Entrevista concedida por Melinka a un medio de México, hace 40 años, a su paso por aquel país luego de un infierno de 2 años y medio en las mazmorras de la dictadura cívico-militar chilena y de ser expulsado del país el 10 de diciembre de 1976
En Proceso –public.
16/4/77
— ¡Pueblo, conciencia, fusil, MIR, MIR!
Este grito de
guerra, convertido en acción antes y después de Augusto Pinochet —11 de septiembre
de 1973—, se escucha cada vez más en el interior de Chile. Y se traduce en muy
diversas formas: sabotaje, huelgas de brazos caídos, peticiones obreras, o
cortes de energía en sectores de la producción más importante Se trata de
acciones de masa de carácter legal y semilegal, pero apoyadas por una dirección
clandestina: el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Los
obreros y campesinos, así como sectores populares de Chile, dice Víctor Toro,
miembro del Comité Central del MIR, han comenzado a perder el miedo.
Y
después, reconoce: “Si el régimen militar puede mantenerse todavía en el poder,
no es porque la dictadura tenga el apoyo popular, sino porque el conjunto de
las fuerzas de izquierda, a 4 años de distancia del golpe, no nos hemos
esforzado lo suficiente para construir la sociedad del pueblo y de la
izquierda”.
Falta,
añade, una alternativa popular para que sea adoptada Luego precisa: “La
dictadura no caerá por la crisis interburguesa o internacional, sino en la
medida en que podamos implementar una táctica política-militar”.
Víctor
Toro Ramírez, que acaba de llegar a México, fue detenido el 23 de abril de 1974
por agentes del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea de Chile (SIFA) Fue
expulsado del país el 10 de diciembre de 1976 El primero de febrero de este año
presentó a la Comisión Ad Hoc sobre Derechos Humanos en Chile, y ante
representantes de las Naciones Unidas, en Ginebra, un testimonio sobre la
represión en su país y que será publicado en junio Proceso tuvo acceso a ese
testimonio y además platicó con Toro Ramírez.
Víctor
Toro tiene 33 años Fue dirigente del Movimiento de Pobladores Revolucionarios
de la Provincia de Santiago y hasta el 11 de septiembre de 1973 ocupó el cargo
de presidente del Frente de Trabajadores Revolucionarios, que eran las
organizaciones legales del MIR Es militante de ese partido desde 1965 y a
partir de 1969, miembro del Comité Central.
Toro
señaló que la actividad clandestina del MIR, como de otros partidos de
izquierda, ha permitido la acción legal y semilegal de los obreros, campesinos
y colonos Actualmente, afirma, Chile pasa por un periodo de lucha semilegal
importante, al comenzar a reestructurarse los sindicatos, las juntas de
vecinos, las federaciones, los comedores populares o las confederaciones “Toda
la estructura organizada de masas”, dijo.
Luego
subrayó: “Todas las actividades legales o semilegales se sostienen por las
organizaciones clandestinas, que es donde se gestan las plataformas de luchas
de las masas”.
El
dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria manifestó que los obreros
han perdido el miedo de actuar contra el régimen militar.
Durante
la entrevista, Víctor Toro reconoció que la única organización de masas que
pudo sobrevivir ante los golpes del régimen de fuerza fue la iglesia.
“Fue
la única organización en la que el pueblo pudo ingresar, con todas las
implicaciones que esto tiene La iglesia cumplió un papel importante y
participamos, nosotros, sin reticencia”, apuntó.
Pero,
aclaró que solamente se podía confiar en la base de la iglesia, como son los
sacerdotes y obispos, “porque la jerarquía impulsa una alternativa que no es
del pueblo ni de la izquierda; es la alternativa de la oposición burguesa,
encarnada en el freísmo”.
Víctor
Toro subraya que el régimen militar caerá “por la fuerza de la radicalización
del movimiento de masas”.
—
¿Aun sin tener armas?
—No
es problema fundamental la falta de armamento Se trata de conquistar la fuerza
social y política del pueblo Con las huelgas, el sabotaje, los paros, con la fuerza
militar que logre desarrollar el movimiento obrero, campesino y popular.
Melinka, al centro, de abrigo largo y oscuro. A su derecha, el compañero Alejandro Villalobos, Mickey |
Se
trata de unir, dijo, a todo el movimiento obrero y a todas las fuerzas de
izquierda “Cada una de las organizaciones del pueblo son un pilar fundamental
para esa unión, pero hasta el momento, subrayó, no ha bastado para formar una
alternativa importante contra el régimen”.
En
relación con la represión, Víctor Toro señaló que a la Junta Militar le
interesa que el desprestigio internacional sea compartido con otras naciones
como Brasil, con el cual mantiene buenas relaciones Pinochet está coordinando,
con todos los órganos de represión de Chile y otras naciones del Cono Sur, “una
internacional de la represión”.
Denunció
que a través de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Pinochet pretende
infiltrar agentes en organismos internacionales como la OEA, OIT, ONU, partidos
políticos y organizaciones que apoyan al pueblo chileno.
El
21 de junio de 1976, dijo, en el centro de torturas de Villa Grimaldi, en la
capital chilena, se definió la “nueva política exterior” de la DINA. Asistieron
el coronel Marcelo Moren Brito, entonces jefe de Villa Grimaldi, el capitán
Francisco Ferrer Lima, el general Luis Ramírez, encargado de la DINA en el
exterior, el exsenador Sergio Díez, delegado de la Junta Militar en la ONU, el
coronel Julio Tapia Falk, abogado en el Ministerio de Relaciones Exteriores,
María Eugenia Oyarzún, embajadora de Pinochet ante la OEA y Pablo Rodríguez,
del Ministerio del Interior y antiguo dirigente del movimiento fascista Patria
y Libertad.
En
esa reunión, cuenta el dirigente del MIR, se definió la política que adoptaría
la DINA y que llevó al “encuentro de organizaciones terroristas y
anticomunistas” que se llevó a cabo en forma clandestina y paralela a los
trabajos de la Asamblea de la OEA.
Víctor
Toro dijo que participaron organizaciones fascistas de Suecia, Bélgica,
Francia, Inglaterra, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Rodhesia, Venezuela,
Italia, España, entre otras naciones El encuentro fue presidido por el general
Edgar Ceballos, señalado por el dirigente del MIR como “el más importante
agente chileno de la CIA”.
En
la reunión se acordó impulsar, desde fines de 1976 y durante 1977, los
siguientes planes: “Tierra Santa”, “Washington”, “Mar y Agua” (Perú y Bolivia);
asimismo, se decidió la instalación de tres cuarteles generales en América
Latina, uno de ellos en Chile Habrían de ser instalados también tres cuarteles
generales en Bélgica, Francia y España, con subsedes en Suecia, Italia,
Rodhesia, Noruega y Alemania Federal Un séptimo cuartel se instalaría en
Estados Unidos.
“La
DINA ya comenzó a operar según los planes, como lo prueba el asesinato de
Orlando Letelier y la campaña terrorista desatada por los grupos anticubanos
encabezados por Orlando Bosch en América Central y el Caribe”, afirmó Toro
Ramírez.
Los
informes recabados por Víctor Toro se enriquecieron a lo largo de casi tres
años de prisión “Los prisioneros políticos nos transformamos, en el fondo de
las prisiones, en los más implacables investigadores de los crímenes de la
Junta Militar, gracias a los informes de decenas de compañeros que, como yo,
hemos sido testigos de su brutalidad sin límites”, dijo.
Cuenta
que la Junta Militar “libera” con gran despliegue de publicidad a los presos
políticos, pero los vuelve a detener cinco minutos después, o los que llegan a
sus casas, son constantemente amenazados por agentes de la DINA, obligándolos a
abandonar el país.
Hay
más de 2,800 personas desaparecidas y la Junta Militar no quiere reconocer que
están detenidas A 1,200 de ellas se les ha comprobado su detención en Chile,
con testigos y recursos de amparo presentados en los juzgados correspondientes
y algunos aceptados por la propia Corte Suprema Otros 1,100 casos de desaparecidos
se denunciaron desde el 11 de septiembre de 1973.
La
Vicaría de la Solidaridad, explica el dirigente chileno, solicitó a la Corte
Suprema de Justicia que designe un ministro en visita que estudie la situación
de más de 400 personas desaparecidas Dos peticiones similares, en agosto y
octubre de 1976, fueron denegadas Una nueva solicitud ingresó el 25 de
diciembre del año pasado.
El
organismo eclesiástico ha insistido en el esclarecimiento de la situación de 11
personas que, según los tribunales chilenos, no estaban desaparecidas, puesto
que se encontraban detenidas en virtud del estado de sitio: Gonzalo Moreira
Salazar, Miguel Montecinos Jeffs, Walter Tornarelli Jerez, Nieves Pizarro del
Río, Rosa Amelia Camacho Parra, Patricio Stuardo Solís, Jaime Luis Silva
Barrera, Luis Humberto Bernal Venegas, Carlos Alejandro Cerda López, Eduardo
Riffo Zamorano y María Osses.
Víctor
Toro, prisionero de la Junta Militar casi tres años relató que el campo de
concentración de Chacabuco, en el desierto del norte chileno, fue cerrado
temporalmente a fines de 1974, transformado posteriormente en base militar y
readecuado por la DINA, para volver a abrir sus puertas en 1976, sólo que sus
prisioneros ya no son obreros, ni estudiantes o campesinos, sino miembros de
las fuerzas armadas, o disidentes del régimen que critican la situación
económica.
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