“Un
informe, una encuesta, unos mitos y un proverbio”
Por Daniel Raventós*
y Julie Wark**
En SinPermiso
Septiembre
13 de 2015
Un informe más, una
constatación más. La crisis y las medidas de austeridad impuestas a las
poblaciones están aumentando las desigualdades. Los ricos son más ricos y una
gran parte de la población es más pobre. Lo sabemos y cada nuevo informe lo
constata con pequeñas variantes. Uno de los últimos es el de Oxfam. Las
conclusiones son conocidas, por citar solamente algunas de las más destacadas:
el número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza de sus
respectivas economías se ha incrementado en casi todos los Estados de la Unión
Europea; entre los años 2009 y 2013 hay 7,5 millones de personas más en los 27
Estados de la Unión Europea que sufre privaciones materiales severas, y 19 de
estos Estados han incrementado el porcentaje de la población que está en esta
situación; la distribución del ingreso es muy desigual, pero si tomamos como
referencia la riqueza, las desigualdades son aún mucho mayores.
Detengámonos
tan solo un poco en la última conclusión apuntada. Traducida en proporciones,
el 1% más rico de la población europea posee casi un tercio de toda la riqueza
de la zona. Quedan dos tercios que se reparten entre las personas que se
encuentran en el 10% más rico y la mitad de la población que se sitúa entre el
cuarto y el noveno decil. Y al 40% restante de la población le queda
menos del 1% de la riqueza neta total de la Unión Europea. El Reino de España
aparece como uno de los lugares en donde la desigualdad más ha aumentado con la
crisis: tres millones de personas pobres y 21 de muy, muy ricas con un
patrimonio total de 104.000 millones de euros. Se sabía, pero vuelve a
concretarse. No lo dice el informe de Oxfam, pero la Autoridad Bancaria Europea
(EBA, por sus siglas en inglés) informó recientemente que en el año 2013, 133
ejecutivos de la banca española cobraron más de un millón de euros. Es más, el
año pasado el número de individuos con grandes patrimonios se incrementó en el
Reino de España un 10%, hasta alcanzar las 178.000 personas. Desde 2008 ha
habido un crecimiento del 40% en estas fortunas. Estos datos suponen que durante
los años de la crisis los ricos han crecido en 50.000 efectivos. Buen negocio.
Dejó
escrito Susan George, hace ya algunos años, que sobre los pobres se escribe
mucho, se hacen tesis doctorales, trabajos académicos, informes políticos,
informes parlamentarios, informes, informes
como si los pobres
tuvieran que comer informes. Por el contrario, poca atención
se prestaba a los ricos. Esto está cambiando algo en
los últimos años. Ya no deja tan
indiferente que los ricos sigan incrementando sus fortunas mientras cada vez
una mayor parte de la población tiene que malvivir en la lucha desigual por la
existencia. En 2013, la tasa de personas en riesgo de pobreza o exclusión
social alcanzó al 29,2% de la población (datos del Instituto Nacional de
Estadística).
Paralelo
a este digamos cambio de opinión acerca de los ricos, también se está dando
otro cambio de opinión: quizás los pobres no merecen serlo. Recordemos que
hasta no hace mucho, que los pobres dependieran de las prestaciones públicas
era percibido en general como un problema de vagos, de gorrones y de parásitos.
Esta gente que depende del subsidio público es gente que
merece el desprecio porque su pobreza es responsabilidad suya. Dicho al margen,
que el Estado sea una fuente inagotable de ganancias fáciles
para las grandes empresas y fortunas privatizando empresas y sectores públicos,
que se gaste dinero en infraestructuras, sistema legal de protección de la
propiedad, policías, no forma parte de los gastos del Estado, parece natural
como la ley de la gravedad. Para dar sólo un ejemplo, en 2012, el Gobierno aprobó
una amnistía fiscal que permitió aflorar patrimonios multimillonarios, algunos
(impunemente) delictivos y casi sin tributar. La tributación efectiva en
relación con el patrimonio declarado fue risible sino trágica, un 3% para los
aproximadamente 40.000 millones de euros aflorados. Además, se calcula que el
22% de la economía española escapa al fisco, o sea unos 144.000 millones
españoles en paraísos fiscales, mientras que casi todas las empresas españolas
del IBEX 35 tienen sus cuentas ocultas en paraísos fiscales. Y el gobierno hace
la vista gorda: el Reino de España es el lugar que menos recursos dedica a
evitar el fraude fiscal. Pero que el Estado se gaste dinero en intentar paliar
la suerte de los más desfavorecidos es malgastar, que grave con impuestos a los
especialmente ricos emprendedores y creadores de riqueza, es ineficiente y malo.
Los
tiempos están cambiando y las opiniones más o menos generalizadas también
cambian. Viene todo esto a cuento porque a mediados de julio se publicó una
encuesta cuyos resultados sorprendieron a más de uno y de 10. Y no dejó
indiferente a nadie que la conoció. La encuesta se encargó a la empresa
especializada en estudios de opinión pública GESOP. Se realizó entre el 13 y el
17 del pasado julio, entre una población de más de 16 años y residentes al
menos un año en Cataluña. El número de entrevistas repartidas por distintas
áreas de Cataluña fue de 1.600.
La
pregunta principal era la siguiente: La renta básica es un ingreso
de 650 euros mensuales que recibiría toda la población como derecho de
ciudadanía, que sería financiada mediante una reforma fiscal que supondría una
redistribución de la renta del 20% de las personas más ricas al resto de la
población. ¿Estaría usted más bien de acuerdo o más bien desacuerdo que se
implantase en nuestro país?
Los
resultados a esta pregunta fueron: 72,3% más bien de acuerdo, 20,1% más bien
desacuerdo y un 7,6% NS/NC. Si bien todos los sectores de la población
analizados estaban de acuerdo, los críticos con esta medida sobresalen entre
las personas de más ingresos y los que ideológicamente están situados en el
centro, el centro derecha y la derecha. Otros resultados interesantes (pueden
consultarse los muchísimos datos y resultados de esta encuesta aquí)
fueron que de las personas que disponían de un trabajo remunerado, el 86,2%
seguiría desempeñándolo, de las personas que estaban en el paro, el 84,4%
seguiría buscando un empleo como hasta ahora. Parece que el mantra habitual de
que con una renta básica incondicional la gente dejaría sus trabajos
remunerados forma parte de la fantasía y del prejuicio. Una gran parte de la
gente entrevistada opinaba lo contrario.
Sobre
la crítica que más a menudo de lo que sería sensato se lanza contra la renta
básica de que supondría una vuelta de la mujer
al hogar o cosas de tenor parecido, es interesante observar que
de las personas que tienen empleo contestan que lo dejaría un 3,1% de hombres y
¡un 1,2%! de mujeres. Siempre se puede decir que la encuesta está mal hecha,
que no se ha preguntado bien. Es una tentación particularmente
atractiva cuando los resultados no coinciden con nuestra opinión, prejuicio,
delirio o fantasía. Ya se sabe que cambiar de opinión cuesta y es
imprescindible una honradez intelectual que no abunda generosamente. No se
puede ser exigente, de acuerdo, pero peor es pensar que la realidad es la equivocada
por desviarse de lo que tenemos en la cabeza.
Para
volver al tema del fraude fiscal, la renta básica se podría financiar en parte
por una serie de medidas que implicarían un incremento de la recaudación
impositiva mediante la persecución del fraude fiscal y el establecimiento
de un sistema tributario más justo. El informe de Oxfam Intermón ha afirmado
que el dinero conseguido combatiendo el fraude fiscal podría cubrir los gastos
de la sanidad española. De momento el 90% de ingresos a las arcas públicas
proviene de los ciudadanos. La aportación de las grandes corporaciones llega a
ser un miserable 2% de la de la recaudación total.
Un
informe reciente de la OCDE
recomienda que para combatir la desigualdad hay que adoptar un paquete global
de políticas con cuatro ejes: 1) promover una mayor participación de las
mujeres en el mercado de trabajo 2) fomentar las oportunidades de empleo y
empleos de buena calidad; 3) mejorar la calidad de la educación y la formación
durante la vida laboral; 4) y mejorar la redistribución a través de un mejor
diseño de los sistemas fiscales y de prestaciones sociales. Un montón de
diferentes estudios indican que la renta básica constituiría un excelente
primer paso para conseguir estos objetivos. Y los ciudadanos están cada
vez más informados (pero todavía a menudo erradamente) respecto a esta medida.
En
el Reino de España la renta básica voló alto durante unos cuantos meses al ser
defendida por una fuerza política entonces en pleno apogeo, Podemos, en las
últimas elecciones al parlamento europeo. Se lanzó una gran batalla contra
Podemos por defender precisamente esta propuesta. No se escatimaron medios: por
televisión, por radio, por prensa escrita, por prensa digital, por la
colaboración interesada de más o menos expertos tornadizos académicos. Con métodos
y argumentos de todo tipo: desde los muy grotescos
especialmente en televisión, a más sofisticados
dedicando libros contra la renta básica (tal cual así
se titula un libro de un ultra-[monopolista]). Y ganaron la batalla. Eso sí
que es tener un objetivo claro: había que evitar una
propuesta como la de la renta básica. La
contraparte cedió sin mucha resistencia. No hubo color: la decisión
de una parte, la contraria, y la falta de ella en la otra, la nuestra (por
decir algo rápido). La dirección de Podemos ha
abandonado, o está a punto de hacerlo, la defensa de la renta básica.
Ahora defiende una renta garantizada, que será comentada en detalle
en otra ocasión, aunque entre muchos de sus miembros la renta básica sigue
despertando muchas simpatías. Parece que esto importa poco ante los cálculos
electorales, pero no la están acertando mucho. En realidad, podría asegurarse
lo contrario: que el error de cálculo es tremendo. Se ha apostado por lo viejo
conocido, aunque se sepa que es muy deficiente. Nada de audacia, que puede ser
peligroso. Una muestra más de debilidad, aunque esté recubierto de prudencia.
Ahora que en distintos lugares de Europa gana terreno,
aquí lo pierde aunque otras organizaciones como Anova, Bildu, Equo siguen
defendiendo la renta básica. Un paso atrás no es necesariamente una derrota.
Cada vez se va acumulando más experiencia. Y esto también puede servir para
prepararse de cara al futuro. Dice un proverbio árabe que la
primera vez que me engañes será culpa tuya, la
segunda vez, la culpa será mía.
Profesor
de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro
del Comité de Redacción de SinPermiso
y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC.
Su último libro es ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes
(El Viejo Topo, 2012).
Autora
del Manifiesto de derechos humanos (Barataria, 2011) y miembro del Consejo
Editorial de SinPermiso.
Equipo Internacional –CAD CHILE
Septiembre 19 de 2015
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