EL JANO, ESFORZADO MILITANTE DE LA CAUSA POPULAR Y REVOLUCIONARIA,
AMANTE DEL DEPORTIVO MCKENNA, UN COMUNICADOR DEL QUEHACER DEL PUEBLO Y LOS
TRABAJADORES, NO RESISTIÓ UN INFARTO Y FALLECIÓ HACE UN AÑO. NOS QUEDÓ DEBIENDO
MUCHAS HORAS MÁS DE CONVERSACIONES, HISTORIAS Y DE LUCHA COMÚN
Fue hace un año, con
un sol dorado que arrancaba destellos plateados sobre la superficie de la laguna
Lo Galindo, tan diferente a éste sábado 24 en que llueve sobre la misma laguna,
sobre las calles de su natal Barrio Norte y en todo el Gran Concepción, que
fuimos a acompañar al Jano Muñoz a su morada definitiva, ahí en el Cementerio
General penquista. Uno de los nuestros había partido.
Y había sido en la cancha Aníbal Pinto, de
Concepción y jugando con la camiseta del Juventud McKenna, su equipo de toda la
vida, que dejó de existir ese viernes 24 de octubre el periodista y militante
popular Alejandro Muñoz Pérez, de sólo 47 años.
Hace un año, fuimos muchas decenas de acongojados
amigos y compañeros los que acudimos a su casa del Barrio Norte a darle nuestro
adiós al Jano o Negro, como muchos le conocíamos, y a acompañar a su familia en el
dolor de la pérdida irreparable. Pero en torno al lar paterno, donde se velaban
sus restos, habían ya otros tantos amigos y compañeros; los del barrio, del
club, de la universidad, de las huestes rojinegras. Entonces, con el
transcurrir de las horas, de entre todos los dolientes brotaron muchas,
innumerables historias y anécdotas que tenían como centro al Jano, recuentos algunos
adormecidos por estos falsos ‘nuevos tiempos’, pero que nunca morirán.
El Jano
(o Sonrisal como asimismo se le
conoció en tiempos de la Resistencia antidictatorial, debido a su constante
optimismo), nació y se formó en el viejo Barrio Norte de Concepción. Al
igual que la inmensa mayoría de los habitantes del querido suburbio, los padres
de Jano eran de origen campesino. Ellos llegaron desde Yumbel y Quirihue, aunque
su primer hogar lo fue en la Población Libertad, emblemática toma de terreno
sobre la cual Isidora Aguirre junto a Manuel Rojas escribieron una obra de
teatro, llevada a los escenario por el naciente Teatro de la Universidad de
Concepción (TUC), y en la cual se caracteriza ese proceso de migración campo-ciudad
y la formación de los barrios populares de la periferia urbana.
Al terminar la educación básica, donde ya
había pasado a integrar su dilecto club de futbol amateur Juventud McKenna,
Jano ingresó al Liceo Industrial de Concepción. Eran los años obscuros de la
dictadura cívico-militar, de la criminal represión, de la destrucción de la
educación pública en Chile. Los Liceos Humanistas fueron municipalizados y los
técnicos, como el Industrial de Collao, entregados a Corporaciones
empresariales destinados a lucrar y a formar mano de obra barata para sus
empresas.
Pero eran también los años de las sucesivas
y radicales jornadas de protesta nacional, en que la Resistencia Popular
intenta desplegar los ‘levantamientos populares’ (1983), acciones todas que rompían
la tranquilidad de cementerio que la dictadura y sus mandantes se habían
acostumbrado a imponer. En este contexto, y al igual que muchos jóvenes, Jano comenzó
a participar de la lucha antidictatorial. Empieza su militancia en una de las
bases de las Milicias de la Resistencia Popular (MRP), instancia clandestina agitativa
y de sabotaje menor, en donde confluían militantes independientes de izquierda,
socialistas y miristas. La base que integra, tras la masacre de la Vega
Monumental (Operación Alfa-Carbón), pasará
a adoptar el nombre de "23 de Agosto".
Mediaban los “80s y allí estaba el Jano, en
los Comités Democráticos (CODE) de los estudiantes secundarios del Industrial;
apoyando las barricadas que levantaban los compañeros universitarios de la UNED
(Unión Nacional de Estudiantes Democráticos), ya fuera en la Universidad del
Bío-Bío (ex UTE) o en la Universidad de Concepción, y en las noches, defendiendo
el Barrio con barricadas, cortes del tendido eléctrico y enfrentando a las odiadas
‘fuerzas especiales’ de carabineros.
Quiso formar parte de la reconstrucción
política del movimiento popular chileno, luego de la derrota político-material de
1973. A mediados de los “80s, su compromiso lo lleva a integrar las filas del MIR.
Se incorpora a ésta organización revolucionaria a pesar de que había sido fuertemente
golpeada por los aparatos represivos y lo hace en la época en que toda su
dirección en el sur de Chile y en Concepción es aniquilada, el 23 de agosto de
1984, demostrando que de verdad y sin temores estaba por levantar la
alternativa más consecuente con el proyecto histórico del pueblo y los
trabajadores. Lamentablemente, a partir de 1985 y sobre todo desde 1986, dicha
organización revolucionaria comenzó a vivir un proceso de divisiones y de
sucesivas fragmentaciones. Una minoría de traidores y de pusilánimes, se
subordina a fines de los “80s con un modelo de transición pactada entre la
oposición burguesa, la derecha y la dictadura. Jano, como muchos de su
generación, se resistió a aquello y siguió siendo "rojo y negro",
participando de diversos intentos infructuosos por la reconstrucción orgánica
del mirismo.
Ya en los “90s y con un gran esfuerzo económico,
Jano ingresó a la Universidad de Concepción a estudiar periodismo, carrera de
la cual se tituló años más tarde; más de los que quisiera, pero es que de tanto
en tanto debía suspenderla a fin de poder trabajar en un oficio familiar: la
instalación de cerámicas. Por su misma condición de clase y por historial de
combatiente consecuente, nunca logró abrirse paso en el periodismo profesional
y remunerado de estos tiempos de la democracia de baja intensidad. Trabajos
esporádicos y mal pagados no le permitieron desarrollarse profesionalmente,
teniendo que subsistir del viejo oficio aprendido de su padre.
No obstante, durante su paso por la U de Concepción,
Jano parió a medias con otros estudiantes comprometidos una organización
política consecuente y que perdura hasta nuestros días: los Consejos
Estudiantiles -CCEE, con presencia en las directivas de las federaciones
estudiantiles de la misma U de C y en la UBB, y que se perfila como una de las
vanguardias del movimiento estudiantil que lucha infatigablemente por una
Educación Pública al servicio del pueblo.
Si bien no logró acceder al periodismo
‘profesional’, Jano hizo lo suyo en torno a la difusión de las ideas y las
informaciones del campo popular. Así, heredero de un antiguo transmisor de la
Radio Villa Francia, que fungió en otro tiempo como emisora nada menos que de
la Radio Liberación (de la Resistencia Popular), formó a diversos grupos en el
uso de esta herramienta de la comunicación alternativa. Realizó diversos
programas radiales, dentro de los que resaltaban los deportivos, con
transmisiones desde las canchas del Barrio Norte. También, participó en
programas de la Radio Voz de la Mujer, del mismo Barrio, así como en la
fundación del periódico El Quinto, que perduró por dos años.
En 2012 el Negro había sufrido un pre-infarto,
que lo tuvo al borde de la muerte. Los médicos le dijeron que no podía jugar más
futbol, su afición deportiva favorita; era mucho pedirle. Ese viernes 24 de
octubre quiso estirar un poco las piernas, pero las ganas, el calor y la
inactividad prolongada fueron más fuertes que su corazón. Cayó desplomado en
medio de la cancha y de allí ya no se levantó.
Eran las 15:00 del domingo 26 de 2014,
cuando Jano salió por última vez desde al hogar paterno, envuelto su ataúd en
los pliegues de la inmortal rojinegra. La laguna Lo Galindo, con tristeza, se
despidió de él y del millar de acompañantes que, en una larga caravana de
automóviles y microbuses, iban a dejar al familiar, al amigo, al compañero a su
última morada. Las calles de la ciudad de Concepción vieron ondear las banderas
del MIR, de la Resistencia Popular y del Club de los amores del Jano, y al paso
del cortejo nadie quedaba indiferente y las gentes y los otros vehículos
saludaban su paso. Se hizo una detención en el local del Deportivo McKenna,
cercano a la vía férrea que otrora nos conectaba con Tomé y Chillán.
Finalmente, la columna de unas 7-8 cuadras de largo, encabezada por nuestro
compañero, desembocó en el antiguo Cementerio General de Concepción.
Allí en la necrópolis, muchas personas cercanas
declamaron emotivos mensajes para despedir al querido Alejandro. Sin embargo, a
varios de sus compañeros, familiares y amigos nos remeció y nos quedará grabada
para siempre la sencilla, emocionada y certera frase con que su dolida madre definió
a su hijo adorado: “¡JANO ERA PURO PUEBLO!”.
Colectivo Acción Directa 8a –
Chile
Octubre 24 de 2015
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