Posiblemente uno de los personajes más siniestros del gabinete Obama es la embajadora en las NNUU, Samantha Power. Neoconservadora en un gabinete supuestamente demócrata. Compró el cargo con su contribución económica a la campaña de Obama
Por
Eduardo Luque
En El Viejo Topo –public. 27/9/16
Se la considera
adalid del intervencionismo militar de su país, supuestamente en defensa de los
DDHH, aunque haya que liberar a los pueblos a golpes de napalm y bombas de
racimo. Su visión es simplista; la describe en su libro Problema infernal: Estados unidos en la era del genocidio. El
núcleo de su pensamiento se construye bajo el principio de que los países
poderosos tienen el deber de intervenir militarmente cuando sea preciso para
detener a “dictadores” que cometen crímenes contra la humanidad. En este
sentido coincide plenamente con el principio estadounidense en política
exterior denominado: “Responsabilidad de Proteger”. Evidentemente EE.UU. se
reserva el derecho de decidir quién es o no dictador y quién es susceptible o
no de ser “intervenido”.
Samantha
Power se ha convertido en pieza clave en la administración Obama. Representa la
esencia misma de ese gobierno que intuye el fin del unilateralismo político y
su propia decadencia. Obama y sus adláteres han hecho de la mentira, la
falsificación y el intervencionismo político y militar, la piedra angular de la
política exterior. Los DDHH sólo son un adorno invocado cuando conviene. Se
anuncian para justificar la destrucción de Libia y destruir el país, se obvian
cuando Arabia Saudita cerca por hambre a 21 millones de personas en el Yemen.
Se invocan principios democráticos en Ucrania, mientras se apoya a las
dictaduras de Bahréin o Qatar (aliados de EE.UU. en la zona y grandes compradores
de armas) cuando masacran a la oposición democrática.
En el verano de 2014, la
diplomática estadounidense no tuvo ningún problema en defender enérgicamente el
ataque militar de Israel contra Gaza que mató a más de 2.100 personas e hirió a
más de 11.000 en 51 días. Los neoconservadores que infestan Washington, aunque
bajo el paraguas del gobierno “demócrata”, no “lamentan la pérdida de vidas”;
los civiles son considerados objetivos legítimos.
Samantha Power |
No
solo son los neoconservadores norteamericanos; en el resto de países
occidentales nadie parece ser capaz de darse cuenta de la gravedad del momento.
En Gran Bretaña, una comisión de la Cámara de los Comunes hizo público un
documento, guardado en un cajón durante cinco años, que criticaba a David
Cameron por la intervención militar de 2011. No se cuestionaba al ex-premier
inglés por la agresión que destruyó un país soberano, sino por haber emprendido
esa guerra sin la «información adecuada» y sin plan de «reconstrucción».
Hollande se apresura a vender nuevas y más sofisticadas armas antiaéreas,
capaces de hacer frente a los cazas rusos, a los grupos terroristas. El
gobierno del PP apoyaba en Madrid y Córdoba las reuniones de los grupos
opositores al gobierno sirio hace dos años. Ahora el gobierno español, a pesar
de estar en funciones, envía más tropas españolas a Iraq (¿qué estamos haciendo
allá?), cede la soberanía nacional a las fuerzas navales de EEUU e incrementa
el presupuesto de defensa. Hasta el 31 de julio se ha consumido más del 80% del
presupuesto militar, se ha introducido una modificación en el presupuesto de
1.162 millones, sin contabilizar otros 852 millones que se aprobarán como
presupuesto extraordinario de verano. El comisionista y ministro de Defensa
Pedro Morenés puede estar de enhorabuena, las empresas de armamento a las que
representa tendrán a fin de ejercicio unos magníficos balances.
En
el contexto de ese intervencionismo militante que defiende Obama se produce lo
que Samantha Power definió como mero “incidente”. El sábado 18 de septiembre, cuatro aviones norteamericanos realizan cuatro pasadas de bombardeo sobre una
colina estratégica en la ciudad de Deir al-Zur (más de 60 muertos, entre ellos
oficiales rusos). La ciudad era objetivo terrorista desde hacía más de tres
años, cuando se produjo el cerco a esta población conocida en Siria como la
“Stalingrado del Éufrates”. Los grupos terroristas, en retroceso en todos los
frentes, necesitaban una bocanada de aire, un respiro, una acción de apoyo
inequívoca de su máximo valedor. El ataque estuvo coordinado con el asalto de
los grupos terroristas que ocuparon la colina bombardeada, aunque tuvieron que
abandonarla posteriormente. Estamos pues ante un acto de agresión contra un
país independiente y un gobierno legítimo reconocido en la ONU. Cogida en
falso, Samantha Power declaró: “Estamos investigando el incidente” (las docenas
de muertos son meros incidentes). Es bien sabido que cuando Estados Unidos
investiga sus propios crímenes se limita a echar una paletada de cal.
El
ataque tuvo una repercusión inmediata. Primero, porque se había realizado en
medio de una tregua firmada por Kerry y Lavroz. Segundo, porque demostraba la
coordinación entre las fuerzas aéreas de los EEUU y los propios grupos
terroristas que actuaban desde el suelo. La fuerza aérea del ISIS era en
realidad la aviación norteamericana. Rusia convocó al Consejo de seguridad de
la ONU provocando una guerra de palabras entre diplomáticos rusos y
norteamericanos. La terrorista humanitaria Samantha Power llegó a afirmar que
Rusia se estaba abochornando a sí misma por cuestionar la prerrogativa de EEUU
para bombardear en cualquier momento y en cualquier parte del mundo.
El
enfrentamiento dialéctico ha alcanzado cotas de extrema gravedad. El embajador
de Rusia ante la ONU, Vitaly Churkin, salió de la reunión declarando: “Nunca
había visto tanta torpeza estadounidense”. La portavoz rusa, Maria
Zakharova, llegó a afirmar públicamente que los Estados Unidos podrían ser
cómplices de este ataque. “Estamos llegando a una conclusión muy aterradora
para el mundo entero: que la Casa Blanca está defendiendo el Estado islámico”.
Llegó a afirmar: “Estimada Samantha Power, con el fin de conocer el
significado de la palabra ‘vergüenza’, me animo a viajar a Siria y hablar con
la gente de allí por sí mismo. Y no me refiero a los militantes del Frente
Al-Nusra, ni la oposición moderada, cuya situación humanitaria parece preocupar
tanto a Washington… Me refiero a las personas reales que siguen viviendo allí a
pesar del experimento sangriento que se ha librado en su tierra natal hace más
de seis años, con la participación activa de Washington”.
La
respuesta rusa al margen de la diplomacia vino por la vía de los hechos. El día
21, navíos rusos apostados en la costa mediterránea lanzaron tres misiles de
crucero contra un centro de guía y control del ISIS muy protegido en el norte
de Alepo. Se ha confirmado, extraoficialmente, la muerte de más de 30 altos
oficiales de diversas nacionalidades entre ellos norteamericanos, israelíes,
ingleses y saudíes. No se ha obtenido la confirmación oficial porque eso
implicaría el reconocimiento del apoyo occidental a los grupos terroristas y la
necesidad de una respuesta norteamericana contra Rusia. En paralelo, la fuerza
naval rusa con su único portaaviones al frente se dirige al teatro de
operaciones en el Mediterráneo para proporcionar fuego de cobertura y mayor
capacidad de ataque a las tropas sirias. Por otra parte, los acuerdos firmados
con China (a comienzos de septiembre) tras la entrevista del almirante Guan
Yufei, jefe del nuevo Departamento de Cooperación Militar Internacional de las
fuerzas armadas chinas con las autoridades sirias, traen como consecuencia una
mayor intervención militar del país asiático en la escena internacional. Los
acuerdos de ayuda financiera y militar implican la creación de una base naval
para la flota china en el Mediterráneo Oriental. El escenario internacional es,
en este momento, extraordinariamente dinámico y complejo. No hace mucho el
antiguo ministro del gobierno libanés Wahim Wahab informaba que fue Rusia quién
alertó a Erdogan de la proximidad del Golpe de estado y que incluso el primer
ministro turco se refugió en la base aérea de Hmeymin ¡¡¡en territorio sirio!!!
Las posiciones de EEUU en Oriente Medio están en cuestión. Pierde aliados y
capacidad de incidencia, su posición errática, sin perspectiva ni proyecto de
futuro para la región más allá de la “destrucción creativa”, muestra su enorme
debilidad y al mismo tiempo incrementa la posibilidad de una confrontación
directa con sus adversarios, en especial Rusia y China.
La
posición rusa demuestra que Washington se ve obligada a apoyar más y más a los
grupos terroristas en la medida en que ve cómo pierde la guerra. Las dos
potencias, y en especial EEUU, continúan pulgada a pulgada ganando terreno a la
confrontación directa. Es hora de que el imperialismo americano llegue a su
fin, que abandone su cruzada en post del dominio mundial por el bien de los
propios Estados Unidos y por toda la humanidad.
Colectivo Acción Directa Chile
-Equipo Internacional
Septiembre 29 de 2016
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