“¿Quién pintó el
mural de Argomedo?
En Diario-Radio U. de Chile –public. 3/12/17
Hace unos días
recurrí a este espacio para difundir una información: existe en Valparaíso un
mural del año 1970, que sobrevivió a los esfuerzos desplegados para taparlo. El
mural fue pintado en el marco de la campaña presidencial de Salvador Allende y
representa a una familia caminando en una misma dirección. Una vecina lo ha
cuidado durante años. Participó en su creación. Sabe lo que representa. En
términos de lucha, en términos de sueños compartidos. Una parte del mural se
dirigía a la mujer, buscaba su apoyo. La Sra. Judith parece hoy representar
ella sola a esa mujer convocada por el mural. Ella es quien salió un día para
impedir que un grafitero (“Plaga”) lo tapara por completo porque “no se puede
borrar la historia”. Más recientemente una ciudadana francesa, Séverine Neveu,
interesada en la historia del mural y en el significado que tiene para la
comunidad, está promoviendo un proyecto de preservación y restauración de la
obra. Aunque no está sola, los apoyos con los que cuenta no son suficientes.
Esta semana, Séverine nos comunicó, a quienes tenemos interés en este mural,
una noticia. Alguien –otro grafitero– pintó el mural de Argomedo. Así es como
mientras algunos intentan salvar una obra, otros pintan por encima.
No
conozco personalmente a los autores del mural original, sus nombres figuran a
un costado del mural. Más allá, uno puede presentir sus identidades. Algo
parecido ocurre con los autores o el autor de la silueta recién pintada sobre
la imagen de la familia. Es bastante escalofriante la visión que hoy ofrece el
mural. Nos está diciendo algo sobre el momento que vivimos. Nos lo pinta. Y es
una pintura oscura.
Porque
ahora ya no son los militares, ahora ya no es el adversario resuelto a terminar
con toda huella de un proyecto colectivo que clamaba por la justicia, por la
igualdad y por la solidaridad como sostén de cualquier emprendimiento. Ahora es
Cualquiera. Ahora es el individuo engendrado por lo que ha sucedido estos años.
¿Cuántos años? ¿Los mismos que nos separan del mural?
Cualquiera
es hijo o hija de Ignorancia. Hijo o hija de Qué me importa. Hijo o hija de
Sálvese quien pueda. Hijo o hija de esa Ceguera que ni siquiera nos permite
reconocer una obra de arte. Una auténtica obra de nuestro arte popular. Ese
mismo arte popular que luego, cien años después, homenajeamos en la figura de
Violeta Parra, siendo que cuando estaba viva, pocos, demasiado pocos concurrían
a su carpa para apoyarla en serio, poniendo el cuerpo, prestando la oreja,
respetando su arte, su manera, su forma, y no haciendo horripilantes
interpretaciones de sus canciones.
Quien
pintó sobre el mural de Argomedo probablemente ignoraba que se trataba de un
mural histórico. De haberlo sabido, ¿le hubiera importado? ¿Tienen valor los
datos que estamos publicando? ¿Quién está capacitado hoy para reconocer, en el
mural de Argomedo, una obra de arte?
Dato
interesante: el muralismo es parte de los programas escolares (Curriculum de 4°
de Enseñanza Media, asignatura de Artes Visuales). No es poco. Pero falta
mucho. Es necesario seguir aprendiendo. Seguir conectando. Una asignatura con
otra asignatura. Un tema con otro tema para visualizar de qué manera el hecho
de haber borrado tantos episodios de nuestro pasado explica también este
presente miserable que tenemos.
¿Es
un artista quien pintó sobre el mural de Argomedo? Puede ser. Pero, ¿qué clase
de artista puede comportarse ante una obra ajena como si no existiera? No
verla. No escucharla. No atenderla. ¿Considerar que lo que tiene para hacer es
tan importante que puede cubrir la obra de otros? ¿Usar la obra de otros como
simple soporte para la propia? ¿Qué valores vehicula una obra que no se otorga
límites? ¿Que no consulta? ¿Que no pregunta? ¿Que no dialoga? ¿Qué simplemente
se impone a los demás?
Se
entiende desde luego que hoy, y desde hace mucho, estamos frente a un tipo de
cultura en la que esto sucede. Hay artistas que cuentan con la posibilidad de
borrarse, de taparse unos a otros, en una perpetua sucesión, que en ciertas
circunstancias puede tener resultados interesantes, si esa superposición se
hace con el acuerdo implícito o explícito de los participantes. Los collages
callejeros también existen y tienen su belleza. Pero aquí estamos hablando de
otra cosa. Alguien no fue escuchado, alguien no fue visto. Alguien, que no es
uno solo, fue avasallado.
Me
refiero a los autores del mural original. Me refiero a los vecinos que en su
momento participaron. Me refiero a quienes están detrás del proyecto de
restauración. Me refiero a la Sra. Judith que ha estado ahí defendiendo
algo que no es solamente un muro, ni un mural, ni una historia. El mural de
Argomedo es un nexo con toda una forma de pensar y de hacer política en Chile.
Es una puerta abierta a un episodio específico de nuestra historia. Ese
episodio en el que muchos tuvieron conciencia de su poder de creación y
transformación. No cada cual por su lado sino –precisamente– a la manera en que
se pinta un mural. O sea, cada cual en su puesto de trabajo… y todos juntos.
Invito
a los lectores interesados en el devenir de este mural a tomar conocimiento de
la página que le está dedicada (http://muralargomedo.cl/)
El sitio está en construcción. Se precisan manos para seguir desarrollándolo.
Se precisan voluntades para seguir nutriendo este proyecto. A buen entendedor…
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