Luis Suárez S. |
“Luis Suárez Salazar: ‘El futuro es un campo
de batalla’”
Andrés Figueroa
Cornejo
Una
de las tareas cardinales de un periodista de los intereses de los pueblos de
cualquier parte del mundo, es difundir los diversos pensamientos críticos
existentes, aunque no los comparta o sólo lo haga parcialmente. Ello es parte
del combate urgente por resituar al periodismo independiente desde la ética de
la libertad, el disenso y la unidad en la diversidad.
La
Brigada Jurídica Estudiantil de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano
y Encuentro Cono Sur por la Solidaridad de Todos los Pueblos Latinoamericanos
invitó a una exposición sobre la situación en el Continente al Doctor en
Ciencias Sociales y Ciencias cubano, Luis
Suárez Salazar. Lo que viene más abajo es la ponencia del Doctor Suárez en
formato de entrevista, con el fin de hacer más amigable sus ideas.
“Quiero
discutir el llamado ‘fin del ciclo progresista en América Latina’ que se ha
instalado en el debate político y académico. Para muchos de nosotros, esta
expresión es sólo una impostura parecida a la que se generó en el siglo pasado
sobre el ‘fin de la historia, de las utopías, de los grandes discursos’, y que
está asociada a lo que se denomina ‘el pensamiento posmoderno’”, abrió su
intervención el Doctor Suárez.
-¿Qué
buscaría el relato del ‘fin del ciclo progresista en América Latina’?
“Su
propósito es desmovilizar las resistencias, las luchas. Porque si se acabó la
historia, ¿para qué seguir luchando? Mejor, entonces, quedarnos en el
‘posibilismo’, sin ningún horizonte utópico y programático.”
Los
ciclos largos de la historia
-¿Cuáles
son los fundamentos de su crítica al ‘fin del ciclo progresista’?
“Desde
mi perspectiva, argumento desde lo que yo llamo ‘los ciclos largos de la
historia’. No se pueden confundir los tiempos de la coyuntura con ciclos de
larga duración. En esta concepción, le pedí prestado a investigaciones de los
economistas, como los llamados ciclos del capitalismo de Kondratiev, que tienen
de tonalidad recesiva y de tonalidad expansiva.”
-¿Cómo
se desenvolverían esos ‘ciclos largos de la historia’?
“A
través, por ejemplo, de los más de 200 años desde el comienzo de la
independencia en América Latina y el Caribe frente al colonialismo español.
Esto es, a lo largo de la historia latinoamericana se han repetido ciclos de
tonalidades revolucionarias, reformadoras y reformistas, por un lado, y ciclos
de tonalidades contrarrevolucionarias, contra-reformadoras y
contra-reformistas, por otro. También pueden identificarse dentro de esos
ciclos largos, de cualesquiera que sean sus tonalidades, diferentes etapas.”
-¿Dónde
comienza ‘el corte’ histórico de esos ciclos largos en Latinoamérica?
“Yo
he analizado todo el siglo XIX, XX y lo que va del XXI. Mi hipótesis se inicia
con la victoria de la revolución de Haití en 1804, que fue la primera
revolución nacional y social que se dio en el Continente. Y que además fue la
primera vez en la historia de una insurrección triunfante de esclavos
originarios de África (obviamente, aliados con sectores mulatos y mestizos).
Algún historiador los llamó “los jacobinos negros”. Y yo digo que si los
jacobinos blancos de Francia fueron radicales, se debió a la existencia de los
jacobinos negros, y no al revés. Este ciclo largo, podríamos decir que duró
hasta 1830.”
-¿Por
qué?
“Porque
se trató de ese ciclo caracterizado por el ideal bolivariano de la unidad
latinoamericana, de la federación latinoamericana, que empieza a ser derrotada
por fuerzas conservadoras y que terminó produciendo la balcanización del sueño
bolivariano. Y entonces, siguió un ciclo que va de 1830 a 1850 que es muy
conservador en el Continente. Dentro de la independencia y de la
pos-independencia, las fuerzas conservadoras, combinadas en algunos casos con
el imperialismo británico (el hegemónico en aquel tiempo), comienzan a provocar
una regresión y hasta un abandono de muchas de las conquistas de las luchas por
la independencia, sin llegar a negar la independencia política, pero empezando
a fraguar lo que muchos años después se denominaría un modelo neo-colonial de
dominación. Y como respuesta a ese ciclo, aparece un nuevo ciclo identificado
como de revoluciones o de reformas liberales que, para simplificar, se extiende
por alrededor de 30 años.”
La
emergencia de Estados Unidos como una potencia imperial
-¿Y
cuáles serían sus determinaciones históricas?
“La
revolución mexicana y las reformas de Benito Juárez; procesos que se
desarrollan en Perú, en Bolivia; las insurrecciones en Colombia, y otros muchos
acontecimientos. En fin. Ese ciclo comienza a agotarse cuando comienza a
convertirse en su contrario, y que se llamó liberalismo oligárquico. El
liberalismo pierde toda su impronta transformadora, y coincide con la
emergencia de Estados Unidos como una potencia imperial. En Chile ese primer
liberalismo se cierra con el Presidente José Manuel Balmaceda.
De
este modo, EEUU frustra la independencia en Cuba; se divide el territorio de
Panamá de Colombia; interviene militarmente en Nicaragua; en Perú hace lo suyo;
en Paraguay ocurre la guerra que Galeano identificó como de ‘la triple
infamia’, y que le costó a Paraguay más de un millón de muertos, enfrentado a
Brasil, Argentina, Uruguay, y detrás de ellos al imperialismo británico,
mientras EEUU dejó hacer.”
La
Revolución Mexicana de 1910
-Según
su perspectiva, posteriormente devendría un nuevo ciclo…
“En
efecto, e inaugurado en el siglo XX por la Revolución Mexicana de 1910 a 1917,
junto a la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. En Chile ocurrió la
insurrección de la Armada, la República Socialista de Marmaduke Grove; en El
Salvador, Farabundo Martí intenta hacer una revolución; Augusto César Sandino
está luchando en contra de la ocupación norteamericana en Nicaragua; en Cuba se
produce la frustrada Revolución de 1933, luego que EE.UU. había convertido a la
Isla en una neo-colonia y casi en un Protectorado a veces. O sea, se ofrece
todo un nuevo momento que tiene en sus cúspides a la Revolución Mexicana y
todos los procesos que desencadena el Presidente Lázaro Cárdenas entre 1934 y
1940. Ahí se observa un conjunto de políticas favorables a los intereses
nacionales y populares, la nacionalización del petróleo, la entrega de tierras,
el reconocimiento de los pueblos originarios, una reforma agraria más radical.
Se pueden debatir sus distintas etapas, pero se extiende hasta aproximadamente
el fin de la Segunda Guerra Mundial.”
-Entonces,
¿qué ocurre?
“Ya
EE.UU. sale como la potencia hegemónica global en alianza con los gobiernos de
las clases dominantes, e inicia una brutal ofensiva contrarrevolucionaria, contra-reformista,
ahora con los códigos de la Guerra Fría. Pero no se trató sólo de derrotar a
los comunistas, sino que a cualquier gobierno y a cualquier fuerza social que
ellos entendieran como anti-estadounidense, o lo identificaran como opositores
a su sistema de dominación. Hegemonía acorazada con fuerza y todas las
alianzas. Empezaron a pasar cosas terribles en todas partes. Aquí en Chile, tal
vez el punto está en el gobierno de Gabriel Gonzáles Videla, rompiendo incluso
con las alianzas previas que se habían hecho con el Partido Comunista de Chile.
En Argentina fue el derrocamiento de Perón; en Brasil fue llevar al suicidio a
Getulio Vargas; en Cuba fue el golpe de Estado de Batista. Y este ciclo se
cierra con la feroz invasión mercenaria organizada por EEUU en contra del
gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala.
Al
respecto, yo siempre digo que veamos las políticas norteamericanas en alianza
con los representantes políticos, militares, ideológico-culturales de las
clases dominantes. La historiografía menciona el final de este ciclo como
agraria, democrática; en algunos aspectos, antiimperialista, pero todavía sobre
la base del concepto de que era posible crear capitalismos fuertes en América
Latina. Ninguno de los gobiernos se planteó hacer el socialismo. Pero la
dialéctica de la historia es así. Terminado ese ciclo largo, ya se están
engendrando las fuerzas para iniciar el ciclo siguiente.”
La
Revolución Cubana
-¿Cuándo
arranca el siguiente ciclo?
“Desde
mi punto de vista, con la Revolución Cubana. Porque es ella la que inicia el
ciclo largo de las revoluciones socialistas en América Latina y el Caribe. No
es que no existieran idearios y luchas socialistas previas, pero ninguna había
triunfado. La Revolución Cubana es la que coloca en el imaginario, en el
programa, en el horizonte, al socialismo como alternativa a lo que entonces se
llamaba capitalismo subdesarrollado, dependiente, deformado. ‘Mal desarrollo’
lo nombró el Che Guevara, desarrollo desigual y distorsionado de la Revolución
Cubana. En ese marco, se emprende ese proceso. En medio de muchas luchas,
muchas derrotas, muchos avances. En ese ciclo se inscribe la experiencia
chilena de Salvador Allende; la Revolución Sandinista en Nicaragua; la
Revolución en Granada; e incluso se puede mencionar la experiencia más
nacionalista y popular de Velasco Alvarado en Perú; el gobierno panameño de
Omar Torrijos, y que no eran precisamente gobiernos socialistas.”
-Para
usted, ¿ese ciclo es en el que todavía estamos?
“Sí,
porque la Revolución Cubana todavía está ahí. Con todos los problemas que
tenemos enfrentar en Cuba y que son grandes y complicados. Todavía no ha sido
derrotada, a pesar de todo lo que ha hecho EEUU y sus aliados por intentar
destruirla.
Más
bien, podemos identificar diferentes etapas en este ciclo. Y una de las etapas
más recientes, y que se abre a fines del siglo XX, es la Revolución Bolivariana
en Venezuela. Anteriormente hubo una serie de etapas contrarrevolucionarias,
contra-reformadoras y contra-reformistas, como la ocurrida luego del
golpe de Estado de 1973 en Chile. Y que después devinieron en las salidas de
los ordenamientos dictatoriales en Uruguay, en Argentina, en Chile, a las que
se les llamó en la literatura, la re-democratización de América Latina. Para mí
concepto, eso que distingo como contrarrevolución neoliberal (preferimos del
capital monopólico-financiero –nota del CAD), duró mucho menos que los
ideólogos del neoliberalismo pretendían. Coincidió con la implosión de la Unión
Soviética y el relato del ‘fin de la historia’, y donde estas reformas
liberales parecían la única alternativa.”
El
triunfo de Hugo Chávez
-Pero
adviene la etapa inaugurada por la Revolución Bolivariana…
“Ciertamente.
El triunfo de Hugo Chávez por vía electoral en 1998, la aprobación de la
Constitución Bolivariana en 1999, y un conjunto de procesos que comienzan a
librarse en el Continente, y que van desde el alzamiento Zapatista en México,
hasta los triunfos electorales que empiezan a producirse en Argentina, en
Brasil, luego de muchas luchas, en Bolivia, en Ecuador. En Nicaragua, por
cualquier juicio que de él se haga, se recobra el liderazgo del Frente
Sandinista de Liberación Nacional. Algo parecido ocurre en El Salvador con el
Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional el 2010 y el 2014. En
Brasil, 12 años del PT encabezado por Lula; en Argentina, 12 años encabezados
por el kirchnerismo.
En
particular en Venezuela, el desarrollo de la Revolución Bolivariana no ha
navegado sobre un mar de flores. Ahí están el fracasado intento de golpe de
Estado de 2002, el fracasado golpe petrolero de 2003, los intentos de derrocar
a Chávez por vías electorales revocatorios. Pero la Revolución Bolivariana se
fue realmente consolidando en todos estos años. De allí salieron proyectos de
concertación política tan importantes, como la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América, el Tratado de Comercio entre los Pueblos,
Petrocaribe. Y en esa confluencia de procesos surge algo que hasta ese momento
había sido imposible en América Latina: la fundación de La Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños. Eso corresponde a una reunión de fuerzas y
gobiernos de distinto signo, que, en general, se asocia al deterioro de la
hegemonía norteamericana y a la aparición de otros actores internacionales que
están impulsando lo que se llama ‘un mundo multipolar’.
Venezuela
es actualmente un campo de batalla entre la Revolución Bolivariana y las
estrategias golpistas de EEUU. Por otra parte, el año que viene hay elecciones
en Ecuador. Si se mira el mapa de hoy, los muchos partidos de la derecha y de
algunos partidos de cierta izquierda ecuatoriana, están apuntando a una segunda
vuelta que los unifique en contra del candidato de Alianza País. Pero si hoy
fueran las elecciones, Alianza País saldría con la mayoría en todos los
niveles.
En
Bolivia, es cierto, se perdió el plebiscito de una eventual reelección de Evo
Morales. Sin embargo, también sabemos que en aquella consulta se montó una
campaña de desprestigio de proporciones en contra de Morales y de García
Linera, que desgraciadamente tuvo impacto incluso en sectores populares. Pero
el gobierno de Evo Morales no está derrotado. Aun es presentado por el Fondo
Monetario Internacional como uno de los países con mejor desempeño económico en
América Latina. Y nadie discute la distribución de ingresos que se ha producido
en Bolivia.
Lo
cierto es que, cuando observamos el panorama total, sin negar que se ha
provocado una ralentización de los procesos mencionados, todavía no podemos
decir que ellos están acabados.”
“Comienza
a configurarse otra etapa de tonalidad contra-reformista,
contrarrevolucionaria, contra-reformadora”
-Si
usted señala que no existe un fin de ciclo, ¿qué es lo que sucede?
“Yo
percibo que comienza a configurarse otra etapa de tonalidad contra-reformista,
contrarrevolucionaria, contra-reformadora. Más allá de lo que ha ocurrido en
Argentina con la victoria de Macri, más allá del golpe parlamentario contra
Dilma en Brasil (tal como pasó en Honduras y Paraguay). Y al respecto, he evitado
la palabra ‘progresista’, porque ella es de una ambigüedad tal que en este
Continente se han hecho cosas horrendas en nombre del progreso. Basta recordar
la norteamericana y contra-insurgente Alianza Para el Progreso que preparó el
camino a los golpes militares de seguridad nacional, partiendo por Brasil y
toda la llamada ‘noche oscura’ que se sufrió en los 90 del siglo XX. La
transición a gobiernos liberales tutelados por los militares, después de las
dictaduras, no cambiaron las estructuras económica, ni sociales, y continuaron
monitoreadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, o sea,
por los mecanismos de poder global.
Ahora
bien, volviendo a los gobiernos revolucionarios, reformadores y reformistas, no
existe nada irreversible. La Revolución Cubana también puede ser reversible. Ya
la historia nos demostró que hasta la que se llamaba ‘la indestructible Unión
Soviética’ fue derrotada por una contra-revolución encabezada por sectores de
la burocracia del propio Partido Comunista de la URSS. Fidel Castro ya lo dijo
el 2005, ‘la Revolución Cubana no puede ser derrotada por el imperialismo
norteamericano, pero la podemos destruir nosotros mismos’. El sentido de lo que
afirmó Fidel fue un llamado a pensar en que todos los procesos pueden ser
reversibles si sus actores se equivocan, cometen errores, desconocen los
procesos internos y se les dan salidas inadecuadas. Lo mismo ocurre con la
Revolución Bolivariana.
Yo
trabajo mucho desde la ‘prospectiva crítica’. Y desde mi enfoque teórico y
metodológico, el futuro no está predeterminado. El futuro es un campo de
batalla entre los actores sociales y políticos que pugnan cada uno de ellos por
defender su poder e intereses. Y al respecto, no hay que simplificar: son
muchos esos actores sociales y políticos.
Ahora
me voy a poner en el escenario más negativo, ubicándome en todos los extremos.
La Revolución Bolivariana es derrotada el 2017; el gobierno boliviano pierde
las elecciones el 2020; etc. En esta hipótesis mantengo a la Revolución Cubana
existiendo. Si ocurriera lo anterior, ¿quiere decir que se acabó la historia?
En lo absoluto. Mirando históricamente, nunca antes en América Latina y el
Caribe habían convivido tantos procesos contra-hegemónicos, alternativos,
emancipatorios.
Cualquiera
que sea el desenlace de la Revolución Bolivariana, si ustedes comparan lo que
es hoy la izquierda social, política, intelectual en Venezuela, respecto de la
que existía hasta que emergiera una figura aglutinadora como la de Hugo Chávez,
verán un cambio sideral. Lo mismo en Ecuador y en Bolivia.
Los
cambios que más tardan son los culturales, son en la subjetividad. Una
revolución política se puede hacer, incluso, en unos pocos días, ‘tomando el
cielo por asalto’. Pero una revolución política no es igual que una revolución
económica y social, ni una revolución cultural, en el sentido civilizatorio, de
crear nuevas relaciones sociales emancipatorias de todos los seres humanos, sin
discriminaciones de ningún tipo y además, respetuosa de la naturaleza. Eso no
se logra de la noche a la mañana.”
“El
conjunto de esos polos siguen funcionando bajo la lógica del capitalismo”
-Finalmente,
¿cuál es la naturaleza de la mutipolaridad planetaria a la que se refiere?
“Durante
toda la Guerra Fría se hablaba de un mundo ‘bipolar’. Junto a otros autores, yo
siempre cuestioné que en la Guerra Fría sólo existieran dos polos. Hubo otro
grupo de naciones que se articuló en lo que se llamó Países No Alineados, Los
77+China, etc. Otro polo, allá por 1964, comenzó a denominarse Tercer Mundo.
Cuando
se derrumbó el campo socialista europeo e implosionó la Unión Soviétiva, se
empezó a hablar del mundo unipolar, hegemonizado por EEUU. Entonces yo propuse
que no había que hablar de un mundo unipolar, que por lo menos era preciso
notificar otros polos. Paralelamente y desde los años 80’ del siglo pasado,
comenzaba a conformarse una tríada. Ya bajo la administración norteamericana de
James Carter, esa potencia intentaba colocar sobre un mismo eje de articulación
a Japón, las potencias dominantes de Europa y EEUU. Allí se habló de un mundo
‘tripolar’. Luego emergió una crítica al respecto que señaló que no se trataba
de una tríada, sino que de un sexágono, porque no se podía a sacar a Rusia, a
China y a India.
En
mi concepción del sistema mundial de Estados y en el funcionamiento en ciertas
esferas de la economía mundial, lo que ha venido ocurriendo es que desde China,
Rusia, India, Brasil y Sudáfrica comienzan a crearse los nominados BRICS,
buscando alcanzar concertaciones políticas y acciones en el terreno económico,
con el fin de sacar de la dimensión hegemónica que todavía conservan
EEUU, Japón y las potencias dominantes de Europa. Ello se refleja en las
potencias que forman el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones
Unidas, que son las que tienen poder de veto.
Ahora
bien, el conjunto de esos polos siguen funcionando bajo la lógica del
capitalismo y de su reproducción. Esa es la realidad, más allá de que en
términos ideológicos, se trate de proyectos diferentes.”
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