Derribando los
Mitos de la ‘Nueva Mayoría’ - II
EL MITO
DEL PRESUPUESTO FISCAL: ¿SERÁ AUSTERO EL DE 2016?
La noche del pasado miércoles 30 de septiembre, Michelle
Bachelet anunció por cadena nacional aspectos relevantes del presupuesto
fiscal que su gobierno de la Nueva Mayoría (NM) piensa gastar durante 2016. Ese
mismo día había enviado el proyecto respectivo al congreso.
Insistió en que,
“Es un presupuesto responsable, que tiene un
crecimiento de 4,4% respecto del gasto efectivo de este año”. Añadió que
dentro de ese gasto se priorizarían la reconstrucción de las zonas afectadas
por los últimos desastres, la educación, otros derechos y beneficios sociales.
En la ocasión, Bachelet
culpó a la ralentización económica del sistema capitalista mundial por el
escaso aumento del gasto fiscal que ofrecía con tanto cariño.
Las Porfiadas Cifras
El promedio de variación
del gasto público durante el primer gobierno de Bachelet (2006-10) fue de
un 10,4%, mientras que, entre este y el próximo año, apenas alcanza a un 7% y
no piensa repuntar.
El presupuesto para 2015 incluyó un incremento
del gasto público de 9,8%, el 3º
más alto desde 2009 (16,5%) y 1991 (10%). Así, el presupuesto para éste año equivalía
a US$ 65 mil millones (dólar a $ 600). A pesar que el empresariado y la derecha
política pusieron el grito en el cielo, Bachelet igual se apuró en informarles
que cumpliría con el compromiso de mantener a 2018 el equilibrio en el balance
estructural. A fin de cubrir dicho gasto, se le sumó el aporte que
supuestamente provendría de la aplicación de la Reforma Tributaria, la que
comenzó a regir desde el 7 de octubre de 2014 (US$ 2.300 – 2.500 millones).
Justificando el
casi 10% de aumento del gasto para 2015, Bachelet aseguró por octubre 2014 y
sin hacerse ningún problema: “El presupuesto
será eminentemente contracíclico, es decir, dará un fuerte impulso fiscal,
incrementando el gasto público para ayudar a la economía y a la creación de
empleos”, ello aún en medio de un cuadro similar al que ahora pinta la
Nueva Mayoría (NM), de ciertas prioridades programáticas en un marco de
desaceleración económica. Pero, lo evidentemente contradictorio es que,
manteniéndose esos mismos afanes reformistas y similar cuadro económico (no
sólo local, sino que mundial), estos mismos argumentos se utilizan ahora para
justificar una magra propuesta para 2016. Es decir, la debilidad de la NM y la
presión de las derechas política y económica, que en conjunto llevaron a un
alza del presupuesto bajo lo esperable, logran romper con la receta
capitalista clásica de utilizar el gasto como herramienta contraciclíca, la que pueda redundar en una mayor reactivación
económica.
Como toda medida
es una comparación, cotéjese el miserable incremento del presupuesto de un 4,4%
para 2016 con el aumento del gasto público proyectado para
1991, el primero en ser propuesto
en ésta democracia de baja intensidad. Por aquellas fechas, aparte de soportar
con una cretina impavidez las bravuconadas de las FFAA, sorprendidas por los enjuagues
de los “pinocheques”, la ex
Concertación se atrevió a expandir el erario en un 10% en comparación al efectivamente
ejecutado el año anterior. Incluso, cuando el país y el mundo enfrentaban los
coletazos de la crisis ‘subprime’, en 2009, el incremento del gasto realizó un
salto notable, de 16,5%, en circunstancias que
las autoridades económicas -era el primer mandato de Bachelet-
decidieron aplicar una política efectivamente contracíclica, expansiva.
¿Prioridades?
Educación:
En
educación, el proyecto
de presupuesto 2016 de la NM señala que al Mineduc se le asignarán $8.755.935
millones, con un alza de 7,5%. Pero, ¿se acuerdan que el programa de Bachelet y la NM
en 2013 (tan grato al PC y a la CUT)
aseguraba educación de calidad para todos lo que lo requirieran en el ámbito
público? Claro que se apuraba en advertir que lo haría contra un crecimiento
económico “adecuado”, como si en Chile, en los últimos 42 años, tal progresión (y
por ende, mejora de las ganancias de los dueños del país) nos llevara
directamente al paraíso del bienestar social.
Lo
de fondo, es que Chile
está aportando a educación sólo un 4,6% de su PIB, en tanto Bolivia
invierte en ello un 6,4% y el promedio de la OCDE es de 6,11%. Y eso que no
tenemos recesión y que el FMI augura
que aumentaremos nuestro PIB desde un 2,5% éste año, a un 3,1% en 2016. Es
más, el Banco
Central cree ese crecimiento será de un 3,7% entre 2016-20.
Si
bien la NM piensa dejar durante 2016 al 50% de los estudiantes de educación superior
‘más pobres’ sin pagar, olvidan que ellos mismos dejaban entender en su
programita que habría “Educación gratuita y de calidad”
(presupuesto 2016, p. 4). Luego, el pasado 21 de mayo, el
gobierno anunció un presupuesto de US$ 500 millones para financiar el
inicio de la gratuidad en 2016, beneficiando a 260 mil jóvenes vulnerables
pertenecientes a los seis primeros deciles de ingreso (tres primeros quintiles);
ya la cosa bajaba al 60%. Meses después, el Mineduc comenzó a hablar de US$ 430
millones y una cobertura a 230 mil estudiantes de los cinco primeros deciles,
es decir hasta $ 163 mil per capita o $ 652.000 en una familia de cuatro
integrantes. Pero, debido a los problemas financieros y a los ajustes
presupuestarios que el gobierno ha tenido que hacer por factores internos, pero
sobre todo porque el empresariado logró su objetivo de aportar menos impuestos
por lo de la reforma tributaria, finalmente el Mineduc se armó de US$ 300
millones para comenzar con el beneficio en 2016, esto es cerca de $ 91 mil
millones menos que los informados al momento del anuncio presidencial, por el
entonces ministro de educación, Nicolás Eyzaguirre.
Con
todo, lo más criticable de la glosa destinada a dar ‘gratuidad’ al 50% ‘más
pobre’ es que si bien hay algo de aporte directo a la universidad objetivo, deja
gran parte a becas y créditos; es decir, la NM sigue manteniendo la máxima
económica monetarista del Estado subsidiario.
Salud:
Sobre
la salud pública, Bachelet aseguró puras buenas noticias: "destinamos
importantes recursos para contar con médicos y especialistas en la red pública
de salud". Además, se dará inicio a cantidad de Centros de Salud Familiar
y de Urgencia de Alta Resolución, con el objetivo de reducir las listas de
espera. En cifras brutas, se incrementa en un 5,1% los recursos del Minsal respecto
de 2015, alcanzando la suma de $6.637.416 millones en 2016.
Pero,
lo bueno viene al desglosar esas cifras ‘brutas’ y dejarlas ‘entendibles’ (y
criticables). Así, según las
estadísticas que maneja el Banco Mundial, el gasto en salud en Chile alcanza
7,7% del PIB (en
Cuba alcanza al 10%). Si analizamos este gasto desde
el punto de vista de quienes son los agentes que aportan estos recursos,
veremos que el Estado aporta un 36% mediante aporte fiscal. El 64% restante, se
compone de un 7% que es aportado por los afiliados que cotizan en Fonasa
(afiliados de los tramos C y D ya que los tramos A y B no cotizan), las
cotizaciones de los afiliados de las Isapres que alcanzan un 20%, y el gasto de
bolsillo, que es de un 37%. Vemos entonces que somos los propios chilenos, los
mayores financiadores de la salud en Chile. Este tipo de gasto es aquel que
proviene directamente del presupuesto familiar, y se destina para medicamentos,
copagos en atenciones médicas y exámenes. La evidencia sobre el gasto de
bolsillo, sugiere que es el tipo de gasto más ineficiente, regresivo y puede
llegar a producir daños catastróficos a los presupuestos familiares, es decir
que es un productor de pobreza. En conclusión, desde el punto de vista de los
agentes que la financian, la Salud en nuestro país es entendida como un bien de
consumo, ya que su financiamiento recae principalmente sobre las espaldas de
los ciudadanos, bajo un esquema individualista.
Desde
el punto de vista de en donde termina el 7,7% del PIB de salud, hay que señalar
que el gasto público alcanza un 43%, mientras que el gasto privado es de 57%.
Los efectos de esta mala distribución del gasto sanitario, es que produce una
creciente disparidad del gasto per cápita de salud. En la práctica, para un
beneficiario de Fonasa hasta el 2008 se alcanzaba un per cápita de $ 327 mil,
en cambio para los afiliados a Isapres este era de $ 754 mil.
O
sea, cuando la NM dice que el aporte fiscal a la salud pública será de $ 6.637.416
millones en 2016, en realidad dicha contribución sólo alcanzará a $ 2.389.697
millones y el resto… ya saben.
Cultura y Deporte:
En
2016 el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes verá incrementado sus
recursos en un 13,3% y en deporte será
de un 14,8%. Pero dichas cifras no nos dicen nada acerca de la calidad y el
efecto real sobre la población en materias públicas de cultura y recreación. De
hecho, encuestas recientes señalan que nuestra población es cada vez más
analfabeta funcional y más
sedentaria.
La
cultura se sigue considerando un asunto de fondos concursables, los cuales, las
más de las veces, se obtienen merced a contactos y favores políticos (‘pitutos’).
Aun se aplica y se seguirá aplicando el IVA, de un 19%, a los libros, a los
espectáculos culturales, a toda creación cultural por la que haya que cancelar
para su disfrute.
No
por nada, Chile
es el país de la región donde menos se lee voluntariamente. Por el mero
gusto de hacerlo, sólo llegamos al 7%. Y ya sabemos lo que dijo Teresa de Jesús
al respecto: “Lee y conducirás, no leas y serás conducido”; ¿por eso será
que no nos quieren leyendo?
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Al
finalizar su perorata de ese 30 de septiembre, con una cara muy dura (de ‘raja’
dirán otros), la presidenta del 25% del electorado les lanzó a los ladrones del
congreso su advertencia: "quiero terminar pidiendo a los parlamentarios
una discusión de este proyecto con altura de miras y pensando en el interés
común.” Nos asalta la duda de si esta dama no se ha enterado qué hace rato que
los politicastros perdieron el sentido y el significado del “interés común”, el
cual reemplazaron por el del “bien propio”.
En buen romance: el presupuesto 2016 no es “AUSTERO”,
¡ES MISERABLE!
¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!
Colectivo Acción Directa – CHILE
Octubre 13 de 2015
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