“Colombia en la OTAN, una amenaza a la paz del continente”
Mientras los Colombianos festejaban la
firma del acuerdo que puso fin al conflicto armado que asoló al país durante
más de medio siglo, el fantasma de una nueva guerra aún más sangrienta se
cernía sobre la Zona de Paz que es América Latina y el Caribe, tras el anuncio
hecho la semana pasada por el Presidente Santos de que negocia con la Otan un
convenio de colaboración en materia de seguridad
En AVN
–public. 2/1/17
Se trata del mismo
engendro que EEUU creó en sus laboratorios de guerra sucia y que se intentó
implementar cuando Uribe -El Verdugo de Colombia- era presidente y Santos su
ministro de Defensa, pero que debió ser aplazado y “engavetado” ante el unánime
rechazo que recibió de los pueblos y gobiernos miembros de Unasur y la Celac
que descifraron su belicista código.
Y las alarmas
volvieron a activarse hoy en una región que ha vivido durante décadas ajena a la
violencia, destrucción y muerte que dejan las guerras, ante ese nuevo intento
de reactivarlo, cuando el mundo vive el idílico sueño que ha perdurado desde
que hace 2.000 años nació un niño que prometió amor y paz entre los seres de
buena voluntad.
Y fue Venezuela a
través del presidente Nicolás Maduro y la canciller Delcy Rodríguez el primer
país en denunciarlo, al expresar su preocupación y advertir del peligro que su
puesta en marcha significaría para la Patria Grande en caso de concretarse ya
que conocen muy bien al enemigo que lo promueve y que ha llegado a l tocar las
puertas de la región, con esa letal arma en sus manos.
Y es que la
Organización del Tratado del Atlántico Norte, liderada por EEUU, es la
organización más poderosa y sanguinaria del planeta, que exhibe el más amplió
prontuario delictivo de la historia como autor de horrendos genocidios y
crímenes de guerra cometidos en Europa, Medio Oriente, Asia Central y África,
donde sus tropas han asesinado a millones de seres humanos.
Yugoeslavia, Afganistán,
Irak, Libia y Siria han sido víctimas de sus guerras de conquista que dejan
millones de muertos, heridos, desaparecidos, desplazados y decenas de miles de
refugiados, que huyendo de la muerte, miles de ellos la encuentran en el mar al
naufragar las embarcaciones y a la mayoría de los que logran llegar a las
puertas de Europa, los que provocaron esos conflictos le cierran sus fronteras.
Lo que Santos
pretende con esa maniobra, como aliado de EEUU, es apoyar su plan de colocar en
tierra colombiana al Caballo de Troya de la Otan cuyo objetivo es la
reconquista de América Latina y el Caribe, el feudo que perdió en gran parte,
después que Chávez liberó a Venezuela de sus garras, y cuyo ejemplo siguieron
varios pueblos de la región de la mano de otros líderes progresistas y
revolucionarios.
Con el convenio, el
Imperio y sus vasallos europeos buscan también recuperarse del fracaso de sus
guerras de conquista que terminaron en derrotas humillantes, que han generado
una crisis económica, política, social y moral en sus países, de la que buscan
salir, adueñándose otra vez de la Patria Grande para saquear sus ingentes
recursos naturales, los más grandes del planeta.
Pero Colombia no ha
sido escogida al azar como punto de partida de esa nueva aventura bélica, sino
que se hizo luego de un exhaustivo estudio realizado por los estrategas yanquis
y de la Otan, por reunir las más condiciones como “cabecera de playa” de la
ofensiva iniciarse por Venezuela, gracias la amplia frontera que tiene
Colombia.
Y sobre todo, por
ser el blanco principal del odio e ira del Imperio, ya que desde allí, con la
Revolución Bolivariana creada por Chávez y continuada por su hijo político y
heredero de su legado, se dio el proceso que liberó a sus hijos del secular
dominio de EEUU y fue ejemplo para que otros pueblos, de la mano de otros
líderes progresistas y revolucionarios recobraran también su libertad.
Fue en uno de esos
días de fiesta navideña y de año nuevo, que Santos, pensando que su anuncio
pasaría desapercibido para un mundo inmerso en esas celebraciones, dijo que “la
Otan aceptó iniciar conversaciones Colombia, para poner en marcha un programa
de cooperación en materia de intercambio de información y lucha contra el
crimen organizado.”
Cualquier semejanza
de esa cooperación con el Plan Colombia, en el que EEUU invirtió más de 6 mil
millones de dólares diciendo que estaba destinado a acabar con el narcotráfico
pero fue dirigido a combatir a la guerrilla, no es mera coincidencia, como
tampoco lo es el acuerdo a suscribirse entre Colombia con la Otan que Santos
asegura está dirigido a luchar contra el crimen organizado.
Y así como el Plan
Colombia resultó un fracaso, porque se duplicó la producción de cocaína en el
país y las Farc-EP y el ELN, nunca fueron derrotados, el proyecto de agresión
que el Imperio y sus lacayos pretenden desatar contra los pueblos de la Patria
Grande con gobiernos progresistas y revolucionarios será derrotado.
Fracasará en caso
de aprobarse y ejecutarse, y a pesar de que la Otan sea la más poderosa
organización bélica de la historia, y al igual que en la guerra que lanzaron
contra Siria junto con sus mercenarios que fueron derrotados para vergüenza y
humillación de quienes los financiaron, entrenaron y armaron, serán vencidos
por los hijos de la Patria Grande, que como los de Siria, tienen lo que los
mercenarios, los soldados de EEUU y de la Otan no tienen.
Es la dignidad, el
honor y el amor a la Patria, lo que hacen posible, como dijo Bolívar, que “con
frecuencia se ha visto a un pequeño grupo de hombres libres vencer a imperios
poderosos”.
Lo que también
buscan EEUU y la Otan a través del convenio, es adueñarse del petróleo de
Venezuela, país que posee las mayores reservas de “Oro negro del mundo, como lo
hicieron con el de algunos de los países del Medio Oriente y África que
invadieron pues lo necesitan para hacer funcionar sus grandes industrias su
gigantesco parque automotor y su poderosa maquinaria bélica.
Buscan también
apoderarse del agua, el “Oro Azul” que escasea en el planeta, líquido vital que
abunda en los gigantescos acuíferos que corren bajo la superficie de la inmensa
Amazonía y otras regiones de Suramérica al igual en sus inmensos y caudalosos
riós, en los grandes lagos de Centroamérica que ha azuzado la codicia de los
modernos Cruzados occidentales.
Como los antiguos
Cruzados, que con la excusa de rescatar el Santo Sepulcro, inventada por un
Papa, intentaron apoderarse de la Ruta de la Seda y como los que recientemente
invadieron Afganistán, Irak, Libia y Siria, fueron igualmente derrotados,
porque “quien siembra vientos, cosecha tempestades”.
De allí que el plan
de usar a Colombia como “punta de lanza” de una invasión violenta contra la
Patria Grande, cambiando de táctica, mas no de la estrategia, lo que les llevó a
derrocar mediante sendos golpes parlamentarios a los legítimos gobiernos de
Dilma en Brasil; de Lugo, en Paraguay y de Zelaya en Honduras, esté condenada
al fracaso.
Lo está, aunque,
paradójicamente, el acuerdo de paz alcanzado favorece a los potenciales
agresores, ya que la situación no es la misma que cuando se intentó aplicar por
primera vez el siniestro plan, ya que las Farc-EP dominaban los puntos por
donde se daría la agresión, lo que les permitiría frenar el avance de las
fuerza invasoras a través de la frontera con Venezuela.
Hoy los
guerrilleros, en el marco de ese acuerdo están en proceso de desmovilización y
concentración en campamentos aislados y se disponen a entregar las armas para
incorporarse a la vida política y social, con lo que termina la misión que los
llevó a internarse en las montañas para luchar contra la injusticia social que
desde hace casi dos siglos reina en Colombia.
La que obligó a más
de seis millones de colombianos campesinos habitantes de pueblos y ciudades
abandonar su patria en triste y éxodo hacia Ecuador, Venezuela y otros países
hermanos, unos para salvar sus vidas, amenazadas por los paramilitares que les
arrebataron sus tierras, y otros acosados por el hambre, la pobreza y demás
plagas sociales.
Y mientras la
mayoría vive esa tragedia humana, la rica y rancia oligarquía, que es la
minoría, la que en complicidad con EEUU explota al pueblo colombiano y saquea
sus riquezas, vive en medio del lujo y la opulencia, ajena e indiferente al
sufrimiento del pueblo de Colombia.
Y es des de allí,
desde donde EEUU, como cabecilla de esa banda de genocidas de la Otan y el
visto bueno de Juan Manuel Santos, el presidente que el año pasado fue honrado
con el Premio Nobel de la Paz, se dispone a través de un siniestro convenio, a
lanzar una guerra, más sangrienta aún que la que asoló al pueblo colombiano
durante más de medio siglo.
Con la que piensa
incendiar con sus llamas a la Patria Grande, empezando por Venezuela, patria
digna y soberana, donde surgió la Revolución Bolivariana, magna obra de Chávez,
el eterno y supremo comandante, continuada por Maduro y cuna de hombres y
mujeres libres dispuestos como lo hicieron los próceres de nuestra primera
independencia a luchar en su defensa y entregar `por ella su vida si fuese
necesario.
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