Los ciudadanos colombianos votaron en un 50,22 por ciento por el No al plebiscito que refrendaba el acuerdo de paz firmado por el presidente colombiano Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC–EP)
En TeleSurTV
–public. 3/10/16
En tanto que el
49,78% votaron por el Sí para ratificar la firma de dichos acuerdos. El
resultado prácticamente generó un empate técnico. Las tendencias en términos
generales días previos a la votación daban un resultado favorable para el Sí.
En la realidad del 2 de octubre de 2016, fue otro el resultado. Por una mínima
ventaja, el número de votantes no votó por la paz. Aunque conviene identificar
que lo más resaltante fue el alto abstencionismo (62,6 por ciento). Fueron a
las urnas únicamente el 37,41 por
ciento, es decir, un poco más de la tercera parte de los votantes. Esto sumó la
cantidad de 12 millones 800 mil 004. El
total de los convocados a votar fue de 34 millones 899 mil 945 personas que
tenían derecho a ejercer su voto.
Algunos
factores en el alto abstencionismo (el mayor registrado en la historia
colombiana), tuvo varios elementos. Uno de ellos fue la concurrencia de las
torrenciales lluvias generadas por el paso del huracán Matthew en las costas
del Caribe colombiano. Otro fue de índole política, tal como resultó el exceso de confianza de que ganaría
el voto por la paz. Una más fue la inercia de los sectores más apáticos y
despreocupados políticamente que dejaron de manifestarse, en buena medida por
el impacto mediático e ideológico de la campaña del No. Todo ello seguramente
le brindó el triunfo a las fuerzas antipacifistas y uribistas en virtud del
alto abstencionismo. Así como la
desconfianza y poca credibilidad de amplios sectores sociales en los procesos
electorales y en los políticos tradicionales.
Recordemos
que el 26 de septiembre en Cartagena de Indias se realizó un magno evento para
la firma del acuerdo de paz, donde
acudieron los actores de la firma e invitados especiales tanto de Colombia y de
diversos países del mundo, entre ellos quince
destacados mandatarios latinoamericanos y el Secretario General de la
ONU, entre otros.
Todo hacía suponer que los gritos y protestas que el ex presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) vociferaba al exterior de donde se realizaba el acto de la firma, eran las últimas patadas de ahogado que tiraba ese dirigente de la ultraderecha latinoamericana. Pero no fue así, su embestida contra la paz en Colombia ganó la primera partida. Sin duda faltarán otras oportunidades donde la mayoría del pueblo colombiano podrá decidir su futuro en torno a la construcción de la paz.
Todo hacía suponer que los gritos y protestas que el ex presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) vociferaba al exterior de donde se realizaba el acto de la firma, eran las últimas patadas de ahogado que tiraba ese dirigente de la ultraderecha latinoamericana. Pero no fue así, su embestida contra la paz en Colombia ganó la primera partida. Sin duda faltarán otras oportunidades donde la mayoría del pueblo colombiano podrá decidir su futuro en torno a la construcción de la paz.
El
contexto en el que se ha dado una fuerte confrontación política entre el
senador Álvaro Uribe Vélez y el presidente Juan Manuel Santos, nos refiere a
identificar que los dos son los principales actores políticos en el marco del
país sudamericano. Pero también es una
confrontación que tiene como cabeza más visible al ex mandatario colombiano Álvaro Uribe Vélez frente a otros
países y fuerzas progresistas de la región latinoamericana. Pensemos que Uribe
representa y unifica a los sectores más ultraconservadores y reaccionarios de
la derecha latinoamericana. Los intereses del dirigente del Partido Centro
Democrático, se encuentran asociados a la continuidad del conflicto bélico en
el territorio colombiano pero también en generar otros escenarios de conflicto
en la región. Previos días a la votación del plebiscito el presidente Santos
afirmaba: "ustedes votan el 2 de octubre y gana el Sí, al día siguiente
desaparecen las FARC-EP. Así de sencillo" (Telesurtv.net, 15/09/16).
Sin
embargo, eso no aconteció. En el acuerdo de paz y que es fondo del conflicto lo
que se busca por las partes (gobierno colombiano y las FARC-EP), es ponerle fin
a confrontación armada que lleva más de 52 años guerra, conflicto
político-militar que superó en años a la
guerra de castas que en México en el siglo XIX se prolongó por 50 años. Las
estimaciones señalaban que la guerra en Colombia suma al menos 260 mil muertos,
45 mil desaparecidos y 6,8 millones de desplazados. En este escenario, si se
prefiere, al ganar Uribe Vélez nos encontramos con el “Donald Trump
latinoamericano”, ya que representan ambos los mismos intereses de la reacción
continental y de la política belicista.
Pensemos
que esta lucha política entre Santos y Uribe ha contado con diversos escenarios
políticos. Por ejemplo, durante la pasada elección presidencial de 2014, los
sectores del partido conservador se dividieron a favor y en contra de Santos.
Así, 47 congresistas de esa bancada expresaron su respaldo a la reelección del
mandatario colombiano, mientras que la ex candidata Marta Lucía Ramírez y otros
38 parlamentarios dieron su apoyo a Zuluaga el candidato presidencia de las
fuerzas uribistas. Finalmente en aquellas elecciones ganó el presidente Juan
Manuel Santos y perdió el candidato de Uribe. En aquellos comicios
presidenciales en que resultó victorioso el presidente Santos, en buena medida
logró la victoria al agrupar a diversos sectores, particularmente a aquellos
que pugnaban por una salida pacífica al conflicto militar. Álvaro Uribe Vélez,
así figuró como su principal adversario, pero también de otros mandatarios
latinoamericanos. Por ejemplo, en marzo de 2008 con los ataques militares que
Uribe ordenó realizar en Sucumbios (Ecuador) asesinando a guerrilleros y estudiantes mexicanos a la par de violentar
la soberanía ecuatoriana. En aquellos momentos Uribe se enfrentó con el
presidente ecuatoriano, Rafael Correa, en distintos frentes políticos y
diplomáticos. Como también lo hizo contra el presidente venezolano Hugo Rafael
Chávez Frías y Evo Morales.
Así,
los intereses de Uribe Vélez son los mismos de la industria de la guerra y de
las mafias organizadas en la región latinoamericana. Él es uno de los
principales cabecillas. Su radio de acción es mucho más amplio. Su manifiesto
respaldo a la oposición antichavista da cuenta de ello. Los intereses que
defiende para querer prolongar la guerra en territorio colombiano tienen varias
aristas. “El costo para financiar la guerra en Colombia ha sido de
aproximadamente 179 mil millones de dólares, cantidad que lo ubica en la lista
de los 10 países que más invierten en la guerra” (Telesurtv.net, 26/09/16). Otra
de las ganancias de los guerreristas es impedir la reducción del gasto y
presupuesto militar de Colombia. Pensemos que “todos los gastos de paz
dedicados a excombatientes en los próximos 10 años son inferiores a lo que se
ha gastado en guerra cada seis meses” (Telesurtv.net, 26/09/16).
De
igual manera, Uribe defiende los intereses de los grandes terratenientes que
siempre han impedido una reforma agraria en Colombia. El acceso a la tierra
para los campesinos que se aglutinan entorno a la guerrilla colombiana, es el
primer punto de los acuerdos de paz. Por eso las fuerzas uribistas con su
discurso son las más empeñadas en evitar que se desarrolle el acuerdo de paz.
No quieren el desmantelamiento del aparato militar del ejército colombiano (el
segundo más grande de América Latina con 250 mil efectivos, los activos de la
guerrilla no llegan a siete mil) su gran negocio es la industria de la guerra y
los cuantiosos recursos que ella genera.
De igual manera el uribismo tiene nexos con otras actividades de la economía
sumergida (narcotráfico, crimen organizado, etc.) así por ejemplo, en sus
agrupaciones políticas se aglutinan ex paramilitares y las fuerzas políticas y
económicas más regresivas de la sociedad colombiana. El uribismo lo que menos
pretende es la modernización de la
economía, la vida política y social. Incluso su discurso arcaico de acusar al
“castrochavismo” es una forma más de sus provocaciones y de justificar el
accionar de la más cavernaria ultraderecha latinoamericana. Así, el
estancamiento de las fuerzas productivas impide que el PIB colombiano se
duplique como lo considera “la Organización de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) y el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos
(Cerac) muestra que el PIB se duplicaría cada 8,5 años sin conflicto y no cada
18,5 años, como ocurre actualmente” (Telesurtv.net, 26/09/16).
Incluso
se argumenta que: “El costo total de la Jurisdicción de Paz en los próximos 10
años acordada durante las negociaciones en La Habana, Cuba, equivale al gasto
de un mes de guerra” (Telesurtv.net, 26/09/16). De ahí que los intereses de las
fuerzas que votaron por el No, son las que prefieren seguir en la dinámica
parasitaria del conflicto. Estas fuerzas hacen de la guerra un negocio
extraordinario para sus intereses expresados en la economía subterránea. Sin
embargo, tarde o temprano las fuerzas más dinámicas y reformadoras de Colombia
lograrán cambiar ese dramático escenario. Seguramente van a construir pese al
empecinamiento de los sectores más retrógrados,
un camino estable para la paz y un desarrollo social y político más
incluyente. Es decir, ganar al abstencionismo y dar mayor credibilidad al
ejercicio de la democracia participativa.
Colectivo Acción Directa Chile
-Equipo Internacional
Octubre 4 de 2016
No hay comentarios :
Publicar un comentario