La esposa y un hijo de al-Qiq en una declaración del 31/01/16 |
[Se encuentra en las garras del estado sionista de
Israel, encarcelado sin juicio ni cargos, realizando una huelga de hambre hace
72 días]
LA LÓGICA DE LOS PALESTINOS EN HUELGA DE HAMBRE
Cuando el Hambre es un Arma
Traducción de: “The Logic of Hunger Striking Palestinians
When Starvation Is a Weapon”
Al viernes 29 de enero,
el periodista palestino Mohamad al-Qiq cumplía 66 días en huelga de hambre en
las cárceles israelíes. Justo antes de que cayera en su tercer estado de coma,
un día antes, al-Qiq envió un mensaje público a través de sus abogados, la
esencia del cual era: libertad o muerte.
Al-Qiq
tiene 33 años de edad, está casado y es padre de dos hijos. Fotografías que
circulan de él por la red y en las calles palestinas, muestran el rostro de un hombre
apuesto con lentes. Sin embargo, la realidad es muy diferente. "Él está en
una situación muy mala. Cayó en su tercer coma en los últimos días y su peso ha
descendido a 30 kilogramos (66 libras)", dijo
a Al Jazeera Ashraf Abu Sneina, uno de sus abogados. Al-Qiq fue detenido en
virtud de la tristemente célebre ley israelí llamada de "detención
administrativa".
Predicciones
agoreras sobre la
inminente muerte de al-Qiq han surgido durante días, sin avizorarse un final
para su prolongado suplicio. Por desgracia, para un hombre que cree que la
única herramienta de defensa y de protesta contra el apartheid de Israel es su
cuerpo, la Cruz Roja y otros grupos internacionales tomaron demasiado tiempo para
reconocer el caso de este periodista que se había negado a recibir alimentos y
a tratarse médicamente desde el 24 de noviembre de 2015.
Al-Qiq
trabaja para Almajd TV, una red televisiva de Arabia Saudita, y fue arrestado
en su casa en Ramallah el 21 de noviembre. En su declaración, emitida más de 60
días después de haber entrado al-Qiq en huelga de hambre, el CICR
describió la situación como ‘crítica’, afirmando categóricamente la
realidad que la “vida al-Qiq se encuentra en riesgo." El 27 de enero, la
Unión Europea también expresó su posición de estar "especialmente
preocupada" por la deteriorada salud de al-Qiq.
En
virtud de la ley de "detención administrativa", Israel efectivamente
ha tomado prisioneros palestinos y árabes sin dar razones para su detención,
prácticamente desde que dicho Estado fuera fundado, en 1948. De hecho, se
argumenta que esta ley está principalmente fundada en la "evidencia
secreta", la cual se remonta a la época de los Reglamentos de Emergencia del
gobierno del Mandato Británico.
Después
que en 1967 Israel ocupara la Franja Occidental, abarcando a Gaza y Jerusalén Oriental,
ha hecho esfuerzos desesperados por encontrar cualquier justificación jurídica para
la detención de prisioneros sin llevarlos a juicio. Dichos esfuerzos fueron
finalmente articulados en la ley israelí sobre Autoridades en Estado de Emergencia,
de 1979.
Esta
ley fue una especie de compromiso entre la inteligencia interna (Shin Bet), el
Estado y del sistema judicial, con el objetivo último de proporcionar la
fachada y el aparente respaldo de una cobertura legal a lo que se considera ilegal
en el derecho internacional y en la mayoría de las legislaciones de cualquier país.
El Shin Bet fue, por lo tanto, autorizado a utilizar todo tipo de medidas
coercitivas –incluyendo
la tortura física y psicológica- a fin de obtener confesiones "forzosas"
de los prisioneros palestinos en el transcurso de seis meses, renovables por
orden de un tribunal, sin juicio ni cargos.
Khader
Adnan, de 37 años, de la ciudad de Jenin, fue detenido en virtud de la ley de
detención administrativa durante años. Los servicios de inteligencia israelíes
no tenían pruebas para acusarlo de ningún cargo en particular, a pesar de las
acusaciones de que era un miembro valioso de la organización Yihad Islámica.
Fue puesto en libertad el 12 de julio de 2015. Esto ocurrió sólo después de que
él también se sometiera a varias huelgas de hambre, y dos particularmente largas:
una a comienzos de 2012, que duró 66 días, y otra en mayo de 2015, que abarcó 56
días.
En
cada ocasión, Adnan llegó al punto donde la muerte, como es el caso de al-Qiq,
también se convertía en una posibilidad real. Cuando le preguntamos qué le
obligó a seguir ese camino peligroso dos veces, su respuesta fue inmediata:
"detenciones repetidas, la barbarie de la forma en que fui arrestado, la
brutalidad de los interrogatorios y finalmente la prolongada detención
administrativa"- sin juicio.
Las
detenciones administrativas son como agujeros negros legales. Ellas no ofrecen
rutas de escape y no hay ningún derecho para el preso, pero los interrogadores ganan
tiempo para romper el espíritu del prisionero, forzándole o forzándola para rendirse
o incluso admitir, en primer lugar y bajo tortura, cosas que él o ella nunca
cometieron. "Es nuestra última y única opción", dice Mohamad
Allan, 33 años, de Nablus, quien efectuó una huelga de hambre durante un
período tan prolongado que ello le provocó daños en el cerebro y casi le costó
la vida.
"Cuando
tú sientes que todas las puertas están selladas, y permaneces ahí humillado y
solo, sabiendo de antemano que el sistema judicial es una farsa, a uno no le queda
ninguna otra opción más que una huelga de hambre", dice.
"En
primer lugar, expuse claramente mi intención de negarme a tres comidas en una
fila, y lo envié en una nota escrita a través del Dover (hebraísmo para un
preso que actúa como portavoz de una celda de la prisión)". Entonces, el
castigo comienza. Es como una guerra psicológica entre las autoridades de la
prisión, el Estado y los aparatos del sistema jurídico contra un solo
individuo”, todo lo cual, según Allan, dura 50-60 días.
"Casi
instantáneamente, un huelguista de hambre es arrojado a un confinamiento
solitario, sin acceso a un colchón, una manta y a otras necesidades básicas.
Sólo después de seis semanas, más o menos, las autoridades penitenciarias
israelíes acceden a hablar a los abogados que representan a los huelguistas
para debatir las distintas propuestas. Pero dentro de ese plazo, al preso se le
deja totalmente desamparado, separado de los demás presos y sometido a una
ininterrumpida campaña de intimidación y amenazas. La tortura mental es mucho
peor que el hambre", dice Allan.
"Ya
no puedes ni siquiera ir al baño; no te puedes sostener por tus propios medios;
estás tan débil que incluso no puedes limpiar el vómito que involuntariamente
brota de tu boca y cae en tu barba y pecho."
Allan
casi murió en prisión, y a pesar de una orden judicial que permitía que las
autoridades penitenciarias lo forzaran a alimentarse (una práctica
vista internacionalmente como una forma de tortura), los médicos
en el hospital Soroka se negaron a actuar según las instrucciones. A
mediados de agosto de 2015, Allan fue conectado a soporte vital cuando perdió la
conciencia. Su severa malnutrición le produjo daño cerebral.
Un
tercer huelguista de hambre liberado, Ayman Sharawneh, originalmente de Dura,
Hebrón, pero que había sido deportado a Gaza, describe las huelgas de hambre
como "la última bala" en una lucha por la libertad que posiblemente podría
terminar en la muerte. Sharawneh, como Adnan y otros con los que hablamos, se
refirió con amargura sobre la falta de adecuado apoyo que recibió mientras
estaba muriendo en la cárcel.
"Todas
las organizaciones, sean palestinas o internacionales, normalmente se quedan
cortos", señala. "Ellos entran en acción después de que el recluso ha
pasado muchos días de tortura".
Él
dice que 2 años y 8 meses después fue deportado a Gaza, y que está experimentando
severos dolores en todo su cuerpo, especialmente en los riñones.
Mientras
se sometía a la prolongada huelga de hambre, "Empecé a perder mi pelo,
sufría constantes náuseas, un dolor agudo en mis entrañas, arrojaba un líquido
amarillo, luego un líquido oscuro, entonces comencé a ver con dificultad. Tenía
un insoportable dolor de cabeza, al tiempo que empezaba a sufrir fisuras en
toda mi piel y cuerpo."
Sharawneh
está de acuerdo con Adnan en que la ‘huelga de hambre individual’ no debe
entenderse como un acto egoísta. "Mohammed
al-Qiq no está protestando para sí mismo", dice Adnan. "Él está
protestando en nombre de todos los presos políticos", cuyo número es estimado por el grupo
Addameer –que resguarda los derechos de los prisioneros- en unos 7.000.
De
acuerdo con Adnan, la cuestión de las huelgas de hambre no debe ser vista como
una batalla dentro de las cárceles israelíes, sino como parte integrante de la
lucha del pueblo palestino contra la ocupación militar.
Mientras
los tres presos reafirmaron su solidaridad con al-Qiq, pidieron un mayor apoyo para
el periodista huelguista de hambre y para miles como él, muchos de los cuales
permanecen detenidos indefinidamente bajo la figura de las detenciones
administrativas.
La
lista de destacados palestinos huelguistas de hambre supera a al-Qiq, Adnan,
Allan y Sharawneh e incluye muchos otros, sin olvidar a Samir Issawi, Hana
Shalabi, Thaer Halahleh y Bilal Thiab. Pero lo que todos estos ex huelguistas
de hambre parecen tener en común es su insistencia en que en sus batallas nunca
estuvieron preocupados sólo por la libertad de unas cuantas personas, sino de
todo un grupo de desesperados, de un pueblo oprimido y ultrajado.
• Con
aportes de Yousef Aljamal
Dr. Ramzy Baroud es escritor y
periodista. Él es autor de La Segunda
Intifada Palestina: Una Crónica de una Lucha Popular y del más reciente Mi Padre
fue un Luchador por la Libertad: La Historia no Contada de Gaza. Él puede contactado
en ramzybaroud@hotmail.com. Lea otros artículos por
Ramzy, o visite el sitio web de Ramzy.
Equipo Internacional – CAD Chile
Febrero 4 de 2016
No hay comentarios :
Publicar un comentario