“¿Qué se oculta bajo las sotanas del informe
Sename II?”
Por Alejandro Lavquén, en Cooperativa
–public. 8/7/17
Tras el rechazo, en
la Cámara de Diputados, del informe de la Comisión Investigadora Sename II,
“documento que [según informa la prensa] expone las conclusiones de los
parlamentarios tras indagar la forma en que las autoridades atendieron las
propuestas planteadas por la primera comisión investigadora sobre la materia en
2014”, las acusaciones entre parlamentarios de gobierno y de derecha no se
hicieron esperar.
El
cuestionamiento principal vino de parte de la derecha, que acusa a la Nueva
Mayoría de haber salvado del knock out a la ex ministra de
Justicia, Javiera Blanco, acusada en el informe de ser la culpable del
empeoramiento de las condiciones al interior del Sename debido a su
“negligencia inexcusable” que provocó “agravar la crisis histórica” de la
institución.
Evidentemente
culpa tiene, lo mismo que los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos, Piñera y los
dos de Bachelet. De la dictadura ni hablar, ya que el Sename fue creado
en 1979 y entró en funciones en enero de 1980. De los horrores ocurridos allí
entre 1980 y 1990 la derecha, como cómplices directos de la dictadura, aún no
responde. (En Chile, gracias a la Concertación primero y la Nueva
Mayoría después, la derecha no responde por nada, y tiene tanta o más
tribuna pública que durante la dictadura).
Al
leer u oír las declaraciones de parlamentarios, gobierno y oposición, producen
en principio confusión, pues son ambiguas, dan cuenta de cambios de opinión, de
presiones indebidas, contradicciones, etc.
Por
su parte, los medios de comunicación resumen todo, abierta o solapadamente, en
que el informe se rechazó, gracias a los votos de la Nueva Mayoría, para salvar
a la ex ministra Blanco. ¿Pero, es eso lo de fondo? ¿Qué hubiese pasado si se
aprueba el informe?
Claramente
nada de lo que no haya pasado antes en casos similares. La ex ministra no
habría ido a la cárcel, no habría perdido sus granjerías económicas y en unos
meses más nadie se acordaría del tema. Pero…, sí se habría validado un “informe
falso” como expuso el diputado Saffirio, un informe pactado entre la Nueva
Mayoría y la derecha para bajar el perfil a lo de fondo y defender oscuros
intereses de variado tipo, relacionados con políticos, prebendas económicas y
miembros de la iglesia. (Para el caso, recomiendo leer el libro Mi infierno en el Sename [ansias de libertad] de Edison Llanos, una víctima directa de los abusos).
Es
decir, se habría aprobado un informe blanqueado. Existiría una culpable
“castigada” y misión cumplida. Pero, ¿qué pasó? Al parecer, a alguien le salió
el tiro por la culata. Algo ocurrió en el camino, provocando la ruptura del
malévolo acuerdo. Por lo tanto, los sentidos discursos, emociones, lágrimas,
recriminaciones y furias serían sólo una demostración más del cinismo al que
nos tienen acostumbrados los políticos chilenos.
Tratemos
de desentrañar entonces, sobre la base de las declaraciones y hechos de los
propios involucrados, lo que pudo haber sucedido. Todo indica que la
derecha, entusiasmada, habría decidido no conformarse con el pato de la
boda escogido para la ocasión, dando luces de que iría más allá
aprovechando la coyuntura. Es decir, iría tras un objetivo mayor: la
Presidenta.
Dado
esto, obviamente la Nueva Mayoría reaccionó y rechazó el informe. Por ejemplo,
Camila Vallejo en la comisión votó a favor y en la sala se abstuvo. Por su
parte, al diputado Ramón Farías no le quedó más que tratar de zafarse del
embrollo despotricando contra el rechazo y apareciendo como el máximo defensor
de los niños víctimas del Sename. Existen testimonios de que Farías fue uno de
los que intentó que el informe fuese lo más blanqueado posible. ¿Cargo de
conciencia? La bolsa de gatos que se formó después todos la conocen.
¿Qué
se debió haber hecho? En mi opinión, la comisión debió ocuparse, en un
principio, exclusivamente de indagar y denunciar a quiénes cometieron los
abusos contra los menores (torturas, violaciones, muertes, etc.) con nombre y
apellido, ante los tribunales de justicia.
Dar
los nombres de los dueños o administradores de las Ocas (Convenios Organismos
Colaboradores del Sename) así como los nombres de las religiosas y sacerdotes
mencionados en los testimonios de las víctimas.
Luego,
en un segundo informe, haber desarrollado el cuestionamiento a las autoridades
políticas, a todas, no sólo a la ex ministra Blanco. Esta manera de hacer las
cosas habría sido una señal de transparencia y demostración de que sí existen
intenciones reales encaminadas a solucionar definitivamente el problema del
Sename.
Se
habría evitado, creo yo, todo el show que conocemos, mientras los culpables de
los abusos sonríen en sus guaridas.
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