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lunes, 24 de octubre de 2016

ANDRES FIGUEROA: CHILE Y LA CRISIS DE LA ‘DEMOCRACIA REPRESENTATIVA’


“Chile y la crisis de la democracia representativa. Elección de alcaldes y concejales: 66 % de abstención”

“(…) la crisis de legitimidad de la democracia liberal chilena tiene una historia. Los gobiernos civiles pos-dictadura han fundado sus administraciones en la inexistente participación de la población en las decisiones relevantes del país. He allí una de sus causas orgánicas.”

Por Andrés Figueroa Cornejo

El domingo 23 de octubre de 2016 se realizaron las elecciones municipales en Chile. De acuerdo al calendario del sistema político dominante, las personas que fueron a sufragar escogieron a los alcaldes y concejales de las 345 comunas en las que está organizado administrativamente el país andino.

Más allá de la “corrección” del sistema binominal (que permitió una multiplicación de candidatos, pactos y subpactos); y más allá de los errores de la empresa que implementó el nuevo software sobre las locaciones para las elecciones municipales 2016, y más allá de la inscripción automática y el voto voluntario, en los actuales comicios destacó la tendencia estructural del abstencionismo respecto de las y los electores habilitados para votar.

Hoy existen más de 14 millones de personas habilitadas para votar, pero sólo concurrieron a las urnas alrededor de un 34 % (poco más de 4,5 millones de personas), lo que corresponde a una abstención histórica.

De todos modos, en la última elección de alcaldes y concejales de 2012, ya se presentó una abstención de un 59.1%. Y en las elecciones presidenciales (2014), la actual Presidenta Michelle Bachelet obtuvo alrededor de poco más del 25 % del electorado habilitado para sufragar.

Muchos ‘analistas’ atribuyen la abstención a los casos de corrupción de buena parte de los miembros del sistema político chileno. Sin embargo, la revelación sistemática del pago de grandes capitalistas a miembros de cargos ‘de servicio público’ vía sufragio, es posterior a la inauguración de la tendencia abstencionista.

En este sentido, la crisis de legitimidad de la democracia liberal chilena tiene una historia. Los gobiernos civiles pos-dictadura han fundado sus administraciones en la inexistente participación de la población en las decisiones relevantes del país. He allí una de sus causas orgánicas. Incluso los partidos tradicionales chilenos, paulatinamente, se han transformado en ‘bolsas de trabajo’ y abandonado toda vida militante y formación política de sus adeptos con el fin de garantizar una nueva generación de cuadros políticos. De ahí también que de hace más de un cuarto de siglo se reiteran en los cargos las y los mismos ‘personajes’, los mismos apellidos, mientras que el padrón electoral continúa envejeciendo y reduciéndose desde el plebiscito de 1988.

Llamó la atención la victoria edilicia del flamante alcalde Jorge Sharp en la comuna de Valparaíso, miembro de un movimiento autonomista, distinto y a la izquierda de los bloques bipartidistas tradicionales (Chile Vamos y Nueva Mayoría), y parecido a Podemos de España. El joven abogado obtuvo casi 38.700 preferencias. En la comuna de Valparaíso, de todas maneras, hubo una abstención de alrededor de un 75 %.

Así y todo, y como es habitual en las elecciones chilenas desde el retorno de las administraciones civiles, las alcaldías se distribuyeron ‘equitativamente’ entre Chile Vamos (los ‘republicanos’) y la Nueva Mayoría (los ‘demócratas’), un retrato criollo del sistema político norteamericano. Eso sí, en estas elecciones, entre ambos bloques, perdieron aproximadamente 1,2 millón de votos respecto de los comicios comunales de 2012.

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