“PIÑERA
V/S GUILLIER: EL TRIUNFO DE LA MENTIRA”
“Es verdad que Piñera y Guillier no
son lo mismo en varios planos, pero en lo esencial; es decir, en la defensa del
sistema imperante, si lo son”
Por ALEJANDRO LAVQUEN –public. 11/12/17
La segunda vuelta
para elegir al presidente de Chile que gobernará el país entre marzo de 2018 y
marzo de 2022 enfrenta a dos candidatos que tienen algo en común: Mentir a sus
electores. Y no sólo ellos mienten, sino que también mienten los dirigentes de
los partidos de la Nueva Mayoría y los dirigentes de la Alianza por Chile. Así
de concretos son los hechos de la causa.
Las
mentiras, acomodos y transacciones, en beneficio propio, de Sebastián Piñera,
son proverbiales. Por su parte, Alejandro Guillier mintió a todo Chile como
rostro publicitario de las Isapres, y sus posturas sobre cambios estructurales
en el sistema socio-político y económico están lejos de lo que el pueblo
reclama. Ambos candidatos se encuentran distantes de los cambios que podrían
convertir realmente a Chile en un país justo y democrático.
Piñera
y Guillier son defensores de un sistema “republicano” nacido del embuste
(gracias a Diego Portales y la oligarquía, en el siglo XIX), reforzado con
sangre y muerte (por Pinochet, Jaime Guzmán y la DINA-CNI, en el siglo XX) y
alivianado, (para estar acorde con los tiempos, desde finales siglo XX), tras
el triunfo del NO en el plebiscito de 1988, con “mentiras democráticas”, por
los gobiernos de la Concertación, la Alianza y la Nueva Mayoría. Una verdadera
democracia debería comenzar con poner fin al sistema “republicano”,
extirpándolo de raíz, para dar paso a un nuevo sistema político, estructurado a
partir de las organizaciones de base, como por ejemplo las juntas de vecinos,
hasta conformar una Asamblea Nacional de Gobierno que reemplace el actual parlamento.
Los
partidos políticos, las fuerzas armadas y el poder judicial, con la actual
estructura política-administrativa, lo único que han hecho en doscientos años
es provocar una sangría enorme de recursos del Estado, a través del presupuesto
de la nación, para su propio beneficio, siendo perjudicados millones de
chilenos en sus derechos de salud, vivienda, educación, previsión, trabajo y
servicios básicos. A eso súmele coimas, cohecho, robos, hurtos, saqueos de
recursos naturales, destrucción de la industria nacional, evasión de impuestos,
etcétera.
Los
candidatos presidenciales Guillier y Piñera (y los partidos que los respaldan)
repiten como cacatúa, cuando se trata de mejorar la calidad de vida de los
chilenos, una mentira ancestral: que hay que ir de a poco, porque no hay dinero
para esto o lo otro, pero para financiar a sus partidos, subvencionar a
privados, cobrar menos impuestos a los empresarios o jubilarse los políticos
con privilegios exclusivos y financiar a las fuerzas armadas, si hay dinero
disponible por millones de dólares. Pero claro, ellos siguen mintiendo,
interminablemente mintiendo. Y lo peor, tratando de conquistar votos con las
más burdas patrañas, traducidas en ofertas que jamás cumplen cuando son
electos, atribuyendo su incumplimiento a la oposición de sus rivales de turno
en el parlamento. O sea, una farsa de nunca acabar.
Los
candidatos afirman que poseen vocación de servicio público y por eso han
llegado hasta estas lides. Es decir, están aquí para beneficiar a la ciudadanía
(la palara pueblo les da urticaria) con sus propuestas. Pero nuevamente
mienten. Sus famosas propuestas, que luego llevan a discusión en el parlamento
son sólo eso, propuestas, y cuando alguna se concreta va siempre acompañada de
letra chica, lo que termina desarticulando lo de “fondo” y dejando aún más
desamparados a los trabajadores.
Luego
está la mentira mayor, cuando los candidatos afirman que su gran preocupación
es favorecer a la clase media, tan golpeada por los reveses de la economía. Los
más pobres explican, tienen la solidaridad y ayuda permanente del Estado (¿?).
Pero seamos claros, la clase media es un invento, una mentira más. Lo que
existe son explotados y explotadores, y lo que ellos llaman “clase media” no es
más que un sector de los explotados a los que se les otorgan mayores
posibilidades de acceso a servicios y sueldos, así como acceso a profesiones
universitarias u otros trabajos calificados. De esta manera este sector se
convierte en el mayor consumidor de bienes de consumo de todo tipo, ofertados
por los grandes empresarios y monopolios económicos. Bienes que son producidos,
en su inmensa mayoría, por la fuerza de trabajo del sector más empobrecido de
los explotados.
La
llamada “clase media” (obligada a mantenerse endeudada permanentemente) es el
muro de contención para evitar cualquier insurrección popular que exija cambios
estructurales al sistema político-económico oligárquico que nos rige. Se puede
protestar, pero hasta por ahí nomás. La conciencia social de la “clase media”
es manipulada diariamente por la televisión y la prensa escrita y radial en manos de la
derecha pinochetista-guzmanista. Sus principales agentes son El Mercurio, La
Segunda, LUN, radio Agricultura y los matinales de TV, cuya función, además de
distorsionar la realidad y embobar la conciencia, están destinados, a través de
los autodenominados “rostros” (actores, periodistas, locutores, modelos y una
larga fila de cortesanos pagados millonariamente) a convocar a la gente a
comprar y endeudarse. La función de los
“rostros” es motivar al pueblo a endeudarse más y más y más. Toda esta
maraña de embustes es sostenida por los gobiernos de turno y el parlamento. Es
la manera de legitimar la mentira.
Alguien
ha visto alguna vez a algún candidato presidencial fotografiarse con un
indigente o con uno de los niños que duermen en la calle y decir: “Quiero
acabar con esta situación vergonzosa”. No les interesa. O alguien los ha visto
interesados en resolver problemas básicos como acabar, por ejemplo, con los
abusos en los cobros mensuales que realizan las compañías de agua, luz,
telefonía. Por cierto cobros respaldados por las leyes cocinadas en el
parlamento. Jamás, tampoco les interesa.
Es
verdad que Piñera y Guillier no son lo mismo en varios planos, pero en lo
esencial; es decir, en la defensa del sistema imperante, si lo son. Y el
sistema que nos gobierna se basa en la mentira, en la reproducción de la
mentira elección tras elección. Es lo que tenemos y por lo que votarán los
chilenos el 17 de diciembre, o por la mentira mayor o por la mentira
menor.
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