La
jornada de éste viernes 11, así como si nada, se informa que un ministro de la
Corte de Apelaciones de Santiago que investiga la obscura muerte del ex presidente
Eduardo Frei Montalva da la razón a quienes afirmaban que tal deceso fue en
realidad un asesinato, y viene en acusar a un grupo de ex uniformados y algunos
civiles como autores, un cómplice y algunos encubridores. Tal homicidio fue el
puñal por la espalda a quien no tuvo escrúpulos por instigar el Golpe militar
terrorista del 11 de septiembre de 1973
Hace algunos años, una investigación periodística –a cargo de dos connotadas reporteras chilenas- afirmaba
que había dos crímenes de la historia medianamente reciente de nuestro país
hermanados. Eran dos muertes que extendían sus sombras en los tribunales chilenos,
sombras que, supuestamente, amenazaban dos
columnas claves de la “transición” posdictadura: la cívica y la militar. Esto,
si se llegaba a comprobar que los asesinos del químico de la DINA y el DINE Eugenio Berríos, alias “Hermes”, habían sido militares y que se lo ejecutó para
tapar otro asesinato: el del ex presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970).
Bueno, matar a Berríos también había tenido otro objetivo, no menor y que aún
perdura: impedir que emergiera la caja negra del capítulo de la guerra química que
protagonizó uno de los escuadrones más secretos de los servicios de seguridad de
la dictadura cívico-militar (1973-1990).
Eugenio Berríos, alias "Hermes" |
Y
bien, hace casi exactamente dos años, 11/8/17,
la Suprema dictó sentencia definitiva en la investigación por los delitos de
secuestro, homicidio y asociación ilícita en la muerte del caído en desgracia
Hermes, ocurrido a partir de octubre de 1991 en Chile y Uruguay. Se aclaró
entonces que el químico huyó a Uruguay en noviembre de 1991 para evitar
declarar en el juicio en Chile por el asesinato del ex canciller Orlando
Letelier. Acompañado por el entonces mayor de Ejército Carlos Herrera
Jiménez, asesino confeso de Tucapel Jiménez, Berríos se instaló en Montevideo.
Allí, el genio maldito fue protegido por miembros de la inteligencia militar
chilena y uruguaya, hasta que en noviembre de 1992 fue "secuestrado"
por sus mismos guardianes. No apareció más con vida y en abril de 1995
apareció su cadáver en una playa de "El Pinar", cercana a Montevideo.
Luis Becerra Arancibia, el buen chofer de Frei |
Los
condenados en éste caso fueron 14 oficiales de ejército, algunos en servicio activo
y entre los cuales 3 eran uruguayos. Sin embargo, respecto del otro crimen
relacionado, el de Frei, si bien existían hace rato procesados en relación con
su asesinato (al menos desde 2009), las acusaciones aún no se hacían efectivas, judicialmente
hablando. Pero ello comenzó a cambiar éste viernes 11.
Por el delito de
homicidio del ex presidente Frei Montalva, acaecido el 25 de enero de 1982, el ministro en
visita extraordinaria de la Corte de Apelaciones de Santiago, Alejandro Madrid
Crohare, dictó acusación en contra de seis implicados –en calidad de autores,
cómplice y encubridores.
Raúl Lillo Gutiérrez |
En
su resolución (causa rol 7.981- B Tomo L 50), el ministro en visita acusó –en diversos grados de
comisión de delito- a los mismos que había sometido a proceso a fines de 2009: como
autores del delito, al golpista, ex mayor de ejército y médico contralor del
Hospital Militar Patricio Silva Garín, al matón de la CNI y ex chofer de Frei (un traidor, digamos) Luis Becerra Arancibia, al civil adscrito al ejército y agente terrorista de la
DINA/CNI/DINE Raúl Lillo Gutiérrez; como cómplice, al médico de la brigada de sanidad de la DINA
Pedro Valdivia Soto y; en calidad de encubridores, a Helmar Rosenberg Gómez y
Sergio González Bombardiere.
Si
quieres ver en extenso los hechos determinados en su investigación por el
ministro Madrid, lo puedes hacer aquí. En ésta resolución se puede ver la mano no sólo de
Berríos, sino de una larga lista de criminales de lesa humanidad de la DINA, la
CNI y DINE, civiles y uniformados.
Pero, ¿cuál
fue el triste rol que cumplió Frei como instigador del Golpe militar de 1973
que entronizó a sus verdugos?
Eduardo
Frei Montalva, unos de los fundadores de la Falange Nacional –luego devenida en
el Partido Demócrata Cristiano-, dejó de ser presidente en 1970, siendo
sustituido por el compañero Salvador Allende, el abanderado de la Unidad
Popular (1970-1973). Estados Unidos, clave en la elección de Frei, creyó
firmemente que no existía ninguna opción para que Allende venciera, y ayudó pero
no tanto a la campaña de Jorge Alessandri, el candidato de la derecha franca.
Frei pasó entonces a la oposición, intentando oponerse a la ratificación de
Allende en el Congreso chileno, y criticando todas las medidas puestas en
marcha por el gobierno de la Unidad Popular. Frei decidió emigrar hasta las
elecciones parlamentarias de marzo de 1973, en las que la oposición buscaba
obtener una mayoría de dos tercios en el Senado para poder destituir al Presidente
Allende. Dichos comicios fueron efectivamente vencidos por la oposición,
pero por menor ventaja de lo esperado (de hecho, la UP pasó del 36,6%, en 1970,
al 44%). Frei volvió entonces a ser elegido senador, pasando a dirigir un
importante sector de la reacción nacional.
A
partir de aquí, se generó la situación que acabó desembocando en el Golpe de
Estado del 11 de septiembre de 1973 contra Salvador Allende, la UP y el conjunto
del movimiento popular chileno. El Tanquetazo,
un primer intento de junio de 1973, fue detenido por el general Carlos Prats,
Comandante en Jefe del Ejército.
Eduardo
Frei Montalva apoyó tempranamente el golpe contra Allende, arguyendo
para ello que, “la situación en el país era insostenible”, exponiendo en su
análisis que la situación de dominación de los sectores dominantes en el país
estaba siendo peligrosamente socavada, y que era necesario un golpe de mano
para evitar una guerra civil de incierto resultado. Los golpistas mantuvieron
en todo momento informado a Frei, que en conversación con su antiguo ministro
de Exteriores, Gabriel Valdés, señaló que era una tragedia para Chile, pero que
no se podía hacer otra cosa. Finalmente, el 11 de septiembre, Allende murió combatiendo
en La Moneda y el chacal Augusto
Pinochet, que había sustituido a Prats al frente del ejército, fue
proclamado como presidente de facto.
El
Golpe militar y la instalación de la dictadura quebró la democracia burguesa en
curso y significó una catástrofe para la Izquierda y las fuerzas democráticas
que, al principio, apoyaron la caída del gobierno popular. Durante los primeros dos años la Democracia Cristiana colaboró con militantes en calidad de técnicos y políticos con experiencia. Destacados personeros DC viajaron al extranjero a
difundir la versión golpista de lo sucedido, poniendo énfasis en el
antimarxismo y en que, supuestamente, la intervención militar había salvado a
Chile de una dictadura comunista. La misma versión que entregaría Frei en su
carta a Mariano Rumor y en declaraciones a medios de comunicación
internacionales, al igual que Patricio Aylwin y otros dirigentes de la DC. Fue
la versión abrumadoramente dominante.
Sin
embargo, la minoría, esa que había dado testimonio a través de la “Declaración
de los 13”, no dejó de protestar ante la dirección del PDC. Participó en
labores de solidaridad y ayuda en contacto con la Iglesia y otros organismos
humanitarios, haciendo llegar a contactos en el extranjero su versión de lo
ocurrido y su voluntad de luchar contra la dictadura y por la recuperación de
la democracia. Bernardo Leighton, Renán Fuentalba y otros, siguieron actuando
casi en la clandestinidad. En 1974, fue detenido el ex diputado Claudio Huepe,
y Bernardo Leighton debió salir del país. Se estableció en Italia donde
denunció los abusos de la dictadura y tomó contactos con exiliados chilenos en
otros países. Renán Fuentealba fue expulsado del país en octubre de ese año.
El apoyo de Frei al Golpe y a la dictadura se mantuvo durante los primeros años, ya que el ex-presidente creía sinceramente que era la única solución. Pese al impacto personal que le generó la forma en que Salvador Allende, a quien tanto se había opuesto durante su presidencia, había muerto, llegó a defender internacionalmente la necesidad de la acción, y el mismo 11 de septiembre, intentó ponerse en contacto con Pinochet para ponerse a su servicio, pero no consiguió hablar con él. El ex-presidente apoyaba al régimen militar porque estaba absolutamente convencido de que restablecerían la democracia rápidamente. Sin embargo, al ver que no era así, Frei empezó a alejarse de la dictadura cívico-militar, y a unirse a los grupos de la oposición moderada que pedían el fin del régimen y su recambio por un gobierno de cuño democrático burgués.
Con
ello, el otrora golpeador de cuarteles terminó por firmar su sentencia de
muerte, cuyos autores y cómplices ahora enfrentan su primera acusación formal.
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¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y
Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD –Chile
Agosto 11 de 2017
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