Un sistema económico-social tan desigual
e injusto para con la inmensa mayoría nacional como el que se impuso y campea
en Chile desde hace 44 años, de dominio del capital monopólico financiero, sin
duda requiere para su mantención y reproducción que las fuerzas políticas del
duopolio establecido en 1990 no lleguen a cuestionar sus bases y que, al
contrario, propendan a su vigencia. No obstante, seguimos escuchando sandias y
vacuas conceptualizaciones respecto al patrón en vigor, como que esta es la tierra
donde campearía el "modelo neoliberal” o que estaríamos asistiendo a la “civilización
neoliberal”
Lo que sus
confundidos testaferros -sean de la izquierda tradicional o de la ‘inquieta’- no
saben o parecen desconocer, es que el término “Neoliberalismo” surgió hace
mucho y del otro lado de la brecha. Es un vocablo propio de la Lengua de los
Señores, de los Amos, de los Patrones.
Ludwig von Mises lo apunta por vez primera
en su obra “Liberalismus” (1927) [1],
como “neuen liberalismus” y lo
reserva para diferenciar el liberalismo decimonónico (más bien la economía
política clásica capitalista, cuyas ‘bondades’ pulverizara Marx) de las nuevas
variantes medio socialistas de dicha teoría (el austrohúngaro aborrecía todo lo
que oliese a socialismo). No obstante, dicha frase queda traducida como “neoliberalism” en su posterior versión
inglesa, de donde provino la impostura
castellana. Asimismo, Louis Baudin, en uno de sus trabajos [2], explica
que aquel término se habría impuesto en medio de un coloquio de
neoconservadores (autodesignados “liberales verdaderos”), realizado en 1938, y
que este mote se utilizaría para remontar el descrédito que implicaba entonces
el “liberalismo”. También, estaría asociado a otro artefacto ideológico de los
neoconservadores, llamado “economía social de mercado” [3], y por último, se
relaciona con la escuela neoconservadora italiana de entreguerras.
Es decir, era un tópico reservado para los
teóricos de las políticas pro-imperialistas, opuestos a un explícito laissez faire y enemigos del socialismo.
Sus creadores querían ocultar entre los pliegues del término las bases
sociológicas y económicas de la economía política de la fase imperialista, del
crecimiento a costa de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y de los
recursos naturales de extensas zonas geográficas, integradas tras la
penetración del capital financiero; de la sacrosanta propiedad privada de los
medios de producción y la apropiación también privada del excedente económico a
una escala internacional, etc. Lo disfrazan como un renacimiento del
“Liberalismo”, de “defensa y difusión de las ideas de la libertad” [4]; “un
concepto global, bajo el que se incluyen los programas de la renovación de la
mentalidad liberal clásica. (…) Los
esquemas neoliberales del orden económico y social son modelos de
estructuración cuyo denominador común central es la exigencia de garantía
(constitucional o legal) de la competencia frente a la prepotencia” (negritas
nuestras) [5].
Todas estas definiciones, tan cándidamente
farsantes, ocultan las verdaderas intenciones de los ideólogos del
imperialismo. De allí entonces, que aseguremos que al ser importado el término
“Neoliberalismo” desde el campo enemigo, sin dar cuenta que con su uso se está
invirtiendo la realidad y se encubren categorías tales como imperialismo,
capitalismo, burguesía, explotación, etc., lo que hacemos es importar una
ilusión para criticarla y, fatalmente, esto implica que no hacemos cuestión real
del fondo del asunto (véanse los tristes papeles que juegan gobiernos y
movimientos autodenominados “Anti-Neoliberales”, tales como los casos de
Brasil, Uruguay, Nicaragua, etc., que terminan sirviendo las bases del Capitalismo Monopólico-Financiero de
carácter Transnacional o simplemente Monopolismo Transnacional MT). Es como quitar a nuestros enemigos
de clase su quimera y criticarlos por ella y no por sus verdaderas prácticas.
Uno de los áulicos de la etapa de
transición imperialista actual y miembro de la Sociedad Mont Pelerin (que
fundaran los héroes neoconservadores Hayek, Friedman, von Mises, etc.), plantea
que otros se apropiaron y corrompieron el término “Neoliberalismo”. Se queja él
de que: “(…) el ‘neoliberalismo’ es utilizado para caracterizar cualquier
propuesta, política o gobierno que, alejándose del socialismo más convencional,
propenda al equilibrio presupuestal, combata la inflación, privatice empresas
estatales” [6]. Le preocupa que: “Probablemente son muy pocas las doctrinas
que, como el liberalismo, hayan perdido tantos términos a manos de sus enemigos
en el debate político” [7].
Pero, ¿No será que su creatura, el
“neoliberalismo”, sea un arma tipo “Caballo de Troya” que, siéndoles apropiada
por sus “enemigos”, expide su falsario contenido a este lado de los
contendores, debilitando y confundiendo nuestra praxis? [8]. Nos preguntamos:
¿Cómo es posible que un eufemismo, arrebatado a los teóricos del capitalismo
contemporáneo, que oculta la realidad concreta y los medios correctos para su
transformación, haya pasado a convertirse en el habla cotidiana en un término
corriente para definir irrealidades y supuestas consecuencias de estas? Creemos
que la respuesta a tamaña impostura proviene desde dos vertientes, no
incompatibles entre sí: primero, la derrota política de los movimientos
populares en los “70s-“80s (inclusive ideológica en algunos casos), la que
provocó, entre otras lamentables secuelas, una carencia de propuestas tal que
se llegó a apelar sin reparos al lenguaje del enemigo para dar cuenta de las
nuevas condiciones; en otras palabras, había que operar inclusive en el plano
del prejuicio cognitivo y tolerar la desinformación. La otra fuente, es el
inveterado deseo del reformismo de encontrar una burguesía “nacional y
progresista”, por lo que le conviene identificar a un enemigo “neoliberal”
para, ante esa supuesta disyuntiva, levantar frentes ‘antineoliberales’ donde
poder aliarse con imaginarias fracciones burguesas “progresistas” y ahora
“antineoliberales”.
La Transnacionalización
Lo que tiene de particular el actual
momento histórico es que, con el despliegue de todo el poderío incontrastable
de los tres polos imperialistas y del capital financiero transnacional, en
todos los planos y en brazos de la tercera revolución industrial, se trastornan
las viejas formas de relación existentes entre las formaciones y que
determinaban la dependencia de unas naciones de otras. Cedieron el paso a
nuevas formas de relaciones que nosotros preferimos llamar de Transnacionalización, que es una
renovación en la integración imperialista de las diversas partes del Sistema Capitalista Mundial (SCM), en
que la composición económica no puede comprenderse tan sólo desde la
perspectiva de la relación de subordinación de unas naciones con otras, ya sea
a través de la inversión o el intercambio comercial, si no como el desarrollo
de una nueva etapa de la economía mundial donde el capital monopólico
transnacionalizado absorbe partes de la economías de las naciones para
incorporarlas a ciclos mundiales de valorización del capital (‘postfordismo’).
En una palabra, los sectores dominantes del SCM implantaron, en consonancia con
el pleno despliegue del MT de los 70-80 y aceleradamente desde mediados de los
80, un nuevo proceso de integración imperialista, de Transnacionalización
desigual y combinada de las formaciones económicas y sociales, donde los
Bloques en el poder están hegemonizados por las fracciones burguesas
monopólicas y subordinadas al capital financiero transnacional.
La Transnacionalización se impone,
entonces, en brazos de la ocurrencia de un conjunto de procesos que se enmarcan
en el decurso de la etapa del MT, dando sostén al desarrollo de esta transición
a una fase imperialista superior. Entre esos procesos, tenemos:
1. Constitución de los tres grandes bloques
regionales imperialistas: la
Unión Europea ; el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLC); y el bloque en torno de las economías ricas Asia-Pacífico, del eje
Japón-Australia y al que se debe sumar China [9]. La constitución de estos
bloques, que en su conjunto concentran el 90% de la riqueza del planeta [10],
es sin duda una novedad histórica en la escala que se viene dando, y altera las
condiciones de todos los países que participan en ellos;
2. Tanto los flujos de inversión directa
como de capital financiero, son extremamente concentrados –ellos se dan sobre
todo entre los principales países capitalistas centrales, y secundariamente en
dirección a algunos países considerados "emergentes". Pero,
incluso en este caso, el capital recibido del exterior no representa un
porcentaje alto de la formación bruta de capital fijo, lo que se puede explicar
porque se prioriza al sector terciario y la obtención de plusvalía absoluta;
3. Las grandes corporaciones mundiales
siguen teniendo una importante base nacional [11], donde se continúa quedando
gran parte de los capitales; además, al internacionalizarse, lo hacen de forma
muy concentrada. No obstante, no debemos caer por ello en una visión
mecanicista [12], puesto que el carácter de transnacionales
se debe a su capacidad real de operar sin mayores cortapisas en el conjunto del
SCM y de transnacionalizar no sólo el capitalismo y los capitales, sino que
también por ser capaces de integrar los ciclos productivos a escala del SCM,
por ejemplo, con el recurso de la “deslocalización", que es la transferencia de todo o partes
de un ciclo productivo entre diversos países, a objeto de bajar costos o
impuestos, y que redunda en un buen chantaje contra los trabajadores del centro
del SCM;
4. En los “procesos de institucionalización
de la economía internacional” [13], como eufemísticamente llaman los m-t a la
reproducción ampliada de la Transnacionalización , coadyuvan las IFI y los
llamados organismos de “cooperación económica” (OCDE, COSRA, FORO DE DAVOS,
etc.). Desde adentro, las actividades de los capitales financieros
transnacionales son avaladas por los propios Estados-naciones, aunque estos, de
momento, aún les significan ciertos límites a su libre albedrío, en un punto en
que, junto a otros factores, mantiene en suspenso la concreción de la fase
Imperialista II ó de gobierno mundial del capital monopólico-financiero. Cabe
destacar que al interior de las formaciones, las fracciones monopólicas han
hecho lo suyo y supeditan efectivamente a las fracciones burguesas no
monopólicas (no siempre muy dóciles) y es de notar el esmero que prestan
también los grupos mantenedores del sistema;
5. La Transnacionalización
(ya dijimos que no es lo mismo que un proceso de integración "global"
de la economía mundial) se potencia y reproduce en la ampliación de la
alteración de la correlación de fuerzas a nivel mundial, en perjuicio de las
clases trabajadoras y a favor de los sectores dominantes. Esa desfavorable
situación es la resultante de la ofensiva conservadora iniciada en el
centro del SCM, sobre todo desde los 70, de la desreglamentación y del sustento
que le entrega la revolución tecnológica y su orientación (la tecnología
facilita también el control
sobre los capitales y si fuesen otras las condiciones políticas, serviría de
mecanismo de control en manos de los pueblos) [14]. Un factor gravitante y que
ha llevado a la aceleración de la internacionalización, fueron las opciones de
política económica hechas por las burguesías internas, en las que se hicieron
dominantes las fracciones monopólicas (para el caso chileno, resulta
interesante ver el texto de Andrés Pascal Allende: “Balance Histórico”; Mimeo; Chile, 1985; p. 39.);
6. Continúa la tendencia histórica
capitalista de aumento de la composición orgánica del capital, considerándose
más competitivas las empresas en que el contenido de la mano de obra directa
sea ínfimo respecto del costo total de producción. Aunque igualmente se produce plusvalía en el sector terciario, siendo
ello más dinámico que en las otros dos, la variante se encuentra en las formas
de socialización del proceso productivo. Podemos decir que un gran contingente
de los obreros industriales se ha desplazado, más bien fueron desplazados, al
sector terciario. Pese a ello, las formas de relación
prevalecientes en los ámbitos económicos continúan siendo las que vinculan al
capital con el trabajo asalariado;
7. Se aceleran los procesos de
concentración y centralización de los capitales [15];
8. Se observa un crecimiento de los gastos fijos
relacionados con la investigación y difusión de tecnologías, en un contexto de
competencia creciente en el ámbito de la renovación de productos y métodos de
producción. La celeridad de estos procesos y el riesgo de obsolescencia exigen
rapidez en la comercialización de "novedades" [16]. Ello incentiva la
creación de redes de servicios, transporte y comerciales, que exigen también
fuertes inversiones y que, sobre todo en lo que se refiere a infraestructura,
corrientemente son cargadas al Estado;
9. Pugnas a nivel mundial por el control de materias
primas estratégicas, y disputas comerciales y financieras entre grandes grupos
económicos;
10. Las formas de la dominación que entraña
la transnacionalización, no son sólo económicas, si no que se extienden a todos
los niveles de la superestructura, aherrojando aún más a los explotados [17].
Los grupos monopólicos transnacionales
disponen hoy de una amplia libertad para sus negocios, como la que anhelaba
hace ya una década un empresario europeo y que reproduce Chesnais en una de sus
obras: "libertad de implantarse donde quieran, cuando quieran, para
producir lo que quieran, comprando y vendiendo donde quieran, sufriendo lo
menos posible a restricciones en materia de derecho del trabajo y de
convenciones sociales" [18].
Esa libertad, casi absoluta, se basa hoy en el inmenso poder económico y
político alcanzado y reproducido por el capital financiero transnacional,
capacidad que se proyecta y que inviste a las IFI y a las otras instancias de
nivel internacional y regional de modelamiento transnacional de las economías
en verdaderos representantes del ese poder Supranacional. Ese poder
incontrarrestable y las “nuevas formas de integración a la economía mundial,
nos han hecho totalmente dependientes de los grandes capitales internacionales
que controlan la producción mundial, transformando nuestra independencia
política, en un asunto puramente formal” [19].
Ya dijimos que uno de los factores que
mantiene en suspenso el paso al gobierno mundial del capital financiero, a la
fase imperialista II, es la existencia del Estado-nacional. Segundo otrosí, es
la competencia intra-imperialista, de insospechadas posibilidades. Y el tercer
factor que retrasa aquel superimperialismo, y en el cual tenemos mucho que
hacer y que depende de la iniciativa de los movimientos populares, es el de la
lucha de clases y su correlación de fuerzas, tanto a nivel nacional como
internacional.
¿Y qué pasa hoy al nivel de lo sociológico?
Ya hemos dicho algo sobre los fenómenos sociales y de la
individualidad, implicados en la imposición y mantenimiento del MT. Anotemos
también que los Bloques Dominantes de las formaciones subsumidas en la vorágine
del MT, de todas las latitudes, pueden decir que han logrado imponer el miedo,
el aislamiento, el egoísmo, por sobre la solidaridad, la defensa de los
derechos sociales mínimos y los débiles lazos sociales y organizativos que se
pudieran haber creado en las diversas formaciones durante los pasados lustros.
Han podido desviar todo enfoque y crítica hacia el injusto sistema de
dominación y explotación que les subyace, ya sea por conciliación, con unos, y
por necesidades creadas, con otros. Han logrado asimilar a las fuerzas e
intereses de la oposición formal, sistémica, incluidas sus formas reformistas y
vacilantes, en un sistema al que dichas fuerzas se oponían en las etapas
anteriores. Casi podríamos decir que los sectores dominantes han llegado a
administrar y movilizar metódicamente los instintos humanos, haciendo
socialmente manejables y utilizables los elementos más rebeldes y
‘antisociales’ de la conciencia y de la intimidad de muchos sectores de la
población, sin que estos se den cuenta. Y esto último no es obra del azar,
puesto que es en ese nivel donde han sabido incidir y hacer aflorar, para
dominarlos y transformarlos en factor de cohesión y de afirmación, los miedos,
los odios, el individualismo, las necesidades, los resentimientos, el
arribismo; en suma, el poder de lo negativo.
Casi inadvertidamente hemos arribado a una forma de
sociedad cerrada, donde se disciplinan e integran todas las dimensiones de la
existencia, pública o privada. Los derechos y libertades humanas básicas han
pasado a una relativización y desvalorización asombrosas. Tal sometimiento y
deshumanización, brindan a las clases dominantes la posibilidad de contención
social casi sin ejercer la fuerza material, siendo este quizás el mayor logro
actual de nuestros enemigos de clase. No obstante, el hecho de que la gran mayoría
de la población acepte, y sea obligada a aceptar, esta sociedad, no la hace
menos irracional y menos reprobable. La distinción entre conciencia falsa y
verdadera, interés real e inmediato, todavía están llenos de sentido. Pero esta
distinción misma ha de ser validada. “Los pueblos deben llegar a verla y
encontrar su camino desde la falsa hacia la verdadera conciencia. Pero sólo
pueden hacerlo si experimentan la necesidad de cambiar su forma de vida, de
negar lo positivo, de rechazar. Es precisamente esta necesidad la que la
sociedad establecida consigue reprimir en la medida en que es capaz de
‘repartir los bienes’ en una escala cada vez mayor, y de usar la conquista
científica de la naturaleza para la conquista científica del hombre” [20].
La ‘democracia’ de la etapa capitalista en curso,
consolida la dominación y la explotación más firmemente que cualquier régimen
burgués de excepción constitucional. Esa supuesta y aceptada ‘democracia’,
además de la represión instintiva que ya se nos ha internalizado, son las
fuentes renovadoras del sistema de dominación y explotación.
Conclusiones y perspectivas (dialécticamente provisorias y
criticables)
1.- Si bien es tentador expresar que asistimos a una nueva fase del propio
Imperialismo, el SUPERIMPERIALISMO (expresado en los términos de los teóricos
marxistas de los “60 y “70), en la etapa actual de transición a una fase
Imperialista II aún no podemos ver que la Internacionalización
del capital logre dar lugar a una efectiva ‘fusión transnacional’ de capitales.
De allí que los capitales financieros mundiales, por ahora, hayan simplemente
prefigurado un Poder Supranacional, que podríamos situar en las IFI e
instancias regionales modeladoras/transnacionalizadoras de las formaciones
económicas. Es evidente, eso sí, que el desarrollo desigual es una ley
inherente al capitalismo y extensible al Imperialismo, lo que explicaría porque
nos encontramos en una fase de
transición o del Monopolismo Transnacional, fase que puede demorar
años, décadas, etc., toda vez que ese estado de suspensión se mantendrá
mientras copulativamente no decaigan los efectos de la existencia de los
Estados-nación, de la competencia interimperialista y de la otra ley
fundamental dentro las formaciones de clase y que fuera sistematizada por
Carlos Marx, LA LUCHA DE
CLASES, nacional y mundial;
2.- La actual etapa de desarrollo del
imperialismo, etapa de transición, corresponde al Monopolismo Transnacional, la
que ha sido impuesta desde el centro del SCM y por el capital financiero
transnacional y que es optada, supeditadamente, por las fracciones burguesas
dominantes internas. El proceso de su constitución/reproducción es la
Transnacionalización, forma dialéctica en que el capital financiero va
integrando formaciones sociales y económicas diversas, con incesantes ciclos de
valorización del capital a través de ellas. Esta etapa de MT tiene sus raíces
en los “50, se hace patente en los “70-“80 y recrudece, sobre todo en América
Latina, desde los “80;
3.- En su materialización, desigual y
combinada, el patrón de acumulación de la etapa de transición del MT varía si
se mira desde el centro o desde la periferia del SCM, aunque también lo hace al
interior de cada uno de las partes del sistema. Así, a nuestra formación social
y económica se le impone (aunque, como se dijo, optado dependientemente por el
Bloque en el Poder hegemonizado por la fracción burguesa monopólica), el patrón
primario-exportador con ventajas comparativas de bienes con bajo valor
incorporado, además de exportador de capitales bajo forma de pagos de deuda; remesas de las ganancias de las
corporaciones transnacionales establecidas en Chile; por otros conceptos más
sutiles, tales como pagos por royalties, know how, patentes, marcas; además de la parte extraída
desde los enclaves externos del capital financiero dependiente interno;
4.- Con la Transnacionalización se
profundizan los procesos de concentración y centralización de los capitales,
tanto en el centro como en la periferia del SCM, y en ese curso, cada vez más
acelerado, veremos cómo se da pie a la formación de un gran centro
imperialista. A la par de ese colosal proceso, podemos constatar que la actual
etapa de transición del MT representa la realización de un sistema que está
sustituyendo dinámica y rápidamente, con ventaja para la supervivencia y
expansión del capital financiero monopólico transnacional, al viejo esquema de
los Estados-nación, e implica que el imperialismo recorre resueltamente la
senda hacia una fase aún superior, hacia la fase del Imperialismo II. Sólo podemos aventurar que esta nueva fase del
desarrollo histórico de los poderes imperialistas, será aquella en que el
Imperio será una gran unidad político-económica mundial y donde existirá un
poder efectivamente supranacional, detentado por una base muy estrecha de
representantes del gran capital financiero transnacional;
5.- En la etapa del MT, continúa la
tendencia histórica capitalista de aumento de la composición orgánica del
capital, considerándose más competitivas las empresas en que el contenido de la
mano de obra directa sea ínfimo respecto del costo total de producción;
igualmente se produce plusvalía en el sector terciario, aún más
dinámicamente que en los otros sectores y cuya variante se encuentra en las
formas de socialización del proceso productivo; debido a esto, el capital
financiero transnacional y dependiente ha desplazado a grandes contingentes de
los obreros industriales al sector terciario; pese a todo lo
anterior, las formas de relación prevalecientes en los ámbitos económicos
continúan siendo las que vinculan al capital con el trabajo asalariado;
6.- El Estado sigue cumpliendo tareas
fundamentales en la actual fase imperialista. Prosigue interviniendo en la
fijación de las políticas económicas y sociales, firma tratados y acuerdos
internacionales, financia la investigación científica y las innovaciones
tecnológicas, hace lo suyo en la reproducción de la fuerza de trabajo (por
medio del rodeo de su ‘calificación’ escolar), en las políticas de
infraestructura y, por sobre todo, mantiene el orden público y ordena los
negocios del conjunto de las clases dominantes. En la fase actual, el Estado se
encuentra al servicio del capital financiero transnacional, determinado esto
porque en el bloque en el poder la fracción hegemónica es la burguesía
monopólico-financiera dependiente. Sobre el rol del Estado hoy, existe un
consenso amplio y activo, al que adhieren el Bloque Político en el Poder, los
Grupos Mantenedores del sistema de dominación y extensos sectores de la
formación social;
7.- Resistir la transnacionalización y las
fuerzas que sostienen el MT, implica luchar por el Socialismo en cada formación
y a lo largo y ancho del SCM, pues sólo en la lucha por su construcción y en su
victoria agotaremos las fuentes del inmenso poder de los sectores dominantes
mundiales que, cual cabezas de la mítica Hidra, persisten por doquier. A este
respecto, debemos señalar que ninguna contradicción social y
política, por más evidente y gigantesca que sea, se decidirá del lado popular
por el sólo hecho de que digamos los conjuros adecuados. Debemos apoyar cada
uno de los movimientos reivindicativos que existan en cualquier sector social y
geográfico, elevándolos desde lo inmediato o economicista a un nivel más
conciente y politizado; llevemos a enfrentarse a los explotados y excluidos con
el sistema que los afecta y aprovecha, donde aprenderán en la práctica lo que
podrían ser años de teoría. No cejemos en reivindicar todos los valores del
Humanismo Socialista, a los que aspiran y por los que han luchado por décadas
los movimientos y las vanguardias políticas populares de todas las latitudes;
8.- En la etapa del MT, se amplía y profundiza el
nivel de la explotación sobre la clase trabajadora en
su conjunto e incluso sobre sectores que con anterioridad se concebían a sí
mismos como clases medias. Ligado a lo anterior, las grandes organizaciones
sindicales de los trabajadores industriales perdieron su histórico peso y
debemos pasar a considerar formas más adecuadas de organización sindical para
estos, así como para los del sector terciario y para la gran masa de contratistas
y subcontratistas, recogiendo en nuestro Programa las nuevas demandas que
surgen con las renovadas formas de explotación y acogiendo las diversas formas
organización que naturalmente los trabajadores se vayan dando;
9.- La política de formación de bloques
regionales con vocación popular, alejada de instancias de papel o proclives a
los sectores dominantes y del capital financiero, puede tener un papel positivo
si se respetan varias condiciones: ampliar y no reducir derechos laborales y sociales;
ser conducida en función de los intereses reales y concretos de los pueblos, y
no de los "mercados" (léase:
del capital financiero); extender la dimensionalidad de los derechos
humanos a todas las formas de mejoramiento de las condiciones de vida de los
pueblos; fin a los acuerdos con las fuerzas del imperialismo y ninguna
posibilidad de injerencia o aprovechamiento de estas o de sus lacayos locales
de los acuerdos que se puedan materializar; favorecer el internacionalismo
proletario y popular. Con todo, este proceso de acercamiento depende de una
alteración radical de la actual correlación de fuerzas entre trabajo y capital,
tanto a nivel nacional como mundial, que el movimiento de trabajadores y
popular podrá balancear a su favor sólo mediante una lucha frontal y decidida;
10.- La estructura jerárquica, piramidal y
burocrática de las viejas organizaciones de izquierda, está diseñada para hacer
frente a un poder centralizado, conspirativo, que hoy está siendo sustituido
por un sistema capitalista transnacional, descentralizado, flexible, universal,
que salta fronteras, arrasa territorios, costumbres y formas de vida y
pensamiento. De allí entonces, que se hace vital recrear las formas de
organización política de la izquierda más consciente y consecuente, dando cuenta
de los inmensos cambios que la materialización del MT ha significado para
nuestras formaciones y para el conjunto del SCM;
11.- Enmarcados en lo anterior, nuestro
llamado a la resistencia debe involucrar a aquellos sectores más avanzados y
consecuentes de los movimientos populares y de trabajadores de las diversas
formaciones del SCM, potenciando desde allí a todas las organizaciones
alternativas, tales como el movimiento Verde, el movimiento “antiglobalización”
(mejor definido como Antitransnacionalización), el sindicalismo renovador, el
feminismo conciente, los movimientos autonomistas de los pueblos originarios,
los sin tierra, los sin casa, el Ecologismo anticapitalista, y las múltiples
formas de resistencia activa y de solidaridad. A la insensibilidad del sistema,
debemos oponer la fraternidad y la solidaridad populares; a la violencia
estatal y patronal, la acción directa; a la injusticia oficial, la respuesta
material de los más organizados y concientes; a la desinformación y a la
ignorancia propiciadas desde arriba, la Verdad y la Educación construidas entre
los oprimidos; a la pasividad obligada o inconciente, la rebeldía y la
consecuencia revolucionarias; a la democracia burguesa, la organización
territorial y la democracia directa;
12.- Ahondando sobre esta última
disyuntiva, debemos decir que, como alternativa a la transnacionalización y a
los poderes tras el MT, nuestro Sur es construir desde el presente la
Democracia Real y Directa y no sumarnos a la “Democracia Representativa”,
sostenida por todos los partidos tradicionales (incluida la izquierda
reformista y que atrae también a la vacilante), uniendo a toda la sociedad
civil para constituir una fuerza político-social-ideológica real y eficaz, el
Bloque Histórico Popular. Esto significa que la actividad política debiera ser
“no la actividad representativa, sino la constituyente” [21];
13.- El sujeto político en el contexto del
MT son todos aquellos que, asumiendo su condición de explotado, marginado y/o
discriminado, realicen prácticas ideológicas revolucionarias y estén por la Revolución Socialista ,
organizándose en todas las partes del SCM y generando una fuerza social (o
multitud) [22] constitutiva, que encarne y practique el contrapoder, el Poder Popular
por el Socialismo;
14.- El necesario camino de la resistencia
sólo puede apuntar, por lo tanto, hacia la construcción de un nuevo orden
mundial, a partir de una alteración en la correlación de fuerzas en favor
de los explotados y de los marginados. Un primer paso para esta alteración,
modesto pero no menos fundamental, es el rechazar los mitos ideológicos
difundidos por el adversario. Se hace necesario poner fin al uso, entre los sectores
de izquierda y del movimiento popular, de los artefactos ideológicos
“neoliberalismo” y “globalización” por ser ellos muestras de ideología
entendida como la inversión de la realidad a través del pensamiento y que
permite encubrir una práctica real, en este caso, de las fuerzas encarnadas por
los sectores dominantes mundiales y sus lacayos locales, que avanzan
denodadamente a una segunda fase imperialista.
¡Que nuestros enemigos de clase no nos
arrebaten el sueño de seguir luchando por un mundo mejor! Para nosotros, ese
nuevo estadio sigue siendo la sociedad Socialista, en donde todas las formas de
explotación, discriminación o injusticia serán sólo un mal recuerdo.
“La
verdad siempre es revolucionaria, aunque a corto plazo pueda contrariar
intereses inmediatos de ciertos grupos más interesados en su pequeña realidad
cotidiana que en los problemas generales” -F. León Florido
¡Que la Historia Nos Aclare el
Pensamiento!
¡Solo la Lucha y la Unidad Nos Harán
Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD –Chile
Diciembre 24 de 2017
Notas:
1. Ludwig von Mises: “Liberalismus”
(1927); Academia Verlag Sankt Augustin, 1993, p.24.
2. Louis Baudin: “L’Aube
d’un Nouveau Libéralisme”; Genin, 1953
3. Egon Nawroth: “Die
Sozial-und Wirtschaftsphilosophie des Neoliberalismus”; Heilderberg: Kerle,
1961.
4. Ibídem.
5. Alfred Schuller y Hans Krusselberg: “Conceptos Básicos sobre el orden Económico”;
Barcelona: Ediciones Folio S.A., 1997, p. 97.
6. Enrique Ghersi: “El
mito del Neoliberalismo”; Revista CEP 95 (invierno 2004), p. 307.
7. Ibídem, p. 311
8. Veamos las supuestas aclaraciones de un hoy desaparecido
grupo izquierdista, MAP, en un texto de 2010: “nos parece profundamente equivocado desconocer la
categoría neoliberal, lo que nos permite un diagnóstico más certero y preciso
del sistema capitalista vigente” (¿?). Y esta otra, de tautología pura:
“Después de la derrota sufrida por el
movimiento popular y revolucionario con la instalación de la Dictadura y
posteriormente con los acuerdos superestructurales que mantuvieron y
perfeccionaron el sistema de dominación (capitalista neoliberal
y autoritario) que permanece hasta nuestros días, significó el fortalecimiento
de la propuesta capitalista neoliberal”.
9. Si bien para América Latina, China (la 6ª economía
mundial) puede parecer una ‘bendición comercial’, por ser salida para sus
materias primas, también le ha significado la disminución de la inversión
extranjera directa desde el centro del SCM (lo que acarrea cesantía en los
latinoamericanos de desarrollo capitalista algo mayor). Además, representa una
amenaza para su desarrollo a largo plazo, puesto que la fuerte dependencia de
productos basados en recursos naturales no conduce al progreso tecnológico ni a
la diversificación. Todo esto no lo afirmamos nosotros, sino que la OCDE, en “La mano visible de China en América Latina”,
2009.
10. Instituto Para los Estudios de Economía del Desarrollo
de la Universidad de la ONU.
11. Al respecto, el economista F. Clairmont señala en un
artículo titulado “Las 200 empresas
dueñas del mundo. Jugar con fuego”, aparecido en “Le Monde Diplomatique” (Edición Cono Sur, enero 2000): “Las
concentraciones reconfiguraron el capital no sólo en Estados Unidos, sino en
Francia, el Reino Unido, Alemania y Japón, los cinco países que dominaban la
economía mundial a comienzos del siglo pasado y que albergan en la actualidad
cerca de 90% de las sedes de las primeras empresas del planeta. Estas 200
megafirmas, (…) cubren el conjunto de la actividad humana: de la industria a la
banca, del comercio mayorista al minorista”.
12. Joao Machado, dirigente del PT-Brasil (Tendencia DS),
llega a plantear, ibídem: “Los capitales se continúan paralizando mucho más en el plano nacional que en el internacional”.
13. Juan Martínez Coll (2001): "Organismos Económicos Internacionales", en La Economía
de Mercado, virtudes e inconvenientes. Eumed.net, edición del 11 de mayo de
2007
14. En este punto discrepamos con J. Petras, ibídem,
quien pretende que no tiene gran efecto la Revolución Tecnológica para el
decurso de la fase de transición imperialista actual. De ser así, ¿cómo se
explica el ascenso y caída de las Cías. Puntocom, y el origen de la ‘crisis
asiática’ de 1997 (salida de grandes capitales súbitamente, vía informática),
entre otras situaciones de años recientes?
15. Acuerdos de fusión y adquisición en EEUU, por año y
valor de la fusión: 1994, 340; 1995, 514; 1996, 650; 1997, 698. Fuente: Revista
Fortune. Abril 1997. Unidad de medida: En miles de millones de dólares corrientes
16. José Antonio Rocca: “Construir la integración latinoamericana”, en
www.fundacionarismendi.org
17. Por ejemplo, Ignacio Ramonet señala en su trabajo “Delicioso despotismo”, en “Le Monde Diplomatique”, de mayo del 2000, p. 40, que: “Estados Unidos
puebla nuestros sueños con una legión de héroes mediáticos. Caballos de Troya
del amo dentro de la intimidad de nuestros cerebros. Mientras sólo adquiere,
por ejemplo, el 1% de películas en el extranjero, inunda el mundo con las
producciones de Hollywood”.
18. Francois Chesnais: "L’emergence d’un nouveau régime d’accumulation mondial à
dominante financière", La Pensée;
N° 309, 1997.
19. CCTT: “Hacia
una Plataforma Por los Derechos Generales de los Trabajadores…”; julio
2001.
20. Herbert Marcuse: “El
hombre unidimensional”; Editorial Seix Barral, España, 1971; página 24.
21. T. Negri y M. Hardt: “Imperio”;
Paidós, Barcelona. 2002.
22. Entendemos esta “multitud”
como lo hacen Negri y Hardt.
No hay comentarios :
Publicar un comentario