O AVANZA
POR LA SENDA DE LA LUCHA Y LA UNIDAD O ACEPTA LO QUE VENGA
Luego del
hito del pasado 1º de Mayo, cuando l@s trabajador@s más jugados con la clase superaron
en cantidad a aquellos que siguen a los amañados dirigentes de la CUT, el
movimiento de los explotados y el sindicalismo clasista se enfrentan a una vital
disyuntiva sobre su futuro
Nunca el movimiento de trabajadores las ha
tenido fácil en este país capitalista y clasista. Bien lo atestiguan las movilizaciones
por sus derechos que fueran trágicamente finiquitadas por la represión del
Estado burgués, como en las huelgas de los portuarios de Valparaíso, en 1903;
de la carne, en Santiago, en 1905; en las salitreras, donde destacan las masacres
de la escuela Santa María de Iquique, en 1907, San Gregorio, en 1921, y las de
La Coruña y Marusia, ambas en 1925; la quema del local de la FOM, en Punta
Arenas, en 1920; la masacre de la Plaza Bulnes, en Santiago, en 1946; el crimen
masivo de mineros de El Salvador, en 1966; la vil matanza de trabajadores de la
CMPC y ferroviarios de Laja–San Rosendo a manos de carabineros y civiles fachos,
7 días después del fatídico Golpe militar del 11 de septiembre de 1973; etc.
La
dictadura cívico-militar tuvo largos 17 años para llevar a efecto su labor de
destrucción de la organización y la consciencia del sindicalismo más ofensivo.
Fue bastante efectiva, pues segó la vida de la mayoría de los dirigentes
nacionales, intermedios y de base más consecuentes, a otros los dejó con graves
secuelas represivas y se jugó a fondo por acorralar al conjunto del pueblo
trabajador mediante la represión intra y extra laboral.
Costó
una enormidad levantar en aquel contexto un movimiento sindical consecuente,
independiente y democrático. Sólo a partir de 1978 se evidencia una reanimación
de él, en brazos de esforzados militantes de la izquierda revolucionaria.
Seguirían los ciclos de las multitudinarias Protestas Nacionales, a la par del
impulso de varias organizaciones sindicales, signadas por la impronta de la
Resistencia Popular o por la de los sectores de la “oposición burguesa” a la
dictadura.
La
derrota político-material en 1986 de la salida rupturista y revolucionaria al régimen
de excepción burgués significó, al mismo tiempo, la hegemonía de los sectores que
apostaban a la salida política negociada al mismo, implicando la aceptación de
las bases económica, política y social que aún perviven en nuestra formación.
Claro que esto último venía de la mano con el despliegue, la interior del mundo
de los trabajadores, de una central única que se pondría al servicio de esa
falsa transición y que apaciguaría cualquier atisbo de rebeldía entre las
bases.
Hoy,
en otras condiciones -y menos mal que es así-, aquell@s que se inscriben o
simpatizan con un sindicalismo de clase y consecuente superaron en cantidad a
aquellos que aún se sienten representados por la oficina de asuntos laborales
del gobierno conocida como Central Unitaria de Trabajadores CUT.
Sin
embargo, nuestro movimiento se enfrenta a múltiples desafíos y amenazas. La
reforma laboral emprendida por la Nueva Mayoría (NM), criticada con el tejo
pasado por la derecha y la patronal, forma parte de una escalada que amenaza a
los/as trabajadores/as y al movimiento sindical chileno. Con o sin aprobación
de la titularidad
sindical, el proyecto legal busca, ante todo, constreñir las peleas de los
sectores de trabajadores ligados directamente a aquellas áreas que son muy
sensibles para el despliegue y reproducción del actual patrón capitalista,
primario exportador con ventajas comparativas: los contratistas de la gran
minería del cobre; los portuarios; los forestales, pero también apunta a
neutralizar a todos aquellos que pretendan entorpecer el desempeño del gran capital monopólico financiero; entiéndase los negocios
de los Paulmann, los Luksic, los Angelini, los Falabella, los Yarur, los Matte,
los Piñera, los Saieh, los Ponce Lerou.
El
pasado 1º de Mayo, cuando los/as trabajadores/as conscientes de Chile demostramos
una gran presencia y fuerza, debiera ser una señal clara para los dirigentes ‘alternativos’,
para los activos democráticos y para los sectores más conscientes de que es
hora de pasar a la ofensiva, construyendo al fragor del combate un sindicalismo
legítimamente de base y afincado en esta; democrático en su constitución, toma
de decisiones y en su visión de la nueva sociedad que debemos edificar con las
demás fuerzas del campo popular; claramente opuesto al poder y las prácticas
del bloque constituido por la derecha económica y política, aliada ésta
estratégicamente con el grupo mantenedor del sistema de dominación y
explotación encarnado por la NM; un sindicalismo clasista que en ningún caso
puede entrar a conciliar con las expresiones políticas –partidos, congreso,
ONG- o legales –reformas, nuevas leyes, procesos negociadores- provenientes del
campo de sus enemigos de clase; un sindicalismo decidido a no prestar su apoyo
a las políticas y organismos –OIT, ONG manejadas por la NM y la derecha- que
buscan dar un ‘rostro humano’ al inmisericorde sistema de desarrollo
capitalista impuesto en Chile y el resto del sistema capitalista
mundial.
En lo presente y futuro, la
lucha y organización de un movimiento que de verdad represente a los/as
trabajadores/as se puede dar en torno a diversos nodos: desde el sindicato,
agrupación de estos, federaciones, confederaciones, por frentes y sectores
productivos y/o de servicios. Nos parece que son dos las vías de desarrollo de
éste sindicalismo clasista, consecuente y rupturista, que avanzan de manera
simultánea y combinada: una, que va por el lado de levantar un nuevo referente
de los/as trabajadores/as y que represente el aspecto orgánico de él; y otra,
la cual haga efectiva la unidad con las demás fuerzas sociales del campo
popular implicadas en la coyuntura: estudiantes, pobladores, pueblos
originarios en pie de lucha, medioambientalistas, etc. Con todo, se requiere
que las direcciones de las diversas instancias organizativas de los/as
trabajadores/as sean renovadas, pasando a manos de dirigentes que en la
práctica se la hayan jugado por los derechos de los explotados, electos en
forma democrática, con posibilidad de revocarles en caso que se enchuequen, que
no se transformen en ‘funcionarios’ sindicales; en suma, que no sean como los
dirigentes apernados y las instancias seudo-sindicalistas tipo CUT que tanto
criticamos.
No seamos ingenuos ni llamemos a los pueblos y los trabajadores a que actúen como borregos; no existen atajos o caminos falsamente expeditos en esto de la lucha por la liberación social y el fin de la explotación. Los procesos eleccionarios propios del sistema de domianción; es decir, no relacionados con la designación democrática de dirigentes y de toma de decisiones informadas, históricamente han demostrado su inutilidad para los objetivos de la lucha de la mayoría explotada. No será la redacción de una nueva constitución o la elección de éste o aquel candidato a concejal, alcalde, congresal o presidente los factores que vengan a suplantar la necesidad de organización y de ofensiva rupturista de los explotados y oprimidos en el camino de su emancipación.
Por cierto que cada trabajador/a es un poblador/a y a su vez puede ser un/a estudiante, un/a mapuche, un defensor de su entorno vital y cultural, etc. Es decir, todos/as, directa o indirectamente, somos potenciales afectados por el actual sistema de dominación y explotación, y –por tanto- debemos participar en el proceso de lucha y liberación social de la mayoría oprimida desde la trinchera que nos toque en suerte. Con lo anterior, seamos claros, no estamos afirmando que el proceso de combate y de organización populares se deban circunscribir al ámbito territorial, de vivienda de los/as activos/as democráticos/as; antes bien, este es una instancia de aquel proceso, indispensable, pero no el único. Para dar batallas más efectivas, sin duda que el movimiento popular requiere desplegar sus luchas en todos los niveles y planos del conflicto de clases, en todos los centros de trabajo, de faena, en universidades, liceos e institutos, en todos y cada uno de los frentes sociales, en Chile y el exterior. La generación de ese tejido social clasista y combativo, de la Resistencia Popular, descansará y se expresará en el Poder Popular, en el contrapoder de los explotados y oprimidos de éste país.
Por cierto que cada trabajador/a es un poblador/a y a su vez puede ser un/a estudiante, un/a mapuche, un defensor de su entorno vital y cultural, etc. Es decir, todos/as, directa o indirectamente, somos potenciales afectados por el actual sistema de dominación y explotación, y –por tanto- debemos participar en el proceso de lucha y liberación social de la mayoría oprimida desde la trinchera que nos toque en suerte. Con lo anterior, seamos claros, no estamos afirmando que el proceso de combate y de organización populares se deban circunscribir al ámbito territorial, de vivienda de los/as activos/as democráticos/as; antes bien, este es una instancia de aquel proceso, indispensable, pero no el único. Para dar batallas más efectivas, sin duda que el movimiento popular requiere desplegar sus luchas en todos los niveles y planos del conflicto de clases, en todos los centros de trabajo, de faena, en universidades, liceos e institutos, en todos y cada uno de los frentes sociales, en Chile y el exterior. La generación de ese tejido social clasista y combativo, de la Resistencia Popular, descansará y se expresará en el Poder Popular, en el contrapoder de los explotados y oprimidos de éste país.
Hoy
más que nunca, los/as trabajadores/as deben fundir sus luchas con las de los
estudiantes, los pobladores, los cesantes, los mapuche, las instancias que
promueven y lidian por los DDHH, los defensores de los territorios y del
medioambiente. Dicho proceso de agrupación de los/as que luchan es una
necesidad vital con vistas a potenciar todas las demandas y luchas parciales,
permitiendo así superar el actual aislamiento de estas y lográndose en su
transcurso la constitución de la alianza político-social por los cambios de
fondo en nuestro país; de conformación del actor social popular de la
revolución.
Convocamos
a todos/as los/as activos/as democráticos/as y revolucionarios/as para que,
mediante todas las vías posibles, alentemos a ese pueblo trabajador para que se
unifique democráticamente, le pegue la patá en la raja a la burocracia
PC-PS-PPD-PDC-PR de la CUT y comience a avanzar de una buena vez por la senda
de la lucha anticapitalista y por la liberación social.
Nuestro
llamado es a que juntos, los pueblos y los/as trabajadores/as de Chile,
avancemos por la senda de la lucha clasista y sin cuartel contra nuestro
enemigo común. Para ello contamos con los ejemplos heroicos de Rodrigo
Cisterna, de Juan Pablo Jiménez, de Marco Cuadra y de Nelson Quichillao, sin
olvidar a todos/as los/as caídos/as durante la lucha antidictatorial y a
aquellos/as que lo han hecho en estos 25 años de falsa democracia.
¡Ningún Acuerdo o Reforma a
Espaldas
de los Pueblos y l@s
Trabajador@s!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán
Libres!
Colectivo Acción Directa CAD -Equipo
Sindical
Mayo 18 de 2016
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