(9 DE ENERO DE 1905
- 9 DE ENERO DE 1917)
Leon Trotsky
En Marxists.org
Escrito en Enero de 1917.
Primera publicacion: En Novy Mir, 20 de enero de 1917.[*]
Fuente de esta versión en castellano: Se publicó este texto dentro de la compilación Escritos de la Revolución - 1917, cotejado por el Centro deEstudios, Investigaciones y Publicaciones Leon Trotsky, en 2007.
Traducción: Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones Leon Trotsky, con cuyo permiso aparece aquí.
Transcripcion/html: Rodrigo Cisterna, Marzo 2014
Fuente de esta versión en castellano: Se publicó este texto dentro de la compilación Escritos de la Revolución - 1917, cotejado por el Centro deEstudios, Investigaciones y Publicaciones Leon Trotsky, en 2007.
Traducción: Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones Leon Trotsky, con cuyo permiso aparece aquí.
Transcripcion/html: Rodrigo Cisterna, Marzo 2014
Los aniversarios
revolucionarios no son sólo días para conmemorar, son días para sacar lecciones
de las experiencias revolucionarias. Especialmente para nosotros, los rusos.
Nuestra historia es pobre. Nuestra llamada "originalidad nacional"
está compuesta en gran parte de pobreza, grosería, incapacidad y atraso. Fue la
Revolución de 1905 la que abrió primero ante nosotros la gran autopista del
progreso político. El 9 de enero, el obrero de Petersburgo golpeó el portón del
Palacio de Invierno. [2]
El 9 de enero todo
el pueblo ruso golpeó el portón de la historia. El conserje real no respondió
al golpe. Nueve meses después, sin embargo, el 17 de octubre [3],
se vio obligado a abrir el pesado portón del absolutismo. No importaron todos
los esfuerzos de la burocracia, una pequeña rendija quedó abierta para siempre.
La revolución fue derrotada. Ahora la dirigen las mismas viejas fuerzas y casi
las mismas figuras que gobernaban Rusia doce años atrás.
Pero, sin lugar a
dudas, la revolución ha cambiado a Rusia. El reino del estancamiento, la
servidumbre, el vodka y la humildad se ha convertido en el reino de la
fermentación, el criticismo, la lucha. Donde una vez había una masa amorfa -el
pueblo impersonal amorfo, la "Santa Rusia"- ahora, las clases
sociales se oponen conscientemente unas a otras, surgieron partidos políticos,
cada uno con su programa y métodos de lucha. El 9 de enero abre una nueva
historia rusa. Es una línea marcada por la sangre del pueblo. No hay vuelta
atrás en esta línea a la Rusia asiática, a las malditas prácticas de las
generaciones anteriores. No hay vuelta atrás. No la habrá nunca. No fue la
burguesía liberal, ni los grupos democráticos de la baja burguesía, ni los
intelectuales radicales, ni los millones de campesinos rusos, sino el
proletariado ruso el que ha comenzado con su lucha la nueva era en la historia
rusa. Esto es elemental. Sobre esta base, nosotros los socialdemócratas hemos
construido nuestras concepciones y nuestras tácticas.
El 9 de enero, fue
el cura Gapón (figura fantástica, combinación de aventurero, entusiasta
histérico e impostor) quien estuvo a la cabeza de los obreros de Petersburgo.
Su sotana de cura fue la última ligazón que conectó entonces a los obreros con
el pasado, con la "Santa Rusia". Nueve meses después, en el curso de
la huelga de octubre -la mayor huelga política que haya visto la historia-,
estaba a la cabeza de los obreros de Petersburgo la organización de autogobierno
que ellos mismos habían elegido: el soviet de diputados obreros. Contenía a
muchos de los obreros que habían estado entre la gente de Gapón. Nueve meses de
revolución habían hecho crecer a esos hombres como hicieron crecer a toda la
clase obrera que el soviet representaba.
En el primer
período de la revolución, las actividades del proletariado eran vistas con
simpatía inclusive eran apoyadas por la sociedad liberal. Los Miliukov [***] esperaban que el proletariado golpearía al absolutismo y
lo harían inclinarse a un compromiso con la burguesía. Sin embargo, el
absolutismo, que durante siglos fue el único amo del pueblo, no tenía deseos de
compartir su poder con los partidos liberales. En octubre de 1905, la burguesía
aprendió que no podía obtener el poder antes de que se rompiera la columna
vertebral del zarismo. Esta bendita cuestión podría ser lograda, evidentemente,
sólo por una revolución victoriosa. Pero la revolución puso a la clase obrera
en el primer plano, la unió y solidificó no sólo en su lucha contra el zarismo,
sino en su lucha contra el capital. El resultado fue que cada nuevo paso
revolucionario del proletariado en octubre, noviembre y diciembre (el tiempo
del soviet), movió a los liberales cada vez más en la dirección de la
monarquía. Las esperanzas de cooperación revolucionaria entre la burguesía y el
proletariado se convirtieron en una utopía sin esperanza. Aquellos que no lo
vieron entonces y no lo comprendieron después, aquellos que todavía sueñan con
un levantamiento "nacional" contra el zarismo, no entienden la
revolución. Para ellos la lucha de clases es un libro cerrado.
A fines de 1905, la
cuestión se hizo aguda. La monarquía había aprendido a través de la experiencia
que la burguesía no apoyaría al proletariado en la batalla decisiva. La
monarquía decidió entonces moverse contra el proletariado con todas sus
fuerzas. Los días sangrientos de diciembre se sucedieron. El consejo de
diputados obreros fue arrestado por el Regimiento Ismailovski que permanecía
leal al zarismo. La respuesta del proletariado fue inmediata: la huelga en
Petersburgo, la insurrección en Moscú, los tormentosos movimientos
revolucionarios en todos los centros industriales, la insurrección del Cáucaso
y las provincias letonas.
El movimiento
revolucionario fue aplastado. Muchos pobres "socialistas",
rápidamente, sacaron la conclusión de nuestras derrotas de diciembre que una
revolución en Rusia era imposible sin el apoyo de la burguesía. Si esto fuese
verdad, sólo significaría que una revolución en Rusia es imposible.
Nuestra alta
burguesía industrial, la única clase que posee poder real, está separada
del proletariado por una barrera insuperable de odio de clase, y necesita de la
monarquía como pilar del orden. Los Guchkov [**], Krestovnikov
y Ryabuchinski [****] no pueden dejar de ver en el
proletariado su enemigo mortal.
Nuestra burguesía
industrial y comercial media y baja ocupa un lugar insignificante en la
vida económica del país, y está enredada en la red del capital. Los Miliukov,
dirigentes de las clases medias bajas, tienen éxito en la medida que
representan los intereses de la alta burguesía. Esta es la razón por la que el
líder cadete [4] llamó al estandarte revolucionario un
"trapo rojo"; es por ello que declaró, después del comienzo de la
guerra, que si era necesaria una revolución para asegurar la victoria sobre
Alemania, preferiría que no hubiera victoria alguna.
Nuestro campesinado
ocupa un inmenso lugar en la vida rusa. En 1905, fue conmovido hasta sus raíces
más profundas. Los campesinos echaban a sus señores, prendían fuego a las
haciendas, tomaban la tierra de los terratenientes. Sí, la maldición del
campesinado es que está desperdigado, desunido, retrasado. Es más, los
intereses de los distintos grupos campesinos no coinciden. Los campesinos se
levantaron y lucharon con fiereza contra sus esclavistas locales, sin embargo
se detuvieron con reverencia ante el esclavista de toda Rusia. Los hijos de los
campesinos en el ejército no entendieron que los obreros estaban derramando su
sangre no sólo por ellos, sino también por los campesinos. El ejército fue una
obediente herramienta en manos del zarismo. Aplastó la revolución obrera en
diciembre de 1905.
Quien reflexione
sobre las experiencias de 1905, quien dibuje una línea desde aquel año hasta el
presente, comprende hasta qué punto los deseos de nuestros socialpatriotas, de
cooperación revolucionaria entre el proletariado y la burguesía liberal, son
totalmente quiméricos y lamentables.
Durante los últimos
doce años el gran capital realizó grandes conquistas en Rusia. La mediana y
baja burguesía se ha hecho aún más dependiente de los bancos y trusts. La clase
obrera -que creció en número desde 1905-, ahora está separada de la burguesía
por un abismo más profundo. Si la revolución "nacional" fue un
fracaso doce años atrás, hay aún menos esperanzas que ella estalle en el
presente. Es verdad que en los últimos años el nivel cultural y político del
campesinado ha aumentado. Sin embargo, son menos fundadas las esperanzas en el
rol revolucionario del campesinado que hace doce años.
El único aliado
real del proletariado urbano es el estrato del proletariado y semiproletariado
de la aldea.
Pero un escéptico
puede preguntar, "¿hay alguna esperanza en una revolución victoriosa en
Rusia en estas circunstancias?"
Es una pregunta
particular. Desde las columnas de Novy Mir nos esforzamos por demostrar
que las esperanzas existen y tienen bases sólidas. Pero algo está claro: si
llega una revolución, no será el resultado de la cooperación entre el capital y
el trabajo. La experiencia de 1905 muestra que ésta es una miserable utopía.
Familiarizarse con esas experiencias, estudiarlas, es el deber de cada obrero
pensante que esté ansioso por evitar los trágicos errores. Es en este sentido
que hemos dicho que los aniversarios revolucionarios no sólo son días para
conmemorar, sino días para sacar lecciones de las experiencias revolucionarias.
●
____________________________________________
[*] Todos los
periódicos con asterisco se encuentran al final del libro. Los nombres con
asterisco se encuentran en la sección Notas biográficas. Novy Mir (El Nuevo Mundo): periódico de la federación rusa del
Partido Socialista norteamericano, con sede en Nueva York. En él escribió
Trotsky durante su estadía en esa ciudad, junto a Bujarin, Volodarski y
Chudnovski.
[**] Guchkov,
Alexander Ivanovich (1862-1936): terrateniente e industrial moscovita. Fundador
y líder de los "octubristas" en 1905. Presidente de la 3ra. Duma.
Ministro de Guerra y Marina en marzo-mayo de 1917. Contrarrevolucionario.
Emigró a Berlín.
[***] Miliukov, Pavel
Nikolaievich (1859-1943): profesor de historia en la Universidad de Moscú.
Líder cadete. Miembro de las 3ra. y 4ta. Dumas. Ministro de Asuntos Exteriores
del gobierno provisional en marzo-mayo de 1917. Antibolchevique, inspiró
numerosas tentativas contrarrevolucionarias. Emigró a París.
[****] Ryabuchinski, Pavel Pavlovich
(1871-1924): magnate textil multimillonario. Cadete. Miembro del "bloque
progresista" en la Duma. Apoyó a Kornilov.
[1] Los artículos
comprendidos en esta parte son traducciones inéditas al español de La guerre
et la révolution. Le naufrage de la II Internationale, les débuts de la III
Internationale (2), París, Editions Tête de Feuilles, 1974, pp. 280-299.
Algunas de ellas fueron cotejadas con la versión publicada en el MIA
(www.marxists.org) inglés.
[2] El 9 de enero
de 1905 los obreros de Petrogrado protagonizaron una manifestación que
peticionaba al zar, entre otras demandas, la jornada de 8 horas y el derecho de
huelga. La manifestación estaba dirigida por el cura Gapón. En ella
participaron activamente los socialdemócratas. Los manifestantes fueron
reprimidos por las fuerzas zaristas en lo que se conoce como el "domingo sangriento".
[3] Luego de la
huelga general de Petersburgo (Petrogrado), el zar Nicolás se vio obligado a
proclamar, el 17 de octubre, un Manifiesto Constitucional, en el que otorgaba
mínimas concesiones a las masas.
[4] Cadete o
kadete: miembro del Partido Constitucional Demócrata (KDT, en ruso),
partido burgués fundado en 1905, dirigido por Miliukov. Apoyó a la monarquía
constitucional, luego se inclinó por una república. Participó en el gobierno
provisional de 1917, trabajó por la derrota del gobierno soviético después de
la Revolución de Octubre. Después de la guerra civil sólo existió en la
emigración.
Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Enero 11 de 2017
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