“Pero quiero anunciarte
en voz baja y viril de las esperanzas,
la más roja y viril de las venganzas
quiero jurarlo por la exacta
dimensión de mis ideales.”
-(Fragmento del poema
inédito “María”, del Che)
Este 9 de octubre se cumplen 48 años desde que nos dejara físicamente el entrañable
compañero Ernesto Guevara de la Serna, el Che.
Nosotros, un colectivo de la
izquierda revolucionaria chilena, no queremos dejar pasar la oportunidad y
también queremos decir algo respecto de tan preclaro camarada, con un enfoque desde nuestra formación y desde la práctica de nuestro movimiento popular.
Un Hombre, Un Revolucionario
Frente al “hombre más completo de
nuestro tiempo”, al decir de Bertrand Russell, como siempre lo más acertado
será que acudamos a las fuentes de sus escritos y a su praxis a fin de intentar
cualquier acercamiento válido a su ejemplo y legado, intentando hacer un
trabajo sin anteojeras ideológicas y desmarcándonos con vigor de atenazadores
esquemas preconcebidos.
Con todo, lo que ofrecemos será
una reducida visión de la vasta obra de aquel hombre y amigo.
Podríamos partir recordando que el
Che estuvo en Chile, en 1952, con su entrañable amigo Alberto Granado, y cuán
bien y rápido comprendió nuestra estructural dependencia del principal polo
imperialista: “El esfuerzo más importante que necesita hacerse es el deshacerse
del inconfortable “Amigo yankee”. Es en este momento especialmente una tarea
inmensa, por la gran cantidad de dólares que han invertido aquí y por la forma
que tienen de usar la presión económica cada vez que creen que sus intereses
son amenazados” (“Diarios de
Motocicleta”, 1952). Luego, en Perú, citará en sus notas las palabras de otro
revolucionario y un gran cubano, José Martí, anunciando cuál será su opción de
vida: “Yo quiero unir mi destino al de los pobres del mundo” (Ídem).
En su emocionante discurso como
representante de la isla en la XIX asamblea general de la ONU (tenía la
nacionalidad cubana desde febrero del “59), en diciembre del “64, el Che nos
alecciona acerca del ejemplo de una revolución que él mismo encarna: “nuestro
país es uno de los puntos constantes de fricción, uno de los lugares donde los
principios que sustentan los derechos de los países pequeños a su soberanía están
sometidos a prueba día a día, y minuto a minuto y, al mismo tiempo, una de las
trincheras de la libertad del mundo situada a pocos pasos de imperialismo
norteamericano para mostrar con su acción, con su ejemplo diario, que los
pueblos sí pueden liberarse y sí pueden mantenerse libres en las actuales
condiciones de la humanidad. Desde luego, ahora existe un campo socialista cada
día más fuerte y con armas de contención más poderosas. Pero se requieren
condiciones adicionales para la supervivencia: mantener la cohesión interna,
tener fe en los propios destinos y decisión irrenunciable de luchar hasta la
muerte en defensa del país y de la revolución. En Cuba se dan esas
condiciones”.
Esa indisolubilidad suya con la
revolución cubana y que es hasta las últimas consecuencias, además de una
visión más cabal del rol de dirigente revolucionario de Fidel, se reflejan en
la carta de despedida del Che al pueblo cubano y al primer comandante, de abril
del “65, cuando ya participaba en la lucha anticolonial del Congo, continuando
con su impenitente internacionalismo: “Haciendo un recuento de mi vida pasada
creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el
triunfo revolucionario. Mi única falta (…) es no haber confiado más en ti desde
los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con
suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido
días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en
los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más
alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido
sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar (…)”. Y para que se les aclare el pensamiento a
aquellos malquerientes que ven inexistentes quiebres entre el él y Fidel, el
guerrillero heroico agrega a continuación: “Otras tierras del mundo reclaman el
concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu
responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.”
¿Qué Forma de Revolución?
El Che comprendía claramente la
especificidad de cada proceso revolucionario, además de la inexistencia de
recetas subversivas exportables y para desmentir su supuesta obcecación
‘foquista’ nos señala: “Nosotros sostenemos, una y mil veces, que las
revoluciones no se exportan. Las revoluciones nacen en el seno de los pueblos.
Las revoluciones las engendran las explotaciones que los gobiernos (…) ejercen
sobre sus pueblos. Después, puede ayudarse o no a los movimientos de
liberación; sobre todo se les puede ayudar moralmente. Pero, la realidad es que
no se pueden exportar revoluciones. (…) Lo decimos no como una justificación
ante esta Asamblea; lo decimos simplemente como la expresión de un hecho
científicamente conocido desde hace muchos años” (“Réplica de Cuba en XIX
asamblea general de ONU”, diciembre “64). Existen tanto especificidades como
analogías entre nuestras formaciones, pero sobre todo estas últimas, pues
compartimos antecedentes históricos y similar papel en la división
internacional del trabajo. “Este movimiento [la guerra revolucionaria llevada a
cabo por el pueblo cubano. N del A], grandemente heterodoxo en sus formas y
manifestaciones, ha seguido, sin embargo –no podía ser de otra manera-, las líneas
generales de todos los grandes acontecimientos históricos del siglo,
caracterizados por las luchas anticoloniales y el tránsito al socialismo”
(“Cuba, ¿excepción histórica o vanguardia en la lucha contra el colonialismo?”,
abril “61). Son otros los que insisten en que la revolución cubana es un
proceso singular y ajeno a la realidad de Latinoamérica: “Sin embargo, algunos
sectores, interesadamente o de buena fe, han pretendido ver en ella una serie
de raíces y características excepcionales, cuya importancia relativa frente al
profundo fenómeno histórico-social elevan artificialmente, hasta constituirlas
en determinantes” (Ídem). Lo extraño debe ser aislado, evitado, eliminado.
¿Socialismo = Burocratismo?
El Che combatió el burocratismo,
el que se quería establecer sobre todo a la vuelta del primer año de gobierno
revolucionario. Observó entonces que se aplicaban ciertas prácticas de
‘guerrillerismo’ entre los encargados de las diversas áreas estatales, en una
especie de extensión de las prácticas de la anterior guerra popular. Junto con
otros dirigentes, llega a la conclusión que era imprescindible modificar
totalmente el estilo de trabajo inicial y volver a organizar el aparato estatal
de un modo racional, utilizando las técnicas de la planificación socialista
conocidas. Sin embargo, es claro al advertir que “El burocratismo,
evidentemente, no nace con la sociedad socialista ni es un componente obligado
de ella. La burocracia estatal existía en la época de los regímenes burgueses
con su cortejo de prebendas y de lacayismo, ya que a la sombra del presupuesto
medraba un gran número de aprovechados que constituían la ‘corte’ del político
de turno” (“Contra el burocratismo”, febrero “63). Advierte que la política de
exagerada centralización operativa, que frena la iniciativa de los
administradores, se explica por la escasez de cuadros medios y el espíritu
anárquico anterior, lo que obligaba a un celo enorme en las exigencias de
cumplimiento de las directivas. Apunta, además, a que se cuente prontamente con
aparatos de control adecuados, que eran escasos, para la correcta localización
a tiempo de las fallas administrativas. No se podrá decir entonces que él y el
resto de la dirigencia hayan ahorrado esfuerzos para acabar con esta lacra del
burocratismo, a diferencia de lo acaecido en los socialismos históricamente
construidos de la ex URSS y China, principalmente.
Para impulsar todas las fuerzas
que impidan el anquilosamiento del gobierno socialista, el Che apuesta por el
esfuerzo y la entrega: “Los caminos son: la educación continuada mediante la
explicación concreta de las tareas, mediante la inculcación del interés a los
empleados administrativos por su trabajo concreto, mediante el ejemplo de los
trabajadores de vanguardia, por una parte, y las medidas drásticas de eliminar
al parásito, ya sea el que esconde en su actitud una enemistad profunda hacia
la sociedad socialista o al que está irremediablemente reñido con el trabajo”
(Ídem a anterior). Él mismo, que fungía como ministro de Industrias, predicaba
con el ejemplo, trabajando tanto manual como intelectualmente. El 23 de
noviembre del “59 introduce el primer ‘Día de trabajo voluntario’ en Cuba.
Aparte de alinearse con la incesante capacitación y elevación cultural del
trabajador, fue un fuerte impulsor del estímulo y el reconocimiento a los
miembros destacados de las masas trabajadoras, como otra forma de lograr su
motivación. Pero tal forma de agradecimiento a los sobresalientes debía hacerse
de una forma esencialmente opuesta a la usual en el socialismo históricamente
construido en la URSS (que derivaba del capitalismo), asignándose una mayor
preponderancia a los estímulos morales por sobre los materiales. Así, en una
obra posterior a la antedicha, el Che recuerda que los combatientes, en la
etapa heroica de la lucha guerrillera, “(…) se disputaban por lograr un cargo
de mayor responsabilidad, de mayor peligro, sin otra satisfacción que el
cumplimiento del deber. En nuestro trabajo de educación revolucionaria,
volvemos a menudo sobre este tema aleccionador. En la actitud de nuestros
combatientes se vislumbra al hombre del futuro. (…) En otras oportunidades de
nuestra historia se repitió el hecho de la entrega total a la causa
revolucionaria. Encontrar la fórmula para perpetuar en la vida cotidiana esa
actitud heroica, es una de nuestras tareas fundamentales desde el punto de
vista ideológico” (“El socialismo y el hombre en Cuba”, marzo “65). Y en otra
parte de este mismo texto, afirma: “Resta un gran tramo a recorrer en la
construcción de la base económica y la tentación de seguir los caminos
trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo
acelerado, es muy grande. (…) Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo
con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía
como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como
palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida”.
El Che fue un aplicado innovador
de la política socialista de planificación centralizada. Observa que la dirección
económica revolucionaria es responsable de la mayoría de los males
burocráticos. Así como hizo hincapié en que los aparatos estatales de la
revolución cubana no se estaban desarrollando mediante un plan único y de
estudiadas relaciones, planteando que la idea era dejar poco “margen a la
especulación sobre los métodos administrativos” (“Contra el burocratismo”), en
lo económico alerta también acerca que el “aparato central de la economía, la
Junta Central de Planificación, no cumplió su tarea de conducción y no la podía
cumplir, pues no tenía la autoridad suficiente sobre los organismos, estaba
incapacitada para dar órdenes precisas en base a un sistema único y con
adecuado control y le faltaba el imprescindible auxilio de un plan perspectivo.
La centralización excesiva sin una organización perfecta frenó la acción
espontánea sin el sustituto de la orden correcta y a tiempo” (Ídem). Con su
posición del lado de la planificación y de los presupuestos financieros, ambos
centralizados, el Che se opone en la práctica a la NEP soviética (y sus
derivaciones), que fue un verdadero caballo de Troya capitalista al interior de
la economía de la URSS, además del capitalismo de Estado chino.
El Che es de los que reconoce los
errores, tanto los propios como los que comete la revolución, porque sabe que
en su reconocimiento está el primer paso para corregirlos: “el Estado se
equivoca a veces. Cuando una de esas equivocaciones se produce, se nota una
disminución del entusiasmo colectivo por efectos de una disminución
cuantitativa de cada uno de los elementos que la forman, y el trabajo se
paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes; es el instante de
rectificar. Así sucedió en marzo de 1962 ante una política sectaria impuesta al
partido por Aníbal Escalante. (…) Es evidente que el mecanismo no basta para
asegurar una sucesión de medidas sensatas y que falta una conexión más
estructurada con las masas. Debemos mejorarla durante el curso de los próximos
años pero, en el caso de las iniciativas surgidas de estratos superiores del
gobierno utilizamos por ahora el método casi intuitivo de auscultar las
reacciones generales frente a los problemas planteados. (…) No debemos crear
asalariados dóciles al pensamiento oficial ni «becarios» que vivan al amparo del
presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas. Ya vendrán los
revolucionarios que entonen el canto del hombre nuevo con la auténtica voz del
pueblo. Es un proceso que requiere tiempo.” (Ídem a anterior).
Antiimperialismo y Verdadero Sentido del Internacionalismo
El Che es un internacionalista
proletario, en una práctica consecuente que está muy lejos de mera palabrería y
agitación. Así, en referencia al pueblo vietnamita y a todos los pueblos
oprimidos del mundo, nos recuerda que es lo que se espera de un revolucionario:
“No se trata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte;
acompañarlo a la muerte o la victoria” (“Mensaje a los pueblos del mundo a
través de la Tricontinental”, de abril del “67, cuando estaba a la cabeza de la
guerrilla en Bolivia). El guerrillero heroico demostró su vocación de amor y
entrega a los pueblos en Guatemala, el “54, cuando se coloca como voluntario al
lado de las fuerzas que apoyan al derrocado gobierno de Arbenz; lo hace también
al combatir en la Sierra Maestra, entre el “56 y el “59 (luego asumiría
diversas tareas en el gobierno revolucionario, hasta el “65); otro tanto hace
en el Congo, junto a las fuerzas internas antiimperialistas, durante el “65;
finalmente, lleva su combate a Bolivia, adonde llega en el “66 y combate a las
fuerzas internas, reforzadas por USA, hasta su asesinato, el 8 de octubre de
1967.
Pero, no era sólo el imperialismo
el culpable de la opresión y agresión a los pueblos: “El imperialismo
norteamericano es culpable de agresión; sus crímenes son inmensos y repartido
por todo el orbe. ¡Ya lo sabemos, señores! Pero también son culpables los que
en el momento de definición vacilaron en hacer de Vietnam parte inviolable del
territorio socialista, corriendo, así, los riesgos de una guerra de alcance
mundial, pero también obligando a una decisión a los imperialistas
norteamericanos. Y son culpables los que mantienen una guerra de denuestos y
zancadillas comenzada hace ya buen tiempo por los representantes de las dos más
grandes potencias del campo socialista” (Ídem a anterior). Su crítica a las dos
principales formas históricas existentes entonces de construcción del
socialismo, las burocratizadas URSS y China, se basa en la praxis de aquellos
que no ceden a los cantos de sirena de los sectores dominantes mundiales; de
aquellos que saben que no existe una receta ‘socialista’ tal que los que
avanzan por ella puedan imponer a los demás y acomoden sus posiciones según su
propio interés, sin atender al clamor que emana de los pueblos en donde se
jugaba el ajedrez inter-potencias. Porque a pesar del ‘campo socialista’, el
Che afirma que el pueblo de Vietnam está trágicamente solo, al igual que antes
lo estuvo el de Corea. “Preguntemos, para lograr una respuesta honrada: ¿Está o
no aislado el Vietnam, haciendo equilibrios peligrosos entre las dos potencias
en pugna? (…) Y ¡qué grandeza la de ese pueblo! ¡Qué estoicismo y valor, el de
ese pueblo! Y qué lección para el mundo entraña esa lucha” (Ídem). Entonces, la
solidaridad real, la de los pueblos entre sí, debe dar paso a la creación de
más campos de batalla, donde batirse y debilitar a la bestia imperialista:
“¡Crear dos, tres... muchos Vietnam, es la consigna!” (Ibídem).
Reformismo, Enfermedad Senil del Comunismo
Aparte de evitar el falso dilema
de estar con los ‘300’ ó con los ‘600’ (millones; es decir, estar con los rusos
o con los chinos), debió sufrir la arremetida del reformismo, hasta su muerte.
Largo tiempo, desde su llegada a Bolivia y fines del “66, el Che espera que el
PCB cumpla lo que se había comprometido a aportar, en hombres y medios, para el
desarrollo de las acciones en el país. Al contrario de la praxis
internacionalista del insigne revolucionario, el PCB deviene muy chovinista y
se niega a aceptar la dirigencia política de la guerrilla por él, sosteniendo
que esta debía ser para su secretario general, además de cuestionar la
inclusión de combatientes de otros países. En realidad, son excusas de parte de
la reformista dirección para no asumir con decisión su rol en la pelea principal.
Ellos sabían, parcialmente, del alcance continental de la lucha, en una
planificación que buscaba extender las acciones a Perú y al norte argentino.
Monje, secretario general del PCB, les plantea a los bolivianos del grupo “la
disyuntiva de quedarse o apoyar al PCB; todos se quedaron y parece que eso lo
golpeó” (“El diario del Che en Bolivia”, día 31/12/66). Con todo, luego
expulsaron a los miembros de la guerrilla que pertenecían a la juventud del
PCB. Había un sector de éste algo más proclive a la guerrilla, a cuya cabeza
había varios dirigentes mineros, que fue más leal en su apoyo material y en
combatientes.
No sólo el PCB actuaba
irresolutamente. En un plano más degradado, los PC pro URSS latinoamericanos y
europeos lanzan sus dardos contra el Che. Mediante radio, la guerrilla se
entera que: “Raúl (…) refutó las calificaciones de los checos sobre el artículo
de los Vietnam. Los amigos [se refiere a los reformistas, N del A] me llaman un
nuevo Bakunin, y se lamentan de la sangre derramada y de la que se derramaría
en caso de 3 ó 4 Vietnams” (Ib. 24/07/67). Y, más adelante: “Un diario de
Budapest critica al Che Guevara, figura patética y, al parecer irresponsable y
saluda la actitud marxista del Partido Chileno que toma actitudes prácticas
frente a la práctica. Cómo me gustaría llegar al poder, nada más para
desenmascarar cobardes y lacayos de toda ralea y refregarles en el hocico sus
cochinadas” (Ib. 8/09/67)
Aún en medio de estas deslealtades
y con el enemigo al acecho, el Che es capaz de insistir en la importancia del
estudio y el sacrificio: “Después de clase lancé una descarguita sobre las
cualidades de la guerrilla y la necesidad de una mayor disciplina y expliqué
que nuestra misión, por sobre todas las cosas, era formar el núcleo ejemplo,
que sea de acero, y por esa vía expliqué la importancia del estudio,
imprescindible para el futuro” (Ídem, 6/01/67). La dictadura de Barrientos no
era monolítica y flaquea ante los golpes de la guerrilla, la huelga de los
mineros y la pérdida de apoyo político de sectores dominantes. En estas
condiciones, el Che llega a afirmar: “El gobierno se desintegra rápidamente.
Lástima no tener 100 hombres más en este momento” (Ib. 14/07/67).
Sin Dogmas, Hacia la Revolución
Para comprender la importancia que
el Che asignaba a las masas, al proletariado, a la vanguardia y a los cuadros,
y para desmentir las referencias a su
supuesta subestimación de estos factores y puntales de la revolución, habría
que leer “El cuadro, columna vertebral de la revolución” (septiembre del “62).
Él condensa allí su visión de todos esos trascendentales componentes de la
lucha por la emancipación humana de esta manera: “Luego de un período de
desconcierto y de malos métodos se ha llegado a la política justa, la que no
será abandonada jamás. Con el impulso siempre renovado de la clase obrera,
nutriendo con sus fuentes inagotables las filas del futuro Partido Unido de la
Revolución Socialista, y con la rectoría de nuestro partido, entramos de lleno
en la tarea de formación de cuadros que garanticen el desarrollo impetuoso de
nuestra Revolución. Hay que triunfar en el empeño”. Dentro de poco, esa
Revolución cumplirá 50 años de vida y seguramente el guerrillero heroico estará
presente en medio de la alegría y la celebración popular, porque lo que brilla
con luz propia nadie lo puede apagar.
El Che, desde la histórica altura,
nos alumbra con una praxis de férrea y sincera consecuencia y con su ejemplo
nos señala que, si es que somos consecuentes con lo que decimos creer, debemos
asumir todas las formas de lucha para enfrentar al enemigo de clase y en donde
sea que se explote o humille a otro ser humano. Lo que nos debe mover es la
“rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios” (“Diario
del Che en Bolivia”, día 26/07/67). Si luchamos por la emancipación humana de
la explotación y de la dominación, si aspiramos a la revolución: “este tipo de
lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más
alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres”
(ídem, 8/08/67).
”Nosotros, socialistas, somos más libres porque
somos más plenos; Somos más plenos por ser más libres” -Che
¡QUE LA
HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!
Colectivo Acción Directa – CHILE
Octubre 8 de 2015
No hay comentarios :
Publicar un comentario