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jueves, 31 de agosto de 2017

11 SEPTIEMBRE: ¿POR QUE MARCHAR AL REVES, DESDE LA MEMORIA AL PODER Y NO SEGUIR LA ROMERIA DERROTISTA?

2016: la marcha de la izquierda va a 
La Moneda. La otra, la oficial, al cementerio

A 44 AÑOS DEL 11 DE SEPTIEMBRE

TERCERA MARCHA AL REVÉS:
¡DESDE LA MEMORIA AL PODER!

Domingo 10 de septiembre 2017

PORQUE LOS SUEÑOS Y LA LUCHA DE L@S COMPAÑER@S ASESINAD@S SIGUE EN PIE...
10:00, Patio 29 (frente a Miguel Enríquez), para marchar luego hacia La Moneda; hacia las “Anchas Alamedas”

Casi sin darnos cuenta, todo ha cambiado y todo sigue igual. El diseño de la sociedad chilena, gestada durante la crisis de los 60 y que se resuelve por la clases dominante con el golpe cívico militar de septiembre de 1973, golpe que instala a sangre y fuego un nuevo modelo de dominación capitalista.

Una vez agotada el periodo dictatorial omnímodo, que gobernó sin Dios ni ley, acosado por la lucha de un pueblo, hastiado de la represión, el abuso y la explotación y una oposición política de izquierda que no logro cristalizar una dirección política, que señalara el rumbo para una salida revolucionaria al agotamiento de la dictadura. 

Es que finalmente las clases dominantes, el imperialismo y los grupos políticos de la oposición, se alinearon para una salida pactada de la dictadura, pacto que culmino con un modelo de democracia restringido y tutelado, lo que en la práctica significo solo la salida, de la escena política de los militares. Este pacto puso en bambalina a los militares y mantuvo su obra y completo el diseño elaborado para el salvataje y funcionamiento de la economía chilena al servicio de las transnacionales y el imperialismo, dejando al margen a los trabajadores, sus derechos y sus intereses de clase.

Cuando los continuadores de la obra de la dictadura agotan su espacio de maniobra y dominación de la sociedad, producto de los abusos y confiscación de la renta de los trabajadores y del estado, y ven con horror como se ponen en marcha las masas de trabajadores y sus hijos, cuando la ley, la ética y la moral es atropellada, gracias a la impunidad, por los empresarios en contubernio los grupos políticos y los funcionarios del Estado.

Cuando la reanimación del movimiento popular amenaza con permitir el surgimiento de una salida revolucionaria a la crisis, levantan toda una arquitectura destina a adecuar los mecanismos de dominación para bloquear ese tipo de salida a la crisis.

Para ello impulsan la creación de una alianza político electoral que garantice: la paz social, la gobernabilidad, la mantención del modelo de explotación y los niveles de ganancias del capital amenazadas por la crisis generalizada a nivel mundial. 
Esta alianza llega al gobierno electa por una mayoría de electores, en una elección en que participo menos del 50% del padrón electoral del país.

La nueva mayoría se constituye como un gobierno de rasgos frente populista, con políticas y acuerdos de conciliación de clase pero a la cabeza de un programa burgués, pro capitalista y alineado con el imperialismo yanqui y europeo que dirigen y hegemonizan los organismo supra nacionales como el FMI, BM, OCD etc.

Es el típico gobierno cuya misión política, en la lucha de clases es la contención de los avances del proletariado y prevenir el surgimiento de una salida revolucionaria anticapitalista a la crisis que hoy se desarrolla y profundiza en Chile.

El gobierno de la nueva mayoría gobierna, como todos los gobiernos de la burguesía, a favor de los capitalistas y mantiene a raya a los que luchan por demandas que amenazan la rentabilidad del capital y los procesos de acumulación y concentración de la riqueza.

En este diseño están comprometidos desde los directivos de las organizaciones patronales de la industria y la banca, hasta las burocracias sindicales cooptadas por los partidos de gobierno.

Desde el gobierno al parlamento, desde los ministros hasta los míseros funcionarios municipales, desde la UDI al PC. Hoy, como nunca antes, cualquiera puede ver que los partidos políticos, que participan de la “institucionalidad chilena”, las estructuras jurídicas y orgánicas del Estado y las clases dueñas de la riqueza, son una sola fuerza que opera para explotar, acumular riqueza y repartírsela entre ellos. No hay diferencias entre el empresario el ministro de estado, el legislador, el juez y el carcelero, todos ellos reman en el mismo barco con el mismo objetivo: favorecer a los capitales chilenos y extranjeros.

Frente a esta crisis, que se profundiza en lo económico y sobre todo en lo político, los trabajadores y los partidos de la izquierda revolucionaria deben marcar la diferencia entre los defensores del capitalismo y los que están en su contra.

Los revolucionarios deben separase del gobierno y sobre todo de quienes lo apoyan y defienden levantándose como un referente nítido e inclaudicable contra el modelo y sus consecuencias, señalar que no tenemos la más mínima intención de conciliar y negociar con los enemigos que abusan y explotan a los trabajadores y al pueblo.

No debemos hacer ni el más mínimo gesto que nos ponga directa e indirectamente junto a ellos, los defensores del capitalismo y los sometidos al imperialismo, las clases dominante, sus represéntate políticos y los defensores de su podrida institucionalidad.

Debemos arrebatarles los símbolos, su mañoso manejo de la historia y de nuestra memoria, hacer visible su abandono de las luchas por y con los trabajadores, así como el abandono del proletariado urbano y rural.

Debemos proponer una visión del futuro sin imperialismo, sin capitalismo sin clases sociales donde unos pocos explotan, oprimen y abusan a los pobres, a los débiles, a los que producen la riqueza a lo largo y ancho de nuestro territorio apropiándose de las riquezas solo para satisfacer su codicia y llenar sus libros de contabilidad con las cifras azules de sus ganancias. 

Debemos recuperar el significado del derrocamiento del Gobierno de Salvador Allende, no como una fecha donde no solo se violaron los derechos humanos sino que además como la fecha en que el rumbo histórico del pueblo y los trabajadores chileno fue cortado a sangre y fuego, interrumpiendo el camino hacia la libertad, la independencia y el desarrollo de una sociedad justa y sin privilegios económicos, sociales y políticos para una clase e perjuicio de las otras.

Un país donde el hombre sea el centro del quehacer en sociedad y que los frutos de esa actividad, beneficien a todos, empezando por los más débiles y necesitados.

Si hay unos pocos que marchen separando aguas, del Gobierno y el Estado y de quienes lo sostienen; los revolucionarios debemos marchar con ellos porque representan la apertura de un camino propio, desde donde la independencia política y de clase de los revolucionarios y el pueblo, se hace presente con el verdadero valor de la memoria, se hace presente como un gesto de que el camino histórico del pueblo y los trabajadores chilenos cortado el 11 de septiembre hace 44 años comienza a ser transitado de nuevo, reconociendo las lecciones del pasado y sobre todo quienes de verdad, están con construcción de una sociedad libre de explotación y sin clases sociales.

Debemos estar ahí marchando, porque se ha roto con las políticas de la nueva mayoría, y el acto representa un despertar de la conciencia política, que se independiza y que busca nuevos caminos y nosotros si lo hacemos bien, podemos señalarles el camino de la salida revolucionaria a la dominación y la crisis que hoy recorre el país.

Este debe ser el significado político de marchar, el 10 de septiembre próximo, del cementerio hacia la moneda.

Desde Pudahuel, J. Nahuas

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