Por Víctor Pérez Galdós
Octubre 7, 2015
“José
Martí aseguró que los héroes son patrimonio de todas las edades y también
propiedad humana, comensales de toda mesa y de toda casa familiares”
Tales calificativos,
aunque fueron expuestos por Martí en la segunda mitad del siglo XIX pueden
servir para calificar a diversos hombres y mujeres que en la historia de Cuba
han sobresalido por haberse convertido en símbolos, en fuentes de motivación y
enseñanza para nuestro pueblo, y para múltiples personas en diferentes partes
del mundo.
Tal
es el caso de Ernesto Guevara de la Serna quién tuvo una vida breve pero muy
fecunda.
Nacido
en la ciudad de Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928, se sintió hijo no
sólo de ese país, sino de América Latina en general y apreció como suya la
causa de los pueblos en general, no sólo del lugar donde llegara a la vida o
desenvolviera una parte de su existencia como tal.
Acerca
de su vocación internacionalista el propio Che Guevara en una intervención
realizada en diciembre de 1964 al hablar en nombre de Cuba ante la Asamblea
General de la Organización
de Naciones Unidas, señalaría: “He nacido en la Argentina; no es un secreto
para nadie. Soy cubano y también soy argentino y, si no se ofenden las
ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de
Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el
momento en que fuera necesario, estaría dispuesto, a entregar mi vida por la
liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a
nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie.”
Desde
la etapa de su juventud Ernesto Guevara empezó a conocer y a sensibilizarse con
la situación que padecían los pueblos de lo que en el siglo XIX Martí
calificaría certeramente como Nuestra América.
A
finales de 1951 y durante casi siete meses, en unión de su amigo Alberto
Granado, recorrió de manera singular diversas zonas de Argentina, Chile, Perú,
Colombia y finalmente llegó a Caracas, capital de Venezuela.
Retornó
entonces a su país natal y tras concluir sus estudios de medicina en junio de
1953 inició otro gran recorrido por países latinoamericanos hasta llegar a
Guatemala, país en el que pudo apreciar, y estuvo en disposición de defender,
cómo mediante una agresión mercenaria se producía el derrocamiento de un
gobierno progresista.
Entonces
tuvo que trasladarse hacia México, donde tras un encuentro casual con Antonio
López, Ñico, un joven revolucionario cubano a quién había conocido en la
capital guatemalteca, pudo entrar en contacto con Fidel Castro.
Bastó
una conversación de unas horas para que Fidel y Ernesto Guevara se
identificaran plenamente y fue así como se incorporó al grupo de
revolucionarios cubanos que estaban preparándose en México con el objetivo de
poder después trasladarse a Cuba para reanudar la lucha contra la dictadura
militar reaccionaria existente en el país.
El
dos de diciembre de 1956 formando parte del grupo de 82 expedicionarios bajo la
dirección de Fidel Castro que viajaron a bordo del pequeño yate Granma desde el puerto mexicano de Tuxpan, el Che
Guevara entró en contacto con Cuba por la zona de la Playa de las Coloradas, en
la parte suroriental del territorio cubano.
Pronto
el hasta entonces médico de la tropa rebelde, se convirtió en uno de los más
aguerridos combatientes y en uno de los más capaces jefes del Ejército Rebelde.
No
sólo participó en forma activa en combates y batallas, sino que además encabezó
una Columna que realizó la invasión desde el Oriente hasta la central provincia
cubana de Las Villas. Allí igualmente desarrolló una activa labor política para
procurar la unidad de las fuerzas revolucionarias y lograr el desarrollo de
diversas acciones combativas.
A
finales de diciembre de 1958 el Che dirigió la gran batalla de Santa Clara.
En
la madrugada del primero de enero de 1959 como resultado de la gran ofensiva de
los combatientes revolucionarios, tanto en las zonas rurales como en las
ciudades, el régimen dictatorial se desarticula y se produjo la fuga del tirano
y algunos de sus más cercanos colaboradores. Pero elementos reaccionarios
intenta realizar una maniobra para evitar que se produjera un auténtico triunfo
popular.
Fue
en esas circunstancias que Fidel Castro desde la provincia de Oriente convoca a
los trabajadores y al pueblo a realizar una huelga general revolucionaria
mientras que ordena a los combatientes rebeldes continuar desarrollando la
ofensiva. Al Che, al igual que lo hiciera con el Comandante Camilo Cienfuegos,
le indica trasladarse de inmediato hacia La Habana para ocupar las principales
fortalezas militares de la capital.
En
el caso específico del Che Guevara, llega en horas de la madrugada del tres de
enero de 1959 al Castillo de San Carlos de La Cabaña.
A
partir de entonces el Che se convierte en uno de los más prestigiosos y
queridos dirigentes de la Revolución Cubana.
Con
el correr del tiempo, además de sus funciones como Comandante, se le confían
importantes responsabilidades, entre ellas Jefe del Departamento de
Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria, Presidente del
Banco Nacional de Cuba y Ministro de Industrias, así como años después es
miembro de la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias
Integradas y del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba.
Con
sencillez y entereza el Che, en estrecho y permanente contacto con los trabajadores
y con diversos sectores del pueblo, participó en actos, en encuentros, impartió
conferencias, asistió en representación de Cuba a eventos de carácter
internacional y realizó jornadas de trabajo voluntario.
Se
convirtió en fuente de inspiración y enseñanza para nuestro pueblo.
Más
allá de su desaparición física, ocurrida en 1967 en Bolivia cuando daba su
contribución a la causa revolucionaria de este pueblo de América Latina, en la
actualidad su vida y su prédica continúan sirviendo de motivación.
Acerca
del simbolismo de la vida y la obra del Che Guevara, y su presencia permanente
en el seno del pueblo cubano y en la Revolución, Fidel Castro llegó a enfatizar
en la velada solemne efectuada en homenaje al Che, a los pocos días de su caída
en Bolivia, realizada en la Plaza de la Revolución “José Martí”, en La Habana:
“No es fácil conjugar en una persona todas las virtudes que se conjugaban en
él. No es fácil que una persona de manera espontánea sea capaz de desarrollar
una personalidad como la suya. Diría que es de esos tipos de hombres difíciles
de igualar y prácticamente imposibles de superar. Pero diremos también que
hombres como él son capaces, con su ejemplo, de ayudar a que surjan hombres
como él.”
Y
agregó más adelante: “Por eso decimos, cuando pensamos en su vida, cuando
pensamos en su conducta, que constituyó el caso singular de un hombre rarísimo
en cuanto fue capaz de conjugar en su personalidad no solo las características
de hombre de acción, sino también de hombre de pensamiento, de hombre de
inmaculadas virtudes revolucionarias y de extraordinaria sensibilidad humana,
unidas a un carácter de hierro, a una voluntad de acero, a una tenacidad
indomable.
Y
por eso le ha legado a las generaciones futuras no solo su experiencia, sus
conocimientos como soldado destacado, sino que a la vez las obras de su
inteligencia.”
Equipo Internacional –CAD CHILE
Octubre 7 de 2015
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