“Actuando y recordando, creando más que repitiendo: comentarios sobre la “Marcha al revés” del 10 de septiembre en Santiago de Chile”
Por Bosco González Jiménez*, en Hoy en Santiago –11 septiembre, 2017
“Yo he
preferido hablar de cosas imposibles,
porque de lo
posible se sabe demasiado…” -Silvio Rodríguez
Últimamente he
asistido menos a marchas y manifestaciones, son muchas las circunstancias que
me han llevado a dejar de hacerlo, desde las que van de lo estrictamente
personal, como también desde las rupturas, continuidades y transformaciones en
las organizaciones políticas en las que me toco participar entre los años 1998
y 2008.
En
varios momentos sentí que estábamos un poco tomados, absorbidos, por una
iniciativa o voluntad independiente de nosotros, caracterizada por una eterna
repetición orientada a la división, la fragmentación y la normalización.
Mucho
de esto, al interior de organizaciones que en su esencia más general, buscan la
desarticulación de los discursos hegemónicos y dispositivos orientados al
disciplinamiento de la acción colectiva e individual, en pocas palabras, pienso
que estábamos un poco tomados por la derrota de la izquierda, que tiene como
efecto concreto, la improvisación política, el coyunturalismo y muchas veces la
falta de convicción en la necesidad de operar en un sentido diferente, al que
se ha venido repitiendo, como un rito ancestral hace más de dos décadas.
En
este contexto de reflexión personal, sobre lo hecho y lo por hacer, considero
que el 10 de septiembre pasado fue una excepción, me llamó la atención, no con
un cierto escepticismo, una convocatoria de nuevo tipo, realizada por quienes
convocaron la conmemoración de los 52 años de la fundación del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria en el Cuartel Borgoño, me refiero a la “Marcha al
revés” , la cual ya se ha reiterado en los tres últimos años como una
alternativa a la tradicional romería al cementerio general.
Sobre
este escepticismo conversé detenidamente con mi estimado Claudio Escobar, a
quien después de muchos años, de nuestras travesías en el sur de Chile y en
muchas calles de Santiago, pude reconocer en este acto como uno de los que
siempre decidimos querer y seguir queriendo. Lo mismo va para Antonio Kadima, a
quien he podido ver después de años, nuevamente con mucha gratitud y aprecio.
Las
razones que esgrimo aquí y por las cuales no me arrepiento de haber asistido,
permitirán entregar una descripción y balance de los resultados de esta
convocatoria, claro está, desde una mirada parcial, la cual, me gustaría sirva
de algo más que una simple descripción para quienes lean el presente, quizás
como un insumo para la reflexión política de muchos y muchas que como yo, y
claro que lo sé, hace algunos años, han decidido mirar desde una relativa
distancia, las posiciones que ocupaban hace algunos años.
La
hora y el lugar, la tumba de Miguel y Edgardo Enríquez a las 10 de la mañana,
aquí nos congregamos alrededor de doscientas personas y luego de que cada
organización hiciera su ordenamiento y sus respectivos dirigentes entregaran
algunas palabras antes de comenzar, partimos en caminata en sentido inverso a
la tradicional marcha visitando los lugares de descanso de muchos militantes de
distintas organizaciones políticas como el MIR, el Mapu Lautaro y otras.
Luego
de esto una detención en el memorial, a pasos de la salida del Cementerio
General, en el cual se homenajeó a diversos presos políticos, ejecutados y
detenidos desaparecidos, algunos nombres: Carlos Lorca, Víctor Diaz, Miguel
Enríquez y tantos más, de igual manera se manifestaron organizaciones
internacionales como los miembros del colectivo Amauta, del Perú y muchas
organizaciones más, que por razones de extensión no mencionare aquí; lo que me
interesa es transmitir el sentido de la actividad, las ideas transmitidas, más
que las organizaciones convocantes y la dimensión individual de su composición,
considero que esto se trata de ideas más que de personas.
Desde
mi posición aun algo escéptica, seguía sin comprender absolutamente el sentido,
y fue en este lugar, a pasos de la salida del cementerio que una consigna
gritada al viento, capturo toda mi atención y logre comprender el significado
de la actividad en la que me había incorporado… esta decía: “De la memoria al
poder…de la memoria a la victoria”.
De
esta manera salimos, por Avenida Recoleta en dirección norte sur, banderas y
diversos gritos y consignas, y la más reiterada, o quizás la que quizás más
quise escuchar, es esta que señala el tránsito de la memoria al poder o de la
memoria a la victoria y es en cierto lugar, una frase que sintetiza lo que
podría denominar una relativa ruptura en la ritualizacion de la política, la
cual permite pensar más allá de si misma y plantearse cosas como el tránsito de
la muestre a la vida o de la muerte a la creación y porque no decirlo, de la
derrota a la iniciativa política.
Desde
una perspectiva semiótica, intentando ver como se nos expresan estas
actividades sociales no escritas, sino que muchas veces actuadas en ritos y
manifestaciones orales, en las cuales nosotros mismos participamos, es posible
sostener que unos marchan de la sociedad de los vivos a la muerte, del centro
del poder hacia la muerte, de la organización central de la sociedad neoliberal
a la derrota y otras formas de expresión de esta lógica, los menos, por ahora
sin lugar a dudas, deciden hacerlo en sentido inverso; saliendo de la muerte
hacia otro lugar, arrancándole la iniciativa a la organización política que
controla la memoria histórica, la que frecuentemente selecciona, desde una
externalidad, lo que se debe recordar y olvidar, como se debe hacer y cuando,
en este sentido creo que el momento en que se cruzaron ambas marchas se pudo
sentir por minutos esta contradicción, paso a detallarlo…
Unas
cuadras más al sur del Cerro Blanco, por Recoleta, se encontraron las dos
marchas, una más grande que la otra, claro está, en cantidad de personas, pero
por un minuto sentí que la grandeza no está determinada por la cantidad de
personas, sino por las ideas que conducen a unos y otros, por la forma en que
estos tienen de mirar un mismo fenómeno, y déjenme decirles, que muchos de los
que venían del centro al cementerio, de la vida a la muerte, aplaudieron a los
que caminábamos en un sentido contrario, otros se burlaron aludiendo a un
factor cuantitativo, pero lo interesante de todo esto, es que la claridad y la
firmeza con la que los que marchamos al revés, logramos continuar la marcha
hacia la plaza de armas; esto me hace pensar que año a año tendrá más
adherentes y lo más importante, que nos abre caminos de pensamiento y acción de
nuevo orden.
Muchos
de los que aquí leen, podrán preguntarse por el sentido de ir contra la
corriente, incluso de los que van ya contra la corriente; y el sentido está en
recordar por fuera de la hegemonía ideológica, de recordar y actuar desde un
lugar que no está definido por las instituciones que gobiernan la política de
la memoria histórica -y no como un experimento académico para evaluar hipótesis
psicosociales o antropológicas, como ocurre en ocasiones, al desarrollar acciones
performativas-, sino como un medio que permita que las subjetividades
reprimidas afloren y puedan construir espacios, donde se desplieguen y
produzcan nuevas realidades sociales, apelando siempre a la posibilidad de
volver a recordar victorias y no derrotas, de pensar en todo lo que se logró
durante esos tres años de Unidad Popular y todo lo que hizo posible esos tres
años, más que en cómo lo destruyeron, sin dejar de poner en primer orden la
capacidad de reorganización, movilización y revitalización de la sociedad
durante esos 17 años de horror.
Quizás
habrá que dar vuelta todo, poner de cabeza nuestras creencias y comenzar, como
dijo Marx, en la ideología Alemana, poner de cabeza al pensamiento y comenzar a
marchar al revés.
Datología:
Qué: Artículo “La marcha al revés”.
* Quién: Bosco González Jiménez, sociólogo, doctorante en historia (M) etnohistoria, U. de Chile.
Qué: Artículo “La marcha al revés”.
* Quién: Bosco González Jiménez, sociólogo, doctorante en historia (M) etnohistoria, U. de Chile.
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