“EEUU y la derecha mundial no aceptan su
derrota en Venezuela”
La
despiadada y cínica guerra mediática, económica, financiera y sicológica contra
Venezuela, desatada por Washington y su cartel de cipayos europeos,
latinoamericanos y venezolanos, fracasó rotundamente porque el pueblo
venezolano emitió su voto de confianza al chavismo en las Elecciones a la
Asamblea Nacional Constituyente
“El pueblo es una fiera de múltiples cabezas” -Alexander Pope,
1688-1774
La despiadada y
cínica guerra mediática, económica, financiera y sicológica contra Venezuela,
desatada por Washington y su cartel de cipayos europeos, latinoamericanos y
venezolanos, fracasó rotundamente porque el pueblo venezolano emitió su voto de
confianza al chavismo en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente. Fue un golpe inesperado para la derecha mundial
que, según los pronósticos de sus servicios de inteligencia y los analistas
experimentados de sus 'think tanks', ya estaba lista para festejar su victoria
'anunciada' al utilizar todo su fuerza para sabotear las elecciones a través de
la violencia brutal, incluyendo asesinatos.
Sin
embargo, el chavismo resistió por la continuidad de su Revolución Bolivariana apoyada por 8.089.820 votos a favor de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC)
para elegir a 545 representantes del pueblo para poner freno a la embestida de
la derecha nacional e internacional contra la soberanía y la independencia del
país. Así, cuatro meses de guarimbas criminales para sacar a Nicolás Maduro del
poder en seis meses y decretar 'el abandono de cargo', se convirtieron en la
tumba política para la oposición que en 2015 ganó la mayoría parlamentaria. En
aquel entonces, el pueblo le dio un chance a la derecha para que solucionara la
situación económica del país y acabara con el acaparamiento de productos de primera
necesidad y el sabotaje económico de los propios miembros de su clase pudiente.
Los
representantes de los intereses de la oligarquía nacional y de las
transnacionales elegidos en 2015 al parlamento no cumplieron con sus promesas
de solucionar los problemas económicos venezolanos o simplemente los ignoraron
y los reemplazaron por la lucha política para acabar con el legado de Hugo
Chávez en el país. Se olvidaron de que "el pueblo", según Voltaire,
tiene la capacidad de "cambiar y un día derrocha prodigiosamente lo mismo
su odio que su amor". Así sucedió con los parlamentarios de la oposición
que cometieron su propio suicidio con la violencia desatada en el país y de
paso facilitaron una derrota para EE.UU. y la derecha mundial en su intento de
terminar con el chavismo. El pueblo los vio en toda su dimensión quemando viva a gente inocente, destruyendo alimentos, casas de maternidad, transporte público y otras barbaridades.
Así cavaron su tumba.
Desde
la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999, el gobierno norteamericano había
hecho todo lo posible —hasta su muerte en 2013— abierta y clandestinamente
para derrocarlo sin conseguirlo nunca. La misma política se ha aplicado contra
su sucesor Nicolás Maduro. Lo interesante es que no se trata solamente de las
acciones del Departamento de Estado, la CIA, la DEA, la DIA… sino de un Estado
dentro del Estado norteamericano. Todo indica que este Estado es la corporación
ExxonMovil y que "la ruta del golpe" contra Venezuela comienza en
esta corporación, según la investigación de la publicación Misión Verdad.
ExxonMovil es la más grande corporación energética norteamericana. Su capital
en la bolsa de valores se estima en unos 395.000 millones de dólares, lo que
significa en términos del PBI que está por encima del de Argentina y Sudáfrica.
Steve
Cole, en su libro 'Private Empire:
ExxonMovil and America's Power' escribió que, "el presidente de Exxon
es un par de cada ocupante rotativo de la Casa Blanca" y que en general la
compañía está alineada con EEUU pero "no siempre sincronizadamente". Desde 1999, la corporación está
participando activamente en la financiación de los opositores venezolanos y, a
la vez, está tratando de remover a Venezuela de PetroCaribe y así desintegrar
esa organización creada por el Gobierno bolivariano. El deseo es transformar al
Caribe en un poderoso puerto de importación de gas licuado de Exxon Movil.
Con esto, la empresa establecería su hegemonía energética y geopolítica en la
región cerrando el paso a las corporaciones rusas y chinas Rosneft y Cnooc, que
representan cada vez un creciente peligro para la hegemonía energética
norteamericana en la región.
Le puede interesar: Claves para entender por qué EEUU no se mete con el petróleo venezolano
Para
el actual secretario de Estado, Rex Tillerson, que antes de la designación en
el gobierno de Trump había sido el presidente de ExxonMovil desde 2006, el
chavismo representa también un desafío personal. Para 2007, Hugo Chávez exigió
a ExxonMovil, Chevron, Total y ConocoPhillips, que operaban en el país,
aumentar las regalías del uno al 30%. Chevron y Total aceptaron la demanda pero
ExxonMovil y ConocoPhillips la rechazaron. Después que Hugo Chávez
nacionalizara la Faja Petrolífera de Orinoco, donde operaba Exxon, Rex
Tillerson demandó a la corporación nacional venezolana PDVSA ante el Centro
Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI)
exigiendo obtener una indemnización de 20.000 millones de dólares. Después de
10 años de litigios, el CIADI liberó a PDVSA de pagar la indemnización.
Fue
un golpe duro no solo a la petrolera sino al ego de Rex Tillerson, cuya
"filosofía", según su propia confesión a Steve Coll, consiste
simplemente en "ganar dinero". Aquella vez Tillerson perdió y
aprendió a actuar con cierta cautela, algo que se vio en sus relaciones con
Putin cuando era el presidente de Exxon. Pero nunca perdonó al chavismo por su
fracaso en Venezuela y ahora siendo secretario de Estado hace el mayor esfuerzo
para ayudar a la oposición en su tarea de sacar a Maduro del poder haciendo
revivir, según Misión Verdad, "el conflicto político interno y hacer
desprestigiar al gobierno de Maduro a nivel mundial".
Mientras
tanto, ExxonMovil está desarrollando sus perforaciones Liza-1 y Liza-2 en
Esequibo utilizando al gobierno guyanés, zona reclamada por Venezuela como
parte de su soberanía territorial ante las Naciones Unidas. Su plan es
recolonizar la Faja Petrolera de Orinoco a través de Esequibo, alcanzando la
boca del frente Atlántico. Para lograrlo, las autoridades norteamericanas
anunciaron sanciones contra los líderes bolivarianos y amenazaron con sanciones
que limiten las exportaciones a Venezuela entre 50.000 a 75.000 barriles de
gasolina de las refinerías Citgo Petroleum que tiene el país en Corpus Christi,
Texas, y en Lake Charles, Louisiana. En total 20 refinerías en EEUU de Citgo
Petroleum se abastecen del crudo pesado de Venezuela que representa un 20% de
las importaciones norteamericanas.
American
Fuel and Petrochemical Manufacturers (AFPM) ya mandó una carta al presidente
Trump advirtiendo que las sanciones contra PDVSA "pondrán en dificultad a
las refinerías en EEUU para encontrar salidas alternativas, mientras que
Venezuela podrá compensar el déficit fácilmente a través del mercado de la
Cuenca Atlántica". También advirtieron que la corporación rusa Rosneft y
la china Cnooc saldrían beneficiadas con estas sanciones. En resumidas cuentas,
hay poco que puede hacer Washington en este aspecto. Una posible intervención
militar utilizando a Colombia, clamada por varios satélites de EEUU en
Latinoamérica y el Caribe, fue descartada por el principal asesor de Seguridad
Nacional, Herbert R. McMaster quien declaró que no ve "probable una
intervención militar pese al pedido de otras naciones".
Lo
único que le queda a Washington es seguir apoyando a la oposición que en estos
días se quedó sorpresivamente callada. El vicepresidente de EEUU, Mike Pence,
llamó a uno de los líderes más radicales de la oposición, Leopoldo López, condenado por provocar violencia en el país en 2014 que resultó en
43 muertos. Pence agradeció a López por "su coraje y defensa de la democracia en
Venezuela" y le prometió que "EEUU responderá con fuertes y rápidas
sanciones económicas por la imposición de la Asamblea Constituyente". El
mismo Herbert McMaqster se limitó a decir que "Maduro no es solo mal
líder: ahora es un dictador". En Europa, la vicepresidenta de la Unión
Europea, Federica Moghereni, calificó a la Asamblea Nacional Constituyente como
antidemocrática y exhortó a la UE a dar el mayor apoyo a la oposición
venezolana.
En
América Latina, México
fue el primero en sumarse a los dictados de Washington exigiendo sanciones
contra Venezuela y no reconociendo su Asamblea Nacional Constituyente. En seguida, la misma posición ha tomado Perú, Colombia, Chile, Argentina,
Brasil, Panamá, Guatemala, España, Costa Rica, Guayana, Honduras, Jamaica,
Canadá, Granada, Santa Lucía y la OEA. El presidente del Perú, Pedro Pablo
Kuczynski, quien es un fiel servidor de EEUU y es famoso por definir a
Latinoamérica como un perro simpático que está durmiendo en una alfombra y no
genera ningún problema, convocó
por el encargo de Washington una urgente reunión de cancilleres de 17 países [llegaron 12 –nota del CAD]. En medio de la
protesta nacional, por supuesto, todos los presentes cumplieron a la perfección
el rol de "perros simpáticos", condenando a Venezuela por no estar
'durmiendo' y generando 'problemas' a Norteamérica.
Más: Cancilleres latinoamericanos "condenan la ruptura democrática" y proponen sanciones contra Venezuela
En
realidad, estos cipayos de Washington no tienen su propia opinión ni están
orgullosos de sus países y sueñan con ser americanos dispuestos a entregar sus
naciones a cualquier presidente de Norteamérica. Ni siquiera entienden bien las
instrucciones de su amo que hace poco por medio del secretario adjunto de
Estado para América Latina, Michael Fitzpatrick declaró que "respetamos el
gobierno oficial de Venezuela y del presidente Maduro en este momento y no se
plantea reconocer a la Asamblea Nacional [de la oposición] como un gobierno
paralelo".
De
todos modos, lo reconozcan o no la Unión Europea, Estados Unidos y sus
incondicionales latinoamericanos y caribeños, el pueblo venezolano ha triunfado
y está decidido a afrontar nuevos desafíos otorgando el máximo poder a 545
representantes de base de los venezolanos reunidos en la Asamblea Nacional
Constituyente para poner fin a la violencia, al sabotaje y establecer un orden
democrático en país.
Entonces,
como declaró Nicolás Maduro tras proclamar la victoria:
"¡Qué carajo nos importa lo que dice Trump!"
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Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Agosto 9 de 2017
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