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miércoles, 30 de septiembre de 2015

MINISTRA CASTILLO Y LA DERECHA SATISFECHOS POR INTERPELACION; PERO, ¿CUAL ES LA REALIDAD EN SALUD?


Por cerca de tres horas la secretaria de Estado de la cartera de Salud respondió éste miércoles 30 a las preguntas de su interpelador, el diputado de la rancia UDI Javier Macaya. Castillo destacó que todo estuvo muy ‘rico, buena onda’, mientras que el derechista dijo que era “una oportunidad”

Con la sensación de la "tarea cumplida" quedó la ministra de salud del gobierno de la Nueva Mayoría (NM), Carmen Castillo, tras la interpelación que tuvo que sortear éste miércoles 30 en el congreso y que estuvo a cargo del diputado UDI Javier Macaya. La instancia se extendió por cerca de tres horas y estuvo marcada por un ambiente de diálogo de amigos, en el que no se cuestionó para nada el fondo de lo que realmente sucede con la salud de todos/as los/as chilenos/as.

"Estoy tranquila por el hecho de que se nos dio la oportunidad y el diálogo pudo ser muy abierto y dialogante. El interpelador, el diputado Macaya, dio todos los espacios para que pudiera explayarme y dar a conocer todos los temas que convocaban esta interpelación", señaló satisfecha a su salida la secretaria de Estado. Casi fue como que las preguntas iban dirigidas a que la susodicha se explayara sobre temáticas intrascendentes del ámbito sanitario, hartas promesas y profusión de insípidos promedios.

Toda la coalición mantenedora y reproductora del sistema, que es la NM, también se solazó con el espectáculo de hoy. Hablaron de “altura de miras” y alabaron la corrección del interrogatorio del aliancista.

Este último, aprovechó de señalar que están muy preocupados, un montón, por la salud de la mayoría de los chilenos. Farisaicamente, Macaya recalcó que aún "hay mucho que hacer" en el área, como si hubiesen estado preocupados por mejorarla ya durante la dictadura cívico-militar, donde cooperaron, o en estos años de falsa democracia.     

PERO, ¿CUÁL ES LA REALIDAD DE LA SALUD HOY EN CHILE?

Chile registra la 2da mayor tasa de suicidio adolescente a nivel mundial y un record en depresión, pero, a despecho de ello, la OMS señala que aquí se destina un bajo porcentaje del presupuesto total a los programas de salud mental en el sector público y los psiquiatras que laboran en el sector público son una rareza; disminuyen los niños menores de 5 años y aumentan los adultos mayores de 60, lo que implica la necesidad de aumentar progresivamente el gasto público en salud a causa de la progresión de los daños naturales y por las afecciones crónicas asociadas; los problemas de salud se hacen más complejos, con aumento de las enfermedades crónicas, cánceres y mentales; desde 1990, han aumentado en 13,6% los beneficiarios de FONASA, llegando a cubrir en la actualidad nada menos que a un 82% de la población; en 2010, comparados con los promedios de OCDE, dedicamos el 8% del PIB a gasto en salud (en Cuba es el 12%), lo que aparece algo bajo el 9,5% de dicha organización, pero si ese gasto lo vemos por persona, Chile apenas alcanza a US$ 1.202, mientras que éste fue de US$ 3.268 OCDE. 


Sobre el aporte público al gasto total en salud, Chile es el 3º peor, con sólo 48,2%, frente a 72,2% OCDE; tenemos 1,4 médicos/1000 habitantes (en Cuba son 6), contra 3,1 OCDE; 1,5 enfermeras/1000, contra 8,7 OCDE; camas en hospital para cuidados curativos 1,8/1000, contra 3,4 OCDE; contamos con apenas 2 camas de hospital/1000 habitantes, por debajo de Namibia, Zimbabue o Tonga; el número de resonadores magnéticos es tres veces menor que el de la OCDE y el de tomógrafos es menos de la mitad; un sistema de salud público desmembrado y pauperizado, con personal insuficiente y el cual realiza sus acciones en condiciones laborales desmedradas. No obstante, este sombrío cuadro se debe considerar con la realidad de la SALUD en el conjunto de las naciones dominadas del sistema capitalista mundial, campo aquel al cual estamos asignados. Así, en la declaración final de la Conferencia Internacional sobre Salud para el Desarrollo, de 2007, se lee: “A casi 30 años de Alma Ata, la situación de salud de gran parte de la humanidad es deplorable y (ésta) no goza de una atención de salud integral, equitativa o ni siquiera básica”.

Históricamente, en nuestro país el DERECHO A LA SALUD significó décadas de lucha popular y fue siendo traspasado al Estado como otra responsabilidad que este le debía a las grandes mayorías. Hasta 1973, Chile contaba con uno de los mejores sistemas públicos de salud de América Latina. Era un sistema solidario en el financiamiento y además en la atención, puesto que sobre la base de este fondo se  atendía, sin costo, a todas las personas, con o sin previsión. Luego del Golpe del “73, entre otras desgracias, el gasto social pasó del 27% del PIB a sólo 12% en 1974 y el gasto de salud, como aporte directo del Estado, pasó del máximo histórico de 3,4% del PIB a sólo 0.8% en 1980, cifra que se mantuvo hasta 1990. En 1985, se hizo recaer dramáticamente el costo de atención sanitaria en los propios trabajadores y jubilados, al elevar su aporte del 1 al 7%, eliminando el aporte patronal. Por si fuera poco, en el marco de una sociedad que excluye a la mayoría, la constitución dictatorial de 1980 ‘consagra’ el derecho a la “protección de la salud” y el “acceso”, pero no asegura la “Atención”.

El financiamiento de la salud en Chile se da mediante tres vías:

1. Las cotizaciones obligatorias del 7%;
2. El aporte fiscal directo, destinado al sector público
3. El “gasto directo del bolsillo” de los usuarios.
  
La 1ª fuente, cotizaciones, representa el 35% del gasto total en salud (2,4% del PIB). Las ISAPRES cubren el 15,3% de la población, pero las cotizaciones que cobran llegan al 1,3% del PIB; sus afiliados se “seleccionan” y pertenecen a los quintiles más ricos. Al otro lado, los chilenos que están en FONASA (o seguro público), el 82% de la población, mayoritariamente pertenecen a los quintiles más pobres, son los que más se enferman y por ello son más caros. Sin embargo, FONASA recibe cotizaciones equivalentes a sólo un 1,1% del PIB, por lo que EL ESTADO DEBE INYECTAR RECURSOS PARA REFORZARLA Y AUN ASÍ ESTE APORTE ES SIEMPRE ES ESCASO;

 La 2a fuente, el aporte fiscal, se orienta a financiar al sector público, pero indirectamente aporta recursos al privado (vacunas, leche, promoción). El Estado aporta un 1,7% del PIB para complementar los recursos financieros del sistema. Comparado con los países de la OCDE, el aporte promedio del Estado en estos es de 71,7%, mientras que en Chile es sólo de 25% total del gasto en salud. EL APORTE FISCAL EN CHILE ES INSUFICIENTE Y DEBE AUMENTAR, ADEMÁS DE DEJAR DE SUBSIDIAR AL SECTOR PRIVADO;

 La 3ª vía de financiamiento, corresponde a los gastos directos que deben efectuar las familias para conseguir alguna prestación o acción de salud. Las familias aportan un total de 2,8% del PIB, esto equivale al 40% del total del gasto en salud, lo que significa que las familias chilenas son los principales financiadores de la salud.

Es Necesario Disminuir el Gasto de las Familias en Salud, Toda vez que el Promedio OCDE en este Ítem Alcanza Sólo a un 19% del Total del Gasto.

¿QUÉ PASA CON LOS HOSPITALES Y CON SU DEUDA?

Hace un mes, nos enteramos que a nada menos que $ 200 mil millones llega la deuda de los Hospitales públicos del país. Dicho monto ya era indeseablemente alto en marzo del año pasado, cuando asume el gobierno Bachelet y la NM, empinándose entonces a $ 92 mil millones. De lo anterior, podemos constatar que en todo lo que va del segundo gobierno de Bachelet dichos compromisos por pagar se han elevado en un ¡117,4%!, y nada menos que un 29% tan sólo en estos últimos 4 meses, ya que en abril pasado el débito sanitario alcanzaba los $ 155 mil millones.

La información entregada por el Ministerio de Salud (MINSAL) a la subcomisión mixta de presupuesto de la cueva de corruptos del congreso, supera ampliamente los casi $ 66 mil millones adeudados a comienzos de 2014. Sin embargo, durante los últimos cinco años, el problema se acrecienta año tras año.

Las razones de este desangramiento de los establecimientos públicos de salud son múltiples, la mayoría de ellos derivados de la contrarreforma sanitaria de tiempos de Lagos, cuando se determinó que los Hospitales debían autofinanciarse (¡!). Las principales: los bajísimos aportes basales desde el nivel central; los desvalorizados aportes otorgados por el MINSAL y FONASA respecto de las prestaciones otorgadas por dichos centros; el creciente proceso de compra o arriendo en el mundo privado de las mismas; la históricamente pésima gestión por parte de las autoridades del MINSAL en estos 25 años de falsa democracia, con un cometido centrado en la mantención y reproducción de las políticas de mercado aplicadas al ámbito sanitario (la salud como una mercancía).

Este modelo mantenedor del injusto e inequitativo sistema de salud pública instaurado bajo la dictadura cívico-militar, ha permitido que el aporte estatal a la salud pública de los chilenos apenas se haya elevado en los últimos 40 años (luego del 3% del PIB en el último año de la UP, pasó al 0,6% en 1989, y al 1,4% en ésta década), haciendo que en la actualidad el financiamiento total en salud apenas corresponda en un 20% al Estado y que el resto dependa de FONASA (financiada en su cuasi totalidad con las platas de los mismos usuarios del sistema) y las Isapres (que cada vez obliga más a sus miembros a sacar plata de sus bolsillos); las autoridades persisten en pagar de forma subvalorada las prestaciones otorgadas por los establecimientos, pero no tienen problemas en obligar a estos últimos, a los que escatiman recursos para que tengan más camas, para que paguen 5 veces más por camas compradas al sector privado, etc.

También forman parte de las políticas de mantención del modelito monopólico-financiero en salud las concesiones de los hospitales. Así, no es novedoso, pero si preocupante, que las autoridades del MINSAL estén advirtiendo que sigue en pie la concesión a privados de la ampliación del emblemático Hospital El Salvador, lo que ha contado con el activo y categórico rechazo por parte de la comunidad del establecimiento.

Son los antecedentes expuestos y no las excusas centradas en la sola gestión de los recursos y de tipo monetarista, expresadas por Bachelet y su corte, los que producen la imposibilidad inclusive de avanzar en el recortado programa comprometido por el gobierno de la NM. La verdad es que, palabras más o menos, Bachelet se comprometió en medidas que radican en mejoras mínimas en infraestructura y aumento de especialistas, pero no en la modificación de las políticas públicas de financiamiento a fin de superar de verdad el déficit presupuestario de los hospitales. ¡Qué decir de cambiar la visión capitalista monopolista-financiera respecto de la Salud!; de eso no quieren ni murmurar algo.

¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!

Colectivo Acción Directa – CHILE

Septiembre 30 de 2015

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