“UN AÑO DE AYOTZINAPA: EL
TERROR COMO INSTRUMENTO DE ACCIÓN POLÍTICA”
“Este
sábado se cumple un año del secuestro y la desaparición de los 43 normalistas
de Ayotzinapa. 365
días, 13 lunas, 12 meses y millones de pasos que caminan en busca de la
verdad, exigiendo al gobierno de Enrique Peña Nieto una respuesta contundente”
En Marcha
Septiembre
25 de 2015
La noche del 26 de
septiembre de 2014, policías de Iguala y Cocula, bajo responsabilidad del
alcalde José Luis Abarca Velázquez, abrían fuego contra un grupo de estudiantes
de la Normal Rural “Isidro Burgos” del estado de Guerrero, que se preparaban
para asistir a una manifestación en memoria de la Masacre de Tlatelolco
ocurrida el 2 de octubre de 1968. El saldo: seis muertos, decenas de heridos y
43 estudiantes desaparecidos.
La
versión oficial, denominada paradójicamente como “verdad histórica” por la
Procuraduría General de la Republica, acusa al cártel Guerreros Unidos de
habérselos llevado e incinerado en un basurero de Cocula. Sin embargo, el Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que realizó una
exhaustiva investigación independiente, entregó un informe a comienzos de este
mes en el que se detallan una serie de hechos claves que ensanchan las fisuras
de la versión oficial y aportan datos medulares para esclarecimiento del caso.
El
equipo de expertos, creado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) asegura que el Ejército y la Policía Federal participaron en el
operativo, que no hay evidencia científica que pueda sostener la versión
oficial de que los estudiantes fueron incinerados, y denuncia la negligencia en
el manejo de evidencia forense, en el proceso de investigación y en la búsqueda
de los estudiantes.
A
lo largo del proceso de investigación se han realizado decenas de rastrillajes
en terrenos donde habían indicios que señalaban que podían encontrarse los
cuerpos de los normalistas, y se han descubierto más de 70 fosas comunes con
los restos de cientos de personas, que en su mayoría aún no se han
identificado. Dentro de los cuerpos que han sido reconocidos se identificaron a
dos de los estudiantes.
En
el año que trascurrió, más de 100 personas fueron arrestadas en relación a las
desapariciones de los normalistas, de los cuales aproximadamente la mitad son
policías y la otra mitad supuestos miembros de bandas criminales. De los
detenidos, ninguno está imputado específicamente por el delito de desaparición
forzada y aún no hay ninguna sentencia.
Ayotzinapa, crimen
de Estado
Las
cifras de la tragedia humanitaria que vive México evidencian que Ayotzinapa no
es un caso aislado: más de 22 mil 610 personas desaparecidas en los últimos
nueve años, 150 mil muertas, un millón de desplazados. Esto según cifras
oficiales.
Ayotzinapa
es más bien la punta del iceberg. La desaparición de los normalistas es la
muestra de que México está viviendo una gravísima crisis en materia de derechos
humanos. Lejos de ser “excesos” de grupos fuera de control, prácticas
sistematizadas como la desaparición forzada, la tortura y el asesinato resultan
instrumentos de acción política que pretenden disciplinar a través del terror.
Y entonces los límites entre la lógica racional del poder instituido y la del
narco se desdibujan.
A
un año de aquella noche que conmocionó a la sociedad mexicana y movilizó a
tanta gente a lo largo y ancho del mundo, en cientos de manifestaciones,
actividades, concentraciones, actos y caravanas, reclamando la presentación con
vida de los estudiantes desaparecidos, exigiendo justicia y una respuesta seria
sobre el caso, el grito se vuelve a multiplicar: Ayotzinapa duele porque los
desaparecidos nos faltan a todos.
¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
Equipo Internacional –CAD CHILE
Septiembre 25 de 2015
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