(1965 - 1970)
Por Luis
Vitale
Investigador-testigo de época
En el 25° aniversario de la despedida de
Miguel Enríquez y Bautista van Schouwen; en el 21°
aniversario del adiós de Humberto Valenzuela;
en el 28°
aniversario de la despedida de Luciano Cruz; en el centenario del nacimiento de
Clotario Blest; y en el 5° aniversario del fallecimiento de Enrique Sepúlveda,
todos fundadores del MIR
Ed. Instituto de Investigación de Movimientos Sociales "Pedro Vuskovic"
Santiago, 1999
PROLOGO
(fragmentos)
Este
escrito tiene como base un borrador que comencé a elaborar cuando el padre de
Miguel, don Edgardo, me solicitó en 1978 en Caracas -durante un descanso del
Encuentro de Solidaridad Internacional- que redactara un ensayo de "Miguel
como político". (…)
Le
dije entonces: -creo que sólo podría aproximarme a una parte de su vida
política "por dentro", desde el momento que lo conocí (1964) hasta mi
militancia en el MIR (27 de julio de 1969). (…).-
Años
después, a mediados de 1985, encontré a don Edgardo en México, participando en
el Seminario convocado por la UNAM para discutir los 9 tomos de mi Historia
General de América Latina. Le conté de los avances en el trabajo que me pidió,
pero luego de agradecerme me dijo que el proyecto de hacer la vida de Miguel
por varias personas, no había avanzado. (…)
De
todos modos, seguí tomando notas e informaciones que recogía de mis conversaciones
con militantes miristas del período 1965-1970. A medida que avanzaba en la
investigación del tema, me fui dando cuenta que la vida política de Miguel sólo
podría ser comprendida cabalmente analizando el proceso de génesis y desarrollo
del MIR hasta el día de su muerte en combate. Y me decidí a redactar unas notas
para una Historia del MIR.
Avancé
haciendo entrevistas a compañeros del MIR que militaron activamente durante la
Unidad Popular, que sufrieron el golpe militar y tuvieron que partir a otras
tierras. Durante mi largo exilio en Europa y en varios países de "Nuestra
América", como dijera Martí, grabé varios cassetes y videos sobre la historia
del MIR. En Caracas publiqué un libro titulado: La Vida Cotidiana en los Campos
de Concentración de Chile, Ed. Universidad Central de Venezuela-CES, 1979, con
la siguiente dedicatoria: "A la memoria de Miguel Enríquez, muerto en combate,
en un octubre rojinegro, al igual que el Che Guevara, en pos del socialismo y
del ideal bolivariano de unidad de los pueblos latinoamericanos".
En
la página 3, escribí: "Dedico este libro a la memoria de Miguel Enríquez,
cuya muerte nos afectó profundamente cuando escuchamos la noticia por radio en
Chacabuco. Ese día hicimos varios mítines clandestinos en el Campo de Concentración
recordando la trayectoria revolucionaria de Miguel. En aquella ocasión
manifesté que, a pesar de algunas diferencias políticas que tuve con Miguel o
Viriato, como le decíamos en el Comité Central del MIR, siempre tuve una gran
admiración por su tenacidad, inteligencia y rapidez mental. Recordé un diálogo
que tuve con Miguel en un intervalo del II Congreso Nacional del MIR, realizado
en 1966 en un viejo galpón de Conchalí; le dije entonces: mira Miguel, en más
de 20 años de estadía que llevo en Chile he visto surgir, además de mi
"viejo" Valenzuela, dos grandes cabezas políticas, tú y... Le manifesté
enseguida: con tu capacidad puedes llegar a ser Presidente de la República o presidente
de los soviets chilenos; escoge desde ya el camino...No pudo llegar a ser lo
uno ni lo otro. Murió combatiendo sin duda embarcado en la segunda opción"
(1).-
Y
a mí retorno a Chile, en 1989, redacté artículos o notas para una biografía de
Luciano Cruz y Bautista van Schouwen: "En camino del Hombre nuevo. Testimonio
sobre pasajes de la vida del Bauchi", editado en el periódico "El Rebelde",
septiembre 1991. En el mismo periódico, en agosto 1991, publiqué "El Congreso
de Fundación del MIR y la crisis del llamado "Socialismo". (..)
Con
ocasión del 30º aniversario de la fundación del MIR, celebrado en agosto de
1995 en un local del FPMR, presenté una ponencia sobre la "Vigencia y limitaciones
del MIR", que abrió un interesante debate, poniendo de relevancia el papel
de los fundadores del MIR, como Clotario Blest, Humberto Valenzuela, Enrique
Sepúlveda y Miguel Enríquez, junto a otros luchadores de larga trayectoria en
el sindicalismo y en otros movimientos sociales; tema que había analizado en el
libro De Martí a Chiapas. Balance de un Siglo, Ed. Síntesis-Cela, Santiago,
1995.-
Capítulo I
El
proceso de unidad revolucionaria (1961-1965)
Este
proceso se dio en un contexto internacional-latinoamericano y nacional, que
estimuló la formación de organizaciones revolucionarias, alternativas a la
política de la izquierda tradicional. El hecho más trascendental fue el impacto
de la Revolución Cubana, la primera revolución socialista triunfante no sólo de
América Latina sino también del Hemisferio Occidental. En esa misma década se
consolidó el proceso de transición al socialismo
en China, influenciando sobre todo a la juventud latinoamericana con el llamado
de Mao-tsé-Tung a que "florezcan cien flores" en la estrategia por la
toma del poder, como asimismo las repercusiones de la "revolución
cultural". También ejerció influencia en nuestra América el avance de la
revolución anticolonial en Africa, especialmente en Argelia, y en Asia, sobre
por los primeros éxitos de la lucha guerrillera en Vietnam y otras partes de la
península Indochina.
Las
movilizaciones de los trabajadores latinoamericanos y las acciones de los
primeros movimientos guerrilleros, bajo el influjo de la Revolución Cubana, impactaron
fuertemente a los grupos revolucionarios de Chile tanto por su coraje y
decisión como por sus frustradas experiencias foquistas de lucha armada, con excepción
del movimiento de Yon Sosa en Guatemala y de Hugo Blanco en Perú que trataron
de superar la concepción del "foco", combinando las acciones armadas con
un trabajo social en profundidad en el campesinado y los pueblos originarios.
El
contexto chileno de ascenso popular -influenciado por estos sucesos de la
contemporaneidad, que vivió la anterior generación y la de Miguel- estimuló una
salida revolucionaria de otro tipo en Chile durante el gobierno autoritario del
representante de "los gerentes: Jorge Alessandri, y de las expectativas despertadas
en centenares de miles de obreros y campesinos por las promesas del flamante
gobierno reformista de la DC y de su presidente Eduardo Frei.
Jóvenes
chilenos pudieron haberse enmontañado sin base social, como otros hermanos
latinoamericanos, abrir un foco guerrillero y morir heroicamente, pero sin
incidir en el conjunto de los explotados. La aguda coyuntura de lucha de clases
chilena, en brazos del ascenso popular, hizo surgir organizaciones y tendencias
revolucionarias, fuera y dentro de los partidos de la izquierda tradicional.
El
primer paso hacia la unidad de las fuerzas revolucionarias lo dio el presidente
de la CUT, Clotario Blest, al formar el M3N -sigla surgida a raíz del gran Paro
general y la Concentración del 3 de noviembre de 1960 de cerca de 50.000
personas en Plaza Artesanos. Su manifiesto-saludo a los trabajadores decía: "El
M3N es un movimiento revolucionario que tiene por finalidad orientar las luchas
hacia la transformación sustancial del sistema capitalista por un régimen
revolucionario dirigido por los trabajadores. Rechaza toda teoría de colaboración
de clases que a través de la vía pacífica se pueda derrocar a la burguesía. El
M3N sólo confía en la movilización del pueblo para alcanzar el poder para los
trabajadores (...) El M3N no es un nuevo partido político, ni tampoco es
anti-partido; es un Movimiento que tratará de reagrupar a todos los revolucionarios
del país, sin distinción de tendencias (...) Lucha por el fortalecimiento de la
CUT y su unidad. 1961 debe ser el año en que la CUT presente una batalla o
Huelga General por los reajustes en que intervengan obreros, campesinos y
empleados del sector público y privado. Así, en su 8º aniversario, la CUT podrá
quebrarle la mano al gobierno derechista de Alessandri y abrir la perspectiva
para cumplir con sus postulados señalados en su Congreso Constituyente de 1953:
luchar por la transformación revolucionaria del actual régimen
capitalista" (2).
En
su programa, el M3N proponía: "Nueva Constitución del Estado, surgida de
una Asamblea Constituyente del Pueblo, Reforma Agraria Integral, Reforma Urbana,
Abolición de los monopolios capitalistas y expropiación de las empresas imperialistas,
Expropiación de los Bancos particulares, de las fábricas y gran comercio y
administración de las mismas por los trabajadores, Dirección y Administración
de la economía del país por los Consejos de Obreros y Campesinos, Defensa
activa de la Revolución Cubana" (3). Nótese que estos puntos programáticos
constituyeron la base política del proceso de unificación revolucionaria que culminó
en el MIR cuatro años después.
Clotario
organizó el M3N de una manera especial: un sector con apertura pública y otro
clandestino, integrado por socialistas de izquierda de la CUT, de Federaciones
y de sindicatos de base, agrupados en grupos concéntricos de a 5 personas, pero
secretos, con el fin de que unos socialistas no tuvieran conocimientos de otros
de su partido integrados al M3N. De esa manera, Clotario se aseguraba la
mayoría en la CUT.
Por
ejemplo, en un Consejo de Federaciones que se realizó a fines de diciembre de
1960 -al cual asistí en mi calidad de dirigente nacional de la CUT- se aceptó
la moción Blest de votar no a mano alzada sino en forma secreta la preparación
de una Huelga General, con la oposición del PC, el PR y la DC. Contados los
votos dieron una leve mayoría a la proposición Blest. Sorpresa, silencio en la
sala y luego cuchicheos; sindicalistas del PC salieron a buscar a sus
dirigentes políticos, al igual que unos pocos socialistas. Prestos vinieron sus
Secretarios Generales. El del PC increpó al del PS, diciéndole que no había cumplido
el acuerdo de ordenar a sus sindicalistas votar contra la Huelga General. El
del PS le respondió tajantemente que sí... ¿y entonces? La explicación estaba
en que los socialistas de izquierda de la CUT –adherentes secretos del M3N-
votaron bajo la orientación de Julio Benítez a favor de la Huelga,
desobedeciendo la orden de su partido. El plan orgánico de Clotario iba funcionando
bien, hasta que un día se le ocurrió invitar a incorporarse al M3N a un
dirigente socialista de la CUT, que era hombre de confianza del máximo dirigente
del PS, Raúl Ampuero, quien pronto llamó al orden a los sindicalistas más izquierdistas
de su partido.
Precisamente,
ese año Miguel y el Bauchi (Bautista van Schouwen) y otros ingresaron a la
Juventud Socialista, mientras Luciano Cruz Aguayo preparaba su ruptura con el
PC. A su vez, Marco Antonio era elegido vocal de la FEC y poco después levantado por Miguel -que ya había iniciado
su carrera de Medicina- como Presidente de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Concepción. Marco Antonio se convirtió entonces no sólo en el
principal maestro político de Miguel y el Bauchi, sino también en el creador de
una tendencia estudiantil revolucionaria que abrió el camino para el ulterior
triunfo de Luciano a la presidencia de la FEC (4).
Mientras
tanto, Miguel y compañeros de Concepción, Santiago, Puerto Montt y otras
provincias preparaban la escisión de la Juventud Socialista, hecho que se
formalizó en el Congreso de 1964. El liderazgo de Miguel se reforzó a raíz de su
valiente polémica con Robert Kennedy, de visita en Concepción. Entonces fue contactado
por compañeros de Santiago que estaban estructurando el ERTE (Ejército
Revolucionario de Trabajadores y Estudiantes). El "pelao" Zapata y el
Chipo lograron incorporar a Miguel en este proyecto, alentado por una tendencia
trotskista, el PRT, que luego se integró a la VRM (Vanguardia Revolucionaria Marxista),
liderada por el Dr. Enrique Sepúlveda.
De
este modo, Miguel, el Bauchi y Luciano se integraron al proceso de unidad
revolucionaria que se estaba dando entre VRM y el PSP desde 1964, proceso que
condujo al Congreso de Fundación del MIR el 15 de agosto de 1965. Está probado
con documentos de la época, y demostrado, en la práctica política, que el MIR
no fue creado por un grupo de estudiantes de Concepción, mito levantado en el
exilio por dirigentes miristas de la FEC, después de la muerte de Miguel, quien
en vida jamás dijo semejante aberración, pues conocía por dentro el largo y
madurado proceso de unificación de 8 organizaciones.
Este
proceso de unificación se fue gestando, bajo la iniciativa de Clotario Blest,
primero a través de la creación del Movimiento de Fuerzas Revolucionarias en
1961, integrado básicamente por obreros
sindicalizados; el grupo Libertario liderado por Ernesto Miranda, dirigente
Nacional de la CUT y de la Federación del Cuero y Calzado; un sector escindido
de la Juventud Radical, encabezado por Julio Stuardo, creador del Movimiento
Social Progresista; el Partido Obrero Revolucionario y trabajadores sin
partido.
Dos
años más tarde, varias organizaciones se reagruparon para constituir el Partido
Socialista Popular, en cuyo Congreso de Fundación (1963) participaron: el POR,
un sector del MIDI (Movimiento de Independientes de Izquierda, allendista,
dirigido por el Dr. Enrique Reyes), militantes del movimiento de pobladores orientados
por Víctor Toro, jóvenes de Santiago escindidos del PS, la OSI (Organización
Socialista de Izquierda, nucleada por Gonzalo Villalón); la revista
"Polémica", dirigida por Tito Stefoni; la mayoría del Comité Regional
Coquimbo del PS, encabezado por su secretario general, Mario Lobos; gran parte
del Comité Regional del PS de Talca y núcleos socialistas de base de la zona
sur, de Linares a Puerto Montt. Como secretario general del PSP fue elegido el
trotskista Humberto Valenzuela, dirigente nacional de los Obreros Municipales.
Su periódico oficial: "La Chispa", cuyo director fue Dantón Chelén, luego
de su ruptura con el PS.
Paralelamente
se fueron unificando fuerzas en Vanguardia Revolucionaria Marxista, entre ellas
la mayoría de la Vanguardia Nacional del Pueblo, liderada por Enrique
Sepúlveda, sectores disidentes del PC, que años antes había formado el MRA
(Movimiento de Resistencia Antiimperialista) dirigido por Luis Reinoso, Benjamín
Cares, J. Pilowsky, Ernesto Benado y Martín Salas; en 1963 se integró el PRT
(Partido Revolucionario Trotskista), orientado por Jorge Cereceda, y en
1964
el MRC (Movimiento Revolucionario Comunista, escindido de la Juventud Comunista,
orientado por Gabriel Smirnow). A la VRM se integraron en 1964 Miguel, el
Bauchi, Marco Antonio y otros estudiantes de Concepción.
A
este proceso de unificación, uno de los pocos investigadores del tema,
Carlos
Sandoval (5), lo denomina "Prehistoria", tomando este concepto de la clasificación
tradicional de los historiadores europeos de la Historia Universal que
estimaban que la historia comenzó con la escritura, colocando equivocadamente
el prefijo "pre", sin advertir que todo es historia a partir de la
aparición de los primeros seres humanos y de su contacto con la naturaleza. (…)
No
corresponde caracterizar de "prehistoria" al proceso de unificación
de
la
izquierda revolucionaria (1961-1965) por varias razones: a) porque los principales
fundadores del MIR fueron los mismos que lideraron los diversas organizaciones
que dieron nacimiento al Movimiento de Izquierda Revolucionaria; b) porque el
carácter Socialista de la Revolución, la necesidad de la lucha armada e
insurreccional para la toma del poder y el programa del Congreso de Fundación
del MIR se basó en los programas que tenían el POR, el PRT, VRM y PSP, que
muchos años antes hacían uso de la "escritura" y de acciones
relevantes en el movimiento obrero; c) porque los principales dirigentes
sindicales y del movimiento de Pobladores que asistieron al Congreso de
Fundación, provenientes de las anteriores organizaciones citadas, fueron los
mismos que tuvo el MIR en sus comienzos; d) porque el periódico "El
Rebelde" se editaba por la VRM varios años antes de que el MIR lo adoptara
como su órgano oficial, haciendo uso obviamente de la "escritura".
Nos permitimos hacer estas aclaraciones no sólo para demostrar que antes del
MIR las organizaciones mencionadas ya hacían historia, sino porque Sandoval
sólo menciona como referencia teórico-política a VRM en su libro, páginas 7 a
12.
Todas
las organizaciones que confluyeron en el PSP y VRM se auto-disolvieron con la
decisión de constituir un solo partido de la revolución. Con este objetivo
central se convocó al Congreso de Fundación del MIR. Queda así demostrado, con
documentos de la época, que el MIR no fue creado por un grupo de estudiantes de
Concepción sino por las numerosas organizaciones citadas, de larga trayectoria
en el movimiento sindical y poblacional, a través de un proceso de discusión y
acciones comunes que duró 4 años, de 1961 a 1965. Como prueba irrefutable
podemos decir que el MIR, 15 días después de su fundación, llevó más de 25
delegados al IV Congreso Nacional de la CUT, efectuado el 30 de agosto de 1965.
La conclusión es obvia: es imposible que un grupo de estudiantes de Concepción pudiera
haber elegido más de 25 delegados obreros entre el 15 y 30 de agosto, que
presentaron un programa de lucha que sólo pueden elaborado por trabajadores
experimentados, como consta en el documento que obra en nuestro poder (6).
Cabe
destacar que Andrés Pascal A. fue el único en reconocer oficialmente en 1986,
en un documento interno del MIR elaborado en Buenos Aires, que el MIR no fue
creado por un grupo de estudiantes de Concepción sino por un proceso previo de
unificación de varias organizaciones revolucionarias (7).
Por
lo demás bastaría con señalar que en el Congreso de Fundación del MIR fueron
elegidos al Comité Central personas como Clotario Blest (9 años presidente de
la CUT y primer y único Partido en el que militó) y Humberto Valenzuela,
candidato obrero a la Presidencia de Chile en 1942, para demostrar rotundamente
que el MIR no fue fundado por un grupo de estudiantes de Concepción. No
obstante, Sandoval coloca en su libro, al final del capítulo sobre los
fundadores del MIR, solamente las fotos de estudiantes de Concepción, no por
azar sino porque sabe que la imagen refuerza los mitos.
Capítulo II
El
Congreso de Fundación del MIR
Al
Congreso de Fundación del MIR, efectuado en la calle San Francisco Nº 269,
local facilitado por el anarquista Ernesto Miranda, asistieron delegados del
PSP, de la VRM, el sector sindicalista encabezado por Clotario Blest y un grupo
escindido del PSR, liderado por Norman Gamboa y Patricio Figueroa. En dicho
Congreso se aprobó una Declaración de Principios, cuyo borrador fue redactado
por Luis Vitale, un programa estratégico y coyuntural de lucha, propuesto por
Clotario Blest, el PSP y VRM, unas bases de organización y estructura interna
del MIR y una Tesis Insurreccional redactada por Miguel y Marco Antonio
Enríquez y leída por Miguel, hecho inédito en la historia de los partidos de la
izquierda chilena, pues en ninguno de sus Congresos jamás fue aprobada una
tesis insurreccional. Esta tesis fue aprobada con una modificación fundamental:
que para iniciar la insurrección armada debía haber un ascenso relevante del
movimiento popular y que los grupos armados tenían que asentarse en fuertes
bases sociales, para no caer en una desviación foquista, como había sucedido en
varios países latinoamericanos.
La
Declaración de Principios tuvo aspectos teóricos y programáticos tan trascendentes
que, después de 34 años, mantienen vigencia, a contracorriente de los
"renovados por la derecha" y de los que en un tono triunfalista
-efímero, como toda moda- proclaman la obsolescencia del marxismo y hasta de la
lucha de clases, aparentando ignorar que bajo el "neoliberalismo" las
desigualdades sociales son más agudas que en los siglos anteriores.
En
su acápite I, p. 1, planteaba la tarea central de "emancipación nacional y
social", hoy más urgente que nunca pues la transnacionalización del capital
y la denominada "globalización" han significado la pérdida de
"facto" de la soberanía nacional y hasta la propia identidad cultural
de nuestros pueblos.
También
está vigente el acápite II: "El MIR combate intransigentemente a los
explotadores, orientado en los principios de la lucha de clases y rechaza categóricamente
toda estrategia tendiente a amortiguar esta lucha". El acápite IV definía sin
equívocos el carácter de la revolución: "Las luchas por la liberación
nacional y la reforma agraria se han transformado a través de un proceso de
revolución permanente e ininterrumpida, en revoluciones sociales, demostrándose
así que sin el derrocamiento de la burguesía no hay posibilidades efectivas de
liberación nacional y reforma agraria integral, tareas democráticas que se
combinan con tareas socialistas. La revolución en los países coloniales y semi-coloniales
no ha resuelto aún los problemas básicos del socialismo. Mientras la revolución
no triunfe en los países altamente industrializados siempre estará abierto el
peligro de una guerra nuclear y no se podrá alcanzar la sociedad sin clases".
Esta
conclusión es más vigente que nunca en plena era del llamado capitalismo
"neoliberal", que de liberal -en el sentido decimonónico del concepto-
no tiene ni pizca, sino que más bien el modelo es neo-conservador. El acápite V
planteaba una apreciación clave: "La crisis de la humanidad se concretiza
en la crisis de dirección mundial del proletariado" (p.2). Si esta conclusión
era correcta hace 34 años, cuando aún existían importantes corrientes revolucionarias
en el mundo, hoy cobra mayor relevancia ante la crisis generalizada de la
izquierda mundial.
En
el acápite VI se rechazaba "la teoría de la revolución por etapas, que establece
equivocadamente que primero, hay que esperar una revolución democrático-burguesa,
dirigida por la burguesía industrial" (p.2) Las críticas al reformismo que
se formulan en el acápite VII continúan siendo certeras, hoy más nunca ante el
giro derechista del PS, que por su transformismo político se ha convertido en
un partido más liberal de centro que socialdemócrata, para vergüenza de
Bernstein y Kautsky, que sí eran verdaderos teóricos socialdemócratas, no estos
pragmáticos de la "era neoliberal".
Los
partidos de la izquierda tradicional -decía la Declaración de Principios del
MIR- "engañan a los trabajadores con una danza electoral permanente
olvidando la acción directa y la tradición revolucionaria del proletariado
chileno. Incluso sostienen que se puede alcanzar el socialismo por la vía
pacífica y parlamentaria, como si alguna vez en la historia las clases dominantes
hubieran entregado voluntariamente el poder" (p.2).
Este
diagnóstico tuvo un desenlace trágico, porque los partidos de la Unidad Popular
diseñaron su estrategia basados en la "vía pacífica y parlamentaria",
adobada con "vino tinto y empanadas". Todos conocemos el resultado:
se ganó electoralmente el gobierno con Allende, pero no el poder real. Y
después de 17 años de dictadura militar, aquí estamos todavía con Pinochet y con
el "poder fáctico" de las
Fuerzas Armadas. En tal sentido, la Declaración de Principios del MIR fue
profética: "El MIR rechaza la teoría de la ‘vía pacífica’ porque desarma
políticamente al proletariado y por resultar inaplicable, ya que la propia
burguesía es la que resistirá, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra
civil, antes de entregar pacíficamente el poder". La prognosis del MIR no
pudo haber sido más acertada al señalar que "el único camino para derrocar
el régimen capitalista es la insurrección popular armada" (p.3).
El
último acápite de la Declaración de Principios sigue vigente: "hemos asumido
la responsabilidad de fundar el MIR para unificar, por encima de todo sectarismo,
a los grupos militantes revolucionarios" (p.3). Si esta decisión era correcta
entonces, hoy es tan necesaria como antes, sobre todo porque han comenzado a
surgir fuerzas revolucionarias no muy inferiores a las que dieron lugar a la
fundación del MIR, con la ventaja de haber sufrido experiencias que pueden
contribuir a una táctica más adecuada a la coyuntura y con la conciencia de que
no sólo el proletariado es la única fuerza motriz de la revolución, al comprender
la importancia de otros Movimientos Sociales.
En
tal sentido, cabe recordar que el MIR, como otros partidos de la izquierda de
aquel entonces, no consideró la significación potencialmente revolucionaria del
movimiento feminista, de los Pueblos Originarios y menos de aquellos
ecologistas subversivos. Bastaría releer la Declaración de Principios del MIR
de 1965 para darse cuenta de que no hay ninguna referencia a la mitad de la
población, las mujeres, ni tampoco la más mínima mención a los mapuches y aymaras,
omisiones de las cuales soy en cierta medida responsable por haber sido designado
para redactar el borrador, lo que no exime a los delegados que asistieron al
Congreso de Fundación.
En
la última línea de la Declaración de Principios se sostiene que "el MIR se
rige por los principios del centralismo democrático" (p.3), afirmación que
amerita una exhaustiva explicación para las nuevas generaciones, reacias a aceptar
toda orgánica con estructura verticalista. Para que el discurso del nuevo
referente -que tenemos que forjar- tenga credibilidad hay que comenzar dando el
ejemplo en cuanto a democracia partidaria interna.
El
"centralismo democrático" es una categoría política clave para la construcción
de un partido revolucionario, pero ha sido tan manoseada y deformada, que de
hecho se ha transformado en un aberrante centralismo-burocrático. En nombre del
centralismo democrático, Stalin se convirtió en un dictador y luego los
partidos de la izquierda -tanto tradicional como revolucionaria- han actuado de
manera centralista y antidemocrática. Sugerimos, entonces, conservar la esencia
de lo que fue esta formulación planteada por los clásicos del marxismo, pero
cambiándole el nombre. Al efecto, proponemos el concepto de
coordinación-democrática, como una sola categoría, sin escindir coordinación de
democracia, que exprese la centralización de las acciones y políticas resueltas
de manera democrática por las bases, no de imposición verticalista, sino de
comunicación fluida entre las bases y la dirección. Se evitaría así el carácter
federativo, al mismo tiempo que se estimularía la relativa autonomía de los
organismos regionales y locales.
Otra
insuficiencia que tuvimos en el MIR fue no tener una clara Concepción de
Partido. Criticábamos al stalinismo, pero no profundizamos acerca de que nuestra
izquierda era heredera en lo fundamental de esa estructura de partido, con su
respectivo secretario general, que por ser elegido en un Congreso goza de especiales
poderes hasta que es cambiado por otro, que repite el mismo esquema de poder.
En fin, hay que terminar con la estructura verticalista, que tiende al substitucionismo
tanto de las organizaciones populares como de los propios organismos
partidarios de base. Un partido que sea capaz de respetar la autonomía de los
Movimientos Sociales, étnicos y de género y que haga política no "en
representación" de ellos, sino a través de los dirigentes naturales del pueblo
oprimido.
El
programa aprobado partía de una clara posición internacional, que diferenció al
MIR de los otros partidos de izquierda, inclusive del maoísta PCR. "Por
graves que sean los errores en que suelen incurrir las burocracias políticas de
los Estados en transición al socialismo, el MIR proclama su apoyo al campo
socialista y rechaza categóricamente la idea de una posible neutralidad (...)
se pronuncia por la defensa de estos países en caso de agresión capitalista
(...) El MIR proclama su apoyo a la revolución cubana, sus métodos de lucha
insurreccional, liquidación de la oligarquía, actitud anti-imperialista y formas
de construcción del socialismo (...) El MIR luchará por la organización de las
Repúblicas Unidas Socialistas de América Latina, unidad que concebimos no como
un solo país, sino como una unidad federativa".
El
programa para Chile planteaba: a) Nacionalización sin indemnización de las
empresas de cobre, salitre, hierro, electricidad, teléfonos, bancos y grandes
casas comerciales; b) Ruptura de los pactos que nos atan al imperialismo; c)
Desconocimiento de la Deuda externa; d) Revolución Agraria; e) reivindicaciones
coyunturales para los explotados y oprimidos y un diseño de sociedad socialista
alternativa. "Este programa solo podrá ser realizado mediante la
liquidación del aparato estatal burgués y su reemplazo por la democracia directa
y las milicias armadas de obreros y campesinos (...) derrocando a la burguesía
e instaurando un gobierno revolucionario dirigido por los órganos de poder de
obreros y campesinos" (8).
Continuando
con el relato del Congreso de Fundación del MIR, recordamos que Enrique
Sepúlveda fue elegido secretario general y que el Comité Central estuvo
integrado por Clotario Blest, Humberto Valenzuela, Luis Vitale, Oscar Waiss,
Gabriel Smirnow, Dantón Chelén, Miguel Enríquez, Bautista van Schouwen, Edgardo
Condeza, Jorge Cereceda, Martín Salas, el "Pelao Zapata, Luciano Cruz, Mario
Lobos y Mondiola. El Secretariado Nacional quedó integrado por Sepúlveda, Smirnow,
Chelén, Waiss y Valenzuela.
Capítulo III
Los
avances del MIR entre 1965 y 1967
El
accionar del MIR en este período sólo puede ser comprendido a cabalidad si se
inserta en el contexto que vivía Chile durante la presidencia de Eduardo Frei
Montalva. Accedió al poder con el apoyo de los Partidos Conservador y Liberal
en crisis, pero fundamentalmente con los votos de importantes sectores de
obreros, campesinos y capas medias que permitieron a la DC obtener 1.409.012 votos
contra 977.902 de Salvador Allende que provinieron básicamente de los sectores
populares. Es decir, en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de
1964 se expresó un anhelo de cambio de la mayoría de la población explotada y
oprimida, por encima de los acuerdos de las cúpulas políticas.
A
poco andar, después de que Frei promulgara su mediatizada "chilenización del
cobre" y su menguada Reforma Agraria, los trabajadores del campo y la
ciudad -que se habían esperanzado en la promesas de la DC- comenzaron a
radicalizarse, junto a las bases y el ala izquierda democristiana, promoviendo
un proceso de luchas sociales que a continuación señalaremos, en el cual se
insertaron los militantes y la política concreta del MIR y del ala izquierda
socialista que alcanzó acuerdos revolucionarios en el Congreso de Chillán.
Desde
1965 hasta 1967, el MIR atravesó por un período de estructuración orgánica por
la base, de homogeneización política y de crecimiento en sectores populares. En
la Federación de Estucadores emergió como líder el obrero Juan Ramos, en la
Confederación Nacional de Trabajadores de la Salud fueron elegidos los miristas
Norman Gamboa y Héctor Villalón; en una fábrica textil y luego en el Cuero y
Calzado salió electa María Concha, en la zona del carbón importantes militantes
miristas, Lucho Concha en la Federación de Obreros de la Construcción; además
de Humberto Valenzuela, nuevamente elegido dirigente de la Junta Nacional de
los Obreros Municipales [falta una parte del original –nota del CAD] eí
"Textiles". En el Frente de Pobladores, Víctor Toro continuó
liderando nuevos movimientos, mientras Herminia Concha tuvo un reconocimiento a
sus luchas al ser elegida dirigenta de la Población Santa Adriana el 28 de
agosto de 1966.
En
el movimiento estudiantil, el MIR experimentó avances en la FECH de
Santiago,
obteniendo la primera mayoría en Sociología y Psicología y ganando el Centro de
Medicina en alianza con la JS. Los dirigentes estudiantiles miristas más
destacados en la FECH de Santiago fueron Alvaro Rodas y Dantón Chelén. Pero donde
el MIR tuvo un ascenso impetuoso fue en la Universidad de Concepción, a través
de Luciano Cruz A., que pronto se convirtió en el principal dirigente de masas
del MIR, no sólo en el movimiento estudiantil sino también en el seno de importantes
sectores de trabajadores. Tan importante era este liderazgo de Luciano, que
Clotario Blest propuso en el Comité Central del MIR una gira nacional de él y
Luciano por los principales sindicatos y poblaciones del país, gira que no
alcanzó a concretarse por falta de recursos. En tal sentido, cabe señalar que
durante los primeros años el MIR no tuvo apoyo financiero de ningún Partido
internacional y menos de un país en transición al socialismo, incluido Cuba.
Salieron
regularmente al público el periódico "El Rebelde" y la revista teórica
"Estrategia", en cuyo primer número, noviembre 1965, colaboraron
Enrique Sepúlveda con un artículo sobre "Un año de gobierno DC";
Gabriel Smirnow: "Las elecciones universitarias" donde destacó el
crecimiento del MUI que, encabezado por militantes miristas, obtuvo 810 votos
en las elecciones de la FEC en 1965, mientras el PC apenas sobrepasó los 200
votos y la DC sacó la primera mayoría con 1.184, el PR 421 y el PS 162 votos.
En Santiago, el flamante MIR alcanzó 505 votos, correspondiéndole a la DC la
primera mayoría con 5.049, seguido por el PC con 2.175, el PS 1.590, el PR 857
y el P. Conservador y Liberal 510 votos. Otro artículo sobre "La etapa
actual de la Revolución Latinoamericana" fue redactado por Luis Vitale,
presentando un balance provisorio del movimiento guerrillero desde 1960 hasta
1965. Oscar Waiss hizo un artículo sobre la evolución de la izquierda chilena
titulado "La metamorfosis". Un debate sobre el Arte y finalmente un
documento del MIR peruano sobre la muerte de Luis de la Puente Uceda.
Respecto
de este último tema, el Nº 3 de "Estrategia", abril 1966, estuvo dedicado
a "La Revolución Peruana", con un largo ensayo escrito por el
sociólogo peruano Aníbal Quijano, que lo suscribió con el seudónimo de
Silvestre Condoruna. El Nº 4, junio 1966, también tuvo un tema central:
"Cuba, la Tricontinental y la Revolución Latinoamericana", resolución
adoptada por la III Sesión Plenaria del CC del MIR, verificada el 17 de abril
de 1966. Además de reiterar el apoyo a Cuba, anteriormente publicado en el Nº 4
de "Estrategia", el MIR hizo un saludo a la Tricontinental, pero
objetó fraternalmente las injustas críticas a la lucha armada de Yon Sosa en
Guatemala y a la construcción del socialismo en China. En el Nº 6, de
septiembre 1966, Humberto Valenzuela hizo un interesante artículo sobre
"La Comuna Obrera y las Juntas de Vecinos", junto a la 1ª edición
chilena del ensayo del Che Guevara sobre "El socialismo y el hombre".
El Nº 9 de "Estrategia", junio 1967, publicó una de las últimas
cartas del Che y una resolución del movimiento revolucionario brasileño
"Política Operaria".
El
periódico "El Rebelde" Nº 39 de septiembre 1966 informaba que
"los días 23 y 24 de agosto de 1966 se realizó la Primera Convención
Nacional de Estudiantes del MIR con la participación de delegados de Santiago,
Concepción, Valparaíso, Chillán y Coquimbo, que resolvieron organizar el FER
(Frente Estudiantil Revolucionario)". En ese mismo número, se comunicaba
que en una audición del Canal 9 se registró una importante polémica entre
representantes estudiantiles del PS, la DC y el MIR, representado por Dantón
Chelén.
En
el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, comenzó a destacarse el
estudiante de Historia, Sergio Pérez, militante del MIR, quien el 21 de mayo de
1966 en Pleno Congreso Nacional en momentos que el Presidente Jorge Alessandri
iniciaba el tradicional Mensaje, lanzó a voz en cuello las consignas de ¡Abajo
la mano dura contra los obreros! ¡Viva el MIR!, mientras sobre la cabeza de los
parlamentarios volaban centenares de volantes. Tras esta valiente acción, el
"chico" Pérez fue detenido.
En
ese año, propuse la apertura de un trabajo político sobre el naciente grupo de
Cristianos por el Socialismo que se estaba radicalizando con la lectura de los
ideólogos de la Teoría de la Liberación, especialmente con el libro del sacerdote
peruano Gustavo Gutiérrez. Recuerdo que esta proposición fue aceptada con una
reticencia que reflejaba la hostilidad a todo lo que "oliera a
sotana", reacción propia no sólo del Partido Radical sino también de la
izquierda tradicional, heredera del liberalismo decimonónico, particularmente
del PS nacido al calor de las logias masónicas.
De
todos modos, iniciamos con Edgardo Condeza contactos con varios democristianos,
ya desilusionados de la "marcha de la Patria joven", entre ellos el
Dr. Carmona, instalado en uno de los pueblos más pobres de la zona del carbón:
Curanilahue. Junto con él, pronto comenzaron a ingresar al MIR varios compañeros
Cristianos por el Socialismo, sobre todo después de la toma de la Catedral y de
la huelga de los estudiantes de la Universidad Católica en 1967 por una nueva
Reforma Universitaria, que lideró Miguel Angel Solar, uno de los mejores
dirigentes estudiantiles de aquella época de ensueño.
La
libre expresión de las ideas y la práctica de la democracia interna, garantizada
por su primer secretario general, Enrique Sepúlveda, permitieron ir decantando
las posiciones políticas, aunque nunca en el MIR se constituyeron fracciones
con disciplina propia.
El
II Congreso Nacional se realizó en agosto de 1966 -ya que por estatutos debían
realizarse Congresos todos los años- en un antiguo galpón de Conchalí, donde
Manuel Cabieses se incorporó al MIR, poniendo a disposición las páginas de la
revista Punto Final. Uno de los puntos centrales de discusión de este Congreso
fue explicitar la posición oficial sobre la situación internacional, procurando
precisar la política frente a la construcción del socialismo en China, que en
esos años era un punto relevante de debate en la izquierda mundial.
El
proyecto de Tesis Internacional: "El carácter de la Revolución y la Contrarrevolución"
fue motivo de interesantes debates sobre las experiencias de las revoluciones
de los últimos 30 años a nivel mundial. Se analizó el significado y la repercusión
de la Doctrina de Seguridad Nacional que asignó nuevos papeles de política interna
a las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos, cuya primera concreción
fue el golpe militar brasileño contra Joao Goulart en 1964. Además, fue
expresamente criticada la política de "coexistencia pacífica" de la
burocracia soviética, que en nada favorecía el proceso revolucionario en
Vietnam y Corea del Norte.
El
último acápite del documento aprobado versó acerca de "La agonía mortal del
stalinismo". Los comentarios huelgan acerca de esta profecía, no sólo de
la IV Internacional sino de la izquierda revolucionaria mundial que seguía
atenta la evolución del "socialismo" con comillas, real sin comillas,
que se estaba dando en la URRS, aunque no se podía predecir que la restauración
del capitalismo se iba a dar por la vía pacífica en la década de 1990, hecho
inédito en la historia.
Después
de aprobar los documentos sobre "La actual coyuntura chilena" y el programa
y la táctica a seguir, el II Congreso procedió a elegir el secretario general
del MIR, recayendo la decisión unánime en la reelección de Enrique Sepúlveda.
Junto con este compañero, el Secretariado Nacional quedó integrado por Humberto
Valenzuela, Gabriel Smirnow, el Chipo y Luis Vitale.
Recuerdo
que recién en este Congreso comencé a darme cuenta de las dimensiones de la
formación teórica de Bautista van Schouwen. Personalmente lo había conocido en
las reuniones previas a la fundación del MIR, pero no había calado a fondo su
densidad de pensamiento. Lo volví a ver en el Congreso de Fundación: alto, pálido,
reflexivo, contento pero en cierta medida angustiado -en el real sentido de la
angustia creativa- por la responsabilidad que asumíamos: generar un Movimiento
de Izquierda Revolucionaria, inspirado en el marxismo revolucionario y en el
ejemplo de la Revolución Cubana, que cortó en dos la historia latinoamericana.
El Bauchi comenzó a hablar por la boca de los nuevos tiempos; se levantó de la
banca pintada de morado oscuro, desenvainando argumentos en pro del carácter
socialista de la revolución en polémica fraternal con los cinco compañeros que
aún postulaban una revolución de tipo nacional-popular. En un descanso del
Congreso de Fundación, le pregunté a ese joven que apenas frisaba los 20 años:
-¿de dónde sacas esos planteamientos tan sólidos? -de Marco Antonio Enríquez,
un filo trotskista de Concepción.
En
el II Congreso me llamaron la atención sus intervenciones sobre el pensamiento
de Rosa Luxemburgo: el significado de las huelgas obreras, generadoras de los
primeros soviets en la Revolución Rusa de 1905. Luego, en un aparte del
Congreso, me dijo que los libros de "la Rosita" siempre estaban en su
mesita de luz, junto a los del "barbón" Marx, el "pelao"
Lenin y el "pera" Trotsky, en el decir irreverente de aquella
juventud de los “60. Y prosiguió: necesito que tú me ayudes en el estudio de un
libro muy difícil de Rosita: "La acumulación del capital". Terminado
el Congreso, lo invité a mi casa a revisar ese libro; como sabía algo de su
ancestro, le puse unos discos de música holandesa. Luego, se puso a conversar
con mi compañera, especialista en Neuropsiquiatría. A partir de entonces, el
estudiante penquista de la carrera de Medicina, se hizo habitué de nuestra
casa, cuando viajaba a Santiago a las reuniones del Comité Central. Pronto se
recibió de Neurólogo; quería conocerse a sí mismo y conocer el "ser
profundo" de los demás, con esa su gran sensibilidad de cuerda de
violín.
Desde
mediados de 1966 hasta diciembre de 1967, los núcleos sindicales del MIR,
orientados por Clotario Blest, experimentaron un apreciable avance, al igual
que los militantes que activaban en el sector de los pobladores de la zona urbano-periférica
pobre, motorizados por Víctor Toro, principalmente en Santiago. Crecía el MIR
en el Norte Chico por la influencia desplegada por el Comité Regional Coquimbo,
dirigido por Mario Lobos, pero no habíamos podido estructurar núcleos en el
Norte Grande, salvo contactos y simpatizantes individuales. Tampoco lográbamos
consolidarnos en las capas de trabajadores de Valparaíso y Viña, aunque teníamos
estructura organizativa y activas células. En el centro del país, el MIR había
logrado una cierta consolidación en Talca, debido a los socialistas que se
habían escindido del PS. El Comité Regional Concepción, a través de Edgardo
Condeza, Miguel y el Bauchi, trataba de irradiar su influencia sureña hasta
Puerto Montt, donde existía desde 1965 un núcleo de socialistas separados de su
partido e integrados al MIR. El Comité Regional Santiago se fortaleció con la
elección del "trompeta" Marín, al cual se incorporaron Edgardo
Enríquez y un importante militante en ruptura con la Juventud del PS: Winston
Alarcón.
Se
amplió significativamente la influencia del MIR en Trabajadores de la Salud,
donde Norman Gamboa y Héctor Villalón se convirtieron en referente político-sindical
de centenares de trabajadores de esa Federación que contaba con más de 40.000
afiliados, no obstante el peso específico de la Directiva Nacional controlada
por militantes del ala izquierda del PS. Similar crecimiento se dio en el seno
de los Obreros de la Construcción, donde el MIR ejerció influencia a través del
accionar consecuente de Juan Ramos, Lucho y Jovino Concha, a pesar del control
mayoritario de los miembros del PC.
En
Obreros Municipales, además del liderazgo de Valenzuela, comenzaron a
destacarse Santis y Ángel Canales, mientras se consolidaba la simpatía al MIR
en la Federación del Cuero y Calzado, por intermedio de su vocera más
destacada: María Concha, que veía facilitada su acción por el proceso de
izquierdización sindical de dirigentes de la Federación, como el anarquista
Ernesto Miranda. En el sector de obreros metalúrgicos, el MIR tenía algunos
militantes jóvenes que se abrían paso con dificultades no sólo por su escasa
experiencia, sino por el aplastante peso de las células del PC, dirigidas por
Elías Mallea. Algo parecido acontecía en la Federación de Química y Farmacia,
donde ejercía un control casi total el dirigente reformista Miguel Pradenas. En
el seno de los profesores de enseñanza media, el MIR empezó a ganar militantes,
aunque todavía no alcanzaba a figurar en las elecciones del Colegio de
Profesores.
En
el sur, el MIR comenzaba a crecer entre los obreros del Carbón, estimulados
desde Concepción por Luciano Cruz, quien conocía cabalmente Lota y Coronel
-cuando era militante de las Juventudes Comunistas- y ya connotado mirista
viajaba a dar cursos de formación sindical y política, hecho que pude palpar en
las Escuelas de Verano del Carbón de 1968 al ver a Luciano desplegar su
espontánea comunicación con los obreros dando charlas sobre el Manifiesto Comunista,
en un lenguaje tan pedagógico y en términos tan sencillos que sólo puede
utilizar una persona que sabe bien el tema que está analizando. Recuerdo que en
dicha Escuela de Verano empezó a colaborar Fernando Mires, uno de los intelectuales
revolucionarios más capaces que han surgido en Chile, hoy brillante profesor de
la Universidad alemana de Oldenburg y autor de numerosos libros sobre América
Latina.
Por
su parte, Miguel terminó en 1966 una importante contribución con un trabajo
sobre un tema que al año siguiente fue utilizado en la Reforma Universitaria,
titulado "La Revolución Universitaria". Asimismo, le hicieron dos reportajes
en "Punto Final" (9).
En
el estudiantado universitario, en 1967 el MIR lograba dar un salto cuanti-cualitativo
con la elección de Luciano Cruz a la Presidencia de la Federación de
Estudiantes de Concepción. Ese fenómeno contribuyó a proyectar una significativa
influencia en el estudiantado no sólo universitario sino también secundario,
atrayendo al MIR a numerosos jóvenes y, al mismo tiempo, radicalizando a la
Juventud Socialista. La Brigada Universitaria del MIR en Santiago, liderada por
Alvaro Rodas, contribuyó a que se lograra un notable avance en las elecciones
de 1967 de la FECH al obtener el MIR en alianza con la JS la primera mayoría
con 1.270 votos, desplazando a la DC que sacó 1.060, al PR: 527 y al PC: 257.
Durante ese año empezó a destacarse el estudiante de la carrera de Medicina,
Jorge Sánchez, y se incorporaron importantes militantes de la JJ.CC., entre
ellos Sergio Zorrilla, estudiante de Filosofía en el Pedagógico.
A
mediados de 1966, una decena de militantes del MIR, de procedencia trotskista,
hicieron la primera expropiación de armas en una armería de santiaguina. La
operación fue limpia, pero cuando el equipo Comando se retiraba con los frutos
preciados, el dueño del negocio despertó del "cachuchazo" recibido,
alcanzando a ver un hombre bajo y gordito, que luego describió a los agentes de
Investigaciones; al salir en la prensa el retrato hablado, "fondeamos"
a Mondiola en un hospital durante un mes y medio. Los jefes del aparato militar
de entonces, Z. y Ch., reconocieron más tarde que las primeras armas que tuvo
el MIR se debieron a esa expropiación de unos compañeros que provenían del
trotskismo.
Manuel
Cabieses ha sostenido que Jaime Barrios, "aproximadamente a fines de 1966
vino a Chile en misión confidencial, lo que más tarde entendimos le había
encargado el Che. Se reunió con un grupo de miristas, comunistas y socialistas y
los invitó a participar en un proyecto de lucha armada liberadora que abarcaría
los países de la región andina y del Cono Sur. Sin embargo, los resultados de
su misión en Chile fueron desalentadores. En el MIR se daba una áspera lucha
para desplazar a la dirección fundadora de origen trotskista" (10).
En
honor a la verdad, Jaime Barrios nunca se entrevistó con la dirección del MIR,
hecho que puedo asegurar porque en 1966 yo era miembro del Secretariado Nacional.
Si hubiera habido algún intento de Barrios de contactar al MIR, por intermedio
de alguno de nuestros militantes, seguramente que Miguel, Luciano y el Bauchi
nos hubieran comunicado de inmediato pues eran miembros del Comité Central.
Además, Cabieses no podía estar tan bien informado, ya que recién a mediados de
1966 se incorporó al MIR en su II Congreso. Quizá Barrios alcanzó a reunirse
con comunistas y socialistas, pero no con dirigentes miristas, y si lo hizo con
alguno de base -a espaldas de la dirección del MIR, con una intencionalidad
fraccional- hablaría muy mal de una persona que viene a Chile "por encargo
del Che".
Por
otra parte, es otro error de Cabieses sostener que en 1966 había en el MIR
"una áspera lucha para desplazar a la dirección fundadora de origen trotskista".
Es sabido que la Dirección del MIR nunca fue mayoritariamente trotskista y que
en el Congreso Nacional de 1966 no hubo ni la más remota "áspera lucha
para desplazar a la dirección fundadora de origen trotskista". Al contrario,
hubo acuerdo en reelegir como secretario general a Enrique Sepúlveda, fundador
del trotskismo chileno, y a otros miembros que habían militado en el POR:
Valenzuela, Vitale y otros citados anteriormente. El mismo Miguel, el Bauchi y
otros jóvenes penquistas se autodenominaban "neo-trotskistas", compartiendo
las ideas de León Trotsky sobre el carácter socialista de la
Revolución
y la crítica al stalinismo. Por último, podríamos agregar un dato clave que
Cabieses no podía saber: Miguel gozaba de la total confianza de Enrique
Sepúlveda, a tal punto que algunos miembros del Comité Central decían en broma
que "Miguel era el delfín que había ya escogido el Secretario
General".
Durante
1966 y 1967, el Secretariado Nacional redobló sus contactos con los movimientos
revolucionarios latinoamericanos, especialmente con el MIR de Perú, Bolivia y
Venezuela, el grupo trotskista peruano dirigido por Hugo Blanco, líder de los
campesinos del Valle de La Convención; con lo que quedaba de la URJE del
Ecuador, el PRT-ERP de Argentina, liderado por Santucho, miembro de la IV
Internacional, los Tupamaros de Sendic en Uruguay y con "Política
Operaria" de Brasil, por intermedio de algunos de sus militantes
refugiados en Chile, como Evelyn Pape y Theotonio Dos Santos, quien estuvo en
varias reuniones de nuestro Secretariado.
Consecuente
con esta práctica internacionalista-latinoamericana, el Comité Central, reunido
en el sótano de la casa del senador socialista Alejandro Chelén Rojas, resolvió
a mediados de 1967 enviar a Miguel Enríquez a entrevistarse con la dirección
cubana, con la misión de que el MIR no aceptaba plazos calendario sino tiempos
políticos, resueltos autónomamente en Chile, basados en el ascenso popular,
para junto a los trabajadores iniciar la insurrección, porque no queríamos
repetir la errónea experiencia de Luis de la Puente Uceda en Perú, estimulada
equivocadamente por los encargados del aparato cubano para América Latina.
Gracias esa franqueza, siempre mantuvimos una transparencia política con los
compañeros cubanos.
Según
Marco Antonio, en el reportaje citado, "Miguel entra en relaciones con
Fidel el año 67; yo estaba en Toulousse y recibo un telegrama de Miguel diciéndome
que vaya a París. Cuando llego a la casa donde estaba alojado Miguel, la había
allanado la policía aduanera (...) Luego paseamos por París y yo le explicaba el
significado de este y otro monumento. Miguel le llegó contando al trotsko
Vitale que yo le había enseñado en detalle la Comuna de París. De París, Miguel
fue a Praga" (11).
No
obstante, estas elocuentes acciones en el movimiento sindical, de pobladores y
estudiantil, expropiación de armas y envío de compañeros, como Miguel y
Luciano, para reforzar lazos con Cuba y adiestrarse en el plano político-militar,
Carlos Sandoval se permite decir que hasta diciembre de 1967 el MIR "no
pasaba de ser un grupo de propaganda" (12), repitiendo la errada apreciación
de Edgardo Enríquez, en un reportaje de julio 1972: durante dos años (1965-67),
"el MIR no logró ir más allá de un círculo de propaganda y discusión ideológica"
(13), negando su propia historia y la de su hermano. Está demás insistir en que
esta sesgada aseveración tuvo por objetivo omitir todas las acciones concretas,
realizadas por la anterior dirección del MIR entre 1965 y 967, para poner de
manifiesto que recién con la nueva conducción surgida en el Congreso de
diciembre 1967 el MIR pudo salir del "ideologismo, impuesto por el trotskismo,
distintivo de la prehistoria mirista" (14).
Esta
rotunda afirmación cae en una falsedad que, inadvertidamente, niega el pasado
de Miguel, el Bauchi, Luciano y del propio Edgardo, pues ellos serían culpables
de perpetuar el grupo de mera propaganda, pues eran miembros de los Comités
Centrales de 1965, 1966 y 1967. Al mismo tiempo, reniega de la simpatía que
tenían hacia el trotskismo dichos camaradas. Por otra parte, la apreciación es
incorrecta, ya que es sabido que nunca los militantes que provenían del
trotskismo constituyeron mayoría los Comités Centrales entre 1965 y diciembre
1967. Además, al Congreso de Fundación del MIR y en su primera dirección
participaron camaradas no sólo trotskistas sino muchos con influencias
pro-china, filo-castristas, ex-militantes del PS y del PC y numerosos
sindicalistas que, como Clotario Blest, nunca habían militado en ningún
partido. Finalmente, los trotskistas que confluyeron en el MIR estaban muy
lejos de ser representantes de esa imagen deformada de círculo de propaganda -atribuida
a algún pequeño grupo "trotsko"- sino que como militantes del POR hicieron
permanentes acciones junto a los trabajadores, como su participación activa en
la huelga con ocupación del polvorín "Técnica Ltda." en 1955, de la huelga
con ocupación de 160 fábricas del Cuero y Calzado ese mismo año y de la incorporación
a la cuasi-insurrección popular del 2 de abril de 1957, llegando a ser
dirigentes de sindicatos, Federaciones, miembros de la CUT nacional y provincial
y organizadores de los primeros Comités de Apoyo a la Revolución Cubana.
El
propio Miguel -en su afán por justificar la división que a continuación analizaremos-
llegó a decir, posteriormente, que el MIR de 1965 a diciembre 1967 era
"una bolsa de gatos, de grupos, fracciones, sin niveles orgánicos mínimos,
carente de estrategia y táctica y aislado de las masas" (15). Con esta
sesgada afirmación, Miguel estaba también negando al MIR que contribuyó a crear,
pues fue miembro de esos dos primeros Comités Centrales. Y sabía que el MIR se constituyó
como una confluencia de organizaciones de diversos orígenes
político-revolucionarios, que fueron adquiriendo homogeneidad, pero nunca fue
una "bolsa de gatos, de grupos y fracciones". Al mismo tiempo,
durante esos dos primeros años y medio se fueron consolidando las células, los
Comités Regionales, los Comités de Redacción del periódico "El
Rebelde" y la revista "Estrategia", además del aparato
político-militar del cual Miguel era miembro, aunque no su principal
encargado.
Respecto
a la crítica de que el MIR no tuvo estrategia entre 1965 y 1967, bastaría
recordar la Declaración de Principios y el Programa, además de la Tesis Insurreccional
propuesta por el propio Miguel. En cuanto a táctica, pudo en ese período
haberse cometido errores, pero el MIR siempre tuvo una política coyuntural y
una forma concreta de penetración en el movimiento sindical y de pobladores,
como queda demostrado en las acciones que en este escrito detallamos y en las
proposiciones a los Congresos Nacionales de la CUT y de sus Federaciones.
Finalmente, a la crítica de que el MIR estuvo "aislado de las masas",
basta leer los números de "El Rebelde", consultar la prensa de esos
años y leer las pruebas que proporcionamos en este texto, para comprobar que
las tareas prioritarias fueron, no para salir de un supuesto aislamiento -que
jamás tuvieron las organizaciones unificadas en el MIR- sino precisamente para consolidar
esa íntima y permanente relación con los trabajadores que, con todas sus
debilidades, permitieron al MIR ir ganando el respeto y la simpatía de sectores
de explotados y oprimidos.
Capítulo IV
El Tercer
Congreso Nacional
Se
realizó a principios de diciembre de 1967 en la Casa de la Cultura de San
Miguel, facilitada solidariamente por Mario Palestro. Este Congreso se inició
con una Informe Político de Enrique Sepúlveda y una Cuenta de actividades preparada
por el Secretariado Nacional. A continuación se formaron Comisiones que
entregaron sus conclusiones al día siguiente, en que hizo su aparición Miguel
entre aplausos de bienvenida de todos los delegados por su regreso después de
su viaje a Cuba.
Recuerdo
que en el debate sobre la táctica para aplicar coyunturalmente la tesis
insurreccional a la situación política que vivía nuestro país, Miguel defendió
el papel revolucionario que podían eventualmente jugar los pueblos rurales, con
el fin de aumentar el número de campesinos que podían entrar al proceso
insurreccional, basándose en las cifras de INDAP, organismo estimulado por el
gobierno de Frei para acelerar la Reforma Agraria. Le contesté que era peligroso
confiar en los pueblos rurales como fuerza revolucionaria, por cuanto mis
investigaciones y mi propia experiencia de relegado en Curepto (1963-64) mostraban
que en dichos villorrios habitaba una mayoría de capas medias: comerciantes,
empleados públicos, escribanos, abogados y profesores primarios, que
neutralizaban las reivindicaciones campesinas.
Intervinieron
otros delegados para insistir en la necesidad de reafirmar el criterio de
anteriores Congresos en orden a combinar la eventual insurrección popular
urbana con los campesinos y jornaleros. En uno de sus escritos, Valenzuela
recordaba que en ese Congreso "se me encomendó la elaboración de un documento
en el que se estableciera la forma de ligar la estrategia insurreccional con el
movimiento de masas. Dicho documento fue discutido y aprobado por la Comisión
más numerosa del Congreso" (16).
Comenzó
así por primera vez a discutirse el papel que podían jugar los mapuches,
problema sobre el cual no se tenían informaciones precisas por la falta de
inserción que tenía el MIR en la comunidad mapuche. Estas sugerencias pusieron
de manifiesto la necesidad de agilizar la penetración en el campo, la preparación
político-militar y el entrenamiento de las embrionarias "unidades militares".
Entonces surgieron críticas al Secretariado saliente por su lentitud y retardo
en la adopción de medidas prácticas, que suscitó una polémica a raíz de la insatisfactoria respuesta de Sepúlveda y
Waiss.
Después
de haber aprobado, con modificaciones, el informe sobre Tesis
Insurreccional,
se pasó a la discusión sobre Política Nacional, aprobándose la apreciación de
que el gobierno democristiano de Frei estaba ya en un proceso de desgaste
político, por no haber cumplido lo prometido, después de haber despertado
expectativas en amplios sectores del campo y la ciudad. Algunos delegados al
Congreso entregaron valiosas experiencias acerca del proceso huelguístico
urbano, tanto de trabajadores del sector privado como público; además de la
intensificación de las ocupaciones y "tomas" de terrenos de los pobladores
sin casa, puestas de manifiesto por Víctor Toro y Herminia Concha. Proceso de
lucha social que ampliaba el radio de influencia del MIR, y hacía más dificultoso
el accionar reformista del PC y cada día más difícil el papel de freno de la
mayoría del PS, ya jaqueado en el interior por la propia ala izquierda que
demandaba la aplicación concreta de las resoluciones del Congreso de Chillán,
terminando con la cotidiana verborrea revolucionaria.
Respecto
de la situación nacional, el Congreso pasó a discutir el documento "Adónde
va Chile", presentado por Luis Vitale, que analizaba los roces interburgueses,
agudizados por la Reforma Agraria promovida por el gobierno DC. El P. Nacional,
surgido de la fusión de los partidos Conservador y Nacional, preparaba acciones
golpistas, que habían obligado al presidente Frei a procesar a uno de sus
dirigentes. Con ocasión de este proceso, nuestro documento señalaba que
"los dirigentes del P. Nacional, en particular el marqués Bulnes, han proclamado
su derecho al golpe de Estado" (17). En síntesis, el MIR pronosticó casi dos
años antes el intento de golpe militar del general Viaux.
La
Comisión de Organización entregó un Balance sobre la estructura y crecimiento
del MIR, que ya sobrepasaba los 1.500 militantes, es decir casi tres veces más
que cuando se fundó. Recomendaba, además, que los Congresos Nacionales se
hicieran en lo posible todos los años, como había sucedido hasta entonces, o a
lo sumo cada dos años. Sometido el Informe a discusión de la Plenaria, un delegado
planteó que no se eligiera el Secretario General por votación separada, por
cuanto se le estaba otorgando un poder que sólo podía ser cambiado por un Congreso
Extraordinario. Otro delegado dijo entonces que era mejor votar en conjunto por
el total de los 21 integrantes del Comité Central y que luego éste designara de
entre sus miembros al Secretario General, pudiendo reemplazarlo si no cumplía
bien sus funciones, proposición que no alcanzó a ser votada.
En
la sesión final del III Congreso, se procedió a la elección del Secretario
General y, posteriormente, a la de los miembros del Comité Central.
De
inmediato se levantó el experimentado dirigente obrero Humberto Valenzuela,
quien con su acostumbrada y encendida oratoria, amasada en largos años de
militancia política y sindical, manifestó que era necesario que la nueva generación
revolucionaria chilena asumiera el papel de conducción, en homenaje al recién
caído líder de la revolución latinoamericana, Ernesto Che Guevara. Y propuso -con
el apoyo del resto de los militantes del ex-POR y de la numerosa delegación de
Concepción y de jóvenes de Santiago- a Miguel Enríquez como Secretario General.
Segundos
después, se encaramó en una mesa el encargado del aparato militar, el
"pelao Zapata", para manifestar que era correcto el criterio de que la
Juventud asumiera mayoritariamente la conducción del MIR, pero que para Secretario
General era necesario elegir en este momento de consolidación del MIR a un
militante más experimentado y maduro políticamente. Por eso, sin menoscabar la
capacidad de Miguel, se permitía proponer a Vitale como Secretario General. Muchos
fueron los que se quedaron atónitos. Miré a mi "gurú" político, mi
viejo Valenzuela, inquiriendo su opinión; de inmediato me envió un papel con
las siguientes palabras: si aceptas, lo más probable es que ganes, pero sería ponerle
sello trotskista al MIR; y eso no conviene. Me levanté y dije: agradezco la
proposición del compañero Zapata, pero por razones de un mayor crecimiento del
MIR no acepto su moción, y por consiguiente apoyo la candidatura de Miguel a la
Secretaría General.
A
continuación se procedió a la votación del único candidato. Para sorpresa de
todos, Miguel obtuvo 87 votos de un total de 131 delegados. Me miró con una
expresión de no entender qué había pasado. En un tenso ambiente, terminó la
elección de los 14 miembros al Comité Central, resultando electos Luciano Cruz
con 129 votos, el Bauchi con 124 y Vitale con 12l; y con menos votos Edgardo
Enríquez, Sergio Zorrilla, el "conejo" Grez, Patricio Figueroa,
Winston Alarcón, Nahuel Figueroa, Norman Gamboa, Genaro, Sergio Pérez, Jarita y
Washington Figueroa, además de Miguel en su calidad de Secretario General. No aceptaron
ser candidatos Enrique Sepúlveda, Gabriel Smirnow y Oscar Waiss. Entonces quedó claro que no
votaron por Miguel la mayoría de los delegados que provenían de VRM, algunos
del ex-PSP y ciertos jóvenes de Santiago, Concepción y otras provincias.
En
el momento que asumió la Secretaría General del MIR, Miguel tenía solamente 23
años, con una sólida formación marxista, incansable activista, conocedor de las
demandas de la Juventud y de las tendencias internas del PS y PC, aunque con
escasa experiencia de trabajo constante en los sectores obreros, campesinos y
de pobladores, por lo cual era muy poco conocido por los trabajadores, falencia
que fue superando con los años; con gran poder de convencimiento en el trato
"mano a mano", en la conversación política con una persona o con un
grupo. Mas no era un gran orador de "masas", como Luciano Cruz y
Humberto Valenzuela. Y como todo joven de su edad, autoconvencido de que la historia
comienza con él, base de una tendencia al autoritarismo y a la autosuficiencia
que todos, con distintos matices, hemos tenido en nuestra juventud, y que en el
caso de Miguel se acentuó con la clandestinidad forzada y su concepción de
partido funcional a la lucha armada.
Capítulo V
Política y
práctica del MIR
(1968-70)
El
Comité Central funcionó durante un año y medio en un ambiente fraterno y sin
diferencias políticas. Por consiguiente, es falsa la afirmación -hecha a posteriori
por algunos- de que el III Congreso significó el desplazamiento total de los
antiguos dirigentes y de la política anterior. Por el contrario, los de más
larga militancia tuvimos mayores posibilidades de comunicación diaria, entendimiento
y comprensión respecto de los anhelos de la nueva generación que asumió la conducción
del MIR.
Miguel,
que se había trasladado a Santiago, optó por dejar el trabajo -que, como Médico
ya recibido, ejercía en el Hospital de Neurocirugía de Santiago- para dedicarse
"full time" a la Secretaría General. Poco antes, ocurrió la siguiente
anécdota: el Director del Hospital, el afamado Dr. Alfonso Asenjo, le pidió que
hiciera una presentación-informe sobre el paciente que estaba atendiendo desde
hacía varias semanas. Miguel se preparó a fondo, hizo una exposición brillante
y, como es costumbre en esas reuniones clínicas, un Doctor experimentado le
hizo una pregunta tan difícil que Miguel no supo responder. Según un
médico-testigo que me contó este episodio, Miguel se puso rojo, salió enrabiado
y con el amor propio por los suelos.
A
principios de 1968, en una de las sesiones del Comité Central, Luciano planteó
que el MIR tenía la presidencia y varios vocales de la Federación de Estudiantes
de Concepción, pero que no contaba con ningún profesor militante de nuestro
partido. Por lo tanto pedía que se le diera permiso al compañero Vitale para
que se trasladara a Concepción y, para ser más concreto, al Instituto Central
de Sociología de la Universidad, para lo cual ya se habían hecho las consultas
correspondientes con el Director, Guillermo Briones. Le dije: "mira Luciano,
yo me siento re-bien militando en Santiago, aquí está mi familia, mi compañera
y mi hija, de sólo 9 años...y sabís que más: tengo que revisar el Archivo
Nacional porque quiero seguir escribiendo el tomo II de la Interpretación
Marxista de la Historia de Chile. Así que olvídate de tu proposición y busca
otro profe o capten uno de Concepción". No obstante, con el apoyo del
Bauchi, insistieron hasta que Luciano pidió que se votara su moción. Y me
ganaron... Tres meses después estaba haciendo clases en esa ciudad llena de estudiantes,
comerciantes y empleados, pero me escapaba cuando podía a Talcahuano, Lota y
Coronel.
Allí
me enteré que Luciano era hijo de un militar; poco después de ingresar a las
Juventudes Comunistas, Luciano hizo pareja con Gloria, de la cual tuvo una hija:
Alejandra. Luego de su separación, conoció a uno de sus más grandes amores:
Sandra Lidid, compañera militante del MIR. En el terreno, vi a Luciano moverse
y hablar en las asambleas de la FEC, enfrentar a los "pacos" que querían
entrar a la Universidad, a puñete limpio. Periodistas le sacaron un foto para
un periódico, que nosotros utilizamos para hacer un afiche grande que recorrió
muchas paredes de Chile: con la estampa de Luciano, volteando "pacos"
con golpes de karate. En abril de 1968, Luciano hizo una emotiva carta dirigida
al connotado filósofo Bertrand Russell.
A
mediados de 1968, aprobamos en una reunión de Comité Central un viaje de Luciano
a Cuba con la misión de estrechar relaciones con los encargados cubanos de
América Latina y de entrenarse a un nivel más alto del que tenían nuestras embrionarias
"unidades militares". En La Habana tuvo amores con una cubana, que le
dio un hijo llamado también Luciano. Y regresó a fines de 1968, más convencido
que nunca de que el camino se hace al andar, dispuesto a entregar más tiempo a
la organización partidaria que al movimiento estudiantil, más horas a la
relación con trabajadores y pobladores, más días para viajar con esos mismos fines
al sur del país, al centro, a Santiago y Valparaíso.
A
su regreso de La Habana, Luciano escribió: "Notas sobre la Revolución
Cubana"
(18), donde además de explayarse sobre las experiencias de la primera Revolución
Socialista de América Latina y la "creación de valores nuevos" (p.4),
hizo notables apreciaciones -para un joven como él- sobre la idiosincrasia de los
cubanos, contrastándola con la del chileno: "El cubano es rudo, alegre y
con frecuencia ingenuo, mucho más directo que nosotros. Tal vez de
relativamente poca vocación especulativa o de análisis, pero sí de una gran
capacidad práctica. Es un pueblo muy desinhibido y dueño de sí mismo, sin ese
asfixiante sentido del ridículo que nos caracteriza. El cubano le habla al
extraño como si lo conociera de toda la vida, lo tutea de inmediato, lo
palmotea bien palmoteado (...) Casi la totalidad de las manifestaciones del
carácter del cubano son colectivas y al parecer lo han sido siempre. Lo que
ocurre es que hoy día esta característica está poniéndose al servicio no ya de
una manifestación del carácter del cubano sino de una necesidad: la Revolución
Socialista".
Un
día que Miguel pasó a visitar a sus compañeros penquistas, me invitó a la casa
de su padre. El Bauchi comenzó a "picanearme" para que hiciera una comparación
entre los Carrera y O'Higgins. Los Enríquez eran todos carrerinos, aunque el
Bauchi era menos fanático, pues trataba de entender las limitaciones de ambos
que, condicionados por su clase, estaban imposibilitados de tirarse contra los
terratenientes y hacer la reforma agraria. Calmados los ánimos de los Enríquez,
que seguían lanzando dardos contra O’Higgins, se pasó a otro tema: las
guerrillas de Lautaro. Entonces Marco Antonio desplegó sus conocimientos sobre
los mapuches; mientras explicaba la lucha de guerrillas combinada con la guerra
móvil, Miguel iba mostrando en un mapa los lugares por donde se desplazaban los
mapuches. El Bauchi escuchaba y anotaba, mientras con una ternura infinita
acariciaba la mano de Inés, lejos de la mirada de don Edgardo y la señora
Raquel.
En
esta visita a Concepción, recuerdo que Miguel me planteó la posibilidad de que
profesores simpatizantes del MIR de esa Universidad, hicieran una cotización
mensual para contribuir a la profesionalización de algunos camaradas de
dirección. Esta justa petición demuestra que el MIR no tenía apoyo financiero de
ninguna organización internacional, ya que debía acudir a sus propios militantes
y simpatizantes para poder financiar a un pequeño grupo de compañeros del
Comité Central. En esa oportunidad, le señalé a Miguel: no es conveniente hacerse
asesorar por intelectuales no militantes, como se está haciendo, porque especulan
sin estar ligados al movimiento de los trabajadores. Además, algunos se sienten
utilizados y sin poder de decisión; no es bueno eso. Lo mejor es incorporarlos
como militantes de base para que adquieran experiencias y allí, en las células,
puedan tener la oportunidad de exponer sus ideas, de contrastarlas con la
realidad y de sentirse bien si sus proposiciones, modificadas, son aprobadas,
ejerciendo así un real poder de decisión, que luego las bases entregarán a
nuestra dirección regional y nacional.
En
octubre de 1968 se hizo un Foro en la Universidad de Concepción, a un año de la
despedida del Che Guevara, donde el Bauchi hizo una de sus mejores intervenciones
polemizando con el senador Jorge Montes, del PC. A falta de argumentos, Montes
se retiró insólitamente acusando a Bautista van Schouwen de ultraizquierdista y
de trotskista. El Bauchi le contestó bien parado en el estrado: soy
neo-trotskista y qué, no se vaya, tiene que responder por qué el secretario del
PC boliviano, Monje, traicionó al Che; todavía me falta repetirle lo que dijo
el Che sobre su teoría etapista: "O revolución socialista o caricatura de
revolución".
Otro
día encontré un grupo de estudiantes en los patios de la Universidad de
Concepción, escuchando atentamente párrafos del Che sobre "El Hombre
nuevo". Ahí, rodeado de calor humano, estaba el Bauchi leyendo y
reflexionando: para llegar a serlo no basta con decir soy revolucionario. El
Hombre Nuevo –proseguía el Bauchi con su cálida voz- se va haciendo en la lucha
y recién comenzará a madurar cuando desaparezcan las clases y el Estado, no
antes, compañeros. Pero desde ahora tenemos que forjarlo, empezando por hacer
la revolución dentro de nosotros mismos.
Las
apasionadas opiniones sobre el tema continuaron en el Comité Regional del MIR
de Concepción, del cual Bautista era su secretario general. Desde ese cargo
impulsó una audaz política de respaldo a las luchas del movimiento obrero, especialmente
del carbón, textiles de Tomé, metalúrgicos de Huachipato, pobladores y
campesinos, desde Talca a Puerto Montt. Esa actividad quizá fue la más
brillante que cumplió el Bauchi. Se sentía tan realizado en ella que nos paraba
en las calles para contarnos los avances del MIR en el seno del pueblo. El 2 de
mayo de 1969, estaba radiante: un comando mirista, orientado por él, se había
tomado una radio de Concepción para emitir una proclama en el día de los trabajadores.
Para ese entonces, Bautista van Schouwen era Director de "El Rebelde".
Me
citó a una reunión especial para conversar con Luciano sobre el próximo Congreso
del MIR, en el departamento de la socióloga brasileña Evelyn Pape, obviamente
sin su presencia. Diseñamos juntos las bases de un documento sobre la situación
coyuntural chilena, poniendo el acento en el ascenso del movimiento popular que
se estaba dando en un contexto latinoamericano, caracterizado por "el Cordobazo"
argentino, las huelgas generales de Uruguay y las combativas luchas de los
obreros y campesinos bolivianos. Este es el momento -dijo el Bauchi- para que
el MIR se convierta en un partido con influencia de masas. Pero, para eso
-manifestó Luciano-, necesitamos un reajuste orgánico en que se dé prioridad al
trabajo abierto en los sectores explotados del campo y la ciudad, por encima de
la actividad clandestina que puede llevarnos a un comportamiento verticalista.
Por eso -continuaron ambos- en el próximo Congreso tenemos que proponer al
nuevo Comité Central compañeros que se comprometan a implementar este criterio
de crecimiento de la influencia de nuestro MIR, ya, ahora. Les dije que estaba
de acuerdo y que me comprometía a redactar el documento que habíamos discutido
para que pasara a la discusión que ya se había abierto para el IV Congreso.
Para
hacer este diagnóstico, nos basábamos en los progresos del MIR en el movimiento
sindical, particularmente en la actuación de nuestros delegados al V Congreso
Nacional de la CUT, que se había efectuado en noviembre de 1968, del 20 al 24,
con la asistencia de 2.950 delegados, un sector de los cuales apoyó las proposiciones
de los representantes miristas. Asimismo, en los avances del MIR en el
movimiento estudiantil, al obtener más de 1.300 votos en las elecciones de 1968
de la FECH de Santiago, mientras el PC sacó 3.177 y el PS 1.687. Paralelamente,
el MIR en alianza con la Brigada Universitaria Socialista, volvió a ganar la
Presidencia de la Federación de Estudiantes de Concepción, que recayó en Nelson
Gutiérrez, sucesor de Luciano Cruz, además de 3 consejeros miristas, uno
socialista, 3 de la DC y uno del P. Radical, mientras que el PC no sacó
ninguno. Este ascenso del MIR en el estudiantado se registraba también en Valparaíso,
Ñuble, Temuco, Antofagasta y Coquimbo, además de triunfos en los estudiantes
secundarios. Al mismo tiempo crecíamos en un sector del campesinado de la zona
centro-sur.
La
influencia del MIR se consolidaba en el movimiento de pobladores, hecho registrado
por Humberto Valenzuela: "Nuestro trabajo se centró en el campamento que
se levantó en San Miguel, en la Gran Avenida. Después fue Santa Adriana y Santa
Elena. Posteriormente, en el Campamento ‘26 de enero’, donde se destaca Víctor
Toro, extendiéndose la influencia del MIR en el seno de los pobladores sin
casa" (19).
Mostrando
como de costumbre su incansable actividad política, Miguel hizo en 1968 (enero)
una entrevista en "Punto Final" y en junio un Informe interno sobre
"Situación política nacional y táctica del Comité Regional Santiago",
al mismo tiempo que daba charlas, entre ellas una dada a las bases
estudiantiles de la Universidad de Chile, luego publicada con el nombre:
"¿Qué hacer?". A fines de 1968, publicó en "Punto Final" un
artículo titulado "No a las elecciones. Lucha armada único camino",
que abrió una polémica al interior del MIR, pues muchos militantes sabían que
no estábamos preparados para iniciar ese camino de inmediato y menos
capacitados como para impedir la realización de las elecciones presidenciales,
coyuntura en la cual se visualizaba la presentación de la candidatura de
Salvador Allende, que en anteriores elecciones había logrado el apoyo de vastos
sectores de trabajadores. En todo caso, las bases esperaban dilucidar la
posición acerca de las próximas elecciones presidenciales en el IV Congreso
Nacional convocado para Agosto de 1969.
En
septiembre de 1968, el C.C. del MIR se pronunció correctamente sobre la intervención
armada de la URSS contra la insurgente primavera de Praga, que anhelaba
liberarse del yugo stalinista: "Repudiamos enérgicamente la intervención
militar soviética en Checoeslovaquia. Esta intervención no fue en defensa del
socialismo, que habría estado bien salvaguardado por obreros y campesinos
checos, sino en defensa de los intereses de la burocracia de la URSS, y con un
claro contenido contrario a los procesos de democratización política (...) Hay
también contradicciones en el Partido Comunista chileno: a) Por años, Jorge
Inzunza y todos los dirigentes comunistas, mostraron a Checoeslovaquia como un
ejemplo de cómo un país podía llegar al socialismo por la vía pacífica. ¿A qué
socialismo se llega, que según el PC chileno se justifica que a 20 años después
sea necesario invadirlo para defender ese socialismo? b) La URSS justifica su
invasión por querer el PC checo impulsar un gobierno pluripartidista. El PC
chileno apoya esta intervención. ¿En qué quedan las afirmaciones comunistas en
la revista Principios de luchar en Chile por un `gobierno popular
pluripartidista? (...) Es tarea de las izquierdas del mundo demostrar que ese
(el de la URSS) no es el socialismo por el cual combatimos" (20).
En
ese mismo año empezó a consolidarse el organismo denominado OLAS (Organismo
Latinoamericano de Solidaridad), creado meses antes, y donde jugó un papel relevante
Salvador Allende. Es preciso aclarar que OLAS nunca fue una orgánica
centralizada destinada a promover la lucha revolucionaria continental -como
proclamaban algunos- sino un organismo de solidaridad con la Revolución Cubana
y otros movimientos revolucionarios de América Latina. Consecuente con su posición
latinoamericanista, el MIR apoyó sin reservas la creación de OLAS, al igual que
el ala izquierda del PS, que en el Congreso de Chillán había resuelto un camino
revolucionario para la toma del poder.
Lamentablemente,
la orientación de trabajo preferente en los sectores populares se vio afectado
por la llamada "operación Osses"; es decir, el secuestro por un
comando mirista del periodista del diario penquista "Ultimas Noticias de
la Tarde", Hernán Osses Santa María, en mayo de de 1969. Recuerdo que un
mes antes fui invitado a una reunión donde se discutía qué hacer frente a las
calumnias que lanzaba Osses: "Luciano Cruz es un extremista alocado",
que Bautista van Schouwen "es un maquiavelo" y que el tal Vitale
"se las da de profesor de la Universidad de Concepción, cuando la verdad
es que es un jugador de fútbol, venido de Argentina, cuyo pase se lo disputan
Deportes Concepción y el equipo de Talcahuano". Casi todos los asistentes
aprobaron la idea de raptarlo, cortarle los "pendejos" y luego
tirarlo desnudo al patio de la Universidad durante la fiesta de "los
mechones".
Les
dije que eso era un error porque acusarían al MIR de atentar contra la libertad
de prensa; y agregué: "lo mejor es que tú, Luciano, lo empujes a la pileta
que hay en la Plaza, donde la gente da todos los días "la vuelta al perro"
y con el ridículo que hará el tal Osses chapaleando, basta hermano". No obstante,
hicieron la operación, hecho que utilizó como pretexto el gobierno DC de Frei
para desencadenar la represión y persecución de militantes conocidos del MIR,
que obligó a su dirección a pasar a la clandestinidad, entre ellos a Luciano y
al Bauchi, que eran los más activos en el trabajo de los "frentes de masas"
del golfo de Arauco.
El
Secretariado Nacional del MIR sacó un Boletín Interno, donde criticaba la
"operación Osses", señalando que había sido hecha a sus espaldas, por
lo cual se acordaba intervenir el Comité Regional Concepción. Entonces, cuatro
miembros del Comité Central (con sus seudónimos: Pato, Genaro, Rodolfo y Vasco)
presentaron un documento de fecha 2 de julio de 1969 titulado "Una crítica
al Boletín Interno del Secretariado Nacional" (21), uno de cuyos párrafos
decía: "Una vez más, el Secretariado expresa su ya tradicional y
conservadora praxis de escapismo político. Cuando nuestros militantes
necesitaban una orientación política, el Secretariado gasta 5 páginas de un
total de 6 para comunicar al Partido una serie de informaciones, muchas de
ellas conocidas sobre la operación Osses (...) Nuestro Partido necesitaba un
documento que señalara con precisión cuál debe ser nuestra política concreta de
agitación y acción ante la nacionalización del cobre. Nosotros presentamos un
documento al CC del 18 de mayo sobre el tema, pero el Secretariado jamás lo ha
dado a la publicidad y ni siquiera ha editado otro, ya que si bien aceptaba
gran parte de nuestro planteamiento -y reconocía el valor de nuestra predicción
escrita antes del discurso de Frei del 21 de mayo- tenía algunas reservas que
nunca ha explicitado (...)
"Nuestro
Partido -proseguía el documento- necesitaba ahora un documento donde se
indicara con claridad cuál es nuestra política frente a las actuales movilizaciones
del campesinado y un quehacer frente las
actuales ocupaciones de fundos. En lugar de darle tanta extensión al caso Osses,
¿por qué el Secretariado no aclara los motivos por los cuales no ha continuado
en Chillán la política de ocupación de fundos acordada en la reunión del CC de
mayo? (...) Por otra parte, en el Boletín del Secretariado se llega a afirmar
en forma irresponsable que ‘se planteó por minutos la alternativa MIR versus
Gobierno’. En todo el documento campea una sobreestimación de nuestras reales
fuerzas: en página 2 se afirma que "la situación se tornaba negativa para
el gobierno y cada vez más favorable al MIR"; en la página 5 se sostiene
que, "supimos responder y golpear tanto a las clases dominantes como al
reformismo, porque fuimos capaces de aparecer dando una conferencia de prensa
en la clandestinidad" (!!!).
Desde
su refugio clandestino, una noche, el Bauchi nos vino a ver al Departamento de
Filosofía de la Universidad de Concepción -cuyo Centro de Alumnos era dirigido
por Carlos Villagrán- ocupada por los estudiantes y profesores en huelga.
Recomendó que mantuviéramos la huelga con ocupación hasta lograr los puntos
básicos de la nueva Reforma Universitaria. Como medida de seguridad para mantenernos
en contacto, nos pusimos pseudónimos. Recuerdo que, jugando un poco a los
nombres de personajes históricos, él me puso Santiago Arcos y yo le coloqué el
apodo de José Miguel Carrera Fontecilla. Me preguntó por qué, y le dije que ése
fue el hijo del héroe de la Revolución por la Independencia, que llegó a ser el
líder de la Comuna de Los Libres de La Serena, en la Revolución de 1851 y de
las guerrillas de la zona central, en la revolución de 1859. El Bauchi se fue
feliz con su nuevo pseudónimo.
Esa
huelga universitaria de 1968 fue un test político para la dirigencia de la FEC,
pues su presidente, Nelson Gutiérrez, mirista, y vice, Manuel Rodríguez, socialista,
después de estimular el movimiento se dejaron tomar pasivamente presos y desde
la cárcel llamaron a suspender la huelga sin haberse obtenido ninguna de las
conquistas planteadas, comportamiento de tipo reformista que fue desaprobado
por una gran asamblea estudiantil y criticado oportunamente por muchos
militantes del MIR (22).
La
represión del gobierno de Frei contra el MIR se focalizó en Concepción y
Santiago, donde "fueron detenidos Gastón Salvatore (calificado por la
prensa como lugarteniente de Rudy Deutske), su compañera Giselle Groenewold,
los militantes miristas Patricio Figueroa, Patricio Díaz y Alejandro Dorna (presidente
del Centro de Alumnos del Instituto Pedagógico)"; en Concepción, fueron
detenidos Nelson Gutiérrez (presidente de la FEC), Manuel Rodríguez (vice-presidente
FEC), el periodista y profesor universitario Ricardo Cifuentes Villarroel, corresponsal
del diario "El Clarín" (23).
El
18 de mayo de 1969 presenté el documento que le había prometido al
Bauchi
y a Luciano sobre "La presente coyuntura política de Chile" (24),
puesto a la discusión de las bases que se estaban preparando a nombrar
delegados al IV Congreso a celebrarse 3 meses después. Su primer párrafo decía:
"Es deber de la vanguardia revolucionaria analizar las potencialidades que
caracterizan la actual coyuntura". En la página 10 manifestaba que era
urgente aprovechar la demagógica política del gobierno de Frei de
"nacionalización pactada del cobre" para levantar "nuestras
auténticas banderas antiimperialistas y anticapitalistas (...) El Partido debe
llamar a los obreros, campesinos, pobladores y estudiantes a exigir, a través
de sus organizaciones, no sólo la Nacionalización de la Anaconda sino de las
principales empresas imperialistas, tanto del cobre como de Teléfonos y
Electricidad (...) Centrar nuestra política en torno a esta emergencia de
eventuales nacionalizaciones en que la agitación antiimperialista aparece
relevante, no significa desligarnos de la lucha por las reivindicaciones transitorias
sentidas por los trabajadores, sino integrarlas al proceso dinámico en torno a
la consigna de EL COBRE CHILENO PARA TIERRA, TECHO Y PAN".
Acompañé
este documento con otro presentado en abril sobre actualización de la
"Tesis Insurreccional", adecuándola al "momento presente de las
luchas latinoamericanas", sobre todo para "coordinar la acción de los
grupos revolucionarios, medida que en nuestro partido aún no ha pasado del
nivel de la mera propaganda. Una de las tareas centrales es buscar los nexos
necesarios para promover una Conferencia Latinoamericana clandestina con
movimientos afines que elabore una estrategia y táctica más precisa a nivel
continental".
El
documento finalizaba: "Durante los dos últimos años han cobrado relieve grupos
clandestinos que realizan acciones de sabotaje, expropiación de bancos y secuestros
de burgueses, como los realizados por los Tupamaros de Uruguay y el grupo
brasileño de Marighela. Una cosa es realizar esporádicamente alguna acción de
este tipo, como expropiaciones de bancos, medida con la cual estamos de acuerdo,
y otra es concentrar los mejores recursos militantes en esta tarea, decisión
táctica que realizada antes de que el partido haya logrado una penetración
profunda en el movimiento obrero y campesino, coarta las posibilidades de
establecer cordones umbilicales con los oprimidos. Así se retarda en lugar de
acelerar el inicio de la insurrección, porque el grupo clandestino que ha
quemado las naves tiene posibilidades muy limitadas para hacer un trabajo de
penetración política. Acosado en las ciudades por la represión, el grupo sufre
un proceso irreversible hacia una secta conspirativa que en un acto desesperado
puede abrir un foco guerrillero desligado de los explotados, cuyo trabajo
político previo no ha podido efectuar, reiterando los errores y fracasos de
otros grupos latinoamericanos. Las acciones directas efectistas pueden ganar
cierta influencia difusa de simpatía, pero no cumplen el papel de organizadores
de las masas, puesto que dichas acciones no se dan con y junto a la clase
trabajadora sino que, consciente o inconscientemente, pretenden sustituirla".
Las
bases seguían discutiendo el controvertido artículo de Miguel titulado ‘No a
las elecciones. Lucha armada único camino’. No podría afirmar qué cantidad de
delegados al IV Congreso Nacional, convocado para agosto de 1969, estaban por esa
posición o por la necesidad de participar apoyando críticamente la candidatura
popular de Salvador Allende; lo que sí puedo sostener es que existía un
apreciable número de dirigentes de base y de dirección que estaban disconformes
por la tendencia verticalista abierta en la clandestinidad, a raíz de las
consecuencias de la "operación Osses", impuesta sin discusión por el Secretariado
Nacional integrado por Miguel, Edgardo, el Tito Sotomayor, el chico Pérez y
Sergio Zorrilla.
Asimismo
estaban en una posición crítica a la Dirección, militantes miristas que se
habían formado en la ex-VRM, jóvenes ex-comunistas y ex-socialistas, como
Danton Chelén, Winston Alarcón, además de Alvaro Rodas y Vallespir, otros que
seguían al Rafa Ruiz -que a fines de 1969 se separó del MIR, creando el MR2-,
además de militantes destacados de Concepción, como Nahuel, Edgardo Condeza,
uno de los "tres chanchitos" y, fundamentalmente, la mayoría de los
líderes sindicales de Santiago. Algunos de los mencionados criticaban el criterio
verticalista del Secretariado porque, entre otras cosas, habría trabado el
ingreso al MIR de jóvenes comunistas y socialistas, como Cochin y compañeros, que
precisamente estaban dispuestos a romper con su partido por las órdenes cupulares
de sus dirigentes.
Otros
militantes estaban disconformes por las reiteradas declaraciones de boicot ante
las próximas elecciones presidenciales, decisión que no había sido puesta a
discusión ni votada democráticamente por las bases. Un número apreciable de
células no estaba de acuerdo con la prioridad que se estaba dando a las
"unidades militares", en desmedro del trabajo en los sectores
populares. Es probable que los que proveníamos del trotskismo hayamos cometido
errores, como los de hacer críticas muy ácidas y, a veces, inoportunas, pero
nadie, ni siquiera Miguel, nos acusó de haber formado una fracción dentro del
MIR.
En
síntesis, en conocimiento de los delegados ya designados, el Secretariado
presentía que podía perder el IV congreso o ganar por un estrecho margen.
Capítulo VI
La
división del MIR (27-julio 1969)
Estábamos
en plena preparación del IV Congreso, fase en la que ya habían sido elegidos
numerosos delegados de base -entre ellos, los de las unidades militares para
cuya supervisión fui designado a proposición de Luciano y el Bauchi- cuando en
la reunión del Comité Central del 27 de julio de 1969, Miguel anunció que ese
día se dividía el MIR, argumentando que era más conveniente que nos separáramos
porque las diferencias respecto de las elecciones eran muy grandes; que el MIR
tenía que continuar las expropiaciones para acelerar la preparación para
iniciar la lucha armada.
Seis
miembros sobre quince del CC señalamos que esos puntos no eran razones de peso
como para dividir un partido en crecimiento que nos había costado años en
formarlo. Y también que estábamos dispuestos a firmar un documento de apoyo a
las expropiaciones, en función de utilizar esas recuperaciones de dinero en los
frentes de "masas" y en el trabajo en los Comités de Base
Independientes de la candidatura popular de Allende. Por lo demás, recordamos
que las primeras expropiaciones las hicimos los que proveníamos del trotskismo,
particularmente el asalto a una armería donde conseguimos las primeras armas
para el MIR.
La
discusión prosiguió, aunque de una extraña manera: 9 miembros se fueron a un
segundo piso y 6 nos quedamos abajo. Una hora después, bajó Miguel, y me dijo
aparte: nosotros no los echamos, queremos separarnos como amigos, pero queremos
que tú, Lucho, te quedes con nosotros. Obviamente, le dije que no aceptaba
divisiones a nivel de cúpulas y que el IV Congreso a realizarse en tres semanas
más era el que tenía que zanjar democráticamente el problema.
Años
más tarde, el "conejo Grez", un día antes de ser fusilado en el campo
de Concentración en que estábamos, me despertó una noche de mayo 1974 para decirme
algo importante: "que en julio 1969 cuando los 9 miembros del Comité Central,
entre ellos él, se fueron a arriba, a otra habitación, acordaron la división
pero Miguel decidió una votación para que Lucho se quedara en el MIR". Para
mí, esa confidencia me produjo alegría porque era una forma de reconocimiento,
pero ese estado de ánimo derivó en tristeza, cuando a las pocas horas
escuchamos las detonaciones que terminaron con la vida del "conejo"
Grez en uno de los rincones del Estadio Chile, en el mismo lugar donde vimos
fusilar a Víctor Jara a mediados de septiembre de 1973.
En
fin, así se nos iba el "conejo Grez", uno de los militantes mejor preparados
política y militarmente del MIR, sin retacear jamás su entrega por la Revolución,
especialmente en la zona del golfo de Arauco, de Concepción hasta Puerto Montt;
compañero y amigo del alma de Luciano y el Bauchi, que renunció al Comité
Central del MIR para acelerar el proceso insurreccional durante el gobierno de
Salvador Allende, sin comprender la nueva coyuntura que se había abierto con el
triunfo de la UP, error que lo condujo a orientar el atentado a Pérez Zujovic
en 1971.
Tres
años después fue torturado en la "casa de las campanas", en la calle Londres,
frente a la Iglesia San Francisco, donde le hizo la última jugada a los milicos:
uno de ellos, sabiendo que Grez sabía de armas le ordenó que arreglara un
instrumento de tortura que se había trabado. El "conejo" lo arregló
-con esa su pillería acostumbrada- de una manera tal que cuando el torturador
empezó a usarlo se ahogó con el gas que sabiamente el "conejo" había
dejado escapar. Me contó riendo este paso temerario en el campo de
concentración, porque no arriesgaba nada, pues sabía que los milicos habían
decidido fusilarlo; y esa fue su última
"vendeta". Así murió "el conejo" Grez, como un
revolucionario, como siempre lo fue.
Volviendo
al 27 de julio de 1969, es preciso decir, aunque parezca increíble, que sólo 9
miembros contra 6 del Comité Central decidieran dar un paso tan trascendental
como fue la división del MIR, sin esperar la opinión de las bases que un mes
después estaban convocadas al IV Congreso Nacional y con sus delegados ya
designados; Congreso que por lo demás se realizó 20 años después, en el exilio,
que sancionó la división en por lo menos tres MIR, encabezados respectivamente
por el grupo liderado por Pascal, el orientado por Gutiérrez y el dirigido por
Aguiló.
Cabe
entonces preguntarse varias cosas: ¿por qué el Secretariado no esperó un mes la
decisión democrática del IV Congreso de agosto de 1969? ¿Era tan urgente
dividirse cupularmente un mes antes? ¿Por qué el MIR no realizó dicho Congreso
durante el gobierno de la UP, cuando estaban todas las condiciones políticas
para efectuarlo con el conocimiento público de todos los movimientos sociales y
de las bases radicalizadas del PS?
El
porcentaje de miembros del Comité Central de julio 1969 que se opuso a la
división (6 de un total de 15 miembros) se reflejó luego en la renuncia de aproximadamente
el 30% de sus militantes, que no se fueron a la casa sino que formaron el MIR
(FR), luego Frente Revolucionario, el MR2, la VOP, otros grupos menores y
militantes individualmente descontentos.
A
mi juicio, el MIR cometió uno de los mayores errores políticos de su historia
al no llamar a votar por la candidatura popular de Allende, insertándose en las
bases de sus miles de comités independientes, de los cuales pudo haber emergido
como un partido de cuadros con gran apoyo e influencia en los sectores
populares y en las bases de los partidos de izquierda. Sus 2.500 militantes
podrían haberse multiplicado si se hubiera acordado esa posición táctica.
CAPÍTULO VII
La política
del MIR frente a las elecciones
presidenciales de 1970
Poco
antes de las elecciones de septiembre 1970, viendo el fracaso de su política de
boycot, el Secretariado del MIR llamó a no votar por Alessandri, pero nunca se
pronunció abiertamente y sin ambigüedades por el apoyo, aunque fuera crítico, a
Salvador Allende, actuando de hecho a contracorriente de la mayoría popular de
obreros, campesinos, pobladores y capas medias asalariadas que deseaban
ardientemente un cambio radical hacia un prometido socialismo.
Enfrentado
a la victoria de Salvador Allende, recién el 15 de septiembre de 1970, el MIR
emitió una declaración pública, reproducida por los diarios y la Revista
"Punto Final", donde -sin hacerse la más mínima autocrítica- llamaba
a defender el triunfo popular y a no transar con las exigencias de
"Garantías Constitucionales" impuestas por la DC para votar en el
Congreso Pleno por el candidato de la UP.
Respondiendo
a un articulista de "El Siglo", la revista "Punto Final", filo-mirista,
manifestó: "Los partidarios de la vía pacífica sólo han demostrado -con
apoyo de quienes discrepan- que una coalición de izquierda puede ganar una elección
planteando como programa iniciar la construcción del socialismo. Correcto.
Tenían razón en el caso chileno. Sin embargo, esa posibilidad nunca fue puesta
en duda por la izquierda revolucionaria. Si lo que se busca es un laurel
teórico, concedido" (25). Sin comentarios...
Por
su parte, el Frente Revolucionario, integrado por centenares de militantes
expulsados por el MIR, acordó dar un apoyo crítico a la candidatura popular de
Salvador Allende integrándose a algunos de los 20.000 comités independientes
allendistas que existían; posición similar adoptaron de manera individual o en
pequeños grupos los militantes que se fueron del MIR.
A
su vez, el Partido Comunista Revolucionario (PCR), de orientación pro-china,
decidió abstenerse en las elecciones en base al criterio de que votar por Allende
era apoyar a un candidato burgués reformista.
Capítulo VIII
La praxis
del MIR durante el gobierno de Allende
(Falta
contexto: significado triunfo de la UP; medidas de Allende; política de la
oposición)
Praxis
del MIR bajo el gobierno de la UP
1)
Orientación general para todo el período
2)
Actuación del 4 de set. al 4 de nov. (mi doc. entregado al MIR)
3)
Conato golpe y asesinato Schneider
4)
Trabajo de masas. Crítica de Valenzuela
5)
Participación en elecciones, en alianza con IC., Linares
6)
Penetración en sectores de FF.AA.
7)
1971: muerte de Luciano - Conversación con el Bauchi en velorio
8)
1972: Elecciones CUT: FTR (alianza MIR-FR y otros) que eligen a Alarcón.
8)
1972: Elecciones a Rector - Reunión MIR y FR.
9)
Ruptura de Clotario Blest con el MIR
10)
1973, campaña de agitación contra el golpe y trabajo de penetración en FFAA:
marineros de Valparaíso.
10)
Posición ante el tanquetazo de Super.
11)
Posición MIR: con fracaso del tanquetazo no habrá golpe.
12)
Ruptura de Alarcón (dirigente CUT), Zorrilla (dirigente centro estudiantes Pedagógico)
y Riera (director "El Rebelde"), que forman "Correo
Proletario"
Capítulo IX
El MIR
durante y después del golpe militar hasta la muerte de Miguel
1)
el día del golpe: los cuadros del MIR enfrentan en poblaciones y algunas fábricas
del cordón Vicuña Mackenna y otros. Reunión en San Miguel con PS: entierro de
armas para desenterrarlas cuando sea oportuno.
2)
Dificultades de la clandestinidad. Actitud de Vergarita del Regional Concepción.
Las llamadas Casas de Seguridad. Muerte de militantes, como el chico Pérez y
otros. Caída del Bauchi (ver libro sobre su muerte)
3)
Error de análisis al señalar que con la huelga de los trabajadores del Metro puede
iniciarse una recomposición sindical.
4)
Intento de reorganización
5)
Cerco a Miguel y muerte: testimonio de Carmen Castillo.
Aquí
termina la contribución de este investigador-testigo de época, quien a pesar de
las diferencias, apoyó las acciones comunes con el MIR a través de su
integración al FTR, FER y Movimiento de Pobladores y otras acciones durante el
gobierno de la Unidad Popular. Mi último mensaje a Miguel, desde el campo de
concentración del Estadio Chile, en junio 1974, por intermedio de un compañero
preso que salía en libertad, fue:
"sigue combatiendo, con la valentía de siempre, pero a
sabiendas de que ésta no es sólo la derrota del proyecto de la UP, sino la
derrota de todo un pueblo, que nadie puede pronosticar cuántos años tardaremos
en superarla.”
Notas
1)
Escrito inmediatamente después de salir del Campo de Concentración de Chacabuco
y reelaborado en Caracas, en la publicación citada, Universidad Central de
Venezuela, 25 de mayo de 1979.
2)
LUIS VITALE: Interpretación marxista de la Historia de Chile, tomo VI: De Alessandri
P. a FREI M., Ed. LOM, Santiago, 1998, p. 344.
3)
Consultar este Documento en el Archivo del Instituto de Investigación de Movimientos
Sociales "Pedro Vuskovic", Santiago.
4)
Entrevista a Marco Antonio Enríquez E. efectuada el 2-02-1999 en París por dos
estudiantes de Valparaíso.
5)
CARLOS SANDOVAL A.: M.I.R (una historia), Sociedad Editorial "Trabajadores",
Santiago, 1990, tomo I, p. 7.
6)
Archivo del Instituto de Investigación de Movimientos Sociales "Pedro Vuskovic",
Santiago.
7)
Este documento me lo hizo conocer Andrés Pascal a fines de 1986 en Buenos Aires
cuando me solicitó una entrevista acerca del contexto político chileno y, en
especial, de la izquierda antes del Congreso de Fundación del MIR. La copia de
los cassetes de dicha entrevista obran en mi poder.
8)
Declaración de Principios del MIR, Primera Edición, Santiago, septiembre 1965,
en Archivo del Instituto de Investigación de Movimientos Sociales "Pedro Vuskovic".
9)
MIGUEL ENRIQUEZ: reportajes sobre "La situación política peruana", en
revista "Punto Final", Santiago, 1967.
10)
En revista "Punto Final", Nº 394, p. 17, mayo 1997. Dicha afirmación,
Cabieses la repite en la nueva edición del "Diario del Che",
publicada por Ed. LOM-PF, 1997, p.10.
11)
Reportaje a Marco Antonio, ya citado, p. 6.
12)
CARLOS SANDOVAL: obra citada, p. 38.
13)
EDGARDO ENRIQUEZ E.: Reportaje del 28 de julio de 1972, reproducido en Documentos
Internos del MIR, p. 183. En ese momento, Edgardo era miembro de la Comisión
Política del MIR.
14)
CARLOS SANDOVAL: obra citada, p. 36.
15)
MIGUEL ENRIQUEZ: Antecedentes del MIR, Documentos Internos, p. 173, citado por
C. SANDOVAL: op. cit., p. 37.
16)
HUMBERTO VALENZUELA: Historia del movimiento obrero chileno, página 132, publicado
por ISP Verlag, Alemania, 1977, cuyos originales fueron escritos en 1972. Este
ha sido hasta hoy el primer libro sobre la Historia del movimiento Obrero
chileno, escrito por un obrero.
17)
Documento presentado al III Congreso por Luis Vitale: ¿Adónde va Chile?, p. 6,
redactado en septiembre de 1967 y puesto a discusión de 8las bases en la fase preparatoria
al Congreso.
18)
LUCIANO CRUZ: "Notas sobre la Revolución Cubana", en revista
"Polémica Universitaria", Nº3, enero 1969, p. 2, Federación de
Estudiantes de Concepción, número en Homenaje al 10º aniversario de la
Revolución Cubana.
19)
HUMBERTO VALENZUELA: Historia del movimiento obrero chileno, redactada en 1972
y publicada por ISP Verlag, Frankfurt (Alemania) en 1978, p. 134.
20)
Declaración del MIR sobre los sucesos de Checoeslovaquia, en "El
Rebelde", septiembre 1968.
21)
Vasco, Genaro, Rodolfo y Pato: "Una crítica al Boletín Interno del Secretariado
Nacional", 2 de julio de 1969; puede consultarse en el Archivo del Instituto
de Investigación de Movimientos Sociales "Pedro Vuskovic".
22)
LUIS VITALE: Una praxis verdaderamente reformista. La huelga universitaria de
1968 de la FEC, Concepción, 1968, 18 páginas. Puede consultarse en el Archivo del
Instituto de Investigación de Movimientos Sociales "Pedro Vuskovic".
23)
CARLOS SANDOVAL: obra citada, p.50.
24)
Documento presentado por Luis Vitale al CC del MIR para la discusión del IV
Congreso Nacional, abril 1969, en Archivo del Instituto de Investigación de
Movimientos Sociales "Pedro Vuskovic".
25)
Revista "Punto Final", Nº 113, p. 5, 15 de septiembre de 1970.
Extraordinaria contribución. Estoy preparando una recopilacion de distinto materiales relacionados acerca de la Historia, la Memoria y los miristas que han desempeñado un rol destacadao en nuestra Historia Reciente. Muchas gracias.
ResponderEliminarLa idea, precisamente, es hacer una contribución a la reconstitución histórica de los aportes del MIR. Muchas gracias, Adriana, por tu comentario.
ResponderEliminarFraternalmente,
CAD