dólares,
que en su mayor parte corresponden a instituciones crediticias norteamericanas,
las que difícilmente le ofrecerán las facilidades que le ofrecieron a Frei en
1964. Tendrá que hacerse cargo del país con una baja tasa de crecimiento
económico, con una producción agropecuaria e industrial disminuida, con una
inflación que con seguridad este año sobrepasará el 40% y con un apreciable
aumento de la desocupación. Con esa situación económica no será fácil resolver
los problemas de los trabajadores, no existiendo fuentes de capital de rápido
acceso (las nacionalizaciones lo son sólo limitadamente, salvo que sean masivas
y sin grandes indemnizaciones) y con las clases dominantes buscando sabotear la
producción industrial y agropecuaria.
X. La
situación política inmediatamente posterior a las elecciones
La
victoria electoral de la izquierda llevó a las clases dominantes al
desconcierto y las obligó a replegarse políticamente cuando los líderes que
habían levantado se desprestigiaron, el clima político predominante fue el del
"fairplay" y la única bandera posible de levantar para oponerse al triunfo
electoral de la izquierda se redujo a tener que sostener descaradamente el
derecho de la minoría a defender sus privilegios, lo que no pudo hacer. La
Democracia Cristiana, cazada en la propia trampa del estridente populismo
tomicista, se vio imposibilitada de poder apoyar descaradamente a "los
momios" que tanto había atacado durante la campaña, y sectores de base tomicistas,
que habían sido atraídos por la propaganda populista, entregaron de inmediato
su apoyo a la UP.
Las
Fuerzas Armadas, tradicional reserva de fuerza utilizada por las clases
dominantes como última carta a jugar cuando sus intereses están amenazados,
esta vez no estuvieron en condiciones de poder operar con facilidad. El
"Tacnazo" cuestionó los mandos, rompió parte de la disciplina militar
y en alguna medida politizó a la baja oficialidad, sub-oficialidad y tropa, las
que no estuvieron dispuestas a obedecer ciegamente órdenes que las llevaran a
irrumpir en el terreno de las decisiones políticas, sin antes someter aquellas
decisiones a su propio juicio. Sin clima político, sin banderas, por lo menos
en apariencia legítima, fue y será difícil arrastrar a los militares a un golpe
de Estado.
La
composición de la UP es causa de fortaleza y de debilidad. De debilidad en la
medida en que tiene en su seno partidos que representan diferentes intereses de
clase, ya que su base social de apoyo es heterogénea. De fortaleza en la medida
en que las fuerzas políticas predominantes son de partidos de izquierda (PS y
PC), en que su base social predominante es de obreros, campesinos, pobladores,
y que en su seno existen también sectores revolucionarios. Hacia adelante habrá
que esperar que los sectores revolucionarios y de izquierda predominen en las
decisiones sobre los reformistas.
La
UP, por las características del proceso que le ofrece el camino al gobierno,
basa su fuerza en la legitimidad del peso "de la tradición democrática de
Chile", en el clima político de "fairplay", en la debilidad
táctica de la derecha, en el movimiento de masas organizado y en las escasas movilizaciones
de masas que hasta aquí ha impulsado. No tiene de su parte fuerza militar de
ningún tipo de peso significativo. Esto hace que la UP, del punto de vista de
la fuerza necesaria para imponer su derecho a gobernar, bajo las condiciones
que considera necesarias, sean en lo esencial débil (distinto fue en el caso de
la Revolución Cubana, por ejemplo, que tenía el ejército rebelde y a las masas
firmemente detrás de ella, y diferentes es el caso del gobierno peruano, que
contó con el ejército de su parte).
XI.
Fortaleza y estrategia de las clases dominantes
Debe
establecerse claramente la enorme diferencia que existe entre un repliegue
político momentáneo de las clases dominantes, de una derrota estratégica de
éstas, que está muy lejos de haberse producido.
Está
intacto el Aparato del Estado, su Aparato militar y su cuerpo burocrático;
están intactos todavía sus poderosos intereses económicos; la superestructura
legal y jurídica del sistema no sólo está vigente sino que también está siendo
aceptada por la UP; el imperialismo no está atado de manos y permanece fuerte y
poderoso a la expectativa. No se dan por vencidos, y sus distintos sectores ensayan
distintas estrategias que les permitan a corto y mediano plazo mantener su
poder y riqueza.
Aún
les quedan cartas legales que jugar: siguen buscando cambiar el resultado en
los colegios escrutadores y no abandonan la esperanza de impedir la elección de
Allende en el Congreso Pleno. Puede presumirse que por este camino fracasarán,
pero es un instrumento de presión útil para quienes negocian sus votos con la
UP. La DC busca aceptar que Allende asuma, pero "amarrado" y condicionado;
exige la mantención de las actuales Fuerzas Armadas, que no se les conceda
derecho a voto, que se asegure el cauce legalista de los planes de la UP y que
vigilen el cumplimiento de estos acuerdos las mismas Fuerzas Armadas; sabe que
con ello ahoga un gobierno UP en una maraña de legalismos, lo mantiene
amenazado con un golpe militar reaccionario y le impide resolver los problemas
fundamentales de país y el pueblo. Al mismo tiempo se realizan atentados, se
construyen nuevos movimientos políticos de derecha y se levantan nuevos
liderazgos que a largo plazo buscan ser la base de apoyo de un golpe militar, a
mediano plazo encabezan políticamente las maniobras de sabotaje económico y a
corto plazo sirven objetivamente como elemento de presión en las exigencias de
la DC a la UP (Patria y Libertad). El Departamento de Estado norteamericano
manifiesta cautelosamente su opinión en distintas formas: primero fue la SIP la
que alertó al mundo sobre "el peligro del comunismo, después el "New
York Times" pidió golpe militar, etc.; pero al mismo tiempo los norteamericanos
afirman el principio de la no intervención en Chile a través de varios de sus periódicos
y personeros.
Al
parecer la estrategia predominante de la burguesía y el imperialismo consiste
en permitir que Allende asuma, tratar de darle sólo unos meses de gobierno,
"amarrarlo" en la maraña de legalismo vigente, vigilar el
cumplimiento de esos "amarres" por las Fuerzas Armadas y así tener a
la UP bajo la amenaza permanente de un golpe militar reaccionario, buscando así
impedirle llevar a cabo sus planes fundamentales y resolver los problemas de
las aspiraciones de las masas. Desencadenar al mismo tiempo la baja en la
producción industrial, negarle la renegociación de la deuda externa, disminuir
la siembra en los campos y de esta manera aumentar la inflación y la cesantía:
se intenta desprestigiar así un gobierno UP y entonces, en base a los grupos de
derecha creados en el intertanto, arrastrar a las Fuerzas Armadas a
"salvar la Patria", e impedir "el desorden y el caos"; sólo
entonces derribar a Allende, en circunstancias políticas más favorables para
ella. Esta estrategia tiene la ventaja que le entrega tiempo a las clases
dominantes para reagrupar sus fuerzas, alcanza a crear un clima propicio, y
sobre todo, les permite intentar el desprestigio histórico de la salida
política de "la izquierda" y el socialismo en Chile y en América
Latina, por un período significativo. Creemos que este es el peligro
fundamental en este momento, que debe alertarse a toda la izquierda y debe empujarse
toda medida, hecho o política que contribuya a impedir el éxito de esta oscura
estrategia.
XII. La
situación actual y las perspectivas
La
composición política heterogénea de la UP y la ausencia de fuerza militar de su
lado, le imprime debilidad y hace muy difícil el camino de la UP al gobierno, y
es por eso que las clases dominantes, a través de la DC, presionan en este
momento político. Más aún, el hecho de que las masas anhelantes y susceptibles
de movilizarse el 4 de septiembre se hayan convertido en telespectadores y radioescuchas
de la situación política, el haber legitimado la UP el derecho de la DC a
exigir garantías y haberlo aplaudido como un hecho histórico en su prensa, dio
enorme fuerza a las exigencias democratacristianas. Esta se ganó la
representación de las clases dominantes, y pasó a contar para sus presiones con
la fortaleza económica, militar y política del imperialismo y la burguesía. Eso
permitió que se fortalecieran en su seno las tendencias más reaccionarias, que
en la última Junta presionaran por votar por Alessandri y obtener así una
segunda vuelta electoral, por una abstención agresiva, por la exigencia de
ministerios, hasta exigir la aceptación de todas las garantías antes planteadas
a la UP, las que ésta había rechazado. Ello obligó a la UP a aceptar la
constitución de una comisión conjunta y a dar seguridades de aceptar las
exigencias del Consejo del PDC, quedando planteada la amenaza de no apoyar a
Allende en el Parlamento y de buscar el acuerdo con otras fuerzas
(alessandristas), si las gestiones fracasaban.
En
definitiva, la actitud que se adopte no depende de las intenciones, sino de si
se cuenta o no con la fuerza necesaria para imponer las propias condiciones. En
realidad el impasse de las clases provocado por el resultado electoral se está
resolviendo en una medición de las fuerzas de ambos bandos. No pretendemos
erigirnos en jueces de nada, ni administrar a nadie; creemos que de lo que ocurra
también participamos de una cuota de responsabilidad; sabemos también que se
considera "poco táctico" y "oportuno" atacar a la DC, pero
no podemos dejar de decir que nos parece un descaro y cinismo el del PDC al
exigir "garantías democráticas" a la UP. ¿Cómo pueden exigir garantías
Pérez Zujovic y Carmona, responsables del asesinato de pobladores y mineros en
Puerto Montt y en El Salvador? ¿Cómo pueden atreverse a pedir garantías para la
autonomía de las universidades los mismos que las han allanado y vejado? ¿Qué
descaro es ése de pedir garantías para los partidos políticos los que
ilegalizaron organizaciones de izquierda, y torturaron y encarcelaron revolucionarios?
¿A quién quieren engañar los DC cuando piden garantías para las Fuerzas Armadas
después de sabotear el mejoramiento de la previsión del personal en retiro?
Mientras
se legitima el derecho de la DC a exigir garantías, mientras todo se haga
depender del juego interno del PDC, mientras no se informe y movilice real y
efectivamente al pueblo en todo el país a través de concentraciones y
movilizaciones en contra de las agresiones del imperialismo y los momios, y
lanzando reivindicaciones populares, etc., será difícil resistir presiones DC y
momias. Mientras no se desarrolle en los hechos una política que tenga como
primer objetivo ganar fuerza, las intenciones de la UP, que nadie pone en duda
para ceder lo menos posible, la tarea será difícil. Objetivamente no pueden
dejar de valorarse las actitudes del Presidente Electo de categórica reafirmación
pública del programa a la prensa y en concentraciones, ni algunos de sus
combativos llamados a la movilización por la defensa del Triunfo. Más aún, los
sectores revolucionarios que hay en el seno de la UP y las organizaciones de
izquierda revolucionaria no pueden asumir el papel de observadores y críticos
pasivos del proceso; su papel es emplearse en la movilización de trabajadores y
estudiante y probablemente la escasa movilización de las últimas semanas no
sólo es de responsabilidad de la UP.
La
composición de la UP, su debilidad relativa y la debilidad de los sectores
revolucionarios, imponen al proceso dos posibles salidas: o la aceptación de
las presiones democratacristianas y momias y el "amarre" del futuro
gobierno; o la movilización efectiva de masas y desde allí la exigencia del derecho
a gobernar, imponiendo sus condiciones, pasando o no por un enfrentamiento de
clases. La Junta DC y la aceptación de la UP de constituir la Comisión exigida,
permite presumir que Allende asumirá sin enfrentamiento previo. A pesar de
ello, no puede descartarse que circunstancias difíciles de prever provoquen un
enfrentamiento previo (atentado a Allende, secuencia de atentados de ultraderecha,
situación internacional, etc.). Más aún con la UP ya en el gobierno, incluso ya
"amarrada", no puede descartarse que medidas políticas o económicas,
que en sí mismas no constituyan medidas radicales, puedan provocar una
contraofensiva reaccionaria e imperialista, que sumada a las energías que se
liberen a nivel de masas lleven al gobierno de la UP a apoyarse en el movimiento
obrero y campesino, y desde allí se radicalice el proceso y se precipite un enfrentamiento
históricamente significativo.
XIII.
Nuestra política
Para
nosotros, los trabajadores ya conquistaron el derecho a hacer propiedad de todo
el pueblo, las empresas extranjeras, los bancos, fábricas y fundos; el pueblo
ya eligió Presidente a Salvador Allende, y esto no es negociable a costo
alguno. La tarea fundamental del momento es defender el triunfo electoral de
las maniobras de la burguesía y el imperialismo, empujar las movilizaciones de masas
a partir de sus frentes por estos objetivos y formular una política hacia la
sub-oficialidad y tropa. Señalaremos los peligros que acechan al pueblo en el
camino de la conquista del poder por los trabajadores a partir de una mayoría
electoral, buscando prepararlo para el enfrentamiento que este camino
necesariamente implica. Combatiremos las maniobras de los momios, denunciaremos
las oscuras intenciones de la DC y su negro pasado, apoyaremos a los sectores
revolucionarios de la UP, e intentaremos desplazar el centro de decisiones de La
Moneda y los pasillos del Congreso a los frentes de masas movilizados.
Posteriormente
empujaremos la realización del programa, afirmando su desarrollo en las capas
más pobres de la sociedad como forma de asegurar el curso revolucionario y
socialista del proceso. Desde ya abriremos discusiones en los frentes de masas
acerca de sus reivindicaciones, para que el proceso sea impulsado también desde
la base.
Actualmente
muchas cuestiones fundamentales son aún interrogantes. Habremos de observar objetivamente
el proceso, con el socialismo como única meta, entendiendo que nuestras posibilidades
de apoyo u oposición a lo que la UP realice, no significarán desviaciones
oportunistas nuestras, en la medida que tenemos claros nuestros objetivos y
nuestro camino. Por incorporarnos al proceso que la UP conduce, corremos el
riesgo de ayudar a sepultar en el desprestigio el camino del socialismo en
Chile y en América Latina, si sus vacilaciones priman sobre sus avances y el
proceso se frena. No obstante una oposición "purista" y ciega puede
aislarnos de un proceso que, pasando por un enfrentamiento de clases
históricamente significativo, pueda ser el inicio del camino al socialismo. En
lo inmediato, pues, empujaremos desde ya aquellos aspectos que coincidan con
nuestra política.
Mantendremos
nuestra estructura político-militar mientras impere el sistema capitalista en
Chile y mientras el poder no haya sido efectivamente conquistado por los
trabajadores, la defensa de cuyos intereses seguirá siendo nuestra única causa
de existencia.
Secretariado
Nacional
Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Octubre de 1970
________________________
COMITÉ DE INICIATIVA 50 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL MIR
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