“Medios 'independientes' en
la batalla de las ideas”
Por
Claudia Espinoza
En Rebelión
–public. 4/10/16
Algunos medios de
comunicación insisten en declararse independientes, haciendo alusión a globos
de jabón como la neutralidad, imparcialidad y objetividad. A toda costa quieren
buscar amparo para ejercer un tipo de libertad de expresión que en realidad
envuelve posiciones que representan intereses de grupos económicos y políticos.
En
Bolivia, en pleno siglo XXI, todavía se lee este tipo de declaraciones: “se
denigra, ataca y amedrenta a un puñado de medios independientes que luchan por
su sobrevivencia” o “El gobierno ha logrado acabar casi por completo con los
medios independientes” o “el Gobierno dispuso la suspensión de la publicidad
estatal a los diarios con independencia editorial”.
Neutralidad
camuflada
Para
cumplir el requisito de la neutralidad, aparentemente, se describen los
acontecimientos, pero se elige desde qué protagonistas se construye la noticia.
En nuestro caso, después de más de cien años, el país cuenta con una política
estatal de reivindicación marítima y frente a los intereses chilenos, todavía
hay medios que titulan así: “Piden que Chile informe a La Haya las 'faltas' de
Evo”.
El
intento por demostrar la fuerza del adversario en esta contienda histórica, no
pasa ni siquiera por el mínimo esfuerzo de buscar la contraparte en las voces
oficiales —suponiendo que es una norma periodística— sino que marca claramente
qué intereses extranjeros se defienden. En dicho titular, se omite el sujeto,
alguien superpoderoso quien tendría que notificar al tribunal internacional el
“mal comportamiento” del Primer Mandatario.
En nombre de la
objetividad
La
objetividad se ha convertido en un culto abstracto y casi espiritual. Para
sustentar esta supuesta cualidad se utiliza el artilugio “estamos en el lugar
de los hechos”, “tenemos las imágenes”. Como si bastara con el registro de
algún acontecimiento, a l@s periodistas se va domesticando a una descripción
fría, superficial, inmediata y simplista.
Cada
vez más, por decisión propia y con el argumento de adaptar los contenidos a los
formatos y velocidad de la tecnología, los medios obligan a realizar un tipo de
periodismo que omite el contexto y los antecedentes. Y lo más grave, van
borrando la huella del sentido de justicia, indignación o denuncia de lo que
atestigua el/la periodista. Sobre ello, el editor o el jefe tienen el poder de
decidir quién será el protagonista de la nota, lo cual por supuesto define
quién la víctima y quién el victimario.
No
es lo mismo decir: “Cooperativistas asesinan al viceministro Illanes” o “Muere
a manos de mineros”. Sujeto, verbo y predicado, en el primer caso, se hace
referencia al hecho de forma completa (aunque podría agregarse que fue
torturado). En el segundo caso, la ausencia de sujeto, la “inocencia” de las
manos casi angelicales y la referencia a los mineros, generalizando al sector,
lo cual no especifica el conflicto con la élite cooperativista, marcan
diferencias gigantescas.
A
tal punto se puede llegar en el simplismo que se puede oír en alguna sala de
redacción: ¿escribo a favor o en contra? Está claro que la pregunta refiere a
algún grupo, autoridad o poder constituido.
En
el periodismo clásico se asumía que la parte y contraparte constituían dos
caras de la misma moneda y que garantizaban la objetividad. Con el tiempo se
cayó la máscara del engaño, pues tomar la palabra a la víctima de violación y
al violador no hace a un periodista objetivo, lo hace injusto, antiético y
perverso.
La batalla de las
ideas
¿Y
en qué medida la propiedad del medio influye en el discurso periodístico? En
todas las medidas: de forma y contenido. Desde que la noticia entró al mundo de
las mercancías, la mayoría de los medios decide primero el espacio/tiempo de la
publicidad y luego la extensión de las notas, no importando muchas veces el
tema, y eso pasa porque el medio tiene que lucrar. Siempre está presente el
peso económico y la lealtad a los financiadores.
Los
empresarios de los medios y los financiadores tienen una alianza implícita, una
línea ideológica compartida porque ubican la opción política que mejor los
represente y a sus negocios. Sintomáticos editoriales —que expresan la voz de
los propietarios— vienen repitiendo que no hay lugar para el segundo aguinaldo.
Claro, prefieren un menor crecimiento de la economía nacional para no afectar
sus intereses empresariales, en desmedro de l@s trabajador@s: “…hay una serie
de elementos que deberían tomarse en cuenta para no incurrir en errores que más
tarde pueden borrar ciertas sonrisas en labios de crédulos funcionarios que
insisten en que esta gestión también habrá doble aguinaldo”.
Suena
sarcástico “borrar las sonrisas” de miles de familias que agradecerían esa
bonificación de fin de año. Pero así son los manifiestos en algunos medios
empresariales y confesionales que reemplazaron a la oposición política. Una
periodista publicó este tuit: “Oh no!! otra vez a hacerle el favor al MAS. Tuto,
Samuel y otros ya deberían jubilarse no?”. Se refería a los dirigentes de la
vapuleada oposición partidaria. Ciertamente, esa gente ya no tiene nada que
ofrecer a Bolivia, entonces algunos medios se encargan de crear líderes con
este tipo de titulares: “Mesa es el favorito entre los presidenciables de
oposición”.
Ante
el silencio del aludido, se entiende “él que calla, otorga”. Por tanto, ni
ángeles ni demonios, léase: ni independientes, ni neutrales ni objetivos. La
victimización de un grupo de medios y sus directorios, sólo denota la ausencia
de honestidad ante sus audiencias. “Lo que escribo es lo que soy”. Así entran a
la batalla de las ideas donde se disputa la construcción del sentido común de
la sociedad.
Claudia Espinoza es comunicadora
Colectivo Acción Directa Chile
-Equipo Internacional
Octubre 7 de 2016
No hay comentarios :
Publicar un comentario