"LA BRUJULA MARINOS"
Lunes,
12 de octubre de 2015
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PARTE II
Decía en
la primera parte de esta reflexión, que durante el Siglo XX fuimos millones
de hombres y mujeres los que nos incorporamos a la lucha social en el intento
de establecer el Socialismo como modelo de justicia para las grandes mayorías.
Incluso,
los más optimistas, afirmaban que el Imperialismo era la última fase del
Capitalismo. De manera que todo lo hicimos convencidos que la Brújula de la
Historia marcaba el rumbo a nuestro favor: “El futuro pertenecía por entero al
Socialismo”.
Al
cumplirse la segunda década del Siglo XX se abrieron y se expresaron diferentes
vías para lograr el éxito de nuestros propósitos.
Para
algunos, la Unión Soviética representaba el paradigma; luego de las dos guerras
mundiales, otros optaron por Mao; y en 1959, la Revolución Cubana nos lanzó el
desafío a los latinoamericanos: “Lo que Cuba puede dar y ha dado ya, es su
ejemplo”.
Todos
sabemos que hoy el Imperialismo lejos de marcar la agonía del Capitalismo, por
el contrario, lo ha globalizado, revitalizado, extendiéndolo hasta los últimos
rincones de este mundo.
Y
paradojas de la Historia: en donde ayer habían nacido los líderes de la
revolución proletaria, allí mismo, no pasaron ni cinco años del derrumbe del
“campo socialista” para que aparecieran multimillonarios que a nadie le importó
mucho saber cuáles fueron sus fuentes meteóricas de riqueza.
Hoy,
los capitales no tienen nacionalidades, cruzan fronteras a cada segundo – al
contrario de la tragedia de los inmigrantes -, no encontrando más resistencia
que la de otros capitales, resistencia que una vez absorbidos en sociedades –
grupos económicos - se abrazan para la
foto: “Uno para todos y todos para uno”.
Y
para quienes no aceptan la foto: boicot, embargo, amenazas… y, si hace falta,
“una guerrita local” para instalar un sicario en el gobierno que “comprenda”
los tiempos de la Globalización.
¿Y
para las grandes mayorías, qué?
Primero,
la globalización de la subcultura que anula la conciencia crítica, montada en
su trípode: ganar dinero es lo más importante; la TV al servicio de la
estulticia; y la corrupción estatal y de los poderes fácticos como modo de
vida.
Segundo,
chiches de última gama para la chusma internacional.
Tercero,
crédito a todo el mundo para que tengan la ilusión de “tener” de “poseer”.
Pese
a todo, en este comienzo del siglo XXI
la globalización también ha creado sus anticuerpos. A través del mundo se
levantan resistencias: chispas en algunas partes, llamaradas de paja en otras.
Diversos
intelectuales, artistas, científicos y periodistas levantan su voz, indignados.
Grupos políticos o movimientos, se van gestando tal cual aquellas primeras
células que encontraron poco a poco la fórmula de recrearse y reproducirse…,
poco a poco…
¿En
qué consistirán las transformaciones sociales del Siglo XXI que abrirán las
puertas del Siglo XXII? ¿Habrá mayor justicia social? ¿Cómo será su
estructuración orgánica? ¿Menos piramidal…, más horizontal…? ¿O nos habrán
idiotizado tanto que todo seguirá igual o aún peor?
“Los
de mañana”, ¿tomarán conciencia mayoritaria que vivimos gracias a una vulgar
estrella que llamamos Sol, quien además de no tener ninguna relación emocional
con nosotros tiene sus años de vida contados? ¿Y que nuestra irresponsabilidad
ecológica no hace más que apurar su muerte?
¿Tomaremos
conciencia mayoritaria que no somos nada de especial ni singular viviendo en
este barrio marginal del Universo inconmensurable, y que más valdría la pena
reencontrar el sentido de la vida cooperante?
¿O
nos espera a la vuelta de la esquina la “paradoja de Fermi”?
Para
quienes lo hayan olvidado o no lo sepan, la respuesta del físico Enrico Fermi a
su paradoja es que «toda civilización avanzada desarrollada en la galaxia,
desarrolla también con su tecnología el potencial de exterminarse…»
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