“Palestina: El muro que separa”
Los
palestinos lo llaman 'Il yidaar il fasel', el muro de separación, los israelíes
se refieren a él como barrera de seguridad y los activistas lo califican de
"muro del apartheid"
Israel comenzó su
construcción en 2002, con el argumento de impedir la entrada de terroristas
suicidas en su territorio. En la práctica, esta barrera tiene unos 800
kilómetros y se extiende por Cisjordania y rodea Jerusalén. En algunos puntos
de su trazado es una impresionante pared de hormigón y en otros, una valla
electrificada que ha confiscado tierra palestina y ha creado de facto
una nueva frontera. Pese a que la ONU y el Tribunal Internacional de Justicia
lo han declarado ilegal, su construcción avanza y más del 80% de su trazado
discurre por tierra palestina.
Es
una de las caras más visibles e impactantes de la ocupación israelí ya que el
muro ha separado familias, pueblos y ciudades, ha cambiado la forma de
vida de los palestinos y los ha aislado entre ellos. Trayectos entre dos
ciudades palestinas relativamente cercanas, como Belén y Ramallah, se
transforman en horas en la carretera.
En
Abu Dis, un suburbio de Jerusalén, el muro los ha separado del centro de la
ciudad y ha dificultado enormemente su vida diaria. “Cuando no había muro, todo
era un poco más fácil, podíamos llegar prácticamente donde queríamos; pero se
acabó. La segunda Intifada (2000-2005) significó eso: vivir en un lugar
donde te sientes encarcelado sin estarlo realmente”, resume Fadi Abu Hillah,
vecino de la localidad.
Abu
Dis y Jerusalén eran casi una sola hace 20 años. Con la impresionante pared de
hormigón, que se ve prácticamente desde cada ventana de la casa de Fadi Abu
Hillah, esta ciudad palestina se ha quedado aislada de Jerusalén. Trayectos que
antes se realizaban en 10 minutos tardan hora y media, numerosos
vecinos han perdido sus trabajos, y actividades de la vida diaria, desde ir al
colegio o llegar urgentemente a un hospital, se convierten en pesadillas
cotidianas.
“Al
principio era un muro pequeño, la gente lo saltaba, pero cuando se confirmó su
trazado actual se construyó una pared de entre 8 y 10 metros. Todo está cerrado
y hay un portón por el que podemos pasar, si tienes permiso, a Jerusalén. El
hospital más cercano está a cinco minutos en línea recta pero ahora cuesta una
media hora debido al muro”, explica Abu Hillah.
Especialmente simbólico
es el caso del valle de Cremisan, en la región de Belén, a unos 10 km de
Jerusalén, donde medio centenar de familias palestinas han librado una lucha de
David contra Goliat contra el Estado de Israel para frenar el avance del muro porque
el trazado original cruza sus propiedades. Su tenaz batalla en los tribunales
duró años hasta que en 2015 perdieron el último recurso y las obras se
reanudaron.
Juliette
Bannoura y su familia viven en la ciudad de Beit Jala, aledaña a Belén,
y han perdido dos propiedades debido al muro. La entrevistamos en la
única zona donde el muro no se ha terminado por la presencia de dos monasterios
salesianos. La apertura entre un extremo y otro de la valla electrificada es de
unos 100 metros. Si se cierra este paso, decenas de familias perderían el
acceso a sus tierras, una importante escuela para familias de escasos recursos
quedaría al otro lado y no está claro cómo podrían llegar los niños cada mañana
y los monasterios, además del contacto con los habitantes de Belén o Beit Jala,
perderían el acceso a parte de sus viñedos.
“Estoy
enfadada, me siento impotente, lo intentamos todo pero al final perdimos
después de años de lucha. Todo por razones de seguridad, un argumento
que para Israel es innegociable. Tenemos familias, tenemos niños y pienso
en su futuro. ¿Qué les quedará?”, se pregunta esta madre de familia.
“Estamos
viviendo en un área asfixiada, sólo podemos salir de aquí con permiso y si no
lo tienes, estás condenado a estar aquí y sientes que te falta espacio. Pensar
en el futuro de nuestros hijos me deprime mucho porque siento que no les
dejaremos gran cosa”, agrega.
Para
los habitantes de Beit Jala y Belén el muro “ha devorado terrenos y está
enjaulando” a los palestinos. En esta zona palestina existen actualmente
23 asentamientos israelíes en las que viven más de 120.000 personas. Las
colonias y el muro han cambiado la fisonomía de la región y han separado a los
habitantes palestinos de Jerusalén, ciudad con la que siempre estuvieron
ligados.
El
argumento de la seguridad esgrimido por Israel no vale para estas familias
afectadas. “Si el muro está destinado a proteger a los asentamientos
judíos, ¿por qué no se construye entonces cerca de las colonias?”, se
pregunta Juliette Bannoura.
Fuente:
Beatriz Lecumberri, Cadena Ser
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Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Agosto 1 de 2017
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