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miércoles, 25 de noviembre de 2015

COLOMBIA: A 30 AÑOS DE LA RETOMA A SANGRE Y FUEGO DEL PALACIO DE JUSTICIA


La retoma del Palacio de Justicia, en Bogotá, efectuada por las FFAA y policía el 7 de noviembre de 1985, edificio que había sido tomado el día antes por un comando del M-19, fue un hecho de extrema violencia perpetrado por el Estado colombiano, empapado en la doctrina de la seguridad nacional impuesta por EE.UU. A 35 años de acaecidos los hechos, aún existen detenidos desaparecidos a causa de la represión y sólo tres uniformados han sido encontrados culpables. La siguiente es la visión del holocausto entregada por un dirigente del M-19, publicada en 2013 

EX DIRIGENTE DEL M-19 DA SU VERSIÓN DE LA TOMA AL PALACIO DE JUSTICIA

Rafael Vergara hace un relato sobre cómo sucedió y qué pasó en la guerrilla los días del holocausto.


¡Viva Colombia!, comandante Jaime Bateman ¡cumpliremos! Ese 6 de noviembre de 1985 a las 11 a.m. el M-19 se tomó a tiros el Palacio de Justicia. (Vea la galería de imágenes de la toma del Palacio de Justicia).

El magistrado Manuel Gaona presentaba ponencia sobre el Tratado de Extradición con EE. UU. y en otra de las salas procesaban por violadores de los derechos humanos a generales, encabezados por Miguel Vega Uribe, ministro de Defensa.

La barbarie de la retoma militar se justificó difundiendo que el M-19 había ido a quemar los expedientes del narcotráfico. Obviamente, nada dijeron del juicio contra los generales. La Corte inmolada como consecuencia de la toma rechazaba el modelo de Seguridad Nacional, el abuso del estado de sitio y su estatuto de seguridad, declarado por ellos parcialmente inconstitucional.

Bolivariano, nacionalista y democrático, el M-19 se hizo oír con golpes como la toma de la embajada de la República Dominicana, que desnudó ante el mundo la represión del gobierno de Turbay Ayala y del general Camacho Leyva.

Frustrada la exigencia de libertad de los presos políticos y el fin del contubernio cívico militar, esa toma incruenta, con embajador de EE. UU. incluido, estimuló la acción de amplios sectores democráticos que confluían en la lucha contra las torturas, el fin del estado de sitio, la demanda de una amnistía incondicional y el Diálogo Nacional.

El primer Belisario Betancur (1982) no solo prometió "ni una sola gota más de sangre colombiana" sino que, en medio del ruido de sables, escuchó al pueblo y concedió la amnistía, abrió las cárceles, derogó el régimen de excepción, pactó treguas con la insurgencia y suscribió acuerdos de paz por separado con la Farc, el M-19 y el Epl. Presos por el robo de 5.000 armas al Ejército, los dirigentes del 'eme' quedaron libres.

En el acuerdo, la insurgencia legitimó al Gobierno, y este reconoció al "movimiento popular alzado en armas", con la oposición desatada de expresidentes y militares que enfrentaron el reconocimiento de dos ejércitos.

Dos cartas estaban sobre la mesa: civilizar la política o politizar la guerra.

El Diálogo Nacional buscaba democracia, desactivar los factores objetivos y subjetivos de la guerra, pero Betancur no asistió a la instalación. En diciembre del 84, el campamento del M-19 en Yarumales fue atacado. Tras los combates se recuperó la tregua.

En todo el país, nutridas manifestaciones asustaban y agudizaban las contradicciones. La confianza se rompió, y el cierre de la apertura y la 'inteligencia' desató las muertes y desaparecidos de la UP y el M-19.

La eliminación de los "nervios que conducen las ideas entre la cabeza de la culebra y el cuerpo social", de que habló el embajador de EE. UU. Lewis Tambs, funcionó (Tambs escribió con Fred Aker, US marine, el manual Destruyendo el síndrome de victoria). ¡Nadie lo hizo!, son "los asesinados sin asesino", que denunció Antonio Caballero.

Esa carta marcada politizó la guerra y aún no logramos del todo civilizar la política. El incumplimiento de la palabra fue la causa de la toma del Palacio. Negarlo es alimentar la mentira, la antípoda de la Justicia.

La responsabilidad de la palabra

En Palacio se quebró la legitimidad de todos: murieron soldados, seres inocentes, mis maestros, juristas y compañeros, que tocan a mi puerta. Conversar con las voces que me habitan es riesgoso, lo sé.

La utópica toma y su retoma dejó al descubierto los excesos a los que conduce la guerra, la barbarie de los odios acumulados. Por su independencia o su defensa, la tercera rama del poder público fue arrollada. No hay justificación y solo existe el castigo o el perdón. La condena de los que allí estuvieron fue la muerte; a los demás nos acusaron de autores intelectuales.

Dejadas las armas, en 1990 fuimos indultados y se propuso incluir a los militares: el rechazo fue tajante. La justicia quedó activada y de allí los señalamientos de las comisiones de la verdad y el fallo del Tribunal de Cundinamarca con cargos, incluso, al expresidente Betancur.

Donde hay rehenes no hay negociación

¿Hubo un golpe de Estado? ¿Quién determinó la solución de meter tanques y "acabar con todo", antes de que llegara la Cruz Roja? ¿Por qué solo se sopesó la solución militar?

A las 12 del día Betancur llamó a consejo de ministros; el de Defensa no llegó. "No negociaremos ni transigiremos ante tan aleve atentado", expresó el comunicado de la Presidencia.

A las 12:25 aparecieron los tanques y se difundieron las peticiones del M-19: se exige, entre otras, publicar la demanda armada y convocar al pueblo al juicio contra el Presidente por la violación de los acuerdos de paz.

"Avancen con los tanques y helicóptero", ordenó Vega Uribe, a la 1:55 p.m. Luego se escuchó al presidente de la Corte, Alfonso Reyes Echandía: "¡Que el Presidente de la República dé finalmente la orden de cese del fuego!".

¿Ser rehén eliminó la orden y por eso Betancur no le pasó al teléfono? Hitler quemó el parlamento vacío, era imposible pensar que en la retoma se descargara todo el poder de fuego. Vencer supeditó salvar a los magistrados y rehenes.

Paladín 6, "(...) estamos con toda la libertad de acción y jugando contra el tiempo. Por favor apurar, apurar a consolidar, y acabar con todo".

¿Por qué no hubo un respiro?

Ni reflexión ni mediación

Sorprendido por la toma, como asilado en México busqué la mediación del Gobierno; la respuesta fue contundente: "Imposible, la decisión es militar, no habrá negociación".

Con la victoria de Ronald Reagan, la teoría de la reversión puso fin a la de contención, y se impuso la doctrina de los 'conflictos de baja intensidad'. Nosotros ejemplarizamos una de sus sentencias: ¡si hay rehenes, no hay negociación!

La inflexibilidad deflagró la hecatombe, y la impunidad ofrecida chocó con el Estado de Derecho, que sobrevivió.

El coronel Plazas Vega fue claro: "No sé, yo no sé quién esté adentro, o quién esté afuera; yo sé que salieron varios magistrados, no sé si tal vez esté adentro de ellos".

Previo a la toma, en su informe al Congreso el 20 de julio de 1985, el otro Betancur expresó: "Firmé los acuerdos de paz con la insurgencia para lograr su desarme en todos los sentidos de la palabra; su desarme político, su desarme moral, su desarme material". El acuerdo fue una trampa para eliminar al contrario.

Valga recordar que el decreto 1573 de 1974 creó un Poder Nacional, que "legalizó" un autogolpe cívico militar del que la Justicia estaba excluida. Ese poder se expresó con contundencia cobrando cuentas.

Desenterrar las pruebas ocultas

En 1986, Alessandro Barata, padre de la Criminología Crítica, de paso para un congreso en La Habana, donde presentó un video sobre el Palacio, me ratificó que en la decisión de arrollarlo y quemarlo pesó la doctrina.

Con el palacio humeante, el coronel (retirado) Charles Gillespie, embajador de EE. UU. en Colombia (un diplomático clave en la invasión de su país a Grenada, y quien además fue el último embajador estadounidense de la era Pinochet), afirmó para la TV de su país: "¡Triunfamos sobre las pretensiones de los rebeldes!".

Reagan fue el primero en felicitar a Betancur. Es tiempo de cerrar heridas. Solicitemos con sentido de patria los archivos ya desclasificados del departamento de Estado para comprobar si el poder que se vació en la Casa de Nariño fue o no ejercido desde un territorio donde ondeaba otra bandera.

*RAFAEL VERGARA, ES ECOLOGISTA. ABOGADO, EX MIEMBRO DE LA DIRECCIÓN NACIONAL DEL M-19. AMNISTIADO E INDULTADO

Equipo Internacional – CAD CHILE
Noviembre 25 de 2015

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