EN EL DÍA
DE LA DIGNIDAD NACIONAL
Discurso del Presidente Salvador Allende Gossens
en la Plaza de Los Héroes de Rancagua, el 11 de Julio de 1971, con motivo de la
promulgación de la ley que nacionalizó la Gran Minería del Cobre
Hoy
es el día de la dignidad nacional y de la solidaridad. Es el día de la
dignidad, porque Chile rompe con el pasado; se yergue con fe de futuro y
empieza el camino definitivo de su independencia económica, que significa su
plena independencia política.
Por
eso, nada más significativo el que haya escogido para hablarle a la patria como
Presidente de ella, Rancagua, la Plaza de los Héroes. Aquí se sienten el ayer y
el pasado, el heroísmo de los que lucharon y sacrificaron sus vidas para darnos
sentido y contenido de pueblo.
Aquí
está presente la imagen de O’Higgins y aquí podemos decirle al padre de la
patria que somos sus legítimos herederos, y que fue el pueblo el que ganó esta
batalla de la independencia y la dignidad nacional.
Es
el día de la solidaridad, porque Chile ha sido castigado por la fuerza de la
naturaleza.
Hace
poco, temporales, lluvias implacables, el frío y el peso de la nieve golpearon
las casas, las industrias; destruyeron parte de las instalaciones, de los
trabajos agrícolas. Y ahora hace pocas horas, minutos, por así decirlo, tres
provincias: Valparaíso, Aconcagua, en el departamento de Petorca y Coquimbo, en
Illapel, han sido sacudidas violentamente por un sismo que ha significado
dolor, miseria y sufrimiento para cientos y miles de nuestros compatriotas.
En
este día, que debía haber sido de plena alegría, el pesar y la congoja viven
sus horas largas en los hogares de miles y miles de chilenos, con 82 muertos,
182 lesionados graves, 80 menos graves y 185 lesionados leves, que son el
reguero de pesar que deja el sismo. Sin embargo, hay algo más. Y hay algo más
que, por cierto, no puede compararse con las vidas de personas y los hombres y
mujeres que podrán quedar inválidos Y que tendrán, muchos de ellos, aunque
heridos no muy graves, largos días para poder reincorporarse a sus hogares y a
la producción; estas provincias han sido azotadas en el campo, en la industria,
en los servicios públicos fundamenta1es. En el caso, por ejemplo, de
Valparaíso, las industrias textiles fundamentales, y un número crecido de
industrias pequeñas y medianas, no podrán seguir trabajando de inmediato. Ello
significa amenaza de cesantía e inquietud para muchos hogares.
De
la misma manera, ocurre en el departamento de Petorca y en Illapel. También
hemos sufrido seriamente daños en la planta de ENAMI en Las Ventanas, en el
puerto de San Antonio y en la ENAP de Concón. En cuanto a los servicios
públicos, el daño es muy crecido en los hospitales. Diecinueve de ellos están
inservibles, fundamentalmente los de Combarbalá, Illapel, Melipilla y
Casablanca. Un somero estudio significa que debemos invertir más de nueve
millones de escudos para reparar los hospitales y los consultorios. También hay
que señalar la destrucción de un número crecido de oficinas públicas y no menos
de cuarenta comisarías y retenes de Carabineros. Quiero señalar la magnitud del
sismo diciéndoles a ustedes que en la provincia de Coquimbo el 30% de las
viviendas están dañadas. En Aconcagua, el 40%, en el departamento de Petorca.
En Santiago, el 4%; en Valparaíso y Viña, el 32%. Un dato más preciso nos hace
ver que en Illapel hay 718 casas que no pueden ser habitadas y 298
semidestruidas. Es por eso que este día, que es el día de la dignidad, tiene
que ser el día de la solidaridad, y aquellas provincias y aquellos hombres y
mujeres de Chile que fueron azotados por el viento, por la lluvia y por la
nieve, tendrán que tener coraje como el resto de nuestros compañeros, como el
resto de los ciudadanos, para levantarse y estar junto a las provincias
azotadas por el terremoto. Así, Chile demostrará su entereza y la voluntad del
pueblo.
Destaco
lo extraordinario de este acto. Cómo se ha reunido el pueblo de Rancagua, cómo
están aquí campesinos, empleados, profesionales, técnicos, mujeres y jóvenes.
Cómo diviso desde esta tribuna los cascos de los mineros que traen, en la
palabra de sus dirigentes, el compromiso ante la historia y su conciencia de
ser ejemplares trabajadores para hacer producir más al cobre y entregarlo al
servicio de la patria.
Están
aquí ministros de Estado, subsecretarios, dirigentes nacionales de organismos
relacionados con el cobre; dirigentes de la CORFO; está en esta tribuna el
compañero presidente de la CUT. Lo están también el comandante de la
Guarnición, coronel Raúl Martínez; el coronel de la Fuerza Aérea señor Claudio
Sepúlveda, director de la Sociedad Minera de El Teniente, y el jefe de la
Tercera Zona de Carabineros, general Sergio Moller. He querido nombrar,
destacando la significación que tiene la presencia en esta tribuna, habiendo venido
especialmente de Santiago, para ello, del cardenal de la Iglesia chilena, Raúl
Silva Henríquez. Por sobre profesiones, ideas, principios de doctrinas o
creencias, en el crisol de Chile, tesón del pueblo para gritar ¡Viva Chile, independiente y soberano!
Compañeras
y compañeros de la patria: quiero hacer un informe más que un discurso
propiamente tal. Es indispensable que cada uno pese, recuerde, aprenda, para
que pueda cumplir el compromiso y el desafío a que estamos abocados. Este
momento histórico no habría podido suceder si el pueblo no lo hubiera alcanzado
en la victoria del 4 de septiembre. Hoy culmina una larga lucha de las fuerzas
populares, para recuperar para Chile el cobre como su riqueza esencial, pero al
mismo tiempo, y hay que repetirlo, queremos nosotros terminar con el
latifundio, hacer que las riquezas mineras, no sólo el cobre, sean de nosotros.
Estatizar los bancos y nacionalizar las empresas industriales monopólicas o
fundamentales para Chile, estratégicas.
Es
por eso que cada hombre y cada mujer debe entender que queremos colocar al
servicio del hombre de Chile la economía, y que los bienes de producción
esenciales deben estar en el área de la economía social, para poder, de esta
manera, aprovechar sus excedentes y elevar las condiciones materiales, la
existencia del pueblo, y abrirles horizontes espirituales distintos. De aquí
también que hoy, en que expresamos que Chile será dueño del cobre, tengamos
también que agregar que, lamentablemente, no podremos aprovechar los excedentes
del cobre y tendremos que invertir gran parte de las utilidades, si no todas
ellas precisamente, en defender el cobre y hacer que éste alcance los índices
de producción que son indispensables para Chile. Y eso se deberá a las
condiciones en que recibimos las minas, como oportunamente lo destacaré.
Quiero
insistir que, porque el pueblo es Gobierno, es posible que hoy día digamos que
el cobre será de los chilenos. Porque los grupos minoritarios que gobernaron el
país, las viejas y rancias oligarquías, siempre estuvieron comprometidas con el
capital foráneo y muchos de sus miembros defendieron los intereses extranjeros,
postergando los sagrados intereses nacionales. Queremos que se entienda,
entonces, que ha habido en los últimos decenios dos concepciones distintas. La
primera, típicamente capitalista, para entregar el manejo del cobre,
libremente, a las empresas, en el juego de la industria privada. Por eso,
lamentablemente, también hay que recordar que, cuando se entregaron estas
riquezas, se negó a los chilenos la capacidad de poder manejarlas. Se
menospreció al hombre nuestro, y se nos entregó a la tutela extranjera. Ello no
sólo permitió que salieran de la patria cantidades fabulosas de dinero,
riquezas inmensas para ir a tonificar economías extrañas, sino que esta misma
dependencia nos impuso no sólo, repito, la salida de recursos económicos, sino,
al mismo tiempo, limitó nuestras posibilidades de preparación técnica. Vivimos,
y nos quisieron imponer desde fuera, en el manejo técnico de la más fundamental
de las riquezas nuestras, limitando las posibilidades de acceso a los altos
mandos de la ciencia y de la técnica para nuestros profesionales, situación
que, por cierto, colocaba en inferioridad al chileno frente al extranjero.
Baste recordar la responsabilidad de los que han tenido el manejo del país,
señalando, por ejemplo, que éste, que es un país riquísimo en yacimientos
mineros, y en donde ni siquiera hay un catastro completo de las posibilidades
que tenemos, que, en este aspecto, no hay organismo centralizado y nacional que
concentre a los geólogos, por ejemplo; como tampoco se creó el Instituto de
Investigación Cuprera. Es decir, nos mantuvimos sometidos, sin comprender y
mirar el futuro y sin avizorar la importancia transcendente que tiene y tendrá
el preparar a los chilenos para que asuman la responsabilidad de hacer producir
sus minas, ahora, sobre todo, cuando las minas son del pueblo y son de Chile.
Y
hubo largos años sin el más leve control, satisfechos tan sólo los gobernantes
con recibir un porcentaje de las utilidades. Hubo largos años, lentamente, por
la acción del pueblo y de sus partidos de vanguardia, que se fue creando la
conciencia que obligaba a los poderes públicos a comprender que no podía
continuar la manera irresponsable como se había dirigido nada menos que la
explotación más importante para el país: el cobre. Y debo recordar que como
consecuencia de haber presentado un proyecto los sectores populares, proyecto
que llevaba mi firma para crear la Corporación del Cobre primero y la
Corporación de los Minerales Básicos después, nació, en un momento difícil para
Chile en que había acumulado un gran stock, CODELCO, vale decir la Corporación
del Cobre, que empezó a ser un organismo que siquiera permitía a los chilenos
mirar en sus grandes líneas, sin poder intervenir en la dirección de las
empresas, lo que ocurrió en el cobre. Sin embargo, en la conciencia de las
masas populares, en la concepción de los partidos de vanguardia y en la lucha
de los trabajadores, estaba impresa la voluntad insobornable de seguir
avanzando. La batalla electoral de 1964 se dio fundamentalmente ante dos
criterios: los que sostenían la llamada chilenización del cobre y los que
sosteníamos la nacionalización del cobre. Los documentos públicos plantearon la
diferencia de ambas concepciones y me correspondió el 64 recorrer Chile entero
para decir al hombre del pueblo por qué luchábamos por la nacionalización, como
me corresponde ahora como Presidente del pueblo convertirla en realidad.
Siempre
dijimos que la chilenización, que podía estimarse por algunos como un paso
hacia adelante, era incompleta, que los llamados convenios perjudicaban el
interés del país en beneficio de las empresas. Quiero dar algunas cifras: a la
Anaconda a cambio del 51% de las acciones se le entregaron pagarés por 175
millones de dólares. En ese momento el valor libro de esa empresa era de 181
millones. Es decir, por el 51% de las acciones prácticamente pagamos el total
de la empresa. En el caso de El Teniente, como así lo dijera el compañero
Moraga, se pagaron a la Branden 80 millones de dólares aunque el valor libro
era inferior a esa cifra. Además nuestro Gobierno avaló un crédito por 125
millones de dólares tomando en cuenta los intereses. No existe un compromiso en
relación con el 49% de las acciones de la Braden, lo que podía haber permitido
que después de los planes de expansión el valor de esas acciones, si hubiera
querido comprarlas Chile, habría alcanzado un alto precio. Hay que destacar
también que la administración quedó, a pesar de tener tan solo el 49%, en poder
de los americanos. Con la Anaconda se llegó a un convenio que daba a Chile
opción para adquirir el 49% de las acciones pendientes.
Pero
el precio dependería de las utilidades obtenidas en los dos años anteriores a
esta compra, lo que presumiblemente también, según los cálculos haría que por
este 49% se pagara una suma muy alzada.
Las
empresas, como consecuencia de lo que estoy planteando, para aumentar la
producción y la rentabilidad de los próximos años, han hecho una explotación a
destajo de los minerales, totalmente inconveniente para los intereses
nacionales y a expensas de la explotación en el futuro. Antes de entrar a
exponer la política del Gobierno Popular, quiero referirme brevemente a lo
sucedido hasta ahora, lo sucedido en la explotación del cobre por las empresas
privadas en manos extranjeras. Quiero recordar tan solo que las inversiones
iniciales se aprecian en 50 y 80 millones de dólares. Quiero decirles que de
1930 a 1970 las utilidades de las empresas alcanzaron a 1.576 millones de
dólares y que los valores no retornados, es decir, que quedaban fuera de Chile,
llegan a este período a 2.673 millones de dólares. Mientras tanto, entre el año
1930 y el 1970, se hacen inversiones netas por un valor de 647 millones de
dólares. Pero esta inversión neta se hace a crédito y hoy las compañías están
debiendo 700 millones de dólares al propio Gobierno; por los dividendos, cerca
de 100 millones, y además, a CODELCO, 71 millones, y 31 millones de dólares al
comercio nacional e internacional.
Contrastan
estas cifras con las utilidades obtenidas, que también voy a dar a conocer.
Pero quiero que ustedes entiendan que los llamados planes de inversiones han
significado deudas, mejor dicho compromisos del cobre con instituciones
internacionales, para el llamado plan de inversiones. Por ejemplo, la Compañía
Minera El Teniente, 239 millones, que con los créditos alcanzan a 321. La
Minera Andina, 132 millones, que llegan a 159 con los créditos. Es decir, se
invirtieron 132 y se deben 159. Chuquicamata, el plan de inversiones representa
147 millones, y se deben 132. En total, repito, el plan de inversiones ha
significado 622 millones de dólares, y las deudas son 704 millones de dólares.
Sin embargo, frente a esto, que pesará sobre nuestros compromisos que tendremos
que cumplir, porque el Gobierno del pueblo sabrá respetar los compromisos
internacionales de Chile -y no queremos de ninguna manera dejarlos de cumplir,
aunque, lamentablemente, tengamos que señalar que esas son cifras cuantiosas
que pesan sobre el presente y el futuro de nuestra patria-, el Gobierno Popular
cumplirá con los créditos de Chile para demostrar que el Gobierno asume
plenamente la responsabilidad de las gestiones.
Sin
embargo, por qué hay que plantearse este endeudamiento cuando las empresas
tuvieron utilidades como las que voy a señalar. La Braden, entre 1960 y 1964,
obtuvo 62 millones de dólares de utilidad, y entre 1965 y 1970, 156 millones.
El Salvador, de 1960 a 1964, 9,9 millones de dólares, y de 1965 a 1970, 71
millones de dólares; Chuquicamata, de 1960 a 1964, 141 millones de dólares, y
de 1965 a 1970, 325 millones de dólares. Cifra total: de 1960 al 1964, sumando
El Teniente, El Salvador y Chuqui, 213 millones de dólares; de 1965 a 1970,
sumando las utilidades de las 3 compañías que he nombrado, 552 millones de
dólares. Pero veamos los promedios anuales: las compañías obtuvieron de 1960 a
1964, cuando eran dueñas totales de las acciones, en el caso de El Teniente, 12
millones; y esa misma compañía, con el 49%, entre 1965 y 1970, ha obtenido un
promedio anual de 26 millones. Es decir, se ha duplicado la utilidad de la
compañía teniendo tan sólo el 49% de las acciones. En el caso de El Salvador,
con el 100%, entre 1960 y 1968, un promedio anual de 5,1 millones de dólares, y
de 1969 a 1970, con el 49% de las acciones, esa compañía saca 12 millones de
promedio anual. Y en el caso de Chuqui, de 1960 a 1968, con el 100%, tienen un
promedio de 45,5 millones de dólares al año, y entre el año 1969 y 1970,
teniendo tan sólo el 49% de las acciones, tienen un promedio de utilidad de
82,5 millones de dólares. Por eso nosotros criticamos los convenios del cobre,
criticamos la chilenización y criticamos la nacionalización pactada, y por eso
dijimos siempre, y lo confirmamos ahora, que éramos partidarios de la
nacionalización integral, para que no vayan saliendo de la patria ingentes
sumas, para que Chile no siga siendo un país mendicante que pide con la mano
tendida unos cuantos millones de dólares mientras salen de nuestras fronteras
cifras siderales que van a ir a fortalecer a los grandes imperios
internacionales del cobre.
No
queremos ser un país en vías de desarrollo que exporte capitales; no queremos
seguir vendiendo barato y comprando caro. Por eso, ahí está el programa de la
Unidad Popular, que es un programa esencialmente patriótico, puesto al servicio
de Chile y los chilenos. Y por eso estoy aquí, como Presidente del pueblo, para
cumplir implacablemente ese programa.
Quiero
repetir que las compañías sacaron, entre el año 1965 y 1970, 552 millones de
dólares. De esta cantidad no quedó un centavo en los programas de expansión, los
que se están debiendo en su totalidad. Por eso, hecho este balance somero del
ayer y de hoy, se puede pensar que se entiende cuál es la posición del Gobierno
Popular, cuál es la posición de ustedes, que son gobierno, compañeros.
Lógicamente que nosotros diferimos de los que con criterio increíble durante
años y años toleraron y aceptaron el manejo irrestricto de la empresa privada a
su arbitrio y capricho. Y diferimos también de la Democracia Cristiana en su
criterio frente a los convenios y la nacionalización pactada y chilenización.
Para
que Chile pueda utilizar a plenitud la riqueza esencial del cobre es que debe
ser, como lo he dicho hace un instante, incorporado plenamente al área social
de la economía. Y por eso, el Gobierno Popular estableció tres medidas
esenciales: nacionalizar las minas, determinar en qué estado están y aumentar
racionalmente la producción. Veamos el proyecto de nacionalización. Sostuvimos que
era lo más importante. Y fue el primer proyecto enviado al Congreso Nacional.
Unos
sostenían que bastaba una ley. Nosotros dijimos que no, que era preciso una
reforma constitucional. Era la única manera de deshacer la maraña
jurídico-económica que nos amarraba con las empresas, terminar con los llamados
contratos-leyes, los convenios y la chilenización, y la nacionalización
pactada. También era fundamental que en esa reforma se fijara el valor de
libro, las utilidades obtenidas por las compañías por el promedio mundial y el
plazo para pagar las indemnizaciones. Además, era indispensable destacar y
señalar a quién correspondía el pago de las indemnizaciones para obreros,
empleados y técnicos. Quiero decir, honestamente, que me opuse a que quedaran
consignados en la reforma constitucional los derechos de los trabajadores del
cobre. Me opuse, óiganlo bien, compañeros, porque al hacerlo, y quedó
establecido así, hay como una desconfianza al propio Gobierno de ustedes. Yo he
pensado siempre que en la Carta Fundamental no pueden incorporarse ni siquiera
las conquistas de un sector de la importancia de los trabajadores del cobre.
Además, quise hacer entender a los trabajadores del cobre que la garantía no
está en la boca de la Carta Fundamental, sino en la conciencia de los
trabajadores y en su presencia en el Gobierno de la República.
No
voy a vetar el precepto que está incorporado, pero señalo que es innecesario.
Además, queríamos que todos los yacimientos mineros a nombre de terceros, que
pueden estar y deben pertenecer a las compañías, pasaran al Estado. Es
fundamental que se entienda cómo ha sido despachado el proyecto que esta tarde
votará el Congreso. Y destaco que, a pesar de que no salió como nosotros
deseábamos, es un paso hacia adelante, y por cierto que respetamos la decisión
del Congreso, como el Congreso deberá respetar también la nuestra, y veremos
después de la votación de esta tarde si acaso es necesario o no vetar el
proyecto de reforma constitucional.
Nosotros
pensamos que en este proyecto se otorgan a los concesionarios demasiadas
garantías y facultades; me refiero a los concesionarios de minas, que los
convierten en casi un propietario. El plazo para pagar las indemnizaciones, que
originalmente era de 30 años, ahora podrá ser inferior. Originalmente el
interés era tan solo de un 3% anual. Ahora podrá elevarse. En el proyecto
nuestro se responsabilizaba a las administraciones actuales de las empresas de
la situación de los bienes a su cargo. En su cargo. En el proyecto votado por
el Congreso se suprime esta disposición. El proyecto original disolvía las
sociedades mixtas formadas en virtud de los convenios, y facultaba al
Presidente de la República para organizar la explotación de las mismas por
cuenta del Estado. El proyecto que votará el Congreso reconoce las sociedades
mixtas y establece nuevas sociedades que serán continuación de aquéllas. El
cambio tiene por objeto salvar los resultados de los convenios. Esta razón
política sólo ha servido para hacer más confusas algunas disposiciones del
proyecto.
En
el proyecto original, el Estado tenía facultades más amplias para resolver las
deudas de las empresas que pagaba. El proyecto actual tiene, además, otros
vacíos que no podremos analizar para no dar argumentos precisamente a las
empresas que seguramente van a defender sus derechos. Y destaco que están tan
garantizadas sus posibilidades de defensa de sus derechos, demostrando la
equidad de este Gobierno y también del Congreso, cuando se establece que será
el Controlador General de la República el que fije el monto de las
indemnizaciones, cuando se entrega al Jefe del Estado la apreciación de lo que
debe descontarse por las sobreutilidades obtenidas sobre el promedio
internacional, y cuando este mismo Presidente de la República pueda fijar el
plazo en que deben pagarse estas indemnizaciones. Además establece un tribunal
ante el cual pueden apelar las compañías, formado por dos ministros de la
Corte, por el jefe de Impuestos Internos y además por un representante del
Tribunal Constitucional, que tendrá que constituirse, y por el vicepresidente
de la CORFO. Con ello estamos demostrando que este Gobierno Popular, que es un
gobierno revolucionario, le da aun a los que han explotado a Chile la
posibilidad de defender sus derechos, y legítimamente pueden hacerlo. Nosotros
procedemos con responsabilidad y mostrando que el pueblo no necesita apropiarse
de lo ajeno, sino, sencillamente, ventilar, con conciencia revolucionaria, la
verdad de las empresas. Y pagaremos indemnizaciones si es justo, y no pagaremos
indemnización si es injusto.
Por
eso, podemos decir que el proyecto inicial defendía, a nuestro juicio, mejor
los intereses de Chile. Sin embargo, el proyecto que esperamos salga aprobado
en el Congreso es una herramienta que nos permitirá, junto con tomar estas medidas
de tipo administrativo, defender esos intereses. Chile va a nacionalizar el
cobre en virtud de un acto soberano, acto soberano que inclusive está
consagrado en la Declaración de las Naciones Unidas, que establece que los
países tienen derecho a nacionalizar sus riquezas esenciales. Par eso quiero
señalar una vez más esta primera batalla muy larga y permanentemente dada por
los partidos populares. Los dos primeros proyectos de nacionalización del cobre
llevan la firma de Salvador Ocampo, hoy día viviendo en México, y que fue
senador comunista ayer, y de ese viejo admirable que fuera presidente del
Partido Comunista y mi amigo personal, Elías Lafertte. Y el otro proyecto de
nacionalización del cobre lleva mi firma, y fue presentado a nombre de los parlamentarios
socialistas. Es decir, esta batalla ha sida larga, pero hay que destacar que la
conciencia del pueblo ha permitido que hoy día en Chile la inmensa mayoría de
los chilenos estén junto a Chile y su futuro, y que sientan este día como el
día propio. El Congreso Nacional, al aprobar la idea modificadora de la
Constitución, para que podamos nacionalizar el cobre, ha escuchado el clamor,
la potencia y la fuerza con que el pueblo ha luchado y luchará par recuperar
las riquezas de Chile en manos del capital foráneo.
Llega
en estos momentos una información de los trabajadores de El Salvador y el
pueblo debe escucharla. Ayer sábado, los trabajadores de El Salvador batieron
todos los récords de producción en la historia de la mina. Produjeron 52.000
toneladas, que es el doble de la producción normal, superior en 15.000
toneladas a lo que se había alcanzado como más alta cifra en 1966. Saludo desde
aquí con orgullo patriótico a los trabajadores del cobre de El Salvador que en
este día entregan esta cifra que refleja su conciencia revolucionaria y su
voluntad de chilenos.
Dije
que la primera medida era la reforma constitucional. Enseguida, la segunda,
establecer como recibíamos las minas, el balance de ellas. Quiero, antes de
entrar al detalle de esto, recordar los siguientes antecedentes previos para
que se vea la magnitud de lo que es el cobre para Chile.
Tenemos
las más grandes reservas del mundo. Un poco más de la cuarta parte de las
reservas del orbe. Sin embargo, nuestra producción ha ido descendiendo en escala
internacional. Hoy es sólo de un 13% de la producción mundial. Hace 20 años era
un 20%. Al detallar las condiciones en que recibimos las minas me voy a referir
tan solo a esos dos grandes gigantes que son Chuquicamata y El Teniente.
Chuquicamata,
la más grande mina del mundo a tajo abierto, que es un gigante prematuramente
envejecido, y El Teniente, la mayor mina de cobre subterránea del mundo y que
es un gigante deformado, compañeros.
Nosotros
hemos heredado la forma irracional de explotación de las empresas privadas
extranjeras, a las que interesó fundamentalmente obtener el máximo de
utilidades en breve plazo sin considerar el interés nacional y el futuro de las
minas. Por eso es que ha hecho bien aquí el representante de los supervisores,
compañero Rodríguez, en señalar que muchas veces los técnicos, aunque no
alcanzaron los niveles superiores del conocimiento del manejo de las minas, los
planes geológicos y los detalles de los planes de desarrollo que fueron
impuestos desde afuera, criticaron cómo se desarrollaba esta explotación. Por
eso es que nosotros, tomando en cuenta la importancia trascendente de lo que
representa el que Chile entero y el mundo sepan en qué condiciones están las
minas y cómo las vamos a recibir, hemos solicitado un informe de un organismo
importante, como es la Sociedad Francesa de Minas, que tiene más de 2.000
técnicos y un prestigio nacional e internacional indiscutible. Además de
contratar a estos técnicos franceses, que son asesores de servicios en su
propio país y en otros, Chile ha contado con el estudio que han hecho
compañeros que han venido de los países socialistas y fundamentalmente con una
delegación de técnicos enviados por la Unión Soviética a requerimiento del que
habla; por lo tanto, lo que vamos a decir y que Chile debe conocer, la realidad
y el balance de cómo recibimos las minas, tiene como base el informe esencial
de un organismo de prestigio internacional y además la opinión de técnicos
socialistas que tienen la misma solvencia y que han hablado el mismo lenguaje
que los franceses.
Dice
el informe francés que resumo para ustedes: Chuquicamata: el informe destaca
que el yacimiento se explotó pensando sólo en recibir utilidades inmediatas.
Por ejemplo, en los últimos años la compañía se ha dedicado intensivamente a
extraer mineral de cobre sin retirar el ripio, lo que hace muy difícil
continuar el trabajo. Y retirar el ripio, según cálculos, es una cifra superior
a los 20 millones de dólares. Las reservas de material preparadas para su
extracción sólo alcanzan para pocos meses. Retirar aceleradamente el lastre nos
ha aumentado el costo de producción.
Además,
dice el informe francés: las instalaciones actuales de mantención del equipo
minero no corresponden al tamaño de la empresa y están en mal estado. Para
dejar la mina en condiciones de explotación racional es necesario invertir más
de 30 millones de dólares. Óiganlo bien, a nosotros que se nos acusa de haber
echado a los técnicos extranjeros cuando reiteradamente les dijimos a aquéllos
que suponíamos con capacidad técnica que se quedaran, les dijimos que nosotros
jamás negaríamos el conocimiento de ningún hombre, cualquiera que fuera el país
donde había nacido, o cualquiera que fueran sus ideas, siempre que aceptara ser
un técnico y respetara la orientación que Chile quería darle a la explotación
de las minas. Piensen ustedes: en 15 años en Chuquicamata, han pasado 13
superintendentes generales; por el concentrado de Chuqui, en los últimos 3
años, 6 superintendentes; es decir, que el éxodo, la salida de los técnicos, ha
venido produciéndose hace muchos años, porque los técnicos que trabajan las
minas en Chile forman parte de un gran consorcio internacional y para ellos
había expectativas de orden económico con otros países. Por eso hemos tenido
que reclamar nosotros, y que se sepa que nuestra actitud no ha sido ni será
jamás la de renunciar a aprovechar la capacidad técnica de un hombre, sea cual
sea su posición política y el país donde haya nacido.
Dice
el informe francés: el conjunto de las plantas se encuentra en un estado
alarmante, porque no se han tomado a tiempo las medidas adecuadas; escuchen
compañeros jóvenes. Por ejemplo, la planta de molibdeno es una ruina y las
celdas de explotación de la planta principal no están mejor. Lo dicen los
franceses, lo afirman los soviéticos.
Sigue
textualmente el informe en la página 5, refiriéndose a los compatriotas
nuestros: «Los responsables actuales han llegado a una situación tal que se ven
enfrentados con todos los problemas al mismo tiempo, han heredado una situación
tal». Es decir, nuestros técnicos, sin vasta experiencia, han tenido que
esforzarse y han podido mantener niveles de producción y se reconocen el
esfuerzo y la dedicación de los chilenos en los propios informes franceses y
soviéticos. Por eso nosotros recordamos aquellos otros que no tienen fe en el
pueblo y en la capacidad de nuestros hombres. Nosotros sabemos que es un gran
desafío, y ese desafío, en la parte que llevamos hasta ahora, han podido
cumplirlo, como lo hemos señalado, los técnicos, los empleados, los
supervisores, los obreros del cobre, y el mejor ejemplo está aquí, en la
producción de El Salvador que acabo de entregarles a ustedes.
Dice
el informe francés: la instalación del tratamiento de óxidos, que data de
principios de siglo -fíjense ustedes, tiene más años que yo esa planta-, está
hoy completamente obsoleta, es decir, que ya no sirve técnicamente. Los
franceses agregan: en tales condiciones, debiendo combatirse continuamente
dificultades de toda clase, debidas tanto a lo vetusto de los equipos de
trabajo como a la naturaleza refractaria de los minerales de La Exótica,
solamente puede felicitarse a los responsables actuales, quienes han logrado, a
pesar de todo, asegurar una cierta producción.
Dice
el informe de los franceses en relación con las fundiciones: los hornos de
reverbero están mal implantados en relación con los convertidores. No existe
ningún sistema de control físico químico que permita el manejo racional de las
unidades de fusión. Agrega: los problemas de higiene y de seguridad de los
trabajadores están mal solucionados. No hay mantención preventiva. Advierte,
señala, condena: no se aprovechan los gases de los convertidores, perdiéndose
mas de 1.000 toneladas diarias de ácido sulfúrico. La recuperación del ácido no
sólo será económicamente provechosa sino que mejoraría la salubridad de las
faenas. Es decir, se pierden 1.000 toneladas diarias de ácido sulfúrico, como
tampoco se han extraído el oro, la plata, el tungsteno, el renio que se
llevaban en las barras.
Las
refinerías, dice, la número 1 es caduca y mal conservada; la 2 está en buenas
condiciones. Y éste es el informe francés. Y con él coinciden en sus grandes
líneas los soviéticos y demuestran en qué condiciones recibimos la más grande
mina a tajo abierto del mundo. Por eso he dicho que Chuquicamata es un gigante
enfermo y nosotros tendremos que esforzarnos por hacer posible que los técnicos
chilenos puedan, con una posición distinta de ingeniería y técnica, recuperar
esa riqueza fundamental que ha desbaratado la avaricia de los empresarios
privados que querían llevarse las utilidades sin invertir lo suficiente y
necesario para preservar el futuro de las minas.
El
caso de El Teniente no está, según el informe de los franceses, en mucho
mejores condiciones, a pesar de que se reconoce que las instalaciones son
indiscutiblemente mejores. Aunque el trabajo de la sección minas es en general
satisfactorio, dicen, los nuevos tipos de rocas que se han encontrado obligan a
modernizar el sistema de explotación. Es decir, lo que hasta hoy se ha hecho ha
sido posible porque es blanda la roca. Entre la futura roca que hay que
explotar y la actual hay una capa de agua, que además la roca que está debajo
es muy dura y la explotación con los bloques hundidos requerirá un estudio
profundo e innovaciones que van a costar mucho dinero que desde el punto de
vista de los estudios de magnificación matemática debía haberse invertido hace
mucho tiempo.
Esto
significa que deben iniciarse de inmediato trabajos experimentales para
elaborar los proyectos necesarios que requerirán la incorporación de
especialistas muy bien calificados.
Dice
el informe francés: la construcción del nuevo concentrador de Colón se limita
por pésimo abastecimiento de agua. No se comprende cómo una inversión de
expansión de la producción de 250 millones de dólares, pueda dejarse al azar
del clima. Ya el año pasado hubo dificultades, pero la empresa administradora
no hizo nada por superarlas. Una inversión, para tener el agua requerida,
habría sido tan solo de 10 millones de dólares cuando se empezó la expansión.
Ahora tendremos que invertir 15 ó 20 millones de dólares y nos demoraremos un
año o un año y media para garantizar el agua necesaria.
Enseguida,
en la fundición, como sabemos todos, se han presentado graves dificultades en
la transición del sistema antiguo a uno más moderno. Hubo errores de
planificación y la empresa administradora no envió oportunamente especialistas
en la nueva tecnología. Se ha dañado seriamente la producción y hemos sido
obligados a disminuir las entregas invocando causa mayor en esta empresa.
Las
dificultades de gestión son mucho mayores que en Chuquicamata; si bien cada una
de estas unidades puede estar relativamente bien administrada, el conjunto
funciona mal y eso es de responsabilidad exclusivamente de la empresa
administradora. Eso se deduce del informe de los franceses.
En
el resto de las minas, vale decir, Exótica, El Salvador y Andina, también
tenemos el informe de los franceses, pero no voy a entrar en sus detalles para
no prolongar demasiado mi intervención.
Tenemos
entonces que ya llevamos explicadas, frente a ustedes, dos de las medidas: el
proyecto de reforma constitucional y el informe de los franceses y el de los
soviéticos, sobre las condiciones de las minas.
Quiero
hablar brevemente sobre la producción. Los sectores opositores al Gobierno han
insistido en la baja de la producción comparando las cifras alcanzadas este año
con las cifras estimadas por el plan de expansión elaborado por ellos. Veamos
lo que pasó antes.
Para
1968 se programaron 566.000 toneladas métricas y sólo se produjeron 519; para
el 1969 se programaron 564 y sólo se produjeron 540; para 1970 se programaron
676.000 toneladas métricas y sólo se alcanzó a 540. Para darles una idea de lo
que esto significa, cuando en 1970 Chile produjo 136.000 toneladas menos de lo
programado, esto representó para el país un menor ingreso de divisas de cerca
de 550 millones de dólares. Las proyecciones de producción que el Gobierno
anterior dio a conocer con motivo de sus convenios de chilenización y de
nacionalización pactada, han resultado muy diferentes a la realidad. Se dijo
que habría un aumento de un 70%. Eso ha significado 17.000 toneladas más.
Por
eso es que nosotros rechazamos el que se quiera culpar al Gobierno Popular de
la menor producción, sobre todo desconociendo la realidad en que están las
minas, ignorando los informes que nosotros tenemos y cuya solvencia nadie puede
negar. Nos preguntamos: ¿por qué antes de firmar los convenios, por qué antes
de aceptar la nacionalización pactada o la chilenización, no se hizo un estudio
exhaustivo de la realidad de las minas? Cuánto nos habríamos evitado, cuántas
dificultades que hoy se presentan no las habríamos tenido si se hubiera actuado
con un criterio preventivo. Por eso nosotros, antes de entrar a discutir las indemnizaciones,
hemos querido tener los informes para que Chile y el mundo sepan por qué es la
cuantía que nosotros estimamos que debemos pagar o no pagar, porque reafirmo,
sobre la base de estos informes y la realidad de las minas actuará con
decisión, con coraje, con valentía, con ecuanimidad, el Gobierno de ustedes, el
Gobierno del pueblo. Reconocemos que el aumento de la producción que hay en
estos primeros seis meses, comparados con los del año pasado, se debe a que han
entrado en producción las minas Exótica y Andina, y declaramos que en El
Teniente hemos tenido que enfrentar graves problemas y la menor producción se
debe a la escasez de agua, a fallas técnicas de los convertidores, a la
reparación de un horno de reverbero y a consecuencias del temporal de junio que
afectó el suministro eléctrico, paralizando por seis días las plantas de Colón
y la fundición. Pero yo tengo fe en el pueblo, que son ustedes, compañeros
trabajadores de El Teniente. Tengo confianza en los técnicos, en los
profesionales, en los empleados, y fundamentalmente tengo confianza en ustedes,
compañeros mineros, obreros de El Teniente. Yo, que tantas veces fui a
conversar con ustedes, volveré a subir a la blanca montaña, para hundirme en el
pique, en el hogar, en las secciones, para decirle al hombre de El Teniente que
tiene que responder a su conciencia y a la historia, que el pueblo espera a los
obreros de El Teniente, su presencia en el trabajo, menos ausencia, su
responsabilidad, que se hagan ciertas las palabras del compañero dirigente
Moraga; yo tengo confianza en ustedes y no sólo los obreros de El Salvador con
orgullo hablarán de la mayor producción, sino que ustedes, compañeros de El
Teniente, se sacrificarán más porque un centavo más de producción, una tonelada
más de producción, representan millones y millones para Chile. Yo les entrego,
en este día histórico, la gran tarea de superar las dificultades de El Teniente
y convertirse ustedes en los pioneros de la producción del metal rojo. Y esto
es tanto más importante cuanto que Chile ha sufrido, como lo dijera hace poco,
en sus industrias, en la agricultura, y por eso la riqueza esencial nuestra
tiene que ser incrementada, sobre todo si tomamos en cuenta cómo el cobre ha
bajado de precio en el mercado internacional.
Vean
estas cifras: el promedio de los seis años anteriores fue de 61 centavos la
libra de cobre. El promedio de estos seis meses de Gobierno Popular ha sido
sólo de 50 centavos, 11 centavos menos de ingreso en estos meses por libra de
cobre. En los actuales niveles de producción la diferencia de un centavo
significa un menor ingreso anual de divisas para el país de 17 millones de
dólares y para el presupuesto fiscal, de 14 millones de dólares. 61 centavos de
promedio de la libra de cobre en los seis años anteriores. En estos meses, sólo
50 centavos.
La
disminución de un centavo en la libra de cobre significa 14 millones menos al
año para el presupuesto nacional y 17 millones en el ingreso de las divisas.
Lamentablemente no habrá, según las expectativas, alzas bruscas del precio del
cobre. Sólo hay que pensar que, estando las minas norteamericanas en huelga,
sólo el cobre ha subido ahora a 52 centavos.
Quiero
señalar que indiscutiblemente el precio del cobre también se ha mantenido alto
por el conflicto de Vietnam, pero los chilenos, en la conciencia nuestra,
preferimos que el cobre baje, pero que se deje de agredir a un pueblo pequeño y
digno que lucha por su independencia. Nosotros tenemos la suficiente conciencia
revolucionaria para entender que puede bajar el precio del cobre, y lo
toleramos, siempre que la paz llegue a Vietnam y la gente de Vietnam tenga
derecho a vivir su propia vida.
Compañeros,
deseo ahora trazar las tareas para el futuro. Por fin y por primera vez en
nuestra historia, Chile va a tener una política nacional sobre minería. Ya no
habrá empresas foráneas, extranjeras, dueñas de las grandes minas del cobre.
Desde los pirquineros hasta las empresas estatizadas de la gran minería, todos
tendrán que confluir hacia una política nacional, hacia un plan que permita
aprovechar al máximo estas riquezas con un profundo sentido chileno, nacional y
patriótico, hasta crear el gran complejo minero industrial del cobre. Tenemos
que aumentar la refinación, tenemos que aprovechar los subproductos que se van,
o se iban en las barras de cobre, oro, plata, renio, tungsteno, ácido
sulfúrico. Tenemos que crear la gran industria moderna. La elaboración de
productos manufacturados para consumo interno y de exportación. Quiero ponerles
un solo ejemplo: en este instante, en el departamento de Chañaral corre un río
que se llama el río Salado. Allí se vuelca el relave de Potrerillos. Durante
años, particulares han sacado cobre de ese relave, y según cifras que tenemos,
dos firmas sacaban cerca de 8 millones de dólares al año como consecuencia del
cobre que se iba por el relave del río Salado, que además perjudicaba a la
agricultura de la zona.
Ahora
hay una verdadera California del cobre, y algunos compañeros cesantes, pero
también empleados públicos, profesionales, empleados y obreros con trabajo,
están lavando en la forma más primitiva las aguas del río para sacar el cobre.
Cuántos años, cuánta riqueza entregada a particulares y cómo el espejismo de un
sentido privado lleva a algunos chilenos a tratar de obtener para ellos esa
riqueza que no les pertenece. Y este Gobierno dará trabajo a los cesantes, pero
este Gobierno no va a aceptar, y ya han caducado las dos concesiones que
hicieron multimillonarias a dos firmas, y este Gobierno les dirá al resto de la
gente que está ahí, que vuelvan a sus trabajos porque ese cobre debe ser para
todo Chile y fundamentalmente para elevar las condiciones de los trabajadores
de Chañaral.
Fuera
de la trascendencia económica que he señalado, tenemos una trascendencia
política que es necesario meditar. Con el paso que vamos a dar, rompemos la
dependencia, la dependencia económica. Eso significa la independencia política.
Seremos nosotros los dueños de nuestro propio futuro, soberanos de verdad de
nuestro destino. Lo que se haga en el cobre dependerá de nosotros, de nuestra
capacidad, de nuestro esfuerzo, de nuestra entrega sacrificada a hacer que el
cobre se siembre en Chile para el progreso de la patria.
Será
el pueblo el que tendrá que entender, y lo entiende, que éste es un gran
desafío nacional, que no sólo tienen que responder a él los trabajadores de las
minas sino el pueblo entero. Tenemos que responder entonces entendiendo que
esto, repito, es algo que debemos encarar y es también un desafío técnico.
Tenemos que crear una tecnología propia, de acuerdo a nuestra realidad,
aprovechando la experiencia de otros pueblos, cualquiera que sea su latitud en
el mundo. Tenemos que crear un centro de investigación minero-metalúrgica.
Tenemos que crear un servicio nacional de geología. Tenemos que aprovechar la
capacidad de técnicos e ingenieros que hay en la ENDESA, en la CAP, en el ENAMI
y en la CORFO, en la universidad o en las universidades, y hacer de ellos un
equipo superior para que entreguen sus conocimientos a esto que es fundamental
para nosotros.
Nosotros
no hemos podido desarrollar la capacidad de nuestra gente, limitada bajo la
tutela extranjera que nos imponían los planes de desarrollo y de explotación
desde fuera. Debemos también entender que éste es un desafío a nuestra
capacidad, no sólo en la explotación, no sólo en la elaboración del metal rojo,
sino en su propia comercialización. Tenemos que romper la dependencia en este
sentido y crear nuestra propia comercialización, pero piensen ustedes que las
ventas de cobre significan un volumen anual superior a los 1.100 millones de
dólares. Eso lo van a manejar los chilenos, nuestros compatriotas en el mercado
mundial y por suerte tenemos un lenguaje de entendimiento con Zambia, con el
Congo, con el Perú, y se ha formado a escala internacional la CIPEC, que está
destinada a defender los intereses de los países pequeños productores como el
nuestro. Es por lo tanto un desafío a toda la capacidad organizativa de Chile y
los chilenos. Fundamentalmente de los trabajadores del cobre; entendiendo por
tales a obreros, empleados y técnicos.
Tenemos
que superar los grandes problemas que hemos heredado, las prácticas
irracionales de trabajo que son tan dañinas como las deficiencias técnicas.
Deben resolverse con cambios revolucionarios las relaciones de trabajo en los
propios centros de trabajo que sólo un Gobierno de trabajadores puede poner en
marcha.
Hay
que romper la división entre la dirección de las empresas y los trabajadores.
La presencia de los trabajadores en la dirección de ellas estará demostrando
cómo confiamos en su capacidad y cómo les entregamos esta responsabilidad.
Queremos que se multipliquen los Comités de Producción, para que se vean el
empuje y el esfuerzo de los trabajadores y al mismo tiempo su capacidad
resolutiva.
Compañeros,
esto es caminar en la dirección de las empresas del Estado, hacer del esfuerzo
común el esfuerzo indispensable que permita sobreponerse a las deficiencias y a
las dificultades; esto es comenzar a manejar las grandes empresas que Chile
tiene ahora para ponerlas no al servicio del hombre del cobre, si no al
servicio del hombre de todo Chile. Lo hemos dicho, y sabemos que se entiende
nuestro lenguaje, los trabajadores del cobre no serán dueños de las minas para
beneficio exclusivo de ellos, son dueños de las minas en cuanto las minas les
pertenecen al pueblo, y los trabajadores del cobre forman parte del pueblo, y
los trabajadores del cobre tienen que entender, lo saben y lo van a vivir, que
el esfuerzo de ellos estará destinado a hacer posible que cambie la vida del
niño y la mujer chilena, que el esfuerzo de ellos y el cobre estarán destinados
al progreso de la patria, y al sudar trabajando el fondo de la mina están
haciéndolo por un Chile distinto, por una sociedad nueva, por el camino que
abrimos hacia el socialismo.
Compañeros
mineros, trabajadores duros del rojo metal: una vez más debo recordarles que el
cobre es el sueldo de Chile, así como la tierra es su pan. El pan de Chile lo
van a garantizar los campesinos con su conciencia revolucionaria. El futuro de
la patria, el sueldo de Chile, está en las manos de ustedes. A trabajar más, a
producir más, a defender la revolución desde el punto de vista político con la
Unidad Popular y defender la revolución con la producción que afianzará el
Gobierno del pueblo.
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