Miembro
de la escolta del cro. Presidente, Óscar salió de los últimos desde el palacio,
cuando éste ya era pasto de las llamas y Allende estaba muerto. Fue detenido junto
a todos los defensores del gobierno legítimo y democrático por las tropas
golpistas, comenzando un terrible periplo que terminaría con su desaparición.
Casi 44 años después, vuelve al lugar donde combatió hasta rendir su vida por
Allende y el Gobierno Popular
La mañana de éste sábado 24 fueron entregados a sus familiares los restos del compañero ÓSCAR REINALDO LAGOS RÍOS, miembro del Dispositivo de Seguridad Presidencial (o
GAP) del último Presidente legítimo de Chile, Salvador Allende, brindándoles aquellos
una digna sepultación en el Memorial de los Detenidos Desaparecidos y
Ejecutados Políticos del Cementerio General de Santiago. Óscar había sido detenido
en el Palacio de la Moneda ese fatídico martes 11 de septiembre de 1973 y
fusilado dos días después por miembros del ejército, mismos que hicieron desaparecer
su cuerpo en una fosa en Peldehue.
Tuvieron
que pasar casi 44 años desde el vil asesinato y desaparición de Óscar, que
contaba sólo 21 años al momento del Golpe, para que se supiera oficialmente
sobre el destino de sus restos.
El
cortejo que acompañaba al valeroso miembro del GAP pasó primero por
la sede de la Federación de Sindicatos de Empleados Particulares, situada a
pasos de La Moneda. Luego, se detuvo frente a la puerta de Morandé 80, a un costado
del palacio, mismo pórtico por donde salieran Óscar y otros 48 compañeros
defensores del gobierno legítimo de la UP casi 44 años antes, para luego ser víctimas de
la maquinaria del horror instaurada por las fuerzas armadas anti-populares. Luego, se realizó una nueva estación frente al monumento al compañero Presidente
Salvador Allende.
Finalmente, la comitiva desembocó en el Cementerio General, donde
se realizó un emotivo acto de despedida en el Memorial de los Detenidos
Desaparecidos y Ejecutados Políticos, donde fue notoria la ausencia de dirigentes
del Partido que fuera Socialista. Sin embargo, este hecho no debe causarnos la
más mínima extrañeza (creemos que a Óscar tampoco se la causaría), puesto que ya
sabemos que la dirigencia del P ex S ha execrado de su pasado
histórico y no gurada ninguna consideración con sus militantes caídos en la lucha
antidictatorial, como que ha sido capaz hasta de hacer negocios con el yerno del
mismo chacal Pinochet y de administrar muy bien el sistema que nos legará la
dictadura cívico-militar, la cual, en cambio, muy tempranamente combatiera el consecuente
y digno Compañero Óscar Lagos.
La
hermana del compañero, Lidia Lagos Ríos,
relató que la búsqueda de su hermano comenzó el mismo 11 de septiembre. “Mi
mamá se volvió loca buscando a mi hermano. Nosotros crecimos en ese ambiente”,
recordó amargamente.
En
tanto, Miguel Yáñez Lagos, sobrino del fallecido y abogado de la familia,
relató que su tío fue trasladado al regimiento Tacna donde fue torturado y
fusilado. “Fue torturado dos días y fueron fusilados los once compañeros. Fue
mandado a la fosa común y fueron dinamitados los cuerpos”, comentó. En 1978, en
el contexto de la operación “Retiro de Televisores”, con la cual la dictadura
buscaba eliminar rastros de sus violaciones a los derechos humanos, se intentó despreciablemente
hacer desaparecer de nuevo los restos de Óscar Lagos.
Jaime
Hernández Manss, también miembro del GAP, relató que Óscar fue uno de los
militantes socialistas que permaneció hasta el final en La Moneda durante el
golpe de Estado. “Se le va a dar sepultura digna a uno de mis compañeros”,
destacó.
Los luctuosos
hechos de ese nefasto 11 de septiembre de 1973
El
8 y 9 de septiembre de 1973, Oscar Lagos permaneció con su familia y el lunes 10 se
incorporó a su servicio de guardia y fue uno de los escoltas que acompañó al
Presidente Salvador Allende a La Moneda.
El
11 de septiembre, el Palacio Presidencial de La Moneda, sede del Gobierno, fue
tomado por efectivos de infantería y de tanques del ejército, dirigidos por el ex
general Javier Palacios, a los que se sumaron más tarde fuerzas de carabineros.
A las 11 de la mañana comenzó el bombardeo de parte de la fuerza aérea, lo que
destruyó gran parte de la centenaria casa de los presidentes de Chile.
Los
miembros de la Guardia Presidencial y otras personas permanecieron en el
Palacio hasta que recibieron la orden del Presidente Salvador Allende de salir,
lo que se hizo por una puerta de calle Morandé 80 del Palacio de La Moneda.
Allí fueron encañonados y golpeados por los envalentonados militares y se les
ordenó tenderse en el suelo con las manos en la nuca, estando permanentemente
amenazados, incluso de ser aplastados por un tanque que se dirigió hacia ese
lugar.
Dos
miembros de la Guardia Presidencial, Antonio Aguirre Vásquez y Osvaldo Ramos
Rivera fueron hechos prisioneros en el interior de La Moneda y fueron enviados
a la Posta de la Asistencia Pública porque estaban heridos, algunos días
después estos dos compañeros fueron sacados desde dicho centro asistencial por
efectivos militares, permaneciendo desde entonces en calidad de detenidos
desaparecidos. Otros miembros del GAP que venían de la residencia presidencial
de El Cañaveral y Tomás Moro, no alcanzaron a ingresar en La Moneda, siendo
detenidos en sus proximidades por Carabineros. Ellos eran, entre otros, Gonzalo
Jorquera Leyton, Williams Osvaldo Ramírez Barrea, Carlos Cruz Zavala y Domingo
Blanco Tarrés, quienes formaban parte de un grupo de aproximadamente 13 compañeros,
algunos de los cuales fueron ejecutados posteriormente, en tanto que los otros
permanecen en calidad de detenidos desaparecidos.
Los
compañeros detenidos en La Moneda permanecieron en la calle Morandé hasta las
18:00 horas. A esa hora, estos prisioneros fueron conducidos en dos vehículos
militares al Regimiento Tacna, ubicado a unas 12 cuadras del Palacio de La
Moneda. La mencionada unidad militar estaba a cargo de un criminal de lesa
humanidad, el ex coronel Joaquín Ramírez Pineda.
Los
sobrevivientes de estos acontecimientos han entregado la información que
permite reconstruir estos hechos: los prisioneros permanecieron en el
mencionado Regimiento hasta el día 13 de septiembre. Mientras estuvieron
detenidos en ese Regimiento fueron obligados a arrastrarse hincados, estar
tendidos, con los brazos sobre la nuca o de pie con los brazos en alto. Durante
casi 48 horas debieron permanecer en posiciones dolorosas, en terreno áspero o
de huevillo, siendo pisoteados por los militares que corrían sobre ellos y que
los golpeaban con las culatas de sus armas o les proferían heridas con sus
yataganes, con la permanente vigilancia de guardias armados de ametralladoras,
quienes los amenazaban y solicitaban a los oficiales ejecutarlos de inmediato.
Posteriormente, permanecieron en un sector denominado los boxes o antiguas
caballerizas; desde allí los prisioneros eran llevados a una oficina ubicada en
el segundo piso del Regimiento, donde eran torturados e interrogados por
personal del Servicio de Inteligencia Militar SIM. Posteriormente eran
devueltos, en malas condiciones físicas, a reunirse con los otros prisioneros y
a continuar en las posiciones dolorosas que les asignaban. Cada cambio de
guardia comenzaba con una golpiza a culatazos de los prisioneros.
El criminal Ramírez Pineda |
En
una crónica del diario El Popular, de
fecha 1° de junio de 1990, aparece un testimonio del ex conscripto del
Regimiento Tacna, Manuel Carrillo, quien señala que el compañero Oscar Lagos Ríos estaba mal herido y
agonizó durante dos días en el Regimiento Tacna (esta información se ingresó en
la causa rol N°126465-6).
Alrededor
de las 14:00 horas del día 13 de septiembre de 1973 estos prisioneros,
amarrados de pies y manos fueron arrojados en un camión militar, unos encima de
los otros y fueron conducidos fuera del Regimiento con destino desconocido.
Casi todos los miembros de la Guardia Presidencial que estuvieron en La Moneda
el día 11 de septiembre de 1973 fueron ejecutados o desaparecieron. Sin
embargo, uno de los que logró salir con vida y ha contribuido a reconstruir
estos hechos es el compañero Juan Bautista Osses Beltrán, quien fue llevado
detenido al Regimiento Tacna, pero fue incorporado a otro grupo de prisioneros,
lo que le permitió salir con vida después de estar en prisión en el Estadio
Chile y en el Estadio Nacional.
Osses
señala en su extensa declaración que un grupo de 13 miembros de la Guardia
Presidencial acompaño a Allende a La Moneda y fue detenido en su interior.
Posteriormente, junto con los demás prisioneros fue conducido al Regimiento
Tacna y allí fueron informados que serían fusilados a las 12 de la noche, después
que el fusilamiento sería a las 3:00 horas y más adelante, se señaló a las 6:00
horas. Osses ha reconocido que entre los detenidos en el Tacna se encontraban
Héctor Daniel Urrutia, Daniel Gutiérrez, Enrique Huerta, Oscar Lagos Ríos, Juan Montiglio, Julio Moreno, Eduardo Paredes,
Enrique París, Georges Klein, Héctor Pincheira, Arsenio Poupin, Luis Rodríguez
Riquelme y Oscar Valladares.
El
testigo fue sacado del Regimiento Tacna en la madrugada del día 13 de
septiembre de 1973 y conducido junto a otros detenidos al Estadio Chile.
Beatriz
Celsa Parrau Tejos, quien estuvo detenida en el Regimiento Tacna, ha podido también
brindar algunos antecedentes importantes. Ella estaba en INDUMETAL, donde
atendía a un herido en su calidad de enfermera. A las 18:00 horas del 11 de
septiembre, esta empresa fue ocupada por carabineros y todos los que allí
estaban quedaron detenidos y fueron conducidos a una Comisaria y el mismo día,
trasladados al Regimiento Tacna. Allí supo que estaban detenidos los que hablan
sido apresados en La Moneda y a pesar de estar separada de ese grupo, tuvo la
oportunidad de verlos cuando iban al baño o cuando eran conducidos a los
interrogatorios. Allí vio a varios médicos, que conecta por sus actividades
profesionales y a dirigentes del gobierno. También observó a numerosos grupos
de otros prisioneros que ingresaban o salían. El 13 de septiembre, a mediodía,
a través de las rendijas del galpón en que estaban encerradas unas 90 mujeres,
Celsa Parrau pudo ver salir un camión del Regimiento llevando bultos que
parecían cuerpos humanos Cuando las sacaron del mencionado galpón, a las 14:30
horas, observó que ya no estaban los prisioneros de La Moneda.
Por
su parte, el Jefe de Investigaciones en La Moneda, el digno compañero Juan Seoane (quien falleció hace unos pocos días),
permaneció entre los detenidos de La Moneda hasta después del mediodía del 13
de septiembre, momento en que pudo presenciar cómo se llevaban a los
prisioneros en un camión militar.
Según
testimonios de los sobrevivientes, ellos escucharon de los militares que
participaron en la operación, que los hablan llevado a los campos militares de
Peldehue, ubicados en Colina, donde habrían sido fusilados e inhumados.
Un
soldado del Regimiento Tacna, que pudo presenciar parte de los hechos, relató
que los prisioneros fueron amarrados con alambre y lanzados a un camión Pegaso
del Ejército que integró un convoy que salió del cuartel a las 14:00 horas
aproximadamente, mientras se ordenaba a todos los conscriptos permanecer
recluidos en sus cuadras y no transitar por los patios. En la tarde regresó el
contingente que había formado parte del convoy y se corrió la voz entre los
militares que los prisioneros habían sido conducidos al predio que el
Regimiento Tacna tiene en los campos militares de Peldehue, en Colina, donde habrían
sido ultimados frente a un hoyo o fosa, de un diámetro de unos cinco a seis
metros y de varios metros de profundidad, que existía a poca distancia de la
vivienda empleada por el personal de guardia del predio. Los prisioneros eran
colocados en grupos de cuatro al borde de la fosa y se les disparaba. Una vez
ejecutados y arrojados al fondo del foso, se habrían lanzado granadas en su
interior y así continuaron las ejecuciones de cuatro en cuatro. El soldado
agrega que le correspondió ir al predio mencionado a fines de septiembre de
1973 y encontró la citada fosa tapada. Allá le confirmaron que se había
enterrado a los ejecutados en ese lugar y que éstos eran 26 ó 27.
Sin
embargo, esta matanza de prisioneros, los cuales se habían rendido y estaban
desarmados y maniatados, no ha sido jamás reconocida oficialmente por el
ejército ni se han entregado los cadáveres, y las personas mencionadas siguen desaparecidas
desde el 13 de septiembre de 1973. Y entre ellas, también lo estaba -hasta hoy-
el compañero Oscar Reinaldo Lagos Ríos.
La verdad
–que no la justicia- finalmente se impone
El año 1999, mientras el chacal Augusto Pinochet se encontraba detenido en
Londres, el gobierno de Eduardo Frei convocó a diferentes sectores a participar
de una farisaica e inconducente Mesa de Diálogo que permitiera recabar
información sobre el destino de las víctimas de la dictadura cívico-militar que
se encontraban como Detenidas Desaparecidas. En ella participaron abogados de
derechos humanos, representantes de las fuerzas armadas y de orden,
representantes de las diferentes religiones existentes en el país, académicos y
representantes de gobierno. Las organizaciones de familiares de Detenidos Desaparecidos
y de DD.HH. se negaron a participar por considerar que esta instancia era un
salvavidas para el ex dictador Pinochet.
El
trabajo terminó el 13 de junio de 2000, con la entrega del documento de los
acuerdos alcanzados al entonces presidente Lagos. En él se reconocían las
violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura militar por
todos quienes participaron en la Mesa, se establecía un rechazo absoluto al uso
de la violencia como método de acción política y un compromiso como sociedad
para generar las condiciones que condujeran a la reconciliación, facilitando,
de ese modo, la entrega de información sobre el destino de los detenidos
desaparecidos.
En
enero de 2001, las fuerzas armadas entregaron un informe que daba datos sobre
el destino de 200 detenidos desaparecidos supuestamente lanzados al mar, ríos o
alta cordillera. De ellos, 180 figuraban con nombres, apellidos y la fecha de
su muerte. A Lagos se le entregó un informe que contenía 45 casos de detenidos
desaparecidos cuyos datos contenían coordenadas y mapas de su ubicación, lo que
hacía presumir que esos restos serían encontrados rápidamente.
Esta
compleja situación causó conmoción pública, puesto que era el reconocimiento de
la existencia de información sobre el destino de los detenidos desaparecidos al
interior de las FFAA. A eso se sumaba la ansiedad de muchos familiares que
esperaban tener respuesta sobre sus seres queridos. Ante esta situación, el
presidente de la Corte Suprema, Hernán Álvarez, decidió nombrar ministros en
visita para esclarecer el destino de los detenidos desaparecidos.
En
este marco se designó a la jueza Amanda Valdovinos para que investigara la
información sobre la existencia de una caverna con 20 cráneos de detenidos
desaparecidos en el Fuerte Arteaga y zonas aledañas al predio que rodea a este
recinto militar.
Los
relatos surgidos hablaban de exhumaciones y traslados de restos a las laderas
de la cadena de cerros El Talhuenal. Ahí la ministra centró su trabajo de
investigación, junto a un equipo de antropólogos forenses. Las informaciones que mencionaban de manera recurrente el “rincón de
los finados” para referirse a una determinada zona del recinto militar, donde
se habían enterrado restos sacados de otros lugares, la llevaron a determinar
que no todos los restos exhumados se habían lanzado al mar y así lo informaba a
la Corte Suprema.
Cuatro
meses después de iniciada la búsqueda en el Fuerte Arteaga, las investigaciones
comenzaron a dejar en evidencia lo que había sucedido más de veinticinco años
antes con los detenidos el 11 de septiembre de 1973 en La Moneda.
Se
excavó una gran fosa en el área norte de la zona de campaña y se recuperaron
más de 500 piezas óseas, que correspondían a fragmentos de extremidades,
dientes, trozos de cráneo y otras partes de cuerpos humanos, además de material
de guerra y pedazos de vestimentas. En estos restos estaba el último trozo de
historia de 12 de los 20 detenidos y luego desaparecidos el 11 de septiembre de
1973 desde La Moneda.
La
jueza Valdovinos emitió un concluyente informe a la Corte Suprema. En él se
hablaba de la violencia e irracionalidad que había dominado en estas muertes.
Indicaba, que al observar los restos encontrados en el área de la fosa se podía
“concluir en forma categórica el uso de explosivos del tipo granadas para
destruir los cuerpos”, por las incrustaciones de restos óseos que habían
quedado en las paredes del pozo. También se refería a las huellas de maquinaria
pesada en la exhumación de cuerpos.
El
junio de 2002, la Corte Suprema decidió reestructurar las investigaciones de
causas por violaciones a los derechos humanos y nombró a cargo del caso Fuerte
Arteaga al juez Juan Carlos Urrutia, del Quinto Juzgado del Crimen. A partir de
los fragmentos óseos se inició la investigación por exhumación ilegal.
El criminal Odlanier Mena |
Finalmente,
un peritaje científico realizado en Suecia permitió determinar que algunas de
las piezas encontradas en 2001 pertenecían al compañero Óscar Lagos Ríos, quien
ahora pasó a decir ¡Presente! frente a La Moneda y nos seguirá acompañando en
la lucha por la verdad, la justicia y por una sociedad mejor.
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¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y
Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD –Chile
Junio 26 de 2017
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