“Rosauro Martínez
ES FEO MATARSE
ENTRE CHILENOS, DIPUTADO”
Hace tres años Cristian Alarcón se obsesionó con una
historia. Una patrulla de guerrilleros perdida en una mítica montaña chilena.
Sueñan con derrocar a Pinochet. Un capitán del ejército, ahora diputado,
encabeza una cacería y ejecuta una masacre. En base a testimonios exclusivos de
soldados, Alarcón reconstruye los pasos de Rosauro Martínez Labbé en los
alrededores de Neltume. Los libros del cronista han surgido de investigaciones
periodísticas: este texto es el germen del que ahora está escribiendo
En Revista
Anfibia –public. 8/17
La escasa luz
invernal que caía sobre las montañas en Neltume alcanzaba para que la foto de
su tropa le engalanara el futuro. El comandante Rosauro Martínez Labbé se trepó
al tronco de un árbol y apuntó a la formación de la compañía de comando número
8 Llancahue un centenar de hombres a los que él mismo había entrenado para
matar guerrilleros. Como un lenguaraz, Malinche, “voluntariamente obligado”, el
único hombre de la tropa que había nacido en esas tierras lo guiaba por la
espesura hacia un combate ficticio: el ejército chileno había descubierto un
raquítico grupo de militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR),
que acampaban sin armas en plena cordillera para sembrar el germen de una
guerrilla, soñando con derrocar al dictador chileno Augusto Pinochet.
La imagen
cuelga hoy de la pared de madera en una pequeña casa de Panguipulli, donde el
hijo de aquel baqueano recuerda la omnipresencia del entonces joven capitán
Martínez Labbé en aquella cacería, la más atroz de las que Chile prefiere
olvidar.
Según
una investigación basada en los testimonios de cinco soldados conscriptos de
ese comando, documentos judiciales y entrevistas con sobrevivientes, el hoy
diputado comandó en los alrededores de Neltume, una masacre publicitada como un
gran triunfo militar.
Oficialmente,
en septiembre de 1981 se contaron 11 víctimas, pero según parece habría que
anexar nuevos nombres. A medida que se entrevista testigos los muertos sobran,
los cadáveres vistos por los soldados no coinciden con las listas oficiales.
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