“Cinco años convulsos en Oriente Medio: la
Primavera Árabe se marchita en el caos y la sangre”
Public. 29/01/16
Estos días el mundo
celebra el quinto aniversario de la que fue bautizada como Primavera Árabe. En
2011 los principales medios de comunicación del mundo pusieron el foco de
atención en lo que ocurría en la plaza Tahrir de El Cairo. Allí se congregaron
masivamente los ciudadanos a raíz de la huida del presidente tunecino Ben Ali
el 14 de enero. Los egipcios recibieron entonces de los tunecinos el 'relevo'
de la revolución. El resto del mundo se preguntaba entonces qué consecuencias
tendrían aquellos agitados días.
Como
el tiempo ha demostrado, los sucesos registrados en el conjunto del mundo árabe
desde comienzos de 2011 han dejado un saldo negativo. "Tanto en Occidente
como en Oriente Medio hubo una ola de entusiasmo y expectativas optimistas,
mientras pocos oían algunas voces moderadas" como las que alertaban desde
Rusia de que se trataba de "un movimiento peligroso", escribe el
periodista Maksim Artemiev en el portal Slon.
Un
peaje que hay que pagar por la miopía occidental
Inicialmente
numerosos países occidentales "echaron leña al fuego de la
revolución" al poco de echarse a la calle manifestantes libios y
sirios y sancionaron a las autoridades de países que hasta hace poco eran
"casi amigos", señala el autor. Por eso, la conducta de los gobiernos
occidentales se entendió como un apoyo directo al estallido rebelde, según
Artemiev.
"Europa
debe aceptar a los refugiados que ha provocado", recuerda el periodista
ruso. Lo que se observa hoy en Europa con la crisis de refugiados procedentes de los países
sumidos en conflictos violentos es "el pago" que tienen que afrontar
los políticos "por su propia miopía" por no ser capaces o no querer
prever las consecuencias desgarradoras de la política de alentamiento de la
rebelión, opina Artemiev.
Por
qué la revolución fue ineficaz
"El
problema del mundo árabe es que la revolución en sí no ha sido capaz de
resolver los problemas existentes. (...) Solo por medio de reformas graduales y
prudentes se hubiera podido mejorar la situación, sin comprometer la estabilidad",
advierte el periodista, que añade que "cualesquiera que sean los
regímenes, un gobierno fuerte en el mundo árabe-musulmán es siempre mejor que
una anarquía, porque cualquier debilidad del gobierno en estos países se
percibe como una invitación al saqueo y la masacre", explica.
Con
los conflictos en Libia, Yemen y Siria
pendientes el mundo árabe "está condenado a sufrir las consecuencias de la
primavera de 2011 durante mucho tiempo y estas serán poderosos factores de
desestabilización", sostiene Artemiev. Para el autor del texto, el Estado Islámico es la mayor amenaza nacida de las revueltas
de hace cinco años.
Equipo Internacional – CAD CHILE
Enero 29 de 2016
great article!
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