“Entrevista a Hugo Marchant luego de 25 años
de destierro: ‘Hay que seguir luchando por el proyecto revolucionario’”
En Aurora Roja –public. 30/11/17
Después de 25 años
se pone fin al destierro de Hugo Marchat
Moya en Finlandia. Exmilitante del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria MIR, Hugo fue expulsado de Chile en 1992, luego
que tras 9 años privados de libertad en la ex cárcel pública se le conmutara la
condena de presidio perpetuo, que recibiera a consecuencia del ajusticiamiento
de Carol Urzúa, por extrañamiento.
El
cumplimiento de la condena, el 17 de noviembre recién pasado, es un hito en la
vida de Hugo, que implicar tomar importantes decisiones sobre su futuro al
tiempo que reabre reflexiones políticas. Nos recibe afectuoso bajo el
gélido otoño nórdico para compartir algunas de ellas y realizar juntos un
ejercicio de memoria que permite revisar aciertos y desaciertos, así como
proyectar las luchas del futuro.
Daniela
Castillo: Hugo, muchas gracias por la entrevista. ¿Podrías contarnos tus
inicios en la militancia y qué significó para ti militar en el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria?
Hugo
Marchat:
Soy militante de la Izquierda Revolucionaria desde los 16 años. Desde el exilio
asumí la militancia en el MIR y fui militante hasta el año 88, cuando el MIR se
divide. Ante la imposibilidad de que esa crisis haya tenido solución, ya no
tenía nada más que hacer ahí. Ahí consideré y seguiré considerando que el
proyecto revolucionario que dio origen al MIR, es un proyecto que todavía sigue
vigente, dentro del cual yo me defino como militante de la izquierda
revolucionaria que, además, es lo más importante dentro de un ser humano, ya
que la militancia no es algo que comienza y termina con una militancia
partidaria. La militancia revolucionaria es una posición política ante la vida
ya que fundamentalmente el objetivo nuestro es la transformación de la
realidad, la que se resume en la existencia de ricos y pobres.
Desde
los 16 años – cuando estudiaba en el liceo – asumí el compromiso revolucionario.
Primero como estudiante, después como conscripto en las Fuerzas Armadas.
Después lo que nos correspondió en el gobierno de la Unidad Popular, la
resistencia, el exilio. Después el retorno. Luego participar activamente en la
resistencia popular en la clandestinidad a fines de los años 80 hasta que
caímos presos en septiembre del año 83. Y después, la vida de preso político,
por 9 años.
Y
bueno, ahí nos tenemos que ver enfrentados a la realidad que nos tocó, donde
somos derrotados política y socialmente y como presos políticos tuvimos que ver
todo el proceso de descomposición de la Izquierda Revolucionaria de aquella
época. El triunfo de lo que fue la estrategia de la oposición burguesa, que es
lo que se expresó en todos los gobiernos que vienen después de la dictadura.
El
haber combatido a la dictadura estaba considerado un crimen y, por lo tanto –
como en el caso mío – fuimos condenados a 25 años de destierro, lo que en estos
días ya está acabando.
DC:
¿Cuál fue el contexto político en el cual se realizó el ajusticiamiento a Carol
Urzúa?
HM:
A
partir del año 83 y desde fines del año 82 aproximadamente, irrumpe el
movimiento de masas de una manera definida y ascendente, el cual es brutalmente
reprimido. Particularmente, en la protesta que tuvo lugar el mes de marzo del
83, cuando la dictadura decide enviar 18.000 soldados a las calles de Santiago,
hubo una cantidad importantes de víctimas fatales. Por ello, la dirección del
MIR toma la decisión de ajusticiar al Intendente de Santiago con todos sus
guardias de seguridad. Nosotros como combatientes no teníamos idea, sabíamos
que íbamos a participar en una acción de ajusticiamiento, pero no teníamos
ningún detalle por razones obvias, y en ese contexto político es que se lleva a
cabo la operación.
DC:
¿Tú crees que fue la decisión más correcta para ese momento político?
HM: Yo creo que las
operaciones anti represivas que se llevaron a cabo fueron correctas, el
problema no está en ese plano, creo que el problema está en que una de las
deficiencias que tienen todas las operaciones, es que no existía la unidad
entre proyectos, lo cual debilitaba enormemente la apuesta. Creo que una de las
grandes deficiencias es que no queda clara la manera de ligar permanentemente
el accionar armado con el accionar de masas, porque la cuestión no se trataba
en ningún punto de vista de un enfrentamiento entre los aparatos de una
organización revolucionaria con el aparato represivo de la dictadura. En
realidad, sabemos perfectamente que el objetivo principal nuestro es la burguesía,
pues no sacábamos nada con una política de aniquilamiento a las fuerzas
represivas si el poder se mantiene intacto.
Entonces,
si tenemos claro que las revoluciones las hacen las masas – no la hace una
vanguardia – es distinta la relación que tiene que tener una vanguardia con las
masas en lucha. Habría sido mucho más efectivo el accionar revolucionario del
MIR si estas contradicciones hubieran sido resueltas en su debido momento. O
sea, pienso que lo que después dio origen a la división del MIR, era algo que
ya estaba anidado, eso ya venía existiendo antes que se iniciara el proyecto
del retorno. Ahora, yo no cuestiono en absoluto las acciones que se hicieron,
el problema fue justamente esto otro.
DC:
¿Cuáles eran los debates políticos que tenía el MIR en ese tiempo?
HM:
Antes
de seguir quiero decir que yo era solo un militante, yo no era un miembro de
dirección. Pese a ello mi percepción – más lo que yo pensaba en ese momento –
estas son las reflexiones que he hecho después de todo este tiempo, mientras
estuve solo como un ermitaño aquí en Finlandia. En primer lugar, yo no
cuestiono en absoluto una militancia revolucionaria. Por el contrario, al
buscar una explicación del porqué fuimos derrotados, por qué nuestra
organización no pudo sobrevivir a esa lucha, yo creo que básicamente, es el
costo que tuvo que pagar el MIR por desarrollar una política revolucionaria
inmediatamente después del golpe militar. Paga un costo demasiado alto, donde
pierde a hombres como Miguel Enríquez, Bautista Van Schouwen, Dagoberto Pérez.
Lo más brillante que tenía la dirección política, ni todo el Comité Central en
su conjunto logró llenar el vacío que quedó con la caída de estos compañeros.
Pues una de las cosas de que adoleció enormemente la organización el no haber tenido
una discusión profunda y un balance adecuado en el cual hubiese sido posible
valorar la fuerza propia, porque no se tomó en consideración que los militantes
que sobrevivieron a la tortura y en qué condiciones salieron. Y la verdad no
podían seguir en la primera línea. Creo que ahí hubo una evaluación incorrecta.
Como militante no vi que este partido hubiese tenido una discusión colectiva
que fuese el reflejo de las decisiones. El problema es que se siguió
funcionando con todas esas contradicciones sin resolver.
Pese
a eso y a que los costos fueron muy dolorosos, finalmente lo que se hizo fue
instalar una alternativa revolucionaria en la lucha contra la dictadura. Este
fue uno de los grandes logros, pero por cierto se pagó un precio muy alto.
DC:
¿Cómo enfrentaste emocionalmente tanto la situación de la prisión de la tortura
y luego el destierro?
HM:
Creo
que la militancia revolucionaria es algo que no se obtiene una vez para que
exista de por vida, la militancia revolucionaria es algo que se tiene que ganar
cada día, yo pienso que todos los reveses que pudimos tener en el transcurso de
la lucha, ya sea ayer en el exilio, durante la inducción, durante la
clandestinidad, durante el destierro, son parte de la militancia. Pienso que
siempre nuestra ideología revolucionaria es la propia realidad en la cual
nosotros vivimos. Son justamente las características criminales que tiene el
sistema capitalista las cuales veo en todos lados, lo veo en Chile, lo veo
donde esté. Es algo que a mí me reafirmó la convicción revolucionaria, es algo
que no se debilita. Todo lo contrario, tengo un cariño muy profundo a todos mis
compañeros, particularmente, a mis compañeros que cayeron, porque ellos siguen
viviendo.
DC:
¿Qué ha significado para ti el destierro?
HM: Para mí el
destierro es un castigo, aunque muchos crean que es un exilio dorado. Para mí
lo más terrible que me haya podido pasar es que me destierren de mi realidad,
que me saquen de lo que es mi historia, que me imposibiliten seguir luchando en
mi país. Más aun en esa época, cuando termina la dictadura e indudablemente
cambia la situación política y las tareas son enormes como eran las de entrar a
reconstruir la organización revolucionaria, sobre todo cuando hay todo un
proceso de dispersión y descomposición. Que me saquen de esa realidad, es el
costo que hemos tenido que pagar por nuestra derrota en el mundo, porque el
retroceso que tiene el movimiento revolucionario no es solamente en Chile, sino
que es a escala mundial.
DC:
¿Por qué optaste por Finlandia?
HM:
Yo
tenía una situación privilegiada al resto de los compañeros para elegir dónde
hacer el exilio. Me atrajo su geografía, sus bosques, lo inhóspito de su
naturaleza. La historia de Finlandia es atractiva, después de haber vivido todo
lo que viví, la derrota, la caída de los socialismos reales, el avance
impetuoso del sistema capitalista al resolver su crisis de acumulación
iniciando la época del neoliberalismo, yo había tenido una experiencia en el
exilio en el 90. En esa época yo estaba solo.
Ahora
no, tengo mi familia, que es una situación bastante especial. Todos los años
que pude pasar, física y mentalmente, no son sólo para mí, sino también para
ellos. Yo que tengo si se quiere, más “recursos” para poder enfrentarme a
ellos, pensé que esta naturaleza podía ser un elemento, el hecho de que no
hubiera otras familias chilenas, cosa que ellos pudieran hacer su propia
experiencia. Por cierto, hay cosas terriblemente difíciles, pero por lo menos
pudimos sobrevivir, aunque no me interesaba más que mi vida modesta, no tenía
en la cabeza ninguna motivación de obtener recursos ni lujos.
DC:
¿Intentaste militar en Finlandia? ¿Tener algún proyecto político en el cual
desenvolverte o siempre pensaste en volver a Chile y militar allá?
HM:
La
idea del regreso, del retorno, es algo que siempre estuvo encendido dentro de
mí, pese a que sabía que la situación política. No era algo tan fácil poder
hacerlo, por lo tanto, era muy probable que tuviera que esperar 25 años para
que se pudiera llevar a cabo. Sin embargo, muchas veces anduve pendiente de
poder realizar alguna actividad política, pese a las limitaciones del idioma.
Pero la mayor parte de las veces no lograba superar mi aislamiento político
porque lo que separaba mi visión de lo que aquí se llamaba la izquierda, era un
abismo. En realidad, lo que significó el derrumbe de los socialismos reales y
el avance de la contra revolución, con lo que la gente conoce con el
neoliberalismo, lo que se produce luego de la derrota, es una cosa de la que
Finlandia no quedó ausente.
Algunos
investigadores de izquierda, más bien el 70 por ciento de la izquierda, aquí en
Finlandia “se fue pa’ la casa” y lo que quedó tuvo un viraje absolutamente
hacia la derecha. Lo que sigue existiendo aquí como izquierda pescó a Carlos
Marx y a Lenin y los tiraron a la basura.
Con
el avance de los años y la agudización de la crisis, a fines de la primera
década del siglo, empieza a haber un nivel de discusión, pero sin ningún
resultado. Aquí hay una izquierda, aquí hay muchos anarquistas, pero producidos
por la academia, por lo que la discusión es muy limitada. De todas formas,
después de los años empezaron a aparecer compañeros de otras latitudes, con los
que uno empieza a encontrarse, lo cual es muy reconfortante. Si yo lo comparo a
la década de los 70, cuando fui exiliado por primera vez, la distancia es
enorme.
Por
lo tanto, desde luego gracias a mi compañera, por su desempeño en el trabajo
social – que no es mi fuerte – he aprovechado para saber que se hace aquí y,
además, con los viajes a Chile, nos encontramos con lo que es la emergencia del
movimiento social allá el 2011. A partir de esto, a nosotros se nos ocurre
realizar una acción desde aquí, que ya años anteriores habíamos pensado en
hacer. Se trataba de una campaña, pero la verdad de las cosas es que yo me
quedé en minoría del tipo de accionar que ellos pensaban porque para mí era
fundamental que fuera una acción directa. No podía ser algo tan pasivo y tan
formal, y dado que eso era totalmente intrascendente y dado que en Chile había
cambiado totalmente la situación política, nosotros pensamos en solidarizar con
ese movimiento social y en saludar a esos movimientos mediante la acción
propia, esa fue la idea.
Pienso
que la campaña que hicimos a finales del 2011 y 2012, fue completamente exitosa
porque logramos generar el hecho político que nosotros pensábamos. Pero quedó
claro una cosa: que la condena la iba a tener que cumplir, porque lo que el
régimen estaba dispuesto a ofrecerme era negociar. Y yo no estaba dispuesto
siquiera a comenzar a hacerlo, porque eso es inconversable. Porque eso
implicaba que salieran los criminales que estaban en las cárceles que, aunque
fueran cárceles de oro, es una gran cosa que un juez haya dicho que determinado
tipo realizó crímenes, asesinó y desapareció gente. Frente a ello, prefiero
cumplir los 25 años de destierro antes que yo sea la llave para que ellos se
vayan a sus casas. En ese plano soy totalmente inflexible.
DC:
¿Tú crees que algo falló en estos intentos de volver a Chile?
HM:
Yo
creo que no, que no era posible, porque los dueños del poder siguen siendo los
mismos. No hay que olvidarse que nosotros estamos cumpliendo un castigo por el
hecho de haber sido derrotados, y los poderosos tienen las formas de hacer
política que es desde la negociación. Nosotros los revolucionarios exigimos,
porque mediante la justicia no creo que sea posible conseguir nada.
DC:
¿Cuáles es tu análisis político respecto a la situación en Chile, desde la
transición hasta hoy?
HM:
Pienso
que la situación política en Chile ha dependido y depende completamente del
nivel de desarrollo, de la dinámica, de la crisis de legitimidad. Creo que
antes de la caída de los socialismos reales estaba establecida una hegemonía,
una disputa entre dos fuerzas. Esa realidad cambió con la derrota que sufren
los revolucionarios a escala mundial y, por otra parte, la solución que da el
modelo capitalista. Por lo tanto, tenemos el hecho de que el imperialismo
norteamericano inicia todo un proceso de exterminar todo aquello que parezca
socialismo y que parezca Estado de Bienestar. Para ello emplea distintos
medios: la lucha política, la lucha económica y donde no puede resolver
políticamente, lo resuelve con guerra.
En
el caso de Chile, dentro de esa dinámica queda mucho más definido el rol en el
resto del mundo: es un proveedor, pues Chile tiene enormes riquezas naturales.
Desde luego, durante dos ocasiones nos acercamos a una revolución: como es el
proceso de la Unidad Popular y después, la lucha de la resistencia popular,
llegando a la época más avanzada que es el proceso donde irrumpen todas las
protestas nacionales.
La
contrarrevolución sabe responder de manera efectiva y nosotros somos derrotados
por diferentes flancos: en la lucha frontal con el enemigo, pero también, somos
derrotados en el seno de nuestras organizaciones revolucionarias donde parte de
nuestra militancia emigró a lo que se llamó el “movimiento de los renovados”,
tales como el MAPU, el Partido Comunista y el Partido Socialista. No fue una
pequeña cantidad de militantes la que emigró a la estrategia de la burguesía,
por lo tanto, dados todos esos elementos que conforman la situación política,
lo que le llaman el proceso de transición, no fue más que el proceso de
continuidad de la dictadura. Bajo una supuesta democracia, pero que indudablemente
durante los años de dictadura, se construyó un nuevo estado que no va a dar
lugar a que se genere otra coyuntura como la que se dio en esa época de la
Unidad Popular. Entonces, el famoso proceso de transición es cambiar la
dictadura llevada por las Fuerzas Armadas por una casta política pos dictadura,
hoy se ha hablado mucho de la corrupción, colusión, pero pienso que todo eso es
parte sustancial, es inherente al sistema capitalista. Solo que hoy es más
desvergonzado que antes.
Hoy
día quedó totalmente establecido, con el surgimiento del movimiento de masas,
que después del 2011 está planteada la posibilidad real de desarrollarnos en
todos los escenarios. Sólo el hecho de que cientos de miles se movilicen,
significa que hay contradicciones del sistema que son detectadas por los
diferentes sectores sociales. Por lo tanto, creo que por una parte tenemos la irrupción
del movimiento social y, por otro lado, la incapacidad del sistema capitalista
de poder resolver sus contradicciones. En vez de resolver la crisis, se
profundiza y entra en estado de pudrición y eso lo reflejan los fenómenos de
corrupción, colusión y la deslegitimación que tienen, donde es masiva la apatía
electoral por parte de los distintos sectores sociales.
La
situación política que se está viviendo en Chile no es muy distinta a la que se
está viviendo en Europa, guardando el sentido de las proporciones. Quizás en
Chile es un poco diferente porque el desmantelamiento del Estado de Bienestar
en Europa ha sido gradual a diferencia de Chile, que se hace drásticamente
mediante una dictadura militar, con gente torturada, asesinada y todo lo que
significó la dictadura para nosotros.
Por
otro lado, para que pueda existir el proyecto revolucionario es lograr avanzar
en la unidad de los mismos, lo cual no es fácil por todo el proceso de
dispersión que quedó después de esa unidad. Debe construirse a partir del
trabajo concreto que cada organización o colectivo, ese es un trabajo que se
tiene que dar, porque el enemigo es poderoso. No es la misma situación que se
tiene en los años 60, creo que hacer la revolución es completamente posible,
pero requiere mucho trabajo y creatividad. Por ningún motivo podemos hacer la
política del mal menor, y eso se está viendo en Chile como, por ejemplo, las
acciones que se vienen desarrollando con la coordinadora No más AFP. Esas son
acciones que no necesitan de balazos, pero que tienen un impacto para la gente.
El pueblo mapuche también lo viene haciendo, con elementos muy sencillos.
DC:
¿Que sientes ahora que has terminado la condena? ¿Quieres volver a Chile a
continuar tu militancia?
HM: La pena ya se
cumplió y lo que quiero hacer es continuar mi militancia revolucionaria, sino
para mí no tendría sentido ir a Chile si no es ir a encontrar mi lugar en la
lucha. Ahora bien, con qué organización lo voy a hacer, eso ya es otra cosa.
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