Cro. Rudy Cárcamo Ruiz, Vietnamita |
En otro cagazo de la ‘justicia en la
medida de lo posible’ y en medio de la inmovilidad de las organizaciones político-sociales
por los DD.HH. y por la Memoria, la CAP de Santiago no encontró nada mejor que
otorgar la libertad condicional a otro ser sin humanidad interno en Punta Peuco,
quien participó en las torturas y desaparición del querido compañero mirista Rudy
Cárcamo Ruiz
Este martes 3, nuevamente nos golpea bajo la
justicia chilena. La Corte de Apelaciones de Santiago se dio el gusto de acoger
el recurso de amparo presentado por el ex esbirro de la marina Víctor Ernesto Donoso Barrera, interno
en el penal Punta Peuco por estar condenado por la desaparición del compañero del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria –MIR- RUDY CÁRCAMO RUIZ en noviembre de 1974, y ordenó su “inmediata libertad” pues
habría cumplido en septiembre del año pasado la pena impuesta en 2012.
No
es menos cierto que, en su momento, el ministro que veía esta causa, Carlos Aldana
–de la Corte de Apelaciones de Concepción- propuso unas penas ridículas para
los hechores implicados en los ilícitos, las cuales ascendían a unos míseros 541
días. Tuvo que ser la Corte Suprema –a instancias de los familiares y
compañeros del Vietnamita- la que aumentara –en mayo de 2012- a cada uno de los 5 criminales la única pena de cinco años y un día.
Recordemos que aparte de Donoso Barrera, los otros salvajes asesinos son: Hugo
González D’Arcangeli, Conrado Sesnic Guerricabeitia, Osvaldo Harnish Salazar y
José Raúl Cáceres González, todos relacionados con el Centro de Inteligencia Regional (CIRE), una especie de Comando Conjunto,
que fuera creado en enero de 1974 por el jefe de la Tercera División del
Ejército, Nilo Floody Buxton, y el comandante de la Base Naval, Antonio
Costa Bobadilla, para actividades represivas en la Octava Región. En específico, dichos rufianes reconocían filas en el Ancla 2, o servicio represivo propio de la armada.
No
obstante, la penalidad aplicada a los esbirros seguía y sigue siendo insuficiente.
Tanto así, que en el mismo líbelo del máximo tribunal se anotaba que: “Se previene,
que el Ministro Sr. Juica estuvo por elevar la sanción para los enjuiciados de
autos, fijando para cada uno de ellos la pena de diez años de presidio mayor en
su grado mínimo, accesorias legales pertinentes y el pago de las costas del
procedimiento, en atención a la naturaleza y gravedad del ilícito aquí investigado
y sólo acepta en tal caso, por favorecerles una atenuante, no aplicar el grado
máximo.” Sin embargo, dicha advertencia no tuvo mayores efectos.
Ahora,
en una actitud desaforada y que propende claramente a proteger tras un manto de
impunidad a los hechores de delitos de lesa humanidad durante la dictadura
cívico-militar, la 5ª sala del tribunal de alzada santiaguino -en fallo unánime- declaró arbitrario el actuar del Ministerio de Justicia que
se niega a firmar el decreto que otorga la libertad condicional al ex oficialito
de la armada, beneficio que le fue concedido por la Comisión de Libertades
Condicionales del tribunal de alzada, tras rebajar su pena en ¡10 meses!
“SE
ACOGE el recurso de amparo deducido a favor de Víctor Ernesto Donoso Barrera,
disponiéndose su inmediata libertad, si el amparado no estuviere privado de
libertad por causa diversa, comunicándoselo por la vía más rápida a Gendarmería
de Chile”, ordena el fallo. Tanta diligencia resulta sospechosa y
discriminadora para cualquier chilen@ que haya tenido que vérselas con la
justicia, en cualquiera de sus dimensiones y niveles.
El
valiente compañero Rudy Cárcamo Ruiz
El
revolucionario y combatiente de la Resistencia antidictatorial al que el
maricon de Donoso Barrera y sus secuaces torturaron e hicieron desaparecer no
era un compañero cualquiera.
A
fines de los años “60, él comenzó a ser sindicalista en la empresa Sigdo
Kopper, principalmente en las obras de Huachipato y otras industrias, dónde
trabajaba como trazador calderero. “En esos años realizaron un paro que dio
bastantes resultados, consiguiendo varias mejoras”, recuerda su esposa, Lilian Alegría.
El
8 de mayo de 1970, un grupo de familias se tomó un terreno en Talcahuano, que
hasta ese entonces pertenecía a la familia Macera, y se llamaba Fundo San
Miguel. Ahí levantaron sus carpas y después construyeron sus propias casas, llamando
al lugar Campamento Lenin –hoy conocido como Población Diego Portales. En el
libro “Chile, la memoria prohibida”
se rescata el testimonio del pastor luterano Helmut Frenz, quien relata la
manera en que uno de los representantes del Campamento explica el motivo de su
nombre, ante vecinos descontentos con esta ocupación. “Hemos discutido
largamente ese tema y este año se cumplen dos aniversarios: los 200 años del
nacimiento de Beethoven y los cien años del nacimiento de Lenin. ¿Deberíamos
haber llamado al campamento Beethoven?”
“Ahí
nos hicimos cargo de todo lo que tenía que ver con medicina, porque habíamos
hecho un curso de enfermería y el trabajo era arduo, pues la policía nos tenía
aislados, sin que pudiésemos ingresar productos de primera necesidad,
provocando agravamiento de enfermedades y múltiples problemas… Teníamos que
hacer tratamientos completos con Rudy, inyectando a decenas de personas por la
mañana y por la tarde, coordinar la ayuda con los estudiantes universitarios”. Tiempo
más tarde, las atenciones médicas pudieron hacerse en un policlínico construido
y administrado por los propios pobladores, por supuesto, entre ellos Rudy.
“Yo
no he conocido una experiencia de toma de terreno más organizada que esa. Todo
estaba planificado a través de los sindicatos de dónde provenían los trabajadores
que junto a sus familias, se habían tomado el terreno. Se impidió la aparición
de abusos y se trabajó por la erradicación de vicios… La preparación y el
compañerismo de las familias para tomarse el terreno y sobrevivir al acoso
policial fue ejemplar… Se decía que el Campamento era un Estado dentro de otro,
pues había normas propias, que los propios vecinos se habían dado”.
Eduardo
Cruz, ex militante del MIR, relata que en uno de los cursos de formación
militar en que fueron miristas a Cuba (1970), se toparon con una delegación
vietnamita, con la que se saludaron fraternalmente. Posteriormente, alguien del
grupo de miristas dijo “miren, los vietnamitas: nos dejaron un vietnamita”, en
referencia a Rudy, quien con tenida de combate parecía tal, por sus rasgos
físicos. Fue en esa época que el Vietnamita, así como una veintena de miristas, pasan a conformar la primera guardia que cuidaría la seguridad del recién electo presidente Salvador Allende, la que posteriormente se conocería como GAP.
Las
cualidades de Rudy, le permitieron acceder a diversas instrucciones,
especializándose en combate guerrillero en diversos escenarios y como buzo
táctico. “Mariscaba desde chiquitito en la Isla Rocuant y de hecho, cuando
llegó el Golpe, estaba rindiendo las pruebas para embarcarse en El Calypso,
junto a Jacques Cousteau”, cuenta Lilian.
Luego
del criminal golpe de Estado de septiembre de 1973, a Rudy lo detuvieron por
primera vez el 16 de octubre, momento en que inició un periplo por distintos
campos de tortura; Retén de Carabineros de Hualpencillo, Isla Quiriquina, Base
Naval y el fuerte Borgoño de Talcahuano. Fue dejado en libertad el 21 de julio
de 1974, pues los infantes de marina no pudieron arrancar de él ni de sus
compañeros la verdad sobre su militancia en el MIR. “Rudy decía que no había
que decir nada. Era un error creer te dejarían si hablabas, pues nunca te iban
a creer que no supieras más… tenían todo a su favor, menos tu voluntad”,
asevera un ex poblador del Lenin.
“Para
los asesinos, había toda una confusión, porque no les cabía en la cabeza que
Rudy Cárcamo, el dirigente del Campamento, fuera el Vietnamita… tenían un
estereotipo de él que no le cuadraba con lo que era Rudy realmente… Cuando la
noche del viernes 27 de Noviembre de 1974, fueron civiles armados a la casa,
Rudy, creo que sabía que no iba a volver, porque se había burlado de ellos…
había estado en un Consejo de Guerra, de dónde salió absuelto y en libertad,
pero como dirigente poblacional, no como mirista… Cuando descubrieron esto, se
tiraron como perros a apresarlo… Rudy se les murió en la tortura y quien le dio
el tiro de gracia fue Cáceres (teniente segundo de la Armada, José Cáceres),
quien fue instructor en la Escuela de las Américas.
El
cuerpo de Rudy fue enterrado en los alrededores del Museo Hualpén y
posteriormente exhumado, en el marco de la “Operación Retiro de Televisores”,
que terminaba con el lanzamiento de los cadáveres al mar, ordenado por el
propio Pinochet. Para Lilian, la condena de la Suprema ya era injusta: “cinco
años y un día, que estarán en un spa (penal Punta Peuco), es inaceptable, pero
es lo que se ha conseguido, pues en un primer momento se le dio 541 días de
condena, garantizando sin que ni siquiera pisaran la cárcel”.
Lamentablemente,
hoy asistimos a las consecuencias de la ‘justicia en la medida de lo posible’:
un criminal, un ser sin humanidad, el que no se ha arrepentido ni mucho menos
de sus delitos, anda suelto por las calles de Chile. ¡Debemos denunciarlo a todos los vientos!
¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y
Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD –Chile
Enero 3 de 2017
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