“las desapariciones forzadas de Santiago Maldonado y Nadia Rojas se suman a los de Julio López y Daniel Solano y demuestran que la represión actual se parece cada vez más a la de la dictadura; Trelew sigue siendo un grito contra la impunidad”
“A 20 días de la desaparición forzada de
Santiago Maldonado: Una historia de mentiras y encubrimiento”
Los
testigos, la familia y la información que existe en la causa apuntan a la
responsabilidad de la Gendarmería y desmienten la defensa de esa fuerza
realizada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en el Senado
Son los hippies
rubios de El Bolsón. Santiago, “Brujo” o “Lechu”, como lo llaman, se juntó el
domingo 30 de julio con su amigo Ariel y le anticipó que pensaba ir de visita a
la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia, de Cushamen. Su estado de salud no
mostraba indicio alguno de haber sido apuñalado. Cinco días más tarde, Ariel
preocupado por la ausencia de su amigo lo llamó al celular, alguien atendió sin
responder durante 22 segundos y la comunicación se interrumpió.
Así
lo declaró este joven ante el juez federal Guido Otranto en la causa por la
desaparición de Santiago Maldonado. Los mapuches a los que iba a ver lo
conocían y por eso reconocieron que era a él a quien agarraron los gendarmes la
mañana del 1 de agosto, durante el operativo represivo en esa comunidad. Lo
golpearon y lo metieron en una camioneta Unimog. Santiago había hablado con su
mamá, Stella Peloso, el jueves 27 y si hubiera estado lastimado ella lo habría
sabido.
Mientras
usinas oficiales alimentan el foco mediático con una versión que exculpa a la
Gendarmería, la principal hipótesis respecto a la responsabilidad de esa fuerza
sigue siendo, tal como sucede sistemáticamente en las investigaciones por
desapariciones de personas en democracia, la más descuidada por parte de la
justicia. De hecho, la fiscalía federal aún no se pronunció sobre el pedido de
la abogada de la familia para cambiar la carátula de NN, averiguación de
paradero, por la de desaparición forzada de persona. Los nombres de los 130
gendarmes que entraron a la comunidad disparando balas de goma ingresaron al
expediente que instruye la justicia federal recién hace dos días, pero el
abogado de esa fuerza de seguridad ya tiene copias para ir armando la defensa
porque, inexplicablemente, el juez Otranto los aceptó como parte en la causa.
“Santiago
es vegetariano, un pibe pacífico, en la feria de El Bolsón lo conocen todos,
tirar esto de un posible apuñalado es muy bajo pero ya podemos esperar que
digan cualquier cosa”, define su hermano Sergio, con un tono que ya denota más
cansancio que indignación.
A
tres semanas desde la última vez que fue visto Santiago Maldonado, una a una
fueron cayendo las mentiras oficiales: que los mapuches y la familia obstruyen
la pesquisa, que la Gendarmería repelió la agresión de piedras de ocho mapuches
cuando en realidad antes había hostigado y detenido a tres mujeres de la
comunidad, que hay un “bando” que insiste en la desaparición siendo que en el
expediente consta la denuncia por este delito desde la foja cero con
testimonios y la denuncia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
(Apdh) de Esquel.
No
funcionaron el video trucho de Entre Ríos y los barrios enteros donde todos
usaban barba y rastas. Ahora fueron por el desvío, que, paradójicamente, podría
llevar a la punta del ovillo de un armado previo: el incendio de un puesto en
Epuyén supuestamente por parte de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), en el
cual Maldonado podría haber sido herido con un puñal. ¿Basado en qué? Nadie se
atendió en los hospitales de la zona y una de las líneas celulares de Santiago
se habría activado ese día en Epuyen. ¿Santiago se desangró en el desierto?
En
este punto una parte de los investigadores se pregunta: ¿La familia, los amigos
y las constancias del expediente son acaso menos creíbles que las conjeturas
oficiales respecto a que Maldonado habría sido víctima de un puestero de la
zona que se defendió cuando un grupo pro-mapuche lo atacó? Esa “hipótesis”
lanzada por la secretaría de Seguridad ningunea el relato de la familia y los
amigos de Santiago, como si no hubiera una larga historia de víctimas
silenciadas.
Página12
tuvo acceso a partes de los expedientes judiciales y reconstruyó los hechos a
partir de fuentes judiciales, peritos, las querellas y la familia. Los
investigadores coincidieron en que la justicia hizo medidas básicas, pero
destacaron que “luego de siete días todo se hace tarde y mal”. Y agregaron que
“esta demora es lo habitual en los casos de violencia institucional por lo cual
es inevitable trazar similitudes con anteriores desapariciones en democracia.
Es un mismo patrón, demorar las medidas preliminares lo cual concede una
ventana de tiempo a la fuerza sospechada, y luego lanzar versiones
distractivas, como fue el hallazgo de un cadáver NN en Punta Lara a pocos días
de la desaparición del testigo Jorge Julio López”.
Miente,
miente, que algo quedará
Ariel
había presentado un hábeas corpus preventivo porque desde enero la policía de
El Bolsón lo sometía a un permanente hostigamiento. Había sido detenido junto a
uno de los hermanos de Facundo Jones Huala, el lonko de la comunidad Pu Lof
Resistencia Cushamen preso en Bariloche, luego de la feroz represión a los
mapuches que reclaman su derecho a una parte de las tierras de la estancia del
empresario Luciano Benetton.
El buzo. “Ni de casualidad estuvo Santiago en ese
hecho de Epuyén, Ariel es su amigo, habló con él ese fin de semana y estaba
perfecto de salud. Es él quien aporta el buzo de Santiago para que los perros
busquen rastros, no es de otra persona como dicen por ahí”, dijo Verónica Heredia,
abogada de la familia Maldonado, a Página12. “Dicen por ahí” que esa prenda la
habría proporcionado la comunidad mapuche para “sembrar evidencia falsa”. El
rastro de Maldonado lo siguen los canes en base al olor de una gorra y un
cuello polar encontrados donde fue golpeado, según los testigos que así lo
declararon ante el juez.
Celulares. “Tenía tres, y como uno es de Chile fue
suficiente para generar la suspicacia de sus nexos internacionales. Es todo un
delirio. Hay actividad de llamadas hasta el 21 en uno de los aparatos y hasta
el 27 en otro, pero además en el que está registrado en Chile se recibe la
llamada de su amigo Ariel el día 4 de agosto”, agregó la letrada en diálogo con
este diario desde Esquel. “Hay un teléfono que tenía un chip de Chile porque
había estado ahí, y después había otro con otro número que no se si sería de él
o no, pero lo usaba para sus tareas de tatuajes y figura en los folletos que
repartía”, describió Sergio Maldonado, hermano de Santiago.
¿Plomo? En la causa están siendo sometidas a
pericias las municiones de goma que aparecieron en la escena. Pero según dos
fuentes, los gendarmes también tiraron con balas de plomo, lo cual consta en
una causa diferente contra Gendarmería por “hostigamiento”, iniciada por las
dos mujeres de la comunidad que fueron detenidas en el operativo represivo.
Gendarmes. Según el expediente hubo dos gendarmes
mujeres heridas. Aún resulta incomprobable para las fuentes saber a qué se
deben las amenazas que estaría recibiendo el jefe del escuadrón de Esquel
Fabián Méndez.
Es
falso que la Gendarmería actuó “de oficio” por la flagrancia del delito de
arrojar piedras con “hondas boleadoras”.
La
cronología de los hechos realizada por la Gendarmería y que consta en el
expediente da cuenta de que la comunicación con el juez Otranto no se produce
luego de la pedrada con que los mapuches intentaron resistir el desalojo de la
ruta, como sostuvo la ministra Bullrich, sino varias horas antes de la misma. Y
omite detalle alguno sobre Santiago Maldonado. Su nombre recién aparece a fojas
1, en la denuncia de Julio Saquero, de la Apdh de Esquel, y en la declaración
de una testigo de la comunidad ante el defensor oficial Fernando Machado.
A
diferencia del escueto relato de los uniformados, la mujer describió que ingresaron
al territorio en medio de disparos, empujando a sus hijos y quemando las carpas
y pertenencias de los mapuches. “Búsquenlos”, era el grito que repetían. “Uno
de los integrantes del Lof vio cuando se llevaban detenido al compa Santiago
Peloso (apellido materno del desaparecido)”, dijo la testigo. Su mayor
preocupación era evitar los efectos traumáticos de lo que habían vivido esa
mañana en sus hijos, porque afirmó que “episodios de violencia son frecuentes”.
Y aportó tres vainas servidas antimotín de 70 milímetros, y una sin percutar.
Por su parte, Saquero ante el defensor Machado declaró que el ciudadano
Santiago Peloso estaba presente durante el procedimiento de la Gendarmería para
desalojar la ruta 40, “de quien no se tienen más datos ni contacto alguno”, y
que luego de verificar que no estuviera detenido en ninguna comisaría dejaba
constancia de que se encontraba desaparecido. Una semana más tarde, a fojas 44
la fiscal federal subrogante Avalos pide a Gendarmería el detalle del personal
y vehículos que intervinieron en la represión, así como solicita al juez el
audio de una entrevista al subsecretario de Seguridad Pablo Nocetti.
Según
figura en el listado de medidas adoptadas en la causa hasta el 14 de agosto, el
juez solicitó a la División Rastros de la Policía Federal que determine si las
huellas encontradas en el allanamiento de la vivienda donde paraba Santiago en
El Bolsón pertenecen a él. A dos semanas del hecho, Otranto volvió a pedir el
listado de quienes participaron del procedimiento represivo y la lista de
vehículos utilizados “en el término improrrogable de 24 horas”. Gendarmería se
tomó 72 horas para entregar, finalmente, los 130 nombres. El juez toma nota de
las pruebas que le aporta el defensor oficial sobre el lavado de las camionetas
y la rotura de una de las fajas de seguridad, pero lo único que hace al
respecto es “requerir los datos de la persona que hizo entrega de los mismos”.
Encubrir
desde el minuto cero: episodio Epuyén
“Gendarmería
le responde a la fiscal que participaron del operativo sólo ocho gendarmes, de
los cuales cuatro son mujeres, y a partir de ese momento comprendí que esa
fuerza es la responsable acá, ocultaron desde el minuto cero”, se indigna la
abogada de la familia Maldonado. PáginaI12 le había preguntado cuál de todas
las pruebas recogidas hasta ahora es la más contundente sobre el destino que
pudo haber tenido el joven artista. Sin abrir especulaciones sobre los
resultados de los peritajes de las muestras de sangre y cabellos halladas en
los sucesivos allanamientos en el lugar y en el escuadrón 35 de Esquel, la
letrada sí ponderó los testimonios. “Son contundentes y precisos, un testigo ve
que Santiago no cruza el río, que lo agarran los gendarmes y lo golpean y una
testigo observa cómo lo suben primero al Unimog, y luego lo pasan a una
camioneta”, resume.
Pocos
días después estalla la versión del puestero –o más bien capataz del puesto de
Benetton en Epuyén– apuñalando a uno de sus atacantes, quien según el gobierno
podría ser el joven desaparecido. El círculo podría cerrarse con otra medida ad
hoc: la solicitud del contenido de la historia clínica de Maldonado que fue
requerida al hospital local. Si bien el incendio del puesto de Epuyén existió,
como así su derivada causa penal, y tuvo mucho impacto en los pobladores de la
zona, algunas voces dudan que haya sido obra de la RAM. En una entrevista de La
Izquierda Diario, la madre de Facundo Jones Huala, el lonko de la comunidad
mapuche de Cushamen detenido y en huelga de hambre, dijo que “muchos pueden
tener miedo a quedar pegados porque se comieron el cuento de la RAM. Hoy leía
una noticia sobre gente de Cholila que quedó sin trabajo y salió a hacer un
corte de ruta y ya salieron a decir que era la RAM la que cortaba. Van quedando
claras algunas cosas. ¿Quién es la RAM, los mapuches o los milicos?”.
Actualmente
la causa está desdoblada, el juez Otranto se quedó con el trámite de los tres
hábeas corpus iniciales, y en sus manos no hay nada sobre el episodio de
Epuyén. La investigación por el delito de desaparición forzada está delegada en
la fiscalía de Alejandra Avalos, quien decretó el secreto de sumario. Entonces,
las “versiones” sólo pueden surgir de fuentes oficiales o de la propia fiscalía
que rompe su medida.
Germán
Maldonado dijo frente al Congreso que Santiago, egresado de Bellas Artes, era
artista y músico, que escribía y amaba viajar. Pero Maldonado es llamado
“tatuador”, “artesano” o directamente “activista de la RAM” de rastas largas,
que vivía en comunidad y leía bibliografía “revolucionaria” a favor de la causa
mapuche, por quienes no escuchan a la familia sino al gobierno. “Bullrich no
nos pidió disculpas por no haberlo ubicado con vida”, dijo Sergio Maldonado a
PáginaI12 desde Bariloche. “Lo único que falta es que saquen un cuchillo
ensangrentado, que lo hayan tenido guardado desde el día 21, sería totalmente
ridículo pero ya no sé lo que pueden inventar. Se lo vió después de esa fecha,
no tuvo nada que ver ni participó en lo que pasó en ese lugar, sigue desviando
la atención”, agregó. Para este comerciante de 48 años cuya vida se dió vuelta
hace tres semanas, “es tan simple, alcanza con que vayan a preguntar a la
biblioteca de El Bolsón, adonde iba siempre a tomar mate y a charlar por largos
ratos”.
Santiago
está desaparecido, la multitud que exigió en Plaza de Mayo su aparición con
vida pretende que no integre esa lista que con el paso del tiempo obliga a
dejar de mencionarlos en presente para mencionarlos en pasado.
Relacionadas:
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“Argentina: Los héroes de Trelew estaban
llenos de ideas y práctica revolucionaria”
La fuga del penal de
Rawson y la Masacre de Trelew no sólo recuerdan un crimen de lesa humanidad
cometido contra un grupo de valientes revolucionarios y revolucionarias sino
que constituye una clave fundamental de análisis del Terrorismo estatal
contemporáneo argentino. Al igual que los bombardeos a la población civil en
junio de 1955, Trelew es otro punto de inflexión puesto sobre la superficie por
quienes ocupaban la cúpula del Estado para sentar precedente de qué y cuánto
estaban dispuestos a hacer quienes defendían (y aún hoy lo hacen) la estructura
del capitalismo en su versión argentina.
¿Pero
qué enseñanzas y legado deja a los jóvenes de hoy lo ocurrido el 22 de agosto
de 1972 en ese confín de la Patagonia argentina?
Antes
que nada demoler la idea impuesta por quienes se erigieron en enemigos de la
libertad y la justicia, sobre que cualquier intento de enfrentamiento con el
poder estaría condenado al fracaso. En ese período de la historia argentina,
miles de jóvenes, como los que cayeron acribillados a balazos en la Base de la
Marina Almirante Zar, estaban decididos a luchar por cambiar el orden injusto
que soportaban millones de argentinos. En esa toma de decisión, no sólo
desarrollaron al máximo su capacidad de entrega sino que también sabían que el
compromiso era hasta las últimas consecuencias. Lo que el enemigo quiso mostrar
como una sangrienta derrota, germinaba meses después en nuevos avances en la
conciencia de las masas, y el triunfo electoral de 1973 y la multitudinaria
movilización a las cárceles permitió de inmediato la libertad de todos los
presos y presas políticas.
Desde
ese punto de vista, Trelew hoy, deja claro que frente a las nuevas triquiñuelas
y acciones ofensivas del Imperio, la única salida posible es la confrontación.
Mostrarle los dientes y hacerle saber a quienes siguen generando nuevas formas
de conquista, que no nos entregaremos a sus designios mansamente. Y que los
aparentes retrocesos de la actualidad abonarán nuevas resistencias a futuro.
Esto vale recordarlo, justamente ahora en que cuanto más violenta es la
ofensiva para afianzar el capitalismo, más se insiste desde ciertos sectores de
la izquierda, en soluciones integracionistas, falsos atajos, respuestas
edulcoradas o tácticas posibilistas con quienes nos han puesto la soga al
cuello y no dudan en apretar el nudo.
Por
otra parte, aquellos jóvenes de Trelew también marcaron un camino en lo que
hace a dejar de lado todo tipo de planteo individualista y apostaron al
accionar colectivo. Desarrollaron una auténtica hermandad revolucionaria, donde
el otro compañero o compañera era lo más importante a cuidar y proteger en la
lucha cotidiana, junto con los sectores más golpeados de la sociedad. En los
barrios, en los establecimientos de trabajo, en los ámbitos estudiantiles, se
fueron gestando así bolsones de la nueva sociedad por la que se batallaba.
Signos de amor compartido, de esperanzas de cambio y sobre todo, de un abierto
altruismo en la reivindicación de los ideales. Con esa impronta y el deseo de
volver a reintegrarse a la lucha activa en la calle, los militantes de todas
las organizaciones revolucionarias que decidieron la fuga masiva de Rawson, y
también los que optaron generosamente en no participar de la misma, como el
inolvidable dirigente sindical Agustín Tosco, pusieron en marcha una gesta que
desnudó como nunca a la dictadura del general Alejandro Agustín Lanusse.
Cuarenta
y cinco años después, es evidente que el concepto de militancia ha cambiado
mucho, y aspectos de un marcado individualismo que soportan los distintos
estamentos de la sociedad argentina actual, también se han introducido, como si
se tratara de un virus, en el accionar de la izquierda. El recurso de arriesgar
lo menos posible para auto preservarse (en el trabajo, en las Facultades y
hasta en la militancia) son habituales y se asumen como si fuera algo que
existió siempre. De la misma manera, también pueden observarse propuestas
edulcoradas que actúan como apagafuegos de cualquier planteo de resistencia y
que harían empalidecer a aquellos recordados jóvenes revolucionarios de Trelew.
Por
último, los hechos de la fuga de Rawson remarcaron el concepto de unidad en
acción de las organizaciones revolucionarias, algo que hoy se extraña como un
bien preciado difícil de repetir a pesar de los años transcurridos. Esa
decisión de fugarse juntos a pesar de las diferencias entre una organización y
otra, no fue un hecho casual, sino parte una concepción de trabajo y militancia
que se venía desarrollando desde mucho tiempo antes. Se tenía claro quién era
el enemigo y frente a él valían todos las posibilidades de ataque. De allí que
tanto en la improvisada conferencia de prensa realizada en el aeropuerto de
Trelew por aquellos que luego serían asesinados a mansalva, como en las
declaraciones conjuntas hechas en La Habana por los cuadros de dirección de las
organizaciones armadas que alcanzaron a fugarse exitosamente, se recalcara el
tema de la unidad y la necesidad de mantener esa iniciativa.
Actualmente,
la unidad está en boca de todos los militantes del campo popular pero termina
en la mayoría de los casos siendo sólo una expresión de deseos. Es evidente que
no se toma muy en serio la necesidad de forjarla, a pesar de que revoluciones
triunfantes como la de Cuba o la más reciente de Venezuela bolivariana han
hecho esfuerzos para acercar posiciones entre los diferentes grupos que
representan a la izquierda en todo su espectro. Aún estamos a tiempo de honrar
a los héroes de Trelew forjando una fuerza antiimperialista, anticapitalista y
antipatriarcal que sume todas las banderas.
El
ejemplo de Trelew debería servir como acicate para que en este presente tan
especial se fueran dando pasos firmes que permitan unificar a los que siguen
creyendo que Revolución y Socialismo son dos conceptos indivisibles. Sería
también una respuesta a quienes en todos estos años han secuestrado consignas,
se han vestido con la ropa de los caídos en combate para volverlos a matar con
propuestas claudicantes o maniobras de abierta corruptela, o han
institucionalizado el discurso de inclinarse por el mal menor, evitando
construir alternativas que desnuden la mascarada de un falso progresismo. Los
revolucionarios que entregaron su vida en Trelew no lo hicieron para apuntalar
al capitalismo, peleaban por un mundo diferente, más humano e inclusivo. La
patria socialista.
En
este momento argentino y latinoamericano en que otra vez los halcones de la
derecha vuelan de forma rasante, Trelew no es consigna del pasado. En este
marco en que las desapariciones forzadas de Santiago Maldonado y Nadia Rojas se
suman a los de Julio López y Daniel Solano y demuestran que la represión actual
se parece cada vez más a la de la dictadura, Trelew sigue siendo un grito
contra la impunidad.
Como
escribiera Francisco Paco Urondo, la sangre derramada en Trelew no podrá ser
negociada ni tampoco olvidados ni perdonados los gestores de que ese aciago día
22 de agosto la Patria haya sido fusilada.
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Los
héroes de Trelew:
* Alejandro Ulla (PRT-ERP)
* Alfredo Kohan (FAR)
* Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP)
* Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP)
* Carlos Astudillo (FAR)
* Clarisa Lea Place (PRT-ERP)
* Eduardo Capello (PRT-ERP)
* Humberto Suárez (PRT-ERP)
* Humberto Toschi (PRT-ERP)
* José Ricardo Mena (PRT-ERP)
* María Angélica Sabelli (FAR)
* Mariano Pujadas (Montoneros)
* Mario Emilio Delfino (PRT-ERP)
* Miguel Ángel Polti (PRT-ERP)
* Susana Lesgart (Montoneros)
Los
heridos, que lograron sobrevivir a la masacre y que dieron testimonio de los
hechos, fueron luego asesinados durante la dictadura militar:
* Alberto Miguel Camps (FAR – Muerto en 1977)
* María Antonia Berger (FAR – Desaparecida en
1979)
* Ricardo René Haidar (Montoneros – Desaparecido
en 1982)
________________________
Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Agosto 25 de 2017
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