Marineros de Kronstadt llegan a Petrogrado para combatir el golpe de Kornilov |
“Centenario de la Revolución Rusa. Parte VI: La crisis del Partido bolchevique en vísperas de Octubre”
Un
proceso revolucionario, como cualquier clase de combate, conoce diferentes
alternativas. El fracaso o la falta de decisión de uno de los contendientes
determinan en gran medida el resultado final. El fracaso de la sublevación de
Kornílov en agosto dio un poderoso impulso a la radicalización de las masas,
originando un movimiento en sentido contrario que se tornó aún más poderoso no
sólo por la derrota física temporal del adversario, sino por las lecciones
sacadas del conflicto
En Lucha de Clases -23/9/17
"Hay momentos en que la
revolución necesita ser estimulada
por el látigo de la contrarrevolución"
(Marx)
Las masas habían
asistido a una campaña sin igual de desprestigio contra los bolcheviques por
parte del gobierno de Kerensky, de común acuerdo con el generalato y todos los
medios burgueses. Y he aquí que, en mitad de este proceso, las fuerzas
reaccionarias tratan de dar un golpe, no sólo para aplastar a los
revolucionarios, sino también a los tibios socialdemócratas conciliadores que
aún dirigían los Sóviets y al propio gobierno; es decir, para liquidar todo lo
que recordara a la revolución.
A la hora de la
verdad, son los bolcheviques los principales paladines que movilizan a las
masas para aplastar el golpe de la contrarrevolución, y aún para salvarle el
pescuezo al propio Kerensky, lo cual resultará definitivamente esclarecedor
para las masas que hasta entonces seguían a los conciliadores. ¿Tengo yo
aspecto de espía alemán, compañero?, repiten miles de activistas
bolcheviques que han movilizado a las masas en su barrio o fábrica a final de
agosto contra Kornílov.
¿Quién había
ascendido a Kornílov sino Kerensky? ¿Quién había colaborado con él? ¿Quién es
el principal responsable de la continuación de la guerra y de la carestía?
¿Quién engañó sobre los bolcheviques? La clarificación progresiva tras la
campaña difamatoria, junto al agravamiento de la situación vital, hace llegar a
un tipo de conclusiones más definitivas sobre cómo resolver la situación. Ese
tipo de situaciones es la que acicatea para actuar y cambiar.
Los bolcheviques
empiezan a subir su influencia en los Sóviets. Igualmente, en el seno de
las organizaciones menchevique y socialrevolucionaria, se refuerzan las
posiciones de la izquierda, mientras la derecha naufraga. En septiembre fragua
definitivamente la ruptura pública entre socialrevolucionarios de izquierda y
de derecha. La política de medias tintas ya no contenta a las masas y así lo
ven diferentes observadores. El principal dirigente de la burguesía liberal,
Miliukov, en sus Memorias, refiriéndose a esos días exponía certeramente
la cuestión: "...O Kornílov, o Lenin... El país se divide en dos campos,
entre los cuales no puede haber, en el fondo, conciliación ni acuerdo...".
La táctica de los bolcheviques
A final de julio se
celebró el congreso del partido bolchevique, llamado "de
unificación", puesto que consagra la entrada al partido bolchevique de
dirigentes de otras tendencias socialistas revolucionarias, como Dzerzhinski
(partidario de Rosa Luxemburgo) y, sobre todo de la tendencia Interdistritos (Meyarontsi,
en ruso), compuesta por unos 4.000 trabajadores, y encabezada por Trotsky,
Uritski, Joffe y Lunacharski, que entran todos ellos al CC elegido por el
congreso. Trotsky, después de Lenin y Zinóviev, es el tercer dirigente más
votado para el nuevo CC (junto con Kaménev).
Las circunstancias
del congreso, celebrado en la clandestinidad, con los máximos dirigentes del
Partido ocultos o presos, determinan en gran medida la táctica aprobada de
manera muy formal. Los análisis de los dirigentes bolcheviques reflejaban la
situación de máxima represión del gobierno de Kerensky, que aparecía entonces
en manos de la cúpula militar, con los dirigentes de los sóviets conciliadores
callados y cómplices, ante la represión de que eran objeto las fuerzas revolucionarias.
Por tanto, las resoluciones hablan sobre el fin de la consigna de “todo el
poder a los Sóviets”, es decir, del fin del trabajo de propaganda que hacía
énfasis en la insistencia sobre los dirigentes conciliadores soviéticos a que
tomasen el poder “pacíficamente” en sus manos y donde los bolcheviques
ejercerían el papel de oposición hasta conseguir una mayoría en los mismos.
En ese momento los
dirigentes bolcheviques tienen la idea de que los Sóviets no se van a recuperar
y de que se tienen que apoyar en otros órganos, ya sean los sindicatos o los
comités de fábrica, para, parapetándose en ellos, aprestarse ellos mismos a la
toma del poder. Ahora bien, hay una idea difusa de qué significa esto
concretamente, como se verá posteriormente.
Sin embargo, la
teoría es gris y verde es el árbol de la vida. La derrota posterior de la
korniloviada propicia un giro rapidísimo a la izquierda tan grande que muchos
Sóviets donde los conciliadores son mayoritarios votan resoluciones
bolcheviques. Incluso el Comité Ejecutivo de los Sóviets de Toda Rusia, donde
los bolcheviques todavía son muy minoritarios, casi se divide por la mitad de
cara a apoyar el nuevo gobierno de Kerensky. La situación cambia casi por
horas. Lenin aprecia ya el corrimiento de fuerzas, inexorable, que hay hacia la
izquierda.
Lenin entiende que
después de los intensos días de combate contra Kornílov, que han juntado en la
acción a los activistas bolcheviques con los del resto de fuerzas del campo
socialistas, ha cambiado la situación con respecto a los negros días de julio.
Aún se les debe tender la mano públicamente a los dirigentes conciliadores
favoreciendo la unidad de acción. Ese es el sentido de su artículo del 3 de
septiembre Acerca de los compromisos, donde señala:
"... Es un
compromiso por nuestra parte retornar a la reivindicación de antes de julio:
todo el poder a los Sóviets, formación de un gobierno de eseristas [SR’s,
socialrevolucionarios] y mencheviques responsable ante los Sóviets. Ahora, sólo
ahora, y quizás apenas durante unos pocos días o por una o dos semanas,
un Gobierno de ese tipo podría formarse o afianzarse de un modo completamente
pacífico. Sólo en nombre de ese desarrollo pacífico de la revolución
–posibilidad extraordinariamente rara en la historia y extraordinariamente
valiosa, excepcionalmente insólita-, sólo en nombre de ella, pueden y deben, a
mi parecer, aceptar tales compromisos los bolcheviques, partidarios de la
revolución mundial y de los métodos revolucionarios...".
El CC Bolchevique en 1917 |
Sin embargo, en
base a la política defendida, los conciliadores, tanto en el gobierno como en
el Ejecutivo de los Sóviets, se muestran partidarios de la unidad con la
burguesía y de la continuación de la guerra, lo cual acelera aún más su pérdida
de apoyos. De manera concreta, los Sóviets se siguen revelando como el
principal medio donde se expresan las masas, que los retoman de manos de los
conciliadores, uno tras otro, en favor de las organizaciones más
revolucionarias, empezando por los bolcheviques.
Desde su escondite
en Finlandia, fuera de la vorágine de los acontecimientos más inmediatos, sin
la necesidad de llevar adelante tareas más prácticas y limitadas, Lenin aprecia
el proceso general. Los datos son concluyentes: los bolcheviques ganan la
mayoría en el congreso de los Sóviets de Siberia Central; en el de Petrogrado;
en el de la textil Ivanovo-Vosnesensk; en los Urales; en las ciudades y puertos
de la flota marina de Finlandia y periferia de Petrogrado; y posteriormente, en
Moscú.
Lenin, que en
cuestiones de táctica nunca tuvo esquemas fijos vuelve a la consigna de “todo
el poder a los Sóviets”, pero fundiendo y ampliando esta idea con la de la toma
del poder aprobada en el congreso de finales de julio.
La Conferencia Democrática y el
Preparlamento
El gobierno surgido
del débil régimen transitorio de febrero resultó destrozado. Kerensky y los
conciliadores trataron de arropar con una nueva maniobra al nuevo gobierno,
compuesto de 6 representantes de la burguesía y 10 socialistas conciliadores,
con una nueva maniobra.
La celebración de
la Conferencia Democrática tenía por objeto mostrar la fuerza del “Régimen de
Febrero”, atrayendo hacia éste al máximo de fuerzas a su izquierda y derecha.
Esta Conferencia, cuya composición arbitraria fue dictada por Kerensky para
aguar la representación de los órganos sindicales y soviéticos en detrimento de
los órganos y partidos burgueses, eligió de su mismo seno una representación,
llamada Preparlamento, con la que se pretendía institucionalizar el régimen de
Kerensky, destinado a representar a la nación sine die hasta la
convocatoria de la siempre postergada Asamblea Constituyente.
Lenin apreció
inmediatamente la maniobra. Impedido por la separación física ante sus
compañeros, Lenin previene al CC de la añagaza y les insta a preparar la
insurrección:
"…Después de
haber conquistado la mayoría en los Sóviets de diputados obreros y soldados de
ambas capitales, los bolcheviques pueden y deben tomar en sus
manos el poder del Estado (...) La Conferencia Democrática no representa
a la mayoría del pueblo revolucionario, sino únicamente a las cúspides
pequeñoburguesas conciliadoras (...) ¿Que no existe un aparato? Ese aparato
existe: los Sóviets y las organizaciones democráticas. La situación
internacional precisamente ahora, en vísperas de la paz por
separado de los ingleses con los alemanes, nos es favorable.
Precisamente ahora, proponer la paz a los pueblos significa triunfar...".
(Los bolcheviques deben tomar el poder.12-14 septiembre).
El efecto de esta
carta fue cataclísmico y Bujarin describió posteriormente la escena de los
principales dirigentes del CC bolchevique: “Se leyó la carta. Todos boqueamos.
Nadie, hasta entonces, había planteado la cuestión tan claramente. Nadie sabía
qué hacer. Todo el mundo se quedó perplejo durante un rato. Entonces
deliberamos y llegamos a una decisión. Quizás fue ésta la única ocasión en la
historia de nuestro partido en la que el Comité Central decidió quemar una
carta del camarada Lenin”.
Nueva crisis en el Partido
Bolchevique
Lenin aprecia –alarmado- que “la tendencia” de abril de dirigentes bolcheviques
que se resistían a romper con los conciliadores ha resurgido con más brío aún,
favoreciendo que el Partido se encamine a ser la pata izquierda dentro del
nuevo esquema institucional impuesto por Kerensky. Lenin, por el contrario,
conmina a sus compañeros a preparar la insurrección, a ponerle una fecha y a
obrar en consecuencia, para preparar la insurrección “al estilo marxista, es
decir, como un arte”, con todo detalle, para asegurar el concurso o respaldo de
la inmensa mayoría.
"La llamada
Conferencia democrática ha terminado. Gracias a Dios, una comedia más ha pasado
(...) El pueblo está harto de vacilaciones y dilaciones. Los bolcheviques
debieron retirarse en señal de protesta y para no caer en la trampa, no
contribuir a que por medio de la Conferencia se distrajese la atención del
pueblo de los problemas serios (...) La historia dio un viraje muy brusco con
la korniloviada. El Partido no pudo ponerse a tono con el ritmo increíblemente
rápido de la historia en este viraje. El Partido se dejó atraer,
momentáneamente, a la trampa de una charlatanería despreciable..." (Los
campeones del fraude y los errores de los bolcheviques).
El 20 de
septiembre, una vez acabada la Conferencia y convocado el nuevo Preparlamento,
convocó el CC bolchevique una Conferencia del Partido para dilucidar su
postura. Trotsky propuso el boicot al Preparlamento, pero esta proposición
choca con la resistencia decisiva de los principales dirigentes que ya en el
debate de abril se habían opuesto a Lenin, como Kámenev o Ríkov, a los que se
añade Zinóviev, que ganan la mayoría. El fondo de la cuestión es la divergencia
existente dentro del Partido sobre el papel del mismo: o bien se adapta al
desarrollo de su papel dentro de la república burguesa que mencheviques y
eseristas pretenden consolidar o se prepara para la conquista socialista del
poder.
"... Cuanto
más se reflexiona sobre la significación de la llamada Conferencia Democrática
tanto más firme es el convencimiento de que nuestro Partido ha cometido un
error al participar en ella (...) Ahora está madurando una revolución del
proletariado y de la mayoría del campesinado -exactamente, de los campesinos
pobres- contra la burguesía (...) Hay que boicotear el Preparlamento. Hay que
ir al Sóviet de diputados obreros, soldados y campesinos, hay que ir a los
sindicatos, hay que ir, en general, a las masas. Hay que llamarlas a la lucha
(…) Trotsky era partidario del boicot ¡Bravo camarada Trotsky! (...) Es
preciso conseguir a toda costa que el problema del boicot sea resuelto por una
sesión plenaria del Comité Ejecutivo y por un Congreso extraordinario del
Partido. Hay que hacer ahora del problema del boicot una plataforma para las
elecciones al Congreso y para todas las elecciones en el seno
del Partido (...) Está fuera de toda duda que en las "altas esferas"
de nuestro Partido se observan vacilaciones que pueden ser funestas,
pues la lucha se desarrolla, y en determinadas condiciones, las vacilaciones
son capaces, en cierto momento, de echar a perder la obra...".
(Del diario de un publicista. Los errores de nuestro partido, 24 septiembre).
Al día siguiente,
escribe al joven Smilga, recién entrado al CC bolchevique, presidente del
organismo regional de los Sóviets en Finlandia, y con creciente autoridad entre
los marinos y soldados más radicalizados. Le propone un plan de estudio para una
insurrección en Finlandia, para después marchar sobre Petrogrado. Exasperado
ante la actitud de la mayoría de su CC, la desconfianza se impone en Lenin y se
prepara para lo peor, por lo que pone en marcha todos los resortes de que
dispone para llegar por su cuenta a dirigentes, activistas y militantes del
Partido.
Lenin declara la guerra política…
interna
Los hechos le van
dando la razón a Lenin. La situación de Rusia de va descomponiendo, económica,
social y militarmente. El nuevo gobierno, con mucha menos autoridad ante las
masas, se mantiene más ineficiente a la hora de solucionar los problemas. Los
empleados de ferrocarriles y Correos se ponen en huelga. Acabada la cosecha en
el campo, la revolución campesina atrona desde abajo y sin control, y hace estallar
llamaradas con decenas de mansiones nobiliarias incendiadas y centenares de
saqueos de las propiedades de los ricos. Oficiales no bolcheviques anuncian
desde el frente militar que los soldados no van a combatir más. En Ucrania y
Finlandia las tropas y los representantes locales nacionales chocan con el
gobierno, desconociéndolo en los hechos... De todo ello se hace eco ampliamente
Lenin, con multitud de datos en su siguiente artículo público que comienza con
el tema, para él, más importante:
"...Es indudable
que las postrimerías de septiembre nos han aportado un grandioso viraje en la
historia de la revolución rusa y, al parecer, de la revolución mundial (...) Ha
llegado ahora la tercera etapa [de la revolución mundial] que puede ser
denominada vísperas de la revolución. Las detenciones en masa de los líderes
del partido en la libre Italia y, sobre todo, el comienzo de las sublevaciones
militares en Alemania son síntomas seguros del gran viraje, síntomas
de la víspera de la revolución a escala mundial (...) Y por
cuanto nosotros, los bolcheviques rusos, somos los únicos entre los
internacionalistas proletarios de todos los países que gozamos de una libertad
relativamente inmensa, que contamos con un partido legal y unas dos docenas de
periódicos, que tenemos a nuestro lado a los Sóviets de diputados obreros y
soldados de las capitales y la mayoría de las masas populares
en un momento revolucionario, puede y debe aplicársenos las conocidas palabras:
a quien mucho se le ha dado, mucho se le exige (...) Si los bolcheviques
cayeran en la trampa de las ilusiones constitucionalistas, de la
"confianza" en el Congreso de los Sóviets y en la convocatoria de la
Asamblea Constituyente, de la "espera" del Congreso de los Sóviets,
etc; no cabe duda de que esos bolcheviques serían unos traidores
miserables a la causa proletaria.
Serían traidores a
la causa proletaria, pues con su conducta traicionarían a los obreros
revolucionarios alemanes, que han comenzado la sublevación en la marina. En
tales condiciones "esperar" al Congreso de los Sóviets, etc, es una
traición al internacionalismo, una traición a la causa de la revolución
socialista mundial. Porque el internacionalismo no consiste en frases, no
consiste en expresiones de solidaridad ni en resoluciones, sino en hechos..."
(La crisis ha madurado, 29 septiembre).
Lenin plantea una
declaración de guerra a la mayoría del CC que ha respaldado la entrada al
Preparlamento de Kerensky. Ahora ya ve en cualquier retardo, sean cuales
sean las razones que lo motivan, un hecho reprobable. Una sensación de
desconfianza le invade ante la desatención y tergiversaciones a las que se han
visto sometidas sus recomendaciones y artículos públicos. Como epílogo del
artículo público anterior, manda un añadido al CC y a otros dirigentes del
Partido, donde abunda más explícitamente aún en sus razones, acabando con una
bomba:
"... Al ver
que el CC ha dejado incluso sin respuesta mis instancias en
este sentido desde el comienzo de la Conferencia Democrática, que el Órgano
Central [dirigido por Stalin, nota del presente artículo] tacha de
mis artículos las alusiones a errores tan escandalosos de los bolcheviques como
la vergonzosa decisión de participar en el Preparlamento, de conceder puestos a
los mencheviques en el Presídium del Sóviet, etc, etc; al ver todo eso, debo
considerar que existe en ello una "sutil" insinuación del deseo de
taparme la boca y de proponerme que me retire. Me veo obligado a dimitir
de mi cargo en el CC, cosa que hago, y a reservarme la libertad de hacer
agitación en las organizaciones de base del Partido y en su
Congreso...".
Durante esos días
ha estado trabajando en un folleto más extenso, ¿Se sostendrán los
bolcheviques en el poder?, que copia y distribuye entre los compañeros del
Partido que ve más propicios para su causa. Discute, argumenta, implora y pone
todas sus energías, preparándose para lo peor (incluso un Congreso
extraordinario del Partido) antes que perder la ocasión histórica para la que
se han estado preparando él y todos sus camaradas durante toda su vida, ocasión
irrepetible que, si se pierde, no aparecerá en décadas y que, si se aprovecha,
servirá de estímulo indudable al proceso de la revolución mundial.
Es una ley de la
Revolución, que no ha admitido excepciones hasta hoy, que en vísperas de la
toma del poder la dirección del partido revolucionario entra en crisis. Trotsky
lo explica:
“Si los virajes
tácticos engendran habitualmente en el partido roces internos, con mayor razón
los estratégicos deben de provocar trastornos mucho más profundos. Y el viraje
más brusco es aquél en que el partido del proletariado pasa de la preparación,
de la propaganda, de la organización y de la agitación a la lucha directa por
el poder, a la insurrección armada contra la burguesía. Todo lo que dentro del
partido hay de irresuelto, de escéptico, de conciliador, de capitulador, se
yergue contra la insurrección, busca la oposición de fórmulas teóricas y las
encuentra prontas en sus adversarios de ayer, los oportunistas” (Trotsky, Lecciones
de Octubre).
El triunfo de
Octubre tenía que decidirse, al final, no por la disposición de las masas a la
lucha o por su conciencia revolucionaria, no por la actitud de la clase media
ni por la resistencia armada de la burguesía, sino por el triunfo del ala
revolucionaria en la dirección del partido sobre el ala conciliadora.
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¡Qué la Historia
nos aclare el pensamiento!”
Colectivo Acción
Directa Chile -Equipo Internacional
Septiembre 29 de 2017
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