Por Daniel Labbé Yáñez
En El
Ciudadano
Este 25 de noviembre
los seguidores, amigos y familiares de Augusto Pinochet están de fiesta. Se
cumplen 100 años desde que el militar naciera. Tienen mucho que celebrar. No
están físicamente con el festejado hace casi una década, pero disfrutan de él
día a día a través de su legado. Guste o no, esa es también otra forma de
trascendencia. Y la verdad es que no son pocos los motivos para que en el
homenaje que se le realiza en Los Boldos, sus adherentes levanten sus copas y
brinden porque ¡Pinochet vive!
¿Dónde
vive el legado de Pinochet?
Su
desprecio por los sectores marginados vive en esa desigualdad que usted palpa a
diario y que nos ha encumbrado al número uno de la OCDE, con una diferencia de
ingresos que en 2013 alcanzó un 27 contra 1 entre el 10% más rico y el 10% más
pobre. Una inequidad perpetuada por su dictadura y que ningún gobierno
posterior al régimen ha querido de verdad revertir.
El
legado del festejado respira también a través del sistema de AFP que impuso
hace ya 35 años. Ese que tiene a la gran mayoría de los chilenos recibiendo
pensiones vergonzosas y que lejos de desaparecer se consolidará aún más cuando
el gobierno de la Nueva Mayoría implemente una AFP estatal, que no hará otra
cosa que legitimar ese cotidiano asalto a mano armada.
El
recuerdo de su mano dura reaparece en cada una de las violaciones a los
derechos humanos con que los gobiernos “democráticos” intentan frenar la
violencia en las poblaciones, la protesta social, las reivindicaciones de los
pueblos originarios. ¡Si hasta dos detenidos desaparecidos tenemos ya!
Un
triunfo de la fuerza por sobre la razón que se manifiesta igualmente cuando se
recibe en La Moneda –máquinas incluidas- al gremio de los camioneros que ya
complotó hace 42 años para que ese mismo edificio terminara envuelto en llamas
y con un presidente muerto en su interior.
Si
Pinochet vive es también porque su costumbre de saquear se eterniza cuando la
clase política decide entregarle el mar de todos los chilenos a un grupo de
siete familias. O cuando aprueba financiar a los que se coluden para subirnos
el precio del papel higiénico, que son los mismos que arrasan con los bosques
nativos en el sur y despojan de sus tierras a los mapuche.
Cómo
no van a sentir sus fanáticos y familiares que Pinochet sigue vivo, si hasta se
levantan viendo en uno de los canales más seguidos de Chile a una de sus más
acérrimas defensoras y se acuestan muertos de la risa con aquel que le animaba
los cumpleaños al militar.
Pero
lejos, donde mejor se huele la podredumbre del militar, es cuando Julio Ponce
Lerou, su ex yerno, financia con las platas de la empresa estatal que su suegro
le heredó, no solo a los representantes políticos de la derecha económica, sino
que también a aquellos que llegaron al poder en nombre de los que Pinochet
torturó y asesinó.
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